5. Actualidad... – ¿Mi futuro esposo?

Continuamos... la historia con mi "futuro esposo" llena de insultos, peleas y... sexo puro...

JULY

Miércoles, 2.

Era de media mañana cuando Arturo entró por la puerta principal haciendo un escándalo terrible con dos bolsas llenas dejándolas en el suelo mientras Apolo llegaba a su lado e inspeccionaba cada una viendo que había adentro.

  • Eso es tuyo apestoso...

  • No lo llames así – le replique.

  • Coño, le compro juguetes y me reclamas... si eres arrecho.

En realidad para ganarse a Apolo le había comprado una enorme cantidad de juguetes, básicamente él se molestó por ver tantos juguetes en la tienda que decidió comprar uno de cada uno que viera, de colores, con chillido, de trapo, de hueso, pelotas, muñecos de felpa, de todo tipo y los lanzó frente a mi perro dejándolo si se podría decir en éxtasis, olfateando y viéndolos todos, llevándolo a su “hueco” – el lugar donde tenía su camita – y allí se echo a mordisquear cada uno de sus nuevos juguetes.

  • Espero que con esto si me quiera.

  • Seguramente... es un interesado – le hablaba mientras regresaba a mi escritorio a terminar la contabilidad de la empresa –, no debes consentirlo de esa forma.

  • Es que me gruñe demasiado... a cada rato.

  • Es porque a mí me vio primero... y bueno, soy su papi solo tiene ojos para mí, es un bebé jajaja – le dije de forma tierna.

  • Pues tiene que entender que tiene dos papis ahora.

  • Juega con él entonces.

  • ¿Qué más?

  • A ver... – les dije mirándolos a ambos y sentándome a su lado – debes de pasearlo, dale comida con la palma de tu mano... mmm mímalo y así irá ganando confianza.

  • Claro – dijo no muy seguro.

  • Haz algo, llévalo a pasear.

  • ¿Estás seguro?

  • ¿Tú no?

  • Sí... claro, si me dejas.

  • Claro, vayan y conózcanse – le dije dándole la correa.

No me sentía cien por ciento seguro de la idea pero ya vería como saldría...

Al momento de regresar, 20 minutos después, escucho el gemido muy agudo y una bola de pelos corriendo hacia mí.

  • ¡Ve con tu papá, apestoso!

  • Ayyy ¿Qué te paso? – dije mimando a mi perro – Arturo, ¿Qué le hiciste?

  • Nada lo juro, salimos y caminamos la cuadra y volvimos, pero cuando vimos la casa se volvió loco.

  • No te creo...

  • ¡Te lo juro! – gritó sobreactuando.

  • Mmm... – pensaba mientras lo miraba revisándolo – espero que me estés diciendo la verdad, Duarte.

  • ¡LO HAGO!

  • Yaaa ya... shhh – mi perro volvía a inquietarse.

El día pasó sin mucho que decirnos, yo me fui a la obra y Arturo trataba de jugar con el perro, pero simplemente él no se dejaba o lo ignoraba y se regresaba al hueco a morder sus juguetes nuevos.

Jueves, 3.

- ¡Maldita sea que un obrero se crea más que yo!... ¡Y me de órdenes! ¡¡¡No joda!!!... ¡Y venga el capataz a reclamar mis decisiones!... ¡¡¡Imbéciles!!!! – le grite a Arturo molesto lanzando mi maletín al sofá.

- Ya tranquilízate...

- No me da la gana no joda... ¡No me da la gana!... maldito barrigón de mierda ¿Quién se cree él para darme ordenes?

Era el recuerdo que me llegaba a la mente mientras conducía pensando en lo que ocurrió ayer... mientras negaba con la cabeza.

Pero no podía continuar con ese mal recuerdo. Finalmente llego el día, ese día que esperaba compartir con Jean, pero que no pudo ser... aunque de igual forma Arturo estaba allí, él no era feliz exactamente por ir, si no el hecho de estar conmigo... y también porque deseaba ver las enormes tetas de Katy Perry.

Era el concierto que deseaba ir desde el momento en que compré el CD y luego las entradas, cada vez que abría el cajón donde estaban las entradas me llegaba ese sabor agridulce de ir al concierto con un chico al que apreciaba... y ya no está. Una pequeña voz me atacaba con un cuchillo diciéndome que Arturo estaba sustituyendo a Jean Carlos y claramente la callé pensando que era una tremenda mentira y estaba loco.

