5. Conexiones – Traiciones. (2° Parte)

Revelando las traiciones de Arturo Duarte...

Ya era de mañana, la luz del sol estaba colándose por las cortinas y pegándome justo en la cara, me estaba moviendo un poco tratando de despertar, pero el brazo de Arturo me tenía agarrado por el cuello sin que pudiera respirar tranquilamente y ahora que me daba cuenta... tenía medio cuerpo de mi novio encima de mí.

-   M-Muévet-te…

-   Mmm… – gemía.

-   No p-puedo res-respirar, Artie.

-   Haz silencio, Andy. Quiero dormir.

-   Arturo, p-pesas.

-   Pfff… Está bien, ya, ya me desperté.

-   Pero no te has quitado, coño.

-   Jajaja… Disculpa – dijo apartándose –, se sentía muy rico.

-   Claro que no, me estaba ahogando.

-   Mentira, estabas excitándote.

-   ¡Qué dices! – protesté agarrando un poco de aire.

-   Mira la sábana – me dijo señalando mi entrepierna –… Y mira aquí, alguien más despertó.

Era cierto, yo estaba completamente excitado formando una tienda de campaña y la verga de mi novio estaba completamente erecta pegando justo en mi pelvis. Al dormir en ropa ligera, mágicamente nuestras vestimentas desaparecían terminando en el piso para despertar completamente desnudos, casi todas las noches sucedía y esta mañana no era la excepción. Arturo me había sonreído juguetón volviendo a acostarse encima de mí dándome un cariñoso abrazo, repartiendo besos por toda mi clavícula y cuello, el comenzó a mover su pelvis haciendo que nuestras vergas se rozaran una con la otra y logrando que ambos soltásemos leves suspiros de satisfacción.

-   Que rico… – gimió.

-   Sí…

-   Buenos días, Andy.

-   Buenos… días, Artie – gemía sintiendo como el roce se volvía más intenso –… ¿Quieres…?

-   No, ahorita no – me interrumpió.

-   Pero, estás caliente.

-   Sí, pero... mejor esperemos a ésta noche. Disfrutaremos mucho.

-   ¿Sí?... ¿Y por qué estás tan seguro?

-   Porque estaremos solos. En la playa…tú y yo – explicó besándome.

-   No estaremos solos, pendejo. Los chicos estarán allí, la promoción entera, amigos… y demás.

-   Me refiero a la posada.

-   Espera, ¿Richie no va a dormir con nosotros? – pregunté confundido.

-   Bueno, no. No quiero que esté allí si vamos a estar besándonos, ¿Tú quieres?

-   No, pero anoche dijiste que estaríamos los tres en una sola habitación.

-   Coño… es que piénsalo bien, a mí me gustaría compartir contigo.

-   Jajaja... ¿Compartiendo como ahorita? Ya tienes la verga babosa – expliqué.

Y era verdad, sentía toda mi pierna húmeda.

-   Es por ti – expresó haciendo otro movimiento pélvico.

-   Jajaja… ¡Qué romántico!

-   Yo siempre soy así de romántico.

-   Sí, claro… ¿Pero, qué haremos con Richie?

-   Ya veremos – dijo sin importancia –… Bueno, ya vamos a levantarnos.

-   Y a bañarnos.

Mi novio se alejó de mí, se levantó de la cama y camino un par de pasos mostrándose completamente desnudo. Se veía bastante bien a mi parecer, Arturo siempre había tenido buen cuerpo, ya a sus 18 años su cuerpo no tenía a quién envidiar – tal vez a su hermano, obviamente –. Antes de mi accidente, él ya podía jactarse del cuerpo que fue capaz de conseguir con su duro entrenamiento y dieta medianamente sana. Luego de eso y posterior, supe que había dejado de entrenar ya que estuvo concentrado preocupándose por mí y ahora que yo estaba recuperándome, él también lo estaba haciendo volviendo a ser el mismo de antes e iba todas las tardes al gimnasio.

En cambio yo, había perdido masa muscular en mis brazos y piernas, mis abdominales ya no eran tan firmes como antes, también me sentía algo desnutrido, aunque mi novio dijera lo contrario y expresara que me veía bastante bien. Aquiles me aconsejó ir a su gimnasio, él personalmente me entrenaría con todo el cuidado y calma que mi cuerpo podría soportar, se lo había comentado a Mathew, pero mi hermano se había negado, no por el hecho de ir al gimnasio, si no porque fuese Aquiles quién me entrenara, pero las cosas ya estaban cambiando, así que en las vacaciones le pediría al hermano de Arturo que me entrenara sin importar que Mathew aceptase o no. Yo deseaba volver a tener mi cuerpo igual de definido que antes.

En el baño, e igual que anoche, nos bañamos por separado. Ya era un poco tarde, Richard estaba preguntando a qué hora estaríamos buscándolo, yo le contesté que Arturo se estaba vistiendo y saldríamos en media hora. En ese chance hice una maleta para ambos, yo ya estaba listo para ir a la playa con una vestimenta relajada, llevaba un short playero color marrón, una camisa blanca manga corta y unas sandalias marrones. Mi novio iba un poco más formal, en blue jean, camiseta azul y unos zapatos deportivos blancos, debajo llevaba un short playero a cuadros en colores azul, blanco, fucsia y verde – muy gay a mi parecer –. Me pareció por un momento que debíamos ir combinados, pero negué con la cabeza rápido pensando que ahora yo era el homosexual.

Sería un fin de semana entero sin padres en un club marítimo, la ilusión de todo adolescente. En una de las maletas de Arturo coloque para ambos algo de ropa para estar en la playa, para dormir, ropa interior, otros shorts, otros zapatos, un par de camisas que usaríamos en el bar, además de bloqueador, bronceador y otros implementos para el baño. Mi novio al entrar en su habitación me lanzó un bolsito, pero el muy idiota no lo había cerrado bien, así que sus cosas terminaron en el piso, entre ellas su cartera, celular y... dos cajitas de condones. Lo miré sin pensar en nada extraño, era normal que las tuviese y más teniendo a Aquiles cerca que era el promotor del sexo seguro, pero él me miraba como si el mundo fuese a acabarse...

-   Eso...

-   ¿Sí? – pregunté tomando una caja y viendo que habían 2 paquetes.

-   No son... para ti...

-   ¿Cómo? – pregunté extrañado.

-   ¡Me refiero!... ¡A que sí!... Pero, cuando estemos listos... ¿Bien? – dijo alterado.

-   Sí, ok, tranquilo.

-   Bien... vámonos – me dijo quitándome la cajita que tenía en las manos.

Arturo recogió todo lo que se había caído, me dio un corto beso para salir del cuarto y yo continué buscando las otras cosas que necesitábamos. Yo pensaba que Aquiles nos llevaría, pero él seguía durmiendo como un bebé en su cuarto – un enorme y desnudo bebé –, así que Arturo ni se molestó en despertarlo y tomó las llaves de la camioneta para poder irnos.

-   ¿En serio vas a conducir?

-   Bueno... sí.

-   Nunca condujiste por tanto tiempo.

-   Hay una primera vez para todo. Lo haré despacio y con cuidado, pero primero, compraremos cosas que necesitemos.

-   ¿Con...? – no tuve oportunidad de terminar la pregunta –… Coño, no le robes a tu hermano.

-   Solo es su tarjeta de débito – me dijo mostrándola en sus dedos.

-   Aja... ¿Y él no la va a necesitar?

-   Tiene otras por allí, ésta es la que me presta siempre.

-   Claro, la que te presta sin él saberlo.

-   Vamos a comprar comida, chucherías... y otras bebidas que necesitaremos en la noche – me dijo sonriendo e ignorando mi comentario.

-   ¿Cuántas botellas comprarás? – le pregunte volteando los ojos.

-   Seguro allá habrá alcohol, pero deben costar demasiado. Mi hermano dice que un trago en ése bar cuesta el doble de lo que vale en una disco.

-   Sí, Mathew creo que dijo algo igual.

-   Bueno, vamos a tener nuestra reserva personal, todos van a llevar algo e imagino que tus amigos también.

-   Sí, creo que ellos llevarán algo, pero… ¿Pagarás por Richie?

-   La entrada solamente.

-   Coño, Arturo.

-   ¿QUÉ?... Él no es mi novio – protestó.

-   Pero, es nuestro mejor amigo.

-   Solo la entrada.

-   No. Pagarás la entrada, el almuerzo, postre, bebidas, cena, bar. Todo – exigí.

-   No jodas...

Yo lo miré serio, él se me quedó mirando unos segundos, pero perdió la pelea antes de empezarla volteando los ojos como si fuese un niño y aceptó.

Después de eso, salimos del apartamento para ir a buscar a Richie llegando una hora después de enviarnos mensajes, él nos estaba esperando fuera de la estación con un bolso verde oscuro, iba vestido con un short y camiseta negra, con unos zapatos deportivos verdes, e igual que ayer tenía puestos sus pendientes. Cuando se montó en la camioneta nos saludo a ambos, luego se disculpo por haberse bajado sin avisar, pero que nosotros teníamos la culpa por no haberle hecho caso, Arturo no dijo nada y yo comencé a hablar con él de cualquier tema.

De camino nos detuvimos en un supermercado, mi novio agarró cualquier chuchería que quería y yo hice lo mismo pensando en Richie y en mí. Luego Arturo llegó a la zona de licores tomando 4 botellas de vodka, 2 de ron, 4 jugos de naranja, 6 botellas de Coca-Cola y dos bolsas de hielo.

-   ¿Dónde piensas meter todo eso? – preguntó Richie.

-   En la maleta hay una cava. Tranquilo vale.

-   Bueno, solo preguntaba.

-   Ya pendejo, deja de joder.

-   Ahhh, pues... ¿No puedo hablar ahora? – le preguntó algo molesto.

-   De paso de que tengo que pagarte todo hoy… ¿Vas a estar diciendo pendejadas?

-   ¿Cómo es la vaina? – preguntó completamente molesto.

-   No dije nada, chico.

-   ¿Cómo que nada?... ¡A mí no me tienen que pagar un coño vale!

-   No comiencen a pelear ahorita – les dije mirando a todos lados.

-   No, él empezó. Yo no tengo que estarle pidiendo nada a ese pendejo.

-   Bien, entonces que se vaya – dijo Arturo tomando el carrito y avanzando.

-   ¡Me voy! – gritó y dio media vuelta dando pasos largos hacia la salida.

-   ¡Coño, Richie!

Arturo se quedó sin decir nada con el carrito, mientras Richard salía molesto del automercado hasta el estacionamiento y yo tuve que perseguirlo.

-   ¡No...! Yo no le estoy pidiendo que me pague nada.

-   Fui yo... fue mi culpa – traté de explicar y lo tomé del brazo –. Yo le dije que tenía que pagar todo hoy.

-   ¿Por qué hiciste eso?

-   Yo... es que...

-   O sea, soy pobre, él, tú y yo lo sabemos, de eso estamos claros. Pero puedo pagar mis vainas... ¡Suéltame! – me reclamó molesto.

-   Disculpa.

-   No tienes que tener lástima de mí.

-   No la tengo, yo te quiero mucho y quería que pasaras tiempo con nosotros.

-   Si yo dije que podía venir, era porque podía pagarlo. Si no, no venía.

-   Disculpa – dije de nuevo.

-   Tú no tienes que disculparte... es el otro quién tiene que hacerlo.

-   No lo va a hacer.

-   Mejor me voy – dijo mirando al piso.

-   No, Richie. No te vayas.

-   Yo no voy a estarle pidiendo nada a ese pendejo.

-   Yo sé... fue mi culpa, pero por favor, no te vayas.

Entonces, en ese momento Arturo estaba saliendo con las bolsas, tenía una cara molesta y pasó al lado de nosotros sin mirarnos. Llegó hasta la camioneta comenzando a guardar todo tranquilamente, nosotros llegamos a su lado y él cerró la maleta con fuerza.

-   ¿Entonces?... ¿No te ibas?

-   Deja de ser un cretino, Arturo – le dije.

-   Ya me voy. No tienes que repetírmelo.

Richie abrió la puerta, tomó su bolso y caminó hacia donde estaba la salida.

