500cc
Pero quien cojones te crees que eres gilipollas. Acaso piensas que soy una puta a la que puedes chulear. Aqui la unica puta que hay eres tu. Un chapero de mierda que se deja manosear por dinero. Hoy vas a ser mio quieras o no. Ya tienes la puta moto así que cumple con tu palabra.
Continuación de mi relato Motero de la saga iniciada con Bultaco
La noche, de aquel dia que me había follado al minero, estaba en mi cama recordando la experiencia. Como me dijera Raúl era como echar un polvo a una tía. Verdad sea dicha gocé más que cuando montaba a alguna novieta primeriza en esas lides. Al fin y a la postre un agujero es un agujero.
No había sido tan terrible como pensaba. Le empecé entonces a dar vueltas a la proposición que me había hecho en la cama tras follarmelo. Me compraría la moto si me dejaba que me diese por el culo, me dijo. Sopesé sus pros y sus contras . De un lado era pasar a mayores pues como yo decía, recibir era lo que te convertÍa en un auténtico maricón. Pero por otro conseguir al fin la anhelada moto era una tentación muy grande. Además, una vez conseguido mi objetivo, podrían terminarse mis encuentros con el viejo bujarrón. Me dormí sopesando el trato.
Durante días no visité al minero y mi cabeza daba vueltas al tema sin cesar. Delante del escaparate de la tienda de motos, mirando extasiado la hermosa máquina, me decidí al fin y presuroso me dirigí hacia su casa.
Cuando entré por la puertecilla del portón le vi agachado reparando un cachivache. Raul tornó la cabeza y me quedo mirando.
- Hombre tu por aqui. Ya te echaba de menos. ¿Donde has estado todos estos días?- me dijo sonriente.
- Pensando
- ¿Pensando en que? - me preguntó con una sonrisa de medio lado.
- En tu proposición.
- ¿Qué proposición?
- Lo de comprarme la moto.
- ¿Comprarte la moto? Entonces……
- Si estoy dispuesto a que me des por el culo
Se levantó y se acercó a mi lentamente mientras se limpiaba las manos con un trapo. Cuando estuvo a mi lado puso una de sus manazas en mis posaderas y las estrujó con fuerza.
- Así que este culito al fin va a ser mio - me dijo con la lujuria brillando en sus ojos.
- Ese es el trato. Tu me compras la moto y yo pongo el culo. - le dije medio enfadado.
Comenzó a frotarme el paquete pero yo le aparté las manos y me zafé de él.
- Cuando tengas la moto me lo haces saber.
Me di la vuelta dirigiéndome a la puerta, en su quicio me torné para mirar al hombretón que me miraba lujurioso bajo la luz de la bombilla. Salí del taller y me marché.
Pasaron varios días y no tuve noticias del minero. Pasaba por el estanque de los patos pero siempre le veía tonteando con algún compañero de clase, al percatarse de mi presencia me sonreía y me guiñaba un ojo, pero ni hacía ningún ademán para que me aproximara. Empecé a pensar que se había echado atrás o que tal vez ahora tuviese otro pupilo asiduo. No solo no iba a conseguir la moto sino que ademas se habia secado mi fuente de ingresos.
Un dia al salir del instituto, mientras cruzaba la pasarela que conducía al parque, le vi venir hacia mi. Me puse nervioso pensando en lo que me pudiera decir en el concurrido puentecito por donde circulaba todos mis compañeros. Pero no se dirigió a mi persona. Solo sacó una llave de su bolsillo que hizo tintinear y me guiñó un ojo.
En el llavero se veía claramente el logotipo de la marca Bultaco.
Aquella noche apenas pude dormir. Gozoso por poseer al fin la moto de mis sueños más espantado ante la idea de que aquel enorme cipote que tan bien conocía me rompiera el culo. Agotado, al fin caí en los brazos de Morfeo. Fue una noche agitada y llena de pesadillas en las que aquel rabo satánico me perseguía babeando en mis sueños.
Desperté sudoroso y agotado. Durante todo el dia en la clase no dejaba de pensar en el lío en el que me había metido. Mi determinación comenzó a flaquear y decidí no ir a su encuentro.
Durante días lo rehuí pero una tarde al salir del instituto me encontré a Raúl aguardándome a la puerta. Tenía cara de pocos amigos y temeroso de que me montase un pollo me dirigí hacia el.