Ya en estacionamiento vimos a todos los fans de Katy, chicas disfrazadas, con pelucas de colores, trajes de baño, de frutas, pizzas y no solo chicas obviamente, hombres también, gays de todo tipo, locas, serios, explotados o no, felices caminando hacia la entrada, Arturo andaba un tanto nervioso, pero al tomarle la mano se sintió un poco más seguro y siguió caminando junto a mí. Al ser VIP entramos tranquilamente, llegamos a nuestra zona privada junto a otros, estuvimos hablando y tomándonos algunas fotos mientras el estadio se iba llenado poco a poco. Algunos comenzaban a cantar canciones otros bailar llenándose de un buen ambiente.

Antes de iniciar el show conocimos a algunas parejas allí también y dos resaltaron del resto, otra pareja gay como nosotros ni muy locas ni muy machos y congeniamos bastante bien y sus amigos otra pareja hetero en donde la chica que se llamaba Katherine se hacía llamar la fan numero uno de Katy Perry y que seguramente en una vida pasada “fueron hermanas” mientras el novio la miraba deseando no estar allí y simplemente estar cumpliendo con ella – Arturo y él se entendieron bastante bien, obviamente –.

En el primer momento en que estuvo cerca y me miro cantando casi me desmayaba... sí, soy un fan enamorado. No pude tocarla lamentablemente... pero estoy seguro, si me miró.

  • ¡Si me miró, Arturo! – grite emocionado.

  • Claro...

  • ¡Qué sí! – Arturo estaba bastante celoso.

El concierto, donde nos encontrábamos específicamente era la “sección prismática” y me costó un poco... pero valió la pena.  Escuchar las canciones que mas me gustaban, él como teníamos privilegios con algunos espectáculos... hasta pude comerme con la vista a todos los bailarines que me hicieron desear... bueno, a los dos, estar en privado con todos ellos. En fin... esa noche por mucho... ¡Fue una de las mejores noches de mi vida!

Luego del concierto la chica estaba en un éxtasis que ni ella misma podía calmar, nosotros los chicos estábamos un poco más calmados, pero alegres y decidimos ir a tomar algo en un bar para conocernos mejor.

Pasamos un buen rato los seis tomando, hablando, compartiendo, entre preguntas un tanto incomodas que hacia el novio de la chica y nosotros los gays completamente desinhibidos contestándole todas las “dudas” que tenía...

  • Si quieres podríamos hacer una orgia para que salgas de dudas... – le sugirió uno de los chicos mientras el otro se sonrojaba sin parar de reír.

  • No no no no... para con eso.

  • Ay mi vida... no quisieras experimentar con uno de ellos ¿No? – la chica estaba muy borracha.

  • ¿Qué? ¡No! Claro que no... – el novio se estaba sonrojando.

  • Es que haces muchas preguntas... y bueno, entre hombres nos entendemos – explicó Arturo y yo le pegaba en las costillas con gracia.

Finalmente salimos de dudas y el novio no era gay, la otra pareja trató de persuadirlo de todas las formas posibles mientras nosotros nos reímos y excitamos viendo la escena, quedamos en salir el fin de semana e ir a una disco gay con la pareja hetero y si había suerte probar la orgia que tenían en mente la pareja gay.

Al llegar a casa no parábamos de reír por haber disfrutado la noche... entre besos y caricias terminamos en la cama reventados y los dos nos quedamos dormidos de inmediato.

Hace meses pensé que compartiría ése día con una persona, pero paso el tiempo y salimos heridos. Ahora estaba con mi mejor amigo... mi amante... mi novio el cual me hacía más feliz cada día.

Domingo, 6.

  • Vamos llévalo.

  • La vez pasada se puso a llorar.

  • No sé que le hiciste.

  • No le hice nada coño... el asqueroso es un llorón.

  • No es un llorón... y menos asqueroso, compórtate, Arturo.

Cada vez que mi novio le llamaba de esa forma a nuestro perro me daban ganas de matarlo.

- ¿Novio?... ¿Nuestro?

