8. Actualidad... ¿Mi futuro esposo?
Un retiro espiritual leve, así fue como un Arturo con el torso desnudo llamó a nuestras vacaciones. Un viaje para descansar de la única forma en que sabíamos... y luego, los hermanos Brown nos confesamos de nuevo...
OCTOBER
Miércoles, 1.
Un “retiro espiritual leve”... así fue como un Arturo con el torso desnudo y un short azul me despertó en la madrugada con sus maletas y las mías ya listas en la camioneta, prácticamente él me vistió con lo primero que encontró y me bajo cargado montándome en la camioneta para partir antes de que el tráfico mañanero nos atrapara. La idea de que Arturo y yo nos fuésemos a Morrocoy juntos me gustaba bastante – estuve preguntando a dónde íbamos por media hora hasta que me lo dijo a medio camino –, eran en realidad nuestras primeras vacaciones en pareja, por mi mente rondaban pensamientos extraños al llamar el viaje de esa forma pero mi Arturo estaba encantado, yo a decir verdad esperaba que salieran bien ya que por mi mente también pasaron diversos recuerdos de la última vez que estuvimos en la playa, recuerdos que no terminaron bien...
¿Qué pasa? – preguntó luego de que nos quedáramos callados mientras conducía.
¿Ah?... Nada. ¿Por qué?
Te ves distraído.
Pensaba cosas.
¿Qué cosas? – volvió a preguntar.
Jajaja... siempre me quedo pensando cosas si vamos en un viaje.
No me has dicho nada.
Descuida Arturo, no es nada importante.
Bueno, pero no te duermas... los copilotos no se duermen.
No, claro que no... excepto si eres tú. Tú si te duermes, seguro.
Porque si tú conduces... confío en ti.
Sí... claro. Eso es un truco para que yo conduzca.
Mmm... me atrapaste... jajajaja.
Igual no conozco el camino. Sabes que de vaina se salir de Caracas.
Sí... de vaina utilizas el metro.
Claro que no... yo sé ir a la universidad en metro.
¿Y a mi casa?
... No sé... me bajo en una estación allí. La última.
¿La última de qué línea? Hay muchas últimas estaciones – continuó riendo.
Ya cállate, Arturo.
Y así continuamos con nuestras tontas discusiones... el camino era de cinco horas aproximadamente, desde Caracas hasta Chichiriviche donde nos quedaríamos en el apartamento que había comprado Aquiles cuando tenía solo 15 años. A mitad de camino nos detuvimos en una parada llena de camiones y carros particulares, adentro del supuesto restaurante estaba repleto de gente de todo tipo, camioneros, padres con sus esposas y niños, tipos de nuestra edad tomando cervezas y algunas quinceañeras a las cuales mi novio no les quito la mirada de encima y ellas tampoco nos quitaban la mirada.
Déjalas, Arturo, son niñas – le recriminé.
Jajaja... míralas, están deseosas de verga.
Pareces un pervertido que está a punto de secuestrarlas.
Cuando la camarera pasó dejando unas 10 empanadas y batidos que habíamos pedido, se quedó mirándonos extrañada pero continuó su camino.
Es nuestro oscuro secreto – dijo susurrándome al oído – estar con quinceañeras.
Jajaja... basta.
Lo sabes.
No lo repitas.
Míralas... allí las tienes – dijo señalándolas sonriendo.
No las excites... – las chicas se habían quedado mirándonos sonriendo como idiotas.
Seguro son vírgenes.
Después que lo dijo tuve que darle un golpe en la cabeza para que volviera a sus cabales. Había funcionado, luego de ese golpe me miró como niño regañado, pero para mí jodida suerte una de ellas se había acercado a nosotros con un papel en mano, la chica se podría decir que era más o menos atractiva, piel blanca, con lentes, de ojos y pelo castaño y muy delgada.
¿Puedo decirles algo?
Claro, mi niña bella – respondió Arturo levantándose de su silla mostrando su sonrisa.
Tuve que poner los ojos en blanco.
- Mis amigas y yo creemos que son bellísimos... y si ¿podrían tomarse unas fotos con nosotras?
La carajita señaló a las otras dos chicas, una pálida con rasgos achinados y la otra catira y algo rellena.
Claro que no – corté tajante y Arturo volvió a su puesto –, ya nos vamos.
Ayyy... pero si serán un par de fotos... son tan bellos.
¡Dije que no!
Bastó una mirada más para que la carajita estúpida volviese con sus amigas y yo le recriminara con la mirada.
Eres un aburrido – mi novio tomó su batido.
Arturo, son niñas.
Es una fantasía.
Es eso – le apoyé –, solo una fantasía. Dejémoslo allí.
Estuve mirando de nuevo a las niñas que ya no se interesaban tanto en nosotros. Por lo menos la de rasgos achinados ya no miraba en nuestra dirección mientras que las otras daban miradas esquivas hacia mí. Arturo miraba su teléfono y me preguntaba cosas en voz baja, pero yo no le contestaba. Sí, me da vergüenza admitir que Arturo y yo deseamos estar con quinceañeras... algunos me dirán pervertido, u otros un mojigato por sentirme así, pero eso es lo que pensaba. Cuando el tema del sexo se convierte en tanto tabú no puedes evitar sentirte así porque lo que piensas o estás a punto de hacer va en contra de la sociedad. Debía recordarle a esa loca parte de mi cerebro que yo era gay y no debía excitarme viendo el cuerpo de esas carajitas, pero mi locura me contestaba que sabía cómo estarían dispuestas a ser tomadas por nosotros... negué con la cabeza, levantándome de la silla y pagando la cuenta, Arturo me siguió sin decir nada y en el auto volvimos a la vía.
Son unas carajitas, Arturo.
Yo sé... creí que lo habías olvidado.
Es solo una fantasía y ya.
Aja...
Aunque... si algún día me siento bastante excitado y ellas se dejan... no lo pensaría tanto – admití.
Arturo me miró extrañado y no dijo nada – supongo que esperaba que continuara –.
Lo haría por complacerte... y que cumplas esa fantasía también, pero solo lo haría una vez. Recuerda que estás conmigo.
Yo soy marico, Andy... o por lo menos solo soy marico por ti. Porque te amo. Yo sé que solo sería una vez. Y no lo disfrutaría tanto si no estuviese contigo.
Que día más raro – concluí.
Finalmente quedé satisfecho por lo que pensábamos “Una Loca Aventura De Un Par De Maricos...” dijo Arturo con gracia escuchando la radio y pensó que sería la mejor película mayor para 21 años de la historia, la mejor historia de borrachera, drogas y violación de menores que toda la familia quisiera ver...
