6. Actualidad... – ¿Mi futuro esposo?

Entre viajes... con despedidas y reencuentros de una pareja que está llena de pasión... y ¿Por qué no decirlo? Sexo puro y rudo.

AUGUST

Mis días con mi novio y mi cachorro al que el forzosamente él lo llamaba nuestro hijo eran geniales, paseando en el parque, de compras, cenando, alguna que otra noche salíamos a la disco o así fuese una noche de películas abrazados... sentíamos que era perfecto tenernos el uno al otro. Pero, obviamente no todo era color de rosas, ni en el cielo se veían arcoíris dobles, ni comenzaba a llover escarcha y coro de ángeles... Teníamos nuestras estúpidas discusiones – y las llamábamos así porque ambos nos comportábamos como los tontos chicos quinceañeros de antes –, sobre quien tenía el control de la televisión, quien se comía los chocolates y dulces del otro sin permiso, o hasta del simple hecho de que “alguien” no se duchaba luego de hacer ejercicio... en fin.

También disfrutábamos de conversaciones, ya sea de lo que pasaba actualmente o de cualquier cosa que nos llevaba a algún recuerdo de la niñez haciéndonos reír – era como si tuviésemos una noche de juegos todos los días –. De igual forma hablábamos del futuro y lamentablemente cada vez que lo hacíamos llegábamos a la misma conclusión: Nos quedaba poco tiempo.

La última conversación que tuvimos nos dejo muy deprimidos, mi padre finalmente había vendido la casa, había conseguido a un supuesto amigo chino que planeaba invertir en el país, mi padre no se lo pensó dos veces y acepto la oferta de depósito directo en su cuenta personal – añadiendo que ese tipo era un “tremendo iluso” al invertir en algo sin futuro –, pero así eran los negocios  y finalmente podrían venirse con nosotros. Eso era bueno y malo, nos quedábamos sin tiempo, Fernando llegaba el día diez y teníamos prácticamente menos de una semana para planear la siguiente estadía de Arturo.

Teníamos dos opciones. La primera – que odiaba a muerte –, era que Arturo regresara a Venezuela. Y la odiaba por el simple hecho de estar separados indefinidamente y sumado a todos los peligros que implicaba eso. La segunda, era que Arturo fuese a nuestro apartamento en New York, aunque estaría solo – cosa que tampoco deseábamos –, yo no podía irme con él y abandonar mi trabajo como si fuese un estúpido e irresponsable y yo no era eso. También estaban otro factor, no sabíamos que haría nuestro padre con esa propiedad... si la vendería o algo por el estilo, dejando varado a mi novio en una ciudad “desconocida”.

Por suerte, una noche hablando con mi hermano, nos dijo que nuestro padre no vendería la propiedad por ahora y que se quedarían con ese apartamento por unos meses, mientras se conseguía algo mejor. Fue la mejor noticia que pudo darme y me aproveche de ello. Cobré un par de favores a Anthony que me debía – una supuesta ex-novia embarazada y otro sobre un par de “marías que había perdido”... y yo termine salvándole el culo, como muchas veces –. Era simple, él iría a New York antes que mis padres, para “revisar el apartamento” y se quedaría con mi novio hasta que yo pudiese estar con él. No fue difícil convencerlo luego de recordarle lo que me debía y acepto de mala gana.

Para celebrar, había salido temprano de la oficina dejando a un par de obreros encargados y salí con mi novio y unos amigos a cenar y luego iríamos a la disco. Comenzando la noche, estuvo bien, hasta que la parejita de siempre... – los gays –, comenzaron a provocar a Arturo sobre experimentar con otras personas o tener algún intercambio de parejas o algún trío de ensueño. Yo estaba un tanto molesto con mi trago y mucho más cuando le retaron a preguntarle al bartender – que estaba como Dios quería –, si deseaba tener algo con él o por lo menos un trío. Ya un Arturo muy tomado me miró sonriendo y salió disparado alejándose para hablar con el tipo mientras yo estaba muy serio a punto de matar a alguien.

Por suerte para mí y risa para los demás. El bartender lo rechazó formalmente por ser feo, regresó muy molesto para terminar amargándonos la noche a todos sin poder creerme su reacción, ni importarle la mía. Para terminar la burla de los demás chicos me saco a rastras de la disco mientras trataba de disculparlo por su comportamiento, estuve muy serio hasta que llegamos al  carro, donde descargamos nuestra arrechera gritándonos uno al otro conduciendo a toda velocidad hasta llegar a la casa sin ninguna multa.

Pensaba golpearlo, lo golpearía y lo dejaría afuera de la casa, que durmiese en el pavimento sin importarme un coño, por su falta de respeto a nuestra relación.

Pero como si nada hubiese pasado Arturo se quitó el cinturón, bajándose del carro a toda prisa y comenzó a correr a la casa con la excusa de tener que ir al baño, dejándome con todas las ganas de verlo sufrir en el piso llorando, lo perseguí cruzando la casa viendo toda su ropa tirada en el piso creando un desorden. Lo llamé gritando su nombre hasta que finalmente llegué a nuestra habitación y lo vi completamente desnudo con la laptop en sus piernas.

Le reclamé su actuación en la disco mientras caminaba en círculos por la habitación tratando de llamar su ateción, pidiéndole por lo menos una disculpa por haber hecho eso... y su única respuesta fue: “te amo y lo sabes...” y siguió tecleando en la laptop. Yo termine siguiendo sus mismos pasos desnudándome también y fui por una cerveza tratando de entender su comportamiento, pero no logré llegar a una conclusión... y me quedé mirándolo apoyado en la puerta.

-          No tienes idea de lo sexy que te ves así... – dijo prestándome atención.

-          Y tú no tienes idea de lo molesto que estoy.

-          A ver... te explico: Andrew, lo que hice fue una broma, solo lo hice para seguirle el juego a tus amigos, pero fue una actuación, no quería nada con ese puto tipo... ¿Para qué demonios quiero estar con alguien más si te tengo a ti? No quiero estar con nadie más – se contestó a sí mismo sin dejar de mirarme –, te tengo a ti y es perfecto, tú eres perfecto. Por eso es que me parecen estúpidos tus reclamos. Soy putamente feliz contigo, soy feliz, tú me haces ser feliz... y... quiero ser feliz para siempre... por eso... – y retuvo la respiración soltando un gran suspiro – ya olvídalo... quiero ver estos videos.

Y continuó dejándome quieto tratando de analizar todo lo que me había dicho, de nuevo sin llegar a una conclusión clara. Solamente podía afirmar que él era feliz y yo... también. Me acosté a su lado mientras él reía viendo un par de videos de sus series y cuando terminó, nos abrazamos muy fuerte dejando que esos pensamientos continuaran en nuestros sueños.

