(7 y final) Me encanta ser PUTA
Una cantidad de infortunios me llevaron a la desgracia, practicando la profesión más antigua del mundo.
(7 y final) Me encanta ser PUTA.
Luego del entierro de doña Tencha, al cual asistí solo yo, pasaron varios acontecimientos que cambiaron el curso de mi vida. El primero fue muy bueno, ya que como siempre, Jaime apareció como mi ángel de la guarda, para darme la excelente noticia que mi mamá había enviado a la cárcel a Ignacio por una paliza que le dio, Jaime aprovechó la oportunidad y ya vivía con mi mamá, lo cual me dio mucho gusto por ella. Me invitó a que fuéramos a verla para reconciliarnos, le dije que no podía porque salí a buscar trabajo, él hizo una llamada y me dijo:
JAIME: Si no te molesta, hay una plaza de mesera en el restaurante.
YO: ¿El de los tres argentinos degenerados?
JAIME: Ese mismo, la paga al principio no es muy buena, pero con el tiempo puedes ganar más. ¿Puedes empezar mañana?
YO: Sí, gracias, Jaime, me salvaste la vida.
Ya libre de penas por buscar trabajo, nos dirigimos a la casa de mi mamá, esa que había sido mía también… al llegar nos encontramos con una sorpresa:
NILDA: Hija, adorada, perdóname por haberlos echado por culpa de Ignacio, perdóname por favor, te juro que eso nunca más va a volver a ocurrir. ¿Ya sabes que ahora vivo con Jaime?
YO: Sí, mamita y me alegro mucho por ustedes, venga, deme un abrazo.
JAIME: ¿Y éste que hace aquí?
HUGO: Perdón don Jaime, es que como me enteré lo de don Nacho pues vine a ponerme a las órdenes por si necesitan algo.
JAIME: Yo sé muy bien lo que quieres, te agradezco mucho tus atenciones, pero no necesitamos nada, gracias, puedes irte.
NILDA: Ay, Jaime, no seas tan maleducado, el muchacho es como de la familia, no seas tan grosero.
HUGO: Gracias doña Nilda… tenía tiempo de no verte, Bitty.
YO: Claro, fuiste tú el que me dijo que no te volviera a llamar porque tenías novia.
HUGO: Perdón, fui un idiota.
JAIME: De acuerdo.
NILDA: ¡Jaime!
YO: ¿Y qué pasó con tu novia? ¿Te casaste?
HUGO: Nada que ver, me cambió por un viejo.
YO: Ja, ja, ja, ¿Por quién? ¿Lo conozco?
HUGO: Sí y muy bien, ese viejo es tu papá.
NILDA: ¡Viejo degenerado! No aprende. ¿Y qué pasó con la jovencita que me lo quitó?
HUGO: Ella se consiguió a uno más joven.
YO: Las vueltas que da la vida ¿y ahora tú vienes a ver si reconquistas a tus viejas amistades?
JAIME: Bueno, ustedes eran más que amigos.
YO: ¡Éramos, tú lo has dicho!
NILDA: ¿Y Luis, tu marido, nunca se enteró que ustedes fueron amantes?
YO: No, mamá, como cree, él confía en mí, sabe que le soy fiel.
HUGO: Pero bien que te gustaba como te cog…
NILDA: ¡Hugo! No seas irrespetuoso.
YO: Ay, mamá, usted siempre tan cuadrada, si ya hasta nos vimos coger.
NILDA: ¡¡Bitty!!...
JAIME: Pero si es cierto, amor, nosotros los vimos a ellos y Bitty a nosotros.
HUGO: Eso no es justo, yo no los he visto.
NILDA: ¿Y qué quieres? ¿Qué nos empelotemos todos juntos y hagamos una orgía?
YO: No estaría mal… Jaime ¿Le contaste?
JAIME: Tuve que hacerlo.
YO: Entonces ya sabes que le mamé el pito a Jaime y que me vendió a tres argentinos.
