5 Horas de diferencia 4

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Despertarme con ella entre mis brazos me hizo sentirme la mujer más afortunada del mundo. Tan quieta, tan dormida, con la respiración relajada que infunde el sueño. Me quedé por largo rato mirándola, preguntándome porque me tenía que estar enamorando de alguien que tenía mi misma sangre.  Estaba en la cama con un ángel y tenía el infierno en la cabeza, seguro que esto no se iba a pintar de color de rosa como los putos cuentos…

Me levanté sin hacer ruido, a regañadientes, porque se estaba tan caletita entre sus brazos! Me fui somnolienta a la cocina, mi tita aun dormía, me preparé un café y subí a la terraza.

Para ser domingo el bullicio seguía sonando en aquella ciudad enorme en la que yo me sentía como una pequeña hormiga. Que es lo que estaba haciendo? Que es lo que me estaba pasando? Es impresionante de que manera puede venir Cupido a joderte la vida porque ni aun sabiendo que para ella todo esto no es un juego no deja de ser mi prima. Alguien puso la manzana de Eva en mi camino y yo estaba por comérmela pero…que podía hacer? Quien es tan fuerte como para ignorar esto? A veces Cupido apunta mal y te da en el culo.

En esas estaba cuando noto que me abraza por detrás…”sigue poniéndomelo fácil prima, tu sigue!”

Franca – Te gusta Buenos Aires? – me dijo aun detrás mía

Yo – Lo poco que he podido ver la verdad es que si, me gusta el caos que tiene ejejeje

Franca – Si quieres podemos salir y te enseño un par de sitios, el obelisco, plaza de Mayo, querés?

Yo – con una condición…-me di la vuelta y mela quedé mirando fijamente.

Franca – cual?-dijo expectante.

Yo - ….que me lleves al Mc Donals!!!

Franca – jajajajajajajaja claro!

Tenía un hambre que me comía las piedras y me moría por comer esa basura que me volvía loca, soy capaz de matar por un cuarto de libra con queso!! Jajaja

Bajamos y mientras ella se duchaba yo remoloneé un poco más en la cama. Toda olía a ella y yo, por haber dormido allí tenía su olor impregnado hasta en la ultima célula de mi ser.  Eso, más que reconfortarme, me empezó a poner nerviosa. Me levanté y busque entre la ropa que había traído algo que ponerme, lo que fuera con tal de sacarme lo que llevaba puesto.

Me vestí y me eché 10 litros del perfume que siempre uso, Rochas man (si, man, que pasa? Jajaja) y puse la tele a ver si así me entretenía un poco.

Salió, hermosa como siempre, y nos encaminamos al centro. Ese día para mí será inolvidable. Reíamos a cada rato, hablábamos sobre cualquier cosa con la confianza que dan los años sabiendo perfectamente que esos años, para nosotras, eran unos días. Me llevó al Mc y con todo el gusto del mundo me zampé mi queridísimo cuarto de libra con queso entre bromas, risas y críticas a la gente que pasaba por la acera.

Me llevó a un montón de sitios, parques, monumentos,  y me hablaba de distintos pintores que yo ni idea…quien carajo eran??!!! pero aun así, ella era feliz hablándome de sus obras y yo también de escucharla hablar con ese amor de un mundo que yo, sabiendo que existía, no le daba ninguna importancia.

Mi madre me llamó 500 veces, preguntándome que donde estaba, que qué hacía, lo típico de las madres, cosa que no era típico en ella…solo desde que llegamos. En España nunca se había preocupado por mí, o solo lo hacía porque sabía que le podría sacar algo a mi viejo y me jodia mucho. Al final apagué el móvil.

Pasó ese día y los 4 más que faltaban para que nos fuéramos al campo. No hubo ni por mi parte ni por la suya más momentos de esos que me hacían perder la cordura y no lo lamentaba. A cambio gané confianza con ella y la empecé a conocer, aunque las miradas y las indirectas abundaban.

Llegamos al pueblito a las 8 de la mañana y todos, cansados, nos fuimos a la casa de mis abuelos.  Yo no puede con mi alma y después de que mi tita me dijera que yo y Franca dormiríamos juntas en la habitación del fondo de la casa me fui a acostarme sin caer en la cuenta de que para llegar a aquella habitación tendrían que pasar por la cocina, el salón, la biblioteca y el lavadero….si me mataban no se enteraría ni dios! Pero Franca sí que se dio cuenta de ese pequeño detalle.


