40.1 Confesión innecesaria

Nos vimos interrumpidos por la llegada de Lorian, una presencia impetuosa que vino corriendo a abrazarme y darme besos entre gritos jubilosos.

Elie me tiene perfectamente documentado todo lo sucedido durante la semana, y prácticamente es leer su informe para volver a entrar en la rueda del trabajo como si no hubiera faltado de mi puesto.

A la mañana he entregado al padre de Ray el regalo que le compré en Londres para que le entregue, y el dinero que ha gastado en lavar el coche y cargarlo de combustible. Le doy las gracias por las flores, pero me dice que fue Rayhan el que las trajo. Solo espero que le guste el regalo y que sea de su agrado.

Al salir de una de las reuniones, en la mañana, mi jefe me ha hecho esperar para hablarme sobre lo que ha visto en UK cuando estuvo el jueves, Elie lo ha escuchado y de la vuelta en el despacho me comenta que hay gente que no ve bien el trato preferencial que dan en la empresa a los graduates como yo, pero nosotros no tengo la culpa, los programas son así y no sabemos los motivos que mueves a los que los preparan.

La temperatura ha subido mucho, y he podido observar los pimpollos que brotan estallando exuberantes en algunas plantas del jardín cuando he llegado, se nota que la primavera está acerca y se nota en el ambiente.

A las once de la mañana recibo una llamada de Gonzalo, me ha dejado un mensaje porque estaba en una reunión y entonces apagamos los móviles, como es norma para no distraer. Mañana marchará para España, tiene que trabajar allí y llevará a María y Raúl.

Le devuelvo el mensaje para pedirle que no me llame más que de doce a trece o a las tardes, salvo que sea por un asunto urgente.

Posiblemente no le gustó mi respuesta, a las doce, antes de entrar al comedor, recibí un mensaje de él para decirme que quería hablar conmigo y que le llamara cuando pudiera. Cuando escuché su voz no parecía molesto, todo lo contrario, sería que deseaba  complacerme y no interrumpir mi trabajo.


A la mañana siguiente, cuando he salido de casa el padre de Ray ha venido hasta mí, para agradecerme el regalo que le traje a su hijo, que un día vendrá para estar conmigo y saludarme. Es un bonito detalle por su parte, pero el chico ya me lo había agradecido con una llamada de móvil.

Habíamos salido de la piscina  y estábamos en los vestuarios, Rafael continuaba con sus juegos con los muchachos que allí estaban, me divertía ver sus bromas y juegos con los chicos aunque yo no fuera muy participativo, cada día estrechaba más sus lazos de amistad, y al no estar yo la semana pasada, parece que había pasado mucho tiempo con ellos.

Los chicos le apreciaban y sí, eran más jóvenes que él, pero su jovialidad y alegría les hacía parecer iguales. Pensé que un grupo de chicos así era lo que le convenía a Jean y no la soledad de su casa, no sabía cómo se llevaba con sus compañeros de colegio, si tenía amigos entre ellos, la verdad no sabía nada sobre él, ni de su vida.

-Ahora, después de vestirnos vamos a la cafetería, esta vez no te escapas, tengo que contarte algo y parece que me esquivas.  –Rafael se estaba colocando sus deportivas y con las prisas que parece tener había dejado sus juegos.

-Estaremos más tranquilos, y no es cierto que no quiera escucharte, seré todo oídos, por tu empeño debe ser muy importante.

Pedí un té con leche que estuviera muy caliente y me senté en una mesa esperando a que Rafael trajera las bebidas, yo me ocupaba de las bolsas de deporte.

Le veía indeciso y me dirigía furtivas miradas. Quise echarle un cable al que se agarrara para que comenzara a hablar.

-¿Cómo ha sido tu semana?  -se quedó pensativo un momento.

-No ha sido muy apetecible andar por la calle estos días de noche, los grupos extremistas hace barbaridades provocando en todo momento y la gendarmería detiene a la gente por cualquier tontería, sobre todo a estudiantes con rasgos árabes, y los españoles no estamos muy lejos aunque yo me salve.  –creo que no es este tema del que le interesa hablar y que siente apuro de comenzar.

