6 Cambios en mi vida.
Decidí cambiar de empleo, todo se complicaba y como decía, busqué otro empleo a pesar de los problemas que tuve para marcharme.
Todo fueron dificultades, y pusieron la pelota en mi tejado, se quejaban debido a que no sabían, a quién podría poner al tanto de los asuntos pendientes, trucos y demás cosas que mi trabajo tenía, ya que las mañanas eran trabajo de campo, como yo le llamaba, gestiones en la calle y por la tarde despacho, asuntos de oficina, me marché sin mirar atrás, que les zurzan.
El lugar donde encontré ese trabajo es insospechado, en el anatómico forense, no en lugar por donde pasan los muertos en la calle o con dudas de las causas, asesinatos por ejemplo, no, aunque se llamaba así, lo que allí había que hacer era investigación, estadísticas, viajaba como era natural, y aunque no siempre ocurría, de vez en cuando te enseñaban a la causa de mi presencia en ese lugar y el primero fue una mujer asesinada, aunque con dudas, incluso me procuraron todo lo necesario para inmunizarme al estar cerca del cuerpo sin vida, y no acertaba a comprender nada, estaba fuera de mi experiencia.
Me dejaron solo con ella, no he contado algo importante, desde muy pequeño, hablo de tres, cuatro años, todas las noches tenía pesadillas, no las he perdido y ahora son peores en una aspecto, se repiten noche tras noche, me rio de mí mismo, me digo que debo cambiar de cine, siempre ponen la misma peli y es cierto que en nuestra mente habitan dos, el bueno y el maligno. El maligno es el otro yo, ese que me habla desde una postura crítica y le estoy agradecido, ya que me despierta en los momentos peores de las pesadillas, y me habla de vez en cuando, hace una especie de balance, y me avisa de las caídas que tengo.
Anoche tuve otra. Escalera de piedra pulida, donde no vivo, amplio hueco de la escalera, permite ver pisos arriba y debajo, estoy en un rellano, no sé qué hago ahí, sé que no es mi escalera y veo a un pequeño perro, la puerta a su lado entreabierta, mira a la oscuridad, la escalera dispone de sensores que diez pases adelante la luz se va encendiendo, pero en este caso, no, el perrillo ladra de vez en cuando, pero la oscuridad persiste.
Avanzo, pero no subo de nivel, lo que sea está en el piso. La distribución de las viviendas son dos, a mi espalda tres a un lado y tres a otro y al otro lado del rellano lo mismo. Es decir, tres dan a la fachada principal y otros tres a la zona interior, a la zona ajardinada y un pequeño bosque de plataneros de sombra.
Avanzo despacio llegando hasta a una puerta abierta, apenas luz en su interior. Miro del nuevo al perrillo, sigue mirando en mi dirección, atento. Entro en el piso, veo a un hombre de mediana edad tirado en el suelo, levanta una mano de la cual gotea sangre, miro en dirección a su mano, y es cuando descubro la causa del sangrado y del perrillo.
Un enorme perro de color negro, orejas puntiagudas y de mirada enrojecida, babea y de su boca gotea sangre del hombre, le faltan dedos de la mano, con la que intenta protegerse, y el perro negro me descubre, el movimiento es la causa, me mira de la misma forma que al herido, pero yo ya tecleo y hablo, la salvación está en camino, el perro titubea, yo no me muevo y el hombre abatido ha bajado el brazo, se ha apoyado en la pared.
El perro sabe que dispone de dos presas abatidas, ignorando que mi móvil dispone de un sonido, ese sonido hace daño, el humano no dispone de sensibilidad para escucharle, pero algunos animales sí, y este no es una excepción, no le he puesto en marcha, pero su inteligencia es superior, sabe que no tengo miedo, mi pulso no se ha alterado y eso le hace ser precavido, levanta la cabeza y olfatea el ambiente.
Al hombre le digo que retroceda en mi dirección sin separarse de la pared, el perro le mira cuando empieza a arrastrarse en mi dirección y agacha la cabeza, entonces yo doy un paso al frente, el perro se queda quieto y levanta la cabeza en mi dirección, sigue sin comprender que pasa, y ya ha decidido, soy su presa, me ha elegido, el otro va dejando rastro de sangre, como no lleguen pronto se desangrará, tiene una fea herida en la muñeca y pierde mucha sangre, que el perro lame antes de avanzar en mi dirección.
Toma impulso con sus patas traseras y corre a saltos en mi dirección, siento una mano que rodea mi cintura, me hace retroceder, no puedo mirar quien es, el perro ya corre en línea recta, esa brazo me saca al pasillo, vamos en dirección al rellano, y el perro gruñendo aparece en la puerta, y detrás de mí el perrillo ladra, el perro negro frena su carrera y descubre al perrillo, ese brazo que me sujeta me dice que el perro negro piensa que es un rival, me dice al oído que el perro negro le descarta y salta hacia mi garganta, y de repente veo el suelo, las losas del suelo y siento el aire desplazado por el perro negro y su aullido, la cabeza entra entre los barrotes de la barandilla, entre los dos pisos, puedo escuchar cómo se rompe su cuello, el aullido queda truncado por el chasquido de las vértebras quebradas.
Me sueltan, veo sangre en mi pecho, me vuelvo y miro quien ha sido mi salvador, es el hombre que pierde mucha sangre por su muñeca, y mi otro yo, el maligno me despierta, sudo a mares….