-   ¡Ya basta, vale!... ¡Dejen de ser unos imbéciles!

Ambos me miraron y yo tuve que hablar.

-   Fue mi culpa – repetí –, yo le dije a Arturo que lo hiciera, lo que no le dije fue que tenía que ser un idiota contigo, eso puede hacerlo por su cuenta.

-   Ustedes ya saben que yo soy pobre, sé que ustedes tienen dinero para tirarlo al techo si quieren, pero no voy a estarles pidiendo nada, eso no me gusta, yo no hago eso, yo me gano las cosas por mi cuenta y no quiero ser su amigo si piensan que es por conveniencia.

Los dos nos quedamos en silencio esperando a que continuara con lo que tenía que decir.

-   … Me hiere que piensen que ando mendingando por vivir en un barrio... creí que éramos amigos.

-   Yo soy tu amigo – dije en voz baja.

Richard se quedó mirando a Arturo en busca de alguna respuesta y negó con la cabeza comenzando a caminar hacia la salida al ver que mi novio se quedaba en silencio.

-   … También somos amigos – terminó diciendo Arturo.

-   Sí, claro.

-   En serio... y ya vámonos, que se hace tarde.

-   ¿No te piensas disculpar?

-   ¿Qué hice mal?

-   Nada, Arturo. Nunca haces nada malo – terminó diciendo Richie colocándose su bolso.

-   Ok… listo, resuelto el peo – dijo subiéndose y encendiendo la camioneta.

-   Ya sabes cómo es... Ven, por favor – le pedí –, solo ignóralo.

-   De acuerdo, pero solo voy porque tú me lo pides – aceptó y nos subimos a la camioneta –… Y no quiero que él me pague nada.

-   Si voy a hacerlo. Y no porque Andrew lo diga, lo haré porque me da la gana.

-   No quiero nada tuyo – le dijo molesto.

-   Te jodes.

Hubo otro silencio hasta que Arturo suspiró bastante fuerte continuando con lo que realmente quería decir.

-   … También lo haré porque soy tu amigo.

-   Ya te dije que no voy a aceptar nada tuyo. Ni siquiera te has disculpado.

-   Pues... Me vale verga lo que digas.

-   Por eso es que no te soporto – dijo frustrado.

-   Sí lo haces – contestó sin inmutarse.

-   ¡Ya coño, dejen de discutir! – les grité –… Richie, esa es la forma en que Arturo se disculpa... en serio. Ustedes son demasiado tercos.

Ambos se quedaron en silencio y yo suspiré por no recibir ninguna respuesta. Arturo condujo fuera del estacionamiento en dirección a la playa, fue un trayecto de media hora en silencio prácticamente, tuve que poner algo de música para distraernos, porque faltaba otra hora de camino. El viaje era por la montaña y túneles oscuros, pero tuve confianza en Arturo, estaba conduciendo bastante calmado, ni siquiera se asustó cuando la guardia nacional nos detuvo un rato pidiendo los papeles de mi novio, él simplemente le había dado los de su hermano cosa que no aceptaron, luego ordenaron que nos bajáramos de la camioneta con el pretexto de que éramos unos adolescentes que habíamos robado una camioneta, que planeábamos emborracharnos y drogarnos en la playa.

Antes de salirnos y dar por perdido el viaje, Arturo les dio lo que ellos estaban pidiendo indirectamente, unos cuantos billetes y los guardias sonrieron ampliamente para dejarnos ir a los pocos minutos junto con las recomendaciones vacías de “tener cuidado por la vía”.

Después de eso los tres suspiramos tranquilamente, Richie comentó que eso era lo que buscaban desde un principio y Arturo le acompaño en el comentario, agregando que su hermano le había dicho que eso era lo que debían hacer en caso de que los molestaran en la carretera. A pocos minutos de llegar al club marítimo, recibí mensajes del clan, ellos ya habían llegado y se estaban registrando en las habitaciones. Yo les contesté que llegaríamos pronto y si era posible apartar una habitación para Arturo, Richard y para mí. Ellos dijeron que sí podrían, aunque solo había habitaciones dobles.

-   Yo estaré con alguno de esos locos… ¿Verdad?

-   ¿Acaso quieres estar con nosotros en una habitación… de noche? – contestó Arturo con otra pregunta.

-   No, es claro que no – suspiró –... Pero está bien, me quedaré con ellos.

-   Ya les pregunté por mensaje... seguro te quedarás con Marcello.

-   Genial. El mudo.

Los tres reímos con ese comentario, nos quedamos tranquilos porque Richie aceptara estar con Marcello en un cuarto y dejarnos a Arturo y a mí solos. Era bueno que él estuviese enterado de lo nuestro porque así no tenía que hacernos preguntas incomodas que no tendrían respuesta.

Ya al llegar, Arturo pagó la entrada de los tres, Richard no dijo absolutamente nada, el personal del club le indicó donde podía estacionar la camioneta, para luego seguir a la zona de las habitaciones asignadas a la promoción, él le agradeció y condujo hasta llegar al puesto asignado.

-   … ¡Por fin llegamos! – dije al bajar.

-   Y parece que hará buen día – continuó Richard.

-   Ayúdenme, tenemos muchas cosas que llevar – pidió mi novio desde la maleta.

Entre los tres sacamos los bolsos y la cava para continuar nuestro camino a las habitaciones. El club marítimo en realidad era un gran complejo con piscinas, canchas deportivas, zona de picnics y parrillas, un gran edificio que tenía restaurants, bar, discoteca, gimnasio, y demás. La playa nos esperaba al frente de todo el complejo, el aroma del mar me embriagaba, estaba a punto de dejar todo y meterme al mar, pero los chicos prácticamente me tomaron de los  brazos obligándome a ir a las habitaciones.

Al llegar, otro personal nos estaba esperando, nos dieron la bienvenida y le informó a Arturo que la promoción estaba en la piscina principal en esos momentos participando en diversas actividades. Nosotros por ser invitados de mi novio lamentablemente no podríamos formar parte de ellas, pero sí podíamos disfrutar de todas las instalaciones, también nos dijo que el almuerzo y cena se servirían puntuales, pero de nuevo, si queríamos estar por nuestra cuenta, podíamos hacerlo. El chico del personal nos dio unas bandas especiales para identificarnos – la de Arturo azul y las nuestras verdes – y nos guió a nuestras habitaciones.

El lugar al que ellos llamaban “zona de descanso”, eran casas de ladrillo, de una planta unidas unas al lado de otras con todos los lujos que podríamos imaginarnos, el chico nos fue explicando que poseían habitaciones para dos, tres, cuatro, hasta seis personas con camas individuales, matrimoniales o literas. Él también explicó que al haber llegado un poco tarde no habría muchas disponibles y que la mayoría de la promoción había tomado las habitaciones más grandes quedando solo habitaciones sencillas con camas individuales. En voz baja, Arturo le preguntó si había alguna disponible con cama matrimonial, el chico se detuvo y nos vio curioso unos segundos, pero utilizando sus poderes de persuasión colocando otro par de billetes en su mano el chico aceptó llevarnos a alguna de ellas.

-   … Una pregunta, ¿Es para ustedes tres? – preguntó extrañado.

-   No, claro que no… ellos ya reservaron una con sus amigos, es para mí solamente – mintió mi novio.

-   Bien, bien… Menos mal – contestó cambiando la cara.

Estábamos pasando por cada una de las habitaciones hasta que vimos al clan reunido en un sitio esperándonos, rápidamente fui a saludarlos mientras Arturo fue con el chico a buscar nuestra habitación especial con su maleta y la cava.

-   ¿A dónde va Arturo?... Nuestras habitaciones están por aquí.

-   Sí vale, íbamos a ser vecinos – dijo Jhonny.

-   El va a buscar otra que el chico le ofreció, Sebastián… Y se saluda primero.

-   Claro, claro… – contestó apenado.

Los del clan nos saludaron y tomaron la maleta de Richard lanzándola a la habitación de Marcello. Carlo nos dijo casi lo mismo que el personal del club, que la promoción estaba jugando en la piscina principal y que no podíamos estar por esa zona, pero si podríamos ir a cualquier otro sitio. Yo les dije que deseaba ir a la playa para quedarme un rato tomando un poco de sol, ellos aceptaron y también Guillermo propuso comprar algunas cosas para comer y tomar.

-   Tranquilos, Arturo compro cosas para nosotros.

-   Ayyy… Ese Arturo, si sabe – dijo Jhonny con mirada soñadora.

-   Tendremos un fin de semana divertido – me dijo Richard por lo bajo.

-   Nosotros también tenemos una reserva aquí.

Carlo había abierto la puerta de la habitación que compartiría con Guille y allí mismo estaba un bolso de viaje lleno hasta el tope de papas, chocolates, galletas y todo tipo de chucherías. Guille nos mostró que en el mini bar habían colocado algunos refrescos, jugos y botellas de agua. Esa sería la habitación de la comida y en la habitación de Jhonny y Sebastián, estaban las botellas de vodka y ron que por supuesto no podían faltar.

-   Tienen todo preparado.

-   Claro Andrew, no es la primera vez que venimos – dijo Carlo.

-   ¿En serio?

-   La vez pasada también vinimos en grupo, pero con nuestros padres. Fue un milagro que nos dejaran solos esta vez.

-   ¿Y sus padres les dejaron traer todas esas botellas? – preguntó Richard confundido.

-   Fue de contrabando, Richard… que inocente eres… – le contestó Sebastián con superioridad.

-   Claro – mi amigo dio una vista global al clan y se quedo mirando a uno en específico –… ¿Y tú no vas a hablar?

-   Estoy aquí, no tengo nada que decir – dijo Marcello.

-   Vamos a compartir cuarto, mejor que hablamos y nos conozcamos.

Fue más un sonido hecho por su boca que una respuesta con palabras. Richard suspiró al mismo tiempo que llegaba mi novio con solamente su short y sandalias puestos. Los muchachos fueron a saludarlo emocionados y les preguntó qué haríamos primero.

-   … ¿Qué quieres hacer tú Arturo? – le preguntó Jhonny.

-   Bueno… ¿Andrew? – y me miró.

-   Íbamos a la playa… ya lo habíamos decidido, ¿Recuerdan?

-   Vamos, entonces – les dijo a todos con una sonrisa alegre.

Carlo tomó un pequeño bolso, metió allí un poco de la reserva que tenían y fuimos camino hacia la playa. Vimos como todos los de la promoción estaban jugando y bailando en la piscina, eran un gran grupo, pero me di cuenta que en realidad no estaban todos los muchachos que conocía y faltaban algunos grupos que seguramente habían decidió no venir al club.

Le pregunté a mi novio si de verdad quería venir con nosotros, le aclaré que si él quería, podía ir con ellos y después volver con nosotros. Él negó con la cabeza llamándome tonto y se adelantó para hablar con los del clan. Yo me quedé atrás con Richie que estaba tratando de sacarle conversación a Marcello y todos seguimos en dirección a la playa.

Al tocar la arena, fue un éxtasis para mí, sentir el calor del sol, la brisa marina y ver el agua cristalina golpear en la orilla me alegró bastante. El personal del club nos ofreció toldos con sillas, nos mostraron la churuata que estaba cerca de nosotros dónde podríamos pedir todo tipo de bebidas y comidas a un módico precio. Arturo, Carlo, Guille, Jhonny y Sebastián, dejaron sus cosas quitándose las franelas para mostrar sus cuerpos y correr desesperados al agua entre gritos y risas. Un fuerte aroma a testosterona se comenzó a respirar en el ambiente,  yo también me quité mi camisa blanca dejándola en una de las sillas y caminé rápido hasta el agua dejando a Richie y Marcello, que se quedaron recogiendo las franelas que habían dejado los demás.

Sentía como la arena quemaba mis pies poco a poco hasta llegar a la orilla, para luego sentir como el agua los tocaba refrescándolos, por un segundo me sentí libre y bastante relajado. Arturo estaba riendo bastante fuerte jugando con los chicos del clan, lanzándoles agua y tomándolos por el cuello intentando ahogarlos.

-   ¡Ven, Andy! – llamó mi novio.

