47.1 Paul y el baile erótico

-Sal del coche Rafael, vas a conseguir enfadarme. –imposible molestarse con él, se quitó el cinturón de seguridad y en lugar de salir,

No me había dado cuenta, y cuando me reuní con Elie para preparar el trabajo de la semana y vi el calendario me llevé una grata alegría, el viernes primero de Mayo era fiesta en Francia.

Al mediodía y a la hora convenida llamé a Gonzalo. Terminaba en ese momento la reunión tan importante que había preparado ayer con tanto cuidado con Luis y le encontré satisfecho.

-Ayer estabas preocupado porque no habíamos decidido donde pasar el fin de semana y hoy me entero de que el viernes es fiesta.  –mi voz suena llena de alegría.

-Amor, te lo quise decir pero no te interesaba.  –su tono sonaba a condescendiente y no le di importancia.

-Gonzalo, lo pasaremos aquí si no te importa, puedo quedar con André mi jefe, le prometí que iría a comer con su familia un día antes de marchar de Lille y lo mejor es que sea pronto.

-Lo que tú desees,  los abuelos lo van a sentir pero tienes que cumplir con tus compromisos. Por mí, si estoy a tu lado, me es igual donde lo pasemos.

Una vez de contar con el permiso de Gonzalo, aproveché un momento de descanso entre reuniones para proponérselo a mi jefe.

-Si no tienes compromisos, podrías invitarme el viernes o sábado a comer con tu familia.  –André me miró levantando la vista de su taza de café y se acercó a la ventana, allí se apoyó en el alféizar girando su cuerpo hacia la mesa de reuniones.

-Estupendo, el único pequeño problema será que Léane no estará, aprovecha el que sea festivo para ir a Bruselas con unos amigos. Se lo comunicaré a Vivianne para que cuente contigo, estaremos muy bien y puedes quedarte en casa hasta el sábado o domingo a los chicos les ilusionará tenerte.

-Dile a Vivianne que llevaré a un amigo, entonces no sé si nos podremos quedar a dormir, espero que esto no suponga un inconveniente.  –me miró levantando sus pobladas cejas en signo de “no problem”.

-Daniel, para ella lo mismo es una persona que dos a la hora de preparar la comida y sabes que puedes llevar a tu amigo si lo deseas, así será más entretenido.  –comenzaban a entrar el resto de los que debían asistir a la reunión y la conversación fue interrumpida, él sabía lo que debía hacer, que era hablar con su mujer y sus hijos y yo con Gonzalo, luego pensaríamos lo de quedarnos a dormir en su casa.

Así transcurrió el primaveral día. Hice mis recados y me encerré en mi estudio sin pensamientos de salir aunque me apetecía un montón. Creo que acerté ante las numerosas llamadas de teléfono que tuve.

Primero fue Evans, el viernes primero de mayo reinauguraban la antigua disco y deseaba que estuviera, me lo quería adelantar aunque nos viéramos el miércoles y que no me comprometiera con otros.

El segundo en llamar resultó ser Nicolás, solamente quería saber cómo me encontraba, mañana tenía que desplazarse a Barcelona para presentar los resultados de su proyecto, documentaciones que le pedían en la universidad y luego iría a Madrid para ver a Jaime, Lucía y sus padres.

-Me hubiera gustado estar con vosotros estos días, lo pasamos tan bien en Dunkerque juntos, teniéndote cerca.  –consiguió que me doliera el corazón, por él que no terminaba de darse cuenta de que lo nuestro había terminado. Le había querido y seguía queriéndole tanto que no podía dejar de sentirme mal.

-Tendremos más oportunidades, pásatelo bien con tus hermanos y besa a Jaime por mí y a Lucía.   –su hermana a quien no había llegado a conocer en persona.

-Cuídate Daniel, recuerdos para Gonzalo, os quiero… -me pareció raro que extendiera el “os quiero” a Gonzalo.

  • Ten cuidado tú también y sabes que te queremos.

El tercero…, Gonzalo. Ultimé el programa del fin de semana con él, y no le importaba que nos quedáramos a dormir en la casa de André si podíamos dormir juntos. Dejaríamos  que lo dispusiera Vivianne, no le iba a decir a mi jefe que necesitaba una habitación con cama grande para dormir con mi pareja.

Un día de la semana tenía que viajar a España y le encargué que comprara algo de vino español para regalarle a André.