Ya en la última hora podíamos ver el mar... estaba emocionado, no dejaba de pensar en lo que haríamos al llegar y mi novio tenía una clara idea. Sexo, y su paquete lo demostraba mientras se tocaba constantemente. Le sonreí y toqué su entrepierna con burla y me obligó a dejar la mano allí sintiendo como crecía hasta estar completamente erecto.
Si me la chupas un poco, seré el hombre más feliz del mundo.
¿Un poco?
Bueno, tienes que tragártelo completo y tomarte mi leche – dijo con honestidad.
Oh... que especifico... jajaja de acuerdo.
¿Quieres hacerme el hombre más feliz del mundo?
Claro – dije mirando al frente –, pero tendrás que esperar, viene una alcabala.
No... nunca hacen nada.
Se equivocó, tuvimos que detener la camioneta en la carretera para que los guardias la revisaran completamente y luego a nosotros – uno de ellos se quedó mirando incomodo a Arturo directamente al paquete que se veía aún grande – y reíamos por lo bajo dándonos cuenta de la situación del soldado secretamente maricón.
El guardia al mando nos llegó a llamar niños mimados e hijos de papi un par de veces con desprecio, se sorprendió de que mis papeles delataran mi nacionalidad y el apodo “gringo” no se hizo esperar, pero con algo de molestia al ver que no teníamos nada nos tuvo que dejar ir, con gracia y burla el mismo guardia que se buceó a Arturo nos insultó de maricones antes de arrancar la camioneta y poder llegar a Chichiriviche.
Después de prácticamente estar toda la mañana en la carretera llegamos a nuestro destino, era un edificio de ladrillos y ventanas de marcos azules con muchas palmeras, llamado “Vista del Sol”. El portero de seguridad saludó a Arturo como un viejo amigo y entramos al estacionamiento, tuvimos bastante suerte ya que solo había un par de familias en el edificio y estacionamos en donde queríamos. Y estuve a punto de bajarme, pero Arturo sacó su verga y me miró.
No me has hecho el hombre más feliz del mundo.
Es cierto...
Y me tragué la verga con sentimiento, estábamos solos en el estacionamiento así que no habría problema alguno en ser interrumpidos. Tragar y sentir esa verga dura y caliente en mi boca, me hacía sentir bastante bien y escuchar sus gemidos mucho más.
Su cuerpo vibraba débilmente y su mano no dejaba que mi cabeza se alejara mucho de mi premio. Acaricié sus bolas y llegué a su ano con un poco de dificultad metiendo un solo dedo que recibió con otro gemido, no faltaba mucho y sabía que él tampoco deseaba prolongarlo tanto... yo también quería acabar, pero complacería a Arturo primero. Luego sería mi turno.
El primer chorro cayó en mi lengua y luego me separó para continuar llenándome la cara de leche repetidas veces hasta quedar completamente vacío y yo con hilos blancos en toda mi cara, jalándome de los pelos me llevo a su boca para unirnos en un beso para tratar de limpiarme la cara y comernos su leche... de nuevo, lo había logrado. Le di placer a mi novio.
Al llegar al apartamento, agotados – por el viaje y otras cosas –, tratamos de organizar todo para nuestra corta estadía, dejar nuestras cosas, encender todos los electrodomésticos, limpiar un poco, acomodar el cuarto y tratar de conseguir la cena, aunque no conseguimos nada que nos gustase.
Al día siguiente nos despertamos con un hambre terrible y nos colocamos un short y camiseta para tratar de buscar algo para desayunar, una panadería vieja fue nuestra primera opción y compramos una dotación de pan para 5 días, 5 kilos de jamón de pavo, queso amarillo y un galón de mayonesa que mi novio compró sin pensar.
Te pasaste...
Tengo hambre – gruño con cara seria.
Prácticamente corrimos a casa y nos preparamos un par de sándwiches suficientes hasta para almorzar. Preparé algunos demás para poder llevarlos a la playa ese día. Después de estar satisfechos tomamos la camioneta para ir a la bahía donde estaba el yate de Aquiles, entre mi novio y yo estábamos impacientes en llegar a la costa para poder navegar...
Jamás lo he hecho.
¿En serio?... pues aquí estoy yo para enseñarte.
Al llegar, a la bahía estacionamos y bajamos los bolsos que teníamos. El día estaba estupendo con el sol brillando y sin una nube en el cielo, el capitán nos estaba esperando en el muelle y amablemente nos ofreció acompañarnos en el viaje, pero Arturo se negó rotundamente y nos subimos al yate para zarpar.
Arturo ¿A dónde vamos?
Pues... no sé. A donde quieras...
Podríamos ir a Sombrero.
Está lejos... pero si es lo que quieres... ¡Allá vamos!
Sonreí, porque al momento había sacado de uno de los compartimentos un sombrero de capitán y se lo puso, yo estaba admirando cómo se veía tan seguro al navegar pasando por el laberinto de manglares hasta llegar al mar abierto, me encantaba ver el paisaje y comprobar que Venezuela tenía mucho potencial para ser un lugar turístico.
Es hermoso ¿No crees? – pregunté.
Claro... me gustaría vivir aquí.
¿En serio?
Claro... vivir en una isla... la arena, el mar, el sol... ¡Qué vida!
Me alegro – dije automáticamente.
Y tú también Andy. Te quiero a mi lado.
Sonreí y lo miré, iba a acercarme pero el yate comenzó a saltar un poco por las olas y un Arturo distraído comenzó a bajar la velocidad y se disculpó repetidas veces, ya al llegar a las costas de cayo Sombrero después de un movido viaje nos quedamos cerca de la orilla para ver el paisaje que se nos mostraba... no había tanta gente como en épocas vacacionales pero si se veía un volumen de gente, hombres y mujeres luciéndose mostrando sus atributos dándonos un espectáculo. Arturo como siempre también quiso lucirse de la mejor forma que pudo quitándose la camiseta para mostrar su torso desnudo, caminando hacía la proa.
Eres un exhibicionista...
En realidad – y se bajo el short de repente mostrándose desnudo a toda la costa –... esto es ser exhibicionista.
¡Arturo, vístete!
Él solo pudo sonreír mientras seguía mostrándose a todos y yo fui molesto tratando de vestirlo pero él se reía y trato de escapar a mi agarré. Me sonroje bastante al ver un par de tipos con sus celulares tomando fotos y un grupo de chicas ver directamente hacia nosotros y me dio rabia de que ellos vieran a mi novio desnudo.