Mis pensamientos se detuvieron unos segundos... ¿Mi novio?... ¿Nuestro perro? No había caído en cuenta de que se escuchaba demasiado bien, lo veía de reojo caminando mientras paseaba a Apolo y cada vez me sentía demasiado enamorado de él detallando su rostro, como sus ojos se iluminaban por el sol de la tarde, sus labios, su cuerpo tensado, un paquete y un culo de muerte... una erección se formo en mi short y rápidamente mi mente paso a otro tema... comida, Apolo, futbol... el mundial. Algo diferente para que se me bajara la verga y no ser tan obvio.

  • ... ¡No vale!... me dolieron esas lágrimas – dije de repente.

  • ¿Qué lágrimas?

  • Lo de Colombia. Hicieron un excelente mundial.

  • Sí... lo sé. 2-1 quién lo diría...

  • Sí, pero duro hasta el final... es que no podían eliminar a Brasil.

  • Claro, es la casa...

  • Que arrechera de pana, los colombianos jugaron demasiado bien.

  • Lo sé, Andy.

Entendí y recordé lo bien que me podía comunicar con él, teníamos una buena conexión, desde niños hasta ése momento, con peleas o no ya nos conocíamos el uno al otro. Aún cuando él desapareció todo ese tiempo no cambiaba su manera de ser conmigo y eso me alegraba.

Al llegar a la casa, un amigo de Facebook nos recomendó ver una película de temática gay “Hoje Eu Quero Voltar Sozinho” la cual Arturo accedió a ver solo por tener subtítulos. La película era lo bastante tierna sin llegar a ser cursi y como un juego, tratamos de compararla con lo que fue nuestra vida en el colegio... obviando el hecho del protagonista. Y lo que más nos llamo la atención y que no paramos de reír fue el final tan hilarante.

  • Jajajaja le gano...

  • Se la comió, pana jajajaja...

Viernes, 18.

  • ¡PERRO DESGRACIADO! – escuche su grito seguido de unos sollozos y vi a Apolo correr en mi dirección.

  • ¿Qué hizo ahora?

  • ¡LOS ORINO ANDREW!... ¡Y SE COMIÓ TRES MAS!... ¡TRES!

  • ¿De qué hablas?

  • Mis zapatos deportivos, todos... los orino y se los comió el desgraciado.

  • Ya ya... no le llames así – dije cargándolo y mimándolo – mira, el pobre está temblando.

  • No puedes mimarlo por comerse mis zapatos ¡Será un malcriado! – su tono de voz seguía escuchándose molesto.

  • Y ¿Qué quieres que haga?

  • Enciérralo...

  • No.

  • ¿Cómo que no? ¿Y mis zapatos?

  • Yo los repongo por dios, no exageres.

  • Unos eran Adidas edición especial, no los vas a conseguir aquí.

  • Claro que si Arturo, ya deja de exagerar.

  • ¡Castígalo, Andrew!

Fue lo último que dijo antes de quitármelo de las manos y meterlo en su jaula mientras no dejaba de chillar. Aunque se vea extraño mi corazón se hizo trizas mientras Apolo trataba de salir y se cubría el hocico con sus patas y no dejaba de “llorar”...

  • Vamos, Arturo... ya aprendió, déjalo salir.

  • No, coño, tiene que aprender... si no nos va a comer todo lo que tenemos.

Fue la hora más horrible de mi vida mientras veía a Arturo molesto botar los zapatos y luego una correa destruida también por el perro, ganándose 15 minutos más en su jaula, Apolo no dejaba de llorar y la respuesta u orden de mi novio era simple, ignorarlo por más que doliese.

Cuando finalmente termino su castigo, Apolo simplemente salió con la cabeza gacha y se acostó a mi lado sin dejar de lamerme los pies.

Los ánimos de Arturo seguían de mal en peor recordando el asunto, así que pensé en pedir algo de comer para la noche y envases de arroz chino llegaron en menos de 30 minutos, él comenzó a comer en silencio mientras mi perro dormía en el piso abrazado a sus juguetes.

  • No entiendo porque tenía que morder mis cosas.

  • Es un perro, no lo entiende.

  • Tenía sus propios juguetes para morder... le compre muchos.

  • Ya lo sé, solo déjalo. Es un perro pequeño aún.

  • Ya...

  • Igual, yo te repondré los zapatos... no tenías que actuar así – no contestó ignorándome y siguió comiendo.

