6 SESIONES DE FISIOTERAPIA (primeras sesiones)
Siempre he mirado con cierta envidia a esos camaradas que, sin rubor ni vergüenza, ni dudar de su hombría, hacen bromas con sus pollas, se las tocan o mean juntos uno al lado del otro.
Continuación de“6 SESIONES DE FISIOTERAPIA (introducción)”
Le puso un mensaje de wasap a su mujer para comunicarle que la nueva cita era por la tarde y luego intentaría hacer alguna carrera con el taxi, -Cena tú cuando sea la hora, que ya llegaré yo. Le escribió. bajó a comer el menú del día en el bar de Ángel y, ya en casa, encendió la tele sin elegir canal y enseguida se quedó adormilado en el sofá. A las 4 y media se dio una ducha, no quería estar sudado ni oler mal, se entretuvo enjabonándose bien el culo y sus genitales y se puso unos calzoncillos limpios. Cambió el chándal por vaquero y camisa y se encaminó hacia su taxi para ir a la dirección que le había proporcionado Sergio.
-Buenas tardes, D. Emilio, pase usted. ¿Qué tal viene de ánimo? ¿Siguen esos dolores? Así me recibió Sergio que llevaba un pantalón azul de chándal, camiseta blanca y unas babuchas coladas.
-Sí, claro. Pero raramente es un dolor fuerte, es mas bien un hormigueo y una descarga que parece que se iniciara en la nalga izquierda y me recorre toda la pierna. Aunque cuando siento el dolor mas fuerte es en la nalga y el muslo.
-Bueno, vamos a empezar con los masajes y ya verá como se encuentra mejor poco a poco.
Y pasamos a una habitación casi diáfana, tan solo una camilla encima de una jarapa grande que ocupaba casi todo el suelo, un butacón y una percha tras la puerta, una lámpara de infrarrojos (creo) y un mueble con varias estanterías con toallas, geles, aceites, un portátil y altavoces y otras cosas que no me fijé bien. Y en las paredes pintadas de verde primavera varios títulos de cursos y estudios relacionados con su especialidad. Sergio desplegó un rollo de papel sobre la camilla y me dejó una toalla encima.
-Haga el favor de desnudarse totalmente, puede poner su ropa en la percha y butacón. Y me dejó solo en la habitación. Me quité la ropa y me senté en la camilla tapando mis partes con la toalla. Cuando Sergio entró observé que se había cambiado de ropa, llevaba un pijama sanitario blanco, pero era de pantalón corto. La camiseta transparentaba sus pezones. Así vestido daba la impresión de un tio cachas comparado conmigo. Se fue hacia el portátil y enseguida empezó a sonar una suave melodía de canto de pájaros y agua de lluvia, o de rio, no sé. Mientras estaba de espaldas a mí me fijé en Sergio, seguro que tenía éxito con las mujeres, amplia espalda, se le notaba un culo prieto en ese pijama, no parecía que llevara ropa interior y sus piernas fuertes y algo gruesas también las llevaba depiladas. Al darse la vuelta corroboré que no llevaba ropa interior, la tela del pantalón que llevaba era tan liviana que casi transparentaba sus genitales, se notaba bien el contorno de la cabeza de su polla descansando hacia la izquierda y una zona mas oscura que correspondería a su vello púbico, por lo menos parece que esa parte no se la había afeitado.
-D. Emilio ¿se encuentra bien? Le decía que se tumbe boca abajo. ¿Quiere usted meter la cara en el agujero de la camilla o prefiere una almohada?
-Perdona Sergio (me ruboricé), me he quedado un poco traspuesto pensando. Pues no sé… como usted me diga.
-Mejor nos tratamos de tú, al fin y al cabo vamos a compartir momentos muy íntimos. ¿No le parece Emilio?
-Sí, claro. Mejor una almohada Sergio.
Y me tumbé bocabajo en la camilla y con mis brazos bajo la almohada donde descansaba mi cabeza. Sergio se untó las manos de una crema y empezó a masajear el talón y gemelo de la pierna izquierda. Notaba sus pulgares recorriendo mis músculos y una fuerte presión sobre ellos; mientras me daba el masaje mi pie estaba tocando su muslo desnudo, a medida que avanzaba y se movía dejaba de sentir su pierna en mi pie o la volvía a sentir, en un momento dado noté mas calor y mi pie se refregó por sus genitales, y así pasaba de no notar su pierna a rozar su muslo o su polla claramente. Algo en mi polla se movió también para preocupación mía.