- ¿Que pasa Lobito, porque nos has venido por la moto?
- Verás es que.. que tu-tuve muchos deberes - tartamudeé
- Hoy al atardecer te espero en mi casa. Espero que no faltes porque en tal caso estoy dispuesto a ir a casa de tus padres y montarte una buena escandalera. ¿Me entiendes niñato?
- Vale, Vale - le respondí sumiso
- Eso espero. A las 8 de la tarde en mi casa.
Sin decir ni una palabra más se volvió y se marchó con paso presuroso. Quedé mirando el corpachón del tiarrón que se alejaba de mí y una gota de sudor resbaló por mi frente.
Se acercaba la hora acordada y yo en mi habitación dudaba de acudir a la cita. Estaba tan azorado que temblaba como un pajarillo ante tan peliaguda situación. Se oyeron unos gritos en la calle y raudo me asomé a la ventana. Gracias a Dios no era Raúl el que vociferaba en la acera, por un momento pensé lo que habría ocurrido si hubiese sido él. Así pues armandome de valor cogí la chaqueta y salí a su encuentro.
En el trayecto elucubraba cómo arreglar aquel entuerto. Tal vez lo pudiese convencer como otras veces pudiendo zanjar el asunto con una mamada, o dándole yo por el culo en vez de al revés. El sudor empapaba todo mi cuerpo y tenía tal desazón que apenas me permitía respirar.
Al fin me encontré ante su puerta. Tras pensarlo por última vez me recompuse y entre en el taller.
Bajo la luz de la bombilla resplandecía la Bultaco Lobito cuyo depósito amarillo refulgía como el sol. Apoyado en ella estaba aquel macho bravío que me quería poseer.
- Al fin te dignas a venir- me dijo en un tono tal que pude constatar que el horno no estaba para bollos.
- Quería hablar contigo- le respondí angustiado.
- No tenemos nada que hablar. Hemos hecho un trato y yo ya he cumplido mi parte. Aqui esta la moto.
- Ya pero es que….
- Es que.,... QUE - me dijo airado
- Que no quiero que me la metas. Tengo miedo que me destroces el culo. Y además yo no soy maricón
- ¡QUE NO ERES MARICÓN! Y como llamas tu a los que se ponen de rodillas para chupársela a otro hombre o a los que montan a otros machos.
- Pero yo no pongo el culo como tu - le respondí furioso
- Siempre hay una primera vez y hoy será la tuya - me dijo mientras se aproximaba a mí a grandes zancadas
Temiendo lo peor corrí hacia la puerta intentando huir pero no llegue a alcanzar mi meta. Sentí como su zarpa agarraba el cuello de mi chaqueta y de un aventón me arrojó al suelo.
- Pero quien cojones te crees que eres gilipollas. Acaso piensas que soy una puta a la que puedes chulear. Aqui la unica puta que hay eres tu. Un chapero de mierda que se deja manosear por dinero. Hoy vas a ser mio quieras o no. Ya tienes la puta moto así que cumple con tu palabra.
Tirado en el suelo veía aquel macho enfurecido y supe que no tenía escapatoria, pero de todos modos lo intenté. No me dio tiempo a incorporarme cuando, como fiera enloquecida se arrojó sobre mí. Empezó a arrancarme la ropa inmediatamente hasta dejarme totalmente desnudo.
- Vamos a ver que tenemos aquí - dijo mirándome con sádica sonrisa
Como si de un muñeco se tratase me volteó tendiéndome sobre mi pecho y noté su manaza recorrer mi cuerpo hasta meterse entre mis piernas. Sus dedos se deslizaron por la raja del culo hasta alcanzar mi hoyuelo y luego, sin conmiseración, uno de ellos se clavó con saña en mi.
- Ayyyyyyyyyyyyyyyyyy- grité en la soledad de la nave.
- Te duele mariconcete. Como voy a disfrutar desflorándote. No te imaginas con cuantas ganas esperaba este momento.
- Déjame te lo ruego. Te devolveré todo el dinero que me has dado pero no me des por el culo - le dije entre lágrimas.
- Te voy a follar bien follado. Se que te va a gustar y mucho. Así que colabora y sufrirás menos.