Yo le hice la señal de que esperara ya que Richard me llamaba en ese momento, así que regresé, ya mi amigo se había quitado la camiseta negra que llevaba, mostrando su torso bronceado bastante firme y sus pezones oscuros, él se tocaba sus abdominales de manera automática acariciando esa línea de vello que se perdía en su short negro y flexionaba sus bíceps con cada movimiento.

-   ¿Qué pasa?

-   Por lo menos ponte algo de protector, no querrás estar como un camarón todo el fin de semana – recomendó Richard.

-   Claro, Richard – tomé un poco que me ofreció y lo esparcí por la parte delantera del cuerpo.

-   ... Pareces una madre – se escuchó como un susurro detrás de nosotros.

-   Bueno, Marcello, es lo que mi mamá me dice.

Marcello en comparación a mi amigo, tenía la piel blanca en un tono muy pálido, era delgado, pero fibroso, poseía una capa de vello casi imposible de notar que iba desde tu pecho hasta llegar a su abdomen y al short azul oscuro con un diseño hawaiano de flores verdes que llevaba puesto.

-   ¿Le haces caso a tu mami? – preguntó burlón.

-   Siempre... ¿Tú no?

-   A veces... solo cuando me conviene, o cuando llega a aparecer por la casa.

-   Ya... ¿Te ayudo a ponerte? Tienes la piel muy pálida, imagino que el sol te hace mucho daño.

-   Ehhh... Sí, claro – respondió volteando el rostro.

Marcello se dio la vuelta, Richie le colocó protector por toda su espalda, explicándole que seguramente se quemaría muy rápido así que debía ponerse bastante protector en su cuerpo o estar en la sombra, Marcello no contestó nada en realidad y se quedó allí parado recibiendo el masaje de mi amigo.

-   Ayúdame también, Richie. Luego te ayudo a ti.

-   Voy – dijo separándose de Marcello.

Las manos ásperas de Richard no se comparaban a las de Arturo, se lo hice saber con un comentario que no pudo escuchar Marcello y haciendo que me diera un suave golpe en la cabeza como respuesta en forma de broma. Richard ya estaba terminando conmigo cuando él mismo sintió como Marcello le echo protector en su espalda y lo masajeaba suavemente.

Ya los chicos del clan estaban volviendo entre risas y juegos, quedandose en silencio al vernos hasta que uno de ellos decidió hablar.

-   Epa, maricones... los masajes románticos para la noche – dijo Sebastián viendo la escena.

Me había sorprendido al ver a Sebastián sin camisa, tenía su pecho bronceado bastante trabajado, casi igual que Arturo y estaba completamente depilado. Jhonny sin embargo, no parecía ser muy fanático de ir al gimnasio, ya que su torso era lo opuesto al de Sebastián y se le veía una pancita de cervecero que si no se cuidaba crecería enormemente. Ambos tenían shorts azul celeste pero con diseños playeros diferentes.

-   Tu también te pondrás, Arturo – le dije sosteniendo el envase.

-   Bueno, pero si tú me lo pones – me dijo cerca de mi oído.

-   Ven…

-   Yo no me voy a poner nada – protestó Jhonny.

-   Yo tampoco, ¿Para qué? – preguntó Sebastián cruzándose de brazos.

Jhonny y Sebastián, estaban riéndose de nosotros mientras veían como nos colocábamos protector entre todos, ellos dos se fueron burlándose en dirección a la churuata y Richard negó con la cabeza. Incluso Carlo y Guille se estaban colocando la crema entre ellos.

El cuerpo de Carlo me había dejado sin palabras, estaba a la par del cuerpo de mi novio, bastante inflado, definido y firme, entre el pecho, hombros, brazos y abdomen. Cosa que no habíamos notado, ya que él siempre se la pasaba con un sueter en el colegio o en la casa de alguno de los chicos del clan. Ahora solo llevaba un short negro, con rojo y amarillo, que también le marcaba un culo increíble y que lamentablemente nadie comentó al respecto.

Su compañero Guillermo, estaba también en las mismas condiciones que Jhonny, era delgado, pero con una pancita llena de vello, su piel blanca y con algunos lunares en su espalda, contrastaba bastante bien con el short gris a cuadros con blanco y negro que tenía.

-   ... Sufrirán esta noche si no se ponen protector.

-   Ni te ocupes, ellos no van a dormir con nosotros – le contestó Marcello.

-   Sí... seguro van a estar llorando – expresó Carlo.

-   Olvídense de ellos, vamos a jugar con las raquetas – terminó diciendo Guille.

-   Dale, yo juego – se sumó mi novio.

Yo por mi parte quería meterme al mar y nadar un poco. Carlo y Richie me acompañaron, el agua estaba cristalina, las olas rompían en la orilla, los tres entramos al agua y empezamos a nadar. Carlo propuso ir hasta lo más hondo y volver de regreso en una competencia, así que Richard y yo aceptamos. Me esforcé bastante al nadar los primeros metros entrado más al mar, cuando ya no podíamos sentir la arena y luchábamos contra el movimiento de las olas, decidimos que llegaríamos hasta ese punto y volveríamos. Carlo era un excelente nadador, con una técnica increíble pareciendo un profesional, él iba de primero en la carrera de regreso, después le seguía mi amigo Richie y finalmente yo quedando de tercero. Me esforzaba en seguirles el paso, pero mi pierna se cansó demasiado pronto quedándome rezagado, tuve que detenerme para respirar un par de veces, luego sentí que el movimiento del mar me arrastraba hacia adentro y me aterré, así que volví a nadar de nuevo dándolo todo hasta que pude llegar a los chicos.

-   No joda, Andrew. Perdiste.

-   Me canse, Carlo... y el mar casi me arrastra de nuevo.

-   ¿Pero estás bien? – preguntó Richie nervioso –... Tu pierna...

-   Sí, sí estoy bien... pero no vuelvo a ir más adentro.

-   Quedémonos aquí que podemos pararnos – señaló mi amigo.

-   Jajajaja... Bueno, nosotros, porque Andrew aún no llega – dijo Carlo con risa.

-   Sí llego – le contesté lanzándole agua.

-   Jajaja… Era broma, Andrew. Tranquilo, yo soy buen nadador y se primeros auxilios. Mi papá me obligó a aprender en un curso de salvavidas.

-   Wow... Con razón... ¡Nadas genial! – alabó mi amigo.

-   Gracias, Richard. Tú no te quedas atrás.

-   Sí, pero yo porque voy a la playa seguido y aprendí a nadar en el mar.

-   Yo de vaina nado en una piscina – les comenté causándoles más risa.

Nosotros seguimos hablando un rato más mientras veíamos a Arturo y Guillermo jugar ping pong en la orilla, luego se habían sumado Jhonny y Sebastián haciendo equipos, entre tanto Marcello se quedó recostado en la silla viéndolos jugar con unos lentes de aviador.

Así pasamos el resto de la mañana, hasta que el personal del club llamó en específico a mi novio para que fuera a almorzar en el restaurant, él se negó, pero prácticamente fue arrastrado por el personal hasta desaparecer de nuestra vista. Una chica llegó hasta nosotros que ya estábamos sentados en nuestra zona, nos ofreció el menú para poder almorzar y todos pedimos grandes platos de mariscos fritos que era algo típico del club, contenía camarones, calamares, pulpos, con plátano frito y ensalada. La chica recibió el pedido y en menos de 20 minutos ya volvía acompañada de otros chicos con mesas de plástico, la comida y bebidas.

Estuvimos satisfechos con el excelente servicio que nos daban hasta que llegó la cuenta y nos quedamos asombrados por el costo de todo. Tuve que tomar la tarjeta de Aquiles y dársela a la chica que volvió en poco tiempo diciendo que todo estaba en orden. Yo les explique que el dinero era de Arturo, que debían pagarle cuando regresáramos y los chicos aceptaron prometiendo no pedir más comida de la churuata.

Al regresar mi novio le explique lo que había tenido que hacer, pero no le importó en lo más mínimo diciendo que el dinero era para gastarse, ganándose un gesto despectivo por parte de Richard que solo fue notado por mí. Arturo explicó que en el restaurant le habían informado que la fiesta de la promoción empezaría a las nueve de la noche, que era de vestimenta casual y todas las bebidas estaban pagadas. Los del clan celebraron y nos quedamos reposando el almuerzo hasta la tarde.

Cuando los muchachos se cansaron de estar recostados recibiendo sol, yo le propuse a Arturo caminar por la playa un rato y él acepto gustoso. Todos iban a sumarse al paseo, pero mi amigo Richard nos salvó diciendo que quería jugar vóleibol y los retó diciendo que él era mejor que ellos. Los muchachos aceptaron el reto comenzando a jugar uno a uno contra mi amigo y nosotros con una mirada de agradecimiento nos fuimos alejando de ellos.

-   ... Menos mal propuso ese juego.

-   Sí, Richard es un genio. Lo hizo para que estuviéramos solos.

-   Ya sé... – respondió volteando los ojos.

-   No seas así con él.

-   ¿Así cómo?

-   Malo.

-   Coño, Andrew... no soy malo con él, ya olvídalo.

-   ¡Bien! – le grité frustrado.

-   Bésame, vale – me pidió abrazándome y yo miré asustado a todos lados.

-   ¡No!... ¿Estás loco?... Alguien puede vernos.

-   No hay nadie, ya miré.

-   Coño, no seas imprudente.

-   Que ya miré. No hay nadie cerca... mira... – me explicó señalando.

Yo di una mirada a todos lados, los muchachos y la gente estaban bastante lejos, tampoco había nadie en el mar y no pude contestarle algo más porque sus labios fueron a los míos. Fue un beso rudo, atrevido, sus manos me tocaban la espalda acariciándome con poca delicadeza, me separaba para respirar, pero él volvía a tomarme por la boca mordiendo mi labio inferior en el proceso, yo me estaba excitando demasiado al igual que él y su erección se reflejaba en su short playero, Arturo al separarse me miró con emoción, se notaba que algunas ideas atrevidas se estaban formando en su cabeza.

-   Ni se te ocurra, Arturo.

-   ¿Qué cosa?

-   No vamos a hacer un coño aquí – le respondí separándome.

-   Bueno, yo... no quería hacer nada.

-   Sí, claro. Tu verga dice lo contrario.

-   Bueno, bueno... una paja podría ser, tú también estás duro.

-   Sí, pero no voy a hacer nada aquí, podrían vernos.

-   Bueno... ya... está bien, coño... – dijo a la nada pateando la arena.

-   Pero, ¿Por qué estás molesto?

-   Por nada...

-   ¿Nada?

-   Coño, quiero compartir con mi novio y tú no quieres lo mismo.

-   Estamos compartiendo… ¿Qué más quieres?... ¿Pajearnos?... ¿Qué te la chupe y me cojas?... ¡¿QUÉ ME TRAGUE TU LECHE?! – grité molesto.

-   Shhh… ¡YA!... – me calló mirando a todos lados.

-   ¿Ya, qué?

-   Nada, nada…

-   ¿Nada de qué? – continué preguntando molesto.

-   No, disculpa… en serio – me pidió apenado –. Perdóname, Andy. Tienes razón, estamos compartiendo.

-   Ok...

-   Y ya te dije, sí lo quiero hacer… lo otro – aclaró –, pero cuando tú quieras... me equivoqué. Estoy loco.

-   ... Un poco – acepté después de un rato.

-   ¿Me perdonas?

-   Sí – le respondí volviendo a abrazarlo –... Podemos hacer lo otro, pero... más relajados y en privado.

-   Lo entiendo.

-   Gracias, Artie – le dije.

-   No es nada, Andy.

Nos volvimos a dar un beso corto, ambos sonreímos y volvimos de regreso con los muchachos. Al estar cerca, vimos como el sol ya se estaba poniendo y mostrando ese tono dorado que se reflejaba en mi novio haciéndole parecer un dios griego. Sonreí para mis adentros pensando en la suerte que tenía al tenerlo a mi lado, pasé mi brazo por su cintura y él me respondió pasando su brazo por mis hombros apretando con fuerza.

Al llegar, nos dimos cuenta como Richard terminaba por ganarle a Carlo, que se lanzaba al suelo y la pelota iba en otra dirección cayendo en la arena.

-   ¡GANÉ, NO JODA!... ¡LES GANÉ A TODOS! – gritó emocionado.