-Cuéntame, saca de tu cabecita lo que tanto te desazona.  –revolví su pelo en una suave caricia que le hizo gracia, pero retiró la cabeza llevándola hacia atrás en un movimiento reflejo, queriendo acomodarse el pelo que le caía en la frente.

-El otro día me preguntó por ti y te envía recuerdos ese tipo desagradable que suele estar en la disco.  –comenzó a describírmelo.

-¿Faustin?, ¿el madero?, muy, muy interesante.  –le dije con sarcasmo.

-No te rías, te lo he dicho para que no se me olvidara, pero no es eso de lo que quería hablarte.  –parece que se había molestado por mi burla.

Sujeté su mano en una muda disculpa.

-¡Venga!, cuéntamelo.

-Es sobre tu amigo Evans.  –se pone nervioso y un poco rojo.

-¡No! No me digas que lo que estoy pensando puede ser verdad. ¡Te interesa!

-¿Me interesa? No lo sé, puede ser, el miércoles estuve hablando con él, fue cuando me interpeló el “madero”, el sábado volvimos con Natalia y Evans se presentó en nuestra mesa para saber si estábamos bien, eso no lo hace más que cuando estás tú. Estuvo poco tiempo, parece un tipo muy ocupado, y al marchar me pidió que fuera a comer con él el sábado, vamos que me invitó.

Le miraba muriendo de risa y curiosidad pero procurando que no lo notara, no deseaba molestarle tomando a broma lo que para él parecía ser tan serio, por una vez estaba preocupado por algo.

-¿A ti que te parece? Quiero decir que tú le conoces y no sé si ha habido algo entre vosotros.  –me reí en este momento.

-Rafael, no  todos mis amigos terminan en la cama conmigo, ¿o me estás pidiendo permiso?

-No me importa eso, quiero decir que en todo caso tu le conoces muy bien, no sé lo que hacer.  -resultaba curioso verle a él dudando cuando era tan resolutivo con los hombres.

-Vaya, no quieres un polvo rápido con Evans, eso quiere decir que te interesa bastante. Ya has aceptado ir a comer con él, aprovecha y conócelo. Todo lo que yo te pueda decir de él será bueno, para mí lo es.  –mi pobre Rafael, cuanto amor tiene para entregar y sexo que practicar, se queda callado mientras bebe de su vaso.

-¿Iremos mañana a la disco?

-Te lo iba a pedir, quiero saludar a mi amigo. Mira Rafael, Evans es muy reservado para sus cosas y lo que conozco de él es porque ha ido surgiendo a través de los días y el contacto que mantenemos, nunca me ha hecho confidencias. Te puedo asegurar, sin embargo, que es un magnífico amigo, como pocos y que nunca pide nada. -dude antes de continuar.

-Viene de una fallida experiencia, lo ha pasado de verdad mal, no os hagáis daño y pasarlo bien, aún te queda mucho tiempo para estar en Lille.  -no me contestó y se quedó pensativo.

Cuando llegamos al estudio, como despedida, me besa en los labios pero no hace intención de quedarse, se baja del coche en el portón, podíamos haber seguido hablando, pero aprovecharé para hacer mis cosas mientras escucho música.


Llegamos temprano a la disco, antes de que se llene de público. Nos sentamos con Telmo y otros compañeros suyos, estamos hablando hasta que llega Evans, me aparta del grupo y noto la mirada que cruza con Rafael.

Evans no es de los que participa en las tertulias de mesa bebiendo, se deberá a su trabajo o querrá mantener la distancia con los empleados.

La charla se prolonga, tengo muchas cosas que contarle, ahora no me importa que sepan sobre mi vida pasada, y para estar más tranquilos subimos a su despacho. Pasamos mucho tiempo hablando y explicándole lo que ha sucedido con Gonzalo.