HUGO: ¡Nooo! ¿Entonces eres una puta?
YO: Pues así les dicen a las mujeres que dan las nalgas por dinero.
NILDA: Pero fue por única vez, ¿Verdad mija?
YO: No sé mamá, solo fue una vez que le mamé el pito a Jaime y también solo una vez que me prostituí, pero ahora… déjeme hacerle una pregunta, mami ¿Qué sintió cuando Jaime le contó que le mamé el chorizo?
NILDA: No seas tan obscena, respétame, que soy tu madre.
YO: Está bien, perdóneme, pero ¿qué sintió?
JAIME: No contesta porque le da vergüenza.
NILDA: Te prohíbo que hables de nuestras intimidades.
YO: Ay, mami, a estas alturas… cuente.
JAIME: Tu mamá ha cambiado mucho…
NILDA: Yo mejor me voy a la cocina a traer unos refrescos.
YO: ¿En qué ha cambiado?
JAIME: Se ha vuelto muy morbosa, el día que le conté cuando me la mamaste y te acabé en la boca, yo creí que se iba a encabronar, al principio se hizo la enojada, pero luego cada vez que cogíamos me pedía que le contara otra vez como fue.
HUGO: Quién lo diría de doña Nilda, ella siempre tan recatada.
JAIME: Y también tengo noticias para ti, cuando los vimos coger a ustedes dos y nos enteramos de las ganas que le llevas a mi mujer… cuando la tengo de perrita me dice: “Ay, como crees amor que Hugito se va a fijar en una vieja como yo”, yo le doy cuerda y le digo que piense que soy Hugo y por fin una noche me dijo: “Así, así Hugo, que rico me coges”
HUGO: No te creo.
YO: Debes estar feliz… siempre me cogías pensando que era mi mamá. Yo nunca te dije “Así, así Jaime, que rico me coges”
JAIME: Pues a mí me hubiera encantado que lo dijeras.
NILDA: Claro, trío de degenerados perversos, no te hagas, que muchas veces me has dicho que le llevas ganas a mi hija.
YO: A mí no me molesta ¿A usted?
NILDA: Mejor tómense sus refrescos.
JAIME: No, mejor les voy a traer unas chelas.
NILDA: No, mi amor, ya sabes que el alcohol me pone mal.
JAIME: Te pone cachonda, querrás decir.
NILDA: Huguito, mira como tienes el pantalón, como carpa de circo.
HUGO: Perdón, doña Nilda, pero al solo verla se me para.
Así pasamos un buen rato molestando a mi mamá con sus enojos hipócritas, todos sabíamos que Hugo y mamá se llevaban ganas, tanto como Jaime y yo, así que para provocar a mi mamá me senté en las piernas de Hugo y lo besé mientras él me manoseaba las tetas, yo le frotaba las nalgas en su verga bien dura y parada, mi mamá solo nos miraba con la boca abierta y llena de deseo, Jaime se la sentó en sus piernas he hizo lo mismo que Hugo me hacía a mí, hasta que terminamos las dos con las chiches de fuera, mi mamá protestaba pero no se cubría.
Como nadie se atrevía a dar el siguiente paso, hice lo que aprendí con Silvia, puse música y empecé a bailarles, con las tetas bamboleando de aquí para allá, me le sentaba a Hugo y a Jaime y los besaba mientras ellos me llenaban de manos todo el cuerpo, como en un deja vu, Jaime me gritó: - Mucha ropa – y me desnudé completa para ellos, incluyendo a mi madre. Me abrí de piernas ofreciéndoles mi gruta mojada, Hugo corrió, se desnudó y me empezó a mamar la papaya, tan rico como él sabía hacérmelo.
Yo estaba tan concentrada en mi primer orgasmo que no me di cuenta a qué horas Jaime se la estaba mamando a mi mamá, entonces me incorporé y me dediqué a mamarle la verga a Hugo, en otras oportunidades se habría fijado a en mi boca, pero ahora estaba hipnotizado viendo como la verga de Jaime entraba y salía de la boca de mi mami:
JAIME: ¿Hacemos cambio?