Los del clan tenían muy mala cara y nosotros felicitamos a nuestro amigo. Arturo le propuso un partido más contra él y yo, pero Richard le dijo que era injusto el ser dos contra uno y menos después de haber jugado contra cuatro, hasta que Marcello dijo que haría equipo con él alegrando a nuestro amigo.

Entre ellos dos parecían ser la pareja dispareja, no eran muy buenos coordinándose, pero lamentablemente Arturo y yo tampoco lo éramos, terminando el partido en empate y los cuatro tumbados en la arena.

-   ¡Igual!... Por mí, les gane.

-   Sí, claro – protestó mi novio.

-   Mañana lo repetimos... Marcello, te quiero como equipo.

-   Seguro – le contestó sonriendo.

-   ¡Ves!... ¡Ya hablas más!

Ellos se rieron cómplices, los otros chicos del clan dijeron que era hora de volver a las habitaciones para poder bañarnos y prepararnos para ir a la fiesta, así que aceptamos. Ya para ese entonces, Jhonny y Sebastián, se estaban quejando de que no podían moverse mucho y Richard se burló de ellos obteniendo su silencio como respuesta.

En la zona de descanso, cada pareja fue a su habitación y yo me fui con mi novio a la nuestra. Estaba un poco más alejada y no había muchas habitaciones habitadas por los huéspedes. Arturo me explico que el chico del club, le había dicho que esas habitaciones eran para otros clientes y no había personas de nuestra edad cerca, lo cual agradecimos. Al entrar, las paredes blancas, piso de cerámica y pesadas cortinas en las ventanas nos dieron la bienvenida. Arturo encendió la luz, el aire acondicionado y se quitó su ropa quedándose desnudo.

-   Voy a bañarme... Acompáñame – me pidió amable –, no haremos nada, te lo prometo.

-   Te creo, ya voy.

Me quité mi short también, tomé de la maleta una bolsa de plástico con shampoo junto a otros utensilios y fuimos a la ducha. Nos bañamos tranquilamente quitándonos la arena y sal del cuerpo, para después aplicamos el shampoo haciendo algo de espuma enjabonando el cuerpo del otro, era imposible que alguno de los dos no se excitara en ese momento, cubiertos de espuma y pasando nuestras manos por nuestros cuerpos con suaves caricias. Mi novio movía su verga pegándola contra la mía e hicimos una lucha de espadas riéndonos hasta que nos volvimos a separar para quitarnos la espuma con el agua y terminar con el baño evitando nuevamente que hiciéramos otra locura.

Nos vestimos bastante tranquilos, entre beso y beso con las vergas aún erectas, yo me coloqué una chemise negra con un short corto azul claro y terminé por colocarme unos zapatos deportivos negros que había puesto en la maleta. En cambio mi novio decidió ir completamente de blanco, sus zapatos deportivos, short y camisa manga corta abierta para llamar mucho más la atención. Y salimos para encontrarnos con los del clan que estaban parados en la puerta de la habitación de Jhonny y Sebastián, se escucharon unos gritos muy extraños así que adelantamos el paso para ver qué ocurría.

-   ¿Qué pasa? – pregunté al llegar.

-   Los camarones están llorando – dijo Richie en el marco de la puerta –, se los dije.

-   ¡Callen al pendejo ése! – gritó Jhonny desde la cama.

Ambos estaban rojos como tomates acostados en la cama, solo tenían sus bóxers puestos ya que se habían bañado con agua helada después de haber llegado y sentido como sus cuerpos ardían. Ahora no se podían mover, los del clan en realidad no sabían qué hacer exactamente y volvieron a preguntarle a nuestro amigo que debían hacer.

-   ... Tengo una crema, pero no debería dárselas por andar burlándose.

-   Comparte, Richard. No seas rata – dijo Guille.

-   Para que aprendan...

-   Sí, pero no vamos a dejarlos así toda la noche... ¡Míralos! Ni se pueden mover – pensó Carlo.

-   Bueno... está bien – contestó resignado.

-   Mmm… Ahora creo que eres muy bueno para mi gusto – le dijo Marcello viéndolo salir de la habitación.

-   Ese es mi defecto – le contestó con una sonrisa.

Richard, volvió con una crema de sábila que tenía en la nevera para esos casos, se la lanzó a Sebastián que estaba en la cama, explicándoles que se la esparcieran por todo el cuerpo y se quedaran allí toda la noche. Los chicos estuvieron todo el rato protestando porque no podrían ir a la fiesta y luego porque la crema estaba helada. Todos los chicos reíamos al verlos quejarse en todo momento hasta que terminaron de ponerse la crema logrando que los dos se quedaran un poco más calmados, mi novio les dijo que se quedaran allí y que eso les pasaba por ser tan estúpidos al no hacerle caso a Richard. Sebastián como respuesta con una fuerza sobrehumana se levantó, nos empujó a todos fuera de la habitación y dio un portazo molesto.

Nosotros solo volvimos a reír con fuerza despidiéndonos de ellos y nos dirigimos a la fiesta.

De camino Arturo iba hablando con Carlo y Guille sobre los camarones, mientras Richard, Marcello y yo los seguíamos. Richie no se había molestado en cambiarse de ropa, venía igual con un short y camiseta negra y con sus zapatos deportivos verdes. Marcello estaba con un blue jean, unos zapatos y franela rojos y sumado a una camisa negra abierta. Le pregunté si no tenía algo de calor, lo cual solo movió la cabeza negando como respuesta. Guille se había colocado un mono deportivo y zapatos gris oscuro, con una franela estilo militar y Carlo se vistió completamente casual con una chemise a rayas blanco y negro con un pantalón y zapatos oscuros. Ahora que ellos estaban caminando frente a nosotros pude detallar nuevamente el firme culo que se gastaba Carlo y sin poder creer que ése chico no tenía una novia con lo buena persona que era.

Ya en la fiesta, estaba la música resonando por todo el lugar, estaban todos mis conocidos de la promoción junto a otros invitados que al igual que nosotros celebraban por los graduandos, la mayoría estaba sentada en grupos tomando y otros estaban bailando en la pista. Mi novio se adelanto a todos, le mostró al empleado de seguridad su banda dándole acceso inmediato, luego pasamos nosotros por el mismo procedimiento y ya adentro mi novio estaba buscando un espacio para que nosotros pudiésemos estar sentados cómodamente.

-   Allí está Selena... – señalo Richie pálido.

-   Ve a saludarla – le dije sin importancia.

-   ¿Estás loco?... ¿Ya se te olvidó?

Me quedé un momento pensando, pero la música evitaba que me concentrara.

-   Ella me odia. Ella te odia... Ella odia a todos.

-   Es más antipática que yo – dijo Marcello dejándonos pasmados –… ¿Qué? Yo también hablo.

-   Sí que lo haces… – le respondió Richie sonriéndole.

-   Bueno, entonces mantengámonos alejados de ella y listo – resolví sensato.

-   Vamos por unos tragos – dijo Arturo llegando.

En la barra, Carlo y Guille, pidieron un coco-loco para compartir, Richard y Marcello, pidieron un tobo de cerveza y Arturo y yo, pedimos una cuba libre para cada uno y nos sentamos en una zona apartada. Había sillones de cuero oscuro, una mesa baja para colocar los tragos, junto a ceniceros por si alguno deseaba fumar, la música se escuchaba bastante alto y de vez en cuando algunos de la promoción gritaban celebrando.

El DJ estaba también bastante activo mandando a todos a bailar y celebrar en cada momento. Arturo estaba moviendo su cabeza siguiendo el ritmo de la música y yo llamé su atención tocándole la pierna.

-   Si quieres ve a bailar con las chicas – le dije justo en su oído –… Aquí somos heteros.

-   Sí. Lo sé. Ya voy... Estarás bien, ¿No?

-   Claro, idiota. Yo entiendo.

-   Cuando quieras, sal y baila con alguien también. No te quedes sentado aquí.

-   Sí, también lo sé... en un rato salgo.

Mi novio asintió con la cabeza y se levantó.

-   ¡Voy a buscar con quien bailar!

-   Vamos, pues... – le secundó Carlo.

-   Yo también voy – acompañó Guille.

Los tres se fueron y nos dejaron a nosotros sentados hablando. De lejos pude ver que mi novio ya estaba bailando con unas chicas que no recordaba su nombre en ese momento, Carlo estaba haciendo lo mismo bailando reggaetón con otra chica y Guillermo tenía una cerveza en su mano hablando con unos chicos.

-   … Deja de vigilarlo – escuché de Richie.

-   Déjame... no estoy haciendo eso.

-   Claro...

-   Arturo igual no hace nada malo – señalo Marcello.

-   Espera... yo sé porqué lo digo, pero... ¿Por qué tú lo haces? – preguntó curioso mi amigo.

-   Por nada – contestó y evadió su mirada.

-   ¿Él sabe? – me preguntó.

-   No... o bueno, más o menos.

-   Yo sí sé... no soy idiota. Y ellos tampoco lo ocultan mucho que digamos – explicó Marcello.

-   No jodas... ¡Yo creí que era el único que sabía fuera de la familia!

-   Ya, Richie, no hagas un escándalo.

-   ¿Quién mas de tus amigos sabe?

-   Solo él, a los demás ni se lo menciones.

-   Mmm… Bueno, ya me sienta mejor poder hablarlo con alguien más – le dijo sonriéndole a Marcello.

-   Conmigo no hables de ese tema, por favor.

-   Yo solo quería hablar contigo de otros temas y ya.

-   ¿Por qué siento que no sabes guardar secretos? – le preguntó frunciendo el ceño.

-   Claro que sí se guardar secretos, no me mires de esa manera.

-   Ya. Voy por otra cerveza – cortó levantándose en dirección a la barra.

-   ¿Qué dije...?

-   No digas nada de las miradas que lanza... – le expliqué en voz baja – Y bueno, con respecto a lo otro... Es que él sentía algo por Arturo.

-   Ya... otro marico más – se lamentó y se colocó la mano en la frente –, con razón me cae tan bien.

-   ¿En serio?

-   Sí, cuando empieza a hablar... me agrada bastante.

-   ¿Te gusta Marcello? – le pregunté sorprendido.

-   ¡¿QUÉ?!... ¡¡¡NOOO!!!... ¡Claro que no! – y me golpeó en el hombro muy fuerte –. Sabes que yo no soy gay.

-   ¡Coño!... No me pegues – protesté –, vale... disculpa.

-   Coño, no vuelvas a decir eso... yo no soy gay, ni nada parecido.

-   Ya entendí.

-   Solo me agrada Marcello. Amigos. Más nada.

-   ¡Entendí! – repetí sobando mi hombro.

Volví mí mirada a mi novio, que ahora estaba bailando con dos chicas al mismo tiempo entre risas y toqueteos. Ellas aprovechaban que su camisa estaba abierta, pasaban sus manos por sus abdominales cosa que me molestó solo un poco, pero no dije nada ya que obviamente no haría una escena revelándole a todos mi homosexualidad, ya había pasado suficiente pena.

Un rato después de haberse levantado a bailar, Carlo se había desatado completamente, estaba ahora bailando muy pegado a una chica de baja estatura que no reconocía y repartiéndole unos cuantos besos en el cuello. No pude ver exactamente dónde andaba Guille y al buscarlo con la mirada, me tope con Marcello que estaba fumando con algunos chicos.

-   Coño... está fumando de nuevo – medio lamenté.

-   ¿Quién?

-   Macello.

-   ¿Fuma? – suspiró –... Que cagada.

-   Sí... y no solo cigarros, también fuma monte.

-   Pfff... ¿En serio? – preguntó Richie poniendo mala cara y negó con la cabeza –... ¿Y han hablado con él de eso?

-   Sí, pero es terco... mejor no se lo menciones, o explota.

-   Ya entiendo ¿Vamos a bailar? – propuso tratando de cambiar de tema.

-   Sí... vamos.

-   Jajaja... Te picaron los celos, ¿No?

-   Un poco – admití.

-   Bueno, baila con más chicas, para que tu noviecito se moleste.

-   Jajaja... Lo intentaré.