Era increíble cómo podía ponerse a actuar de esa forma... eran solo unos zapatos, podría comprar los que quisiera, aunque no iba al caso... en un pequeño punto pensé en que haría si nuestros hijos dañaran un celular o una computadora y mi mente freno rápidamente.

- ¿Hijos?... ¿¡WHAT THE FUCK!?

Negué con la cabeza rápidamente y Arturo me miró extraño por un segundo volviendo a comer su arroz en silencio igual que antes... ¿Hijos? No dejé a mi mente volar por esa zona y traté de pensar en otra cosa mientras veía mi celular revisando todos los mensajes que tenía hasta que llegué a ver uno muy interesante de mi hermano.

  • ¡Vaya!... Eso es mucho dinero.

  • ¿Qué cosa?

  • Mi padre llamó a un asesor inmobiliario... que valoró nuestra casa.

  • ¿Y cuanto cuesta? – apartó la comida interesado.

  • Ciento veinte millones de bolívares... – ambos silbamos sorprendidos por esa suma tan ridícula – son como seis cientos mil dólares.

  • ¡Vaya! Eso es dinero... ni yo aspiro tener tanto – pensó divertido.

  • Lo sé...igual ese dinero no es mío... y aún así no es tanto, mi padre tiene más... nuestros padres tienen mucho más – recalqué.

  • ¡Bah!... nuestros padres cagan dinero.

  • Y bueno, algo nos dan.

  • Ya – cortó tajante – ¿Cómo harán para venderla?

  • Anthony dice que están tratando de que alguien la compre en dólares... porque el banco ni el gobierno se va a molestar en dar esa cantidad por una propiedad.

  • Jajaja... quieren hacer negocio negro con tu casa... tantos recuerdos que tenemos para que la vendan.

  • Ufff... lo sé... he hablado con mis hermanos. Y nuestro padre había pensado en dejar la casa como estaba y dejársela a Mathew, pero el idiota no quiere quedársela.

  • ¿Por qué? Su casa es lo máximo.

  • Él es muy orgulloso, quiere ganarse sus cosas... por su cuenta.

  • Él vive en un apartamento, ¿no?

  • Sí... tiene su vida hecha, casa, trabajo, esposa e hijo.

  • Tendría una casa para él solo y en sí la casa sería para ustedes, Mathew es un pendejo.

  • Créeme que se lo dije – di un enorme mordisco al pollo agridulce y continué –, pero no acepta... entonces, la casa o se vende o se vende.

Entre los dos seguimos analizando la situación tratando de hallar una solución – soltando algunas ideas –, Mathew al tener su vida en Venezuela no quiere cambiarla tan repentinamente ya que “la familia se mudaba”... algunos pensarán que él era egoísta al separarse de la familia, pero otros son personas consientes al apoyarlo en su decisión, si Mathew se mudaba con nosotros, debía realizar el mismo proceso vender el apartamento, y no obtendría lo suficiente para poder tener su propia casa en Estados Unidos, y tendría que mudarse con nosotros... lo cual sería inaceptable y tampoco aceptaría dinero de nuestro padre.

  • Ya... es mejor dejarlo en Venezuela – concluyó Arturo definitivamente.

  • Eso mismo pienso.

Y hablar sobre el futuro llegó a un tema un tanto delicado de tocar...

  • Entonces tu familia se viene para acá – soltó de repente, Arturo.

  • No, va New York. Yo estaré aquí hasta que se termine la obra.

  • Mmm... –se quedó pensativo – y... ¿Yo?

  • Bueno... no sé qué quieres que te responda.

  • Tú sabes que es lo que sigue... pero yo aún no sé... así que... ¿Y nosotros? – me pregunta un tanto incomodo.

  • No lo sé... Fernando no puede saber que estuviste aquí, lo sabes.

  • Claro.

  • Él vendrá en agosto seguramente, con su familia.

  • Entiendo... entonces, ¿Qué haremos?

  • Terminamos claro... – dije serio de nuevo, nuestro silencio era palpable, tanto que Apolo había despertado y se quedó mirándonos a ambos para luego irse a su hueco a dormir – Te quiero muchísimo Artie... pero de todas formas debes irte.

  • Ya... – termino diciendo.

  • Escucha...