Jueves, 7.

La mañana siguiente al despertar Arturo no estaba en la cama y tuve un extraño presentimiento y salí corriendo bajando las escaleras sin percatarme de mi desnudez, cuando llegué a la cocina, Arturo estaba extrañado mirándome mientras servía el desayuno.

-          Uyyy... Andy debes dejar de andar desnudo por la casa... los vecinos van a sospechar que somos actores porno.

-          Pero– me miré completo y me sonroje bastante –...  lo siento.

Regrese corriendo a la habitación y me coloqué el primer bóxer que vi en el suelo y baje de nuevo a la cocina.

-          Sabes que no me gusta compartir la ropa... pero si te gusta tanto ese bóxer... quédatelo.

-          Ehhh... – me volví a quedar bastante confundido mirándolo y él sonrió.

-          ¿Por qué estas tan agitado? – preguntó de nuevo extrañado sirviendo el jugo – no dejas de correr y estas sudando.

-          Yo... ehhh... no sé. Es que tuve un presentimiento... de... bueno, no sé... sobre ti.

-          Ya... bueno, estoy aquí... por ahora.

-          Sí... ya veo -  respiraba agitado tratando de calmarme.

-          Ven. Siéntate, hice el desayuno y no quemé nada.

-          Wow... felicitaciones – celebré con algo de risa.

Claro... “por ahora”... mañana Arturo se iría por la tarde, desperté en medio de una pesadilla imaginando que se había ido sin despedirse y le había pasado algo terrible. Después del beso de “buenos días” me senté y me calmé un poco tratando de recordar mi agenda de ese día mientras probaba un desayuno medianamente aceptable.

Luego de bañarme y vestirme, fue un sufrimiento irme de casa, Katherine, nuestra vecina llegó esa mañana con Apolo – habíamos tomado la decisión de que ella lo cuidara un par de noches a la semana cuando nosotros deseáramos pasar un rato a solas o decidiéramos salir en la noche y la chica simplemente le encantaba esa idea –. Y yo salí despidiéndome de todos para tener otra jornada tranquila de trabajo.

Pero los planes se quedaron en mis pensamientos al ver patrullas de policía en la obra, bomberos, paramédicos y un cercado de gente alrededor. Como pude llegué a la puerta y el oficial me detuvo rápidamente. Al explicarle que yo trabajaba en el sitio y era el responsable me guió al centro del lugar. Supuestamente unos ladrones intentaron robar la oficina, pero por el descuido de uno de ellos activaron las alarmas y se derramaron unas sustancias alrededor de la oficina central que causó un incendio donde uno de los ladrones quedó atrapado y murió ahogado.

Estaba con los nervios de punta al escuchar y ver todo lo que había pasado, al no estar Fernando en el sitio, un ingeniero y el maestro de obras se hacían responsables por los daños, pero los malnacidos tampoco se habían aparecido ese día y a mí me había caído el muerto – literalmente – tuve que hablar con las autoridades, esperar a que revisaran la escena del crimen y me dejaran proceder a la zona para tomar algunas decisiones, inspeccionar daños y revisar que faltaba específicamente, mandar a los obreros a sus casas y realizar un informe sobre las acciones que debíamos realizar.

Fernando al enterarse prácticamente me corta la cabeza por teléfono. Pero por suerte yo seguía un tanto asustado y mi voz me delataba bastante. Luego de reprenderme trató de tranquilizarme y guiarme para hacer todo lo que debía hacer en su ausencia y tratar de que nada más pasara hasta su llegada.

Arturo no estuvo tranquilo después de escucharme por teléfono, había llegado a la obra casi corriendo y al ver que todo estaba “en orden”, me espero pacientemente hasta que volvimos a casa ya pasadas las siete de la tarde.

Ultima noche juntooos… por ahora

Nuestra última cena, juntos por ahora... fue algo muy natural pidiendo pizza y unas cervezas aunque ambos creábamos una atmosfera un tanto inusual con silencios incómodos, o una que otra caricia sumado a risas sin sentido... las velas fueron un toque, digamos... romántico logrando que nos sintiéramos un poco extraños.

  • Es una cena a la luz de las velas.

  • Jajaja pareciera que estuviésemos en Venezuela.

  • Jajaja calla... no te burles, Arturo.

  • Es romántico pues... parecemos gays.

  • Somos gays... – le dije con risa.

  • Lo sé Andy... Y te amo.

  • Y yo... Te voy a extrañar. Lo sabes ¿No?

  • Lo sé... ya veremos que sucede. Yo quisiera estar contigo. Ya lo dije anoche. Soy feliz a tu lado.

  • Lo entiendo, ojala pudiese hacer algo, pero estoy seguro que Fernando me mataría si se enterase que has estado viviendo conmigo... ni siquiera le he dicho sobre Apolo.

  • Tal vez lo eche a la calle... – dijo con mirada graciosa.

  • ¡Cállate!... no dejaré que eso pase. Primero me voy yo antes que eso.

  • Jajajaja... perfecto. Y te vienes conmigo.

  • Y me quedo sin trabajo y morimos de hambre – termine por decir.

  • No sé tú, pero yo tengo dinero.

  • No es tuyo, es lo que te robas y... ¿Por qué coño estamos hablando de dinero? Es nuestra noche, debemos disfrutarla.

  • Ya ya... lo lamento – y se lanzo a mis labios poco a poco.

Los besos lentos y suaves caricias nos llevaron lentamente a la habitación donde nos encontramos el uno al otro como todas las noches aunque lo sentimos diferente, más lento, más romántico y mucho más profundo, sintiendo que en algún punto. Hacíamos el amor.

Viernes, 8.

Nos habíamos despertado como si nada ese día, el equipaje de Arturo ya estaba preparado y listo para poder irse y en la casa se respiraba una tranquilidad incomoda, él había decidido que lo mejor sería dar un paseo por el parque y tomando la correa de Apolo, lo alegró bastante, pero lamentablemente comenzó esa fastidiosa llovizna que a pesar de no ser fuerte, ya dar unos pasos bajo ella terminabas empapado, así que nos quedamos sin plan. Apolo al por fin entender que no saldríamos se fue a echar en su camita triste.

Yo comencé a preparar el almuerzo para que el pobre tuviese fuerzas, ya que me imaginaba que en el apartamento de New York estaría sin un grano de comida – por culpa de Tony, el que no sabe comprar comida –. Arturo trato de alegrar al perro cosa que me extraño bastante y él simplemente justificaba como una “despedida para el perro”, jugaron hasta que el almuerzo estuvo listo, “mi especialidad” – un par de pechugas de pollo con papas y ensalada, bañadas en salsa –.