- ¡Maldita sea!... ¡ARTURO!
Finalmente comprendió mi molestia viendo hacia la playa y se subió el short bastante rojo para luego escucharse una bulla en la costa, molestos por haber terminado el show.
Disculpa... yo... – dijo apenado.
Ya... siempre haces eso, siempre haces las cosas sin pensar.
Caminé hacia la cabina y bajé las escaleras donde el camarote me esperaba y me lancé en la cama cubriéndome la cabeza con la almohada y grité molesto.
- Perdóname – escuché en voz baja –, yo soy un tonto... lo sabes, tú me comprendes... cometo muchos errores a diario y tú me haces verlos...
Me quedé en silencio preguntándome ¿ Por qué éramos tan tontos?
Respóndeme, Andy. No quiero hablar solo... perdóname, no lo volveré a hacer, en serio, te lo juro... mírame por favor, no me ignores. Odio que me ignores...
Ya... – al quitarme la almohada de la cabeza me di cuenta con algo de pena que Arturo estaba arrodillado y con los ojos algo rojos – no... no lo hagas.
Perdóname por favor, que yo te quiero.
No llores.
Soy un tonto... soy el más tonto del mundo.
Ya... ya.
Me acerqué para poder abrazarlo y darle un par de besos en la cabeza. No podía negar que existía un niño en el interior de Arturo, a pesar de que él era un hombre hecho y derecho, ese niño salía algunas veces a hacer cosas tontas y mi deber era regañarlo, pero luego perdonarlo, eso era una relación... esa era mi relación con Arturo Duarte.
Perdóname – gemía dentro del abrazo.
No te pongas a llorar... que ya eres un hombre.
Es que soy un tonto.
Y eso no se puede solucionar – concluí.
Ayúdame.
¿Y qué quieres que haga?
No lo sé... no quiero ser tan tonto, idiota, pajuo, idiota, imbécil y más.
Jajaja... ya Arturo. Ya... te perdono. Yo sé que a veces haces esas tonterías, yo también las hago.
Pero tú eres Andrew...
Y tu Arturo. No entiendo de que hablas.
Yo siempre haré cosas estúpidas.
Jajaja... claro que no, solamente debes pensar las cosas antes de hacerlo. Tú lo sabes, solo que tu tonto interior no lo sabe.
Me gusta que me hagas ver mis errores... eso me ayuda tanto.
Jajaja... no me gusta corregir a las personas porque yo también tengo defectos. Ahora... subamos y disfrutemos el día, ya olvidemos todo.
Pero... ¿Me perdonas?
Que sí, vale. Te amo, Duarte. Y eso es lo que importa – terminé por decir para quitar el hierro al asunto.
Subimos de nuevo a la cabina y notamos que los mismos que estaban en la costa estaban nadando cerca del yate y pedían que saliera Arturo de nuevo a mostrar su espectáculo. Él rojo como tomate, de dirigió al timón y encendió la marcha asustando a todos, pude ver como trataban de nadar lejos y sonreí con malicia esperando que ... “no les pasara nada grave por nadar cerca de un yate en movimiento”...
- Vámonos de aquí – dijo serio.
Y volvimos a zarpar... ya lejos del cayo, Arturo me ofreció el timón dejándome navegar por unos minutos en dirección a mar abierto, él se colocó muy pegado detrás de mí guiando mis movimientos había vuelto de nuevo a sonreír aunque algo había cambiado en su mirada, no estaba ese pequeño brillo de niñez de siempre. Ya en mar abierto pidió detenernos un rato y disfrutar de estar solos de nuevo y acepté saliendo de la cabina, su abrazo por detrás me hizo pegarme junto a él para sentir todo su cuerpo...
Quiero estar contigo así siempre.
¿Aunque sea un tonto? – preguntó abrazándome aún más fuerte.
Ya para con eso... aunque sí, aunque seas el más tonto... estaré contigo.
Me haces tan feliz, Andy.
Me giré y lo besé profundamente, nuestros labios, se fusionaron y nuestros cuerpos pedía estar mucho más juntos en ese momento. El sol pegaba en nuestros cuerpos calentándolos aún más... y la brisa marina nos daba una reconfortante sensación.
Quiero hacerlo.
¿Qué? – pregunté confundido.
El amor... quiero hacerlo aquí mismo.
¿Ahora?...
Es el momento prefecto ¿No?... Estamos solos, en el mar. Nadie nos va a molestar...
Jajaja... estás loco.
Es mi sueño, Andy. Hacer el amor en el mar... quiero que me penetres.
Tragué en seco luego de escucharlo... que me pidiera eso, me dio una sensación muy fuerte en mi corazón, pasando por todo mi cuerpo hasta llegar a mi verga, y asentí con la cabeza, lo haríamos allí mismo.
Arturo descendió allí mismo y yo solamente vi el mar... Arturo me quitó el short por completo lanzándolo lejos y quedé desnudo mientras mi novio comenzó a hacerme una genial mamada, disfrutaba pasándose mi verga por la cara y acariciando mis bolas con su lengua, repartiendo pequeños besos por mi abdomen y piernas.
El sol me pegaba directo en la espalda, pero en la posición correcta cuando Arturo me miraba, el sol que reflejaba en su rostro hacia que se iluminaran sus ojos de una forma increíble.
Coloque mis manos en su cabeza para bombear de forma rápida, certera y brusca – con un toque de malicia y venganza que se merecía por tratarme de esa forma –, pero mi plan no funcionó, ya que a pesar de que no se la tragaba completa, si veía que disfrutaba y mucho más cuando con una mano, liberó su verga y con la otra me acariciaba el culo metiéndome un par de dedos previamente salivados...
Maldito... creí que yo te cogería.
Lo harás... es que me gusta tu culo.
El estar haciendo esto al aire libre... logró que mi corazón palpitara mucho más rápido que de costumbre, con una enorme intensidad que no podía detener... mi verga se detuvo en lo más profundo de Arturo y casi logra hacerme terminar...
- Quédate quieto... o si no me vengo.
Arturo con una breve sonrisa chupo fuerte y con la misma succión fue sacándolo de su boca alejándome de él. Podría decir que me encantó... pero el placer fue demasiado y llegó al dolor bastante rápido, cuando estuve fuera, mi verga estaba completamente roja, y la erección dolía bastante.
Hijo de perra... eso me dolió.
Jajaja... así me dejas tu siempre... te acostumbrarás.
Mierda... la siento tan dura.