Ahora Sergio estaba junto a mi cadera, masajeando mi muslo, con sus fuertes manos, clavaba sus pulgares y hacía movimientos envolventes y circulares, luego con su antebrazo enérgicos movimientos. A ratos notaba que algo me pinchaba o me producía un dolor momentáneo al hurgar con sus dedos, pero procuraba aguantar y parecer valiente. Él se daba cuenta:
-Ahí duele, ¿verdad Emilio? Es que además de ciática tiene algunos nódulos y contracturas que tengo que ir masajeando hasta que salgan. Debería haberse hecho un masaje descontracturante hace tiempo.
-Sí, pero el trabajo, ya sabe usted, digo tú, ¡hasta que no te duele una muela no vas al dentista!
-Lo malo en nuestra profesión es que la gente llega ya muy tocada, no suelen darse algún masaje preventivo cuando notan la primera molestia, sino cuando van a necesitar ya muchas horas para recuperar el tono muscular.
-Sí, lo entiendo, no tenemos remedio, y mira que esto, aunque duele un poco, también es agradable.
-Pues a aguantar Emilio, ya verá como en dos o tres sesiones nota usted mucha mejoría.
-Eso espero Sergio, ya no podía seguir así.
-Si está incómodo puede estirar los brazos a lo largo de la camilla.
-No, estoy bien, ésta es la postura que suelo tener en la cama, abrazando la almohada.
-Venga, relaje los músculos y si nota algún dolor me lo indica.
Y Sergio continúa con el masaje en mi muslo. Ahora es la parte interna, mismos movimientos, pero cuando sube hacia la ingle me roza los huevos, no parece que le importe, porque lo hace repetidas veces. Eso es lo que le faltaba a mi polla para despertarse totalmente, menos mal que estoy boca abajo y la aprisiona mi vientre. Pasa ligeramente por mi glúteo hasta la parte baja de la espalda y lumbares. Se afana en esa zona. -Vamos a fortalecer la musculatura Emilio, es la mejor prevención para la ciática . Entonces, pensé yo, no creo que tú tengas nunca ciática.
Cuando empieza a masajear mi nalga tengo sentimientos encontrados. Por un lado noto dolor en la presión que hace y por otro cierto placer en que me toque. Él trabaja esta zona con profesionalidad, creo, aunque cuando sus dedos se aproximan a la raja de mi culo doy un leve suspiro. ¿Me estará viendo el ojete? ¿O quizás no abre lo suficiente la nalga para observarlo? Y ahora me da apuro tener tantos pelos en el culo. No sé porque vienen a mí estos pensamientos, pero él sigue con sus toques y presión en mi nalga y yo hago algún movimiento de levantar el culo, luego me arrepiento y lo aprieto, no vaya a pensar lo que no es. Sus dedos aprietan justo encima de mi raja, es al final de la columna vertebral, no me importaría que siguiera un poco mas abajo. ¿He vuelto a levantar el culo? Espero que no. Vuelvo a sentir sus piernas pegadas a mi cuerpo, ahora a mis muslos. Es natural, me digo, tiene que haber algún roce mientras él hace su trabajo, y el caso es que me gusta cuando se roza, lo siento mas cercano, mas compañero, como si hubiera mas complicidad entre nosotros, al fin y al cabo estoy desnudo a su lado y me está tocando todo el cuerpo, no pasa nada en que haya roces entre nuestros cuerpos, es natural. Mientras pienso esto, Sergio me zarandea.
-Ey! ¡No se habrá dormido! Le estoy diciendo que baje los brazos, voy a hacer algunos estiramientos y es mejor con los brazos extendidos.
-No, ¡qué iba a estar dormido! Con esta música podría, pero como no deja de pincharme pues es imposible relajarse. ¡Ya voy hombre! Y al bajar mi brazo izquierdo toco su vientre y su polla antes de hacerlo descansar a lo largo de mi muslo. Pensé en pedir perdón, pero él no dijo nada y yo tampoco.
Los estiramientos con mi pierna me hacen ver la poca flexibilidad que tengo. Cuando me levanta totalmente la pierna y la lleva a su hombro, tiene a su vista toda mi polla y mis huevos. Mi polla sigue morcillona, aunque ha perdido algo de erección se nota que está alegre. Él no dice nada. Mueve su cuerpo para hacer presión en distintos músculos, roza sus piernas con mi mano, cerca de sus huevos, intento mantener mi mano quieta y lo mas pegada posible a la camilla. Él va rotando mi pierna con su cuerpo y una mano, y la otra la apoya en distintas partes de mi cuerpo haciendo presión, ahora es la cadera, ahora la región lumbar, ahora es el muslo interior, sube hasta la ingle, en esa posición la punta de mi nabo roza su mano y, noto también, que le deja un buen hilo de precum que salía de mi capullo. Ahora dobla totalmente la pierna sobre mi espalda y se echa encima para presionar mas, aparte de la tensión en no sé qué músculo ya, mi antebrazo lo presiona su barriga y, claro está, mi mano recibe la presión de su polla. Creo que también la tiene algo erecta, porque el tamaño es apreciable y siento el calor que irradia. Como la postura la mantiene un buen rato, intento mover mi mano, pero está aprisionada por su cuerpo y lo que consigo es refregarla totalmente contra su polla, incluso hay un momento en que cierro mis dedos presionándola, no tengo mas remedio que dejarla allí, creo que es lo mejor.