El caso es que algo tenía que hacer, primero destapé su rostro. Fue guapa en vida, rasgos fuertes y deduje que había sido una mujer de carácter, no una sumisa esposa. Sus labios eran atrayentes aun con la imagen de la muerte, descubrí un poco más, hasta los hombros y ahí mi mente se disparó, me gustan que las mujeres descubran sus hombros, más que me enseñen los pechos, algunas lo hacen..., sin querer, otras separan las rodillas envuelto en un acto reflejo que nosotros descubrimos. Los hombros son un potente imán para mi mente, quedé maravillado, sonreí sin querer y en ese momento la mujer abre los ojos, mira al techo y luego mueve la cabeza, me mira, enarcando las cejas carraspea levemente.
- ¿Qué lugar es este?
Yo me quedé mudo de asombro, y más cuando sus pezones se mostraron debajo de la sábana que la cubría. Decidí seguir adelante, empecé a pensar si se trataba de una broma de mis nuevos jefes. Este primer caso serviría para mostrar mis cualidades y errores. Enfrentarte a lo desconocido.
- Tengo que averiguar la causa de tu muerte, parece que hay dudas en varios sentidos.
- Yo no estoy muerta, fue un desmayo, los tengo a menudo. Cuando los problemas me sobrepasan, mi mente cierra todo el cuerpo, sin excepción. ¿Y mi ropa?
No variaba el gesto de su rostro y yo empecé a preocuparme. Miré la ficha de entrada, es una base de datos anatómica interna, donde los aparatos conectados dejaron datos hasta su muerte cerebral.
- La muerte fue a causa de un traumatismo cráneo encefálico severo. ¿Te mataron?
La mujer se incorporó apoyándose en los brazos doblados, en los codos y eso hizo que la sábana se deslizara hasta la cintura, dejando al descubierto dos pechos increíbles, bien formados y sus pezones endurecidos, supuse el frío de la sala.
- No has acertado nada, tan solo el final de la segunda palabra Fálico. De falo, de polla para que te enteres.
Debí ponerme colorado, pues mis mejillas subieron de temperatura.
- ¿Tienes sed? – Pregunta tonta.
- ¡Si! Y me estoy meando.
- Hazlo sin temor, la mesa tiene sumidero, esta noche te van hacer la autopsia.
- ¿Qué me estas contando?, si estoy viva.
- No, no lo estás.
- ¿Cómo lo sabes?
Y solté una estupidez.
- Puedo hablar con los muertos. No, aclaro, con los no vivos, que no es lo mismo. Aparte de la catalepsia, anemias y falta de melanina, y otras causas que ignoro, pero eso ya no es problema, hay medios.
- ¿Me han traído hoy? – Preguntó molesta por algo.
- Tu informe tiene fecha de una semana, ocho días para más detalle.
Se incorpora sentándose bien, y pasa las piernas por encima quedando colgadas de la mesa.
- Supongo que estaría pudriéndome y yo no me huelo mal ¿Y tú?
- No, tampoco, hueles a algo aséptico, acabo de llegar y lo ignoro todo de la muerte de los humanos.
- ¿Y qué hacemos?, yo no quiero que me abran.
- ¿Y tú palidez? – Pregunté por una duda que tenía.
- Yo nací pálida, mi padre bromeaba respecto a mi madre, decía como broma, que mi madre había muerto de improviso, el intentó reanimarla y no lo conseguía y en su desesperación la echó un polvo estándar, de emergencia, y cuando llevaba cosa de media hora, ella respingó con un ronquido aterrador, mi padre siguió su loca carrera y en ese momento se corrió dentro, quedando encima de mi madre exhausto.
- Sorprendente revelación, tengo que ponerlo en el informe, puede que sea hereditario. Aunque puede deberse a los vasos sanguíneos subcutáneos ya que hay un signo de interrogación en datos, ¿tus padres informaron a los médicos?
- No, mi padre estaba asustado, pero mi madre más, acojonada diría, sabía que había regresado de la muerte y no sabía cómo asumirlo. Tengo hambre.
- Espera un poco, tengo un plan, voy a revisar la base de datos de casos pendientes, voy a sustituirte por otra, he observado que siendo novato me dejan de la mano, iré a por ropa, alguna enfermera se va a cabrear esta tarde.
Salí asustado del quirófano, espantado por la situación, pensaba que era una broma, pero aun así decidí seguir el rollo, aunque lo hacía porque en mi barrio había una chica con la piel muy blanca, las cabronas de sus amigas decían, que se bañaba en leche y que solo ingería semen.
Seguí las indicaciones de las flechas, me llevaron a los dominios de las enfermeras, recepción, la tía de turno levantó la mano, para que me detuviera, lo hice, se incorporó husmeando la identificación de plástico, tenía ribete azul, color importante ya que no se pasó de rosca.
- ¿Qué hace por estos andurriales? – Preguntó sin soltar la identificación.
- Busco a una enfermera, necesito que me ayude con un caso. Y a qué se debe la piel blanca, muy blanca.
Aclaro un detalle, cuando miento, procuro que el marco sea cierto, yo buscaba una enfermera, la enfermera lleva uniforme y el uniforme se le puede quitar quedando en ropa interior, ella puede llamar a esta perro de presa y decirle que me de ropa que se la ha manchado con al abrir el cadáver, algo normal supuse y de esa forma la mentira es casi una verdad, el único escollo es la enfermera, que clase de mujer sea, tengo argumentos con la muerta viva, seguramente tenga que meterla en el equipo, ya que las necesitaré.
- Un momento.
La perra de presa tecleaba deprisa, pasó dos pantallas, lo sé porque seguía el moviendo de su dedo en el ratón, soy muy detallista.
- Su status me avisa, darle lo que pida ¿Cómo le gusta que sea la enfermera?