Me preguntó por los que componían la familia de André, ya le había hablado de ellos pero no me prestaría atención en aquel momento y se los enumeré.


Brillaba el sol, y aunque hiciera frío, el astro rey en el cielo era un consuelo. El jardín del patio se iba poniendo precioso, deslumbrante y lleno de distintas flores, saludé alegremente a Anwar que regaba, con una manguera de agua, los caminos de baldosas arrastrando con el agua algunas hojas.

-Buenos días, ¿hay noticias de Rayhan?  -cerró el paso del agua y dejando la manguera en el suelo se acercó.

-Buenos días.  –sus blancos dientes destacaban brillantes por su sonrisa enmarcada en la negrura de su barba.

-Habla más con su madre y sus hermanos, pero sé que está bien y es bastante.  –me sostuvo la bolsa del portátil mientras abría la puerta del coche y me la mantuvo abierta en un gesto muy galante.

Cuando veía a su padre el recuerdo de él me asaltaba, aunque con cara de niño y el cuerpo casi tan grande. Me despedí con un gesto de la mano cuando desfilé ante él en el portón de la casa.

Durante un corto tiempo tuvimos que esperar en la carretera por unas obras que había y solo se disponía de dos carriles para circular. Comenzaba a temer que me retrasaran y llegara más tarde de la hora de entrada, afortunadamente fueron unos minutos y llegué a tiempo.

Durante un descanso pude hablar con André y comentarle que el viernes no podríamos ir a su casa por un compromiso que tenía, iríamos el sábado y nos quedaríamos a dormir para volver el domingo, deseaba que lo consultara con su esposa y causar los menos problemas posibles.

-Hablaré con ella y desde ya puedes dar por seguro que se alegrará de que te quedes a dormir. Los chicos están deseando que vayas, los conquistaste en un solo día.  –casi logra que me ruborice, es un exagerado, pero yo también los recuerdo con cariño, sobre todo al pequeño Jean que va a cumplir quince años, ya no es tan chico pero es tan dulce y delicado que parece tener menos edad.

-No olvides que seremos dos, tendré a un amigo de visita.  –el resto del día transcurrió sin que me diera cuenta, trabajando y sobre todo en las reuniones acompañando a mi jefe, el mandón insoportable que se había convertido en un amigo sin darme cuenta.

Rafael me esperaba en la cafetería, permanecía de pie con un grupo de chavales y con sus bolsas de deporte amontonadas en el suelo, se gastaban bromas entre ellos y Rafael era uno más, al fin y al cabo también él era estudiante aunque fuera cuatro o cinco años mayor que ellos.

Abrieron el círculo que formaban para que yo participara y como me conocían no me prestaban excesiva atención, marcharon cuando su entrenador apareció por la puerta, se pusieron nerviosos para abonar sus consumiciones al camarero y Rafael les dijo que podían marchar, que él se encargaría de la cuenta.

-Me ha llamado Evans para que no falte a la inauguración, aquello va a estar lleno, un día tan señalado tendrá un pleno total simplemente con los invitados.  –ahora que estamos solos pasa su brazo por mi cintura y me acerca para besarme en los labios con una beso un poco largo donde su aliento me llena.

-Les he dicho a todos los conocidos que vayan, a mis compañeras de piso con Ramón, a Natalia y creo que Luis estará también con su novia, Evans me ha dicho que quiere mucha gente e impresionar a Lucas y sus socios.  ¿A quién llevarás tú?  -me da la impresión de que Rafael va a dejar las calles de la ciudad vacías de gente y llevará a todos sus conocidos.

-A Gonzalo solamente, no tengo interés por decírselo a otros y todos mis conocidos irán invitados por ti, espero que te hayas dado cuenta de que eres un acaparador.

Nadamos hasta quedar extenuados y hacemos el camino para ir a casa.

-Si me esperas a que coloque las cosas y me cambie de ropa voy contigo hasta el centro.  –se distrae revolviendo mis cosas y tomando una cerveza que ahora se consumen menos, ya no está Ray, y Rafael para muy poco en mi casa.

Me desnudo para cambiarme y se me queda mirando fijamente.

-¡Qué bueno estás, cada día se te ve mejor!  -suelta una carcajada y se muerde el labio inferior intentando provocarme, me quedo con los vaqueros en las manos. No cabe duda de que siempre tiene alguna gracia para hacerme reír, aunque lo que ha dicho me ha halagado.