HUGO: Por mí encantado.
YO: Sí, te la quiero probar otra vez, Jaime.
NILDA: No, una cosa en fantasear y otra hacerlo, eso nos puede perder como pareja, mi amor.
YO: O los puede unir más, vamos mamá, se nota que babeas por meterte la verga de Hugo a la boca.
HUGO: Cúmplame mi fantasía, doña Nilda, por favor.
JAIME: Si también es la de ella, así como la mía es que Bitty me la vuelva a chupar.
YO: Vamos, mamá, hágase a un lado, mire como su hija le chupa la verga a su marido.
JAIME: Ay que rico… tenía tantas ganas de volver a probar tu boca… síguele, sigue así, mamita… eso, pásame la lengüita por toda la cabeza… ay, Bitty… eres una experta mamando vergas…
YO: Hugo, no seas tan pasmado, ven con mi mamá, ponle tu deliciosa verga en su boquita, que ya no aguanta las ganas de mamártela. ¿O crees que ella va llegar a ti?
HUGO: ¿Cierto, doña Nilda?
NILDA: No, Hugo, quédate donde estás.
YO: No le hagas caso, ven, a ver te saco la pija.
JAIME: Vamos, mi amor, ya lo hemos platicado infinidad de veces, así como tú me diste permiso para estar con tu hija, de la misma forma quiero verte chupársela a Hugo.
NILDA: Es que después nos pueden entrar los celos y todo se va a echar a perder.
JAIME: Te juro que no, si solo con fantasear con ellos nos calentamos… imagina lo rico que vamos a sentir cuando lo recordemos… vamos, mi cielo… anímate… que otra ocasión como esta no se nos vuelve a presentar
NILDA: Pero solo un poquito y que conste que solo lo hago para darle gusto a este degeneradito.
YO: Tu patancito favorito.
HUGO: Así, doña Nilda, que caliente tiene la boca, no sabe la cantidad de pajas que me hice pensando en este momento… ay… que rico mama…ahora entiendo la mamona que salió su hija.
Yo estaba tan caliente que empujé a Jaime y me senté a cabalgarlo, por fin probaba la verga del marido de mi mamá, esa verga que se me antojaba desde hace mucho tiempo. Hugo por fin se puso las pilas y se sentó a mi madre en su verga, ahora sí estábamos cogiendo con ganas, las dos les dábamos gusto a nuestros respectivos machos, y era cierto, mi madre había cambiado mucho:
NILDA: Ay, mijo, que rica verga tienes, ¿Me la vas a meter por el culo, papi? Dame más, de haber sabido que cogías tan rico, te hubiera dado las nalgas desde aquel día que te enseñé el calzón.
YO: Ay, mami, que rico es oírte hablar sucio, eres una putita igual que yo, por fin tenemos dos machos que nos culeen rico.
HUGO: Así… que rico… mueva el culo, doña Nilda… que nalgas tan ricas tiene… apriéteme la verga con sus chuchos… así, que rico coge, doña Nilda… más… así… que rico…
NILDA: Déjame de decirme doña y dame verga… dime que soy tu puta…. Así le gusta a Jaime que le diga… dímelo, cabrón…
HUGO: Si, Nilda, usted es mi puta…
NILDA: Trátame de tú y cógeme como a una puta… ay que verga… por fin se me hizo papito… ¿así me querías ver, mi amor?... bien ensartada en la verga de Huguito.
JAIME: Si, mi vida, así te quería ver… bien puta… ¿Ahora si puedo invitar a mi compadre a que te coja?
NILDA: Tráeme a todos los compadres que quieras, que esta puta aguanta con varios machos… ay… que rica verga tienes, Hugo… métemela toda… ay… mi vida… que lástima que no me emputeciste antes… dichosa mi nena que tiene toda la vida por delante para comerse todas las vergas que se le antojen…. Ay… que rico es coger…
YO: Todavía eres joven, mami, te va a dar tiempo para probar muchas pijas sabrosas… puta madre… que rica verga tienes, Jaime… me estás haciendo mierda la cuca…
NILDA: Mija, te quiero pedir un favor… me da mucha pena, pero…
YO: Diga, ¿Qué quiere?
