4ª sumision
Después de seguir fuera de lo que sería la normalidad en el sexo para casi toda la gente, recibimos en casa una invitación de Tete a una fiesta que tendría lugar en la casa de una amiga suya la cual antes había sido su maestra, se entendía que fuera maestra en el arte de la humillación y del sado.
MÁS QUE VICIOSA
Después de seguir fuera de lo que sería la normalidad en el sexo para casi toda la gente, recibimos en casa una invitación de Tete a una fiesta que tendría lugar en la casa de una amiga suya la cual antes había sido su maestra, se entendía que fuera maestra en el arte de la humillación y del sado. Como único requisito imprescindible sin el cual no se podía acceder era presentar un certificado médico en el cual figurase que estábamos libres de cualquier enfermedad, en particular las de transmisión sexual.
Nunca habíamos tenido necesidad de ese papel, en parte debido a que el círculo en el que nos movíamos era pequeño.
Valoramos si de verdad nos apetecía probar con gente desconocida y experimentar cosas distintas, la respuesta no se hizo esperar demasiado, mi polla pedía que la sacaran del pantalón mientras en el caso de Laia se le veía en la cara el vicio y cuando metí mi mano debajo de su falda encontré su tanga totalmente empapado y su coño moviéndose preparado para estallar. Para no desperdiciar la ocasión atraje a Laia encima mía y comenzamos un esplendido 69, mientras ella me bañaba con sus jugos yo le daba de comer leche calentita, de la cual no desperdicio ni una gota, siempre había sido muy buena comedora. Continuamos follando en el salón, tan pronto dirigía ella como lo hacía yo, sin darnos cuenta ya era hora de comer y únicamente habíamos follado como conejos, mi polla no se levantaba y los agujeros de Laia derramaban todo tipo de fluidos.
Laia me comento que una invitación de ese tipo no se da todos los días. Le conteste que estaba en lo cierto y habría que estudiarla. Te parece poco estudio al que me has sometido, deberías tener clara la respuesta, que yo sepa no eres ciego viendo lo limpita que me dejaste, necesitas algún otro tipo de señal.
Lo pasábamos bien pero en ese momento olíamos como cerdos y lo parecíamos, solo nos faltaba un cubo con agua y otro con pienso, se lo comente a Laia y comenzó a reírse a pleno pulmón, si seguía así terminaría medándose encima, no sé si encima de ella o mía. Desapareció un momento del salón y cuando regreso venia con uno cubo con agua y un bol lleno de cereales y dijo, si lo parecemos porque no serlo, se puso a cuatro patas y comenzó a comer. Tan pronto comía como gruñía, estaba llevando el papel al extremo como siempre hacia cuando se involucraba en un juego e interpretaba a un personaje. Viendo como lo disfrutaba me uní a ella en su juego, cuando terminamos nuestro pienso seguimos follando solo que esta vez no como conejos sino como cerdos.
Estando a punto de tener otro orgasmo me ordeno que dejara de follarla y le comiese el coño que tenía un regalo. Tan pronto como inicie mi tarea comenzó su orgasmo y al mismo tiempo que se corría en mi cara, se meaba mientras decía que allí tenía a su cerda y que como iba a compensarle por su regalo. No se podía imaginar lo que le esperaba, le ordene que lamiera todo mi cuerpo hasta que quedar limpio de cualquier rastro de su regalo, cosa que hizo al momento, cuando estaba chupando mis huevos yo ya estaba preparado para darle su premio.
La levante del suelo, le puse el culo en pompa y empezó a darle polla a su culito duro y sin descanso, cuando note que Laia estaba a punto de correrse disminuí el ritmo y comencé a mearme dentro de su culo, empezó a gritarme diciéndome que era un cerdo, un hijo de la gran … como respuesta lo único que recibió fue un tapón anal para que no perdiese nada del regalo y la orden de que había que limpiar el suelo, de rodillas y con cepillo de dientes.
Pillo un rebote descomunal a pesar de lo que realizo la tarea encomendada. Tenía casi acabado de limpiar todo el suelo y la llame, en el momento que estuvo frente a mi le ordene que me chupara la polla que me había puesto muy caliente ver como destellaba el tapón anal que llevaba en su culito mientras limpiaba el suelo, cuando me corrí la abrace y le di unos mimos diciéndole al oído lo maravillosa que era, que era una sumisa magnifica y no existía mujer mejor que ella.
En ese momento estaba tan embelesada con los cumplidos que no era capaz de intuir lo que sucedería después. Comencé a masajearle el pecho y el vientre al mismo tiempo que la separaba de mi, descendí a su sexo recreándome en su clítoris el cual estaba duro y salido debido a el estado de su dueña, lentamente descendí recorriendo los labios de su vagina hasta dar con el tapón anal el cual recorrí con mis dedos excitando aun mas a Laia si era posible, Laia aumentaba el ritmo de sus jadeos y estaba llegando a su orgasmo cuando retire de un tirón el tapón y el contenido de su esfínter comenzó a salir de su culito manchándole sus piernas y el suelo. Su furia era tal que me tuve que marchar al baño para no ser víctima de su venganza, dejándola en el salón gritándome de todo menos cosas amables, su humillación no podía ser mayor.
L: eres un cerdo cabron, no te mereces nada de mí
P: que se me corran encima puede hasta gustarme, pero mearme sin avisar, eso roza los límites
L: tenía entendido que en nuestra relación no había límites
P: si es así, de que te quejas, ahí te quedas de fregona, yo voy a ducharme, ya sabes dónde encontrarme
L: para lo que me vas a servir no necesito saber dónde encontrarte
P: si tu lo dices
Estando en la ducha entro Laia a lavarse conmigo, ya se le había pasado el mal humor y nos enjabonamos el uno al otro, cuando tenía mi polla en sus manos me miro fijamente a los ojos mientras me decía que tenía que educarla mejor, que no se podía mear donde quisiera que una cosa era la leche y otra muy distinta la orina, una se podía comer y la otra no. Dicho esto comenzó a realizarme una mamada buscando su ración de leche para comer antes de irse a la cama, bien limpita y sin hambre.
Al fin nos encontrábamos en la cama satisfechos de momento y con ganas de charlar, sacamos a relucir el tema de la invitación para evaluar las opciones por un lado y si de verdad queríamos ir, después de valorar los inconvenientes y las ventajas nos decidimos a ir, el morbo y la excitación que sentíamos por experimentar cosas nuevas era mayor que el miedo.