  • Descuida – me interrumpió –, lo entiendo. hasta que las cosas se solucionen no podremos estar los dos viviendo juntos.

  • Lo lamento – no tuve otra cosa que decir.

  • Aprovechemos el tiempo juntos – hablo con una media sonrisa.

No quise terminar la conversación de esa forma tratando de pensar una forma de seguirla y cambiar el tema... tal vez planificar el tiempo que nos queda.

  • Arturo, ¿eres feliz aquí?

  • Claro que lo soy...

  • Bueno... pienso que tu vida aquí es un poco aburrida a pesar de todo... sales al gimnasio... compras algunas cosas y...

  • Tenemos sexo en la noche.

  • Jajaja... claro... tenemos sexo en la noche, a eso me refiero... es una rutina, no quieres... ¿cambiarla?

  • ¿Qué propones?... ¿Un trío?... ¿Una orgia?... ¿Un...?

  • Un trabajo... – le corte.

  • Jajajajajaja... yo... ¿Trabajando?

La mirada que le di debió de hacer algún efecto en él ya que paró de reír unos momentos analizando, lo que decía, era en serio.

  • Oye... vivimos bien, un techo gratis, por ahora, la comida no es un problema, ni trasporte, ni algunos lujos... pero pienso que en algún momento se acaba el dinero... mi dinero y el tuyo...

  • No exageres. Tengo para mantenernos a ambos mucho tiempo.

  • Arturo... la idea es no se... ehhh... no quiero decirlo pero... – pensé dando vueltas al asunto – la idea es planificar algo a futuro.

  • No tenemos mucho futuro, según tú – dijo terminando su comida.

Sentí una punzada en el pecho, pensando en que me había equivocado al principio, al decirle a Arturo esas cosas y por ende que hacer que él  no pensara un futuro juntos, me hizo sentir terrible... originalmente se supondría que se quedaría conmigo un tiempo y tuviésemos sexo todas las noches. Implícitamente no estaba planificado, pero aún así, jamás pensamos que la llama se encendiera de nuevo.

  • Ya ya... – volvió a decir viendo mi cara – está bien un trabajo... trabajaré si te hace feliz.

Solo pude sonreírle un poco tratando de dar buena cara a su impulso de pasarla bien.

  • ¿Qué tal si soy modelo? He visto algunos anuncios en la calle... y...

  • No... modelo no – dejándolo en seco.

  • ¿Por qué?

  • Porque seguramente te terminaran violando al momento en que pises la oficina.

  • Jajajajajaja... por dios, Andrew no exageres... yo soy un profesional. Y esa gente igual.

  • Ya tú conoces ese mundo... y yo lo conozco por ti. Tú me lo has dicho.

  • Lo sé, pero al primer movimiento de violación me iría de allí... o ¿Qué?... ¿No confías en mí?

  • Eres Arturo Duarte... – concluí con risa.

  • ¡Auch!... eso dolió... jajaja...

  • Ya ya... pero, es en serio Arturo... ¿Por qué no trabajas?... en algo sano y ese dinero que ganes sería para alguna emergencia... o algo parecido.

  • Ya veré... si me la chupas podría pensarlo mejor.

  • Eres un idiota – dije saltando entre la mesa para besarlo – y aún así te quiero.

La idea general era chupársela en ese mismo instante. Pero el destino interfirió en ese momento y  nos llego una llamada de la pareja hetero que conocimos en el concierto de Katy Perry, avisándonos que estaban cerca y deseaban ir al bar con nosotros, mis manos pasaban por el paquete de mi novio apreciando como se hacía más grande y la respuesta de Arturo fue muy clara.

  • Lo siento Katherine, Andrew está ansioso por chuparme la verga... no podemos esta noche – habló agitado mientras apretaba su paquete.

- Jajajaja... tranquilo, disfruten pervertidos... son unos enfermos.

  • Jajaja... aún está pendiente la idea de hacer un intercambio... o simplemente para que veas como violamos a tu novio.

- Para nada... mi culo no será perforado por ustedes, malditos gays jajajaja – se escuchó la voz divertida del chico por el teléfono.

  • Ya cuelga – le dije entre sus piernas.

  • Tengo que colgar...