NILDA: Quiero que los dos me cojan al mismo tiempo… ¿Puede ser?
YO: No, mami, DEBE SER… no sabe de lo que se está perdiendo…
Le mamé la paloma a Jaime y luego mi mami se sentó a cabalgarlo, luego le mamé la pija a Hugo y se la acerqué el enorme culo delicioso de mi mamá y Hugo se la enterró poco a poco, mi madre chillaba, pedía que se la sacaran, pero una mujer bien sabe que una verga caliente no entiende de súplicas ni de lágrimas, así que los dos se la chingaron sin piedad hasta que un aullido a tres voces llenó la habitación, los tres quedaron agotados y satisfechos, para decir verdad, a mí también me hubiera gustado que me encularan así como a mi mami, pero lo que tenía era tiempo.
Al llegar a mi casa les conté la buena noticia, que mi madre ya había abandonado a Ignacio y que ahora vivía con Jaime, también les conté que mañana empezaba a trabajar en un restaurante argentino, como cosa rara, mi marido me besó y me dijo que la otra semana nos pasábamos a vivir a una casita que había alquilado, todo era dicha y felicidad.
A finales de ese mes llegué muy orgullosa con mi primer sueldo, Mi marido me besó y dijo que con lo que ganábamos los dos hasta se podía comprar una moto y así me podía ir a dejar y a traer a mi trabajo todos los días, las cosas cambiaron tanto para bien, mi suegra se encargaba de nuestra hija, Luis cada día me trataba mejor, hasta ya me cogía con frecuencia, duraba muy poco, pero luego me daba lengua hasta venirme, ya no salía con otros hombres, Jaime me llamaba a cada rato, pero yo iba a ver a mi mamá cuando él no estaba, con mi madre pactamos que nunca más hablaríamos de nuestro intercambio. Hugo y Jorge también me querían coger de nuevo, pero yo les dije que había cambiado, que amaba a mi marido y que no quería poner en peligro mi relación.
Un día, amanecí con un mal presentimiento, no sé qué era, pero sentía como si un cuervo me perseguía. Saqué todos mis ahorros del colchón, ganado con el sudor de mis nalgas y lo metí a mi bolsa, salí para mi trabajo y allí me estaba esperando Jaime, me metió a su oficina y me rogó que le mamara la verga, yo le dije que se olvidara de mí, que ya le había prometido a mi mamá que eso solo pasó una vez y que no quería saber más de él como hombre, ahora éramos compañeros de trabajo y punto.
Mi marido pasó por mí al trabajo, como siempre desde que teníamos moto, me pasó dejando donde mi suegra para ir por la nena, a ninguno de los dos nos gustaba llevarla en moto debido a tanto accidente por esa zona y además mi suegra vivía a cuadra y media de nuestra casa. Toqué y toqué y nadie me salió a abrir, entonces saqué la llave que aún no le había devuelto a mi suegra y entré, para mi sorpresa lo primero que vi fue a Pablo, mi cuñado, desnudo, acababa de bañarse y salió con la verga bien parada, a mí, la verdad, se me hicieron agua mis dos bocas. Él me abrazó y me pidió perdón por la forma en que se había portado, yo le dije que no había problema, que lo perdonaba, pero que me soltara, él me dijo si me estaba poniendo nerviosa, yo se lo negué, entonces dijo si me estaba calentando, se lo volví a negar, me tocó la cuca encima del pantalón y notó que estaba empapada.
PABLO: Ven, tengo ganas de cogerte.
YO: No, Pablo, las cosas con tu hermano van de maravilla y no quiero echarlo a perder.
PABLO: Sé de qué te mueres de ganas de que te coja ¿O me la vas a negar también?