Y de nuevo no decíamos nada, solamente estábamos sentados en la mesa. Al pensar en el par de meses que estuve con Arturo, recordando cada estupidez que hice con él, suspiraba al pensar que fue increíble  y a pesar de todo, el cuento terminaba y me quedaría solo de nuevo, una lagrima escapo por mi mejilla que Arturo noto rápidamente.

  • No llores, no seas bobo.

  • Ya... es que es difícil – contesté sin molestarme.

  • Yo soy el que se va, no tú.

  • Estaremos separados igual.

  • Ya... no quiero que sea más difícil. Solo quiero... no se Andrew, que las cosas sean fáciles.

  • Todo siempre ha sido fácil para ti.

  • Sí... – admitió – lo sé... nunca he hecho nada tan difícil. Por eso se me hace tan complicado irme... y no quiero verte triste coño, no puedo soportar esa vaina, no quiero despedirme de ti.

  • Lo siento... lo siento... mira – y le di una pequeña sonrisa como pude – ya estoy feliz.

  • Pajuo... no lo estas, yo tampoco.

  • ¿Entonces?

  • No podemos hacer nada – sentenció.

El taxi llegó dos horas después y un recién duchado, vestido y perfumado Arturo metía su equipaje en el auto para que lo llevase al aeropuerto – no quería que yo lo llevase –, yo estuve en la entrada esperando algo, no sabía que era exactamente, pero era algo. El conductor entró en el taxi esperando mientras Arturo regresó a la puerta de la casa donde yo lo esperaba.

El abrazo y el beso... – ¡Que beso! – fueron lo más reconfortante que pude tener esa tarde, mientras nuestras manos se iban por todos lados, y nuestras lenguas no dejaban de luchar la una con la otra compartiendo nuestro calor, al separarnos el aire nos faltaba, nuestros labios estaban rojos y una media sonrisa de ambos termino por definir nuestra despedida.

  • No diré nada – dijo después de ese beso.

  • Yo tampoco...

Y camino de regresó al taxi, pero a los dos pasos, volvió a mí para darme otro beso, corto pero muy profundo.

  • Te amo, Andrew.

  • Te amo, Arturo.

Y finalmente se fue. Luego de recordar al taxi aún esperando que comenzó a tocar la corneta bastante inspirado. Cuando el carro avanzó, mi mente novelera pensó en perseguirlo y evitar que se fuese, pero mi mente cuerda me hizo volver a la realidad y dándome cuenta que estaba en medio del patio viendo al vacío. Los vecinos del frente cerraron sus cortinas rápido al darme cuenta que me miraban y una pareja de ancianos que paseaban a su cerdito también me miraban extrañados. Así que decidí regresar rápidamente.

  • Bien... ya se fue, Apolo.

Un gruñido fue su respuesta. Y comenzó a correr por la casa, y esa corredera continuó por media hora hasta cansarse, yo solo estuve viendo televisión y recibiendo cada mensaje suyo:

“Llegué al aeropuerto”

“Me estoy montando en el avión”

“Me voy a morir bye...!”

“... Te amo!”

“Ya estoy bien... fue un ataque”

“Ya llegue... no veo a Tony”

“Lo encontré estaba comprando McDonald’s  para llevar”

“YA LLEGAMOS... ESTAMOS BIEN. Comeré e iré a dormir ya estoy muerto”

Mientras todo esto ocurría vi a Apolo caminar de un lado al otro aullando en cada una de las habitaciones. Yo subía a buscarlo y regresaba a la sala con él y de nuevo subía colmándome la paciencia. Se subió al mueble viendo por la ventana gimiendo hasta que por fin entendí que estaba buscando y esperando a Arturo.

  • Con que si lo querías ¿No? – le pregunté acariciándole la panza.

De nuevo. Un ladrido fue su respuesta, como si me entendiera.

La noche obviamente la pesé en vela, imaginando que Arturo estaría de la misma forma... aunque conociéndolo mejor, seguramente estaba durmiendo como un bebé. No se me ocurrió otra cosa que hacer además de ver televisión, escuchar música, ver videos en youtube... y extrañamente, escribir... escribir mis vivencias actuales con Arturo, ya que con ese pensamiento me hacía sentir cerca de él.

Lo último que se me ocurrió antes de caer rendido fue mi próximo movimiento. Pensar en lo que le diría a Fernando para que me dejase ver a Arturo... y la respuesta salió por sí sola, “visitaría a mi hermano en New York” ya que... “me sentía solo”... y no todo era mentira. Pero faltaba pulir algunos detalles y crear una buena historia para convencerlo, pero de eso me encargaría después de descansar.

Domingo, 10.

Esa mañana se abrió la puerta de golpe y mi Apolo salió corriendo rápido ladrando hacia el recibidor mientras mi mente analizaba rápido los sonidos que escuchaba. Voces, sonidos sordos en la madera, pasos, un grito de un chamo... me levanté rápido dejando mi laptop en el sofá y me dirigí a la puerta.

- ¡FERNANDO! – pensé rápido.

  • ¡Papá un perro!... ¡Mira este perrito, es un golden ! – volvió a escucharse la voz del chamo.

  • ¿Andrew?

  • ¡Fernando!... hola... jajaja... no sabía que llegarían tan temprano.

Fernando y su mujer me miraban de arriba abajo un tanto confundidos. Y entendí que miraban mi “vestimenta” – un short deportivo rojo y blanco... solamente –, me cruce de brazos tratando de ocultar mi torso desnudo y les sonreía tratando de no sentirme tan incomodo. Y mucho peor después de darme cuenta que el chamo de 13 años me miraba de una forma tan... conocida para mí.

  • Andrew... ¿y este perro?

  • Pues... es mío. Lo adopte, es que me sentía solo.

  • Claro... devuélvelo, Eduardo.

Ese chico lo recordaba solamente por fotos que me había mostrado Fernando y sería su hijo Eduardo, un adolescente de 13 años con estatura promedio y bastante delgado, de piel bronceada y ojos azules igual que su padre, un poco despeinado y bonita sonrisa... se parecía un poco a su padre, pero el niño tenía una mirada que no tenía Fernando. Y era de morbo puro.

  • Ya... yo creía que me lo habías comprado papá, yo... lo siento, es tuyo – termino entregándomelo en brazos, pero seguía con esa mirada.

  • Trajiste un perro a mi casa, sin mi permiso.

  • Ayyy ya déjalo Fernando, mira que mono está ¿Cómo se llama muchachito?

  • Señora Caro, le presento a Apolo – dije un tanto tímido.