Termino de vestirme, no ha dejado de mirarme y nos disponemos a marchar, antes de traspasar la puerta de la calle rodea mi cintura con sus brazos y besa mi  cuello con fuerza por detrás.

-Te lo decía de verdad Daniel, estas deseable, para que se te coma, tú no debías ser exclusivo de un hombre y privar a los demás de tu cuerpo.   –sabía que Rafael me decía estas cosas pensadas con sinceridad pero muy a lo bestia.

-Por favor Rafael, amo a Gonzalo y bastantes problemas tengo yo mismo para controlarme, no añadas más.  –me giré para mirarle a la cara.

-No me digas que no me deseas ahora y no quieres que nos metamos en la cama, no hacemos mal por follar y disfrutar de nosotros.  –si él supiera cómo me tiene, no quiero que conozca mis sentimientos más íntimos y exponerme ante él.

-¿Y si así fuera?  No debo hacerlo, a Gonzalo puede no gustarle y creo que me lee la mente y sabe todo lo que hago.  Y además no sé cómo puedes pensar así, en un rato estarás con Evans.   –me besa en la boca con gula chupando mis labios.

-Está bien, Gonzalo me gusta para ti y no vamos a poner más problemas a tu conciencia, pero ten en cuenta lo que tu cuerpo te pide y si no estás a su lado continuamente caerás aunque no quieras.

Sé que tiene razón, los hombres me atraen desde hace un año peligrosamente, como la luz a la polilla hasta hacerla morir quemada.  Mi metabolismo debe haber sufrido algún trastorno y mi producción de feromonas está a cien, y mi sensibilidad para captar la de los demás también.

Pero no es solamente los olores a macho los que excitan mi libido, primero actúa mi vista y me traiciona continuamente, me sorprendo mirando a todo chico que me gusta y se cruza en mi camino y hay muchos.

Lo peor de todo es que también hay depredadores que saben captar mis estados de ánimo, como ahora ha sucedido con Rafael.

Además, todo se complica con mi sentimiento de no poder ver a un amigo pasándolo mal, dejarle sin satisfacer sus deseos cuando resulta tan fácil y agradable para mí hacerlo.

En este caso todo ha quedado resuelto, porque Rafael es de esta manera y no insiste, si lo hubiera hecho me tendría ahora entre sus brazos haciendo lo que él quisiera conmigo.

Tampoco es malo el conocerse a uno mismo y así ser precavido ante otros especímenes que no respetan ni aceptan un no con facilidad.


Parte meteorológico, nubes y claros y en algún momento caen  gotas de agua por la humedad que llega del mar a unos cientos de kilómetros, es Primavera y todo acompaña a la naturaleza para que renazca gloriosa del invierno, temperatura agradable, pero para mí hace frío.

Y voy muy contento al trabajo, mis responsabilidades se diluyen, y como agua que cayera huyendo de mis manos, la recoge Elie con ganas de ser útil. Prácticamente podía dejar todo en sus diestras manos.

A pesar de esa alegría me sentía preocupado, la charla de ayer con Rafael, acorde con lo que también yo venía pensando, era una constante en mi cerebro, tenía que ser franco y claro con el ser que más quería en mi vida, no podía hacerle daño y la mejor forma era que me aceptara tal cual soy, aunque sé que debía luchar por ser como él quería que fuera.

Comí algo ligero con Rafael antes de ir, por última vez, a la disco nueva de la sociedad de Lucas, aquello  parecía para los que conocíamos algo sobre su funcionamiento, un maremágnum de encontrados intereses que obvié ya que no eran mi problema.

Hablé con Evans en su improvisado despacho, pero nuestra charla duró muy poco, no podía trasladarle mis problemas cuando él tenía ahora tantos sobre su trabajo y estaba Rafael delante, deseando que les dejara a solas.

Paul estaba contento y lo exteriorizaba. En un determinado momento, en la pista de baile, me abrazó para descansar unos minutos aunque para no enfriarnos seguíamos moviendo nuestros cuerpos en un baile de ritmo que suavizábamos.

-Tu jefe está con los nervios a flor de piel y a ti te veo muy tranquilo.  –resopló escondiendo su cara sudada en mi cuello.

-Ahora es su momento de trabajo, mis nervios han sido patentes desde que nos trasladamos, ¿o crees que estar enseñando a gente nueva es siempre un placer? Cambiaría a todos los chavales nuevos a los que he tenido que enseñar a atender a los clientes por un rato a tu lado, pero ya sé que no soy tu tipo y solo me quieres para bailar, yo también a ti, no te asustes.  –parecía ofendido.

