41 pollas para vanessa
El cumpleaños de Vanessa se acercaba y quería ofrecerle un regalo original que la llenara por completo
Soy Alex y, como ya sabéis, estoy casado con una maravillosa mujer como Vanessa. Podéis leer cualquiera de nuestras cinco historias anteriores para tratar de conocernos un poco mejor.
Nuestra vida sexual continuaba llena de interesantes aventuras. Siempre hay que intentar conseguir evitar la monotonía a toda costa. Puede desembocar en la falta de deseo e incluso a posteriori en tensiones en el interior de la pareja que ocasionen males mayores. Afortunadamente no es nuestro caso. Pero tengo que reconocer que cada vez resulta más difícil contentar a alguien como Vanessa que, cada año que transcurre, se muestra más y más insaciable.
Una tarde de sábado, tras ver una peli porno donde una escultural rubia era pasada por la piedra por diez tipos con pollas más que apreciables, Vanessa se puso cachonda y no permitió que acabáramos de ver la película. Me recordó que su aniversario estaba cercano y esperaba que su regalo estuviera a la altura de las circunstancias. Acto seguido empezó a chuparme la polla (ya empinada producto de la peli que estábamos viendo) y cuando la tenía a punto de reventar, me dijo: “Espera un poco, cariño, que voy a ponerme guapa.” Por mi parte, continué el visionado de la peli, donde a la mentada rubia le hicieron incluso una doble penetración anal, mientras otro tipo se la metía en el coño y aún tenía fuerzas para recibir otra polla en su boca. Tremendo.
Al cuarto de hora, más o menos, aparecía Vanessa, y mi polla, si ello era posible, se levantó aún más. Llevaba puesto un short vaquero que no alcanzaba a taparle la mitad del culo, unos zapatos de tacón de 12 cms que le regalé para su último cumpleaños, siete u ocho collares de perlas de todos los colores colocados sobre su cuello y varios más situados a modo de pulseras sobre sus brazos. Como siempre, estaba espléndida. Follamos de todas las maneras imaginables durante largo tiempo. Incluso fue a buscar un consolador de tamaño considerable (25 cms, más o menos) que se introdujo en el coño (enterito), mientras yo le llenaba su agujero trasero con mi polla. Como fin de fiesta, me cogió la polla, se la metió en la boca y me dijo: “no pares de follarme la boca hasta que te corras. Y quiero toda la leche dentro, no quiero que manches mis perlas.” Y así lo hice, aunque el mérito fue todo de Vanessa que, prácticamente sin respirar, y con mi polla siempre dentro de su boca no paraba de pajearme hasta conseguir su preciado líquido.
Al cabo de unos días, mientras Vanessa trabajaba, yo estaba en casa mirando por Internet webs porno y vi una peli donde una chica era penetrada por todos sus agujeros y rociada (literalmente) con semen por 30 individuos. Y en ese instante, se me encendió la bombilla. Esa misma noche fui (sin Vanessa) a nuestro local favorito de intercambio-liberal para hablar con Marisol (la encargada del local) sobre la idea que se me había ocurrido. Le dije que ya que Vanessa cumpliría próximamente 41 años, qué mejor que obsequiarle con un Gang Bang frente a 41 pollas para ella sola.
Marisol se mostró enseguida muy receptiva con la idea, pero me aconsejó: “Mira, conozco a Vanessa y sé que es insaciable. Pero has de pensar que en pocas horas ser follada por tal cantidad de tíos le va a producir dolores por todo el cuerpo y, al final, no va a disfrutar todo lo que podría hacerlo.” “Y qué sugieres”, le pregunté, expectante. “Pues, mira”, dijo mirándome a los ojos: “obviamente la decisión final es tuya, tuyo es el regalo, pero te aconsejo montar un bukkake con 41 pollas y que Vanessa elija las 4 ó 5 pollas que más le gusten y que esas le follen hasta saciarla y topo será más llevadero.” “Me parece fantástico, aunque conociendo a Vanessa no sé si se conformará con 4 ó 5 pollas, pudiendo tener 41 para ella sola. Lo intentaremos.”, le repliqué.
Quedaban sólo seis semanas para el cumpleaños de Vanessa y este año caía en sábado, así que nada mejor que recibir el regalo el mismo día de su aniversario. Yo seguí en contacto con Marisol para ultimar detalles con el fin de que todo saliera a pedir de boca.