-Me alegro por ti…, ¿y Nico?, ¿qué opina de todo esto?  -ha terminado por apreciarle como a un amigo, y es lógico que le preocupe la reacción de Nicolás, sabe y recuerda como acogió a sus amigos en su casa de París, donde aún continua Lorian viviendo.

-Quiero ir esta semana para hablarlo personalmente con él, seguro que ya sospecha más de lo que sabe, le quiero Evans, como no puedes imaginarte y siento hacerle esto, pero siempre he sido sincero, conoce todo lo que ha habido entre Gonzalo y yo, y a su pesar tengo miedo por él y su reacción. -Evans no puede menos que recordarme lo que Nico me quiere, y que no tendré problemas por su parte.

Y así va transcurriendo el tiempo hasta que me abre su corazón, o deja que aparezca a la luz algo de lo que siente.

-El sábado voy a llevar a Rafael a comer donde Martine, creo que está comenzando a interesarme tu amigo español.  –me acerco a él para abrazarle.

-Evans, ¿te gusta?, no sabes lo que me alegra.  –le beso en la mejilla y me le quedo mirando. Le veo siempre tan serio y a Rafael tan alegre, traerá cosas buenas a su vida, lo que sea.

Cuando bajamos algunos de los chicos han comenzado a bailar para ir animando la fiesta, en la barra encontramos a Telmo, está solo y dice que esperando a Faustin que ha ido al baño, siento siempre una cierta amargura cuando veo a este muchacho siendo utilizado por el poli que no está mal, físicamente es atractivo aunque no sea mi tipo. No debía preocuparme, total es un cliente más de los muchos que pasan por el local y si no fuera él sería otro.

Antes de ir a la pista de baile, donde ya debe encontrarse Rafael, hablo con Telmo, cuando llega Faustin se aprieta contra mi sin disimulo sujetándome por detrás y hablándome en el oido.

-Daria algo bueno, lo que fuera, por tener este culito.  -desconozco si Telmo ha llegado a escuchar sus palabras, pero si su risa porque le mira extrañado, me separo de su atrevida entrepierna que siento ya preparada de antemano, o será que mi presencia le excita demasiado.

Me despido de ellos sin llegar a contestar sus palabras y busco a Rafael que baila con un grupo de gente. Nos divertimos un rato hasta que le pierdo de vista.

En la Gran Plaza, nos despedimos hasta el día siguiente, continúa mostrándose cariñoso y me besa, no hablamos aunque los dos lo deseemos,  para mí es ya tarde.


A la hora de la comida hago una llamada a Nicolás para decirle que me gustaría pasar el fin de semana con él, pero en París, temo el que estemos solos en Dunkerque como él sugiere insistiendo en la visita que quedó pendiente.

-Creo que en París lo pasaremos mejor y puedo ver a mis amigos, si a ti no te importa.  –su voz suena en un principio algo desilusionada, y enseguida recupera su tono normal.

-Como tú quieras, lo importante es que podamos estar juntos, saldremos a la noche y le diré a Thomas para que prepare algo de fiesta.

A la tarde  cuando llegamos al estudio Ray me está esperando, Al verme se abre el anorak para que vea mi camiseta de regalo y que lleva debajo de él. Se le ve tan guapo, tan joven e impresionante que me deja impresionado.

-Estás guapísimo Ray, podrías posar de modelo. -lo cierto es que, dentro de su tosquedad, sabe mostrar sus encantos.

-Solo me la he colocado para que la veas, gracias por tu recuerdo.  –aprovecho para abrazarle y robar un momento el calor que despide su fuerte cuerpo. No repara, o no le importa la presencia de Rafael y me eleva del suelo para besarme en la boca en un dulce y rápido beso. Me deja con suavidad en el suelo y se estira la camiseta sonriente.

Rafael le saluda tendiéndole la mano y cuando Ray se la va a coger, en un gesto que me gusta, se abrazan, es Rafael el que abre sus brazos, mi morenito no se hubiera atrevido a tanto con él.