Carolina, la esposa de Fernando... siendo sincero, diría que era poco agraciada, igual de delgada que su hijo, pero con algunas curvas femeninas, era pálida, con el pelo liso y castaño por encima de los hombros, ojos oscuros aunque le copiaba la gran sonrisa de su hijo.

  • ¿Apolo?... ¿Apolito?... que bello y de raza... como tú querías, Fernando.

  • Si si... pero ya no. Andrew, debiste decirme.

  • Pero... ¿Hay algún problema? No ha causado tanto desastre, y limpio todos los días.

  • Ahhh ya se acabó la magia – habló la esposa – suelta pelo, ¿verdad?

  • Sí, pero uso la aspiradora.

  • ¿Puedo jugar con él? – interrumpió Eduardo mirándome impaciente.

  • Claro...

  • Bueno ya va muchacho, vamos a llegar, que así no se puede. Nosotros vamos a nuestra habitación. Y tu Eduardo, lleva tus maletas arriba también, ayuda, ayuda.

  • Si... mamá.

Los tres comenzaron a moverse, y mi intención era ayudarlos también con su equipaje.

  • Los ayudo.

  • Andrew, ponte algo primero – de nuevo, la voz seria de Fernando.

  • Ahhh... si si, perdonen.

En realidad no escuché si Carolina o Eduardo dijeran algo en forma de reclamo y en mi mente se creaban ideas retorcidas de que en realidad a ninguno de los dos le preocupaba mi vestimenta. Subí las escaleras hasta mi habitación para colocarme algo “apropiado” – un mono deportivo negro y una camiseta igual –, esperando no escuchar más quejas del hombre de la casa. La puerta se abrió en el momento justo en que me subía el mono y volteé rápido.

  • Lo siento... creí que era mi habitación.

  • Mmm... no, lo siento.

  • Es que esta es siempre mi habitación – repitió Eduardo, sin quitarme la mirada de encima.

  • Bueno, esta me la dio tu padre cuando llegué... al frente hay otra igual... pero, si la quieres puedo cambiarme.

  • No no no... déjalo así. Disculpa por entrar así.

  • Claro. No sabías.

Por un segundo se me cruzo por la mente algo que me había dicho Fernando antes de su viaje: “Un padre siempre sabe...” y se me ocurrió que verme sin camisa, su nerviosismo y entrar en la habitación de esa forma, significaban algo...

Si el chico no podía controlar sus hormonas yo no iba a ser el que las alterara aún más. No era un pervertido que buscaba excitar a un adolescente a la primera oportunidad ni tratar de llegar a algo con él, yo tenía novio y lo amaba. No quise indagar más ese asunto y decidí ayudar a la familia con su llegada.

El día lo pasé prácticamente encerrado en la habitación con Apolo, su esposa había decidido – luego de que se establecieran en las habitaciones –, que lo mejor que podría hacer sería limpiar todo lo que podía encontrar mientras  Fernando y Eduardo se quedaron igualmente en sus habitaciones, por suerte yo mismo había limpiado antes de que ellos llegaran y la señora de la casa no tuvo mucho que hacer – me sentí bien cuando me felicito por tener su casa limpia a pesar de tener al perro –.

La cena fue tranquila y la esposa había hecho un pasticho delicioso que casi me provoco chuparme los dedos – hacia meses que no comía algo tan bueno que tuve que repetir bajo la atenta mirada del chico, luego de eso, Fernando me pidió hablar en privado en su despacho y caminamos lentamente, al entrar fue directo al bar y tuvo el atrevimiento de revisar las botellas y contarlas todas.

  • Haz bebido mucho, Andrew. creo que tienes un problema.

  • No fui solo yo... – dije inconscientemente y él levanto la mirada – digo, ehhh... lo siento, sí, creo que tengo un problema... yo las repongo.

Abrió una botella de whisky y sirvió dos vasos tomándose el suyo en silencio. No me miraba y parecía meditar... mi mente también me mando a volar un rato y con el calor de la bebida mi cuerpo se calentaba poco a poco... cerré mis ojos imaginando que alguien estaba parado frente a mí y yo deseaba su cuerpo... necesitaba tocar sus torneadas piernas, pasando por su entrepierna y subiendo por su abdomen y pecho para besarlo, necesitaba besarlo... su cabello rubio y sus manos alrededor de mi cintura pegándonos... gemí por necesidad antes de besarlo...

  • ¿Andrew?

Inquieto casi suelto mi bebida y me revolví en el sofá – una fantasía –, pensé... Fernando me miraba extrañado.

  • ¿Estás bien?

  • Claro... – dije con voz ronca.

  • Me mirabas raro.

  • No... ehhh no sé, lo siento.

No supe obviar la forma en cómo lo miraba, me sentía tonto, imitando al propio Eduardo al igual que me miraba a mí, tome un trago más de whisky y miré a mi entrepierna notando un bulto algo notorio y traté de ocultarlo.

Ese hombre... ese hombre como me calentaba de formas tan insospechadas y mi cuerpo lo extrañaba tanto, Arturo definitivamente me drogaba y lo necesitaba junto a mí en esos instantes.

Visualizarlo en esos momentos no me dejaba concentrarme y me di cuenta tarde al sentir la mano de Fernando tocando mi pierna y un ruido sordo.

  • ¿Me escuchas vale?

  • ¿Qué pasa? – contesté con otra pregunta.

  • Andas medio pendejo, hijo.

  • Ya ya... creo que el alcohol me está tumbando.

  • Entonces dame acá – y de un tirón se tomo mi trago – ahora sí, cuéntame ¿Cómo ha estado todo?

Obviamente no le di todos los detalles, con mi excitación mi mente se iba a recuerdos de la obra a un Arturo desnudo en mi cama... de situaciones con los obreros y discusiones con el capataz a otro Arturo entre mis piernas mientras me comía la verga... tuve que concentrarme en otras cosas para no pensar más en Arturo hasta llegar a mi habitación y hacerme el pajazo de mi vida.

Luego de divagar un par de minutos con los detalles técnicos y avance del conjunto le conté detalladamente sobre la situación del robo y el incendio, con policías y muerto incluidos.

  • Sí, tranquilo, logré comunicarme con la policía al siguiente día y me dieron los detalles, esperemos que mañana logremos continuar con todo como si nada hubiese pasado.

  • Seguro que esos malditos pensaban que allí habría dinero de sobra. Por eso se metieron.

  • Seguro.

  • Y ¿Cómo pasó sus vacaciones jefe?

  • ¿Por qué tanta formalidad?

  • Responda la pregunta – le dije serio.

  • Jajaja... bueno, estar en Venezuela no son vacaciones, hice unos trámites por el país, fui a la playa con la familia una semana, me cogí a mi esposa todas las noches y casi la preño un par de veces... mmm nada especial.

