7. Actualidad... – ¿Mi futuro esposo?

Charlas con hermanos, charlas con mi novio que termina en gloria... una charla con mi jefe. Y culminamos con una de las escenas mas pervertidas que he hecho en mi vida, todo esto por Arturo Duarte...

SEPTEMBER

Lunes, 1.

Luego de mi cumpleaños, entre conversaciones nocturnas, pudimos darnos cuenta que era perfecto, que “Arturo y Andrew eran perfectos el uno para el otro”, Karina había aceptado desde el inicio muy emocionada lo nuestro y hasta Anthony había entrado una noche en nuestra habitación acostándose entre nosotros para decirnos lo bien que nos veíamos juntos.

  • Bien... ehhh muchas gracias por el apoyo, pero estábamos en medio de algo.

  • ¿Qué?... ¿Estaban culiando?

  • No... pero ya íbamos a comenzar – dijo Arturo levantando su sabana para mostrar su verga erecta – ¿Te unes, Tony?

  • ¡¡¡AHHH!!!... ¡Qué asco, eres un cerdo, Duarte!

La acción fue automática. Salto de la cama acompañado con nuestras risas de fondo, nos maldijo un par de veces antes de salir de la habitación y cerró la puerta tras de él dejándonos donde nos habíamos quedado.

  • Por eso es que te amo, Arturo jajajaja...

  • Lo sé, soy un cerdo – dijo con ironía –... me preocupa tu hermano.

  • ¿Por qué? Dijo que se alegraba por nosotros – y le di un beso –, que tú me hacías feliz.

  • No lo digo por eso... jajaja... es que, se quedó viendo mi verga... creo que a nuestro Tony, le gusta la verga.

  • Jajaja... no digas tonterías.

No podíamos continuar discutiendo la sexualidad de mi hermano, lo importante era continuar con los besos y caricias...

La mañana siguiente si fue mucho más incomoda cuando Anthony nos vio desayunando y tomando un panecillo se fue sin despedirse, Karina salió rápido también con la excusa de irse con el bebé al parque a pasear un rato. Y fue cuando nos quedamos Mathew, Arturo y yo desayunando en silencio, Arturo dijo un par de frases con respecto a algún programa que vio, pero ninguno de los dos habló, yo estaba concentrado viendo Facebook y mi hermano tuvo un arranque de emociones intensas...

  • Ustedes utilizan protección ¿No?

- What?

  • Protección, Andrew, preservativos, condones.

  • Yo ehhh... nosotros...

  • Algunas veces – contestó Arturo por mí.

  • ¡Por dios! Son como niños... ¡Qué irresponsables!

Eso fue duro, me sentí muy regañado por parte de Mathew... ese poder de nuevo era latente.

  • Se supone que son adultos, tienen 24-25 años, ¿Cómo no saben la regla básica? ¿Acaso no conocen las enfermedades de transmisión sexual?

  • Si solo me cojo a Andrew y le soy fiel no hay problemas – concluyó Arturo comiéndose unos hot cakes y yo le daba un golpe por el hombro, molesto.

  • ¿Podríamos cambiar de tema? Esto es... embarazoso.

  • Es sexo... lo hacemos siempre.

  • Arturo, ya cállate... no voy a continuar con esto – y me levante de la silla.

  • Siéntate, Andrew – dijo Mathew.

Dude, no supe que hacer en ese momento, si quedarme o no, mire a Mathew que estaba tranquilo y luego a mi novio que estaba molesto. Así que me quedé sentado.

  • No trato de molestarlos de ninguna forma.

  • Es nuestra vida sexual, Matty, simplemente no debes decir nada.

  • Solamente me preocupo por ustedes. Eres mi hermano, Andrew. Y tú, Arturo. Eres su novio, se supone que debes cuidarlo y protegerlo.

  • Yo lo hago, es lo más importante para mí – dijo muy sonrojado.

  • Entonces, no te molestes porque intente protegerlos y tengan una vida sexual sana y segura.

  • Ya... yo sé – respondió esquivando la mirada –, diablos. Eres tan ladilla como Aquiles.

Mi hermano y yo soltamos una risa parecida, un tanto burlona y realista. Mathew me miraba ahora a mí preguntándome si entendía el por qué del interrogatorio. Y asentí con la cabeza, aún así le expliqué que el tema seguía siendo embarazoso.

  • Soy doctor, esto es muy común – se excusó.

  • ¡Para ti!

Las siguientes preguntas nos calentaban, pero era en otro sentido, en realidad estábamos rojos de vergüenza. Mi hermano preguntaba qué tan seguido teníamos relaciones, quien era el pasivo y quien era el activo o si éramos versátiles, de las posiciones que hacíamos, si eran seguras o no, nos explico sobre no estar jugando con objetos e historias graciosas y dolorosas de gente en la sala de emergencias con botellas y pepinos en su ano. Hizo un gran... GRAN... ENORME , énfasis en utilizar todo tipo de lubricantes y preservativos antes de iniciar el “acto sexual” y le regaño a Arturo por utilizar la saliva directamente...  – si ustedes entienden –.

  • Y lo más importante... deben hacerlo con amor.

  • Lo hacemos.

  • Hacemos el amor todo el tiempo – me apoyo Arturo.

  • ¡Lo sé!... ¡Es que ustedes cogen como conejos!... ¿Acaso creen que no los escucho a través de la tabiquería?

Nuestras risas incomodas eran incapaces de quitarle hierro al asunto.

  • Pues no escuches... y ya – respondió mi novio como un niño pequeño.

  • Eres igual a tu hermano, Arturo.

  • ¿Qué quieres decir?

  • ... Nada, olvídalo – negó mi hermano levantándose de la mesa finalmente – bueno, solo quería decirles eso... que se cuiden y se amen. Los dos son muy importantes para mí. Sean ustedes mismos... eso es lo que importa.

Lunes, 8.

Pero como todo en estas anécdotas no es felicidad, ni arcoíris con estrellas, la fantasía terminó cuando mis hermanos tuvieron que regresar al país y yo a mi trabajo, lamentablemente mi novio no podía regresar a Miami por Fernando, ni quedarse solo en ese apartamento, pasó por mi mente que Fernando contratase a alguien más, pero mi moral me hizo recapacitar y decirme a mí mismo que no podía abusar de su confianza, así que el mismo día todos partimos al aeropuerto, debo admitir que necesite demasiada fuerza para resistir las ganas de llorar, despedirme de mi cuñada, mi sobrino, mis hermanos y de mi novio. Lo hice con fortaleza, contando con que no tenía ni la más mínima idea de cuándo nos volveríamos a ver lo que literalmente me tenía con los ánimos por el suelo, afortunadamente mi avión embarcó primero y ellos tuvieron que esperar un par de horas más para regresar.

Sentado en la ventanilla las primeras lágrimas salieron y después de eso continuó con un pequeño llanto, para luego privarme completamente. Una señora obesa que estaba sentada a mi lado me preguntó de forma tosca qué me ocurría, yo trate de negar con la cabeza pero con el puño en mi boca tratando de retener los quejidos de dolor no ayudaba aparentar que todo estaba “bien” con mi rostro rojo y lleno de lágrimas...

Al llegar a la casa de Fernando, estuve molesto y triste. Ignoraba algunas frases y me sentía distraído con las órdenes de mi jefe que debía realizar. Hasta Eduardo trató de alegrarme hablando conmigo mientras me concentraba con mi trabajo, tuve que regañarle en un intento desesperado de llamar mi atención cuando comenzó a masajear mis hombros y llegó a mi pecho, lo que dio como resultado que lo sacara del estudio y le cerrara la puerta en la cara – me disculpé al final por mi comportamiento, obviamente –. Básicamente era un gruñón, Apolo también quería jugar conmigo y yo lo apartaba ya que deseaba terminar mis trabajos rápidamente.

- En fin, A dormir sólo de nuevo... – pensé un par de noches extrañando el cuerpo de Arturo.

En mis noches de soledad, me quedaba pensando hasta prácticamente la madrugada en lo que sería mi vida de ahora en adelante... me sentía en un “limbo emocional” y me preguntaba, qué pasaría conmigo al terminar de trabajar, si vería pronto a Mathew, a Oliver y a Arturo igual... o pasarían semanas, meses sin él... y qué pasaría con nosotros si él me hiciera daño... aunque después de esos pensamientos negaba con la cabeza como si fuese posible pensar que Arturo me engañase a la mínima oportunidad, después de todo... él me amaba y yo a él.

En ese par de noches llegué a la conclusión que al finalizar la obra, pediría un tiempo sabático, para terminar mis estudios primero, y de una forma u otra, lograría que mi novio estuviera a mi lado y apoyarnos entre sí. Con ese pensamiento fue que pude lograr dormir a la cuarta noche de haber llegado a Miami.