¿De pana? Pues métemela ya.
Jajaja... espero aguantar. Porque creo que si me toco me vengo.
Entremos... que ya estamos rojos.
Y era cierto, mi espalda estaba roja y el pecho de Arturo igual, no tiendo a ponerme rojo con el sol, pero ese día si estaba pasando por esa coloración y mi novio podía competir con un cangrejo...
Te pondré crema ya – dije desesperado al ver su espalda y rostro.
Creo que es tarde.
No importa.
Coloqué bloqueador en su rostro con bastante delicadeza, era bizarro, estábamos desnudos colocándonos crema el uno al otro, mi erección aún estaba a su máxima expresión y su verga estaba algo dormida, al voltear y ver su espalda un tanto colorada comencé concienzudamente a pasarla desde los hombros, por los omoplatos, por la parte baja de la espalda hasta llegar a sus nalgas... esas ricas y apretadas nalgas, Arturo dijo por lo bajo que no era necesario allí pero yo continuaba masajeando hasta que él cayó en cuenta de lo que quería hacer...
Si quieres usas tu verga para continuar... ya que estas tan concentrado.
Si la usaré Artie... pero déjame primero usar mi lengua.
Y me arrodillé y él se colocó en la posición correcta entregándome su ano, acaricié con mis dedos solo un poco para entrar directamente en él, lo hacía sin detenerme a pensar lo que hacíamos y los gruñidos de Arturo no me dejaban pensar.
- Ayúdame, ábrete el culo.
Con sus manos me dio paso a que lo pudiese penetrar con mi lengua hasta llegar a mis límites lubricándolo a más no poder. Cuando estuvo listo, me coloqué allí de pie y lo clavé de una. El grito de ambos fue épico y mi morbo pensó con lástima que los pervertidos de la playa debieron estar allí para vernos coger como dementes...
Arturo era mucho más alto que yo, así que tuvo que hacer un esfuerzo por colocarse en la posición correcta para poder penetrarlo a gusto y que sintiera placer, mi novio estaba caliente, mi verga entraba y salía a ritmo rápido que logró que comenzara a sudar y las gotas caían en su espalda.
No puedo... más.
Coño Arturo... aguanta, estoy comenzando.
No no... jajaja... espera – y salí de él viéndolo con molestia – es incomodo coger así... yo soy alto y tu bajito... tenemos una cama abajo.
Yo quiero cogerte ya ese culo, Arturo.
Mi novio sonrió de nuevo y se sentó en un asiento forrado en cuero blanco y abrió sus piernas como un tremendo puto mostrándome su ano rojo.
Dale pues, maricon, párteme.
Me haces feliz, Duarte.
Me volví a clavar en el mucho más rápido que antes, esa posición era perfecta, podía verlo gemir, cerrar sus ojos, y pajearse un poco con cada estocada, definitivamente estábamos pasando un momento increíble, estábamos tirando en un yate.
La cogida que le daba resonaba en la cabina y nuestros gemidos – o gruñidos en realidad –, no me permitía pensar claramente, sabía que Arturo soltaba algunas palabras, pero mi mente se nublaba demasiado al ver mi verga entrar y sentir el interior ardiendo de mi macho, sus bolas y su verga se movía sin control y no podía pajearse ya que su única labor – además de disfrutar la cogida –, era la de abrir sus piernas y tener el culo dispuesto para mí.
Si nos vieran, pensarían que nuestra relación se basa solo en el sexo y debía aceptar que tener relaciones con Arturo era lo mejor de este mundo y él pensaba igual, al momento en que lo penetraba furiosamente. Un deseo muy fuerte en mi corazón nació mientras nos besábamos con algo de brusquedad y era estar con él para siempre, mi mejor amigo.
Te amo.
Y yo igual.
Oh dios... Arturo... me voy a venir.
Hazlo coño.
No... no. Acabo cuando yo quiera.
Eso no lo decides tú.
Arturo comenzó a moverse abriendo su ano y cerrándolo con una sonrisa de suficiencia. Yo me detuve prácticamente llorando de placer y le di una fuerte estocada que hizo que se golpeara la cabeza con el mueble, me mantuve firme dentro de él sintiendo como la temperatura subía y me acariciaba el cuerpo pidiéndome que le preñara, pero yo no iba a ceder... lo besaba y acariciaba su pecho mientras veía que su verga estaba botando líquido pre-seminal, pero no me atrevía a masturbarlo.
¡Pajeate...! – gemí volviendo a penetrarlo.
¡Acaba, coño!
Y no pude aguantar mucho más y menos cuando el desgraciado apretó su ano a tal nivel que el roce y el imponente calor se me hizo imposible aguantar y me vine dentro de él... mi pene palpitaba con cada chorro y Arturo colocaba los ojos en blanco sintiendo mi verga dentro de él como un poseído.
Perfecto... malditamente perfecto – gemí.
Claro... me preñaste de nuevo... que rico.
Deberías dejarme hacerlo más seguido – le pedí repartiendo besos por su pecho.
Lo sé. Pero me vas a odiar ahora.
Ufff... ¿Por qué? – pregunté.
Yo estaba recostado en su pecho aún con mi verga adentro. Y con lentitud, él me saco de su interior quedándome un tanto confundido y Arturo en un par de movimientos se levanto y me cargó rápido por encima de su hombro comenzando a caminar bajando las escaleras hacia el camarote...
¿Qué haces idiota?
Tengo que cogerte ya... no quiero acabar así, tengo que hacerlo dentro de ti.
- Oh God... es que no puedes dejarme ser el activo y ya... ¿Verdad?
- No me odies.
Eso fue lo último que escuché, su verga entrando en mí sin haber sido preparado formalmente y sus gemidos fuertes me hicieron que olvidara todo sintiendo también un poco de placer a pesar de que las ganas se habían “ido” después de reventarle el culo... Por “suerte”, no tardó mucho en vaciarse en mi culo y repartir besos en forma de disculpa...
Perdón... es que tu culo es...
Ya... ya. Tengo que aceptar que siempre seré tuyo.
¿De verdad?... ¿Siempre?
Siempre.
Yo también seré tuyo – gimió mi novio por fin saliendo de mí.
Luego de esa cogida rápida en el camarote mi novio volvió a sus cabales, levantándose rápido.
¡PIRATAS! – exclamó alarmado.
¿Piratas?