Hablan entre ellos del ambiente tan tenso y agresivo que se vive en las calles los días de fiesta y los jueves cuando los estudiantes toman en propiedad las calles, mientras tanto voy colocando mis cosas, oyéndoles su charla.

-El jueves te vi cerca de la plaza, estabas con un grupo de amigos, tenéis que tener cuidado, van a por vosotros y cuando la gendarmería interviene ya sabes para quienes van dirigidos los golpes. -Ray no parece preocupado por sus palabras de advertencia.

Toman una cerveza de la nevera cada uno y le pido a Rayhan que me prepare una de sus infusiones de te tan ricas para mi paladar.

-Mañana marcho a París para pasar el fin de semana.

-No te preocupes, tengo tiempo y me ocuparé de tu coche, igual consigo que Denís me acompañe. -hacía tiempo que no veía a Denis y parece que sus caminos se han separado.

Después de una hora hablando se marchan los dos juntos, los dos me abrazan deseándome que me divierta en París. Por la ventana del salón les veo avanzar caminando sobre el patio y traspasar el portón, charlando animadamente y moviéndose con rapidez como si ahora tuvieran prisa.

Rafael no me ha realizado comentario alguno sobre Evans, espero y deseo que todo les vaya bien, mi amigo necesita compañía más cercana que la mía y parece que a Rafael le gusta también.

Llamo a Gonzalo para comunicarle mi deseo de ir a París el viernes, quiere acompañarme y ante mi negativa insiste, pero le convenzo de que en esta ocasión es mejor que vaya solo, quisiera estar con él, desplazarme a Londres o que él me visitara, tengo una ilusión loca por recuperar el tiempo perdido, pero también me ocupan otros compromisos y compruebo lo inquieto y ansioso que a veces me siento pensando en Nico.

No será de la manera que deseo, pero tengo que resolver mi situación con Nico definitivamente, saber cómo queda emocionalmente, es un hombre al que nunca podría causar daño si puedo evitarlo. Le quiero, me lo repito mil veces, ha llegado a ocupar un lugar en mi corazón muy importante y él se merece lo mejor.

Diez meses de felicidad pasados a su lado no se olvidan fácilmente, y aunque mi amor por Gonzalo es inmenso no puedo dejar de lado a quienes tanto me han dado, él ha sido el mejor.


¡Qué día tan magnífico ha amanecido hoy!, hay alguna nube en el cielo que no lo logra entristecerlo, lo adorna y la temperatura resulta estupenda. ¿Será la influencia del tiempo, o que tengo mi corazón loco?

Creo que hasta el padre de Ray me sonríe cuando me abre el portón del patio para que vaya a mi trabajo.

La mañana no tiene novedades reseñables y cuando salgo de una reunión Elie me detiene mirándome con curiosidad.

-Se te nota en la cara que hoy es viernes, estas deslumbrante.  –lentamente va imponiéndose la confianza entre nosotros, y a veces es muy atrevida en sus comentarios logrando sacarme los colores, el otro día quise que me tragara la tierra, cuando dijo delante de un operario algo parecido y el hombre me miró de una forma rara y maliciosa.

-Te ha llamado el director de Barcelona, quiere hablar contigo, lo ha intentado con tu móvil pero lo tenías desconectado. ¿Quieres que te suba un te para tomar?

-Bajaré contigo un momento y así nos dejamos ver por los pasillos, además cuando subes te has entretenido tanto que el té me llega frío. –Elie ha entendido la picaresca de mi comentario y se ríe.

Cuando tengo tiempo libre llamo a Joel, quiere decirme que le trasladan temporalmente a Bristol, para una temporada larga que puede pasar del año, están finalizando unas ampliaciones de ampliación, y como tiene relación con lo que fabrican en Barcelona, quieren que dirija todo lo referente a los inicios de la puesta en marcha en la nueva línea de producción.

Aunque las cosas entre nosotros van a continuar igual, seguirá ejerciendo su papel de mentor mío, quiere que tenga sus nuevos datos para contactarle. Se tiene que incorporar en su nuevo puesto a primeros de Abril y no volveremos a vernos de momento.