Cuando nos levantamos empezó la fiesta para nosotros, tres chicas que no conocíamos se acercaron a nosotros, dos fueron directamente a mi amigo Richie, que lo empujaron a una pared para comenzar a bailar con él perreándolo, él ni corto, ni perezoso, las tomó a ambas encantado por tener dos chicas para él solo. En cambio mi chica me arrastró al centro de la pista, bailamos poco a poco, sentía que no había perdido el toque y bailaba bastante bien con ella. Arturo me vio en ese momento y me guiño el ojo para continuar bailando con las chicas que tenía a su alrededor.

Después de un rato, bailé con otro par de chicas en esa ronda quedando un tanto sudado y para qué negarlo, un poco excitado por recibir tanta atención en mi entrepierna. Pero mi vista estaba centrada en mi novio que ahora se había quitado la camisa y seguía festejando con la promoción siendo el centro de atención – tan típico de él –.

Hubo un par de rondas donde los meseros se habían vuelto locos repartiendo tragos a todos los que veían, yo me tomé tres cubas libres más y ya estaba mareándome poco a poco. Hablaba con chicas, chicos y mis amigos del clan, que ya se había separado por todo el lugar y de seguro estaban en mi mismo estado.

El DJ había llamado a algunas chicas para un concurso de camisetas mojadas, pero en realidad era para pervertirlas un poco y echarles espuma por todo su torso. Ellas muy sonrientes aceptaron, se emocionaron al ver al público que las veía muy atentamente, ellas se levantaron los vestidos que llevaban mostrando sus tetas y estuve seguro que algunos flashes fueron vistos en esos pocos segundos cuando el espectáculo se hizo no apto para menores de 18 años...

La música se elevaba de nuevo, la gente se agitaba, reía, bailaba y saltaba. Mi novio ya se había unido a mí de nuevo, bailamos unos diez segundos en modo de broma – aunque no para nosotros –, hasta que minutos antes de las doce una explosión se escucho y la espuma comenzó a caer del techo cubriéndonos a todos. La gente comenzó a excitarse mucho más gritando de felicidad, Arturo me había tomado abrazándome por el abdomen y pegando su torso a mi espalda.

-   ... Te amo, Andrew – escuché su voz pesada y sentí su aliento a alcohol.

-   Yo igual.

-   Mmm... Perdóname, pero estoy caliente. Y yo quiero... quiero...

-   Yo igual – terminé entendiendo.

-   Entonces, vámonos – me pidió sintiendo su verga en mi culo.

-   ¡Vamos!

Le hicimos una seña a Richie, que estaba abrazando a una chica que lo besaba por el cuello y él negó con la cabeza sonriéndonos captando todo. Arturo fue por su camisa, en menos de cinco minutos ya estábamos saliendo del club, mi novio tenía el torso lleno de espuma que ya estaba desapareciendo poco a poco y yo tenía toda mi ropa húmeda entre la espuma y el sudor. Se notaba que andábamos algo borrachos, ya que caminábamos lento en dirección a la zona de descanso, nos abrazábamos sin pudor alguno caminando en la oscuridad por el camino poco iluminado, la verga de mi novio se podía ver claramente por su short blanco y baje la mirada para notar que yo estaba igual que él.

Al llegar a nuestra habitación, Arturo trataba de meter la llave en la cerradura riéndose por lo bajo, ya que se le hizo difícil encontrar el agujero hasta que después de un par de intentos, entró y encajó la llave abriendo la puerta. Nos dimos un beso fuera de la habitación a modo de victoria, entramos rápido para que nadie nos viera y cerramos la puerta de un golpe.

Nos quitamos la ropa de forma torpe, mirándonos hasta quedar completamente desnudos y nos lanzamos a la cama matrimonial. Estábamos uno al lado del otro, respirando agitados, mirando al techo con nuestras vergas en alto y la cabeza literalmente me daba vueltas, pero la excitación era mayor.

-   ¿Qué hacemos? – pregunté.

Arturo dio un suspiro, se movió en la cama quedando justo encima de mí, mi novio estaba caliente, todo su cuerpo se sentía completamente ardiendo, nosotros nos mirábamos sin decirnos nada y solo nos sonreíamos hasta que de la nada él borró su sonrisa.

-   Yo quiero hacerte el amor… – dijo en un susurro – pero, no te quiero hacer daño.

Tragué en seco.

No por esa declaración pasional llena de amor, si no por su preocupación de no querer hacerme daño, no me imaginaba en ningún momento que mi novio pudiera hacerme daño, él era tan bueno conmigo, se preocupaba a su manera porque yo estuviese bien, me vigilaba y trataba de verme feliz en todo momento…

---*---

… Me detuve.

- Continúa.

- Espera… yo… necesito un trago.

Me levanté directo a la barra y me serví un trago de whisky seco en un vaso.

- ¿Crees que deberías beber en un momento como éste?

- Sí. Para algo tienes la botella cerca, ¿No?

Me senté nuevamente en el sillón, coloqué mi mano tapando mi rostro, mis ojos se humedecían con cada trago que tomaba quemándome la garganta, pero lo necesitaba, realmente lo necesitaba en ese momento. Mi mano bajaba temblando, descubriendo mis ojos hasta tapar mi boca y mirar a la persona que me esperaba expectante.

Decidí continuar…

---*---

Yo tuve que besarlo en ese instante, era la persona más importante para mí en ese momento y deseaba que lo siguiera siendo, que él y yo fuésemos uno. Arturo se alejó por mi intento de besarlo, pero mi mano en su cuello lo acercó nuevamente a mí, él cerró sus ojos y me besó.

Unimos nuestros labios, lo ansiaba demasiado, abrí mi boca para rozar mi lengua con sus labios, quería que me dejara entrar, ahora era yo el que quería superar todo lo que me había ocurrido anteriormente y sabía que con Arturo podía lograrlo. Mi novio abrió su boca, acaricié su lengua con la mía, pude sentir un poco del ron de los tragos que habíamos tomado e imaginé que mi novio estaba sintiendo exactamente lo mismo. Comenzamos a gemir poseídos, a rozar nuestros cuerpos aún más, sus manos se abrían paso debajo de mí tocándome la espalda yo tomé sus brazos con fuerza motivándolo a continuar, movía mi entrepierna juntándola con la suya para sentir como nuestras vergas babeaban llenándose de líquido preseminal y de repente una mordida en mi labio inferior seguido de una corriente me hizo gemir asustándolo.

-   ... ¿T-Todo bien?

-   Sí... es que... estoy – suspiré –... muy excitado y mareado.

-   Yo estoy igual... ¿Qué sigue? – sentía su aliento a alcohol embriagándome.

-   Yo... ¿P-Puedes comenzar?

-   S-Sí... claro – me contestó dudoso.

Arturo me dio un corto besó, se separó un poco arrodillándose entre mis piernas, me miró detallándome de arriba a abajo respirando agitado, por un segundo negó con su cabeza yo me incorporé pasando mis manos por su abdomen hasta llegar a su verga y sobarla un poco dándole ánimos.

-   No quiero...

-   ¿Paramos? – interrumpí.

-   Sí, no quiero hacerte daño.

-   No me harás daño... – le contesté en voz baja.

-   Pero, yo...

-   ¿Qué hago? – le propuse.

Se quedó quieto un par de segundos mirándome hasta que me ordenó que me acostara boca abajo, yo sonreí con calma haciendo lo que me pedía quedándome boca abajo y mi novio se movió encima de mí. Me dijo en voz baja que iba a acariciarme, debía prepararme para poder hacerme el amor, así mismo sentí su respiración en mi culo y ahora me tocaba las nalgas frotándolas poco a poco.

-   Voy a... bueno... e-eso.

-   Ok... – acepté esperando.

Arturo indagó en mi culo lentamente, moviendo sus dedos escavando entre mis nalgas hasta llegar a mi ano, en el momento en que su dedo índice roso mi entrada, mi mente se fue a un oscuro cuarto, seguido de unas manos rudas invadiéndome, el rostro de Rubén y una pistola apuntándome que me hizo voltear mi cuerpo bruscamente.

Y lo miré asustado.

-   ¡DISCULPA! – me gritó Arturo.

-   No... no... no... fui yo... imaginé que... ¡Mierda! – me lamenté.

Tuve que sentarme y respirar un poco intranquilo. Arturo se posó a mi lado abrazándome por el hombro y besándome en la mejilla.

-   Esta era una de las razones.

-   Sí, es que me sorprendí – expliqué entendiendo a que se refería.

-   Eso... fue muy duro.

-   Quiero olvidarlo.

-   Mi Andy, eso ya terminó. Él ya no existe.

-   Lo sé.

-   Yo estoy aquí para ti.

-   Quiero olvidarlo – repetí.

-   ¿Qué quieres que haga?... Aquí estoy, mírame – me pidió.

-   Hazme olvidarlo, Artie... para siempre.

Volví a recostarme en la cama, pero ahora boca arriba, mi novio me miró colocándose entre mis piernas acariciándolas un poco para relajarme, con las mismas me pidió que las abriera lo más que pudiese y colocó una almohada justo debajo de mi cadera como un experto elevándola.

-   Quiero que me veas... y te des cuenta que todo lo que vas a sentir, es por mí – me dijo con una voz muy segura.

-   Lo haré – le respondí con las rápidas palpitaciones en mi corazón.

En vez de ir por mi culo, mi novio fue directo a mi verga metiéndosela en la boca, por el susto había perdido la erección y ahora trataba de volver a excitarme con una deliciosa mamada. Podía verlo mover su cabeza, sentir como su boca hacía magia excitándome de nuevo, con su mano acariciaba mis bolas y con la otra me pajeaba un poco, concentrando su boca solamente en mi glande. A pesar de tener el aire acondicionado encendido, tenia calor, estaba sudando, mis manos iban a la cabeza húmeda de Arturo, tratando de controlar sus movimientos, pero no lo hacía realmente y solo me apoyaba en él tratando de no volverme loco. Apenas empezábamos, pero mi cuerpo no respondía a mis órdenes, me revolvía en la cama hasta que él se separó sonriéndome.

-   ... ¿Voy bien? – preguntó pasando una mano por su boca.

-   De- demasiado... bien.

-   ¿Sigo?

-   Por favor.

Mi novio siguió con la mamada un rato más, chupándola, pasando su lengua por toda mi extensión haciendo un recorrido con su saliva y humedeciendo mi verga completamente. Teniéndome bajo esa excitación, prácticamente no sentí como sus dedos me estaban acariciando la entrada con mucha paciencia, mis piernas estaban completamente abiertas, la primera lamida fue fuera de este mundo, gemí con fuerza su nombre y mi novio no se separó de mí porque sabía que no era terror, sino excitación lo que sentía por él.

Yo estaba percibiendo demasiadas cosas, creía que era la primera vez que Arturo se empeñaba tanto en hacerme sentir tan bien de esa manera, me comía el culo a un ritmo lento, aunque luego aumentaba los movimientos de su lengua sumados a los sonidos que emitía y de verdad ambos estábamos disfrutando de lo que estaba haciendo. El primer dedo comenzó a entrar, estaba tanteando, penetrándome lentamente y volví a gritar su nombre.

-   ¡Arturo!

-   Mírame, Andrew. Soy yo.

-   ... Lo sé – hablé con una respiración agitada.

Hubo una conexión en nuestras miradas... el movimiento de su dedo dentro de mí era tan lento, pero tan palpable dándome cuenta que no era una ilusión o pesadilla, era un sueño hermoso y caliente. Cerré mis ojos, pero al los segundos escuché su orden de abrirlos nuevamente y que no dejara de mirarlo, que yo supiese que él era la persona que me hacía sentir tanto placer.

Arturo sacó su dedo con el que me estaba penetrando a un ritmo lento, volviendo de nuevo con su boca, sus movimientos eran tan precisos que estaba putamente sorprendido en la forma que lo hacía, tan bien, tan perfecto y solo podía concebir que él era un Dios.

Al dejar húmeda mi entrada un segundo dedo elevó más mi excitación, ahora sí gemía sin importar que alguien me escuchara, estaba loco de placer, los dedos de mi novio se movían dentro de mí, vibraban, acariciaban mi ano y creaban corrientes eléctricas que se esparcían por todo mi cuerpo. Tuve que hacerme una paja, pero la otra mano de Arturo me obligó a quitarla para usar la suya, acompañada con su boca que chupaba la punta de mi verga con fuerza.