En pocas palabras dijo que debíamos volver al cayo ya que había muchos piratas que asaltaban las aguas... yo me reí por lo que había dicho pero al ver su cara y sus movimientos subiendo lo seguí hasta la cabina viendo como se vestía, entendí que decía la verdad al explicar que eran unos supuestos criminales con armas que vivían de robar todo tipo de embarcaciones en el mar abierto dejando a la gente en el agua a su suerte, yo muy molesto fui a recoger mi short que estaba a punto de caer en el agua por el viento y le dije regañe de nuevo por no decir que tales cosas sucedían en esos lugares y lo peligroso que pudo haber sido todo por estar cogiendo como conejos, Arturo no escuchó prácticamente nada de lo que le dije, aunque eso último logró que se riera un poco, pero yo le di un coñazo en la cabeza lo que hizo que se centrara en lo que hacía, poner en marcha el yate, para largarnos de allí y en menos de una hora ya estábamos desembarcando en el muelle a salvo de lo que pudo haber pasado... y no sucedió.
Los siguientes días quise evitar el yate de Aquiles más que todo porque a Arturo soltaba vagos comentarios sobre volver a repetir la experiencia en mar abierto. Y yo simplemente lo ignoraba, decidimos pagar para que nos llevaran a los cayos en lachas y disfrutar de la playa, prácticamente íbamos solo con las carteras y algo de efectivo para poder caminar por la playa o si no ir a nadar los dos solos, mi novio me señalaba disimuladamente algunos lugares donde a él le parecía el mejor lugar para coger al aire libre, pero de nuevo pretendía no entender lo que me quería decir. Estoy consciente de que dimos un par de espectáculos en el agua al estar abrazados y besándonos – culpa de ambos por estar bebiendo y mía por desinhibirme tanto – y lo certificamos cuando al salir del agua, unas chicas nos sonreían como idiotas y chillaban al vernos y por una segunda vez – ya lo habían hecho antes –, un par de viejos se acercaron a invitarnos a pasar un fin de semana en su villa.
Ni siquiera nos miramos para responderles... negamos rotundamente sin pensarlo.
Por lo menos si estamos claros en eso.
No coger con viejos verdes.
Que ellos disfruten entre ellos y ya – concluí.
El camino de regreso lo hicimos al medio día ya que no pensábamos conducir de noche por la carretera, esa mañana antes de irnos bajamos a la piscina para medio disfrutar de ella, ya que no la habíamos pisado desde que llegamos. Estábamos en lo nuestro – cortos besos y caricias – hasta que aparecieron unos niños gritando con sus padres atrás y nos congelamos rotundamente, sentíamos que nos habían cortado la nota. Los niños corrían cerca de nosotros y no debían de tener más de 10 años, eran unos mini Arturo y mini yo que no dejaban de correr ni pelearse ya sea en el piso, en la grama o en el agua, la escena se intensificó cuando uno de ellos – el rubio parecido a Arturo – se acercó a nosotros.
¿Ustedes son novios? – preguntó con voz infantil.
¿Por qué lo preguntas? – le respondí curioso con otra pregunta.
Es que mi papá dice que no debemos acercarnos a ustedes porque nos van a enfermar...
Arturo y yo nos miramos un tanto molestos y decepcionados al pensar que un padre ya les estaba envenenando las mentes a esos niños, él chico continuó preguntándonos cosas inocentes como nuestros nombres, nuestra edad... qué hacíamos allí... y si estábamos juntos o no.
Julián... papá dijo que no te acercaras... – llegó su hermano parecido a mí nadando.
Son chamos normales, Joan... no son como papá dice.
Papá dice que vengas.
Ambos miramos al supuesto papá que lamentablemente estaba como Dios manda, demasiado alto, calvo, pero con una barba medio grisácea, de ojos oscuros y estaba vestido solamente con un short negro algo corto para mostrar sus piernas torneadas, en cambio la esposa no era muy agraciada de rostro, aunque sí de cuerpo, de pelo oscuro y con un traje de baño blanco. Él nos miraba de una forma que quería matarnos mientras que la mujer no estaba pendiente de nada, mirando al cielo perdida en las nubes.
Oye... si tu papi no quiere que estén cerca, mejor se van... hazle caso a tu hermano.
Sí... mejor vayan a jugar – me apoyó mi novio.
Ven, Julián... papá te va a pegar.
¡Qué me pegue! – se puso firme, pero se tensó al escuchar a su padre gritarle.
¡JULIÁN!
El tipo se levantó y los niños se fueron por donde llegaron, uno nadando y el otro caminando con la cabeza gacha... Arturo estaba molesto y con suficiencia se agarro el güevo y me dio un beso rápido lo que causó que el tipo se arrechara considerablemente poniéndose rojo, yo estaba esperando que llegara a nosotros y ponerse a pelear o algo parecido – ya estaba analizando si dos eran suficientes para ganarle –, pero no hizo más nada que darle instrucciones a sus hijos y de no acercarse a nosotros y no dejo de mirarnos hasta que tuvimos que irnos.
Ese quería verga seguro.
Puede ser...
Era un marico reprimido.
Y se casó con esa tipa para aparentar.
Si nos quedáramos una noche más, lo agarramos entre los dos y lo cogemos – dijo mi novio con excitación y malicia.
Pero nos vamos ya.
Claro.
Arturo y yo estábamos seguros de eso... y es que lo intentamos provocar varias veces tocándonos el güevo y simulando una paja cada uno y luego entre nosotros... el que no dejara de mirarnos nos dio la pieza que faltaba... simplemente era tan marico como nosotros.
Esa noche, ya en Caracas, nos abrazamos en la cama disfrutando el momento sintiendo nuestros cuerpos calientes pegados y rozándose, después de tener otra ruda sesión de sexo.
Viernes, 10.
El penúltimo día que estuve en Venezuela estuvo lleno de emociones, obviamente lo inicie con una tremenda cogida en la cama con mi novio, terminando parados expulsando nuestro semen al piso mientras estábamos siendo interrumpidos por Aquiles que golpeaba la puerta sin cesar.
- Disfruten maricones... jajajaja – se escuchaba al otro lado de la puerta.
Estar desnudos, unidos, calientes, sudorosos y con algunas gotas de semen en nuestros cuerpos nos hacía sentir felices, los dos juntos nos complementábamos y éramos felices, pero sabíamos que esa noche sería la última y que luego no volveríamos a dormir juntos por mucho tiempo. Es por eso que al terminar, no pudimos separarnos. Sentir su piel... su abrazo y su palpitar no me hacía separarme de él hasta que prácticamente me empujo muy brusco cuando su pene salió de mí y yo casi me pego contra la pared.
Perdón... es que si sigo así no te dejaré ir.