Sábado, 20.

Como casi todas las noches desde que nos habíamos separado, hablaba con Arturo por Skype tardando hasta pasada la media noche algunas veces. Lo más extraño es que generalmente no hablábamos de temas importantes – ni de nosotros –, si no de frases absurdas, algunas veces nos quedábamos callados mirando la computadora y luego de eso nos privábamos de la risa culpándonos por ser tan imbéciles, Aquiles me saludaba algunas noches, generalmente ebrio y culpándome por haber separado a los “hermanos maravilla”, me incriminaba de haber secuestrado a su hermano, haberlo drogado y violado en distintas ocasiones, aunque luego me invitaba a su casa, para pasar la noche con él y “reconciliarnos”, una vez en medio de su borrachera le pidió a Arturo que se callara para decirme “algo importante” y es que también se alegraba de que Arturo y yo estuviésemos juntos y que nos fuésemos a casar pronto – increíblemente, no sé de dónde sacó esa idea –, dejando a Arturo muy rojo cuando su hermano decía eso y él lo obligaba a irse a dormir o a salir de la casa, pero así eran los hermanos Duarte.

  • Ok... lo diré, aunque me arriesgo a que me llames pervertido – dijo luego de un rato cerca de media noche.

  • ¿Qué ocurre?

  • Te extraño...

  • Eso no es perversión, es ser tierno, yo también te extraño – le dije con una sonrisa.

  • No hablo de eso... hablo de ti, de tu cuerpo, extraño tu boca, tu verga y tu culo.

  • Ohhh ok, ya te entiendo. Eres un pervertido.

  • ¿No me dirás qué extrañas mi verga?

  • Mmm... algo.

Obviamente los audífonos se evitaban que se escuchara la conversación y me sentía seguro de que ninguno de los integrantes de la familia de Fernando me escuchara. Es por eso que mi respuesta provocó en mi novio que se quitara el bóxer frente a mí y se sentara de nuevo en la silla, su cámara fue colocara en la posición correcta para que se viera desde su rostro hasta tu pene en reposo.

  • ¿Qué te parece niño?

  • Está bien, he visto mejores – le dije con indiferencia.

  • ¿En serio?... y eso que no la has visto despierta... con ella rompo culos.

  • No me digas, en realidad parece pequeña.

  • Es un engaño, crece. Créeme.

Esa pequeña actuación me estaba excitando y comencé a tocarme mi pecho tratando de sonreírle y el leyó mis intenciones comenzando a tocarse también.

  • ¿No vas a mostrarme nada? – su voz se había vuelto ligeramente gruesa.

  • Lo siento. No soy tan fácil como tú.

  • Bueno, me pondré mi bóxer y me iré a acostar entonces.

Tuve intenciones de pedirle que se quedara, pero me hice el fuerte.

  • Haz lo que quieras.

  • Ok, me quedaré, pero solo para hacerte sufrir, niño. Para que veas lo que te pierdes.

  • Te lo dije... he visto mejores.

  • Y yo he visto niños más lindos que tú.

  • Auch... eso dolió, Duarte.

  • ... Yo conozco a un gringo que esta jodidamente bueno – continuó sin escucharme –, me lo cogí muchas veces y le encantó.

  • ¿En serio?... ¿Con ese pene tan chiquito?

  • Tendré que ponerlo duro para que veas.

Comenzó a jalarse la verga sonriéndome y yo también me sentí excitado al verlo, como la cámara de la laptop enfocaba solamente mi torso desnudo pude acariciarme de igual forma por encima del bóxer, me gustaba ver cómo le ponía empeño al mostrarme su verga casi despierta y ver como crecía en su mano, yo trataba de no mostrar que me gustaba, pero mis labios me delataban al morderlos sin darme cuenta.

  • Que rico... mira como te gusta.

  • ¿De qué hablas?

  • Estás loquito por mí, admítelo.

  • Un poco, parece que no me engañas... está creciendo – dije pasando mi mano por mi pecho y apretando uno de mis pezones.

  • Y cuando esté bien duro querrás venir aquí a comérmelo... pero, necesito un poco más de inspiración, niño. Muéstrame tu culo.

  • ¿No tienes vergüenza vale? – pregunté con falsa indignación.

  • No, quiero verte tu culo... ¡Ya!

Fue una orden, y yo estaba perdiendo un poco el juicio con tal espectáculo en mi pantalla. Así que, quité la laptop de mis piernas para colocarla al pié de la cama, quería tratar de ser algo sensual, pero no pude lograr nada parecido, solamente pude posar de espaldas acariciando mi culo y entregarme como lo pedía.

  • Ohhh sí... me encanta esa vista, tienes un culo de muerte.

  • Esto es tan... humillante.

  • Para nada, mira lo que lograste.

Y en efecto, la verga de Arturo estaba completamente erecta y si se podía, se veía un poco más grande de lo normal. La apretaba desde la base blandiéndola frente a la cámara y dándose unos batazos contra su palma. Sus bolas reposaban en la silla, para luego darles una suave caricia y luego halarlas con rudeza.

  • ¿Qué piensas chico?

  • Mmm... nada mal.

  • Vamos, Andrew, termina con el jueguito... dime que deseas mi verga. Yo te deseo, te quiero ver desnudo ahora mismo.

  • Que demandante te has vuelto.

  • ¿No captas que te extraño? – preguntaba masturbándose – Imagina si así estoy por ti, tu culo debe estar pidiendo a gritos mi verga. Muéstramelo.

Reí por su deseo intenso y no le di más vueltas al asunto, me quité el bóxer para mostrar mi cuerpo desnudo ante mi novio que soltó un silbido admirando mi cuerpo diciendo además un par de cosas inentendibles, a horcajadas en la cama inicie con un suave vaivén para luego terminar de ofrecer mi ano como un tremendo puto.

  • Que rico Andy... ese culo siempre será mío.

  • Claro que sí... – dije tratando de no escucharme como una pasiva necesitada.

  • Tócate.

Lo hice, la perversión se estaba pasando a mí y a mis manos que iban directamente a mi ano para poder acariciarlo, me tocaba en círculos lentamente y me penetraba un dedo a la vez, Arturo gemía y yo lo escuchaba pidiendo más de esos placenteros sonidos que no hacían más que excitarme a mí también.

  • Ohhh Andy, tu culo... tu culo.

  • ¿Qué más?

  • Y también tus bolas, como cuelgan, tócate, Andy... ¡Tú sí que estas bueno, no joda!

Acariciaba mis bolas y tenía dos dedos bien adentro disfrutando de los halagos de mi novio, mi verga también estaba dura esperando atención, pero necesitaba que Arturo me lo pidiera, que necesitaba verme haciéndome la paja.

  • Andy voltéate... quiero que me veas.

Me senté de nuevo en la cama con las piernas abiertas para seguir acariciando mi ano, la imagen de mi novio un poco sudado masturbándose de pie me volvió loco, era su cara, su expresión de rudeza, apretando su enorme verga que lo hacía gemir, lograba que mi propia erección sin siquiera haberme tocado soltara gotas de semen.

  • Hazte la paja, Andrew... vamos a acabar juntos, quiero verte acabar.

  • ¡Por fin!... tenías que pedirlo... Ohhh Arturo, quiero ver tu leche.

Comencé rápido, la habitación se lleno de gemidos cortos y secos, disfrutando y mirando como él y yo nos hacíamos esa furiosa paja, me mordía mis labios para no gritar su nombre, pero él no se contenía, gritaba mi nombre, me decía todo lo que me haría cuando estuviésemos frente a frente, planificaba mi futura violación paso por paso y yo se lo permitía sonriendo con cada propuesta...

  • Ya casi... te violare puto, te violare porque te amo...

  • Ahhh yo también... no aguanto marico... me vengo.

Incontenibles gemidos de mi parte dieron inicio a diversos chorros que fueron directo a mi pecho sudado y a mi rostro bañándome con mi propia esperma, por los audífonos Arturo tampoco aguanto y se vino en su mano expulsando gran cantidad de leche y gritando mi nombre como un poseído.

  • Ufff... – exclamó – ¿Ya te dije que te extrañaba...?

  • Un par de veces...

  • Pues, te extraño, puto.

  • Yo igual, sueño con estar a tu lado – mi voz no volvía a su estado natural – te amo, mi amor.

Arturo se sentó en su silla lejos de la computadora para que tuviese esa vista tan perfecta y privilegiada. Mis dedos disfrutaban esparcir mi leche por todo mi cuerpo, hasta que cierta cantidad se quedó en mis dedos y fue imposible no llevarlos a mi boca, no fue desagradable y menos ver a mi novio hacer exactamente lo mismo mirando la cámara con perversión.