Había dejado mi equipaje de fin de semana preparado, y como tenía tiempo antes de ir a coger el Eurostar, me duché y vestí con ropa informal para estar más cómodo, el taxi me llevó en unos minutos y dejé la casa dispuesta con las llaves del coche sobre la mesa alta para Rayhan.

Recosté la cabeza en el respaldo del asiento y cerré los ojos. La semana había transcurrido tranquila y sin sobresaltos, vulgar como otra cualquiera vista exteriormente, pero no estaba tan tranquilo como aparentaba.

Estos días tenía pensamientos que apartaba insistentemente de mi cabeza para no dejarles prosperar ni que se afianzaran. Nada más insinuarse sentía como un sudor frío me cubría el cuerpo logrando que me estremeciera, cerrando los ojos con fuerza y buscando paisajes y escenas que me alejaran de lo que llegaba a mi cerebro.

Ahora que llegaba el momento de aclarar nuestra posición y cuanto más cercano lo veía más me angustiaba. No era lo mismo estar alejado como ahora de Nico que la separación definitiva que surgiría, si era su voluntad, cuando le aclarar mi vuelta al lado de Gonzalo.

Y lo peor de todo, lo más terrible era que no lo deseaba, no quería renunciar definitivamente a él, que se apartara y saber que ya no estaría para cuando lo necesitara. Avanzaba lentamente en descubrir lo que mi corazón guardaba celosamente  sin dejarlo que aflorara, porque no era leal ni bueno para él, no era lo correcto y si muy egoísta de mi parte.

Y sentía miedo cuando me atrevía avanzar en mis descubrimientos que rechazaba sin siquiera valorar. Ahora lo hacía para descubrir lo terrible de mi situación. Siempre había valorado mi relación con Nico de profundo cariño y agradecimiento por lo que había hecho por mi, sin saber que había más o no queriendo admitirlo. Por eso busqué nuevas aventuras o permitía dejarme seducir por la quimera de Ray, joven seductor y viril macho, de Rafael, juguetón y alegre con sus probadas dotes de buen amante, de Robin, exótico y sensual. ¿Había sido un escape hacia adelante? Mi aventura en Barcelona si siquiera la consideraba, había sido una casualidad ofrecida por el destino.

Lo de Nico no era un cariño o amor de esa naturaleza, era superior, al nivel del que sentía por Gonzalo o muy parecido y eso me rompía el corazón y me aturdía cada momento que me detenía a pensarlo. No podía ser cierto que estuviera enamorado a la vez de dos hombres, siempre me lo negaba hasta que volvía a pensar en la tesitura de tener que elegir entre ellos dos.

Ahora, después de la declaración de Gonzalo mi decisión estaba tomada a su favor, pero…, y seguía insistiendo en pero, quería que Nico siguiera a mi lado, como fuera. No como mi otro hombre porque no podía ser pero si muy cercano para seguir sintiéndole a mi lado. Luchaba por no tener ese deseo y apartarlo de mi cabeza pero  era más fuerte que yo y era mejor dejarle que siguiera su camino.

Saqué un pañuelo de papel del bolsillo para limpiarme las lágrimas que mansamente rodaban por mis mejillas hasta llegar a mis labios, empapándolos hasta desbordarlos y bajar por la barbilla. La señora que tenía sentada a mi lado me miraba alarmada y la sonreí con tristeza. Ella debió entender y giró la cabeza para dejarme con mis pensamientos.

Cerré de nuevo los ojos y me obligué, durante el resto del trayecto, a organizar en mi cabeza un guión para nuestro encuentro y posterior conversación, resultaba imposible, primero el centrarme y después todo lo que se me ocurría lo veía vano, estúpido y sin sentido, solo me quedaba el consuelo de que lo que hiciera sería por su bien y no para salvaguardar mi egoísmo. Me acordé de Ál, para que desde donde estuviera, fuera me ayudara y me iluminara, ya que, en parte, él me había cargado con la responsabilidad de cuidar de Gonzalo.