No sabía que decirle, mis primeras impresiones de desagrado cuando nos conocimos habían ido cambiando y he llegado a entenderle, eso quiero creer, ya que me molestó, muy mucho, el que creyera que al minuto iba a estar llamando a su puerta rogándole porque me diera su verga, simplemente porque sus clientes se la pidieran a cambio de dinero.

-Todos estáis metidos en el mismo barco Paul, y debéis ayudaros, no conocía vuestro trabajo, ni tenía porque saberlo, pero ahora que os conozco sé que no sois tan malos como llegué a pensar en un principio. –le hablaba en tono de broma para que alegrara la cara.

-Y no quiero estar contigo en la cama, ya lo sabes, pero desde el principio lo deseé, no dejas indiferente a nadie, aunque no sé por qué te digo esto si tú conoces tus atractivos.  –me sentí estrechado en sus varoniles brazos y acepté su tenue y muy caliente beso en mis labios.

-Por favor Daniel bailemos un perreo, ya que no me permites otra cosa nos  daremos  el placer de un buen meneo de cuerpo.  –lo cierto es que a este baile lo consideraba un poco…, demasiado atrevido y excitante pero no se lo podía negar.

El baile como era de suponer me puso a mil, notar la dura y excitada verga de Paul en mi trasero o frotándose con mi polla cuando bailábamos enfrentados, que también estaba tiesa y dura, resultaba demasiado.

Era una ficción de follar con la ropa puesta, y delante de todos los que estaban cercanos, que iba llevándonos al límite, y alcanzó su máxima expresión cuando comenzó a proyectar las caderas simulando que su verga entraba en mi culo, golpeando su bulto con fuerza en mi trasero que le  ofrecía obsceno moviéndolo provocativamente.

Me dejaba llevar por sus manos que apretaban con fuerza mi cintura o mis caderas, disfrutando de la sensualidad del momento, subió mi polo sacándolo por mi cabeza y me dejó desnudo de medio cuerpo  para arriba y luego lo hizo con su camisa.  Las manos de los demás bailarines cercanos comenzaron a acariciar mis pectorales y algunos, atraídos por los perfectos y suaves abdominales de mi vientre, acercaban sus manos en un sinfín de sensuales sensaciones.

-No, eso no por favor Paul.  – retire sus manos, quería quitarme el pantalón, en un número que a veces había visto hacer a otros bailarines, que quedaban desnudos en la pista, a la vista de todos llegando a tener, bailando, la verga de uno de ellos en la raja de su compañero, entre sus piernas mientras movían voluptuosos los cuerpos.

La fiesta se animó hasta el disparate como siempre, y estaba en su cumbre y apogeo cuando me despedía, momento en el cual Telmo volvía con Faustín de las habitaciones interiores y le vi contento, había tenido un buen rato con su amante, diferente de aquel donde lo que deseaba era humillarme a mí.

Todo había quedado ya en el recuerdo, ¿desagradable?, ya no lo sabía, no lo discernía claramente, y en algún momento pensaba que no me importaría volver a sufrir su humillación, cuando continuaba mirando de reojo su tremendo bulto que no podía contener su pantalón.


Me levanté muy cansado y a la vez contento, pensando en que esta tarde tendría a mi amado Gonzalo conmigo y por tres días; aunque un poco comprometidos, siempre tendríamos tiempo para gozar de ratos de intimidad.

Anwar me pareció que se estaba volviendo coqueto, seguía recortando su barba que tan sensual le hacía parecer y con ese impresionante volumen. Aparté mi pensamiento que no me llevaba a buen puerto, despertaba mis instintos más primitivos y básicos su imponente presencia de macho metido en edad y en su mejor momento.

Me abrió el portón y se quedó a un lado como siempre, con su cuerpo saliendo hasta casi tocar el coche al pasar, con ese paquete prodigioso que la madre naturaleza le había regalado.

Desde hace tiempo notaba sus movimientos, aunque bien podían resultar ilusiones mías, ideas que yo me forjaba llevado por mis momentos lujuriosos. Como si quisiera mostrarse y enseñar sus atributos, pregonando y exhibiendo su viril potencia.

Sustituí su visión por la de mi maravilloso hombre, hoy me encontraba ido y todo mi cuerpo deseaba contacto físico, debía contenerme, ¿qué iba a pensar Gonzalo de mi?