YO: No te lo voy a negar, pero, aunque mi cuerpo si quiere, mi mente me dice que no.
PABLO: Hagámoslo una última vez, mi hermano no tiene por qué enterarse.
YO: No sé… tú sabes que me encanta tu verga… pero…
En eso me baja el pantalón y me empieza a mamar la cuca, ahí perdí toda la cordura, me abrí de piernas para él, estaba tan caliente que yo misma le pedí que me diera una buena cogida, se agarró la verga, la dirigió a mi pusa mojada y me la enterró de una buena vez, que rico me jodía mi cuñado, ya extrañaba que me pisaran así, que me chingaran así de duro como Pablo lo hacía… en eso se abrió la puerta y casi se me salen los ojos al ver a Luis y a mi suegra con la nena en los brazos, mi marido agarró a golpes a su hermano menor y lo golpeó tan fuerte que le quebró varios dientes, mi suegra indignada lo echo de la casa para siempre, luego Luis me agarró del pelo y me agarró a trompadas, me sacó el aire varias veces, me dejó un ojo morado y me echo desnuda a la calle tirándome mis ropas y mi bolsa con la promesa de que no volviera nunca más y que me olvidara de mi hija.
A pesar de que era noche, aún circulaban varios vehículos desde donde me gritaban una cantidad de improperios, que a mí no me hicieron ni pío, me vestí lentamente y empecé a ordenar mis ideas, otro infortunio me dejaba desacomodada, sin saber qué hacer, me dirigí a la casa de Silvia, no la veía desde la muerte de su abuela, me abrió… estaba desencajada, tenía bolsas en los ojos, estaba más flaca, aunque pude notar que sus nalgas seguían firmes, al verme me preguntó que qué me pasaba, yo la puse al tanto y luego de llorar una en el hombro de la otra le pregunté por Jorge, me dijo que había perdido a su familia y que se había ido del país. Le pregunté por qué estaba tan demacrada y me dijo que esa vida de puta la estaba matando, luego me ofreció que me quedara a dormir ahí mientras encaminaba mi vida, se lo agradecí con lágrimas en los ojos, lo peor fue que me tocó dormir en la cama de la abuela, esa misma viejecita que por mi culpa, había muerto entre mis brazos.
A la mañana siguiente me tuve que maquillar el moretón de mi ojo, pero, aunque lo disimulé muy bien, tenía hinchado el párpado. Al llegar a mi trabajo me encontré con otro infortunio, resulta que el chef que nos había atendido aquel día en la finca de los argentinos, me denunció con mi jefe y me despidió, como siempre, Jaime apareció de nuevo como ángel salvador, le dijo a mi jefe que yo era muy amiga de los dueños y que bastaba una llamada para que el despedido fuera era él, pero mi jefe sonrió y le dijo que la cadena de restaurantes ya se la había vendido a otra cadena mexicana, así que nos echaron a los dos.
Como regresé temprano a la casa de Silvia, toqué y toqué y nadie me abrió, tuve que sentarme en la banqueta por tres horas, hasta que por fin Silvia salía para la tienda a comprar cosas para el almuerzo, la detuve y le dije que pidiéramos algo para que nos lo llevaran a la casa, ella dijo que eso salía muy caro, le conté lo de mis ahorros y como lo había ganado, le propuse poner un negocito, a ella se le ocurrió poner una tiendecita ahí en su casa, renunció a la casa de putas y no fue bien recibida, porque Silvia era de las pocas que no rechazaba nada, así que la echaron sin pagarle lo que le debían, pero a ella no le importó, pusimos nuestra tiendita y la bautizamos como “Doña Tencha”. Nos empezó a ir muy bien, a los pocos días ya no tenía señas de la golpiza que me había dado Luis y a Silvia los ojos se le pusieron muy bonitos.