Me desperté cuando ya era de noche, tenía frio y hambre y me tapé más aun mientras hacia las ganas de levantarme. Mi movimiento hizo moverse a Franca, que hasta ese momento no sabía que me acompañaba y se acercó más a mí abrazándome. El Frio se fue y volvió la vergüenza para dejarme quieta, estática y casi sin respirar. Su brazo pasaba por encima de mi vientre, su pecho se pegaba en mi brazo, su nariz respiraba en mi oreja. El calor que desprendía su cuerpo me hacía sentirla tan cerca que creía que mi piel se fundiría con la suya y por eso,  mi respiración empezó a alterarse.

Franca – Te encontrás bien? – no estaba dormida? Joder, ahora su mano tocaba mi barriga por encima de la tela.

Yo – No….no puedo estar bien – su mano seguía jugando con la tela que tapaba mi vientre muy despacio, sacándome de quicio.

Franca no dijo mas, solo siguió buscando la salida del laberinto que estaba dibujando encima de mi camiseta y lo encontró, para acto seguido buscar mi piel y empezar a dibujar otro más complejo que me erizaba todo el cuerpo a cada centímetro que recorría.  Pasaba, lento, muy lento, por mi costado, bajaba, hasta rozar el borde de mi pantalón de pijama y lo bordeaba pasando de una cadera a otra, sin mover nada más que su mano y yo, sin mover ni un pelo.

Subió, más lento aun, hasta llegar a casi tocar mis senos y pasó por en medio, sutilmente, hasta mi garganta, acercó su boca a mi oído y me susurró un “estas bien?” que me hizo entrar en un estado térmico sobrenatural. Me olvidé de cómo articular palabra en el momento que la sentí que se acercaba mas, recostándose contra mí, estando su boca en mi oreja, su mano en mi garganta, su pierna entre las mías. Recorrió en descenso mi pecho sin rozarme nada que no fuera en medio y eso me hacia desesperar. Note que se entretenía en el borde de mi pantalón, de un lado a otro, haciendo que mi respiración denotara lo malísima que me estaba poniendo sin tocar ningún punto clave de mi cuerpo.

No sé cuánto tiempo se dedicó a hacer esa T invertida pero consiguió que mi ropa interior se destiñera de tanta humedad. Mi respiración ya me estaba empezando a marear y la sentí sonreír cuando la aceleré aun mas al notar que su mano ya jugaba con colarse dentro de mi pantalón. Me mordió la oreja, gesto que hizo que se me escapara un gemido y esperando que esa mano diabólica terminara de descender me llevé la sorpresa del día cuando noté que se reía, sacaba la mano, me bajaba la camiseta, me daba unos palitos en el vientre y me decía levantándose “voy a hacerme algo de cena, querés?” - obvio! Quiero tu mano! Mierda, solo pude abrir los ojos como platos, mirarla y  después echarme la manta a la cabeza y hacer unos pucheros que a cualquier guardia Londinense le hubiera provocado dejar su puesto para preguntarme si estaba bien….la vi salir con los ojos llorosos de la risa…hija de puta, estaba jugando…y como jugaba! Al final la íbamos a liar….

Me quedé en la cama, pensando, asimilando, bajando el tremendo calentón que tenía en el cuerpo. Como se podía ser así? Qué manera más mala de volver a la realidad, ahora los prejuicios de ser quien era para ella y ella para mi volvían. Volvía a ser consciente de donde estaba y con quien. Me levanté antes de que la paranoia me hiciera darme cuenta, más aun, de que estaba enamorándome de ella. La encontré en la cocina haciendo algo que no sé lo que era pero olía de lujo y mi estomago reaccionó tronando, recordándome que el también estaba ahí.

Yo – Que haces? Donde están todos? – miré que la luz de las habitaciones estuviera apagada por debajo de las puertas, cerré la puerta del pasillo y me acerque a ella por detrás rodeándola por la cintura y apoyando mi mentón en su hombro

Franca  - Un invento mío, todos duermen, solo tú y yo nos acostamos esta mañana.

Miré el reloj, las 3! Joder, si habíamos dormido!

Yo – Joder, ahora para darle vuelta al reloj biológico nos las vamos a ver putas…

Franca – Naa, hay muchas cosas que se pueden hacer de día también – y medio giró la cara para que viera esa mirada picara que ya me encantaba.