  • Somos unos cerdos, Arturo.

  • Cállate, generalmente acabamos en la boca del otro...

  • Lo sé, solo quiero aclarar que somos unos cerdos.

  • Jajajaja... me encantó este show... cuando estemos en apuros, vamos a una página y nos exhibimos, ganaremos miles de dólares solo por una paja.

  • Ni loco jajaja... seguro alguien nos reconoce.

En ese momento se escuchó algo en mi puerta, fue un golpe seco y luego la suma de muchos sonidos antes de terminar con un portazo, le pedí a Arturo que esperase y me levanté rápido de la cama, iba a abrir mi puerta de golpe, pero recordé mi desnudez así que solo asome la cabeza para encontrarme a Fernando a la mitad del pasillo.

  • Fernando... ¿Qué pasa?

  • N-Nada... – dijo inseguro.

  • Escuche unos ruidos... – continué con la puerta entreabierta para ocultar mi pecho aún con gotas de semen.

  • No sé de que hablas –dijo serio y continuó caminando a su habitación como si fuese un zombi.

  • Ok... buenas noches.

No escuché respuesta por su parte y volví a cerrar mi puerta, le explique a mi novio lo que había pasado, pero no le dio mucha importancia así que lo dejamos pasar... la perversión y excitación había pasado, por lo menos por mi parte, Arturo aún se masajeaba su verga, y a pesar de no estar en erección se veía mucho más grande de lo normal, dándome cuenta que extrañaba demasiado sentirla dentro de mí.

  • Hablaré un poco más bajo ¿Ok?... es media noche y... Arturo, ¿podrías dejar de tocarte? Acabas te pajearte.

  • Lo siento, pero generalmente cuando pienso en ti, necesito mínimo tres pajas para poder dormir tranquilo.

  • No te basta.

  • Para nada, necesito de tu boca y tu culo, lo sabes...

  • Solo para eso me quieres, que tierno.

  • No solo para eso, te necesito a mi lado para que me abraces, me beses... me mimes, escuchar tu “te amo” cada noche antes de dormir, desear sentir tu calor en la noche y por la mañana saber que te encontraré a mi lado y sabré que seré feliz ese día...

Me quedé en silencio mientras mi corazón se aceleraba por sus palabras, yo también sentía lo mismo, estar tan lejos de él cada noche y cada día me destrozaba el corazón, esa parte emocional de mí me pedía cada día que mandara todo a la mierda y que fuera feliz con mi novio, pero la parte razonable de mí – mi cerebro –, no dejaba que eso se hiciera realidad, todo tenía su tiempo y por ahora debía trabajar para luego poder estar a su lado.

Aunque él continuaba diciendo que no podía soportar estar lejos de mí, sus razones – de nuevo – iban más que todo por el lado sexual que el sentimental y su verga erecta certificaba lo que decía, cosa que me llego a molestar...

  • Oye Arturo, te lo digo desde ya. Si me vas a engañar avísame, para no andar sufriendo por ti – le dije molesto.

  • No seas imbécil, pedazo de mierda... jamás te engañaría, te amo demasiado para hacerlo. Primero me corto la verga antes de engañarte.

  • Hey... ¿Me insultas de esa manera y luego dices lo que sientes por mí?... eres un idiota – le dije sonrojado – y espero que sea cierto que te vas a cortar la verga.

  • Jajajaja no podría hacerlo en serio, te encanta mi verga... además, ¿Cómo te cogería?

  • Pues serias pasivo toda la vida... ¿Qué te parece? – continué con otra pregunta.

  • Ehhh... bueno, si tengo que ser pasivo toda la vida para estar contigo, entonces... b-bueno... yo... ehhh. Lo acepto... seré pasivo toda la vida – terminó sonriendo.

Lo único que pude hacer es reírme por lo insólito de la situación, Arturo cortándose la verga y luego siendo pasivo toda su vida solo ¿Por mí?

  • Pero en serio bebé, estoy caminando por las paredes... te necesito.

  • Lo sé... yo igual, pero no puedes venir aquí.

  • Ya... ya lo sé. Oye... ¿Y qué tal si tú... vienes... aquí conmigo?, la pasaríamos bien – me preguntó no muy seguro.

  • ¿Ir a Venezuela? – respondí con otra pregunta confundido.

  • Sí.

En su rostro se podía notar la inseguridad y un poco de tristeza por la respuesta esperada, una parte de él sabía que podía ser un caso perdido, pero la otra tenía esperanzas.

  • Alguien me pidió lo mismo hace tiempo... y le dije que no.

  • Lo sé... ¿Y ahora?

  • No lo sé... es que... ir allá... ¿En serio?

  • Por mí, Andrew... por mí.

Nos quedamos en silencio. No podía ver a la pantalla directamente porque sabía que su mirada esperaba una respuesta afirmativa.

  • Déjame pensarlo.

  • Te amo... – dijo en un tono bajo y mirando a la pantalla.

  • Mierda Arturo, yo también te amo, en serio... lo hago.

  • Lo sé... ¿Y entonces?

  • No lo sé – contesté confundido.

  • Ahorita no están tan mal las cosas... están bastante calmadas y podremos disfrutar, iremos a otro sitio que no sea la ciudad, no te pasara nada. Yo te protegeré. Eres lo más importante para mí, Andy.

  • Artie...

Miércoles, 24.

Me costó horrores decidirme y darle una respuesta a mi novio, después de nuestra charla por Skype no hable con él por un par de días hasta que tuve que “resignarme”, y lo digo de esa forma porque no tuve argumentos que discutirle a mi Arturo además de los que ya conocía, tenía todas las de perder y para ser sinceros deseaba tener a Arturo en mis brazos. Tuve que aceptar su propuesta, aunque explicando también que debía pedirle permiso a Fernando para poder ir. Y esa conversación se postergo por dos días más – los nervios no me dejaban hablarle del tema a mi jefe –, pero esa noche finalmente me había decidido a hacerlo, me dirigí al despacho y cerré la puerta con seguro, esperando a tener suerte y si no... Bueno, creí que no saldría de allí hasta tener una respuesta positiva ... o fuese despedido .

  • Escucha Fernando, tenemos que hablar.

No hizo ningún efecto, estaba recostado en el sillón viendo su tablet.

  • Fernando... te estoy hablando.

  • Disculpa... ¿Qué ocurre? – respondió prestándome atención.

  • Quiero hablar contigo – dije firme.

  • ¿Por qué tan serio?

  • Quiero pedirte un favor...

  • ¿y ES ? – preguntó enderezándose y poniendo interés.

Admito que respiré profundo antes de hablar, mis piernas flaquearon como si estuviese a punto de pedirle a mi jefe un aumento de salario anual.

  • Yo quiero ir a Venezuela.

  • ¿Venezuela? ¿Por qué? – preguntó extrañado.

  • Es que...

  • ¿Aja...?

  • Lo necesito .

  • No entiendo. Esa no es una razón lógica.

  • Yo... quiero ir allá y bueno, ver a alguien. Lo necesito – terminé repitiendo.

  • Andrew. No estás hablando con fundamento, explícame tus razones de forma concreta y yo veré si son las razones correctas para dejar tu trabajo.

Me quedé como si tuviese 15 años, en un interrogatorio donde el profesor me había preguntado algo que no me había estudiado, miraba a todos lados tratando de buscar una respuesta lógica ante su espera y dije lo primero que se me vino a la mente sin pensarlo.

  • Extraño a mi novio.

  • ¿Novio? – me quedé helado a escuchar esa palabra en su boca –... hablas de... ¿Jean Carlos?... ¿Es que acaso siguen juntos?

  • No... no... nooo por dios no, qué asco Fernando. Te equivocas.

  • ¿Entonces?

  • Es Arturo, un amigo, bueno... mi mejor amigo, es como mi hermano... no... no... es mi novio.

Fernando me miraba confundido.

  • Lo es – asentí con la cabeza seguro.

  • Tú estás confundido – concluyó negando con la cabeza.

Me molesté mucho por no haberme entendido y me molesté conmigo mismo por no hacerme entender. Es por eso que de nuevo hable sin pensar.

  • No, Arturo es mi novio y yo lo quiero demasiado, lo extraño... Fernando, el corazón me duele por estar tan lejos de él.

  • Mmm... – él abrió mucho los ojos sorprendido – Wow... el corazón te duele.

  • Por favor, déjame ir... lo necesito. Yo volveré, solo que necesito estar cerca de él.

Se quedó recapacitando unos segundos, deseaba entrar en su mente esperando hallar una respuesta antes de que él me la dijera y no llegar a las conclusiones absurdas que pensaba, como por ejemplo, que estaba perdiendo la cabeza.

