6 de agosto

¿Qué es más excitante lo extraordinario que termina en lo conocido, o lo conocido que termina en lo extraordinario? Quién sabe. Lo cierto es que nada de esto les importaba a Nicolás y Allie, que ya llevaban casi un año juntos.

Seis de agosto

― ¿No entiendo porque ves eso? Me parece una visión muy alejada de la realidad. Además ― continuo sin apenas tomar aire ―, tratan a las mujeres como simples juguetes.

Él levanto la mirada por encima de las gafas progresivas y la miro entre extrañado y curioso. ― ¿Sabes lo que estoy haciendo? Estiro la pregunta para separarse del último comentario.

― ¿Qué? Pues claro. Estas viendo porno.

― Buen porno.

― No hay porno ni bueno ni malo. Es solo una forma de engañar a las chicas que salen y de engañaros vosotros. ¿De verdad crees todo lo que ves?

Él dio un suspiro y bajo su tono para no sonar combativo ― También lo hay para mujeres, pero de todas formas eso no es importante. Estoy haciendo un ejercicio. Intentó sonar convincente, porque le estaba gustando lo que veía y quería disimular.

Allie y Nicolás llevaban casi un año juntos. Los dos venían de relaciones pasadas y eso les hacía ser más conscientes de la importancia de apurar los buenos momentos. Tenían un ciclo particular con sus hijos, los de cada uno, me refiero. Pasaban juntos dos semanas al mes con ellos, construyendo algo nuevo que no sabían muy bien como llamar, tal vez familia. Las otras dos semanas, aunque seguían en contacto con sus hijos, vivían una segunda juventud muy peterpanista. Con cada cambio se producía una pequeña revolución, volvían a comer a deshoras, salían por la noche y hacían el amor sobre todos los muebles de la casa y, algunos del balcón.

Allie es esbelta y de muy buen ver, sobre todo por sus movimientos elegantes y pausados. Nada le describía más que sus pendientes de perlas, redondos y llamativos como sus pechos. Ella es demasiado inteligente y perspicaz para un mediocre como su exmarido. Pero además es generosa y entregada y por eso tardo tanto tiempo en tomar una decisión. Nicolás es singular y optimista. Tiene una vida muy vivida, en positivo, y esa profundidad le da el temple y matices de un buen coñac. Proporcionado y bien parecido, mantiene una buena forma física y una notable resistencia para el sexo. Su encanto natural nace de una mirada entre jovial y festiva que Allie sabía que tenía que evitar, ¿o no?

― ¡Venga! ¿Lo dices en serio?

― ¿Quieres que te lea lo que he escrito o no tienes curiosidad?

Con una media sonrisa llena de feminidad, se firmó la tregua. En el fondo era muy fácil de convencer. Sólo necesitaba una poderosa razón y un puntito de sinceridad, de la buena.

― Haber, ¿No estarás intentando liarme? Hace apenas un ratito que se han ido los niños.

― Señora, me sorprenden sus insinuaciones. Nicolás giro ligeramente el ordenador para evitar que pudiera leer el documento que acababa de mostrar. ― Mis intenciones son artísticas pero científicas. Soy como un cirujano, o mejor un cura. O mejor un cura, cirujano que tiene que describir un video de enredos, no sin rubor.

― Que piquito tienes. Allie no pudo contener la risa.

― Sabes que se te han dilatado las pupilas y estás muy sexy.

― ¿Lo leo yo o lo lees tú? Ella empezó a impacientarse con tantos bloqueos de escritor.

― Lo leeré yo, pero ― hizo una pequeña pausa ― no seas demasiado estricta. Nicolás alineo bien el ordenador para que ella pudiera verlo, continúo poniéndola en antecedentes. ― Teníamos que escoger un video porno, el que quisiéramos. Después teníamos que crear una historia paralela a la acción. El objetivo es conseguir romper, acelerar, intensificar o dar un giro al video.

― Ummm. Suena muy bien ¿Y que tono le has dado?

― Relájate y escucha, mientras ves el video de mi ejercicio artístico. Puntualizó esto último.

Allie se removió en el sillón para sentarse más cómoda y aliso los pantalones de su pijama, girando ligeramente la cabeza y entornado los ojos. ― ¿Pero al final se casan?

― Idiota.

Tardo un rato en dejar de reír. Su risa es musical, contagiosa y suena diferente cuando está nerviosa o cuando esta excitada. No era la primera opción, pensó Nicolás.

De norte a sur y de sur a norte. Allie movía las piernas con cadenciosa apatía.

― ¡Oye! ¿Cómo que Allie? Borra eso ahora mismo. ― Se removió en su sitio fingiendo que se había enfadado.

Nicolás aguanto un momento, volvió a mirar por encima de sus gafas y espero a que repitiera su representación, removiéndose en el sofá y alisando sus pantalones.

Apolonia movía las piernas con cadenciosa apatía.

― Ja ja ja. Apolonia. Ese nombre promete mucho, ja ja ja.

― ¿Sabes que Apolonia es el nombre de una actriz porno española internacional?

― Ja ja ja. Venga, te dejo que la llames Allie, pero simplemente para no morirme de risa.