Yo – Si, dejar a la gente con las ganas – le di un beso en la mejilla  y me fui al salón a ver la tele.

Cenamos con poca conversación y mucha risa porque todas las palabras andaban de lucha por debajo de la mesa. Empezamos con rocecitos de pies para terminar en la lucha de ver quien  tocaba mas partes intimas con ellos. Me encantaba cuando pegaba algún brinco, no podría evitar reírme a carcajadas ni ella tampoco. Terminamos la cena junto con los juegos y yo, mientras ella hacia noseque, me acosté en el sofá para seguir viendo la tele.

Ella vino y se acostó junto a mí, de lado, quedándose delante de mí y yo, para estar más cómoda, pasé mi brazo por su costado abrazándola, me sentía tan a gusto así! Tan a gusto que empecé a ser consciente, de nuevo, de su cercanía, de su olor, del calor de su piel, de toda ella! Mis nervios volvían…pero desde cuando me pongo yo nerviosa por una mujer? Nunca había sentido esto que siento con ella, por ella, para ella…

Mi vida en España hacia tiempo que era un caos. Tenía el don de fijarme en una mujer y que esa noche acabara en mi cama y lo peor de todo es que la mayoría de las veces aun estaba caliente por haber estado con otra. Buscaba algo que no tenía modo de encontrar y no sabía que, tal vez esto que estaba sintiendo por Franca, totalmente nuevo para mí y que nunca había sentido, era lo que impedía que no tuviera a nadie estable en mi vida.

Dándole mil vuelta a la cabeza estaba cuando Franca me agarró el brazo apartándolo para levantarse.

Franca – Querés un té? – me miró.

Yo – De que te lo vas a hacer? – uf, que guapa estaba así, despeinada…

Franca – Canela – me seguía mirando, pero estaba rara…

Yo – Vale, hazme uno – que le pasa a esta? Su mirada no era la misma de hace un rato…

Se dirigió a la cocina y en los 7 pasos que dio hasta que desapareció detrás de la puerta no pude evitar taladrarle el culo con la mirada, que cuerpo tenia! Miré la película que estaba en la tele y me di cuenta de que no sabía de qué iba, se me había pasado el tiempo sintiéndola a ella y pensando nerviosamente más que viendo la tv.

Apareció en el quicio de la puerta, con una taza humeante en cada mano y se me quedó mirando. Tenía la misma mirada de duda que cuando la atajé en la puerta de su casa. No sé cuánto tiempo estuvo allí parada mirándome, no sé cuando tiempo estuve rígida mirándola, pero mi rigidez no desapareció cuando arrancó de un paso la distancia que la separaba de mi y agachándose, con las tazas en equilibrio,  me besó. Un beso suave, de reconocimiento. Se separó mirándome con una media sonrisa, me dijo “puedo?”, dejó las tazas en el suelo y me volvió a besar a la vez que se volvía a recostar en el sofá, frente a mí, sin despegar su boca de la mía.

Tardé una eternidad en reaccionar, no sé porque, estaba en shock, no me movía, solo me dejaba besar, ella lo notó y me preguntó si estaba bien y ahí desperté de golpe. La volví a besar, tierno, sensual atrevido, provocativo, pasional, todos esos fueron los estados de aquel beso que iba subiendo de tono y con él la temperatura de aquella habitación. Sus manos me despeinaban, las mías recorrían su espalda, su cintura. Nuestras lenguas hacían el amago de ahogarnos.  Intentar recuperar el aliento no tenía cabida en ese beso que me erizaba la piel y me mojaba el pantalón.

El sofá se nos quedaba pequeño y lo sabíamos. Se separó y me miró con los ojos verdes más hermosos que he visto en mi vida y sin mediar palabra pensamos lo mismo. Se levantó y me levanté, ordenamos a medias todo y apagando la luz, entre besos, cruzamos media casa hasta llegar a la habitación. Yo, mas lista que el hambre, no me lo pensé y atranqué la puerta poniendo la cama, quien iba a pensar que estábamos haciendo lo que estábamos haciendo si se encontraba la puerta cerrada?...nadie.