  • Está bien hijo, te dejare ir...

  • ¿Qué? – pregunté no creyendo su respuesta.

  • Te dejaré ir.

  • Wow... ehhh.... Gracias, gracias... por dios, me haces demasiado feliz – y fui a abrazarlo muy fuerte.

  • Tranquilo, después de escuchar que te duele el corazón por no verlo, me pareció que la cosa va en serio.

  • Sí, va en serio. Yo lo amo.

  • Wow... eso es un sentimiento muy fuerte para conocerlo hace unos días – no terminaba de verse sorprendido.

  • No no, para nada, lo conozco desde que somos niños y... ¿Qué tal si te lo cuento luego?

  • Descuida... y oye, quiero conocerlo, por lo menos eso merezco.

  • Claro, claro... ya lo conocerás.

  • Ahora, ve a dormir... que tienes mucho que hacer antes de dejarme solo de nuevo – sentenció.

¡Listo!... el primer paso fue bastante “sencillo” – pensaba –, decirle a Fernando que tenía novio y deseaba verlo porque el corazón me dolía no fue como esperaba, pero logré mi meta. Aunque ahora la peor parte era que tendría que explicar a mis padres porque voy al país que se supone que mi familia está tratando de irse.

"El amor llama"... iré a Venezuela porque extraño mucho a mi novio :v y también a mi familia jajajaja así que pasare unos días de visita! – Andrew posted a status on Facebook.

Sábado, 27.

Lo primero en mi viaje que tuve que entender era que debía pasar – sufrir – ocho horas en un avión. Y debía de hacer escala en Colombia, no era posible el viaje directo a Venezuela por culpa de las aerolíneas, trate de mover mis influencias lo mejor que pude con el personal y conseguir un vuelo más rápido, pero entendí que era un mortal al igual que las demás personas y me tuve que resignar como otras familias con el mismo caso.

Cuando estuve ubicado en el avión un joven aproximadamente de mi misma edad, se sentó a mi lado, era de moreno, delgado, de pelo negro y lacio tapándole el rostro, se podía notar la mirada cansada que llevaba en sus ojos cafés y con un asentamiento de cabeza se colocó los audífonos para escuchar su música. A mitad del vuelo maldijo su iPhone que se había descargado e inicio una conversación conmigo – momento random –, a pesar de lo cansado que se veía llevamos una buena conversación explicándome que era venezolano, que tenía 22 años, adoraba la música, era gimnasta y estuvo en Estados Unidos por una competencia, se veía bastante agradable luego de conocerlo y se lo dije o que causó que se riera un tanto incomodo y mirando hacia otro lado.

Cuando finalmente llegamos a Colombia cerca del medio día me sentí extraño de pisar una tierra que no conocía – si ustedes entienden – y recordé también a un par de amigos de allí con gran cariño pensando que estaba más cerca de ellos como nunca.

Mi pana y yo estuvimos hablando todo el rato que tardamos en el aeropuerto, almorzamos, tomamos un café y jodíamos con cualquier cosa que ocurría a nuestro alrededor. A pesar del retraso de una hora y media en Colombia el "loco'e carretera" de mi pana hizo que la pasara bien, mostrándome las acrobacias que podía hacer en donde estábamos y recibiendo un regaño de los guardias de la región.

Finalmente llegando a Venezuela, nuestros sentidos se activaron de nuevo recordando que debíamos estar pendiente de todas nuestras cosas – equipajes y bolsos – porque podían robarnos al instante en que saliéramos del avión, cuando llegamos a la zona de desembarque donde mi novio me esperaba, fue un fuerte abrazo furtivo que me dio al estar juntos, mi nuevo amigo se quedó bastante cortado en el momento en que presenté a Arturo como mi novio y se fue a la línea de taxis diciendo un “hasta luego” en voz baja, lo que nos dejo bastante confundidos.

Estuve demasiado feliz de estar en Venezuela con mi novio, viajamos a Caracas hablando y tomados de la mano mientras nos reconfortábamos con la presencia del otro. Tuve que dar evasivas o medio explicarle a mis padres porque me quedaría con Arturo y no con ellos en el hotel, también por las supuestas razones de mi visita a la cual dije como excusa que resolvería los papeles de la universidad por mi cuenta ya que mi hermanito no había progresado nada. Con esa respuesta, no muy convencidos me dejaron tranquilo y pude quedarme con mi novio en su departamento.

Al llegar, muy cansado del viaje – a pesar de ser las 5 de la tarde –, fui envuelto por unos brazos más grandes que los de Arturo, un hombre de casi dos metros en un bóxer rojo me abrazaba fuerte diciendo que me había extrañado bastante y que me jodería por haber drogado y violado a su hermano. Aquiles Duarte, de nuevo regresaba a mi vida con todo tipo de sus ocurrencias.

  • Ya... ya basta, yo no hice nada.

  • Violaste a mi hermano.

  • Claro que no – Arturo reía contento dejando mis maletas en el suelo – ayúdame.

  • No debería, me violaste.

  • Arturo ¿Qué le dijiste? – reclamé sin poder respirar.

  • La verdad.

  • Abusar de uno de los hermanos Duarte, conocerás las consecuencias – amenazó.

  • Ahhh... ya dejen el chiste, idiotas – me separé como pude molesto – no vine aquí para esto.

  • ¡Claro!... viniste por esto.

Arturo rápidamente volvió a abrazarme, pero al contrario que su hermano fue suave mirándome a los ojos para darme un profundo beso, me acerque mucho más a él si eso era posible para dejar entrar su lengua en mi boca sintiendo su calor, las caricias iban y venían desde nuestros cuellos, por toda nuestra espalda y apretándome una nalga bastante fuerte que dio como resultado que gimiera dentro del beso.

  • Eres un brusco.

  • Eso me provocas.

  • Y ustedes me provocan esto – continuó su hermano mostrando su pene un tanto morcillón –... los par de maricones, que rico como se besa mi hermanito con su noviecito.

  • Eres un cerdo, Aquiles, guarda esa verga.

  • Déjalo, es mi hermano.

  • Ustedes son unos cerdos, lo saben.

  • Y tú eres un carajito pendejo por no disfrutar de este cuerpito. Tienes a dos machos para que te den duro por el culo ¿Qué no entiendes?

Arturo reía, pero al ver mi cara de molestia trato de borrar la sonrisa mientras le pedía a su hermano que se comportara y se colocara los bóxers de nuevo, cuando todo se calmó, los muchachos me ayudaron a dejar mis cosas en la habitación de mi novio y Aquiles rápidamente me empujó a la cocina donde unas hamburguesas me estaban esperando. Eran simplemente bestiales, al igual que las consigues en la calle, pan, tomate, lechuga, cebolla, carne, queso, carne y queso de nuevo, con huevo y todas las salsas posibles, simplemente quedé igual que Homer Simpson abriendo mi pantalón después de comerme esa hamburguesa con papas y refresco. Felicite a Aquiles por tan buena comida y analizando que el día de mañana seguramente estaría todo el día en el gimnasio por la culpa.

Ya pasada la tarde, los tres nos quedamos hablando sentados frente al televisor, Aquiles me había hablado de su tienda – que es una sucursal de la marca Adidas – que dirigía en un centro comercial, explicaba que últimamente no ganaba mucho y tenía solo clientes regulares por culpa de el aumento de los precios en calzado y ropa. También sobre todo tipo de chicas con las que había estado y algunas “novias” desde la última vez que nos habíamos visto. Al final cuando Arturo había ido al baño, contó por lo bajo que Mathew y él se habían encontrado hace poco y hablaron por mucho tiempo, hasta conoció al pequeño Oliver y que por un momento se sintió cuando estaban en el colegio, logrando que un calorcito se creara en mi interior.

Mi novio me llamó luego de salir del baño, se había duchado y una toalla azul rodeaba su cintura, tenía una mirada de perversión imposible de borrársele, Aquiles me dio ánimos y me empujo prácticamente con mi novio a ir a la habitación.

  • Cuantas ganas de coger tengo yo también, cierren la puerta... o déjenla abierta para escucharlos.

  • Deja de ser un cerdo, Aquiles – le volví a reclamar.

  • ¡Hermano, ve a dormir! O mejor consigue una puta. Y luego a dormir.

  • Deja... espero que cojan rico o si no yo mismo haré que lo hagan.