Se me abrió la boca, seguro que puse cara de gilipollas, ya que ocultó cierto desdén en su mirada.
- Sobre todo práctica, que sepa tirar por la calle de en medio cuando empiecen a surgir problemas.
- ¿Gorda, delgada, gótica, emo, verdulera, fría, seca y portera de edificio?…
De nuevo me miró sin perder esa sonrisa de poder. Yo flipaba, pensaba que me tomaba el pelo.
- Disculpe, no me creo lo que termina de decirme ¿Puedo ver la pantalla?, pienso que me toma el pelo.
Lo dije empleando un tono suave, para no molestar, la tía desprendía poder. Asintió con la cabeza, moviendo el sillón con ruedas, dejándome espacio. Y en efecto, en una esquina estaba mi credencial, x de colores parecía ser el status.
La miré, mostraba un poco los muslos, juntos y los pies cruzados, su mirada expectante, calculadora, supo de mi repasito por su cuerpo, sonrió de forma pobre, dudaba de mi poder, moví ficha.
- ¿Señora o señorita? – Pregunté sentándome en otro sillón, correspondía al mostrador, le giré quedando frente a ella.
Sorpresa, tragó saliva varias veces, una arruga en su frente.
- ¿He hecho algo mal? – Temor en su tono.
Yo me recosté un poco, quise desprender poder que llegó a ella, su arruga se duplicó. Temor en su gesto. Hizo una pregunta.
- ¿Enmascara a un inspector de servicio?
- No, tengo un caso difícil, y preciso de una enfermera, pero no de una cualquiera, que sea algo especial, no me importa su físico, que sea de estatura normal, como usted me sirve y que sepa tomar decisiones, soy de los que dejo trabajar, no suelo estar encima…., por esa causa.
Dejé caer una corta pausa, doble sentido de estar encima. La perra de presa se mojó los labios, pensaba, la arruga desapareció. Supuse que mis palabras de como usted me sirve, le serviría de mensaje.
- Me tiene un poco despistada, veo mensajes encubiertos, y no soy tonta ¿Quiere algo que nadie deba saber?
Ahora la arruga la pasó a mi frente, escondió una sonrisa y su mirada se tornó hostil. Y como siempre dije, la verdad es el mejor camino.
- ¿Dispone de palabra de honor?
Mordí las palabras acercándome con la silla a su lado. Nuestros rostros estaban muy cerca.
Titubeó, duda en su mirada y mi cercanía la turbó, Vetivert de Puig hace su trabajo entrando por…, la nariz.
- ¿Habla de secreto profesional?
Su voz fue ronca, volvió a tragar saliva. Acerqué mi boca a su oreja, ella se envaró.
- Lo que usted y yo hagamos no puede, ni debe salir de nosotros, mi trabajo va más allá de la muerte y si me traiciona, pediré al STFF que usted me sea asignada, su trabajo será desenterrar cadáveres. Trabajo de campo si quiere verlo de esa forma. Y como premio si lo hace bien, en la noche de los difuntos, la llevaré conmigo a una fiesta en un antiguo cementerio, música especial, danza, poesía e incluso un polvo sobre una lápida de hace dos siglos o más, pero la noche no termina ahí, después hay subasta de mujeres, es decir, que puedo cambiarla por otra más joven.
Rompió a sudar, vi como un fino hilillo descendía por la sien, respiró profundamente sin moverse.
- Seré una muerta para los demás, tendrá lo que necesite.
Sin moverme seguí hablando.
- He resucitado a una mujer muerta, está desnuda y necesito el uniforme de enfermera, aunque no lo crea y poco me importa, es vital para mis investigaciones, supongo que podrá ver que tengo carta blanca ¿Es así? – esperé respuesta.
Asintió con la cabeza rozando mis labios con la oreja, se apartó deprisa.
- Y esto que termino de informarle si sale de usted, morirá. Tengo asesinos en nómina, mi jefe supremo me ha dado armas para todo, mi trabajo nadie, ni él debe saber cómo consigo los objetivos que me ordena el STFF ¿Alguna pregunta?
Movió la cabeza negando y de nuevo su oreja rozó mis labios.
- Si le parece bien, puedo ver cómo es su físico y le entregaré ropa de su talla, puede llamar la atención de seguridad y necesitará algo más que un uniforme, incluso una credencial falsa, llevará mi código de reconociendo y podrá entrar en todos los lugares normales, el color de la credencial indica que puertas puede abrir.
- Perfecto, lo dejo en sus manos. Anote una cruz invertida en su cédula personal, es mi impronta en su status, clave FF. Dispone de medio minuto.
Me apartó con su sillón, accedió a su pantalla y tomando la impronta de mi credencial la fue arrastrando hasta la suya. Hizo una llamada telefónica y apareció una enfermera, le cedió el sillón y me siguió hasta el quirófano, la pálida mujer seguía sentada en la mesa de operaciones.
Su rostro fue una máscara, temblaba ligeramente, observó el entorno, la hizo bajarse de la mesa, comparó su estatura con la suya y desapareció.
- ¿Quién ese palo? – Dijo con gesto cansado.
- Nuestra llave, tu llave, ha cobrado un precio muy alto, este mes cobrará el doble de lo cobra habitualmente al margen de otros beneficios que poco a poco se irá enterando, yo no muevo ficha sin tener lo que quiero.
- ¿Y qué pasa conmigo?
- Serás de nuevo una mujer normal.
- ¿Saldré de aquí?, y lo que me aterra es que si en vez de ser tú, es uno de esos forense cuadriculados.
