(6) soy la puta de mi pueblo

La Chivita logra grandes acuerdos comerciales y se enamora por primera vez.

(VI) SOY LA PUTA DE MI PUEBLO

C. Sí, yo le traje su pick up nuevo desde la capital y le enseñé a manejar.

CH. Cierto, Ya decía yo que su carita me era conocida.

C. Pues ya no soy un niño, Silvia.

CH. Dígame Chivita, como todo el mundo.

C. Es que yo no quiero ser como todo el mundo… me llamo Carlos Rodríguez.

CH. Mucho gusto Carlos y dígame ¿Qué hace por acá?

C. Yo nací en la cabecera departamental y como tenía vacaciones por eso me ofrecí a traerle el pick up personalmente.

CH. Ajá… Pero ¿qué hace por acá? ¿por San Isidro?

C. Pues… dando la vuelta…

CH. No se haga… por aquí no hay nada bueno… ya sé… a usted le gusta alguna muchacha de por aquí… dígame la verdad.

C. Cabal… me agarró infraganti.

CH. No sé qué es eso, pero yo no le he agarrada nada… y se puede saber quién es.

C. Sí si puede… usted.

CH: Déjese de cuentos y ayúdeme con estos paquetes… ¿Cuántos años me dijo que tenía? ¿Cuándo terminan sus vacaciones? ¿Tiene hermanos?

C. 29, 31, 5.

A partir de ese momento se hicieron inseparables, Carlos aprendió todos los secretos de cómo manejar el negocio, la Chivita estaba más coqueta que nunca, pero Carlos era muy educado como para sobre pasarse con ella y ésta estaba deseando que le faltara el respeto, ninguno de los dos se atrevía a dar el paso definitivo, mientras tanto disfrutaban como locos esta danza de la seducción.

La Maruca estaba feliz, cogía cuatro veces a la semana con Robelio y dos con el alcalde, para despistar, el domingo solo se masturbaba, pero una noche que le tocaba a don Goyo, lo estaba cabalgando como a ella le gustaba, cuando entró Robelio de sorpresa, la Maruca se deshizo en disculpas y perdones, Robelio le pegó una bofetada, la Maruca se asustó, era la primera vez que le pegaba, pero algo de masoquista debió tener, porque le encantó, su marido la agarró de la nuca y la volvió a sentar en la verga semi aguada del alcalde, luego le escupió el culo a la Maruca y le metió la verga, ella trabó los ojos y se dejó coger por primera vez, con dos vergas en sus hoyos.

La cama desvencijada crujía, como llanta de carreta, la Maruca era sacudida por la gran cogida que le estaban pegando, en un momento cambiaron de hoyo, Robelio se acostó boca arriba y la Maruca se zampó la verga por la cuca, Don Goyo, feliz y agradecido, se la metió por el culo, la Maruca berreaba del placer, le venían uno, dos y hasta tres orgasmos seguidos, Robelio le decía que mientras más puta fuera más la amaba, pero que le avisara, que no querría pasar por cornudo en todo el pueblo, la Maruca le decía que sí a todo lo que oía, sin entender absolutamente nada, don Goyo por fin abrió la boca y dijo en voz alta ­-cuando se coge no se piensa, solo se siente-

En eso entró al cuarto Doña Chayo y con las manos en la cintura,

CH. ¡¡¿No te da vergüenza Gregorio?!!... Así que cuando… se hace eso, no se piensa, solo se siente… Bien me dijo la María, mi sirvienta, -Sígalo doña Rosario, sígalo, que no se le vaya olvidar entrar por el patio de atrás y ya va a ver que lo que le dije es cierto- Y cabal, el viejo shuco metiéndose en medio de un matrimonio… ¿Y a usted no le da vergüenza? ¿No le importa manchar la dignidad de su mujer?... Y vos, Maruca… desde que trabajaste para mí ya te notaba lo putía… Ah, pero van a ver, ¡esto no se va a quedar así!

La Chivita se puso de acuerdo con el Coronel Felipe García y éste quedó en pasar a recogerla a medio día,

CH, Yo no debería ni hablarle por todas las cochinadas que me hizo y culpa suya el Leonidas nunca fue el mismo y por eso me lo mataron.