Lanzo el teléfono lejos mientras yo sacaba su verga deseoso y la blandía un poco pasándola por mi rostro disfrutando de su dureza, su mirada era turbia y sonreía. Yo simplemente no soporte mas y me lo trague completamente, su gemido y la forma en que se recostó en la silla entregándose me dio paso a una furiosa mamada sin darle descanso, su sabor entre agrio y dulce me encantaba, ese néctar que brotaba de su verga me drogaba y mi lado pervertido me hablaba pidiéndome ser llenado con su leche, pero Arturo tenía otros planes tomándome fuerte del pelo.

  • Tú no te vas a divertir solo...

  • ¿Qué quieres? – sentí otro tirón de pelo.

  • Tu verga y tu leche.

  • Vamos.

Subimos las escaleras corriendo y al entrar en la habitación me desnude rápido mostrándome ante un Arturo de igual forma y me lanzo en la cama violentamente.

  • ¿Acaso quieres violarme como a ese chico?

  • Para nada... tú casi eres mío.

  • ¿Casi?

  • Dame unos meses más...

Y se trago mi verga... mi cuerpo al igual que él tembló haciéndome sentir en éxtasis, su mamada era igual de furiosa que la mía y pensar que los hombres que estaban en esa cama hacía poco más de diez años, los mismos adolescentes comenzaban a explorarse mutuamente, la idea podría ser un tanto romántica, pero en realidad era todo lo contrario, era excitante, yo estaba a punto de venirme en su boca e hice su misma jugada tirándole del pelo.

  • Casi... casi me vengo, pendejo.

  • Yo no. Me toca. Pero lento.

Cambiando de nuevo tomaba su verga para masturbarlo fuerte y lentamente, pero era débil... débil ante él y me lo tragaba sintiendo de nuevo esa dureza, me lo enterraba en la boca para sacármelo y volver a iniciar... los gemidos de mi novio no paraban de hacerme estremecer la piel. Por unos segundos imagine que él quería cogerme así que me monté a horcajadas haciendo que llegara a mi entrada.

  • No no... descuida. Ya quiero acabar – se escuchó con voz ronca – voltéate.

  • ¿No quieres cogerme?... debes estar enfermo – dije con burla.

  • ¡Es que ya no aguanto!... tú me la chupas y yo a ti... ¡Muévete!

La orden fue clara y yo como un estúpido y excitado sumiso me posicione para poder chupárselo mientras mi verga quedaba en su boca. Las estocadas de ambas pelvis dieron certeras en las bocas de los dos. Yo gemía con su verga adentro mientras yo penetraba la garganta de mi hombre. No duramos mucho obviamente, Arturo tenía razón, y sus disparos entraron logrando que mi corazón se volviera loco saboreando su semen y haciendo que yo terminara en su boca y rostro bañándolo con mi esencia.

  • Si... si... si... mi Andrew...

  • Tu idiota, eres lo máximo... Arturo.

Al quedar acostados los dos, nos abrazamos, cansados, sudados y cubiertos de semen. Nos envolvimos con las sabanas mirando al techo entre rápidas respiraciones tratando de calmarnos.

  • Andrew... te voy a pedir una sola cosa más.

  • ¿Qué...?

  • Jamás vuelvas a decir que vamos a terminar lo nuestro. Me destrozarías el corazón.

Fue fuerte escuchar eso, pero en ese momento dije lo primero que se me vino a la mente.

  • Jamás lo volveré a decir...

Y finalmente nos quedamos dormidos. Esos adolescentes calientes de hace diez años no nos llevaban nada, ahora nosotros éramos otros, más desarrollados, más experimentados y si alguien lo pensara mejor... estábamos... más enamorados.

Miércoles, 23.

Nuestro primer aniversario.

Debo admitir que soy de los hombres que no necesitan celebrar los aniversarios... a menos de que en realidad sean importantes. Y fue uno de los problemas que tuve cuando estaba con chicas, ellas les gustaba celebrar todo... automáticamente todo, primera vista, primer saludo, primer abrazo, primer beso, primera mamada, primera follada... primer susto de embarazo, etc...

Eso obviamente no ocurría con Arturo, no necesitábamos recordar esas primeras veces, sabíamos que habían sucedido y allí estaban, en nuestras memorias.

Claro que tampoco soy un cavernícola. Soy un caballero también y sabía que celebrar el primer mes junto a él era algo... especial, sobre todo para Arturo, ya que seguramente era el primero en llegar a esa meta. Y una parte de mi esperaba repetirlo y quien quita ... llegar al año juntos.