- En el STFF hay gente de alto nivel, saben que la vida no es como parece, hay muchos misterios y esos misterios pueden resolverse en su beneficio, y los descubren gente con problemas de diferentes índoles, y creo que no debo revelarte más cosas, algunas te pueden llevar a la locura.
- ¿Y qué debo hacer a cambio?
- No sé nada de ti, ni de tu cuerpo. Esa pregunta ya me la han hecho y mi respuesta ha sido inquietante para ellos, les dije que tú puedes ser el primer paso a seres helados.
No dije más, su silencio me dijo que esperaba más, dije que había que hacer pruebas y buscar hombres con las mismas características y probar si pueden reproducirse, al margen de las defensas que tengas en tu cuerpo, quizá puedan servir para todos nosotros.
- Como teoría no está mal, pero te diré algo importante y que puede hacer tambalearse tu teoría, mi vagina está seca, tan seca que me empieza a molestar.
- Cuando vuelva con la ropa se lo diremos.
Y en ese momento entró, la tía se movía deprisa.
- He escuchado, ahora volveré con algo especial, lubrica y se queda, no escapa aunque estés de pie, analizaré si queda cerrada del todo, pero viendo tu piel, tú no has muerto.
Soltó deprisa sin mirar, quería decirme que de resucitar nada, volvió a marchase, deprisa. Ropa de calle y un uniforme de enfermera diferente, de las transcendentales, nadie osa molestarlas, entran y salen sin pasar control alguno.
Llegó con un tarro y un tapón que casi me río. El tapón era parecido a un pequeño falo. Se puso otros guantes y la acostó en la mesa, separó sus muslos, y presionó el tarro, una masa transparente apareció en el fino agujero, se mojó los dedos y embadurnó la entrada de la vagina, luego puso ese tapón con forma de falo y lo fue introduciendo despacio, a la vez que presionaba, ella se removió ajustándome al movimiento del artefacto, hasta que llegó al fondo.
Ese pequeño falo empezó a ser extraído, despacio y luego vuelta a penetrar hasta el fondo, lo dejó quieto, vuelta a salir, esta vez casi del todo y se volvió mirándome.
- Sería conveniente que sus dedos rozaran sus areolas de sus pechos, lentamente y sin rudezas. Cuando su cuerpo muestre su conformidad, lleve una mano a la vulva, pero antes roce las ingles, lentamente, como si buscara, a continuación vuelva al monte de venus, presiónele un poco, y por ultimo encuentre el clítoris, pero hágalo de abajo a arriba, se llevará gel y supongo que sabrá qué hacer cuando llegue a él, pero debe estimar el tamaño, de esa forma ella le informa del nivel de excitación que tiene, supongo que todo lo que he dicho no será nuevo para usted.
No dejó de sorprenderme, la miré en silencio.
- ¿Por qué? – Pregunté extrañado.
- Por qué ella es una mujer y usted un hombre. Eso en el cerebro cuenta, por otro lado la gustará más que le meta mano un tío, la excitará mejor que yo, yo no sé lo que piensan ni sienten los hombres en esos instantes.
- Antes de que se marche, hay que comprobar que todo su cuerpo funciona. Dejarán un equipo completo en el pasillo, no es anormal en algunas autopsias.
Mis dedos humedecidos en ese óleo, rozaron ligeramente el clítoris, dejé los dedos en él. La mujer no se movió, la enfermera me dio un toque son su codo, de nuevo los moví, esta vez procuré que quedara entre mis dedos, su cuerpo se movió ligeramente.
- Vaya despacio, ha cerrado los ojos, antes miraba al techo expectante.
Seguí el movimiento como de pellizcar hacia arriba, apresarle con la yema de los dedos y resbalar hacia arriba. Ya su cadera se movió, reaccionaba como es debido. Ella retiró el falso pene y al sacarle del todo, la mujer soltó aire, parecía funcionar bien, aparté los dedos, la enfermera me miraba.
- ¿Ocurre algo? ¿Algún problema?
- ¿Y yo ¡Qué!?
La miré sabiendo la respuesta de su pregunta. Se había puesto en marcha.
- Me he empezado a mojar, miraba sus dedos y yo les sentía en mi clítoris.
- ¿y? – Pregunta tonta por mi parte.
- En el pasillo hay comida camuflada, mientras come aquí, tú y yo vamos a otro lugar donde nadie nos molestará y allí me echas un polvo, pero sin prisas. Me he tomado la libertad de avisar que esta zona queda restringida por muestras de tránsito cerebral, puse código oculto que deberás explicar.
Llevó a la mujer a una sala contigua, le puso la comida y le dijo que empezara a comer. Yo las veía desde el pasillo, la puerta la había dejado abierta, era espabilada, antes de dejarla sola quería ver como asimilaba la comida, podía haber rechazo, pero no, le costó tragar al principio, pero la ayuda del agua con secretos en su interior, la etiqueta 9Nhet la memoricé, se atragantó un par de veces, y ya tragaba de forma normal.
La enfermera me llevó por varios pasillos, no lejos del depósito, me dijo que era su territorio, nada más entrar encendió una lámpara empotrada encima de la puerta, color rojo, no molestar por nada.
- Ahora, te mostraré mi agradecimiento.
Hoy has cambiado mi vida, ahora tengo horizonte, ya no soy una pieza más del diabólico juego que hay en este edificio y tú me has dado una oportunidad que jamás pude pensar.
Te confesaré un secreto, en este mismo lugar dañaba mi piel hasta que sangraba, pedía una señal, mi vida no tiene, ni tenía sentido y he sido escuchada, me gustaría que la noche que decidieras tenerme en tus brazos, me contaras tu historia, quien eres y la causa de estar aquí.