Me tranquilicé cuando me recibió con su silueta en la distancia arriba de los andenes, su amable sonrisa que no descifraba, su abrazo tan cariñoso y su dulce beso en mis labios apretándolos con suavidad y dejándome sentir su aliento. Permanecí abrazado a su breve cintura durante largos minutos volviendo a querer llorar y pude aguantar sin hacerlo.

Había venido a recibirme solamente él y con delicada sutileza, observando mis ojos aun con marcas de haber llorado, me hacía preguntas sobre el viaje, mi trabajo y la semana de convivencia en U.K., y como si no tuviera importancia, me preguntó por Gonzalo.

-¿Cómo está llevando lo de Ál?  -le miré en silencio, tenía que contarle tantas cosas, pero sería más tarde.

-Está rodeado de gente que le apoya y le ayuda, sus abuelos los primeros, María junto con Raúl y sus tíos, sus amigos, creo que está bien, como un esqueleto pero bien.  –quise llevar la conversación a temas desenfadados y alegres, y le referí el bochorno que me había hecho pasar Elie hacía unos días. Volvió a la conversación con un pequeño comentario.

-Es un buen chico, se merece ser feliz y rehacer su vida. -semejante a lo que dijo Gonzalo sobre él. Aunque sabía que se apreciaban y era sincero en sus deseos, el tono de su voz estaba cargado de amargura que encogía el corazón haciéndome temblar angustiado. Fueron unos segundos de tensión y pronto recuperó la conversación donde yo lo quería llevar, a lo intrascendente de la conversación con Elie.

Me abrazaba del hombro y reía con ganas para mi consuelo y tranquilidad, y le dije que María y Raúl se casarían el año próximo, se alegró y sujetó con fuerza mi hombro contra él, y era tan sincero y genuino el contento que expresaba su cara que me dieron ganas de besarlo agradecido.

Era imposible no adorar a una persona así, ¿encontraría  a alguien que le quisiera como él se merecía?  Seguramente así sería, un ángel que hace él bien no puede quedar sin recompensa. Y aunque ese deseo me hería, era lo que deseaba para él. Sus dos grandes amores le habíamos fallado, primero Marc y ahora yo. Me sentía tan culpable, tan mal, mucho peor que cuando en Navidad le pedí que nos diéramos un tiempo para poder aclararme.

El taxi nos dejó ante su casa sin darnos cuenta del tiempo transcurrido, Lorian tampoco estaba en la casa y entonces pregunté por él.

-¿Qué sucede con Lorian?, creía que estaría en casa.

-Estos días viene más tarde, están haciendo fotos para un catálogo de ropas, van retrasados y está un poco loco y estresado, llegará enseguida.

-¿Y qué tal le va?, le miro sentado en la sala, el lugar donde hemos ido al llegar y miro también mi equipaje depositado en la puerta.

-Creo que muy bien, a veces falta un par de días por el trabajo, tienen que salir de París por los escenarios exteriores que necesitan para alguna ropa, pero yo no entiendo, él está entusiasmado aunque sufra de los nervios.  –mis ojos van y vuelven a mi equipaje.

-Quiero dormir en tu habitación.  –lo digo de pronto sentándome a su lado y cogiéndole la mano.

-Por supuesto, es tuya, hay muchas y puedo ocupar otra.  -parece hasta tímido conmigo en estos momentos.

-No la quiero para mi en exclusiva, será contigo y con Lorian, nada ha cambiado, estamos los tres solos y mientras siga así quiero que no cambie nada, si vosotros lo deseáis. -me acerco recostando la cabeza en su pecho y abrazándole la cintura elevo la cabeza para verle como reacciona.

Me envuelve entre sus brazos para estrecharme muy tierno y me besa la frente y el pelo.