- No lo hagas te lo ruego.- suplicaba entre sollozos.
Pero él no cesó de trasegarme el ojete. Aquel dedo rugoso era como una escofina que hería mi delicada piel. Yo no paraba de gemir y de llorar mientras me taladraba con su dátil. Sentí como se salía de mi y suspiré aliviado. Pero no me esperaba lo que vino a continuación.
- Abre la boca y chupame el dedo, así resbalara mejor
- No. Que asco . NO!
Me dio tal nalgada que abrí la boca de inmediato. Aprovechó la ocasión y lo introdujo en mi boca. Una sapidez acre me fustigó el paladar. Era el sabor de mi propio culo.
Asqueado, a punto de vomitar me dedique a chupar sometido a su voluntad. Cuando considero que ya era suficiente, abandonó mi boca y volvió a introducirse por mi esfínter. Al primer invasor se le unió otro y un poco más tarde otro más. Tenía media mano metida dentro y el dolor era insoportable. Me estaba dilatando sin ningún tipo de miramiento mientras yo no cesaba de llorar ante tal humillación . Al dolor físico de mi cuerpo mancillado se unía el suplicio de ser sometido por aquella fiera rabiosa.
- Vamos a ver a qué sabe este tabalario que tanto asco te da a ti - Me dijo riendo.
Sentir su lengua en el agujero fue un alivio. Tras la violencia de sus manos abriendo mis entrañas aquella carne blanda y húmeda actuó como un bálsamo reparador.
- Pues sabes que te digo que esta bien sabroso- me dijo.
Y siguio comiendome el culo.
El dolor fue disminuyendo mientras besaba mi entrada y la sinhueso se introducía en mi interior. De hecho empecé a disfrutar con ello y mi polla se empinó sin poder remediarlo. Mis quejidos se transmutaron en lamentos y estos en suspiros.
- Levántate - me ordenó de repente tras cesar sus lameduras.
Me agarró de la mano y me arrastró hacia la moto.
- Recuéstate sobre ella. - me ordenó.
- No lo hagas Raúl. Dejemoslo. Otro día - intenté convencerle
- Te dije que sería hoy el dia que catases hombre por primera vez y así ha de ser.
- No. No me des por el culo. Hazlo ente mis piernas.
- No. Quiero que me sientas dentro de ti.
- ¡Hijo de puta! ¡Maricón de mierda! ¿Acaso me vas a violar?
- Si a la fuerza ha de ser a la fuerza será. Además te esta gustando, mira como tienes el rabo de tieso. Ya te he dicho que vas a gozar como una perra. A ti te gusta la polla aunque no lo hayas probado todavía, te lo aseguro. Mamar chorras como lo haces tu no se hace solo por dinero. Bien se ve que como gozas con mi verga en tu boca.
- No me gusta. Me das asco solo con mirarte. Nunca he querido estar contigo. Eres un puto degenerado.
Me dio tal bofetón que a punto estuve de caerme al suelo. Luego me volteó y con su mano en la espalda me obligó a apoyar mi pecho sobre el sillín de la moto. Y allí estaba yo a punto de perder la honra sobre mi adorada Bultaco.
Golpeándome con sus pies me obligo a abrir las piernas. Oí como sus pantalones caian al suelo y luego la suave piel de su glande recorrió el surco de mis posaderas. Cuando me rozaba el agujero me estremecía esperando la primera estocada , más proseguía su camino hasta acariciarme los huevos para luego desandar el camino. Tras frotarse varias veces entre mis nalgas al fin su cipote se detuvo en mi entrada.
Me agarró por las caderas y comenzó a presionar. ¡Dios creí morir cuando aquella enorme tranca empezó a entrar en mi!. Aquel balano engrosado por la excitación del macho me laceraba la piel. Yo gritaba, él bufaba.
En un último empujón su glande derribó la cancela y penetró en mi culo. Fue como si me metiesen un puño por el inexplorado orificio. Puse los ojos en blanco y un alarido salió de mi boca
- AAAHHHHHHHHHHHHHHHH
Sentía la piel de mi ano estirada, al borde del desgarró. Me cerré con fuerza intentando refrenar la acometida y estrujé su garrota con fuerza. Los latidos de su polla enterrada en mi culo palpitaban desacompasadamente con los de mi esfínter lacerado.