Levantó la tapa del portátil, tecleó deprisa. Y………………………………..
… Dynoro - In My Mind (LYRICS) Bass Boosted ft Gigi D'Agostino.Mp3 .
Me quitó la ropa sin mediar palabra, y allí mismo se desnudó y tirando de mi mano, me llevó a otra sala, era un cuarto de baño enorme, y me hizo gracia algo que repitió varias veces, olisqueaba mis axilas. Al chorro de una fina lluvia, recorrió mi cuerpo con una enorme y suave esponja, de vez en cuando besaba mis hombros, mi pecho, dejando para el final el sexo.
…….. ¡Los sueños que tenemos!
……. ¡El amor que compartimos!
……. ¡Es por eso que estamos esperando!
Me pidió que me pusiera en pie, ella se arrodilló frente al pene, le agarró con suavidad, retiró el prepucio despacio y lavó con un gel espumoso, y rápidamente dejó que la fina lluvia se le llevara, después le introdujo en su boca lentamente, parecía una estrecha vagina, y cuando estuvo rígido, retrocedió sacándole de la boca.
- Ahora bailaré para ti, me he dado cuenta que lo que son las mujeres para ti, pocas podemos descubrirlo, por eso me comportaré como a la mayoría les gusta, pero solo ahora. Y responde, dime una sola palabra, será mi sombra en la danza.
Miré el entorno, sentí cierto desasosiego, el estar desnudo me lo produce, parece que careces de escudos, se utiliza habitualmente en torturas físicas. El sonido era envolvente, sabía hacer las cosas, y hasta ahora todos sus movimientos habían sido precisos, sin dudas ni errores, pisaba fuerte y no dejó pasar la oportunidad, y en el fondo valoré sus deseos y ella correspondía, fue cuando pensé si ya sabía todo lo que estaba por llegar, y me gustó que sabía moverse deprisa, más adelante le daría una sorpresa.
La oscuridad reinó, y un fino rayo de luz violeta parecía flotar en el aire, y el ambiente se mezclaba, entre finas nubes blancas en forma de columnas, que se mezclaban con el rayo violeta, fue cuando vi su sombra, avanzaba despacio, paso sobre paso alto, elevaba las rodillas, como si escalara grandes escalones y en un punto retrocedía, se arrodillaba y gateaba, despacio, llegando a mi lado, detuvo su marcha, acercó su rostro al mío, sus labios se unieron a los míos y su lengua entró en mi boca, empujó con suavidad, tuve que echar atrás los brazos y sujetarla, pero no, se echó encima, sus brazos sujetaban mis costados, y quedó encima, sin separarse, fue un beso extraño, secó mi boca separándose, detrás un halo escarlata entre nubes bajas, de suave aroma penetrante, empecé a sentir cierta sensación de flotar.
Ella se recostó a mi lado, besaba mi cuello, y los labios recorrieron mi cuello hasta el nacimiento del hombro, allí sus labios dejaron paso a sus dientes, que se clavaron, pensé que su tacto no funcionaba, en mi mente señal de alarma, sus dientes parecieron morder la presa, sentí la llegada del dolor, y como ella absorbía, lamía la herida, ascendió hasta el oído, y susurrante me dijo.
- Quería tu sangre, sabía que no lo impedirías, tu talante habla de ti, y esa especie de impasibilidad, hermana de la firmeza me hizo pensar en aprovecharle. Sé que me has observado y tomado una decisión conmigo, y sé que ves lo que otros no ven, dispones de algo indescriptible para mí, y por eso quiero demostrarte que nunca te fallaré, nunca.
Su mano abierta, lentamente descendió hasta la ingle, sus dedos las recorrieron, y la desvió hasta el pene, este reaccionó. Su mano le mantuvo pegado a mi vientre, y su mano hizo un suave movimiento ascendente y descendente. El pene llegó a su máxima erección, entonces ella modificó los dedos, y en el segundo movimiento, el glande quedó al descubierto, su mano no llegó a él, fueron dos dedos, junto al frenillo, el borde de las uñas de dos dedos rozaron la parte encima del frenillo, muy despacio, en mi mente, esa parte fría, donde me escondo muchas veces, me dijo que la tía sabía más de lo que pensaba, tenía conocimientos, como decirlo, pensaba en las palabras adecuada.
Si, disponía de experiencias diferentes, no comprendía como sabía que me estaba produciendo la antesala adecuada, que me gustaba, sentía esa lejana sensación de bienestar, con promesa de algo diferente, ya que mi placer sexual siempre ha sido uniforme, pero esto era diferente. Parecía leer mi pensamiento.
- No te muevas. Y no me toques, no lo tienes permitido.
Ella torció su cuerpo apoyándose en mi vientre, me daba la espalda. Y mi mente tuvo unos segundos de bloqueo, ya que sentí sus labios en el glande y sus dedos en la ingle, de su boca escurría saliva que sus dedos recogían recorriendo el entorno.
Y sentí como adentraba el pene en su boca, muy despacio, le mantenía profundamente y despacio retrocedía, y fuera de la boca, su lengua rodeaba la parte baja del glande, incluso la punta de la lengua tocaba un punto, y empecé a sentir la llegada del delicia, y vuelta al interior de su boca, su lengua debajo acariciaba a ambos lados del frenillo, sabía, si sabía.