Una luz muy tenue iluminaba la habitación y le daba a ella ese toque sexy que tanto me volvía loca. Me acerqué y la besé dejando a un lado la ternura para pasar directamente a la pasión que sus besos me inspiraban, mi cabeza la regía la lujuria y ella  daba órdenes a mis manos de que “cuanta menos ropa dejéis puesta mejor” asique, teniendo en cuenta que cuando duermes, el sujetador te sobra, hice volar su camiseta dejando a la vista, a mi vista, esos senos de piel blanquísima coronados por unos pezones oscuros que fueron motivo de mi devoción buena parte de aquella noche.

Con toda la fuerza del mundo aparté mi mirada de su pecho para centrarme de nuevo en sus ojos un instante antes de que su boca me volviera a robar el aliento. Sus manos nada perezosas ya inspeccionaban por debajo de mi camiseta sabiéndose inexpertas pero curiosas y arrancándome con su tacto los suspiros más profundos que mis pulmones eran capaces de dar.

Hizo volar mi camiseta e inevitablemente la fuerza de gravedad que tenía la cama nos obligo a caer en ella quedando yo encima para poder hacer con ella lo que quisiera. Mi boca en su cuello la obligaba a hacer salir de su garganta gemidos que me daban la confirmación de que iba por buen camino y mi mano derecha, mas experta, se colaba por la parte de atrás de su pantalón para tocar toda la piel que aun estaba escondida. Sus manos en mi espalda me arañaban suavemente cada vez que le daba algún pequeño mordisco y eso me incitaba a continuar perdiéndome por su anatomía, lamiendo, besando, mordiendo cada milímetro de su piel hasta memorizar su sabor y quitarle el color.

Volví a su boca para despedirme de ella por un buen rato, le mordí el labio inferior y comencé mi descenso hasta que encontré uno de sus pezones, que erecto, me pedía a gritos que le prestara atención. Lo empecé a lamer mientras la miraba y ella, con los ojos medio cerrados, al ver que empezaba a actuar, solo pudo cerrarlos y soltar un suspiro que se me clavó en el alma. Una mano en su costado, la otra preocupándose de no dejar solo al gemelo del que torturaba con mi boca. Su mano en mi cabeza, la otra apretando las sabanas, sus piernas rodeándome, mi vientre notando su calor…sin duda la habitación estaba llegando a una temperatura volcánica.

Mientras cambiaba mi boca a ese gemelo no menos merecedor de mi lengua mis manos ya bajaban hacia el borde de su pantalón que suavemente fui bajando dejando cada vez más visible esa parte de su piel que aun no había inspeccionado. Abandoné por un instante mis caricias para quedarme de rodillas entre sus piernas, sacándole las únicas 2 prendas que la separaban de la desnudez y no pude evitar contener el aliento ante aquella mujer desnuda que era mi prima y que ya no me importaba nada ese hecho.

Se incorporó y agarrándome de la nuca me atrajo hacia ella para besarme rabiosamente. La prisa ya apremiaba en el tiempo y yo sabía que si seguía así me terminaría gritando que la hiciera acabar….y esa era mi intención, tanto juego le iba a costar algo caro.

Sus manos intentaron bajarme el pantalón pero las atajé e hice que se pusiera boca abajo. Le marqué mil caminos diferentes desde su cuello hasta sus pies haciendo que se arqueara, que respirara entrecortadamente, que gimiera, que casi rasgara las sabanas hasta que no aguanto más y de ella salió un “por favor Pao!!” que me supo a gloria.

La giré y volví a su boca, la que me besaba desesperadamente mientras ella notaba como yo bajaba mi mano lentamente, haciendo de su desesperación un mundo, hasta que llegue a su monte de Venus, exento de cualquier cosa que no fuera piel. Sus piernas se abrieron aun mas automáticamente para dejar paso a mi mano y al sentir su humedad mi cabeza decidió terminar el juego.

Sabía que era cuestión de minutos que llegara y no demoré en mover mi mano lo mejor que podía. Su humedad empapaba mi mano, sus gemidos retumbaban en mi oído, en mi cabeza, sus uñas marcaban mi espalda ya sin cuidado, cada vez mas fuerte hasta que noté que se arqueaba  desde sus caderas hasta su cuello, reteniendo el aire, arañándome hasta hacerme sangre, explotando en un tremendo orgasmo que la hizo temblar.

Calló, temblando, intentando recuperar la calma que mi mano le había robado. Me regaló el beso más tierno que me habían dado en toda mi vida, beso que disfruté y  que jamás olvidaré, beso que despertó del todo el amor que ya sentía por aquella mujer, mi prima.