Otra cosa que teníamos que celebrar y dándonos cuenta de que era una GRAN CASUALIDAD que el cumpleaños de Arturo caía el mismo día.

Es por eso que después de salir del trabajo la tarde anterior, había ido como un loco a comprar su torta favorita – de chocolate, con centro de nutella, con una cubierta de chocolate y chispas de chocolate incluido, sumado a una sola fresa en la parte central –, tuve suerte de llegar a una tienda especial en el centro de la ciudad que podía hacerlo el mismo día. Y satisfecho de ver como la preparaban, decoraban y empacaban, regresé a casa y la escondí en la nevera detrás de unas latas de cerveza. Y respirando tranquilo fui directamente a la cama con mi novio.

Obviamente ese día decidí no ir a trabajar y es por eso que la alarma no estaba puesta. Ya pasadas las ocho de la mañana la corriente naciendo en mis bolas me hacia estremecer todo mi cuerpo y abrí los ojos de golpe.

  • Por fin... despierto... – hablaba mi novio tragándose mi verga.

  • Ahhh... carajo... no... digo... ahhh si...

Confundido y francamente lleno de placer le abría las piernas a Arturo tratando de darle una buena bienvenida, él automáticamente dejó mi verga y se comió mis bolas dándole suaves lamidas para luego chuparlas sin descanso, me revolvía en la cama pensando ¿Quién era éste hombre entre mis piernas? Que no dejaba de llevarme a ese nivel de calor y excitación haciendo que salieran de mi pecho gotas de sudor.

Su boca finalmente dejo mi verga y mis bolas para tocar mi entrada y esa lengua hirviendo no dejaba de penétrame y los gemidos de placer no se hicieron esperar.

- My... my... my GOD!

  • No soy dios... soy tu macho.

- Keep...keep going... No... no resisto.

  • ¿Qué? – dejaba su juego para mirarme divertido mientras su dedo entraba fácilmente.

  • Métemelo... ¡Ya!

  • Ni loco... es cuando yo diga.

De rodillas, llevó mis piernas hasta mi pecho mostrando mi ano completamente dilatado y viéndolo con deseo.

  • Andrew... estas abierto.

  • Jajaja... para ti.

  • Si eres marico jajaja... – decía sin dejar de mirar mi entrada.

  • Y tú... que te quieres coger a un hombre.

  • Porque eres mío – sentenció.

Tres dedos fueron su respuesta dejándome paralizado mientras lo sentía acariciarme por dentro. Ya había perdido el control y la cordura completamente. Así que con la fuerza que me quedaba me solté de su agarre en mis piernas y en un par de movimientos rápidos quedé frente a su verga y sus manos me guiaron en línea recta hacia ella. Y comencé a chupar con ganas y sin cuidado. A lo bruto sentía su calor, su dureza y ese inconfundible sabor a “Arturo excitado” que me volvía loco.

Sus gemidos de placer me daban orgullo de ser capaz de lograr que mi novio se excitara con mi boca, su mano presionando no me molestaba en absoluto, en ese mes ya me había acostumbrado a tragármela casi entera. Pocos minutos chupando y saboreando pudo resistir antes de alejarme de su verga tirándome del pelo.

  • No... hoy no. Te quiero llenar el culo.

  • Eres un maldito bruto.

  • Jajaja ¿Por qué? –su mano seguía tirándome un poco impidiendo moverme a mi gusto.

  • Podrías decirlo más bonito ¿Sabes?

  • No sé cómo.

Nos quedamos en silencio mirándonos enfocando la mirada uno del otro. Trate de soltarme de su agarre pero un beso impacto en mi boca.

  • Quiero hacerte mío – dijo serio.