Había testosterona en el ambiente y mucho más cuando Arturo cerró la puerta tas nosotros, le pedí que le pasara el seguro, pero me refutó que su hermano sabía respetar su espacio y no haría absolutamente nada. En menos de un minuto yo estuve desnudo y su toalla había caído mostrando su verga erecta. Yo me rendí a sus pies cayendo de rodillas para comerme su verga extrañando su sabor, el gemido que dio al sentir su verga completa en mi garganta encendió mis motores comenzando una mamada brutal mientras él sostenía mi cabeza indicando un ritmo fuerte y rápido. En ese momento estuve seguro que trataríamos de divertirnos, sería suave pero después pasaríamos a una cogida dura. Sacó su verga de mi boca y me lanzó en la cama, sorprendido y con las piernas abiertas lo recibí como se merecía y de nuevo esos profundos besos que nos embriagaban, besaba y agarraba su pecho con fuerza mordiendo sus pezones, Arturo estaba tan extasiado que bajo directamente a mi verga para comenzar a masturbarme.

  • Te lo dije, extrañaba tu verga mi amor.

  • Y yo extrañaba la tuya. Chúpamela, Arturo.

Ni corto, ni perezoso también me la comió, aunque mucho más lento tragándosela completa mientras me acariciaba las bolas y bajaba también acariciando mi ano, esperando pacientemente yo quise ser brusco también y mi lado perverso sostuvo su cabeza para cogerme su boca, podía ver como entraba y salía mi verga, mi novio soportaba como campeón y no perdía su concentración con el trabajo que estaba haciendo en mi interior. En medio de nuestros gemidos se escuchó el azote de una puerta y Arturo masculló con mi verga en su boca que su hermano se había ido a buscar una puta o algo por el estilo. Con la excitación que llevaba dominé a mi novio alejándolo de mi verga para acostarlo en la cama, era mi movimiento, me subí a él y de golpe me la clavé de una extrañando esa sensación, sus manos en mis nalgas indicaron un ritmo brutal de una pareja que no había cogido en años, por eso estuvimos tan concentrados con cada penetración profunda que no nos dimos cuenta que en el salón se comenzaron a escuchar gemidos de Aquiles y de alguien más... él gritaba groserías las cuales con algo de risa nos desconcentraron un poco.

  • Síguele el juego, Andy – gemía Arturo mientras me movía lentamente – demuéstrale que cogemos mejor que él.

  • Claro... vamos a demostrárselo. Dame duro.

Arturo me levantó y a cuatro patas en dirección a la puerta me penetró, no sin antes darme un par de vergazos violentamente, me la metía rápido y certero apuntando en el sitio exacto, lo que logró que comenzara a gritar su nombre mientras me masturbaba, con sus bolas pegando en mi culo y él sosteniéndose en mis hombros para no perder el equilibrio nos sentimos en la gloria casi a punto de acabar hasta que algo me cortó la nota, los gemidos – o gritos mejor dicho – de una mujer resonaron en todo el apartamento y fue peor cuando sentí que la puerta se abría de golpe mostrando a Aquiles parado mientras una tipa de auto penetraba gozando de su verga mientras gritaba.

  • ¡A mí no me van a hacer competencia!

  • ¡Por dios, Aquiles!... ¡Hijo de Perra! – grité molesto mientras Arturo me dio una fuerte estocada.

  • Uyyy... ¿Con esa boca besas a mi hermano?

  • ¿De ellos hablabas?... pero si están más buenos, que bellos son – dijo la chica golosa sin dejar de cogerse ella misma.

  • Hermano... ¡Sal del cuarto!... ¡YA! – gritó Arturo descontrolado.

  • No sean tan imbéciles, los cuatro estamos calientes. Vamos a coger.

  • No coño – sentía aún a Arturo dentro y me sostenía bastante fuerte mientras mirábamos a la parejita coger a gusto –, no puedo creer que hagas esto.

Los cuatro nos quedamos en silencio haciendo movimientos leves tratando de que la situación no se saliera de las manos.

  • Andy... – me susurro mi novio pegándose a mi espalda – disculpa, esto me tiene mal.

  • ¿Qué?

  • ¡Qué mi hermanito le encanta!... y a esta puta también.

  • ¡Oye! – y le dio una cachetada y lo besó – no me llames puta. No frente a tu familia.

  • ¡Perdona, pues!...

Esa supuesta disculpa fue suficiente para ella, luego de darle un par de nalgadas que recibió a gusto besándola en los labios.

  • Te decía mi buen Andy... a todos en este cuarto les encanta la idea de coger juntos. Y a ti también, solo que lo niegas, así que... deberías seguir la corriente... hazlo por mi hermanito que está como loco.

  • ¿Arturo? – le pregunté.

Él se seco el sudor de la frente y me miraba con una cara entre disculpas y excitación, me dio una leve sonrisa mientras acariciaba mi culo, pude entender lo que quería decir, él deseaba esto y yo regresando mí vista a la pareja que ahora no dejaba de besarse, pude detallarlos un poco, Aquiles estuvo parado todo ese tiempo y sostuvo a la puta sin una gota de sudor ni perder su erección que entraba y salía del coño de ella. Sí, yo estaba excitado, la imagen me pervertía sacando lo peor de mí y saque la conclusión.

  • Está bien, Duarte. Si quieren vernos coger de lo lindo, disfruten de la vista.

Le hice una señal a mi novio abriendo y cerrando mi ano para que comenzara de nuevo con la cogida. Él entendió perfectamente y se movió lentamente enterrando toda su verga.

  • Pero, ni se te ocurra tocarnos. Es ver y no tocar.

  • ¡Por fin, no joda! Se nos destapó el hombre.

Aquiles se separo de la tipa y la volteó pegándola contra la pared dejando ver su culo unos segundos que luego fue tapado por la torneada espalda, apretado culo y definidas piernas del hermano de Arturo, para darle otra fuerte cogida.

  • ¡¡¡Ayyy!!!... ¡Sí, papito dame duro, dame verga! – gemía la puta.

  • ¡Ohhh, Andy!

  • Dale un espectáculo, Artie.

  • ¡Tú mandas!

Volvimos a la faena, entre los dos mirábamos a la pareja hetero coger como unos infelices mientras nosotros dábamos lo mejor entregándonos uno al otro. No nos dábamos tregua alguna y menos cuando me tomo del cuello y casi ahorcándome me pego a él para poder masturbarme a gusto, Arturo me besaba como si no hubiese mañana mientras sentía su verga adentro. Mi orgasmo estaba cerca, pero al ver que Aquiles aún seguía sin cansarse tuve que aguantarme y pensar en otra cosa.

Nos separamos y nos acostamos en la cama mirándonos y dándonos cortos besos, sus caricias sumadas a los gemidos de su hermano tenían a mi novio en otro mundo y su verga caliente estaba botando líquido pre-seminal en mi abdomen cosa que también hizo que se me nublara la mente.

  • ¿Qué pasa?... ¿Ya terminaron maricones?

  • Claro que no idiota – le respondí –, lo que pasa es que nosotros sabemos coger, no como tú que solo penetras como burro.

  • Mmm... auch... seguro le dolió – gimió mi novio mordiendo mi oreja provocándome.

  • Duro golpe, Brown... ya verás.

En menos de un segundo lanzo a la tipa justo a mi lado y con brutalidad pego las piernas de ella a su pecho y en perfecta posición se hundió en su coño para poder comérselo como fiera, la mujer gritaba pidiendo más y pude ver como con ayuda de su mano también la penetraba. Entre los dos mirábamos a Aquiles con la boca abierta y yo casi babeé cuando vi como le chupaba y mordía el clítoris haciendo que ella llorara de placer.

  • ¿Decías...? – preguntó mirándome y mordiéndose el labio.

Yo negué con la cabeza aún excitado y mirando a mi novio a los ojos, lo tomé con el cuello, y le pedí en voz baja que me tomara como él sabía que podría causarnos el mayor placer. Me entregué completamente y el macho de mi novio asintió con la cabeza separándose y abriendo mis piernas sosteniéndolas con sus manos, mi ano ya estaba abierto esperándolo y él solo tuvo que clavarse completamente, con ritmo constante acariciaba su pecho mientras me masturbaba y gemíamos como locos. La puta se acostó de lado y nos miraba entusiasmada comenzándose a tocar todo su cuerpo, pude darme cuenta a pesar de tener más de media hora junto a ella que tenia, grandes – enormes – tetas operadas, las cuales se tocaba con perversión, ambos nos masturbábamos sin parar de mirarnos hasta que las manos de Arturo separaron las mías de mi verga y las unió por encima de mi cabeza para aumentar el ritmo, era tan rápidas y duras sus estocadas que se escuchaba ese chasquido tan excitante.

Fui yo quien quitó la atención de la puta que estaba viendo a Aquiles picándole un ojo y gritando pidiéndole mucho más, su hermano la tomó a la fuerza para besarla bruscamente y colocarla prácticamente encima de mí, ella se apoyo en la cama casi frente a mi verga y Aquiles la penetró haciéndola gritar, cada hermano Duarte penetraba a su pareja sin cesar, si pudiera decir que cumplí una fantasía o sueño erótico era poco, mi vista iba desde mi novio que miraba a la puta sonriendo, hasta las enormes tetas moviéndose sin control y llegar al coño de ella que era clavada por Aquiles.