- Eso aprieta con fuerza. Para mi mas gusto, para ti mas dolor- me dijo retador.
Intente aflojarme pues sabía que tenía razón. Ya con su polla clavada más valía que me abriese a él y acabar lo antes posible con aquel tormento. Conocía el tamaño y el grosor de su instrumento pero nunca pude imaginar que el tenerlo enterrado en mi culo virginal podría ser tan espantoso.
Tras unos minutos en los que lloré desconsoladamente mi cuerpo se distendió y Raúl comenzó a culearme con suavidad. Sacaba un poco la garrocha para espetarmela de nuevo adentrándose en mis entrañas un poco más en cada viaje. De repente de un caderazo me dio la estocada definitiva y sentí sus huevos pegados a los míos.
- Ya la tienes toda adentro- me dijo triunfante
Estaba tan, tan enterrada en mi interior que parecía que llegase al centro de mi anatomía.
Entonces empezó a follarme con furor. Fueron minutos de un dolor profundo y lacerante pero como dicen a todo se acostumbra uno. Así poco a poco el dolor se fue tornando en otra nueva sensacion por mi no antes experimentada. Jadeaba con deleite.
- Calor, ardor, dolor, placer. Eso es lo que sientes verdad. No te mentía no es cierto. - me susurró al oído.
Asentí con la cabeza.
La monta se torno frenética y nuestros gemidos retumbaban en la amplia estancia. La moto se tambaleaba de tal manera que temí que se cayera al suelo.
- Cuidado Raúl vas a tirar la moto con tus embestidas - le dije entre jadeos
De repente se salio de mi. Di la vuelta sorprendido y quedé mirándole. El aire frío del lugar refrescó mi ardiente interior. Raúl me agarró y poniéndome sobre un hombro, como si de un fardo se tratara, se dirigió hacia la puerta que comunicaba con la casa, la abrió de una patada y penetró en la vivienda. Veloz se dirigió a la habitación arrojándome sobre la cama.
- Ahora vamos a hacerlo en condiciones. En el tálamo nupcial como una virgen recién esposada. - me dijo con lujuriosa sonrisa
Comenzó a desnudarse y yo observé extasiado como lo hacía. Su cuerpo desnudo siempre me impresionaba.
Su cara varonil con aquellos ojos penetrantes, adornada por una barba cerrada y un poblado mostacho que tan solo dejaba ver su carnoso labio inferior. Un fornido cuello, un tórax amplio y poderoso con abultados pectorales en los que destacaban unos pezones sonrosados y en aquel momento apuntados. Sus hombros y sus brazos, muy desarrollados a causa de su trabajo como picador, recordaban a los pesos pesados del boxeo. Unas poderosas piernas le sostenían y en uno de sus muslos se apreciaba una enorme cicatriz. Todo su cuerpo tapizado de un vello negro, espeso y rizado que contrastaba con la nívea blancura de su piel. Y luego en el centro del cuerpo una espesa mata de pelo de la que surgía desafiante aquella enorme tranca de la que se descolgaron dos enormes cojones oscuros y peludos. Todo su cuerpo era de proporciones ciclópeas. Era el modelo perfecto de un macho recio y viril.
Volví a mirar aquel cipote que me había violado y me estremecí al ver la sustancia rojiza que lo teñía. Aquello solo podía significar una cosa. Me lleve la mano al culo y me toqué el dolorido agujero, acerqué la mano a mi cara y sobre las yemas de mis dedos pude ver la mancha carmesí de mi sangre.
- ¡Animal me has roto el culo! -le grité.
- Les pasa a todos los primerizos cuando pierden el virgo- me dijo con una sonrisa ladeada.
Las lágrimas manaron de mis ojos. Al fin lo había conseguido me había poseído, hecho suyo, montado como a una perra y desflorado con violencia. Y con aquellas lágrimas sentí como perdía mi hombría.
- No llores Lobito. No es para tanto. A muchos les pasa la primera vez pero solo es un rasguño.
- Un rasguño, un rasguño. Y una mierda. Me has destrozado el culo cabrón. Me has convertido en una puta maricona. - sollozaba desconsolado.
- Serenate muchacho, otros antes que tu han pasado por esa experiencia y han sobrevivido. Además ya te he dicho que descubrirás un nuevo placer ahí donde se ha abierto la flor.