  • Jajajaja... Fernando eres un cerdo – no pude seguir serio un segundo más.

  • ¿Por qué? Es la realidad. Hablar de sexo no es delito.

  • Me traumatizas...

  • Claro, al mariquita le trauma una escena sexual entre un hombre y una mujer – eso ultimo lo dijo muy bajo.

  • No te pases – le pedí bajando la cabeza, cuya respuesta fue sentarse a mi lado y pasar su brazo por mi hombro abrazándome.

  • No te molestes, creí que podría bromear contigo.

  • Bueh... no estoy de humor.

  • ¿Qué te pasa hijo?

  • No nada... nada.

  • Vamos cuenta. Alguno de los dos debe decirme la verdad.

  • ¿De qué hablas? – pregunté extrañado.

  • Es que he notado a Eduardo últimamente y está... bueno. Actuando extraño... más marico pues – terminó resignado.

  • Ahhh ya.

  • No es que me preocupe, ya lo dije, no tengo problemas... pero quisiera que me lo dijera.

  • No... déjalo, es mejor que no lo presiones ni nada de eso. Que vaya a su aire.

  • Hoy casi te come con la mirada.

  • Yo sé. Me di cuenta – aclaré.

  • ¡VES! – gritó.

  • Shhh... Fernando.

  • Es que quiero que pase algo. No sé que me lo diga para apoyarlo y salir de eso.

  • No, mejor no, es un chamo aún, si yo a los 24 estaba asustado imagínate él con 10 años menos y mas hormonas locas.

  • Claro, claro...

Seguíamos abrazados en el sofá los dos en silencio, mi erección había bajado un poco y mi dirección se fue al paquete de mi jefe y vi el suyo, era difícil saber si allí había algo despierto o dormido.

  • ¿Mi hijo será gay? – volvió a preguntar.

  • ¿Quieres que lo averigüe? – le pregunté con algo de morbo y él me miro molesto.

  • No, claro que no... seguro lo terminas de convertir.

  • Jajaja... seguro. Ahorita debe estar confundido, si juego con él una noche lo termino pasando de acera.

  • Ahhg... no, no continúes.

  • ¿Qué pasa?... ¿Al machote le trauma una escena sexual entre un hombre y otro hombre?

  • No, me traumatiza una escena gay de mi hijo y con otro al que considero mi hijo.

  • Jajaja... bueno, pero si se mete en mi habitación no respondo.

  • Basta...

  • ¡Te lo digo!... conozco a los chamos, fuimos iguales y seguramente se le ocurrirá meterse en mi cuarto y...

  • ¡Andrew! – y se separó.

  • ¡YA!... ¡Ya, lo siento! – terminé riendo, aunque él no lo hacía.

No creí que Fernando se relajara luego de mi broma y mi mente trabajo a toda máquina pensando en que si nuestras sospechas eran ciertas, tal vez el chamito le daría curiosidad en ver el cuerpo de un hombre desnudo y le provocarían ganas de explorar algo más que simple vista. Por seguridad seguramente Fernando estaría vigilando y yo también cerraría mi puerta con seguro... en eso estábamos al darnos cuenta que ambos nos habíamos quedado callados.

  • Entonces, no me dijiste qué te ocurría.

  • No... nada. No me ocurre nada...es que... – dudaba.

  • ... ¿Sí?

Era el momento de mi gran actuación...

  • Pensaba que... ya que estabas aquí, yo podría regresar a casa... o ir a otro sitio, tener mis propias vacaciones.

  • No.

  • ¿Cómo? – pregunté indignado.

  • No – repitió – te necesito aquí.

Era ilógica su respuesta.

  • Pero... es que... yo... quiero mis vacaciones, necesito mis vacaciones.

  • Las tendrás luego que terminemos.

  • No es justo, tú te fuiste por semanas dejándome todo a cargo, fue demasiada presión para mí.

  • Te estaba probando, quería saber si podías soportarlo, lo hiciste. Felicidades.

  • ¡BIEN! Por eso me merezco algo, mis vacaciones.

  • ¿Para qué quieres ir a Venezuela?

  • Era una opción, la otra podría ser ir a New York, mi hermano está allí y lo extraño.

Se quedó dubitativo por unos minutos y se levanto para servirse otro trago.

  • Oye... no te lo estaba pendiendo. Te lo estaba avisando. Igual me iré – dije seguro.

  • ¿Me dejaras entonces?

  • Es lo que quiero.

  • ¿Cómo lo quería Jean Carlos?... actúas igual que él.

  • Claro que no... ¿Cómo te atreves?... yo no soy un inmaduro como él.

De nuevo se quedó en silencio esperando alguna otra reacción de mi parte, seguramente él podía notar mi molestia y meditaba tratando de encontrar alguna otra forma para decir no, pero yo no hice otra cosa que mantenerme firme esperando.

  • Ya te lo dije, me lo merezco – fue lo último que dije.

Lunes, 18.

Mañana New York!!! :D y veré a mi novio y mis hermanos y a mi sobrino!!! Lo mejor es que pasare mi cumpleaños con ellos!!! – Andrew posted a status on Facebook.

No podía creer que le había ganado una discusión a Fernando y me daría las vacaciones que merecía, estuve en el aeropuerto esperando mi vuelo que lamentablemente salió retrasado por la lluvia. Estuve nervioso por dejar a Apolo dentro de su jaula especial, pero el personal del aeropuerto me aseguró que estaría seguro y cuidado por alguien capacitado. La idea de conocer a mi sobrino no me dejaba quitarle la mirada al celular viendo lo tierno y precioso que podía verse, contando los minutos para poder sostenerlo y tenerlo cerca de mí.

Arturo me había dicho que parecía una bolita de algodón bastante frágil, mi hermano Mathew al parecer lo estaba poniendo muy nervioso y le hacía bastantes preguntas incomodas y su esposa no ayudaba en lo absoluto, logrando que mi otro hermano se burlara constantemente de él y yo me molestara por no poder protegerlo de tal acoso.

En todo eso pensaba hasta que aterrizo el avión y yo salía del aeropuerto donde Arturo y Mathew me esperaban, casi dejo todo mi equipaje – Apolo incluido – por toda la entrada cuando vi a mi novio, él se apresuró y llegó hasta mí para abrazarme y darme un profundo beso sin importar nadie alrededor...

  • Dios... te extrañe tanto, Andrew.

  • Y yo Arturo, por fin... ¡Por fin!

  • Fueron unos días en realidad...

  • Fue eterno – concluí.

  • Lo sé...