Solo un par de minutos después Sergio se separa y me dice que por hoy ya está bien. Me pasa una toalla con un fresco líquido para quitarme el exceso de crema hidratante y luego me dice que me incorpore poco a poco. Me ofrece un vaso de agua y permanece en la habitación mientras yo me incorporo. Levanta un poco la persiana de la ventana para tener mas luz. No sé por qué no me importa estar totalmente desnudo ahora delante de él, hablamos de cómo ha ido la sesión mientras me visto lentamente. Me pongo primero la camisa en vez de los calzoncillos, porque noto mi pene con un tamaño aceptable sin estar empalmado y me sube mi autoestima. Mientras me visto y hablo con él está apoyado en la pared bebiendo agua y me fijo en que su polla tiene un buen tamaño también, no creo que sea así flácida, no, aunque poco, he podido tocársela y he notado la dureza de su tronco, además creo que se habrá empalmado también porque una mancha húmeda delata que su glande se ha lubricado naturalmente.
Mas tarde, mientras recorro la ciudad en busca de algún cliente, no dejo de darle vueltas a la sesión de masaje. ¿Me avergüenzo de lo que he sentido? ¿Por qué? No he hecho nada que haga dudar de mi hombría. ¿Qué le he rozado la polla a un tío? Bueno, que se la he cogido… pero eso ha sido algo casual y anecdótico. Aunque yo no he tenido ningún amigo con el que hacer bromas con el sexo, siempre he mirado con cierta envidia a esos camaradas que, sin rubor ni vergüenza, hacen bromas con su polla, se la tocan o agarran al compadre mientras le dicen alguna barbaridad, o se ponen a mear juntos uno al lado del otro y cosas así. Y nadie duda de su hombría, ni ellos mismos. Incluso una vez ví a Matías, un compañero taxista, agarrar por detrás a otro compañero y ponerle un buen rabo mientras se ufanaba de que lo iba a taladrar y movía su pelvis descaradamente hacia delante y hacia atrás. Y todos los taxistas que estábamos en la parada nos reíamos y le gritábamos: -¡Fóllatelo que lo está deseando! Y nadie se escandalizó ni tildó de maricón a ninguno de los dos. Por eso digo que no tiene importancia los roces en la sesión de masaje.
Las dos siguientes sesiones fueron mas o menos como la primera, Sergio llevó en la segunda sesión un chándal gris muy ajustado y en la tercera un pantalón corto tipo calzona de deporte y una camiseta de baloncesto del Unicaja. Todo se desarrolló normalmente, aunque hubo roces, esta vez no me rozaron sus genitales, solo sus piernas y eso que yo tuve la mayor parte del tiempo mis brazos extendidos. ¿Qué si yo llegué a empalmarme? Pues creo que no, incluso cuando sus manos masajeaban mi muslo interno y rozaban mis huevos, sus masajes no eran nada estimulantes en estos casos y mi imaginación no se desbordó como la primera vez. Ya me había acostumbrado a sesiones como el que va a rehabilitación.
El día 2 de Junio no pude ir a la cuarta sesión de fisioterapia. Me había surgido llevar a Madrid a unos clientes y no quería perder esa oportunidad, equivalía a varios días de carreras en el taxi. Llamé a Sergio para buscar otra fecha, pero me dijo que ya lo veríamos, por lo pronto, la fecha de la quinta, se convertía en cuarta y que ya podía disponer de una sala individual en la clínica, por si me venía bien otro horario. Le comenté que no, que si no le importaba seguía a las seis en su casa. Le pareció bien y me preguntó que tal me encontraba. Al preguntármelo empecé a pensar que, realmente, ni me acordaba de que había ido allí por dolores de ciática, pues hacía tres o cuatro días que parecía que éstos habían desaparecido. Realmente me encontraba tan bien, que hasta había olvidado que era su paciente. Me limité a contestarle: -Mucho mejor, gracias. Parece que los masajes funcionan. Se despidió hasta el viernes día 4 con la siguiente frase: -Me alegro, ahora tenemos que conseguir que sepa relajarse y disfrutar del masaje, es el siguiente paso.
Próxima y última continuación:“6 SESIONES DE FISIOTERAPIA (últimas sesiones)”