Ok – fue lo único que pude decir.
Ve a bañarte. Ya es tarde y tienes que ver a Mathew.
No contesté, tomé mi toalla cerca de la puerta y fui directo al baño, ya Aquiles no estaba por el apartamento y cuando termine de bañarme y entrar de nuevo a la habitación mi novio tampoco estaba. No tuve tiempo de pensar en buscarlo ya que mi hermano me había ido a buscar para ir a donde Mathew.
Arturo me llamo temprano para venirte a buscar.
Gracias.
¿Dónde está?... ¿No viene con nosotros?
Claro que no, Anthony ¿Acaso lo ves aquí?
No contestó y arrancó el carro sin siquiera haberme puesto el cinturón de seguridad, ya cuando estábamos en la autopista, soltó el volante unos segundos para buscar en la guantera un porro y encenderlo.
Por dios, Anthony... ¿Sigues con eso? Ni siquiera es de noche.
Fumar no tiene hora. Y ya para con eso, que no soy un carajito – dijo bajando las ventanas.
Lo eres cuando fumas esa mierda.
Entonces tú debes estar en un maternal – contraataco.
Yo ya me dejé de eso.
Es porque en casa no consigues nada .
También... y sé que sufrirás cuando te mudes con mamá y papá... no podrás ser libre como aquí.
Lo sé... es por eso que aquí puedo hacer lo que quiera sin que me pase nada... hasta tengo ganas de quedarme con Mathew o algo así... ya veré.
Nuestro padre no va a dejarte aquí. Te necesita allá... eres su única esperanza.
Yo hago lo que a mí me da la gana – justificó botando el humo por la boca.
Maldita sea, Anthony. Te vas a matar tu solo.
Uyyy... que lenguaje... ¿Con esa boca se lo chupas a Arturito?
No contesté tampoco, pero el último comentario me dio algo de gracia, estaba algo extrañado por la desaparición de mi novio, pero el que Anthony pensara que podía hacer lo que él quisiera me preocupaba mucho más... se creía ser el dueño de todos sin serlo y controlar a las personas como cuando era un niño, Anthony no había cambiado mucho, su pelo estaba oscuro y corto a los costados y largo arriba con algunos toques claros y su piel estaba muy bronceada por ir tanto a la playa, los mismos ojos miel, pero con una mirada seria envuelta en pesados parpados llenos de cansancio y ojeras, rostro libre de vello facial y unos labios finos que soltaban una que otra sonrisa hipócrita, mi hermano se vestía regularmente con alguna que otra franela de colores llamativos y con una camisa manga corta por encima oscura sumado a algún jean pegado resaltando algunas de sus partes y un par de converse, sin ningún tipo de reloj, pulsera o anillo, pero si se colocaba un par de túneles en la oreja de unos 8mm que le había regalado Richard en su cumpleaños hace como unos 3 años atrás.
Mi hermano a medio porro me había ofrecido en señal de amistad y yo lo tomé entre mi mano para darle una calada y luego botarlo por la ventana.
¡Pendejo!... quedaba monte allí.
No jodas, Anthony.
Coño... ya no me quedaba otro. Voy a tener que comprar más... y ya no están pidiendo en bolívares.
¿Estás gastando en dólares?... ¿Eres imbécil o qué?
¡Ya cállate!... si no fueras mi puto hermano te lanzaría ahorita mismo a la autopista.
La conversación terminó allí, con Anthony y yo un tanto molestos el uno con el otro hasta llegar al apartamento de Mathew, subimos por el ascensor y antes de salir, Anthony se baño en colonia y menta para tratar de disimular su niñería, yo negué con la cabeza y entramos en el apartamento. Mi hermano se sorprendió cuando nos escuchó y fue a recibirnos desde la cocina, yo lo abracé como si no lo hubiese visto en años, pero al terminar el abrazo me miró extrañado.
- ¿Estabas fumando?
Negué algo molesto y con resignación.
Pregúntale al drogadicto.
Maldición... Anthony.
¿Qué? – se giró molesto quitando la vista del refrigerador abierto.
¿Sigues con eso?
¿Qué? No estoy haciendo nada.
Nos haces daño.
¿Cómo? ¿A quién? Estás diciendo tonterías, hermano.
A ti, a mí, a Andrew... no queremos perderte.
No dijo nada y salió a la terraza, los dos nos miramos y Mathew mantuvo su mirada firme hacía mí y luego hacia la terraza por donde había desaparecido nuestro hermanito. Caminamos en silencio a la cocina y Mathew continuó cortando pimientos, ají y cebolla para echárselos al guiso que estaba haciendo.
Lo estás perdiendo – no dijo nada – él no era así hace un año... antes podías controlarlo.
Ha cambiado. Desde que te fuiste he tratado de ayudarlo con ese problema. Pero hemos discutido muchas veces... se ha ido de aquí en la madrugada y no aparece pasado unos días, no sé que hace, con quien anda... y yo no sé qué hacer.
¿Y mi padre qué?... ¿No dice nada?... ¿Acaso no se da cuenta que su hijo desaparece por días?
- Ese hombre no sabe qué hacer con su vida tampoco.
Nuestra madre ausente y un padre ocupado... qué familia tenemos.
Ustedes dos son mi familia, Andrew – sentenció haciendo un fuerte sonido con el cuchillo – yo me prometí que los cuidaría a ustedes... y que sería responsable.
Tú siempre nos has cuidado.
Sí, pero ya no... Anthony...
¿Anthony qué? – pregunto nuestro hermanito entrando en la cocina – dejen de preocuparse por mí. Yo sé cuidarme solo.
Los dos nos quedamos en silencio, esperando a que alguno de los dos dijera algo. Y fue el semblante molesto de Mathew que nos alerto.
¿Quieres morirte?
¿Qué?
Que si... ¿Quieres morirte Anthony? – volvió a formular la pregunta de una manera mas intensa.
Claro que no, cada vez haces preguntas más estúpidas... y se supone que eres el hermano mayor.
Soy tu hermano, Anthony.
Pero no eres mi dueño – reclamó.
Jamás quise serlo.
Entonces, ¿Por qué quieres controlarme? Yo hago lo que quiero.
Anthony. Tú eres el que quiere controlar a todos – dije molesto.
Nuestro hermanito suspiro y entrecerró los ojos en forma de advertencia.