C. Pero por eso te ayudé con echarme al Comandante Guerra y ahora te voy a conectar con un negocio que te va a volver rica, de dinero, digo, porque rica ya estás.

CH. Cállese, yo creí que usted quería que nos juntáramos en la Base Militar.

C. Sí, pero luego pensé que quería presentarte a alguien y como la finca a donde vamos queda para allá, era más fácil pasar por vos.

CH. ¿A quién me va a presentar?

C: A mi jefe.

CH. ¿Y su jefe no está en la Base Militar?

C. Ya casi no llega, solo cuando mandan inspectores de la capital, el resto del tiempo yo me hago cargo.

CH. ¿Y de qué se trata el negocio? Espero que no sea de coger porque no le entro.

C. No, Chivita, es sobre el motivo del por qué echamos a Leonidas del ejército.

CH. ¿Es sobre cocaína?

C. Exacto.

CH. ¿Y no será peligroso?

En eso llegaron a la finca y el Coronel después de cuadrarse, le presentó al General Humberto Rueda, éste vestía una guayabera, con jeans, botas, sombrero de vaquero y un montón de oro brillante en sus muñecas, dedos y cuello. El General le besó la mano y entraron a una mansión de muy mal gusto, les sirvieron deliciosas bebidas y botanas mientras el General le explicaba el negocio,

G. Mirá, Chivita, la cosa es muy sencilla, yo necesito que consigas a unas 20 mujeres, mejor si llevan niños para no levantar sospechas, un bus extraurbano va a llegar por ustedes el domingo a las 7 de la mañana, en cada asiento van a encontrar unas mochilas grandes, el chofer las va a llevar a la playa…

CH. No entiendo…

G, NO me interrumpás… ustedes se bañan en el mar como si estuvieran de week end

CH. ¿Cómo?

C. Como si estuvieran de vacaciones…

CH. Ah.

G. En la mochila llevaran su almuerzo, se lo acaban y ya con las mochilas vacías, les piden a los niños que vayan a jugar a los matorrales que están cercanos a la playa, tendrán unos listones blancos, ahí escondidos van a encontrar unos paquetes, los niños los meten en las mochilas, que las cierren bien, se las llevan a las mujeres, ustedes se suben al bus…

CH. O sea que ¿Yo también tengo que ir?

G. Vos serás la Comandante de esta misión.

CH. Pura película parece ¿Verdad?

G. El chofer las llevará al aeropuerto más cercano…

CH. Pero nosotras no tenemos pasaporte.

G. No es necesario, no van a ir al aeropuerto de la capital sino a uno local… al bus van a entrar unos señores con unas bolsas grandes, ustedes meten las mochilas ahí, y ellos les van a entregar otras mochilas iguales con $1,000.00 para cada una y tu mochila llevará el doble por ser…

CH. ¿Y nosotras para qué queremos dinero gringo?

C. No te preocupes, Chivita, yo luego se los cambio por moneda local.

CH. ¿Y cómo cuanto es eso?

C. Como 8,000.00 pesos y para vos el doble.

G. El chofer las regresará por la noche a San Isidro y si todo sale bien, cada domingo haremos lo mismo, se van a volver millonarias.

C. Eso sí, decile a las mujeres que ni una palabra de esto a nadie, si no quieren que les pase lo mismo que al Comisario Guerra.

CH. No se preocupe, una pregunta ¿Y por qué no hacen ustedes ese trabajo?

G. Porque la prensa nos descubrió la semana pasada y tuvimos que matar al periodista ¿Alguna otra pregunta?

CH. No.