Recuerdo la primera y segunda paja que me hicieron, fue una compañera del instituto, no era una ignorante, antes se había instruido y me lo demostró. La primera siempre era rápida, en el fondo lo pedimos aunque no dijéramos nada, ella ponía mi mano dentro de sus bragas, por un lado del muslo, y yo, torpe pasaba los dedos sin control, me gustaba sentir el vello, y su humedad, pensaba que tenía calor, hasta que un día me tiró de las orejas y me explicó, me queda un grato recuerdo de ella, es una tía importante, y gana pasta.
La Primera paja fue rápida, tenía poco semen, ya me advirtió, cuidado con meterla, que no me controlaba, y estaba en poder de la razón, y la segunda paja que no fue ese día, fue al siguiente, dijo que tenía interés que cantidad había recuperado, pero esta vez lo hizo muy despacio, aunque no hubo felación, y me dijo que no tenía ninguna gana de que me corriera en su boca.
Y supo mantener mi anhelo, cuando veía que mi respiración se aceleraba, su mano se movía muy lentamente, incluso hacía paradas, yo calibraba que ese gustillo que sentía, se acercaba al malestar por sus pausas, aunque no lo eran, y cuando comprendió mi sufrimiento, hizo algo que me agobió, ya que en un preciso momento, como ella miraba mi rostro, sabía cómo estaba, acercó sus labios al glande y le rozó con la punta de la lengua llena de saliva y se retiró deprisa, pocos segundos después el semen escapaba, casi le llega al rostro, lo miraba de muy cerca.
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Y de nuevo su mano se movió, eso hizo que me estremeciera de gusto, dijo que estaba escurriéndole como si fuera una bayeta. Pero ella nunca supo lo que sentí cuando vi sus labios al glande, eso me produjo una reacción en cadena, como un chispazo del placer, ese segundo de ansia que tengo, que una vez que pasa me parece que ha sido poco y algunas veces se revierte, paso del placer a algo desagradable, como falto de algo más, que hasta ahora ninguna ha sabido de que hablo. Alejé el recuerdo, esta tenía muchas cosas diferentes, agarraba el pene de forma diferente, al menos eso me parecía y una de sus manos, sus dedos estaban en los testículos, parecían buscar algo en su interior que no comprendí.
Se sentó en el agua, y tiró de mí y situándome entre sus muslos separados, me dijo que la penetrara despacio, quería paladear esos segundos. Y así lo hice, cuando apoyé las rodillas en el fondo, me llevé una sorpresa, el fondo parecía enmoquetado con goma, casi mejor que un colchón, gimió cuando llegue al fondo, me sujetó con sus piernas.
- Espera, no te muevas, hazme sentir la sensación de ser tuya, entregada y quiero quede en mi memoria. Intenta eyacular, ese movimiento me gusta sentirle.
Lo hice, ahora era su esclavo, pero en el futuro la iba a necesitar más de lo que pensaba, y por esa causa tenía que quedar satisfecha, no, mejor, altamente satisfecha.
- No pensarás que esto termine así – Dije en su oído.
- No entiendo.
- ¿Qué responderás si te llaman?
Cerró sus talones por las corvas, inmovilizándome dentro de su vagina.
- Aunque no me creo que puedas resucitar, si reconozco que desprendes misterio.
- ¿Cuánto tiempo llevas, llevabas sin sexo?
Empujó levemente, ajustando su postura mejor.
- El sexo no es importante, para mí es la compañía, alguien a mi lado, un hombre que haya escogido, apartado de los demás, entre vosotros os infectáis, no hablo de enfermedades, me refiero a usarnos y tirarnos, así de simple.
- Responde – Insistí.
- Eres un ser encerrado en ti mismo, aislado, me has penetrado pero aun teniéndote dentro, te siento lejos, distante.
- ¿Y no se te ha ocurrido pensar, que ellos pueden saben que hay encima de esa mesa?, y sea una prueba, algo así de estudiar mis reacciones y decisiones que tomo.
De nuevo se movió, me atrajo hasta pegar su cuerpo al mío y al oído me habló.
- Llevas razón, es extraño todo, aunque pienso que ellos saben de ti todo, mientras que tú de ellos nada. No sé qué conocimientos puedes tener que les haya interesado. Pero dejemos las palabras, ahora quiero sentirte, quiero valorar tus embestidas, pero ve despacio, tengo que paladear tu pene dentro, despacio recórreme abriéndote paso en la vagina, llegando hasta el final y muy despacio retrocede, a cambio, yo te abrazaré con fuerza, y acariciaré el glande, le abrazaré para procurarte placer.
Me gustaron sus palabras, y me moví ligeramente, muy poco, ella lo permitió aunque persistía su presa. Relajó su presión y despacio retrocedía, pegó sus labios en mi oído y susurró que así le gustaba, y lentamente el glande salió fuera del anillo vaginal, ella gimió, y pasé dentro, pero solo el glande, nada más pasar en anillo me detuve, ella empujó despacio. Y conteniendo la respiración dijo.
- Nunca había sentido dos veces esa sensación, es como si me desfloraras de nuevo, esa forma de sentir como me abres a tu paso, me has hecho temblar de gusto.
Era cierto, la vagina estaba muy humedecida y ella removía su cintura, procurando armonía con el movimiento insinuante de su cuerpo. Y pude sentir cierto estremecimiento en su vientre, no dudé que fue. Al oído me dijo.
- Me has producido el primer orgasmo, pero nada comparado con experiencias anteriores. Siento un calor diferente en mi cuerpo.
Mi mano separó levemente nuestros cuerpos, y mis dedos buscaron el clítoris. Nuestros cuerpos se separaron.
- No, no le toques, después, tengo un plan, llevo mucho tiempo si varón y quiero todo pero a su debido tiempo. Tu placer dura nada, el mío mucho, pretendo alargártelo.