Escuchen bien, los dos. No, no quiero morirme, ustedes son mis hermanos, no mis padres ni nada parecido, no pueden controlarme y yo haré lo que me dé la gana... soy lo suficientemente inteligente como para hacer con los demás idiotas lo que quiera. Y ustedes no deben interferir... es mi vida, mi cuerpo y deben acostumbrarse – dijo terminando su discurso serio.
Lo que dices es... – y se quedó sin palabras.
¿Qué?
Increíble, no tiene sentido. Crees que tienes un poder que nadie tiene.
Se puede soñar – fue su única respuesta.
Nosotros te amamos – dijo Mathew en voz baja y yo asentí con la cabeza como apoyo.
Y yo a ustedes... en serio lo hago – y me miró –. Sí lo hago Andrew, que no lo exprese a diario es otra cosa. Solo pienso que no es necesario repetir cariño, amor y amor cada segundo. Es empalagoso y ya.
¿Y con respecto a tú problema? – preguntó Mathew.
Es eso, es mi problema. No tuyo. Y yo lo puedo controlar.
Hermanito, es por tu salud también, eres lo suficientemente inteligente para saberlo – hablo en tono conciliador.
¿Y Andrew qué?... él también se mete sus porros – y Mathew me miró.
Ya te dije que lo deje hace mucho tiempo. Y no trates de voltearlo todo, hablamos de ti – él nos dio una media sonrisa.
Está bien. Ya, no quiero que me estén jodiendo más... no les diré que lo dejaré porque es mentira – dijo mirando a Mathew – pero, prometo que iré bajándole dos. Yo sé que me hace daño, pero me ayuda a relajarme y eso es lo importante... no quiero estresarme y terminar matándome.
De acuerdo, es un avance... Y me hace feliz, aunque no lo creas, pero tienes que entender, que yo estoy aquí para ayudarte y darte todo mi apoyo, porque no estás solo, jamás lo vas a estar... quiero que recuerden que siempre los voy a cuidar, a los dos... Andrew, Anthony. Son mis hermanitos y lo único que tengo además de mi esposa e hijo... – se quedó en silencio y se volteó removiendo un poco la comida – soy un padre, no lo puedo evitar.
Mi hermano sonrió y se relajo viéndolo cocinar mientras que yo trataba de llenarme con su presencia, no habíamos resuelto todos nuestros problemas fraternales, pero si era un avance que habláramos tranquilamente como esos hermanos de las películas que se harían lo que fuera por el otro. Y eso me agradaba bastante, mañana en la mañana, me alejaría de ellos nuevamente y no sabía siquiera cuando volvería a ver a Mathew que se quedaría en Venezuela.
Ya en el almuerzo, se escuchaban un par de sonidos detrás de una puerta y mi hermano corrió rápido a ver que era, un chillido se escucho en el apartamento y mi hermanito no dejo de sonreír hasta ver que un cachorro de Husky Siberiano corría hasta llegar a nosotros para ladrarnos, le reclamé a mi hermano por haberlo tenido encerrado, pero él se justificó diciendo que solo era una barrera que había colocado para que no estuviese corriendo por la casa.
El Dr. Dexter fue quien nos acompaño en el almuerzo viendo como comíamos y tratando de subirse a la mesa, los tres tratábamos de ignorarlo pero comprendimos que amábamos a las mascotas y cada uno le dio su plato para comerse pequeñas sobras, el perro fue feliz y nosotros también.
En la tarde, mi hermano abrió un vino que tenía, su esposa no había llegado, pero Mathew no se veía preocupado en ningún momento ya que dijo que estaba donde su suegra y que seguramente volvería en la noche, recibí un mensaje de Arturo preguntando a qué hora me buscaría en el apartamento de Mathew y le respondí que a las siete u ocho de la noche estaría bien, quería darme mi espacio y le agradecía bastante.
Cuéntame, Andrew ¿Cómo te va con Arturo?... ¿Van en serio o siguen jugando?
Claro... tiran como conejos – respondió mi hermano en forma de burla.
No estamos jugando Mathew, creí que había quedado claro. Sí vamos en serio... y no cogemos como conejos solamente.
No, claro que no – dijo mi hermano mirando a Anthony con risa.
Ok... al parecer los dos están en mi contra.
No es eso... es que... vamos hermanito, él es... una persona muy... activa, sexualmente.
Es un Dios del sexo – soltó Anthony.
¡Tony!... ¡Respeta!
No sé de donde había venido eso, pero mi hermanito estaba un poco desatado con el tema. Y Mathew reía bastante chocando puños con Anthony.
- Yo lo amo.
Los dos después de quedarse sonriendo con burla les cambió el semblante y me miraron serio, pero luego se alegraron, aunque Mathew mucho más y se levantó a abrazarme.
Me alegro mucho por eso, siempre tendrás nuestro apoyo.
Claro, Andy... ya es un mundo diferente de cómo cuando éramos niños.
Por supuesto que sí, ya pueden casarse y adoptar... – propuso Mathew con mirada soñadora.
Oye oye... tranquilo. No quiero nada de eso, relájate.
Jajajajajaja... de acuerdo... ¿Por qué?
Yo quería ver si eras capaz de tener a mini Arturos y mini tus después de coger tanto – le dimos otra mirada de reclamo, pero él se justificó –... eso es lo que repite Arturo cada vez que hablamos.
Pues... Anthony, dile a Arturo que se baje de esa nube. Primero quiero graduarme y luego tener mi propia casa y trabajo... después de eso si podría pensar en formalizar la relación.
¿Formalizar? Andrew, tú puedes hacer todo eso que dices después de casarte.
Además, Arturo no va a esperarte por siempre, él quiere formar una familia, casarse y tener hijos, me lo dijo – continuó Anthony.
Me quedé callado ante esa confesión y tomé un sorbo de vino. Y Mathew al ver mi reacción trato de salvar la metida de pata de nuestro hermanito.
Contigo, claro está. Según creo, él te ama al igual que tú... pero esa espera seguramente no le agrada tanto como a ti, pero se aguantará.
Ok... ok... hermanos. No quiero hablar más del tema, yo lo amo y él a mí, pero es mi vida de homosexual y yo decido que hacer – dije mirando a Tony, el cual asintió con la cabeza.
Mathew se levantó para buscar otra botella de vino mientras hablaba desde el bar.
De acuerdo, solo te quería recalcar que el mundo ha cambiado... Y hablando de eso... tuve la experiencia de usar el metro en estos días y me di cuenta, no soy experto – aclaró –, que hay muchos chicos... homosexuales últimamente.
Yo también me di cuenta cuando paseaba con Arturo... ¿Qué le paso a Caracas? Antes no era así.