Se quedó mirándome profundamente y luego acercó sus labios a los míos. Intente apartar la cara pero me agarró por el cuello y me detuvo. Su lengua entró en mi boca, me dio un asco enorme, pero empezó a masturbarme. Sus expertas manos me calentaron y le deje hacer. Besaba bien el condenado y no tardé en responder a su beso. Nuestras lenguas se acariciaban tiernamente en mi boca. Su espeso bigote le daba un morbo añadido al beso. Tal vez fuera cierto el dicho que un beso sin bigote es como un huevo sin sal.
Luego el beso se hizo más apasionado y nos empezamos a comer la boca con frenesí. Poco a poco se fue inclinando hasta quedar tendido sobre mi. El peso de su cuerpo me aplastaba y apenas me dejaba respirar, pero el contacto de su piel, sentir su polla en mi vientre me excitaba y mi rabo empezó a babear. Después de besarnos y acariciarnos prolongadamente, se puso de rodillas y me dijo.
- Ahora déjame que te bese ese coño nuevecito. Date la vuelta y pon esto bajo tu sexo - me indico tendiendome la almohada.
Presuroso me la coloqué y deje mi culo recachado ansioso de que su tibio badajo sinhueso libase mi cáliz. Nunca pude imaginar que un día aguardara ansioso que un hombre me comiera el culo, pero así era para mi vergüenza. Me lambeteó con tal maestría que empecé a suspirar entrecortadamente. Era una delicia sentir su húmeda lengua lamer todos los pliegues de mi ojete. Estaba tan excitado que no dude en agarrarme las nalgas y abrir el culo para facilitar tu labor.
Pero mi cuerpo pedia mas. Peleaba por evitar que aquellas palabras surgieran de mi boca pero mi lado oscuro venció.
- Follame, Raúl.
- ¿Quieres polla Lobito? - me dijo con tono burlón.
- Si.
- ¿Quieres que te de por el culo?. ¿Es eso lo que quieres?
- Si
- Pídemelo, quiero oírlo de tus propios labios.
- Si quiero que me des por el culo. Que me folles. Que me montes como antes lo has hecho.
- Por lo visto no iba tan descaminado cuando te dije que te gustaba la polla. Ahora vas a experimentar el placer que se siente al tener un hombre dentro de ti.
- Ve con cuidado te lo suplico. - le rogué
Estiró su brazo y abrió el cajón de la mesilla de noche. Sacó una lata azul de su interior. En la tapa se veían en grandes y blancas letras Nivea. Con la cabeza torcida vi como abría el recipiente y con sus dedos extraía una generosa cantidad de la nívea crema. Sentí la fría untura en mi entrada y luego con suavidad la introdujo en mi interior con sus dedos. Después su mano embadurnó profusamente aquel garrote que tenía entre las piernas. Apoyó el glande en mi ano y empezó a empujar.
Esta vez su polla penetraba con suavidad y aunque las proporciones de su rabo impedían que su entrada fuera precisamente placentera, el dolor que me causo nada tenía que ver con la primera vez que me la clavó. No pude evitar quejarme quedamente mientras la tranca me invadía.
- Ay, ay,ay - exclamaba con cada centímetro que me introducía.
Calor, ardor, dolor, placer de nuevo. Pero ahora el placer superaba al dolor y el calor de su piel en mis entrañas era una tibia sensación lejos del ardor abrasador de la desfloración. Mi culo adquirió una nueva dimensión y en él nació una nueva sensibilidad con la que percibía cada pliegue del prepucio, los relieves de las venas dilatadas y la suave y sedosa piel de la polla que me taladraba sin tregua. Al fin la tuve toda clavada en mi.
Inició un lento mete y saca que en esta ocasión disfrute sin ambages. Con cada movimiento desde mi trasero se disparaba como pequeños terremotos, sacudidas de placer que alcanzaban mi cerebro y se expandían por todo mi cuerpo, En verdad era una nueva forma de goce nunca antes experimentada.
La sensación de aquel macho aplastando mi cuerpo mientras su enorme cipote colmaba mi interior, descubrió en mí una nueva faceta: la de ser el objeto del deseo, el receptáculo del placer, el ansia de ser poseído.