Mi hermano llegó detrás de nosotros y casi a la fuerza me separa de Arturo para él mismo poder abrazarme mucho más fuerte que mi novio y de la misma forma yo le respondí el abrazo, también extrañe demasiado a Mathew, sentirlo de nuevo a mi lado, no se comparaban con las pequeñas charlas por Skype, ni los mensajes de saludo o por el simple hecho de preguntar cómo se encontraba el otro, tardamos un poco en separarnos, al darnos cuenta que interferíamos el paso de las demás personas.

Ya en el apartamento salude a Anthony como si nos hubiésemos visto ayer – contrario a Mathew – y a la esposa de Mathew, ella sabía que yo tenía una relación con Arturo, pero por el simple hecho de vernos juntos, abrazados o tomados de la mano hablando, le emocionaba bastante y no nos quitaba la vista de encima sin borrar la sonrisa de la boca. En el momento que sostuve a mi sobrino Oliver, por mi mente pasaba la sola idea de no dejarlo caer y por suerte no era el único que pensaba lo mismo al sostenerlo, hasta Apolo pudo ver al peque y darle un par de lamidas en la carita.

Luego de acomodar el equipaje junto con mi novio decidimos salir a pasear al perro ya que el pobre también había pasado un mal trago en el avión mientras estuvo encerrado, se comporto bastante bien y se acostumbro al cambio de la playa a la ciudad, veía todo con mucho interés y no dejaba de ser acariciado por los niños en el parque que pasaban junto a él, almorzamos en una pizzería que conocía bastante bien y cuando estuvimos satisfechos regresamos a casa.

En la noche... como imaginábamos que iba a pasar, no pudimos ni llegar a la cama... al cerrar la puerta con seguro y besarnos como poseídos, nos quitamos la ropa dejándola en el piso y Arturo rápidamente me arrincono de espaldas contra la pared y colocando su verga entre mis nalgas y comenzando a masturbarse gracias al roce de ellas, sabíamos que mis hermanos y mi cuñada estaban abajo.

  • Te amo hijo de puta... te amo desde siempre... no sabes cuánto te extrañé – dijo mientras con una mano me tapaba la boca y con la otra me clavaba su verga.

Lloré y sufrí de placer al sentir a Arturo dentro y estuve desesperado por gemir y gritar su nombre, di un par de puños en la pared por frustración, pero la pasión desenfrenada de mi novio me reconfortaba completamente al pegar su caliente pecho a mi espalda,  el mordía mi hombro con fuerza gimoteando lo que parecía ser mi nombre y palabras vacías, hasta las últimas estocadas donde unos roncos suspiros se escaparon de nuestras bocas... y caímos rendidos arrodillados en el suelo lentamente acompañados de unos disparos de mi propio semen.

Lunes, 25.

Esa mañana era mi cumpleaños y Arturo lo sabía, es por eso que me había despertado con una estupenda mamada, me pase las manos por la cara, imaginando que soñaba, pero pude ver como mi novio engullía mi pene hasta la base sin ninguna queja y con una sonrisa en la boca.

Yo gemía tratando de controlarme lo mejor que podía, pero debía de admitir que Arturo era pasional en todo sentido, desde un simple beso, pasando por una manada, hasta una cogida sensacional, era lento y tranquilo, para pasar a un ritmo rápido y fogoso.

Creí que su siguiente paso sería prepararme para que me cogiera con fuerza así que traté de abrir las piernas pero él no me dejó y con un gran chupón se separó causándome un poco de dolor y placer.

  • No no no... ahora me toca a mí – dijo con voz ronca.

Continuó sus movimientos hasta colocarse a horcajadas y justo en posición para que mi pene quedara directamente en su entrada, yo estaba sorprendido de que Arturo quisiera ser de pasivo después de tanto tiempo y una chispa en mí se elevó como fuego artificial.

  • Vamos lento, Andrew.

Con algo de fuerza me sostuvo los brazos debajo de él para evitar que lo tocase y con su otra mano tomó mi pene y se fue penetrando lentamente, sentí que llenaba su interior a cada pasó que él descendía hasta que estuve dentro completamente, mis ganas de moverme y cogérmelo comenzaron a intensificarse pero sabía que después de tanto tiempo Arturo necesitaba acostumbrarse, al parecer se había preparado antes de comenzar ya que mi pene se movía con un poco de facilidad y su culo estaba lleno de lubricante. Luego de unos minutos me soltó de brazos y fueron directamente a su culo para poder acariciarlo a mi gusto, él no me miraba pero sabía que le gustaban mis caricias y comencé a moverme lentamente mientras pasaba mis manos por todo su cuerpo adorándolo. Sudábamos, gemíamos y nos movíamos al compás del placer, mis caderas se encontraban con sus nalgas en ese vaivén tan caliente, aumenté la velocidad y no pude controlar mi tono de voz al gritar su nombre.

  • ¡Arturo!... ¡Qué rico!... ¡Ahhh!

  • ¡Andrew!... ¡Sigue, no pares!... ¡SIGUE!

Seguí penetrándolo hasta casi llegar al punto de no retorno donde me detuve con secas estocadas, estuve a pocos segundos de venirme en su interior y su caliente culo no me ayudaba con sus contracciones, lo acariciaba y lo besaba como poseído tratando de retrasar mi orgasmo. Inicié una suave paja en donde Arturo se mordía el labio sin dejar de mirarme pidiéndome en silencio que continuara con la tremenda sesión que había comenzado. El macho en mi interior se había desatado y con algo de fuerza me levante de la cama dejando a Arturo contrariado, me coloque detrás de él y blandí mi pene frente a su culo, él comenzó a reírse de una forma que conocía muy bien y se coloco en cuatro entregándome su culo abierto, estaba precioso en ese momento, con una capa de sudor en todo su cuerpo y en la forma en que me entregaba su culo me hacía sentirme poderoso y deseaba tenerlo dominado. Pase mis manos por sus nalgas apretándolas a mi gusto y bajé dándole una lamida completa a su entrada, logrando que se cerrara y gritara mi nombre pidiéndome que le reventara el culo en ese momento.

  • Hazlo ya puto... ¡Cógeme!

  • ¿Eres mío? – pregunté adorando su cuerpo.

  • Siempre tuyo, maricón... ¡Ahora, dame duro!

Y justo allí lo penetré con fuerza, apoyando mis manos en su cadera entraba y salía, rápido y certero dando en ese punto que tanto nos encanta, mis bolas chocaban fuerte en su culo y esos sonidos eran acompañados por esporádicos besos en su cuello o fuertes nalgadas, sin olvidar los gritos de ambos en toda la habitación. No quería acabar, deseaba durar más, me encantaba ver cómo me hundía y salía de su caliente interior. Éramos machos teniendo sexo, una pequeña parte de mí sabía que mi novio y yo hacíamos el amor, pero la otra apoyaba la idea de reventarle el culo como me diera la gana sin importarme nada más que lograr el placer puro, pero en menos de lo que esperaba las contracciones de Arturo por la furiosa paja que se hizo logró que acabáramos al unísono, él en las sabanas y yo en su interior llenándolo con mi leche y en algún punto preñándolo completamente.