Regresaron a San Isidro, la Chivita convocó a su acostumbrada reunión con su personal y les habló de la ida a la playa, sin mencionar la cocaína, entre su personal femenino y ella eran 5 mujeres, los guardias de seguridad dijeron que ellos podían hablar con su mamá y sus hermanas, con ellas sumaban 15, la Filo y Liseli dijeron que ellas tuvieron que hacerse evangélicas porque el Padre Manuel no las había aceptado en la iglesia y que de pronto entre las evangélicas podían encontrar a las 5 que faltaban, la Chivita les preguntó si eran de confianza y dijeron que apenas las conocían, la Chivita, de nuevo, estaba en una encrucijada, pero apareció Carlos Rodríguez, diciendo que aunque no sabía para que necesitaban 5 mujeres más, él le podía hablar a sus hermanas y que eso la hacía por la Chivita, ella se lo agradeció con un abrazo, pero Carlos la besó en la boca y estallaron una serie de chiflidos, bromas y aplausos que dejaron a la Chivita sin aire, pero ésta les dijo que también necesitaban llevar niños, al contabilizar todos los disponibles sumaban 83, la Chivita dijo que llevaran uno cada una y con eso sería suficiente.

Después de la reunión, Rosita se encontraba muy encabronada con Calixto debido a sus celos, le vivía echando en cara que ella se había acostado con Robelio, ella le repitió que no por enésima vez, pero Calixto salió furioso, Rosita le pidió posada a su patrona y ésta le dijo que sí, que se podía quedar en la habitación que fue de Leonidas, pero que tendría que compartirla con la Filo y Liseli. Rosita se fue a bañar y salió envuelta en una toalla, cuál sería su sorpresa cuando encontró a la Filo y Liseli, completamente desnudas y mamándose las tetitas,

R. ¡Ay! No sean cochinas niñas, las va a castigar Dios.

F. ¿Por qué? ¿Porque nos amamos?

R. No, porque eso es pecado, las mujeres debemos de estar con los hombres, no entre nosotras.

L. ¿Y es pecado estar con otro hombre que no sea su esposo?

R. Por supuesto.

L. Ayer la vi salir de la bodega con Robelio, toda despeinada y arreglándose los calzones.

R. No vaya a decir nada Liseli, porque el Calixto se divorcia de mí.

F. ¿Ya vio? Si de pecadoras hablamos, estamos en el mismo barco.

R. Sí, pero yo me acuesto solo con hombres.

F. Porque no ha probado la cosita de otra mujer.

R. ¿Me está proponiendo algo?

F. Yo solo decía.

R. Si ustedes dicen que se aman porque me dicen esas cosas.

L. Así como usted dice que ama a Calixto, pero se acuesta con Robelio.

F. Mire, Rosita, para nosotras el asunto es muy sencillo, nosotras decimos: -Aparte es la calentura y aparte el amor- Así como usted hace.

R. Pero no es lo mismo besar a un macho que a una hembra.

F. Porque no ha probado.

L. ¿Qué? ¿Le damos asco?

R. No, pero…

F. Venga, no se haga… ¿no le da curiosidad saber cómo es un beso de otra hembra?

R. No sé… nunca lo había pensado.

F. Si no es de pensar, sino de sentir, mire cómo me trinco a la Liseli…

R. ¿Qué sintió Liseli?

L. Rico… ¿no quiere probar?

R. … ¿y si después les entran celos y me pegan?

F. Venga… le vamos a contar un secreto…

L. ¿Sabe con quién hicimos cositas ricas la otra noche?

R. No me vayan a decir que con al Maruca

F. y L. No, ¡Con la patrona!

R. ¡¿No?! Y ella ¿Qué dijo?

F. Nada, pero viera los chorros que echaba por allá abajo.

R. ¡¿No?! Yo creí que solo la habían besado.

L. Sí, pero también por allá abajo.

F. Venga… quítese la toalla.

R. ¿Será?... bueno, si la patrona, que es la jefa, ya lo hizo y le gustó… pues quién soy yo para decir que no… probemos pues.