Cerca de la bañera pegado a dos paredes, había una especie de tatami, barras en las dos paredes y parecía utilizado. Y en el tatami se acostó, enarcó las cejas diciéndome.
- Sé que no es el momento, pero tengo un sueño, y pienso que el destino es bueno, no muy bueno conmigo. Sé que no te vas a inmutar.
No encontraba trabajo, hasta que el destino se fijó en mí y esa tarde el motor del coche se detuvo, afortunadamente esa carretera tiene poco tránsito y aprovechando la inercia entré en una explanada, resultó ser el aparcamiento de alguna empresa, era un edificio antiguo aunque conservado, entré en él, en recepción una monja me hizo un gesto con la mano que me acercara y sorpresa. * Se retrasa – Dijo la anciana – El paciente está impaciente, lleva más de media hora de retraso, sígueme, deprisa.
Y la vida me ha enseñado a no sorprenderme de nada, la seguí por un largo pasillo, era en la misma planta baja, pasamos por delante de mortuorio, eso me sobresaltó un poco y la anciana se dio cuenta y me dijo llenándose de razón. * La planta baja es la de “Críticos”, los que están en la última etapa de su existencia humana y procuramos que sea lo mejor posible, aunque supongo que no le digo nada nuevo, pero si le ruego que sea compresiva, él es un viejo soldado, nunca se casó, en su escrito dijo que era un desperdicio casarse, tener solo una mujer, el no, él ha tenido muchas, demasiadas, pero que no se arrepiente de nada. * ¿Qué me quiere decir? – Pregunté con dudas. * Que ha sido mujeriego, por tanto no se sorprenderá de su actitud.
En ese momento entrabamos en un ala del pasillo, llegamos al final, abrió la puerta, entramos en una habitación de las de antes, espaciosa. Una sola cama, una mesilla y material médico.
Dos butacas y entre las dos una mesa redonda. Y cerca de la pared un pequeño frigorífico como el de los hoteles. Nos acercamos a la cama, el hombre estaba sentado con las piernas colgando, sus zapatillas muy cerca del suelo.
Dos grandes ventanas entre el cabecero de la cama y en la pared de la derecha una puerta abierta, era el baño. La habitación no olía a nada, ambas ventanas estaban entreabiertas, el aire entraba sin problemas.
El hombre giró la cabeza en nuestra dirección, deduje unos setenta, pensé que joven para morir. Y mis pensamientos fueron rotos por la anciana.
- Nada de nombres, mujer te presento a un hombre, déjale satisfecho, paga generosamente. Es el primer caso que tenemos, por tanto será necesario que después hagas una declaración por escrito de todo, sin omitir detalles, precisamente lo que más importa, y no olvides nada de las reacciones que tenga el hombre.
- ¿Informe o memoria? – Pregunté un poco extrañada.
- Mejor como si fuera tu diario personal, también interesa tus pensamientos, tu sentir, y la experiencia con este viejo soldado, mujeriego sobre todo.
Asentí con la cabeza, poco después entró una criada, vestí de gris oscuro, dejó una caja encima de la mesa, me dijo que ahí había todo lo necesario, y ambas dos salieron cerrando la puerta sin hacer ruido.
Dejé el bolso en uno de los sillones, me quité el chaquetón poniéndole encima del bolso y abrí la caja. Tenía todo lo necesario para sexo. Le miré, el me miraba con gesto ausente, como si fuera un mueble, era el momento de moverse.
- ¿Cómo quiere que se nuestro tratamiento?
Movió la cabeza a un lado, me miró ladeando la cabeza.
- ¿Eres una puta? – Su voz era desagradable.
- No, no lo soy. Yo no cobro por sexo – Respondí en el mismo tono.
- Pues ahora si vas a cobrar – Tono quisquilloso.
- ¿Qué pretende? – Tono cortante por mi parte.
- Cabrearte, cuando me hagas la paja, quiero que estés enfadada conmigo, me gustan las mujeres hostiles.
- No es necesario, soy una mujer tranquila.
- Pero yo quiero una puta cabreada, eso me excita.
Decidí cambiar la dirección de la conversación.
- ¿Aún tiene erecciones? – Tono normal.
- De vez en cuando.
- ¿Cuándo?
- Utilizo a la sirvienta, le digo que se baje las bragas, con esa visión inicio la erección, hay veces que no sirve de mucho, pero a la chica le pago dinero y su mano lo consigue.
- ¿Le dura?
- Poco, le da asco y no lo oculta. Sé que me llama leproso.
- ¿Qué desea que haga?
- Primero ver su cuerpo, dejarme que le toque las tetas y su chocho – Le interrumpí.
- Yo no tengo chocho, se llama vulva. Es usted un ignorante de mierda. Tenga más respeto.
El hombre con su cabeza ladeada, sonrió levemente.
- ¿Eres mujer de carácter?
- No, simplemente que sea respetuoso.
- ¡Bien!, en el armario hay un sobre, cógele es tuyo.
Fui al armario, abrí las dos puertas y en efecto, había un sobre. No estaba cerrado, la abrí. Varios billetes sujetos con un clip. 500€, y una nota.
Como es la primera vez, deseo que me de placer, no importa lo que haga, si me deja satisfecho, jugaremos a los dados. Los dados, son figuras geométricas, del 1 al 20, son icosaedros. Y el juego trata de lanzar dos veces, una tú y otra yo, el que saque mayor puntación se lleva el dine ro.
- Quiere decir que puedo no cobrar.