Avancé rápido, desde el parking al lado de la cantina donde encontré una plaza de aparcamiento libre, hasta las escaleras de acceso a la oficina, ahora el agua caía, mansa pero mojaba y no tenía manos suficientes para abrir el paraguas que me regalara mi madre junto con el coche.

Me centré en mi trabajo con toda la fuerza de mi voluntad para no pensar en otras cosas, solo en ayudar a Elie con sus dudas y a estar atento en las reuniones. André había dejado que yo me ocupara del resumen de ellas y tendría que volver a atenderlas o permitir que mi compañera estuviera con él, ahora que iba a ocupar mi puesto.

Después de la natación metía prisas a Rafael, quería llegar a casa para preparar mi  fin de semana y ponerme guapo para él. En el camino de regreso del trabajo me había llamado y emprendía el viaje desde España en ese momento, faltaba menos de dos horas solamente.

-¿Te has acordado de comprar el vino para André?  -fue mi primera pregunta al reconocer su número en la pantalla.

-¿Te preocupa más el vino de André que yo?  -ponía voz de ofendido e hizo que aflorara una sonrisa a mis labios.

-¿Cómo estas amor? No te molestes, quiero que quedemos bien, nos va a dar alojamiento en su casa. Además ahora que está cerca el momento de vernos, te diré en persona todo lo tú quieras oír. Te amo mi amor.   –no lo podía ver pero estoy seguro de que sonreía satisfecho.

-Alquilaré un coche en el aeropuerto y así no tienes que mover el tuyo, es mejor que un taxi y no tengo que andar moviendo los paquetes. Hacía las ocho llegaré al hotel.

Cuando llegábamos a mi urbanización recibí una nueva llamada, simplemente para decirme que iban a tomar tierra, creía que contaría con más tiempo, Rafael seguía la conversación con una insolente sonrisa que embellecía su cara al realzar sus rasgos de chico malo.

-Quería decirte que vinierais a la despedida que van a hacer en la disco, pero veo que Gonzalo trae ganas de otra cosa.  –y suelta su risa sarcástica.

-Sal del coche Rafael, vas a conseguir enfadarme.  –imposible molestarse con él, se quitó el cinturón de seguridad y en lugar de salir, aprovecha su libertad para abrazarme y besar mi boca en un tierno beso que le acepto hasta que me deja sin aliento.

-Soy una buena persona, estoy preparando el terreno a ese señor tan importante, ¿no te parece?  -no le respondo y le empujo para que salga del coche.

-Hasta el viernes, no te quiero ver hasta entonces y aprovecha el tiempo.  –sale guiñándome su ojo en una mueca de obsceno vicio que me hace reír alegre, no te puedes enfadar con él de ninguna forma.

Estoy nervioso cuando subo en el ascensor del hotel, vuelvo a mirarme en el alto espejo de cristal dorado que me devuelve la imagen de mi estilizada figura, desabotono mi chaqueta para que se vea en el primer momento la camisa de tres botones y cuello redondo, de rayas horizontales muy anchas rosas y blancas, suelta y por encima del pantalón negro entallado que me hace lucir mi alto y respingón culo y los botines de cuero azul oscuro con un poco de tacón.

Paso mi mano por mi trasero para alisar el pantalón tirando un poco de la tela, me agrada la imagen que veo y espero que a él también le guste, uno mis labios y me envío un beso.

Los colores aparecen en mi rostro, con mi bolsa de fin de semana en la mano parezco un puto al que ha contratado, para tenerlo unos días a su disposición, algún tipo con dinero. Me encojo de hombros, total a mi no me importa lo que cualquiera pueda pensar, que además no es así, no es cierto, a los demás no les preocupan la vida de sus semejantes.

Cuando abre la puerta pienso que mi objetivo se ha alcanzado, porque se queda quieto mirándome con una sonrisa bobalicona, de alelado pasando su mirada sobre mí.

El está sin chaqueta, con la corbata medio suelta y algunos botones de la camisa desabrochados y sacada de los pantalones, sin zapatos. Como si le hubieran sorprendido intentando cambiarse de ropa y alguna llamada no le hubiera dejado terminar, tiene el móvil en su mano.

Como no me invita a entrar soy yo el da un paso y cierro la puerta a mis espaldas, dejo la bolsa en el suelo y abrazo su cintura metiendo mis manos debajo de su camisa para tocar su tibio cuerpo.  Así permanecemos un momento, sin besarnos, abrazándonos sin más y soy yo el que más suerte tiene que puedo acariciar su piel directamente.