Nuestro escritor espero a que se volviera a crear el clímax para la lectura, sabiendo que nuestra musa ya estaba en modo guerrera. Posiblemente desde unos minutos después que se hubieran ido los niños.

Allie movía las piernas con cadenciosa apatía. Tumbada sobre un diván había logrado dejar la mente totalmente en blanco. El aire acondicionado mantenía el verano fuera del salón y sólo se oían las voces lejanas de la piscina del complejo.

Una sonrisa anticipo la llegada de Nicolás. Allie se dio media vuelta con la agilidad de un junco. Llevaba una camisa blanca, más bien trasparente, que marcaba una figura de proporciones radiantes. Unas ligeras braguitas eran todo lo que necesitaba para dejarle sin habla, así de contundentes son las razones de la naturaleza.

Él se agacho y la beso con dulzura. Después se elevó de nuevo, le acaricio entre los pechos y comenzó a desabrochar su camisa. No se dijeron nada. No hacía falta. Ella elevo sus brazos y contoneó sus caderas insinuantemente.

Allie tiene unos pechos generosos y turgentes. Una piel blanca y serena que sabe cómo transformar un cumplido con firmeza. Nicolás fluyo con el momento y beso sus pezones, notando como la excitación creciente había ahuyentado del todo al aburrimiento. Beso el cuello lentamente mientras acariciaba sus nalgas. Volvió a sus pechos y les entrego su atención más delicada.

Una botella de aceite puede ser una diferencia pequeña y tenue, pero no en el sexo. El brillo del aceite comenzó a perlar sus pechos y pezones. Ella se estremecía, elevando sus brazos para acentuar su prodigiosa sexualidad. La respiración acelerada, hacía que los pechos subieran y bajaran con musicalidad. Mientras él, tocaba sus pezones en una particular batalla por demostrar quien era más duro. De momento ella ganaba con diferencia.

Un beso marco el cambio de tercio. Allie comenzó a buscar la dureza masculina fundamental. Nicolás le quito las braguitas para encontrarse con un pubis húmedo, depilado con estilo, que reclamaba un golpe de calor digital. Los gemidos femeninos hicieron que Nicolás aumentará la velocidad del combate. Ella se movía buscando algo, hasta que encontró una erección amplía y bien definida. Ambos amantes se concentraron en el otro.

Allie disfrutaba con el sexo oral. Nicolás lo sabía y se coloco cerca de su boca, para que ella lo succionará con fuerza. Mientras, él subía y bajada entre la suavidad de su pubis y la dureza de sus pechos. El 69 llego por casualidad, con sinceridad y casi automático. Él metía su lengua, mordía y lamía con pasión. Ella succionaba y jugaba entre gemidos.

Tercer acto. Nicolás dio la vuelta y sin mediar palabra elevo las piernas de Allie con elegancia y vigor. Los suspiros progresaban hacía gemidos. Los grandes pechos describían círculos de placer mientras el miembro entraba y salía solamente en un tercio. Siempre un tercio al principio, no más. Allie no pudo dejar de acariciar su sexo llevada por la intensidad del momento, sin abrir los ojos, solo sintiendo la electricidad de un primer orgasmo.

Último acto. Nicolás continúo entregando algo más de la mitad y después un poco más y otro poco más. De pronto ella, recuperada, se incorporó mostrando un pelo largo que enmarcaba su cara de ángel. Sobraba ropa y faltaba ritmo. Como en un entreacto teatral, se puso a cuatro patas con tal naturalidad que parecía una estudiada coreografía. Por fin nuestra heroína recuperaba el control de la penetración y el ritmo. Sus pechos se movían, contoneaban y chocaban entre sí, mientras su sexo marcaba los pulsos de un segundo orgasmo. Él, siguió entrando y saliendo con energía en una imaginaría vertical, hasta que una ráfaga envolvente preludió también su final. Con flexibilidad, Nicolás troto con su miembro entre los pechos colmados de Allie hasta desbordarse. El sol al sol proclama.

Siguieron acariciándose los dos amantes, con el brillo de fondo del aceite, haciendo que la vibración final de sus cuerpos durará todo lo que dura el eco de una campana de catedral.

Mientras Nicolás narraba el video, Allie escuchaba atenta a su lado sin perder detalle. Los veinte minutos que había durado el video, había experimentado un nivel de excitación creciente que no ocultaba. Su boca entreabierta, esperaba cualquier invitación para lanzarse.

Se deslizaron por una pendiente que ya conocían, mientras sus manos, sus labios y sus cuerpos se atraían por un instinto primario. Los pechos de las dos Allie tenían un gran parecido y ella lo sabía, por eso disfruto aún más cuando Nicolás los estimulo con sus labios, su lengua y toda su alma. Después de regalarte un orgasmo a la suavidad de su pubis, espero a que ella se levantará. Allie le sonrío con complicidad y se colocó como la actriz del video, arqueando la espalda para mostrar todos sus atributos. Los gritos ahogados del final del movimiento, fue el sello con el que nuestro artista finalizo su ejercicio.

Respira hondo