Yo pienso que sigue igual –dijo Anthony en tono bajo.
No no... los heterosexuales, no se visten tan bien – mi hermano hizo una cara extraña y yo sonreí –, sin ofender Mathew.
Claro.
Y tú Anthony, deja de vestirte de esa forma o van a pensar que tú también eres gay.
Mmm... no me interesa.
Mathew y yo nos miramos de nuevo y quisimos indagar un poco, desde que éramos jóvenes entendimos que tres hermanos era algo bueno y malo, bueno, porque seguramente tendrías el apoyo de algún hermano para discutir y malo... porque bueno, seguramente algunas veces te tocaría enfrentarte a dos hermanos. Pero jamás habría una lucha entre los tres.
¿Anthony... eres?
Bisexual. Y no diré más – expresó cruzándose de brazos y colocando los pies sobre la mesa de centro.
Ehhh... – Mathew trató de articular algo, pero se quedó en blanco.
No diré más – sentenció.
Por suerte para Anthony, Karina ya había llegado con nuestro sobrino y con una torta en brazos para despedirme, mi novio llegó a comer torta una hora después volviendo loca a mi cuñada por vernos juntos de nuevo y ya finalizada la noche cada uno fue a su casa, me despedí de Mathew, mi sobrino y Karina con un sentimiento muy fuerte en mi corazón, las llamadas a larga distancia no serían suficientes para llenar ese vacío, pero haría lo posible porque mi hermano mayor formara parte de mi vida. Con respecto a Anthony, la despedida fue seca, pero al mismo tiempo sabía que algo había cambiado, fueron reveladoras algunas cosas que dijo y allí estaba sonriéndonos antes de montarse en el carro para irse a quién sabe donde...
Tony es bisexual – dije en el carro con Arturo manejando.
Lo sé.
¿Qué? – y lo miré sorprendido.
No sé, creo que un día me lo dijo borracho... y para mí es como que obvio, siempre anda echando esas miradas de depredador.
¿Contigo lo ha hecho? – pregunté indignado.
Pues... no, creo que no. Tony es como mi hermanito también.
Mmm ya...
Pero, a sus amigos cuando van a rumbear... es otro cuento. Y a tu amigo Reinado ¿sabes? Ya lo había visto antes... y fue con tú hermano.
Me quedé recordando el día en que mi amigo me dijo algo parecido con lo de la “mirada predadora” y mucho antes cuando me había dicho en el carro que él “le metería si tuviese oportunidad”, por un segundo pasó por mi mente que ellos dos podrían “tener algo”... pero ese pensamiento se fue rápido y negué con la cabeza, lamentando que seguramente nuestros padres no tendrían más nietos...
Tuve esos largos pensamientos el resto de la noche, inclusive en la madrugada cuando Arturo me penetro con un inmenso cariño y dedicación causándome el mayor placer del mundo si pudiera, me repetía infinitas veces con cada estocada lo mucho que me amaba y yo a él hasta quedar en completo éxtasis bañados en la esencia del otro. Después vino una sesión de besos desde la cama a la ducha y continuar en el cuarto para vestirnos. Tuvimos que separarnos y colocar la puerta entre nosotros al ver que íbamos media hora tarde a lo programado y en el carro fuimos prácticamente volando hasta el aeropuerto.
No soy de hierro, pero mi novio si parecía serlo. Comencé a llorar como una quinceañera al ver que el tiempo había llegado a su fin, esa era la hora menos querida por los dos, la despedida. Y es que sabes que vas a llorar cuando no verás a esa persona tan especial por mucho tiempo.
Gemí de dolor y con los ojos rojos bajamos del carro hasta llegar a la zona de abordaje.
- No nos besaremos más. Fue suficiente.
Fue una de las últimas cosas que me dijo y apoyé completamente. Cuando no lo pude ver más trate de ser fuerte respirando profundamente y tomando mucha agua evitando que mi garganta se cerrara, es idiota... fui infantil y hasta patético, pero pienso que así es el amor.
Como siempre, el retraso habitual me hizo salir del país una hora tarde, y luego haciendo la escala, tardamos una hora más por la lluvia, haciendo que tardara en llegar a Miami tres horas más tarde de lo habitual.
Fernando me recibió demasiado molesto porque se suponía que el viaje sería de una semana. Y tardé justamente mucho más que eso. Apolo me recibió entre sollozos y lamidas por todo el cuerpo y yo casi lloro por verlo tan emocionado ... “El amor de un perro es eterno”... Fernando me había dicho que los primeros días se había portado bastante bien, hasta la última semana donde se había vuelto completamente loco, se había desentrenado, destruyendo media casa y haciendo sus necesidades donde él quería molestando mucho a mi jefe.
Mi primera acción fue castigarlo duramente y con algo de éxito tratar de entrenarlo de nuevo.
Al siguiente día en el trabajo me la pase prácticamente cabeceando en el escritorio, estaba cansado por el viaje, pero con la montaña de papeles a mi alrededor me hizo pensar dos veces en cerrar mis ojos y tratar de descansar en el escritorio.
Viernes, 31.
Ya en Miami, las pajas, llamadas por Skype no eran suficientes, pero sabíamos que debíamos aguantarnos por algún tiempo, no era tiempo de pedirle a Fernando una “corta” estadía de mi novio en su propia casa – trataría de esperar por lo menos un par de semanas más –. Dejar que pasara el tiempo y distraerme de lo que ocurría a mi alrededor.
Se me ocurrió comprarle a Apolo un disfraz de tiburón... no era técnicamente un tiburón, si no que daba la ilusión de ser uno, o que era comido por uno, reía con el personal de la tienda tratando de explicarme como colocarle un disfraz a un perro y al final lo pude lograr y me gusto bastante – no sé si a Apolo le gustara tanto –.
Al salir de la tienda y pasearlo por la ciudad hasta llegar a la zona residencial, siento que mi Apolo fue flechado por una hermosa perrita llamada Sasha, que en ese instante necesitaba un novio, la dueña, Carla, delgada, de rasgos latinos me miraba ilusionada de poder unirlos, pero mi perro fue el que decidió por mí comenzando a olfatearla y... unos segundos después trató de montarla, pero el disfraz le hizo imposible lograr su hazaña, en ese instante me di cuenta que mi perrito ya había crecido haciéndose un macho y cuadré con Carla de pasar unos días juntos tratando de que nuestros perros se unieran para lograr la monta y tener unos hermosos cachorritos.
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NdA : No se olviden de comentar y valorar los relatos muchachos, eso me haría muy feliz.
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