Ese fue el impulso para besarnos salvajemente y quedar acostados acariciando nuestros cuerpos y rodando en la cama como si no hubiese mañana, su calor, su sudor en mi cuerpo, su verga y la mía luchando por si alguna salía victoriosa. Las sabanas y las almohadas en algún momento quedaron en el piso y finalmente yo quede debajo de Arturo abriendo mis piernas esperando a que me penetrara con toda su furia. Fue rápido y certero metiéndomela de golpe gimiendo ambos por el placer. Desde el primer momento aprese su verga haciendo que fuese difícil para él resistir su próximo orgasmo. Pero Arturo era un experto, me la clavaba con fuerza quedándose quieto mirándome, en esos momentos con esa mirada lograba en mí una extraña sensación de intimidación y placer. Para luego sonreírme y continuar cogiéndome a su gusto en el punto indicado. Yo trataba de tocar todo lo que podía y reclamarlo como si fuese mío, sus brazos, sus piernas, tu torso y su espalda llena de sudor hasta llegar a su culo apretándoselo con fuerza...

  • Voy a hacer que te vengas sin tocarte... – escuché con voz grave.

Y su mano apresó las mías cuando vio que necesitaba masturbarme. Dejándome frustrado y muy caliente, pero al paso en que iba, lograría su objetivo. Yo simplemente estaba gimiendo como loco quedándome sin aire a cada estocada y rl maldito de Arturo Duarte lo había logrado, acabé llenando mi abdomen, mi pecho y rostro con mi leche y sintiendo como finalmente se venía en mi interior...

  • ¡¡¡AHHH!!!... ¡Andy!

  • ¡¡¡ARTIE!!!

... Malditos gemidos que seguramente delataba a los vecinos lo que hacíamos en esos momentos...

Soltando su agarre lo primero que hice fue abrazarlo y para tenerlo cerca de mí, sentir su respiración, su corazón y cada uno de sus músculos palpitar para que después se relajaran poco a poco...

  • Ufff... – su voz se escuchaba adormilada – ésta vez sí lo logré.

  • ¿Qué?... ¿Qué cosa? – comencé a acariciar su cabeza y a besarlo lentamente...

  • Ésta vez si te preñe... jajaja...

  • Jajaja idiota...

Últimamente tenía esa manía de pensar que si lo que hacemos constantemente... Arturo logrará su meta de “preñarme” para poder tener hijos “bellos iguales a nosotros”... – ¡ LOCO! –.

  • ... Te amo – sentí como sus brazos me rodeaban con algo de fuerza – te amo... te amo... te amo... siempre te voy a amar, Andy.

  • Y yo Arturo... también te amo... pero... no puedo respirar.

  • Shhh... te amo... – repetía.

  • Yo igual Artie.

  • ¿Y si nos casamos? – preguntó medio adormilado.

  • Jajaja... no seas idiota.

  • Sí... sí – y aflojó su abrazo un poco –, soy tonto.

  • Tal vez... – corté besándolo en los labios.

  • ¿Sabes que otra cosa amo? – preguntó sonriendo.

  • Mmm... ¿Apolo? – respondí tratando de jugar con él.

  • Nahhh... ese perro no.

Obviamente a pesar de estar debajo de él.... le di su coñazo en la espalda.

  • ¡Coño!... ¡No joda!

  • Tú quieres a nuestro perrito – le dije gracioso.

  • Ya ya... cómo digas... solamente sé que te amo a ti.

  • Ok ok ok... Sin juegos, entonces ¿Qué otra cosa amas?

  • Los domingos de sexo jajajaja...

Me quedé quieto pensando y analizando, llegando a la conclusión que la grandiosa sesión de sexo había dejado muy mal a mi pobre novio. No dije nada y me lo quité de encima dejándolo confundido...

  • Quédate aquí.

  • ¿Qué?... ¿Paso algo?... ¿Qué dije mal?... ¡Andrew!

Lo ignoré olímpicamente y desnudo baje corriendo las escaleras directamente a la cocina. Apolo estaba plácidamente durmiendo así que pude sacar la torta de la nevera sin distracción para tratar de llevarla a la habitación pensando mil veces en evitar que se cayera de mis manos. Cuando entré en la habitación la vista de un Arturo igualmente desnudo en una pose de revista me dejó un poco embobado que casi me hace soltar su regalo. Él de igual forma me veía lentamente de arriba abajo analizando mi cuerpo y lo que sostenía.

  • ... Artie – le llamé sonriendo.

  • ¿Qué?... ¿Y esa torta? – preguntó aún mas confundido con esa cara de tonto que me encantaba.

  • Oye, si que estás mal, me preocupas, Artie. Hoy es miércoles... y es tu cumpleaños – le dije de la forma más tierna que pude negando con la cabeza...

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