No pude más, nuestras miradas volvieron a unirse, estábamos sudando, ambos sonreíamos y los dos nos queríamos demasiado en ese punto.

Él y yo sabíamos lo que iba a suceder...

Al final expulsé toda mi leche dentro de su boca, no le importó en lo absoluto tragándosela toda y terminar sacando sus dedos lentamente. Me dio un par de lamidas en la punta para terminar de levantarse de la cama con lentitud, yo estaba completamente en éxtasis y miraba al techo pensando en todo lo que había recibido acostado en nuestra cama.

-   Te amo, Andy – dijo casi sin voz.

-    Yo también, Artie... solamente a ti.

Me quedé en silencio unos segundos cerrando mis ojos, hasta que lo escuché aclarar su garganta. Tuve que incorporarme apoyándome en mis codos, Arturo me miraba, estaba algo bronceado por el sol de hoy, gotas de sudor caían lentamente por su abdomen y entonces vi su verga aún erecta, mi novio no había acabado concentrándose solo en mi placer.

Me levanté de la cama para que él siguiera mis movimientos con su mirada, no dije absolutamente nada, solo pasé la lengua por mis labios preparándome, me arrodillé frente a él y vi su enorme verga frente a mí. Arturo la tomo con su mano cerca de mi boca, estaba feliz de tenerla apuntándome en vez de una maldita pistola, su glande roso mis labios y le di un beso, en la punta habían un par de gotas blanquecinas que recogí con mi lengua probando su sabor salado.

Arturo estaba mirándome ahora, sin despegar la mirada de él me tragué su verga y abrí mi boca metiéndome lo más que podía soportar en ese momento. Estaba demasiado duro, ahora sus gemidos llenaron la habitación y sus manos se ubicaron en mi cabeza guiando el movimiento. Era bastante rápido el mete y saca que hacía, le encantaba ver como su verga se perdía entre mis labios, pero mi garganta no estaba preparada como otras veces para tal grosor, así que tuve que separarme un poco para disfrutarla como mejor me convenía, continué lamiendo toda su extensión tomándola con mi mano y golpeándola un poco con mi lengua. Todo esto lo hacía sin dejar de mirarlo y sacando la perversión que había en mí.

Él gemía como loco tocando mis hombros, cuello y mi cabeza. Me pidió que me la metiera unos segundos dentro de mi boca y su expresión de macho excitado pudo conmigo. Me la tragué de nuevo con algo de dificultad, pero en menos de un minuto ya tenía sus bolas pegadas a mi barbilla y mi nariz hundiéndose en los pocos vellos que tenía aspirando su fuerte aroma.

-   ¡Ahhh!... ¡Andrew!... – gemía.

Me mantuvo unos momentos su verga en mi garganta con un firme agarre en mi cabeza, hasta casi dejarme sin aire poniéndome rojo, le tuve que hacer una seña apretando su brazo para liberarme y separarme para tomar aire.

-   Gracias... fue delicioso.

-   Ufff... Sí – pude hablar aclarándome un poco la garganta –, pero no creo poder hacerlo de nuevo.

-   Está bien... tranquilo. Ven a la cama.

Yo me levanté con su ayuda y me senté en la cama mientras él me besaba aún de pié. Estaba volviendo a excitarme en momento, mi verga aún enrojecida apuntaba al techo de la habitación, estábamos calientes y nuestro intenso beso lo demostraba.

Terminé por recostarme acabando con el beso para pedirle lo que seguramente él esperaba desde hace tanto tiempo...

-   Penétrame – le pedí.

-   Andrew...

-   Por favor. Quiero volver a sentirte, como antes de que todo pasara.

-   Es que yo... – trató de explicarme mirando a otro lado.

-   Quiero ser tuyo de nuevo.

-   Andy... yo quiero...

-   Yo también – le interrumpí.

Se quedó callado confundido y yo asentí con la cabeza. Deseaba que Arturo me cogiera, era lo más importante para mí en esos instantes, me ilusionaba que yo pudiera ser de él, que me penetrara como antes... antes de mi accidente, antes de mi secuestro y antes de todos los malos momentos...

-   Por favor – le rogué.

-   Está bien… lo haré.

Tardó en reaccionar caminando un poco, pero alejándose de mí dejándome consternado. Mi novio estaba buscando en su bolso algo que yo no esperaba, la cajita de condones sacando uno del empaque para luego colocárselo en su verga.

-   Pero...

-   Lo necesito…

-   Antes no lo necesitabas, no entiendo – le volví a interrumpir.

-   No quiero hacerte daño, Andrew.

Arturo se acostó en la cama encima de mí para besarme evitando que volviera a hablar, él movía su pelvis de forma descarada, yo lo abracé acariciando su fuerte espalda llegando mis manos hasta su culo, gemíamos dentro del beso, alejé los pensamientos de duda que querían llegar a mi mente y me concentré en el momento.

-   Quiero hacerlo así, que me veas.

-   Sí, yo también lo quiero.

Él volvió a colocar la almohada debajo de mí para elevar mi cadera, se arrodilló nuevamente abriéndome las piernas y las mantuvo en alto para mostrar mi ano que ya había recibido atención anteriormente. Abrí mis nalgas con mis manos y Arturo sonrió, era una expresión mezclada con sorpresa, alegría, morbo y excitación. Así que apuntó su verga directo a mi ano, lo roso un par de veces y me avisó que entraría en ese momento, yo acepté y luego sentí como su verga entraba con lentitud y firmeza.

Ambos gemíamos en la habitación con fuerza, la primera embestida fue lenta hasta que me la metió entera, se quedó un minuto así con la mirada perdida hasta que reaccionó cuando le acaricié su pecho y comenzó a moverse. Fue un vaivén que fue aumentando en cada momento, Arturo no dejaba de gemir, de gritar mi nombre, yo no dejaba de tocar, rasguñar, golpear su abdomen y su pecho, él enganche de sus manos en mis piernas era tan fuerte que me estaba dejando marcas.

La cogida era brutal, estaba olvidándome completamente lo que había ocurrido hacía meses y solamente era la persona que amaba la que me estaba metiendo su verga sintiendo la perfección de estar con un hombre como lo era Arturo. Ya su cuerpo se estaba revolviendo con penetraciones más rápidas, solo soltaba pequeños gemidos graves cuando su verga estaba dentro, yo no podía aguantar más y terminé pajeándome con rapidez. Sólo unos movimientos de mi mano me hicieron terminar en mi abdomen, llenándome de leche y gritando el nombre de mi novio en ese momento.

-   ¡¡¡Arturo!!!

Él sacó su verga de mi culo quitándose el condón para poder pajearse con libertad, le dije que me la metiera nuevamente e hizo caso omiso con un movimiento de cabeza brusco. Su paja mirándome fue demasiada intensa, en menos de un minuto su verga expulsó todo el semen acumulado en el día llenándome el pecho y un poco en la cara, generando risas cortadas en los dos. Terminó por dejar escapar un par de gemidos unos instantes más hasta desplomarse encima de mí para llenarse del semen de ambos, al tenerme frente a él me dio otro beso y soltó sus primeras palabras.

-   Andrew… te amo, en serio lo hago… Solo a ti.

-   Yo igual, mi Arturo… Como a nadie.

-   ... Solo a ti – terminó por decir recostándose en mi pecho.

---*---

Estábamos acostados en la cama, nos acariciábamos levemente, en ese momento se suponía que debíamos estar durmiendo, después de haber tenido el mejor sexo de nuestras vidas, pero ambos estábamos despiertos y los mareos de los tragos ya estaban pasando.

-   Oye… ¿Y si regresamos? – me preguntó mi novio.

-   ¿A la fiesta?

-   Sí, es que – y se incorporó viéndome –... es muy temprano para dormir, ¿No crees?

-   Bueno… Sí, son las 2:00 am, estuvimos desaparecidos un rato largo.

-   Sí, tienes razón... nos tardamos mucho, pero fue perfecto – me contestó sonriendo.

-   ¿Qué le decimos a los chicos?

-   Que estuvimos en la playa y luego vinimos a la habitación a comer algo. No sé... – solucionó.

-   Bien, buena idea.

-   Bien, vamos a bañarnos que estamos...

-   Sí – le contesté con risa –, llenos de leche.

-   Mmm… De nuestra rica leche.

Mi novio tomó un poco de mi cuello y se la llevó a sus labios haciendo un sonido gustoso sin importar de quién era esa gota de esperma. Después de jugar con la leche esparcida por mi pecho, nos levantamos para darnos una rápida ducha yo tuve que mojarme el cabello ya que en una parte tenía restos de semen, aunque con eso explicaríamos que estuvimos en la playa y el por qué nuestro cabello estaba mojado si alguien llegase a preguntar. Nos vestimos con la ropa que andaba tirada por el piso, tomamos nuestras carteras y celulares para volver al bar.

Hicimos el camino de vuelta entre risas, ya que estaba caminando algo incómodo por obvias razones, mi novio me había abrazado en un intento de disculparse, pero fue fallido al no aguantarse la risa. Me beso el cuello un par de veces y yo le advertí que ya estábamos cerca del bar.

-   Está bien, me alejaré... Y oye – se detuvo –, te prometo que la próxima vez... no te haré daño.

-   Descuida, yo sanaré rápido. No me harías daño nunca.

-   Ya – me dijo desviando la mirada.

-   ¿Estás bien?... Dime, ¿Qué te pasa?

-   Nada, coño... Olvídalo, ¿Sí?... Vamos a la fiesta, ya deben haber algunos borrachos.

Yo acepté con risa y seguimos nuestro camino. Podíamos ver que ya había algunos que estaban regresando a las habitaciones y también parejitas que estaban haciendo lo suyo en la oscuridad – al igual que nosotros –. Ya adentro, fuimos al sitio dónde los chicos estaban sentados, aunque solo nos encontramos a Richie y Carlo, que estaban besándose con unas chicas, llamamos su atención con un par de gritos y haciendo que se separaran de sus parejas.

-   ¡Muchachos! – gritó Carlo –… ¿Dónde estaban?

-   ¡Hey!... Fuimos a la playa un rato – respondió rápidamente mi novio.

-   Aja... Estuvieron perdidos un par de horas – nos dijo Richard con burla.

-   Nosotros te avisamos, idiota – le dije molesto.

-   Claro, pero no que se irían tanto tiempo.

-   ¿Se fueron a la playa por tanto tiempo? – volvió a preguntar confundido Carlo.

En ese justo momento en que ya no teníamos respuesta, las chicas que acompañaban a nuestros amigos se impacientaron.

-   Mi amor... vamos a bailar.

-   Sí, ya estoy harta de estar sentada.

Carlo regresó la mirada a su chica y le sonrió, así que los cuatro regresaron a la pista. Arturo aprovechó para darle un golpe en el hombro a Richard que pasaba justo a su lado, cosa que no molestó a nuestro amigo, sino que le hizo aún más gracia y se fue con su compañera a la pista.

-   Es un idiota.

-   Sí, un poco – acepté.

En ese momento había llegado Marcello con una botella de ron en su mano, ya estaba algo desarreglado, pero se le notaba que no estaba tan borracho como otros. Al unírsenos le ofreció un poco de la botella a Arturo que negó rápidamente.

-   Oye... No seas cruel... un trago no se le niega a nadie... – le avisó arrastrando un poco las palabras.

-   ¡Jódete, Marcello!... No quiero tomar nada de ti.

-   ¡Puto! – le insultó.

-   ¡Imbécil! – le contestó.

-   Tranquilos – traté de calmarlos –, Marcello, ya has tomado demasiado, contrólate un poco.

-   Yo... estoy bien... aún puedo caminar... Y tú, mi amigo Andrew, tú si aceptas un trago... ¿No?

Mi novio me negó con la cabeza, pero al mismo tiempo, yo no quería quedar mal con Marcello que se había portado bastante bien con Richie hoy, no quería que se volviera loco por una simple negativa así que tomé la botella y le di un trago entero mientras era aplaudido por él.

-   ¡Bien, Andrew!... ¡Tú si es un buen amigo, no joda!...

-   Jajajajaja… Sí... sí... gracias... Ahora, vamos a tranquilizarnos – le dije.