Dos semanas antes volví a hablar con Marisol, en persona, para concretar el cartel-anuncio. “Bukkake para 41 chicos. Fiesta de aniversario. A partir de las 22 horas. Día 7. Todos para una chica. Ella elegirá los cuatro o cinco que más le gusten para follar. Al resto sólo les chupará la polla y se podrán correr sobre ella. Entre 25 y 45 años. Sólo socios. Los 41 primeros en apuntarse, serán los agraciados. ”
Me gustó, aunque le pregunté: “crees que vamos a tener suficientes pollas, teniendo en cuenta que sólo cuatro o cinco la van a poder follar”. “Estoy convencida, no te preocupes. Incluso va a haber overbooking. Ya verás.”, me dijo Marisol. Y así fue, al cabo de sólo cinco días me llamó Marisol para decirme: “¿Qué te había dicho? Ya he quitado el cartel porque se habían apuntado más de noventa. Finalmente el día de la fiesta vendrán 45 (por si falla alguno). Nos vemos el próximo sábado. Que ella venga con tiempo para poder arreglarse y lavarse antes si quiere. Un beso.”
Cuando colgó Marisol, sólo de pensarlo, tuve una tremenda erección pensando en el regalo de cumpleaños de Vanessa. Volví a ver la peli donde 30 tíos follaban a aquella zorra y enseguida pude correrme.
A lo largo de toda la semana tuve que contener a Vanessa para que llegase lo más descansada posible a la cita del sábado. Ella se mostró muy nerviosa toda la semana, puesto que algo intuía. Finalmente el jueves (dos días antes) le dije que se ataviara con el vestuario más sexy que pudiera imaginar (incluidos sus complementos, naturalmente) y que se preparara para una noche inolvidable, sin darle más detalles.
La noche del Viernes no pude dormir, pero Vanessa se tomó una pastilla y, pese a su excitación, pudo dormir de un tirón hasta el mediodía del sábado. Se duchó y sobre las tres de la tarde se comió dos tremendos platos de pasta (hidratos de carbono que buena falta le iban a hacer) y nos pasamos la tarde sentados y relajándonos leyendo y viendo la tele sin hablar de “lo” de la noche, aunque creo que era lo único en lo que pensábamos. Sobre las siete de la tarde se levantó y me dijo: “Voy a escoger mi atuendo sexual y tú aquí quietecito sin moverte hasta que vuelva”.
Y llegó el momento de partir. Quince minutos antes de las ocho salimos de casa. Ambos estábamos nerviosos. Al cabo de unos veinte minutos llegamos a nuestro destino. Marisol nos estaba esperando. No había nadie, salvo el personal que trabajaba en el recinto al que conocíamos casi en su totalidad. Tras los besos de rigor, Marisol se fue con Vanessa para que se preparara a conciencia ante lo que le esperaba.
Yo aproveché para tomarme una cerveza y mirar el escenario que Marisol había supervisado y preparado para que Vanessa se sintiera cómoda, en el centro del local con una amplia cama redonda en medio del mismo. Los minutos pasaban e iban llegando los participantes del evento y también otros socios (ese día sólo podían entrar socios) para ver el espectáculo. El ambiente se iba caldeando. Los participantes enseñaban una especie de entrada y se iban a una habitación aparte.
Cuando quedaban unos veinte minutos, Marisol se me acercó y me dijo: “Vanessa no quiere que la veas antes de que empiece todo. Yo voy a ir ahora a explicarle en qué consiste su fiesta. Te veo y vigila tu polla que se te nota mucho…” Y así fue como volvió a ir a ver a Vanessa (no sin antes aprovechar para restregar mi crecido aparato) y cuando Marisol le explicó “el reglamento del torneo” Vanessa le dio las gracias y le dijo: “No sé si voy a conformarme con cuatro o cinco para follarme. Veremos.”
A las diez en punto de la noche, con música de Tina Turner de fondo, se apagaron todas las luces del local y una luz tenue iluminó el escenario cuando salía Vanessa. Todos los que estábamos mirando nos quedamos anonadados. Ahí estaba ella. Zapatos negros de tacón con pedrería de unos 12 cms. Un par de tobilleras de perlas en cada tobillo. Un anillo enorme en cada mano (dedo índice) de Swarovski. Unos maravillosos aros brillantes de unos siete cms. de diámetro. Bajo el hombro izquierdo una pulsera brillante que le daba varias vueltas y pasado el codo varias pulseras de perlas blancas. En el brazo derecho un gran brazalete dorado de unos diez cms. con piedras brillantes. Y en el cuello una preciosa gargantilla con la palabra SEX bien grande que cuyo brillo se reflejaba muy claramente desde donde estaba. También llevaba un ancho cinturón a la altura de la cadera con pedrería. Pechos, coño y culo, completamente al descubierto.