Le quitaron la bata y la besaron en la boca al mismo tiempo, era un beso de tres lenguas, eso a Rosita no se le había ocurrido que se pudiera hacer, luego cada una le mamó un pezón, Rosita cerraba los ojos imaginando que eran Robelio y Calixto, pero sus mamadoras de tetas la sacaron de la fantasía cuando sintió que sus manos eran llevadas a las chichitas de ellas, sintió algo diferente, pero rico, le amasaba una teta a cada una y se sentía como niña con muñeca nueva, es decir, con dos muñecas nuevas, luego la pararon en la cama y la Filo se hincó frente a sus piernas y le mamó la cuca peluda mientras la Liseli, le abrió ese par de nalgas deliciosas y le metió la lengua en el culo, a la pobre Rosita le temblaron las piernas y se agarró de las cabezas de sus mamadoras, jamás había sentido tanto placer, la Liseli le metió un dedo en el culo y Rosita se vino a chorros en la boca de la Filo. Antes de dormir, la Liseli le enseñó las delicias de la tijera y la Filo le dio a mamar su cuca, Rosita como becerrita hambrienta, le metió la lengua en la rajita y realizando tareas recién aprendidas, le metió un dedo en el culo, la Filo le bañó la cara de jugos, mientras ellas gritaban el orgasmo que les provocó sentir el calor de sus panochas frotándose… durmieron como bebés.

Mientras tanto en la habitación de la Chivita, ella se debatía en si dejar que Carlos se quedara con ella o mejor pedirle que se fuera.

C. Déjeme que me quede, ya la besé, eso quiere decir que ya somos novios ¿o no?

CH, Si usted quiere… pero los novios no se acuestan juntos.

C. Eso era antes, pero si quiere me quedo en el sofá.

CH. ¿Pero no le dará mucho frío?

C. Entonces me quedo con usted.

CH. No, mejor en el sofá.

Esa noche fue de mucho alboroto en San Isidro y sus alrededores, doña Chayo planeaba con el Padre Manuel, su venganza a ese marido traicionera y vil, por otro lado, don Chico y don Elías trataban de convencer a don Porfirio que se lanzara como candidato a la alcaldía, ya que pensaban que don Goyo, era un bueno para nada y hasta la mujer lo mangoneaba. Calixto se fue a emborrachar a su casa y quebró todo lo que pudo. El Coronel Felipe García, cumplía con las ordenes de su jefe, el General Humberto Rueda, que le ordenaba, vestido de mujer, que le partiera el culo. La Maruca, Robelio y don Goyo, platicaban de cómo hacer para que doña Chayo no contara su secreto, pero no encontraron una mejor cosa que hacer… se volvieron a coger a la alborotada, feliz y multiorgásmica Maruca.

Carlos amaneció con el cuello torcido porque no pudo dormir bien, al levantarse, admiró el cuerpo de la Chivita, apenas tapado por una sábana, tuvo ganas de tirársele encima, pero se contuvo, prefirió ir a bañarse para quitarse esos pensamientos de la cabeza, cuando salió envuelto en una toalla, la Chivita ya lo estaba esperando con su bata puesta y una taza de café, a la Chivita por poco se le cae de las manos cuando vio ese pecho velludo, ese abdomen marcado, esas piernas musculosas, pero lo que más la cautivó, fue su piel blanca como las nubes, ya que en San Isidro todos iban de morenos a morados, pensó que Carlos no tenía ese aspecto de pueblerino que tenían sus coterráneos, sintió que en ese momento se enamoró.

Desayunaron juntos tomados de la mano, cada uno le daba de comer al otro en medio de besos y suspiros, la Chivita jamás había sentido mariposas en el estómago, le subía el color a sus mejías, le sudaban las manos… Carlos la miraba con ternura, le acariciaba el cabello y le besaba los ojos, ella sentía que se derretía, él que se ponía duro, pero lo cierto es que ambos se necesitaban.

CH. ¿Cuándo tiene que volver a la capital?

C. Ya le había dicho, mañana 31.

CH. ¿Y va a regresar?

C. Sí, en un mes porque tengo que dejar a alguien en mi lugar, reglas de la empresa.

CH. ¿Y para qué quiere regresar?

C. Me quiero casar con usted.

CH. No me diga eso… yo no lo merezco.

C. Si lo dice por Leonidas… lo que no fue en tu año, no te hace daño.

CH. …es que no es solo eso…

C. A mí no me importa su pasado, Silvia, yo la amo y me quiero casar con usted… ¿usted quiere?

CH. Sí, mi amor, me haría la chivita más feliz de estos montes.

C. ¡Casémonos hoy! Vamos donde el abogado y nos casamos… y como el Padre Manuel no la quiere, casémonos en la iglesia evangélica.