Me agarró de las caderas y tirando de mí me obligó a levantarme colocándome a cuatro patas. Entonces la monta se hizo más poderosa y el placer se acrecentó.
- Ay que gusto , que gusto- exclamé entre gemidos
- Te gusta ,eh maricón.
- Si si - jadeaba totalmente entregado.
- Ahora ya sabes lo que es que te monte un macho. Este culo pedía polla a gritos bien lo sabía yo. Eres un auténtico maricon. Una auténtica perra en celo. Pero necesitabas tener una buena verga enterrada en el culo para descubrirlo. ¿Verdad Lobito?
- Si, si . Soy una perra caliente pero fóllame, no pares
Sus palabras me zaherían ,pero su rabo me exaltaba de tal manera que ya no me importaba si era o no era un puto maricon. Lo unico que queria era que aquel cipote me diese bien fuerte por el culo. Y así se lo hice saber.
- Soy un maricón, Gozo como un puto maricon pero tu dame polla hasta reventar hijo de puta. Continua montandome con brio.
Entonces sus pollazos fueron brutales me aventaba y me recogía con una fuerza desgarradora. Yo con los ojos en blanco, babeaba con la boca abierta y gemía como una gata en celo transportado por aquel macho bravío a un éxtasis inagotable. Sentía sus gotas de sudor lloviendo sobre mi espalda y los ruidos que su cuerpo producía al chocar con el mio me llenaba de goce y de júbilo.
- Plof, plof plof,plof, plof plof - resonaban en la estancia
Ladeé por un momento la cabeza y pude ver en el espejo del armario la lujuriosa escena de cómo aquel hombretón sodomizaba frenético mi cuerpo adolescente. Una vergüenza infinita se apoderó de mí al ver mi cara desencajada por el placer y transformada por el vicio mientras aquella polla monstruosa me taladraba sin tregua.
Nuestras miradas se cruzaron en el espejo y perplejo sentí como Raúl reculaba y abandonaba mi cuerpo. El vacío que experimeté al salirse aquel portentoso rabo fue indescriptible . Lo necesitaba de nuevo dentro de forma imperiosa, así que ni corto ni perezoso cogí aquel cipote con la mano y yo mismo me lo clavé de una estocada. Comencé a mover el culo de forma desaforada. Le estrujaba el cipote con mi esfínter y cimbreaba mi culo para sentir su roce por doquier. Estaba fuera de mi.
Cuando agaché la cabeza y pude ver los poderosos testículos del hombretón balanceándose con las sacudidas, a punto estuve de alcanzar el orgasmo. Pero de nuevo se detuvo diciéndome.
- Túmbate sobre tu espalda quiero mirarte a los ojos mientras te follo. Quiero ver tu cara cuando te preñe, cuando me corra dentro de ti.
Raudo obedecí sus órdenes y me acosté sobre la espalda. Raúl recolocó la almohada bajo mi trasero y agarrándome por los tobillos los colocó sobre sus hombros. Nos quedamos mirándonos fijamente a los ojos. No se que reflejaría mi rostro pero el suyo delataba el goce que estaba experimentando. Su cara de vicio me calentó de tal manera que yo mismo agarré su rabo y lo coloqué en mi entrada. De un puntazo me lo clavó hasta la empuñadura. Pletórico de goce grité.
- Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Mirar el placer reflejado en su cara mientras me follaba, era una imagen de una fuerza erótica como nunca antes había vivido. Estaba entregando mi cuerpo para dar placer a aquel macho que a su vez me hacia gozar como nunca antes nadie lo había hecho. Su voluminoso cuerpo aplastando mi frágil adolescencia. Sus músculos marcandose con cada movimiento de sus caderas. Aquella polla que me rozaba, hería, deleitaba y colmaba de forma indescriptible.
- ¿Te gusta que te follé? Verdad maricón - me decía mientras me taladraba con saña.
- Siiiiiiiiiiii. - respondí en un intenso gemido.
- Que te dé bien fuerte por el culo. Sentir mi polla bien dentro. ¿Verdad?
- Siiii. Siii. - le gritaba pletórico
- Tener un macho de verdad montandote como a una hembrita ¿No es cierto?
- Siiii soy tuyo follame, montame hasta preñarme. Quiero que me partas el culo. Que me llenes de leche. Que me colmes de polla- le animaba para que siguiera follándome como lo estaba haciendo.