En su mano derecha llevaba un consolador negro de considerable tamaño. Ella empezó a moverse y a bailar al ritmo de la música mientras chupaba poco a poco esa polla negra de plástico. Al mismo tiempo los participantes en su regalo de cumpleaños se iban instalando en el escenario. Se colocaron rodeándola de forma que quedaba un hueco por donde ver el espectáculo. Había pollas de todas formas y tamaños. Unas ya erectas ante lo estaban presenciando (o quizás, sólo con el pensamiento como me ocurría a mí) y otras aún flácidas. Vanessa seguía a lo suyo. Parecía en trance y poco a poco se iba metiendo el consolador en la boca de forma cada vez más profunda. Cuando decidió que tenía bastante indicó a dos de los chicos que viniesen. A uno de ellos le entregó el consolador y le pidió que se lo fuera metiendo en el coño y al otro le agarró la polla y empezó a mamarla con verdadero deleite y fruición. Poco a poco, fueron pasando los participantes en el bukkake, al principio de uno en uno, luego de dos en dos (Vanessa chupaba una polla, mientras pajeaba la que estaba al lado) y luego también de tres en tres (chupaba una y pajeaba dos, aunque en ocasiones se metía dos en la boca al mismo tiempo). Estaba realmente disfrutando (y por supuesto, yo también). El encargado de meterle el consolador seguía haciendo su trabajo sin rechistar.
Al cabo de un buen rato, llegó el momento de la elección de pollas por parte de Vanessa. Mandó a su follador particular que parase. Le dio un tremendo morreo y le indicó que el sería el primero en follarla. A continuación sabía que iría a por dos pollas no muy grandes, pero sí gordísimas que había. Y así fue. Ya tenía tres. Ella seguía contoneándose, mostrando a todos lo zorra y encantadora que podía llegar a ser. Acto seguido optó por tres chicos rubios que estaban realmente buenos. Volvió al centro. Parecía que ya había acabado. Pero no. Volvía a mostrar toda su belleza cual pavo real enseñando sus encantos al caminar. Agarró finalmente un par de pollas más (las agarró literalmente) de considerable tamaño y tirando de ellas las colocó al lado de las seis afortunados. Eran ocho. Dio otra vuelta para que todos la viesen y distinguió una polla completamente flácida. Se agachó y empezó a chuparla con ansia hasta que consiguió un tamaño más que aceptable que pareció sorprender incluso a su propietario. Arrastrando esa polla ya tenía su número: NUEVE.
Aparcada la novena polla. Ella inició de nuevo un baile (la música seguía sonando, pero más floja. Solamente de fondo) y empezó a despojarse de diversos complementos para estar más cómoda y se quedó con los zapatos, el collar, elbrazalete dorado y los anillos. Un empleado del local se encargó de guardar sus otras pertenencias en una bolsa.
Vanessa dijo: “Estoy a vuestra disposición para TODO AQUELLO que queráis. Tratarme cómo lo que soy. Vuestra puta esta noche. Soy toda vuestra. Ya estás tardando en follarme. Sí, tú. Vamos, a qué coño estás esperando.!!!!!”
Antes de que acabara la frase el primer agraciado agarró a Vanessa por las caderas y se la metió de un solo golpe con el gruñido correspondiente de ella. A continuación otro de los nueve le metió la polla en la boca y otro se fue acercando para ser pajeado. Esta rotación continuó durante varios minutos hasta que ella reclamó “atención anal”. “A qué estáis esperando para follarme el culo? Tú, el de las gafas, ven aquí –dijo señalando a uno de los 32 que miraba- ponme mucho lubricante en el culo y fóllalo hasta destrozarme. Vamos.”, dijo Vanessa.
Uno de los chicos rubios se estiró y Vanessa se puso sobre él, mientras el de las gafas le rociaba su ano con lubricante y, acto seguido, se la introdujo poco a poco para después cabalgarla con rápidos movimientos. Supongo que se corrió, porque Vanessa dijo: “No quiero que nadie se corra otra vez antes de tiempo. No antes de que yo lo diga. Está claro, cabrones.” Rápidamente otro de los elegidos se instaló en el culo de Vanessa y volvieron los cambios. Siempre una polla en el culo, otra en el coño y una o dos en la boca y otra en la mano.
Vanessa seguía disfrutando como yo jamás la había visto. Y la he visto hacer muchas cosas. Pero esto superaba a todo lo anterior. “Ahora quiero que todos los que estáis mirando me la metáis en la boca, mientras éstos me siguen follando. Veo algunas pollas que ya vuelven a estar flojas. Y cuando acabéis os volvéis a poner en la cola.” Dicho y hecho. Un rosario de pollas se puso en la cola y mientras era doble penetrada constantemente Vanessa no cesaba de chupar una polla tras otra. Y no parecía cansarse. Yo la veía igual de ansiosa que antes. Tal vez además de los platos de pasta había tomado otra cosa. Por curiosidad miré el reloj y observé que eran más de las doce y media. En un momento dado, ella pidió un pequeño receso.