Tuve que masturbarme, debía hacerlo porque los cuatro estábamos cerca de llegar al orgasmo más grande de nuestras vidas. Mis manos llegaron a mi pene y bolas que apreté haciéndome daño, bastaron un par de jalones fuertes y llegué al orgasmo soltando chorros de semen que fueron directo a la cara y tetas de la puta que estaba encima de mí. Ella se volvió loca de placer y grito que se ve venía, al momento mi vista fue a su clítoris para ver como unos chorros bajaban por las piernas de Aquiles y de ella.

  • ¡Puta!... ¡Qué rico!... ¡Toma leche no joda!

Aquiles gritó y le comenzó a acabar adentro, pero el muy infeliz sacó su verga de repente y otros chorros cayeron en mi cabeza y uno cerca de mi pecho. Ellos se levantaron alejándose de nosotros y caminaron al marco de la puerta para poder besarse lentamente mientras se tocaban poseídos. Arturo fue el último en terminar, al darse cuenta de que yo estaba cubierto con la leche de su hermano, se acerco para besarme y su verga vibró al estar acabándome dentro y gimiendo mi nombre y cuanto me amaba...

  • Ohhh sí... ¡Sí!... ¡Te amo!...

  • Y yo... por dios...

  • Gracias... eso fue genial.

  • Bastante – hablo su hermano en voz baja – eres una perra, Brown.

  • Ohhh... ya cállate, imbécil. Que esto no vuelva a ocurrir.

  • ¿En serio? Porque... – dijo la puta lo más inocente posible probando mi leche – sabes delicioso.

Negué con la cabeza exhausto, Arturo salió de mi ano y yo expulse su corrida. Lo vi y había en su mirada agradecimiento, en la cara de ambos hermanos estaba esa misma sonrisa y me sentí complacido de cumplir ese deseo que tenían los dos – y yo internamente –. La puta fue a bañarse en la habitación de Aquiles mientras nosotros fuimos al baño principal a hacer lo mismo, no hubo caricias más de las necesarias para poder asearnos, estábamos completamente agotados cuando salimos del baño y fuimos a la habitación a vestirnos. Me coloqué un bóxer azul y mi novio uno vinotinto y planeábamos acostarnos a dormir, pero Aquiles no dejaba de llamarnos como si fuesen las nueve de la mañana.

  • ¿Qué quieres, hermano?

  • ¿Ya se cansaron? Y ¿Para qué se visten?

  • Porque... no vamos a estar desnudos por el apartamento... – respondí pasando la vista por su cuerpo y luego por la chica que estaba sentada en el sofá – como ustedes.

De nuevo negué con la cabeza por la forma en cómo actuaban los “mayores de la casa” y me hizo pensar que era el único maduro en ese momento.

  • Rebecca – se presentó la puta – y me he dado cuenta que eres un amargado... diviértete.

Ella también se presentó con Arturo y él apoyó la idea de ella con gracia de que yo era un “amargado” y me quitó el bóxer lanzándolo lejos y luego se quito el de él.

  • Esta vista si me gusta... tres vergas para mí.

  • Entonces... ¿No eres una puta? – pregunté con suficiencia.

  • Para nada, disfruto del sexo al igual que mi novio.

  • ¿NOVIO? – preguntamos los tres extrañados.

  • No somos novios – Arturo miró a Aquiles molesto – no lo somos, créeme. Es una puta y ya.

Y recibió otra cachetada.

  • Te lo dije, no me digas puta frente a tu familia.

  • Aja... Rebecca.

Para “no ser puta”, Rebecca tenía todas las cualidades de ser una buena actriz porno, cuerpo bronceado y depilado completamente, altura promedio, excelente par de culo y tetas junto a su larga cabellera negra – que estaba algo húmeda por la ducha – y en ese momento noté que tenía los ojos verdes al igual que yo.

Al pasar la noche, Aquiles sirvió unos tragos a cada uno y comenzamos a hablar de cualquier tema, me distraía bastante tener todos esos cuerpos desnudos, pero para ser sincero, todos estábamos en la misma situación excitante, entre cada conversación algunas veces mi novio y yo notamos como ella se metía los dedos o Aquiles se pajeaba lento al hablarnos. Arturo le regañaba, pero él simplemente no le paraba bolas.

Más tarde Arturo intentó jugar conmigo, pero lo detuve varias veces hasta que el alcohol me desinhibió y nos besábamos lento. Aquiles se acercó con la verga erecta hacia nosotros y yo lo detuve al momento.

  • Aléjate, Duarte, o te la corto.

  • No te atrevas, hermano.

  • Pfff... siguen siendo niños – negó pajeándose frente a nosotros –, algún día tendremos un trió de puta madre...  Vamos zorra, a coger.

Rebecca veía todo con risa y se humedecía los dedos para luego pasarlos por su vagina. Nosotros nos levantamos del sillón y apartando a Aquiles con fuerza, caminamos a nuestra habitación para terminar la noche – esta vez sí cerramos la puerta con seguro –.

Lunes, 29.

En la mañana desperté con algo de pereza y un tanto perdido, no recordaba en donde estaba y menos quién estaba a mi lado, o mejor dicho de quién eran los pies que estaban a mi lado, me senté en la cama y me dio una tremenda punzada en el culo haciéndome brincar y casi regresar a mi posición inicial, analicé el cuarto en que nos encontrábamos y recordé. La habitación de mi novio, de paredes blancas, a excepción de una que era negra con un televisor de 42’ pulgadas sostenido en el aire, con todo tipo de mobiliario, escritorio, closet, mesa de noche y en la cama donde nos encontrábamos eran de madera muy oscura, la habitación estaba completamente desordenada y la ropa que teníamos ayer estaba regada en el piso – aunque mi equipaje extrañamente estaba en una esquina ajena al desorden –, también era predominante un potente olor a sexo, coño, verga, corrida y semen.

Mi novio me acarició la pierna sorprendiéndome, lo cual me hizo darme cuenta de su erección y de mi propia desnudez, pero al verlo de nuevo una cara extraña se quedó de igual forma.

  • ¿Qué te pasa? – me pregunta.

  • ¿Por qué?

  • Tienes una cara rara...

  • Eres tú el que la tiene – contesté adormilado.

  • Por ti, pendejo ¿Qué te pasa? – volvió a preguntar.

  • Tu cuarto es un desastre... deberías limpiarlo, Arturo. Y apesta a sexo.

  • Jajaja... lo sé – dijo sonriendo de forma tonta y blandiendo su verga - ¿Quieres...?

  • No – le corté –, no... no tengo ganas. Y me duele demasiado el culo.

  • Estás muy amargado, mi amor.

Arturo se sentó detrás de mí pegando todo su cuerpo, encajando su erección rozando mi culo y me abrazó acariciando todo mi cuerpo, su calor me agradaba y de alguna forma le di la razón, me sentía amargado, pero no sabía exactamente por qué lo estaba, su calor me invadía y sus besos en mi espalda y cuello me aliviaban, me dio un gruñido un tanto necesitado al darme punzadas con su verga, pero volví a negar levantándome serio.

  • ¿En serio no quieres...?

  • ¿Acaso quieres que te rompa el culo con mi verga, un par de vibradores y llamamos al puto de tu hermano para que te la meta también? – le pregunté ya cansado.

  • No... claro que no – respondió ofendido –, no entiendo, anoche fue la mejor cogida de nuestras vidas y estas molesto por eso.

  • No estoy molesto por eso.

  • ¿Entonces?...

  • No lo sé.

Él obviamente no se quedó conforme con mi respuesta, pero su erección había bajado, abrí mi maleta viendo una chemise negra, una bermuda blanco y un bóxer del mismo color para dejarlos en la cama, y caminé hacia la puerta para darme un baño con mi toalla anudada en la cintura.

  • Hoy iré a la universidad, a arreglar mis papeles.

Arturo se quedó serio, acostado en la cama.

  • Si quieres me acompañas – y cerré la puerta.

Desde el pasillo, la puerta de la habitación de Aquiles estaba abierta y pude ver el mismo escenario de la habitación de mi novio, desordenada y él dormía desnudo en la cama, di una vista rápida y me alegré de no ver a la puta por el apartamento y fui a ducharme. Pude notar que un poco de sangre se mezclaba con el agua en el drenaje, negaba con la cabeza por haber permitido la locura de compartir esa sesión de sexo con el hermano de Arturo y su perra, que mi propio novio lo hubiese disfrutado tanto y me culpaba mucho más a mí por haberlo disfrutado un poco, agradecía que ninguna de las dos parejas se haya tocado, aunque me arrechaba que esa zorra haya probado mi semen y el imbécil de Aquiles me haya acabado encima.