-   Claro, claro, claro, tranquilizarnos…

-   Eso espero – le advirtió mi novio.

-   Por cierto, Arturo – recordó de repente –. Tu amiga llegó hace rato... y te está buscando.

-   ¿Qué amiga? – preguntó curioso.

-   Pues... tú amiga... la de la graduación... la tetona.

Marcello comenzó a reírse por su cuenta, mientras que Arturo puso una cara demasiado extrañada, empezó a mover su cabeza en todas direcciones hasta que se quedó mirando a la barra y yo le seguí la mirada. Y allí estaba, maquillada, con un vestido ceñido negro que dejaba poco a la imaginación, unas botas también de color negras que le llegaban hasta las rodillas, tenía un trago en la mano y en la otra sostenía su teléfono.

Mi novio había palidecido un poco y lo noté un tanto nervioso.

-   Quédate aquí – me ordenó.

-   ¿A dónde vas?

-   A hablar con ella.

-   Creí que no la conocías.

-   Solo... quédate aquí, ¿Sí? – me pidió tomándome del brazo, haciendo un esfuerzo en no desesperarse.

-   Pero... ¿Quién...?

-   ¡Andrew! – me gritó

Después de eso abrí los ojos y retrocedí un par de pasos, pero aún me tenía agarrado del brazo evitando que me alejara de él.

-   … Discúlpame, voy a ver que quiere. Y ya regreso.

-   Ok.

Me sentí muy extrañado en su actitud, por el grito que me dio y más cuando se fue en dirección a la barra. Marcello no había dicho nada, le había dado otro trago a su botella, pude ver que cuando mi novio llegó a la barra estaba completamente molesto, mucho más cuando vi que ellos dos comenzaron a hablar, Arturo le estaba reclamando y batiendo sus manos como loco. Ella solo reía, le acariciaba la cara cómo si se conocieran de toda la vida, él se alejó de su agarre y me dio una mirada rápida para regresar su vista a ella. Después de eso, la chica se había vuelto a acercar a mi novio dándole un abrazo y riéndose al mismo tiempo.

Sinceramente, me estaban dando celos, no sabía quién era, menos por qué estaba allí y qué hacía o qué estaba haciendo con mi novio. Arturo la tomó de los hombros separándola, le agarró la mano y ambos salieron del bar.

En ese momento mis alarmas se activaron.

- ¿A dónde iban? – pensé desconfiado.

Y justamente en ese instante decidí averiguarlo, me encaminé fuera del bar, unos amigos de la promoción me saludaron, pero yo simplemente los ignore y para ese momento me di cuenta que Marcello estaba siguiéndome también, sin decir absolutamente nada. Al salir, no di con ellos, pero mi amigo había visto que iban en dirección al estacionamiento, por un momento me imaginé una idea muy extraña en mi mente, pero yo negué con la cabeza, Marcello prácticamente me estaba empujando para ver a dónde iban ellos, los seguimos y nos dimos cuenta que se habían detenido.

Ambos nos quedamos viendo la escena un momento, Arturo y la chica estaban discutiendo frente a la camioneta de Aquiles, de un momento a otro Arturo le estaba gritando que no podía estar allí en ese momento y que se fuera de una vez a su casa. Pero, la chica en vez de ponerse triste, comenzó a reírse de forma descarada y se lanzó a su cuerpo abrazándolo. Estuve seguro de que ella le dijo unas cuantas palabras a su oído las cuales deseé haber podido escucharlas porque mi novio se había tranquilizado al momento.

Una extraña sensación nació en mí, era frío que sentía en mi pecho, estaba asustado y no sabía exactamente por qué. Yo miré a mi amigo Marcello, que estaba mirando bastante serio la escena y me dio una rápida mirada antes de volverlos a señalar haciendo un gesto con su cabeza. Cuando volteé nuevamente hacia ellos comprendí el por qué la presencia de ella no me tenía tranquilo, era una horrible verdad.

Estaban besándose.

Arturo y la puta tetona estaban allí besándose sin que nadie lo evitara, de hecho, mi novio no la rechazaba, ahora estaba abrazándola pasando sus manos hasta llegar a su culo apretándolo con fuerza, sus cabezas se movían y pude ver como sus lenguas luchaban al igual como las nuestras lo habían hecho hace menos de una hora.

Estaba sorprendido.

Y luego de ver esa mierda estaba molesto… ¡Eso no estaba bien!... El frío en mi interior estaba cambiando, un calor estaba creándose, esparciéndose por todo mi cuerpo, apreté mis puños, abrí mi boca mostrando los dientes, pero no me movía, no podía dejar de mirarlos besarse tan descaradamente, resoplaba fuerte y gruñí de frustración.

Fue cuando mi amigo Marcello me dio un empujón sin decir nada, dándome ánimos de lo que deseaba hacer y me encaminé directo a esos... esos... ¡MALDITOS!

-   ¡¡¡ARTURO!!! – le grité arrecho.

Ellos se separaron por mi grito, con cada paso que daba, la cara de ambos se intensificaba, la puta estaba sorprendida y Arturo me miraba aterrado.

-   … ¡¿Qué coño significa esto?! – le pregunté a Arturo directamente.

-   ¿Quién eres?... ¿Quién es éste niño?

-   ¿Cómo que niño?... ¿Quién es esta puta? – le volví a gritar a Arturo.

Obviamente, ella no se quedó con esa pregunta y como respuesta me dio una sonora cachetada volteándome la cara.

-   Andy… – lamentó Arturo.

-   Respeta, niño – me dijo seria.

-   ¿Por qué ella te estaba besando? – le pregunté sin reaccionar a la cachetada.

No me contestó.

-   ¿Por qué la estabas besando?

No hubo respuesta.

-   Dime... ¿Por qué se estaban besando?

Nada. Lo curioso es que Arturo me miraba, estaba consciente de todo lo que ocurría a su alrededor, pero no quería decirme nada.

-   ¡Responde, coño!

-   Deja de hacer tantas preguntas, niño – respondió la tetona en su lugar.

-   ¿Quién eres tú?

-   Yo soy Jessy, pero Jessica, para ti está bien.

-   No quería saber tu nombre, te pregunté ¿Quién eres?… ¿Quién eres para andar besando a Arturo?

Ella me miró de arriba abajo sin entender, indagándome y hasta cierto punto, se podía ver algo de asco en sus ojos.

-   Yo soy la novia de Arturo, es obvio ¿No?

-   ¿…Qué? – pregunté sin voz.

Tuve que acercarme a Arturo, estar parado frente a él para que me lo dijera por su cuenta y pedirle una explicación… una puta explicación. Por unos instantes pensé que era cierto lo que ella estaba diciendo, no podía creerlo, ni pensarlo siquiera, no podía respirar, estaba demasiado confundido en ese momento, mi mente volaba, pensaba en que todo había sido una mentira, era un juego de ambos, que ellos eran buenos amigos y Arturo me la presentaría como la novia de Aquiles o algo parecido.

También pensaba en que era ella la que estaba loca, que ella creía ser algo que no lo era, una fan enamorada de mi novio y había llegado muy lejos. Y por último, mi mente voló mucho más, remontándome a unos meses reviviendo mi pesadilla… yo no había despertado, estaba muerto y ahora era un jodido fantasma viendo como Arturo había continuado su vida con ella.

En realidad, lo que yo había estado compartiendo estos últimos meses con él era una triste ilusión.

Tuve que callar mi mente por unos momentos y tratar de volver a la realidad. Marcello estaba cerca de nosotros, aún sostenía la botella y nos miraba sin emitir palabra alguna. Arturo bajó la mirada al suelo evitándome y yo tuve que volver a mirar a la tetona que estaba hablando sin que nadie la escuchara claramente.

-   … Yo estaba con Aquiles y un par de chicos más en una discoteca cerca de aquí, a mi Aquiles lindo se le escapó que mi novio estaba en este club y tuve que venir muy rápido... extrañaba mucho a mi Arturito. No lo veía desde hace una semana, ni un mensaje me contestó, pero no me importa... se la pasa ignorándome y cuando nos vemos, me coge demasiado rico... ¿Verdad, mi amor?

Yo enmudecí. Si todo lo que decía era cierto, no podía imaginarme desde cuando estaba pasando éste teatro.

-   Arturo. Di algo – escuché a Marcello detrás de mí.

-   Ya va… pero yo no entiendo algo, ¿Quién eres tú? – me preguntó ella.

-   Eso… eso a ti no te importa – contesté muy débil.

-   No sé por qué haces un espectáculo de esto, Arturo y yo tenemos más de dos meses como novios y meses viéndonos…

Después de escuchar eso, tuve que mirar a Arturo de nuevo con duda, a nuestras espaldas pude sentir como alguien dejaba escapar un resoplido y mí… ¿Novio? No decía ni una palabra, era increíble.

-   A ti es al que no conozco y menos al pelirrojo de atrás… ¿Quiénes son ellos, Arturito? Preséntamelos.

-   Él es Andrew… Es solo un amigo – expresó.

Esas fueron sus primeras palabras después de todo esto… “solo un amigo”… tuve que abrir mi boca por la incredulidad de sus palabras.

Ella extendió su mano hacia mí, pero yo tenía que ignorarla, eso que había dicho Arturo era una mentira, esa mierda era una maldita mentira. Él no era capaz de hacerme esto a mí, de negarme, lo miraba de forma penetrante, estaba buscando alguna respuesta, algo que me diera indicios de que todos estaban locos excepto yo y que todo era una mentira.

-   Bueno, ya que nos presentamos se pueden ir… Arturito y yo queremos privacidad.

-   ¿Para qué? – preguntó mi amigo.

-   Es obvio, Arturito me iba a coger... hasta que nos interrumpieron. Así que váyanse, ustedes los niños, no pueden estar viendo esto.

-   ¿Es en serio, Arturo? – le preguntó Marcello.

-   Sí, imbécil... Ahora váyanse, tengo que hacer esto. Y llévate a Andrew.

Me sentía ido después de que él aceptara tan rápido, tan fácil cuando ella se lo pidió, me presentó como su amigo y ahora quería que yo me fuera de allí para que pudiese cogerse a la puta como lo estaba haciendo desde hace meses… No pude contenerme iba a llorar, estaba seguro de ello, si alguien me perturbaba de alguna forma, me iba a derrumbar. Fue entonces cuando Marcello me tomó de los hombros.

-   Vamos, no tienes que ver esto – me dijo.

Fue cuando lo acepté, en realidad sí me había estado mintiendo, Arturo me había estado engañando. Mi mente hizo una conexión, a esto se refería con que no quería hacerme daño y eso me hizo molestar aún más. Era un maldito hipócrita al mentirme de esa manera, de decir algo que no sentía en realidad. Yo comencé a resistirme al agarre de Marcello, estaba resoplando, volvía a estar molesto, ahora miraba a Arturo con arrechera y estaba desquiciado, tanto que cuando di el primer paso.

Sabía que todo había terminado.

-   ¡MALDITO HIJO DE PERRA! – le grité.

Fui a su pecho dándole con mis puños mientras él trataba de evitar mis golpes.

-   CÓMO… TE… ATREVES… MAMAGÜEVO… DESGRACIADO… PUTO… MARICÓN – cada una de las palabras que le decía eran golpes directos en su cuerpo.

-   Bueno, vale… ¿Te volviste loco? Deja a mi novio en paz – dijo la tetona desconcertada.

-   ¡MUÉRETE, ZORRA!

-   ¡Andrew, basta! – gritaba Arturo sosteniendo mis puños.

Él en realidad no sabía qué hacer, cómo responder a los gritos y empujones que le daba hasta que tocó la camioneta con su cuerpo activando la alarma.

-   ¿AHORA SI HABLAS?... ESTUVISTE CON ESA ZORRA... COBARDE… ¡DÉJATE…! ¡GOLPEAR!

-   ¡Déjame en paz!... ¡Y también déjala a ella en paz!

-   ¡DEJA DE DEFENDERLA! – grité demasiado alto.