El viejo sonrió más ampliamente, negando con la cabeza.
- Quiere decir que no solo puedes no cobrar, me tendrás que pagar, aunque la cifra del dado coincide con los euros, es decir, yo pierdo 500 y tú solo 20, tan solo es darle un poco de interés al sexo.
Dejé el sobre en el armario y me desnudé deprisa, el seguía con la cabeza ladeada. Me acerqué a la cama, el viejo movió la cabeza asintiendo. Le quité la bata que llevaba, no llevaba nada más. Acostado le dije abriera la boca, miré su dentadura, pssss, y sobre todo el olor, pssss, pasable, me dijo que se lavaba los dientes todas las noches.
Le acosté de lado, giró la cabeza mirándome sorprendido, le dije que ahora le tocaba el turno al ano, comprobar que estaba limpio. Enarcó las cejas.
- Esta mañana me han bañado, incluso lavado a parte la polla con un gel.
- Su nombre es pene no polla, ignorante. No se mueva.
Cogí el flácido pene, debió de tener buen grosor, demasiada piel arrugada, retrocedí el prepucio, el viejo se movió ligeramente. Su color parecía normal, le puse bocarriba, y utilicé las dos manos, dejé el glande descubierto, le olisqueé, si tenía cierto olor aséptico.
- Me gustaría unas chupadas al principio, me pone, pero me pone por qué a muchas les parece humillante y eso es lo que quiero, que te sientas humillada chupando la polla de un viejo.
Le miré desde mi posición, tenía abundante vello en el pecho, era peludo, ya que el vello llegaba hasta las rodillas, tuve que poner los dedos abiertos para que no entrara ninguno en la boca. Y le hablé de mi estrategia, pasando por alto sus denigrantes palabras.
- Esto es un ensayo, me llevo los 500 y sin juegos, cuando termine hablamos de lo que ha sentido, solo de eso, del nivel del placer que ha sentido, es la primera vez que estoy un viejo.
Y sin más pasé la lengua por el glande, era minúsculo, le humedecí con saliva, aunque en la caja había gel para esto. 500 me pareció un precio alto, por tanto debía ganármelos.
El viejo se removió, sus manos aferraron las sábanas, y el glande empezó a reaccionar, se hizo un poco más grande, y el color enrojeció levemente, antes era una mezcla de blanco y rosa claro.
De nuevo le rocé con la lengua, el viejo gruñó separando los muslos. Fue cuando presioné con los labios, les separé un poco y el glande estuvo aprisionado por los labios, que apreté a la vez que el glande entraba en la boca, el viejo gimió elevando la pelvis, puso su mano derecha en mi cabeza, y gritó.
- Espera, espera, no hagas nada más, que me corro.
Abrí la boca y le saqué, sujetándole con la mano.
- ¿Aun produce semen? – Pregunté extrañada.
- De muy tarde en tarde.
- ¿Qué enfermedad tiene?, y moví mi mano, preliminares de una paja.
- Me matará un derrame, eso dijeron, pero no lo aseguran, por eso me tienen en el pasillo de la muerte, pero se joden, estoy durando más de lo que pensaba.
Su pene creció un poquito, no tenía la rigidez mínima para entrar en la vagina, se doblaría. Y seguí despacio, de nuevo mojé el glande y el movió la cintura con gemido lejano, dijo que le gustaba.
De nuevo le humedecí el glande, elevó a la pelvis pidiéndome que se la chupara, que era una zorra muy lista. De nuevo pasé por alto el insulto. Yo pretendía algo que un amigo me contó, su problema era el alcohol y de follar nada, sus erecciones eran bajas.
El pene de viejo creció pero su grosor era el mismo, y sacándole de la boca, con la mano izquierda agarré los testículos y con los dedos apreté el nacimiento del pene, ocurrió que la zona del glande tomó la medida adecuada, si fuera más largo entraría en la vagina, le di unas cuantas chupadas y le dije que mirara su polla.
Abrió mucho los ojos, el glande había cambiado de color, de una rojo a un rojo amoratado. Que solté por la congestión de la sangre y volví a repetir la acción, sonrió jadeando.
Había llegado el momento, metí el glande en mi boca y dentro le moví, el gimió con el cuerpo agitado, su respiración se aceleró muy agitada, elevó la pelvis ahogando un grito y apartó mi cabeza, el glande estaba azulado, él lo miraba, y si, al movimiento de la pelvis, salieron un par de gotas, transparentes, incolora.
Quedó tumbado, su cuerpo vibraba y la respiración era entrecortada, pensaba si era malo para su dolencia.
Me vestí deprisa, era el momento de escapar.
- Eres una buena zorra, te has ganado la pasta. Me has dejado muy bien, y sobre todo sabes tocar la polla, y me he sentido joven al ver el tamaño, yo tenía casi veinte de largo y casi tres o más de diámetro. Cuando la metía, la mujer gritaba de placer, solo con meterla, sin hacer nada más, una de ellas me dijo que le había hecho separar los muslos.
Cogí el sobre, me acerqué a él, y toqué su mano izquierda que aun aferraba la sábana y le dije adiós. Salí deprisa sin mirar atrás. Llegué a recepción y la anciana me chistó, que me acercara.
- El soldado me ha dicho que quiere que vuelvas la semana que viene. El lunes, a la misma hora, que habrá cambios.
Y eso es lo bueno, lo malo es que hay una chica que te espera afuera, en el aparcamiento y asegura que era la contratada no tú. * ¿Qué le ha respondido usted? * Que no hubiera llegado tarde, y como vimos que el soldado estaba muy bien atendido, le dije que esperara fuera.