Aprovechamos para ir al baño los mirones y para beber algo algunos de los participantes en el espectáculo. Ella volvió a los diez minutos con una mirada que, pese a todo lo hecho, denotaba hambre sexual extrema.
Para empezar, cmenzó cidiendo: “Bien, vamos a intentar hacer cosas nuevas. Quiero que me folléis culo, boca, coño y … tacones. Vamos a ello.” Y así fue como consiguió que le follaran cinco pollas a la vez. Y también se establecieron cambios de posición. En otro momento, alguien dijo: ” Esta zorra quiere dos pollas en el coño, vamos a dárselas.” Efectivamente, colocándose uno debajo de ella y otro encima consiguieron la doble penetración vaginal con otra polla follándole literalmente la boca.
“Ahora quiero tener dos pollas en el culo. Nunca lo he logrado. Pero creo que hoy es el día.”, gritó Vanessa que seguía sin (aparentemente) mostrar síntomas de cansancio. Eligiendo las dos pollas de tamaño más grueso, se sentó de cara sobre uno de ellos, mientras el otro le volvía a llenar el culo de lubricante. La primera polla le entró con muchísima facilidad. La otra fue una historia diferente. No conseguía pasar de la punta. Vanessa chillaba de dolor. En ese instante, una polla se encargó de hacerla callar, diciendo: “vamos puta, calla y chupa”. La segunda polla seguía su lucha por entrar. Poco a poco, parecía que se iba abriendo camino. Cada centímetro parecía un esfuerzo sobrehumano. Hasta que consiguió entrar prácticamente en su totalidad. La cara de Vanessa era digna de ver con signos de dolor y placer al mismo tiempo. Cuando su culo se vió liberado, dijo: “Quiero otra polla más penetrándome. Quiero tres a la vez.” Vanessa se tumbó boca arriba con una polla penetrándole el culo. Le entró muy fácil la siguiente por su coño que chorreaba y la próxima tuvo serias dificultades, más que nada por encontrar la posición adecuada para quien tenía que follarla. Finalmente consiguió su objetivo y Vanessa estaba ensartada. “Quiero dos pollas en la boca, vamos!!!!!” Inmediatamente se cumplió su deseo y le taparon la boca y aún tuvo arrestos para coger una polla en cada mano. La escena era absolutamente delirante, pero estaba ocurriendo frente a los ojos de los pocos privilegiados que asistíamos a semejantes espectáculo.
Se levantó y hubo una pequeña tregua. Sudaba y gritaba como poseída: “Ha llegado el momento. Quiero que lancéis vuestra leche por todo mi cuerpo. Por dónde queráis. Y si a alguno no se le levanta, no os preocupéis que os la chuparé hasta ponérosla tiesa.”
Empezaron a arremolinarse a su alrededor diversas pollas, también algunos aprovecharon para que Vanessa les volviese a chupar su pene. El semen comenzó inundar su cuerpo. Las rocíadas caían sin descanso. Primero, la cara. Luego, las tetas. A continuación el estómago y el coño. Luego, las piernas. También los pies. Finalmente hubo quién prefirió correrse sobre su pelo. Cuando ya no quedaba espacio libre, seguían lanzando su lefa sobre Vanessa. Ya daba igual dónde. Cuando todos hubieron acabado, mi zorra favorita empezó a restregarse el semen como si fuera una crema de belleza, se puso en pie y saludó a todo el mundo mientras era largamente ovacionada y piropeada. “Menuda zorra” “Vaya putón” “Cuando quieras te meto mi puño por el culo” “Ven a mi casa esta noche, putita” y otras lindezas semejantes salían de entre los asistentes y participantes.
Ni que decir tiene que el local fue vaciándose y cuando nos quedamos sólo Marisol, Vanessa y yo hablamos de lo bien que había salido todo y de lo puta y guarra que era mi mujer. Ella asentía con la cabeza porque ahora sí que estaba muy, muy cansada. Marisol nos plantó un sonoro beso en la boca a Vanessa y a mi, despidiéndonos hasta la próxima.
De camino a casa, Vanessa me dijo: “Muchas gracias, cariño. Me ha encantado. No tengo palabras. Ahora estoy muy cansada. Nunca olvidaré la noche de mi 41 cumpleaños.”