  • Feliz cumpleaños, mi vida.

  • Gracias, mi amor... te amo como nunca.

  • Lo sé... jajaja... soy el mejor novio del mundo.

  • Exagerado... pero, lo eres.

Yo sólo sentía que aún se escuchaban los fuegos artificiales...

- ¡FUI ACTIVO!... ¡¡¡FUI ACTIVO!!!...¡ME COGI A ARTURO!...IT WAS SO FUCKING GREAT!!! – pensé.

Luego de esa excelente sesión de sexo, nos quedamos un rato más en la cama dándonos besos – que aunque fueron pequeños eran bastante intensos –, acompañados de caricias en todo nuestro cuerpo, finalmente decidimos levantarnos, caminábamos a la ducha y pude burlarme viendo como escurría un poco de mi semen por las piernas de Arturo y pensaba que seguramente yo era igual casi todo el tiempo.

Nos bañamos el uno al otro de nuevo disfrutando de la compañía del otro entre caricias y risas ajenas a lo que teníamos a nuestro alrededor y terminamos por vestirnos, iba a colocarme algo deportivo pero Arturo saco una camisa blanca, una bermuda beige y unos zapatos cómodos azul marino, exigiendo que me debía colocarme esa ropa para verme más sexy. Él también sacó un conjunto parecido al mío, pantalón blanco y una camisa azul oscuro, cuando lo vi completo, tuvo razón, me provoco quitarle la ropa y cogérmelo de nuevo – aunque pienso que él tuvo la misma idea al verme vestido –, pero dejamos esos deseos para la noche y salimos de la habitación.

  • Coño finalmente... la parejita sale de la habitación... – habló Anthony desde el comedor, llevaba solamente un bóxer puesto.

  • Sinceramente ustedes no tienen respeto por la familia.

  • Ya Matty, déjalos quietos... están enamorados – dijo Karina – además, no se escucho tanto.

  • ¿De qué hablan? – pregunté confundido.

  • De que Arturo deje de andar repartiendo puñaladas de carne.

  • Anthony...  – le reprendió mi hermano.

Y nosotros entendimos rápido, nos habían escuchado. Y justamente en ese momento nos analizamos viéndonos el uno al otro, simplemente no habíamos pensando en los demás de la casa cuando Arturo empezó con mi regalo mañanero.

  • En fin, agradece que el pequeño no tiene edad para entender lo que ocurre en su habitación – me regaño Mathew mientras me abrazaba –. Feliz cumpleaños, hermanito.

  • Gracias Matty y disculpa por eso.

  • ¿Disculparte por tener sexo?... ¡Por favor!... Happy Birthday, idiot – exclamó Anthony.

- Thanks you, moron.

Luego, Karina me abrazó tranquila sin que la sesión de sexo con Arturo le afectase – y hasta cierto punto, pensé que le encantaba – y me felicitaba llenándome de besos e incluso saludando a mi novio de la misma forma. Desayunamos unas tostadas con huevo revuelto, tocino, un poco de jugo de naranja y fruta picada – la mujer de la casa se había esmerado –.

Mathew me veía extraño y yo trataba de ignorarlo, mientras que mi hermanito no dejaba de sonreírme con picardía y hablaba con Arturo, aunque no podía escuchar bien de que se trataba. Al final le pedí disculpas a mi hermano, aunque no en voz alta obviamente, él entendió lo que quise decir y asintió con la cabeza.

  • Bueno niños, es hora de irse.

  • ¿A dónde? – pregunté.

  • A donde sea... no los quiero aquí, tengo mucho que limpiar, recoger y cocinar, Matty y Anthony me van a ayudar.

  • ¿Cómo es la vaina? – preguntó Anthony molesto – yo tengo mis planes.

  • Ahora me vas a ayudar.

  • Oblígame – se escuchó por lo bajo.

  • ¡Anthony!

  • ¿Qué? – le reto con la mirada, pero solo unos segundos – lo siento, Karen. Los voy a ayudar.

  • Bien... muchas gracias, Anthony.

  • Y nosotros nos vamos – terminó por decir Arturo – regresaremos en la noche.

Y salimos disparados a la calle junto a nuestro perro. Me sentí muy incomodo al recordar que mis hermanos y cuñada nos escucharon tener sexo esa mañana y se lo dije a mi novio, él por su parte también se sintió igual, aunque solo sentía bastante incomodidad por Matty que lamentablemente no podía quitarle esa mirada de recelo tan poco característica de él. En cambio Anthony le había dicho que se había excitado escuchándonos y que lo felicitaba por ser un semental – a pesar de no saber que esa vez él fue el pasivo –, mi incomodidad y al saber que mi pervertido hermano se había excitado y tal vez hecho la paja escuchándonos me tenía un poco asqueado, pero Arturo eliminó esa imagen de mi mente quitándole importancia.

  • Mi hermano sigue siendo un pervertido.

  • Y el mío igual. Pero bueno, así son nuestras familias – dijo haciendo referencia a Aquiles.

También sabía que disculparme con Matty por ser “irrespetuoso” no eliminaba la tensión y seguramente tendríamos una conversación en privado. Admiraba ese poder que tenía mi hermano mayor sobre nosotros, él con una simple mirada nos hacía dar cuenta de nuestros errores, yo estoy claro de que no soy perfecto y tengo mis errores, pero comparado con mi “hermanito” soy un santo y me alegraba saber que Mathew aún pudiese controlar a Anthony sin perder la paciencia.

El paseo con Apolo por Central Park fue bastante tranquilo y rápido, Arturo y yo nos dimos cuenta que éramos el centro de algunas miradas, él apoyaba la idea de que nos miraban a nosotros, pero yo me negaba a pensar eso y le decía que era por el simple hecho de tener a Apolo cerca, eso logro que al pasar un par de horas Arturo decidió regresarlo a casa para que ambos pudiésemos ir con más libertad y poder entrar a algunas tiendas.

Ya sin Apolo, la teoría de Arturo tuvo más base cuando algunas chicas y otros chicos no nos podían quitar la vista de encima y él sonreía encantado tomándome de la mano o por la cintura para demostrar que estábamos juntos, lo que emocionaba mucho más a todos mientras caminábamos.

  • Ya para.

  • ¿Qué cosa?

  • Tú sabes, no te hagas el tonto, ya para – continúe mientras veíamos vitrinas.