Volvimos a ser las muchachas alegres que éramos, incluso llegaban clientes anteriores de la casa de putas donde trabajó Silvia, si estaban buenos y nos pagaban bien, los invitábamos en la noche a coger, iban tan bien nuestros dos negocios que pronto montamos un mini supermercado, éramos tenderas exitosas durante el día y putas profesionales por la noche, cuando no teníamos clientes nos dábamos nuestros ricos fajes, creo que hasta llegamos a sentir amor, vivíamos como novias o mejor dicho, como esposas, ninguna de las dos era marimacho, así que nadie jugaba el rol de hombre, aunque como Silvia era más experimentada que yo, se encargó de las finanzas de nuestros negocios.
Luego supe que Jaime se había entregado a la bebida y que no trabajaba, razón por la cual mi madre lo echó a la calle, dicen que el pobre dormía bajo un puente, porque ya era alcohólico sin remedio; mi madre me culpó a mí de todos sus males y nunca más me volvió a hablar, luego supe que ahora vive con Hugo y que son muy felices, en medio de todo, me alegro por mi mamá.
Pero el peor de mis infortunios estaba por llegar, como era medio día, no había clientela, todo el mundo estaba en sus casas almorzando o en su trabajo, así que nos disponíamos a almorzar, cuando un violento golpe echó abajo la puerta, entraron cuatro tipos llenos de tatuajes por todo el cuerpo, nos golpearon cuanto quisieron, luego nos dijeron que por no pagar el impuesto nos iban a violar y nunca mejor dicho, si ellos quería placer nosotras con gusto se los hubiéramos dado, pero ellos solo conocían el dolor, así que nos desnudaron, nos ataron y nos metían objetos cada vez más gruesos por la panocha y por el culo, hasta que el marero más sanguinario nos metió un bate de base ball en el culo a cada una, oí como mi cuerpo se desgarraba por dentro, oí los alaridos de Silvia y la sangre correr por sus piernas, luego de torturarnos cuanto quisieron, nos mearon y uno de ellos se cagó sobre nosotras.
Cuando despertamos de la paliza que nos habían dado, nos dimos cuenta que las dos estábamos bañadas en sangre, pero lo peor es que teníamos los culos desgarrados, como pudimos llegamos al baño y encendimos la regadera, el agua caliente alivió un poquito nuestras heridas, nos limpiamos la una a la otra hasta ver como caía por la reposadera el agua roja, que poco a poco se fue volviendo rosada, hasta que por fin cayó limpia y clara, al salir a buscar unas toallas, nos dimos cuenta que los mareros se lo habían llevado todo, nos dejaron sin un centavo, sin muebles, sin tienda… pero lo peor… sin alma.
Mientras nos recuperábamos, tuvimos que pedir limosna en los semáforos, comíamos mal, dormíamos peor, con miedo a que eso malditos volvieran, poco a poco las heridas fueron sanando y nuestro cuerpo volvió a la normalidad, intentamos buscar un trabajo decente pero nadie nos lo quiso dar, nuestra reputación estaba por los suelos, ni en las casa de putas nos quisieron recibir, la duela de la casa donde Silvia trabajaba, se encargó de que nadie nos contratara, así que no nos quedó más que hacer lo que tantas veces había prometido no hacer, pararnos en una esquina, para ver si alguien nos levantaba.
Al poco tiempo de estar en esa esquina, vino la policía a echarnos, luego otra compañera puta nos contó, que las esquinas eran manejadas por unos chulos y que ellos les daban su mordida a los policías, no tuvimos más que volver a casa, entonces a Silvia se le ocurrió hacer unas tarjetitas a mano ofreciendo nuestros servicios en la casa, nos comenzó a ir bien, compramos nuestras camas y poco a poco fuimos amueblando la casa, con muebles muy sencillos, pero ya se sentía el calor de hogar. Una noche que estábamos en plena cogedera atendiendo tres clientes, uno de ellos nos dijo que quería contratarnos para una fiesta de disfraces, nosotras felices dijimos que sí, ya no le hacíamos el feo a nada, no importaba si eran viejo pelones y panzones, malolientes borrachos o incluso clientes amputados, la cosa era tener dinero para comer.