  • Maldito hijo de perra... – maldije a la nada.

Y unos brazos me rodearon de nuevo sabiendo de quien se trataba.

  • Lo siento, ya sé. No volverá a pasar... – y me volteó para besarme – y el pendejo de mi hermano me la pagara por haberte acabado encima.

  • ¿Cómo supiste?

  • No sé... lo supe y ya.

  • Bueno, ya pasó.

Extrañamente, sentí que la molestia había desaparecido y flotaba. Arturo me había leído la mente y había acertado sin equivocarse. Su sonrisa me contagiaba y terminamos riendo como niños mientras jugábamos en la ducha, él aún mantenía su erección y me invitó con su mano a jugar con ella.

  • Ok, Arturo. Tú ganas, si te la chupo, serás mío. Me dejarás en paz hasta que yo diga.

  • ¿Ni una cogida?

  • ¡Coño, Arturo!... me reventaste el culo, me duele demasiado, aceptas, o aceptas.

  • Ok... seré tuyo.

... Su cuerpo vibrando por mis dedos penetrándolo y sus roncos gemidos dieron paso a que su semen corriese por mi garganta directamente, lo probé disfrutando su fuerte sabor y me lo tragué goloso, luego de eso me levanté para besarlo y luego pegarlo a la pared para darle mi primera orden.

  • Termina de bañarte y vístete. Me acompañarás a la universidad y si te portas bien, te daré un gran premio – se quedó en silencio viéndome – ¿Te quedó claro?

Hubo un asentamiento con la cabeza y nada más, salí del baño y su hermano continuaba en la misma posición a pesar de que el sol le pegaba justo en la cara, yo fui a la habitación de mi novio y me vestí rápido y me coloqué también unos zapatos deportivos blancos y esperé que mi novio estuviese listo.

Ya en la terraza podía ver que estaba haciendo un gran día soleado y el tráfico de la mañana estaba a su máximo poder, la terraza del apartamento daba a dos vistas, una era hacia la montaña y a un par de edificios de la zona y la otra daba la vista al barrio de Mariche, no me gustaba mucho Terrazas del Ávila, por esa razón de tener un barrio al cruzar la autopista y que en algún momento de locura el barrio bajase y tomara las residencias como suya. En eso pensaba cuando finalmente salió Arturo a acompañarme, vestido con una camisa pegada rosada con un blue jean y mocasines blancos, se veía irresistible, pero el mensaje de Richard diciéndome que los muchachos me esperaban en la universidad me obligo a tomarlo de la mano e ir rápido para la universidad.

Por todo el tráfico que hubo, no fue hasta una hora y media después que llegamos a la UCV.

Lamentablemente mis planes de llegar a la FAU se vieron interrumpidos por mis amigos que prácticamente me secuestraron al verme pasar por el pasillo de ingeniería, Richard me agarro en sus brazos y casi me eleva si no fuera porque yo también le di un fuerte abrazo, saludo también a Arturo dándole la mano sonriendo. Mis demás amigos llegaron después de Richard, Reinaldo con su sensual porte, junto a Vanessa y Diego.

La chica casi con lágrimas en los ojos se prendió de mí hasta que ella misma dijo basta y Diego con su usual saludo moviendo la cabeza desde lejos.

  • Por fin te veo, Andy... te he extrañado tanto. Y hace tanto que no nos vemos, ni siquiera me llamas por Skype, eres malo – me regañaba mi amiga.

A Vanessa la conocí prácticamente el primer día de clases y junto a Richard, los tres trabajamos juntos desde el comienzo e hicimos buena química. Algo malo era que ella vivía cerca de Richard, lo que siempre me obligo a mí a ir a su casa a estudiar o realizar trabajos. Ella físicamente me gustaba, de piel blanca, algo rellenita en algunas partes de su cuerpo, aunque ella dijera que estaba gorda yo pensaba todo lo contrario, de cabello con una mezcla entre castaño y rojizo y unos ojos miel que mataban. Al inicio Richard y yo discutíamos sobre quién se quedaría con ella, hasta que ella nos dejo en la friendzone sin preguntarnos siquiera lo que pensábamos.

  • Andrew, ¿Me compraste mis guitarras, batería, teclado y demás? – intervenía Diego con su tono de voz apagado.

Diego lo conocí en segundo semestre, aunque no lo recuerdo muy bien, fue idea de la misma Vanessa sentarnos con él en el cafetín. Diego nos llevaba un año por encima de nosotros, así que él estaba en cuarto semestre, como estaba solo, le pareció extraño que “niños” se sentaran junto a él y Vanessa comenzó a hablarle mientras nosotros dos callábamos. Supe que lo habíamos incomodado bastante, Diego siempre iba vestido con ropa oscura, era el típico tipo que se la pasaba perdido en otro mundo componiendo canciones y con las baquetas practicando cualquier cosa. Él tiene un no sé qué que lo hace ver bastante guapo, de estatura media, piel blanca, cabello castaño y liso, y con una barba bien cuidada, tiene unos profundos ojos castaños y cejas pobladas, supe que a Vanessa le gustaba por ser “callado y misterioso”, su seriedad nos intimidaba al principio, pero luego de cierto tiempo, su silencio nos hacía ver que en realidad era bastante tímido con los que no conocía. Luego de que Vanessa lo conoció bastante bien... sufrió el mismo destino de nosotros llamado friendzone.

  • Sigue en aduanas... me las quitaron porque creían que tendría el negocio del año, pero si quieres dar tu cuerpo como fianza, puedes recoger todo. Y oye, sonríe un poco, que regresé – Diego me dio una breve sonrisa y volvió a ser serio.

  • ¿Y a mí me trajiste ese cuerpito papito? – preguntó Reinaldo desde atrás y yo me voltee rápido antes de que hiciera alguna de sus jugadas.

  • Para nada, este cuerpo ya tiene dueño. Llegas tarde.

Los muchachos se quedaron muy callados y me sentí bastante incomodo y comencé a reírme tratando de crear alguna broma, los muchachos me siguieron el juego y comenzamos a caminar a nuestra zona cerca de la biblioteca para poder sentarnos a hablar. Noté que Vane y Diego se quedaban mirando hacia atrás y yo supe por que... ¡No les presenté a mi novio! Y estaba caminando lento después de nosotros.

  • ¡CIERTO!... ehhh... disculpa – dije mirando a Arturo –, oigan, él es mi... amigo. Arturo. Estudiamos juntos en el colegio.

Arturo me dio una mirada de incredulidad mientras Richard se reía por lo bajo y Vanessa nos miraba a todos con un ojo crítico. Diego saludo a mi “amigo” igual a mí – desde lejos y con un asentamiento de cabeza –, mientras que Reinaldo sí se acerco a Arturo y le dio un fuerte apretón con una sonrisa de suficiencia que conocía bastante bien.

De nuevo iniciamos la marcha, sabía que había cometido el “error” de llamarlo mi amigo. Pero, es que deseaba que lo viesen de esa forma, lo admito, fue un acto involuntario. Richard iba junto a Arturo abrazándolo por el hombro e intentando darle algún tipo de ánimo y yo avancé para juntarme con Vanessa y Diego.

Las cosas no cambiaron mucho luego de que me fui. Las clases y los talleres eran los mismos, ellos se encontraban en tesis y la búsqueda de tutores competentes era un gran problema, algunos profesores renunciaron, otros abusaron de los estudiantes ofreciéndoles trabajos para aumentar su nota... u otros servicios. El decano renunció, regreso y volvió a renunciar. Nada interesante al parecer, estábamos los cuatro sentados contando historias de lo que nos había ocurrido, ellos en la FAU y yo en mi trabajo, mientras que Arturo y Richard se habían ido a comprar algo para desayunar y Vanessa me contó con lujo y detalle cuando fue capturada por los colectivos chavistas en la época de disturbios en Venezuela.

  • No es algo que se escuche en una conversación civilizada... – comenzó a relatar – creo que fue la experiencia más emocionante y aterradora de mi vida, no pensaba que moriría, pero sí que me tratarían muy mal... y lo hicieron.

Yo tragué en seco, Diego estaba con las piernas cruzadas y miraba al piso mientras que Reinaldo estaba pendiente de su celular.

  • Cuando me capturaron, los encapuchados me llevaron en moto para dejarme cerca de un camión y me sorprendí de ver a los militares, creí que me ayudarían, pero en realidad me apuntaban con las armas, imaginando que los atacaría  – expresó sarcástica –. Una vez escuché que a los estudiantes que capturaban los policías, los dejaban a dos cuadras. Pero a mí me metieron en el camión y me llevaron a otro sitio.