CH. Ay, qué emoción, pero ¿qué me pongo?

C. Espéreme, voy a la cabecera departamental y le pido su vestido de novia a una de mis hermanas ¿Quiere?

CH. Vaya, en lo que viene yo le cuento a mi gente y preparo los padrinos y las damas de honor.

Carlos salió ilusionado y la Chivita hizo los preparativos, la Rosita sería su madrina con el Calixto, éste no tuvo más remedio que aceptar, y las otras chicas serían sus damas de honor. Al medio día la cantina estaba totalmente arreglada, el Coronel Felipe García le mandó la banda militar de la base, el cuerpo de policía comandados por el enano Culajay, harían la valla de honor y todo el pueblo se arremolinó a las afueras de la oficina del leguleyo y luego en la iglesia evangélica: La Trompeta Final , se veía preciosa la Chivita, con su vestido blanco que le dibujaba su pequeña cinturita y Carlos parecía un galán de cine, con su traje y corbatín y el pelo engominado hacia atrás, luego fueron a la cantina y celebraron hasta las nueve de la noche, hora en que Carlos se encargó de cerrar el negocio.

La pareja de recién casados subió a la habitación muy nerviosos, como si los dos fueran vírgenes, antes de entrar a la habitación, Carlos la cargó y la depositó sutilmente en la cama, luego puso música romántica, la sacó a bailar y lo hicieron en un ladrillo, se besaron como si fuera su primera vez, él le rodeaba su diminuta cintura y ella su grueso cuello, por fin él se atrevió a tomarle uno de sus generosos pechos, la Chivita casi se desmaya de la impresión, sentía como si esa mano le estuviera acariciando el alma, ella se abrazó fuerte a su cuerpo y le pegó el pubis, por primera vez sintió esa verga dura restregarse en su estómago, el empezó a desabotonarle el vestido y luego ella colaboró dejándolo caer a sus pies.

Carlos se retiró para admirar la belleza de su mujer, era todo un espectáculo a la sensualidad, ahí estaba su esposa, en diminuta ropa interior blanca, con ese cuerpo escultural, resaltaba lo redondo de sus pechos y ella coqueta dio media vuelta, Carlos pudo admirar ese bello par de nalgas duras y paradas, partidas por esa tanga que se hundía en su hermoso culo, ella terminó de dar la vuelta y se quitó el sostén, pero sin enseñar los pechos, Carlos sentía una pasión desbordada por esa mujer que en breves momentos sería totalmente suya, la Chivita en un gesto de amor, quitó las palmas de sus manos de sus preciosas tetas, las unió a sus labios y le lanzó un beso con sus manos, Carlos lo recibió como si atrapara una pelota de béisbol y quedó paralizado observando esos pechos generosos con los pezones bien paraditos.

Ella con un gesto le pidió que se desnudara, él como todo un modelo de pasarela, se quitó primero la chaqueta, luego el corbatín, se fue desabotonando la camisa y aparecieron esos pectorales que volvían loca a la Chivita, después se quitó los zapatos y calcetines, se desabrochó el pantalón y aparecieron esas piernas musculosas que la Chivita observaba con la boca abierta, luego de verse a los ojos, en un movimiento sincronizado, cada quien bajo una mano hacia su sexo y sus ojos las siguieron, Carlos veía como ella se bajaba la tanga sin terminar de enseñarle su cuquita y la Chivita veía como su esposo se acariciaba esa verga grande, se moría por tenerla en la boca, ella corrió lo tomó de la mano y lo llevó a la ducha.

Se comían con la mirada y en un acuerdo sin palabras, los dos, al mismo tiempo, se quitaron la última prenda que los llevaría por los caminos del amor y la lujuria, entraron a la ducha tomados de las manos, sintieron el agua acariciar sus cuerpos, sus cabellos, sus rostros, cada quien tomó un jabón y se besaron, enjabonándose las espaldas, Carlos no aguantó las ganas y bajó a enjabonar ese par de nalgas que lo volvía loco desde el día en que la conoció, le metió la mano enjabonada en medio de esas dos delicias que guardaban su hoyito trasero y le acarició el culo, ella pego un brinquito sintiendo  como todas sus terminaciones nerviosas se alteraban.