Esa noche llegamos a la dirección que nos dejaron, nos pidieron que llegáramos disfrazadas de colegialas, nos pusimos unas falditas cortísimas, unas blusitas amarradas a la cintura con una corbatita, medias caladas con sujetadores, unos tacones inmensos, también nos pusimos unas pelucas preciosas y un antifaz que nos tapaba casi toda la cara, al llegar nos recibieron 20 hombres también disfrazados, rápidamente sentimos nuestros cuerpos llenos de manos, nos llevaron a un salón y nos pidieron que les hiciéramos un streeptease, nosotras con gusto los complacimos, luego nos pidieron que les hiciéramos una escena lésbica, yo ya iba a hincarme para mamarle la cuca a Silvia, pero ella me detuvo, al principio no entendí por qué, pero luego empezaron a caer varios billetes, no eran de alta denominación, pero en nuestra situación nos hubiéramos conformado con fichas.
Entonces nos acostamos de lado a mamarnos las cucas, en esa posición también podían vernos los culos y nuestras lenhuas jugando en nuestros hoyos, sentimos caer sobre nuestros cuerpo otros billetitos, entonces gritamos como putas, como si hubiéramos tenido el mejor orgasmo de nuestra vida, todos aplaudían y nosotras recogíamos los billetes, pero eso solo era el principio, ni Silvia había estado en semejante orgía, éramos dos mujeres para 20 hombres, nos rodearon un montos de hombres a cada una, se sacaron las vergas y nos pusieron a mamárselas a todos, cuando terminamos el círculo nos cambiaron al otro a seguir mamando vergas, ya me dolía la quijada de tanta mamadera, en otra oportunidad, esta habría sido mi fantasía, pero ahora lo hacía para vivir y a algunos les apestaba la pija, tanto, que me dieron ganas de vomitar.
Pero lo peor estaba por venir nos pusieron de perritas y nos cogía de a tres, uno nos la metía en la cuca, otro en el culo y otro nos daba de mamar verga, hasta que se venían dejando llenas de leche… si hubiera sido por mi gusto, lo hubiera disfrutado, pero ahora me daba asco. Así fueron pasando por nosotras de tres en tres, hasta que solo quedaban dos, uno le pidió a Silvia que se limpiara porque quería cogérsela sin restos de semen, Silvia se fue a bañar y regresó como nueva, mientras en otro viejo degenerado me chupaba las tetas llenas de semen, luego me mamó la panocha que escurría litros de leche apestosa, hasta dejarme limpia como Silvia.
A mi amiga le tocó el más vergudo de todos, a él le encantaba darle por el culo, Todos hicieron un círculo alrededor de ellos, fue tan brusco que hizo que Silvia se cagara, a él no le importó y acabó en medio de la mierda, todos aplaudían la hazaña de su amigo, mientras Silvia salía corriendo a limpiarse de nuevo, esa era la peor humillación que habíamos recibido en nuestras vidas, luego formaron un círculo alrededor nuestro pero como el viejo seguía chupándome el cuerpo, se aburrieron y siguieron la fiesta sin preocuparse de nosotros, el viejo que me mamaba, casi se estaba quedando dormido sobre mi cuca, entonces pasó uno de sus amigos y le dio una nalgada, el viejo despertó asustado y para no quedar mal ante sus amigos me pidió que se la mamara, le apestaba a orines y a mierda, pero era el último, así que hice mi mejor esfuerzo, hasta que se la puse dura, entonces me la metió por la cuca, yo me movía para que se viniera, pero el viejo mierda nada que se venía, entonces decidí cabalgarlo, parecía batidora, movía el culo de atrás para adelante, de arriba hacia abajo, en círculos, hasta que por fin logré que me echara sus mecos, el viejo al sentirse satisfecho me dio una nalgada, lo hizo tan fuerte que con el impulso, su máscara salió volando por los aires, ese fue el peor de mis infortunios… era mi papá.