Y con la fuerza que tenía me dio un empujón que me lanzó al suelo y terminé sentado de culo como un muñeco de trapo. Como respuesta él caminó hacia mí, por unos instantes lo vi… ¿Arrepentido? Aunque no duró mucho tiempo, en esos segundos de duda, se estrelló en el suelo la botella que sostenía Marcello y en dos pasos ya lo tenía en frente. Yo creía que Marcello le diría algo o lo insultaría, pero no, proyectó su puño directo a su nariz haciendo que Arturo retrocediera chocando con la camioneta nuevamente, Arturo sacudió su cabeza con arrechera respondiéndole con un golpe partiéndole el labio a mi amigo, Marcello solo dio un par de pasos hacia atrás dándole una sonrisa al verse un poco de sangre con los dedos escupiendo al piso, no conforme, Marcello le dio otro golpe en la mandíbula haciendo que perdiera el equilibrio y al final lo tomó de los hombros para darle con la rodilla justo en el abdomen sacándole el aire.

-   … Te lo mereces, por puto – le dijo.

-   ¡Arturito!... – gritó la puta.

Ella se acercó a él y comenzó a tocarle el rostro tratando de limpiárselo por la sangre derramada. Le estaba acariciando la mejilla, el cuello, se fue a su pecho y abdomen dejándole marcas con sus uñas pintadas de negro y al final le dio un beso para luego mirarme. Esa mirada que me dio fue la de una psicópata, dónde claramente podía ver lo blanco de sus ojos, yo no lo pude resistir, no quería verla más, ni a él, ni a ellos juntos tocándose, me paré como pude y corrí lejos dando pisadas en falso y trastrabillando.

La voz de Marcello se escuchaba a lo lejos llamándome, pero yo solo corría, estaba respirando agitado y las pulsaciones de mi corazón estaban al máximo. Cuando me di cuenta, estaba bajando unas escaleras y mis zapatos tocaron la arena, corrí por la playa hasta que finalmente me resbalé y di vueltas en el piso.

No pude más, deje escapar el llanto, gritaba y me revolvía en la arena desesperado. Necesitaba algún contacto, necesitaba de alguien en ese momento, que me abrazara, que me apoyara, necesitaba un pilar en ese momento porque me estaba hundiendo demasiado rápido.

-   ¡MALDITA SEA! – grité con todas mis fuerzas.

Miré a todos lados, a unos metros estaba una fogata a punto de extinguirse, pero no había nadie y solo se escuchaba el romper de las olas en la orilla. Solo pude abrazarme, me amarraba a mi cuerpo, trataba de ser fuerte, pero no podía, estaba quebrado por dentro.

Tuve un ataque de pánico. Respiraba muy rápido y sin que el aire llegara a mis pulmones, si antes mi corazón iba a cien kilómetros por hora, ahora iba a mil kilómetros por hora, seguía gritando como loco, gritaba el nombre de Arturo, lo llamaba y lo insultaba, mientras me abrazaba con mucha más fuerza.

-   ¡Andrew! – me gritó Marcello a mi lado –… ¿Qué hago?

-   ¡Ayúdame!

-   No entiendo… ¿Qué hago? – repitió nervioso.

-   ¡AYÚDAME, COÑO!... ¡¡¡AYÚDAME!!! – grite desesperado.

Marcello me miró con los ojos abiertos, ya el golpe en su boca se veía inflamado en la comisura de su boca tenía sangre, vio a todos lados y asintió, salió corriendo lejos de donde yo estaba.

Yo al verlo alejarse me lamenté, volví a gritar pegando la cara en la arena, quería que todo terminara, que fuese un sueño y que mi pesadilla acabara.

Deseaba morir… después de haber pasado por todo esto, quería morirme.

En los pocos minutos que pude lamentarme, alguien llegó a mi lado, él me tomó de los hombros, me vio y conectamos nuestras miradas.

-   ¿Drew, qué paso?

-   Richie…

Tuve que abrazarlo y él me respondió de igual manera tratando de que me calmara, haciendo lo posible en consolarme.

-   Dime… ¿Qué te paso?

-   ¡Fue Arturo!

-   ¿Arturo?... ¿Qué te hizo?

-   … ¡ME ENGAÑO!... ÉL FUE UN MALDITO... ESE MALDITO... LO HIZO...

-   No entiendo… respira Andy, por favor.

-   ÉL… FUE ÉL, CON LA TETONA, ELLA ES SU NOVIA… ÉL ME ENGAÑO, COÑO… DESDE HACE MESES ¡ME ENGAÑO! – gritaba entrecortado.

-   No… no puede ser.

Richard buscó una respuesta y miró a Marcello, que solo asintió levemente con su cabeza.

-   ¡MALDITO!... ¡MALDITA SEA!... ¡MALDITO, ARTURO!

Richard tuvo que separarme de su cuerpo por unos segundos, me vio, vio el pánico en mí, en mis palabras, en el dolor que había en ellas y asintió con su cabeza. Me tomó por los hombros volviendo a sostenerme, yo lloraba en su pecho, seguía gritando y él seguía consolándome con suaves palmadas en mi espalda.

Le pidió a Marcello que me trajera un poco de agua y el fue rápido al bar, Richie estaba haciendo lo mejor que podía en un intento de tranquilizarme con suaves palabras y acariciando mi espalda, hasta que pude respirar con mediana tranquilidad. Aún lloraba y me lamentaba, pero el ataque de pánico había terminado.

En eso, Richie pudo ver que alguien se acercaba corriendo, era Arturo con su labio igual de roto por el golpe de Marcello.

-   Andy... – me llamó acercándose lento.

-   Arturo, por las buenas, vete – le pidió Richie.

-   Te lo juro que puedo explicarlo...

-   Te lo repito, vete, por favor.

-   ¡Cierra la boca, Richard!... No te metas, esto es entre él y yo.

-   ¡No jodas, Arturo eres un maldito mentiroso! – le contestó a pesar de todo.

-   ¡¡No lo entienden!! – nos gritó.

-   ¿Desde hace meses?... ¿Es en serio? Eres un tremendo hijo de puta.

-   Ya te dije, puedo explicárselos, solo déjame...

-   ¡¡NO!!... ¡Lárgate o juro que te mato! – le amenazó.

Arturo se acercó sin importar la amenaza de Richie y él no se lo pensó dos veces. Se separó de mí muy rápido levantándose y le dio un golpe en la quijada que lo llevó directo al piso.

Mi amigo me levantó de la arena, pude ver al maldito tirado en el piso sin moverse, iba a preguntar si estaba bien, pero él no me dejó y me llevó rápido lejos de allí, en dirección a su habitación. De camino venía de regreso Marcello con dos botellas de agua, no dijo nada al vernos caminar y nos siguió a la zona de descanso. Al llegar, Marcello abrió la puerta y Richie me dejó en su cama.

-   Tu teléfono – me pidió.

-   ¿Para...?

-   Necesito hacer una llamada.

Mi amigo fue honesto, llamo a la única persona que podría ayudarme realmente, él llamó a mi hermano Mathew. Me comenzó un terrible dolor de cabeza en ese momento, tenía la piel enrojecida, pero no le di mucha importancia. Tuve que recostarme en la cama mientras Marcello no dejaba de mirarme, pero ya no era una de sus típicas miradas indescifrables, esta vez pude entender que me miraba con lastima y con algo de tristeza.

Escuchaba a Richie hablar por teléfono, explicarle por lo bajo a mi hermano lo que me ocurrió con Arturo, le contestó que llegaría pronto… y en menos de media hora él ya estaba abriendo la puerta de la habitación y no estaba solo, Aquiles venía junto a él.

-   Vámonos de aquí – anunció al llegar.

-   Pero... ¿A dónde...? – le preguntó Richard.

-   A casa.

-   ¿Y mi hermano? – preguntó Aquiles.

-   No lo sé, ni me importa – le contestó Richard con mala cara.

-   Debe estar en el bar – añadió Marcello.

-   Escuchen, yo se los puedo explicar, no es lo que ustedes creen. Ella...

-   ¡No! Aquiles... ¡No!... Ya fue suficiente – le dijo mi hermano de forma muy dura –, no quiero que ninguno de ustedes se acerque a mi hermano.

-   Mathew, confía en mí. Podemos explicarlo – le pidió con compasión.

-   ¡Aléjense de nosotros!

Las acciones de Arturo lo habían jodido todo, habían dañado mi relación con él y quebrado la amistad de nuestros hermanos.

Mi hermano me tomó del brazo y prácticamente me llevó a rastras fuera de la habitación. Richie se quedó discutiendo con Aquiles y Marcello, solo se despidió con el movimiento de su mano. Nosotros nos fuimos haciendo el camino de regreso al estacionamiento, esperaba que no me encontrara más con ese maldito y gracias a Dios fue así.

En el carro de Mathew no pude más... todo me había agotado completamente y me quedé dormido. Mi hermano hizo lo indicado al sacarme de ese lugar…

---*---

Estaba llorando desconsoladamente en ese momento, frente a la persona que seguía sentada junto a mí, a él no le importó... ya me había visto llorar repetidas veces, me había dado consejos para tranquilizarme, pasos a seguir para dejar de llorar y así lo hice.

Recordé que esos momentos ya habían pasado, que el dolor que sentí en ese momento fue real y debía de aceptarlo. Si debía volver a revivirlos... era solo para fortalecerme con esas experiencias de vida, pero fue muy difícil recordar esa primera decepción... esa primera vez que entré en pánico.

- Los eventos se relacionan... los que viviste antes y recientemente.

- Estoy claro de eso.

- Hay un patrón – clasificó.

- Sí, hay un patrón de ese puto – admití –... Un patrón de que no puede alejarse de una vagina.

Él soltó un resoplido que pareció una leve risa y yo tuve que hacer lo mismo aceptando ése hecho.

- ¿Qué ocurrió luego? – preguntó curioso.

- Bueno… aquella vez, si hubo una explicación... pero las otras...

- Claro.

Luego sucedieron “estos eventos”, Arturo me engaño con otra mujer y se repitió la historia. No fue sólo una vez... fueron varias veces las que me engaño con otras, para él no hubo razones, él necesitaba una vagina o varias y mi culo no fue suficiente para él.

Aunque claro, hubo una en especial... Una de esas mujeres estuvo embarazada de Arturo, pero ella fue inteligente y abortó rápidamente... No deseaba estar con alguien que vivía tan tranquilamente arruinándole la vida a los demás. Ella al conocerme como el novio de Arturo, me deseó suerte si llegaba a formar una familia con él. Yo tuve que alejarme de ese maldito, me enteré por Anthony de muchas otras cosas pasados los meses de nuestra separación y se las eché en cara, lo que obviamente originó que él no me enfrentara y fuese su turno de alejarse.

- … Cuanto odio y resentimiento le tengo – pensaba.

Sí, era resentimiento el que me hundía en la oscuridad, pero una pequeña luz de esperanza se reflejaba en mí a veces...

Anteriormente, las veces que sabía que me engañaba, yo lo perdonaba por las excusas que daba, así fuesen las más insignificantes y yo tenía miedo... Miedo de que seguramente, llegase en ese instante pidiéndome perdón por todo lo que hizo y yo probablemente lo aceptase de nuevo en mi vida.

Se lo comenté a la persona sentada frente a mí  repetidas veces, pero él me daba la misma respuesta de siempre.

- El dilema del erizo, Andrew. El dilema del erizo – me dijo muy tranquilamente.

- No entiendo a qué te refieres – le decía muy confundido.

- En algún momento lo entenderás... y cuando lo hagas, sabrás la respuesta de tus miedos.

---*---

NdA: Esto es todo por ahora muchach@s, los próximos capítulos serán publicados en el mes de septiembre. Muchas gracias a todos los que comentaron los capítulos, valoraron en la página y me enviaron correos o mensajes privados por la página de Facebook. Espero haber contestado todos los mensajes y disculpen si lo llegué a hacer algo tarde.

En la biografía actualicé que los siguientes serás dos (2) o tres (3) capítulos aún sin confirmar porque se me ha hecho complicado terminar de escribirlos... espero que en éste corto tiempo pueda hacerlos... Ya para la segunda parte de Conexiones que será el final de mi historia esperemos que pueda publicarla en 2019.

Conexiones forma parte de la saga de Anécdotas y sus derivados por Andrew Brown. Tiene Licencia Internacional bajoCreative Commons que abarca, Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0)https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/