La Chivita tampoco aguantó las ganas y amaso con sus dos manos enjabonadas, esas nalgas masculinas, tan grandes y duras como las de ella, luego él le dio media vuelta, metió su verga enjabonada en medio de sus piernas y ella le enjabonaba la cabeza de la verga en ese ir y venir, como si se la estuviera cogiendo, Carlos se regocijaba en esos melones deliciosos coronados por dos pezones morenos y parados, ella no aguantaba las ganas y se dio vuelta, por fin sus manos frotaban esa majestuosa verga y sus huevos peludos y cargados, Carlos bajó su mano hacia esa gruta húmeda y rosada y le metió un dedo, ella apretó los músculos de su vagina como para no permitir que nunca se saliera.

Por fin se fueron a la cama, ella desesperada lo acostó boca arriba y poco a poco, como se disfruta un platillo exquisito, fue lamiendo la cabeza de esa verga hermosa, la fue saboreando con esa lengua que viboreaba como queriendo envolverla toda hasta que la sintió en su campanilla y empezó a subir y bajar su cabeza, luego le chupaba los huevos uno por uno y a veces intentaba meterse los dos a la boca, se quería tragar completo el cuerpo de su amado, él no soportó ese torturante placer y como una muñeca de trapo, la colocó sobre él en un 69 exquisito, primero le lamió toda la panocha, luego le metió un dedo y otro en su divino culo y se prendió a su clítoris, se oía un concierto de gemidos que tal parecía la mejor sinfonía para acompañar esa danza de cuerpos eróticos, como en una coreografía antes ensayada, se vinieron al mismo tiempo en sus bocas.

Carlos desesperado, la colocó en posición de misionero y entre varios te amo, te amo y te amo, le ensartó la verga hasta el fondo, ella arqueó la espalda de gusto y lo besó en la boca, se restregaban en sus lenguas el semen de Carlos, ella no podía creer la potencia de su amado, acababa de eyacular y no se le había bajado la erección ni un milímetro, era una delicia sentirse haciendo el amor por primera vez en su vida, eso decía su corazón, pero su cuerpo recibía una tremenda cogida que la hacía tener un orgasmo tras otro, en ese momento descubrió que se podía venir las veces que quisiera, Carlos arrugó la cara y le bañó las entrañas de leche, ella quedó desfallecida pero con ganas de más.

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Él le dio la vuelta y le zambutió su enorme barra de carne por su exquisito culo, la Chivita la sintió en sus intestinos y no se explica cómo, tuvo su primer orgasmo anal, la cama estaba empapada de sus fluidos y del semen de su amado. Cogieron toda la noche como fieras salvajes hasta hacerse daño, Carlos tenía toda la espalda arañada y la Chivita las tetas y las nalgas moradas de tanta pasión, por fin Carlos no aguantó tantas cogidas, la besó en la boca, la puso de cucharita y se durmió, la Chivita sentía la cuca irritada de tanto frote, pero por dentro, su panochita le pedía más verga, estaba tan cansada que no soportaría otra cogida, pero de la cuca le brotaban chorros y chorros de acabadas, se venía sin tocarse ¿qué era eso tan delicioso? Por fin se quedó dormida.

A la mañana siguiente los despertaron las campanas de la iglesia, el Padre Manuel, daría su primera misa, pero la Chivita solo quería verga, así que se sentó en esa anaconda y se movió desesperada logrando orgasmo tras orgasmo, el pobre Carlos tuvo que pararla porque ya no tenía leche, la noche anterior lo había dejado seco, él corrió a bañarse y a prepararse para el viaje, la Chivita tomó una candela de su mesa de noche y la derritió en su cuchara hirviente, Carlos le dio un apasionado beso y le dijo que se verían en un mes. Al salir a la calle, vio un tumulto de gente rodear la casa de Rosita, se apresuró a ver y fue terrible la sorpresa, su padrino de bodas, colgaba de un laso, frente a la puerta de su casa.

CONTINUARÁ.