Y me folló y me folló como semental en celo. Durante un largo tiempo me sodomizó frenético. Había ciertos momentos que refrenaba su ímpetu y se deslizaba en mi con lentitud para luego retomar un ritmo arrebatado. A veces se salía de mí y creía morir, mi ano boqueaba ansioso por su ausencia. Pero cuando me penetraba de nuevo con violencia, mis ojos se ponían en blanco, mis gemidos se tornaban en alaridos irrefrenables.
El ardor de mi interior fue in crescendo hasta convertirse en un fuego abrasador y mi cuerpo empezó a agitarse de tal manera que se transformó en una auténtica convulsión. Y entonces, inexorable, un orgasmo total se desató en mi culo, recorrió todo mi cuerpo, hasta estallar en mi verga que empezó a derramar su esencia, aplastada contra el cuerpo del macho que me montaba. Mi esfínter empezó a latir como el corazón de una paloma. Con la cara desencajada miraba a Raúl que transportado por lo portentoso de mi orgasmo se acercaba clímax.
- ME CORRO ME CORRO - empezó a gritar
Le agarré las posaderas y lo atraje hacia mi como queriendo engullir todo su ser
- Preñame, preñame . No te salgas- le decía entre los últimos estertores del orgasmo
Su glande se engrosó, tras él toda la polla, y entonces sentí como la leche que atesoraba brotaba en calientes e inagotables trallazos inundandome por dentro. Aquel portentoso cipote convulsionaba mientras eyaculaba sin tregua. Sentía su cálida lechada preñandome entero. Me abracé con fuerza a su cuerpo y empecé a temblar como un pajarillo mientras en mi culo se desataba un nuevo e inesperado orgasmo. Durante minutos estrujé aquella polla para extraer hasta la ultima gota que contenía, avaricioso de su miel. Extenuado me desplomé y mis ojos se cerraron desvaneciendome.
Cuando recupere el sentido, ante mi estaba el cipote pendulón que me había desvirgado ,aun en descanso era impresionante. Un fino hilillo se desprendía aún de su glande enrojecido. Alcé la mirada y vi al minero de pie, al lado de la cama. Estaba totalmente desnudo, poderoso me miraba desde la altura y en una de sus manos brillaba la llave de la moto.
- Toma ahí tienes, es tuya, te la has ganado. Los papeles están en la moto. Y ahora lárgate. - me dijo de forma despectiva
- Pero…. - balbuceé herido por sus palabras
Cogió mi ropa,me la arrojó a la cara saliendo a continuación de la habitación.
Penosamente me levanté de la cama y comencé a vestirme. Con cada movimiento sentía como si mil agujas se clavaran en mi maltrecho culo. Me tanteé la destrozada flor y pude constatar la basta oquedad en que se había transformado lo que antes era un pequeño agujerillo. De él manaba la esencia del hombre que me habia poseido por primera vez.
A duras penas conseguí acabar de ponerme la ropa. Y luego trabajosamente me encaminé hacia el taller en busca de la Bultaco. Cada paso era un tormento, el dolor y la humillación de lo acontecido hicieron que mis ojos volvieran a derramar abundantes lágrimas.
Entré en el taller y allí estaba el objeto de mi perdición. Intente montar en ella pero un dolor lacerante me lo impidió así que me vi obligado a arrastrarla camino de mi casa.
Mientras la empujaba, el tormento de la marcha y notar como la leche del minero empapaba los calzoncillos me hicieron, furioso, jurar que nunca más vendería mi cuerpo.
Durante semanas no pude montar en la moto. Los desgarros que el monstruoso cipote del picador había inferido en mis entrañas me lo impidieron. Pero dicen que el tiempo todo lo cura y en mi caso no fue una excepción.
Al fin pude estrenar la Bultaco, como una flecha cogi la carretera y aceleré con el viento azotándome la cara. Me deleitaba la vibración del motor entre mis piernas , aunque también rememoré en mi ano el dia que me desvirgaron. Pero eso era agua pasada. Un mala historia que se había acabado, me volví a jurar que nunca más pondría el culo a otro hombre.
Y tal vez así hubiese sido, si en aquella recta no me hubiese adelantado, como una exhalación, una puta Honda de 500 centímetros cúbicos aquel día de primavera.