  • ¿Por qué? A la gente le gusta.

  • No soy un exhibicionista.

  • Yo sí, jajajaja... deberíamos ser modelos juntos.

Negué con la cabeza. Por una parte se sentía bien sentirse admirado y visto por los demás, sea cual sea la reacción de los demás pero en general me gustaba pasar desapercibido, aunque con un hombre como Arturo a mi lado, eso era prácticamente imposible.

Entramos en un pequeño centro comercial por el simple hecho de pasear un poco, había cosas ridículamente caras que no valía la pena gastar el dinero ahorrado, pero a Arturo le brillaban los ojos al ver los lentes, relojes y zapatos en cada tienda diferente uno más caro que el anterior. Él me preguntaba a cada momento que quería de regalo, pero simplemente me seguía negando – en realidad no quería nada y menos a esos precios –.

Con un Arturo frustrado salimos del centro comercial de regreso a casa, yo trataba de hacerle conversación pero él se negaba a seguirla y yo no pensaba hacerle una escena en plena avenida. Su mala cara se borró al ver a una pareja gay con un niño en el brazo de uno de sus papás, la imagen era un tanto cómica al ver a uno de ellos con bolsos, carrito en brazos y al otro tranquilo con el niño – me recordó a un episodio de Friends –, mi Artie se quedó mirándome un tanto diferente mientras los cruzábamos, quizás pensativo con una boba sonrisa en la boca, yo sabía lo que pensaba y me sonroje bastante mientras mi corazón se aceleraba y le respondía con otra sonrisa igual de boba.

Ya para la tarde-noche llegamos al apartamento aún con el tema de la pareja y el niño en nuestra mente. Al entrar, mis hermanos me sorprendieron con una pequeña fiesta junto a unos amigos de la ciudad, había gente de todo tipo, los amigos “drogadictos” de Anthony, mis propios amigos y hasta algunos un poco más viejos que no conocía y Mathew estuvo hablando toda la noche, no era una fiesta desenfrenada del tipo “Proyecto X” si no algo mucho más relajado donde todos podían relajarse y hablar sin que la música molestase mucho, Arturo y yo pasamos la noche prácticamente juntos aunque se podía notar que una idea le seguía rondando por la cabeza, estuvimos abrazados y besándonos en cada oportunidad que teníamos – sin exagerar, claro – y a ninguno de los presentes se molestaban por ello, salvo algunas miradas extrañas por parte de los viejos. También hable con mis padres por Skype esa noche, mi madre como siempre deseando estar allí para poder controlar toda la fiesta y mi padre simplemente dándome las típicas felicitaciones y cortando rápidamente.

Al final de la noche fue el momento de picar las tortas que hizo mi cuñada – fanática de CakeBoss y DC Cupcakes – la primera, era mía, blanca, circular y con ridículos adornos además de las velas y la segunda era mucho más grande para que todos los invitados pudieran comer, el momento más extraño fue cuando nos dijo que hizo la torta inspirada en Arturo y yo.

  • Tú sabes Andrew, como eres gay... la torta tiene los colores de su bandera... y quedo hermosa... ¿Verdad?

- What?

Y todos nosotros en silencio.

Anthony se burlaba por lo bajo con sus amigos, mi hermano trataba de calmar a su esposa y yo sinceramente no sabía que responderle, solamente sonreírle mientras soplaba las velas, al picar la torta entendí lo de “los colores de su bandera” y es que en el interior era la típica torta de colores por capas, al final me sentí conmovido porque alguien como ella se esforzara tanto en apoyarme, así que le di un gran abrazo como agradecimiento y porque negarlo, la torta estaba demasiado buena.

Ya en la madrugada, después de la reunión, Artie no podía dormir y se movía demasiado en la cama logrando despertarme varias veces hasta que no pude soportarlo más.

  • ¿Qué te pasa? – pregunté cansado.

  • Nada...

  • Cómo que nada... parece que tienes un vibrador en el culo.

Obviamente se lo tomo a mal, porque me dio una mirada próxima a darme un coñazo así que para no molestar su orgullo lo abrace y le di un beso.

  • Ya verás que para la próxima, te meteré cuatro vibradores y mi verga a ver como lo sientes – me hablaba en "tono amenazante".

  • Ya, era jodiendo... ¿Acaso te duele el culo?

  • No vale.

  • Entonces... ¿Qué te pasa? – volví a preguntar frustrado.

  • Coño, es que todo el mundo te regalo algo hoy y tú no me dejaste comprarte nada... soy tu novio... debería llenarte de regalos.

  • Si eres cursi vale... jajaja.

Pensaba que me diría algo, pero comenzó a reírse conmigo.

  • Es que yo no necesito nada... solo te quiero a ti – continué.

  • Si eres cursi vale... jajaja – repitió mi broma.

  • Yo sí... – acepté con sueño.

  • Quiero darte algo que te guste... no sé, cualquier vaina.

  • Pero que romántico eres... ¿Algo como qué?

  • Mmm... estaba pensando en... un carro – acepto con una sonrisa de suficiencia y brazos detrás de la cabeza mirando al techo.

  • Jajajaja no vale estás loco... no vas a comprarme un carro, pendejo.

  • Entonces... ¿Qué quieres?

  • Cómprame lo que quieras, Arturo... no exageres y ya.

Le corte de una vez porque el sueño sencillamente me estaba matando... y no le di tanta importancia a su preocupación.

Ya a la mañana siguiente desperté con un poco de resaca... la cabeza no me daba vueltas, pero sí sentí una pesadez en todo el cuerpo y cuando me di cuenta de mí alrededor, mi pendejo novio no estaba, con fastidio vi la hora y era aproximadamente las 10:00 de la mañana, así que asumí que estaba desayunando y viendo televisión con Anthony, así que como pude me levanté de la cama y salí de la habitación para buscarlo, en la sala solamente estaba Anthony y le pregunté por él, su respuesta fue seca, explicando que había salido a correr desde temprano.

Me tomé un par de aspirinas, me bañe y arregle un poco para poder esperarlo, pero esa espera duró hasta el medio día cuando llegó, sudado y con una sonrisa de bobo me sorprendió con un ridículo cupcake y un número 24 encima, sumado al reloj  más caro que pudo encontrar, iba a recriminarle todo en esa mañana – dejarme solo, irse hasta el medio día sin avisar, llegar de esa forma, el regalo tan caro –, pero la parte cursi de mí se emocionó por el detalle, de alguna forma se había esforzado en hacerme feliz con ese detalle que no me esperaba.

Tuve que ir a abrazarlo muy fuerte y darle un beso.

  • ¡Feliz Cumpleaños, Andy!

Yo ni pude contestar... estaba llorando como un pendejo.

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