  • ¿Qué te hicieron?

  • Nada sexual, créeme. Si no, yo misma me hubiese suicidado. Solo me golpearon bastante... me decían que debía de apoyar al régimen, que no podía seguir siendo una perra estúpida. Pero lo que me decían me molestaba más. Ellos querían que gritara y llorara, pero no lo hice – culminó con una sonrisa – estuvimos toda la noche en lo mismo...

  • Eres impresionante, Vane. Eres muy fuerte.

  • Tiene más bolas que todos juntos –me apoyó Diego.

  • ¿Y cómo...?

  • Bueno, ocurrió lo más extraño, en la mañana los del SEBIN llegaron y abrieron el camión, al verme casi matan a los militares que estaban conmigo y me sacaron para llevarme al cuartel. Cuando di mis datos llamaron a mis padres que llegaron bastante rápido. Algunas mujeres que estaba allí trataron de limpiarme y curarme como para decir que no me había pasado nada, pero con el labio roto y moretones en mi cuerpo... no pudieron hacer mucho.

  • Claro... ¿Y el dinero?... ¿No pidieron nada?

  • No ofrecieron nada por mi rescate – respondió –, pero si me enteré que había como tres chamos más en la misma situación y pedían hasta 500.000 Bs. F.

  • Eso fue porque estabas golpeada – dijo por lo bajo Reinaldo.

  • Me alegra que estés bien, cuando me lo dijo Richard... imaginé lo peor.

  • Ya bobo, tranquilo, soy mucho más fuerte ahora. Aunque... no deseo pasar por lo mismo de nuevo.

Reinaldo se levanto de repente y me jalo de la camisa levantándome, Diego y Vane rieron por su ocurrencia y “entendí” que quería hablar conmigo en privado.

  • ¿Qué te ocurre, idiota? – le pregunté riendo.

  • Nada nada... es que me he dado cuenta – y apoyo su brazo en la columna en un intento de intimidación – que estas bello, Andrew.

  • ¿Qué?

  • Mmm... si... esa carita me está encantando, hasta estás bronceado... ¿Qué otra parte de tu cuerpo estará así?

  • Jajajaja... no sé de que hablas.

  • De ese culito coño. Te tengo ganas, Andrew.... un pajarito me dijo que cogías de puta madre. Y yo tal vez cruce de acera – sus ojos miel brillaban de un deseo intenso.

  • Vamos... ya basta Rey – y lo aparté, pero no se dejo.

  • Hace poco querías probarme, Andrew... ¿Qué cambió?

  • Eso fue hace mucho.

  • En diciembre andabas pendiente de güevo.

  • Y tú pendiente de culo, pero andabas con las morochas.

  • Jajajaja... si vale. Esa fue buena noche. Y según me dijeron tú te la pasaste con alguien esa noche también.

  • ¿Quién te dijo?

  • Un pajarito... que se parece mucho a ti por cierto, algo menor y tiene una mirada depredadora que me está quitando el sueño... jajaja... pero como ya estás aquí.

  • Hey... ¿De quién hablas?... de mí...

  • Eso no importa – me interrumpió –, lo que importa es que te cogiste al chaparro de Jean Carlos.

Me quedé en silencio ignorándolo. Vi que Vanessa y Diego habían sacado unos planos y los revisaban con detalle ignorando lo que pasaba a su alrededor – o eso creía –.

  • Entonces... ¿Pendiente de güevo?

  • No vale.

  • No jodas, de pana que quiero probar ese culito.

En un intento rápido me dio un abrazo pegando su cuerpo y agarrándome el culo posesivamente, gimió alabándolo y rozo su entrepierna con la mía al sentir que estaba excitado deseé despegarlo rápido, pero alguien más me gano.

  • ¡Mira, mamagüevo! ¿Qué es lo que te pasa con mi novio? – grito Arturo despegándolo como un desquiciado y mirándome molesto.

  • ¿Cómo que novio?... ¿Qué vaina es...?

  • ¿Andrew? – preguntó Vanessa que se había levantado junto a Diego.

Los muchachos se me quedaron viendo, Diego y Reinaldo se miraban sin entender lo que ocurría, Vanessa ya se olía lo que pasaba, Richard negaba con la cabeza y Arturo estaba muy decepcionado. Yo titubeé un poco antes de hablar pero me calle cuando un grupo de chamitos pasaban riéndose con uno de los profesores de Estudios Urbanos y hasta que no se largaron yo no pude hablar.

  • Es que...

  • Andrew, dilo ya. O si no me voy – habló Arturo de forma tosca.

  • Arturo es mi novio.

  • ¡Y lo dijo...! – celebró Richard y yo lo miraba deseando matarlo - ¡Felicidades a la parejita!

  • Ayyy, Andy ¿Por qué no habías dicho que él era tu novio?

  • Le da pena decirlo... te doy vergüenza ¿No es cierto?

Y esquivé la mirada de todos. Arturo no tenía buena cara, sus mejillas estaban bastante rojas. Entre Richard y Vanessa pasaban su mirada del uno al otro preguntándose si debían intervenir o no, Diego seguía sin saber que hacer o decir y Reinaldo tampoco sabía dónde meterse.

  • Oye. Disculpa con Andrew – hablando un Reinaldo totalmente diferente ante a Arturo –, no dijo nada de ustedes y... bueno, eso. Nosotros siempre jugamos así.

  • No me interesa.

  • Solo decía – y se fue caminando hacia las escaleras.

  • Yo... ehhh también me voy – siguió Diego.

Mis dos amigos se quedaron expectantes mirándonos y Arturo estaba que se iba, por eso Vanessa como siempre con una dulce voz me preguntó que ocurría.

  • Sigo sin entender ¿Por qué no nos dijiste que era tu novio? Si es tan lindo.

  • Ya sé... es que, no sé. Quería pasar desapercibido.

  • Tú nunca pasas desapercibido – reaccionó Richard.

  • Además, todos sabemos que eres homosexual. Y no tenemos problemas con eso.

  • ¿No? – le pregunté a Vanessa.

  • Bueno, ya no. Antes sí y ya no – concluyó –, tú lo sabes, ya lo habíamos discutido antes. Somos mejores amigos.

  • No me has contestado. ¿Te doy pena? – intervino mi novio en el interrogatorio.

  • No, claro que no... No me da pena decir cuánto te amo, Arturo.

Richard finalmente trato de quitare el hierro al asunto y ofreció comprarnos una chicha donde el Sr. William y sentarnos en tierra de nadie, Arturo aún reaccionaba un poco tosco y Vanessa con su toque fue a hablar con él, con sus poderes de control mental al poco tiempo ellos dos reían y Richard seguía mirándome con un poco de burla.

  • Es que eres tonto, Andrew.

Cuando nos sentamos en el campo me arrodillé frente a Arturo que seguía hablando con Vanessa y me disculpe por haberlo negado y tratado de esa forma, así que le di un beso lento frente a todos los que estaban a nuestro alrededor y seguramente llamando su atención. Sin importarme nada continué el beso unos segundos más antes de disculparme de nuevo. Y finalmente me separé para mirarlo, su cara había cambiado a aceptación y sonreía de nuevo.

  • Qué lindo se ven juntos.

  • Ya, Vanessa – reclamé.

  • Que no te de pena – siguió.

  • No es eso – y me senté entre las piernas de Arturo y él me abrazó por la cintura –, ya te lo dije, quiero pasar desapercibido.

  • Pero, con Arturo no puedes. Tú eres bello y él también. Es imposible que pasen desapercibidos.

  • Yo se los dije – respondió Richard tomando un sorbo de chicha.

  • Y causan celos a la gente... como a mí. Estoy súper celosa.

  • No mientas – dije.

  • ¡Claro que sí!

Arturo no podía dejar de sonreír escuchando a Vanessa expresando las cualidades de él y según ella la buena pareja que hacíamos. Recibía besos en el cuello y murmurando lo tonto que yo era por casi perder a alguien tan fantástico como él y yo negaba con la cabeza entendiendo que finalmente me sentía a gusto con mi novio y mis amigos.

Pero todo cambio cuando Richard se tensó de pronto y yo vi en su dirección. Jean Carlos estaba mirándome directamente y yo me quedé helado al verlo, de pronto se le cayeron al piso unas copias que llevaba en sus manos y las recogió rápido sin dejar de mirar a donde estábamos, su cara no expresaba nada bueno y por un momento pensamos que vendría a decirme algo, pero finalmente negó con la cabeza y se fue casi corriendo, mi amigo me miró y trato de sonreír, pero no lo logró ni un poco y yo tampoco.

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