Le arrastro hasta la cercanía de la cama y le empujo para dejar caer nuestros cuerpos que rebotan sobre el colchón como si se tratara de un juego. Me siento sobre la cama para quitarme la chaqueta, él permanece tumbado mirando lo que hago y su estómago sube y baja al compas de su respiración.

Me tumbo encima de él, abrazando su cuerpo con mis piernas y apoyando mi pecho sobre el suyo le miro a los ojos.

-Gonzalo te adoro, ¡joder cómo te quiero!  -le miro como una novia embelesada y loca de amor por su pareja.

-Me has dejado sin palabras, estás guapísimo, me enamoras cada vez más mi lindo niño.  –se queda expectante sin mover las manos para acariciar mi cuerpo cuando las mías no paran de explorarle por encima de su camisa.

-Tócame, quiero sentir tus manos en mí. –es un ruego, un implorar lo que sale de mi boca.

-Mi dulce niño. -introduce sus manos por debajo de mi polo rosa y blanco y me estremezco a su contacto, noto como sus manos abarcan toda mi cintura apretándola y empujando para que me incline hasta tener nuestras bocas muy juntas.

-No sé como lo consigues, estoy loco por ti.  –y lamo, muerdo sus labios como si fueran mi juguete, nos besamos con sonoros y húmedos besos, muy cortos haciendo mucho ruido con nuestros labios, chupando de nosotros sin cansarnos, respira agitado y me deslizo para caer a su lado.

-¡Oh Gonzalo, te amo!  -y suena cursi, pero así son mi sentimientos cuando abrazo su cuello con mi brazo, y mi pierna con la ropa puesta, pasa por encima de su entrepierna.

-Te quiero tanto y no puedo permitirme hacerte daño, no me lo podría perdonar en toda una vida. Tengo que hablarte mi amor.  –se gira hacía mi y siento escalofríos de que un día no pueda mirarme como ahora lo hace.

Su camisa se le ha subido con el movimiento, y ahora puedo ver su ombligo con su tenue vello que va descendiendo y termina oculto por la banda blanca de su ropa interior, el vello de sus abdominales es tan tenue como una sombra oscura que sirve para perfilarlos.

-Siempre estás preocupado, tú me quieres y es bastante, Dani déjalo.  –sus dedos peinan mis rectas cejas como si quitara las lágrimas de mis ojos.

-Gonzalo, estoy inquieto, tenemos que conocernos más, todos nuestros más íntimos sentimientos para que nos comprendamos, no sé como decírtelo.  –me mira cariñoso para llegar a mi boca y besarla con sonoros besos.

-No entiendo que te preocupa, estamos juntos, nos queremos y no hay nada que pueda romper este lazo, ¿de qué tienes miedo?  –hubiera preferido callar y seguir con mi mano en su pecho acariciando sus pectorales que me volvían loco, pero soy un retrasado mental que a todo tiene que darle vueltas.

-De mí, amor mío, yo mismo me doy miedo.  –y sin pensarlo más, como un grito desgarrado de confesión tuve que decírselo.

-Me atraen los hombres de una forma brutal y siento lo que antes no era importante para mí, traicionar tu confianza, Gonzalo no se en lo que me estoy convirtiendo.  –apoyé mi cara sobre su pecho, su corazón latía rápido pero su voz sonaba tranquila.

-Dani tienes que tener tranquilidad, no pasa nada, a mi me gustan los hombre y las mujeres, tengo el doble de tentaciones que las tú puedas tener, pero nosotros nos amamos que es lo importante. –su mano peinaba mi cabello retirándolo de mi frente algo sudada.

-Ahora entiendo muy bien lo tuyo con Borja, todo hubiera sido diferente si aquella noche me hubiera entregado a ti, si hubiera buscado la ocasión para estar juntos en aquel momento y me hubieras hecho el amor y te hubiera dejado satisfecho.  –me besó la mano y comenzó  chupar mis dedos.

-Yo tampoco estuve muy atento, tenía miedo de un pequeño al que había defendido toda mi vida, no quería hacerte daño, seguía viéndote un enano, como ahora te siento a veces. Es muy raro lo nuestro Daniel, los dos tenemos miedo de herirnos.

-¿Volviste a tener algo con Borja después de aquel día?  -no emitía ruido pero sé que se reía por el movimiento de su pecho.

Continuará…