-Mi Daniel, siempre con miedo de herir, no es necesario que sea sí, pero lo deseo, ¿cómo no quererlo?,  ¿sabes cómo te amo?, ¿sabes que quiero verte feliz sobre todas las cosas?  -acariciaba mi cabello y lo besaba repetidamente mientras hablaba.

-Te causo tanto daño y lo siento tanto.  -me separé de él para mirarme muy fijo en sus ojos.

-El cariño que me has dado estos meses no tiene precio Nico, nunca podré agradecértelo y pagarlo lo suficiente.  –me besaba sin cesar el pelo y fue bajando por la frente hasta llegar a la nariz, y me la mordió levemente con los labios apretando.

-Primero fue Marc y ahora yo, no sé si nos podrás perdonar.  -me lleva a su pecho  y apoyo mi cabeza en él, rozando con la cabeza su barbilla, como tantas veces lo he hecho buscando su consuelo.

-Es diferente, muy distinto. Sabía, siempre lo supe, que tu amor no era mío, ni para mi, ¿tú sabes cómo me hablabas de Gonzalo siempre que lo hacías? Cualquier cosa que hablabas de él derramabas el amor que sentías. -le hubiera gritado, en ese momento, que también le amaba a él, tanto como a Gonzalo pero eso habría resultado peor, no lo tenía que saber y nunca se lo diría, era una promesa que me hacía, por su bien, pero no sabía si podría cumplirla.

-Tuve esperanzas que cada día se diluían un poco, y aunque me dolía, quería escucharte que me hablaras de él, porqué Daniel, te brillaban los ojos con una fuerza y deseos que me dabas miedo por no poder ocupar su lugar.

Nos vimos interrumpidos por la llegada de Lorian, una  presencia impetuosa que vino corriendo a abrazarme y darme besos entre gritos jubilosos.

-Quería ir a recibirte, pero no he podido quedarme libre, ¡oh! Daniel, cuánto tiempo sin verte.  –me besaba y acariciaba sin parar ni separarse de mi regazo, Nico nos miraba sonriendo.

-Bueno chicos, ¿salimos a cenar o lo hacemos en casa?  -parecía que Lorian era el que lo tenía todo decidido de antemano.

-Nos quedaremos en casa, he comprado unas cosas para comer ya preparadas y mañana tenemos compromiso con Alan que vendrá a la fiesta y Tommy que se ha encargado de ella, hoy os prepararé yo la cena.

Seguimos hablando hasta que fuimos los tres a la cocina, me di cuenta del acierto de que Lorian estuviera aquí, daba un aire diferente y más grato a la casa con su jovialidad y tumultuoso movimiento.

Después de comer, ligeramente, porque la comida no era lo importante, y en la misma cocina, pero escuchado con una sonrisa la cháchara de Lorien que hablaba sin cesar de su día de trabajo. Le quisimos ayudar a recoger la mesa y  Lorian nos envió al salón mientras él se dedicaba a meter los platos en la máquina y lo que sobró de la comida en la nevera.

Antes fui a dejar mis cosas en el armario de la habitación y a lavarnos la boca. Nico me ayudó a vaciar la maleta y disponer la ropa en las perchas y pasamos al baño.

Cuando Nico terminó se quedó con el cepillo en suspenso, mirándome en silencio mientras y yo cimbreaba mi cuerpo frotando mis dientes con fuerza.

-No pretendo quejarme ni reprocharte nada, solamente me has dado alegrías y felicidad, pero te voy a extrañar y echar de menos.  –debió ver mi mirada tan lastimera que vino hacia mí para abrazarme.

-Perdóname Daniel, se me pasará y me acostumbraré.  –daba suaves golpes en mi espalda mientras me abrazaba a su cuerpo.

Volvimos a la sala y decidí que era el momento de explicarle lo que había sucedido la semana pasado, lo de Robin no, por supuesto, ¿para qué si podría herirle?.

Cuando terminé estábamos los dos serios y expectantes, la tirantez nerviosa por la revelación de que había pasado la noche con Gonzalo se hizo presente, pero quedó eclipsada con la llegada de Lorian, se hizo un hueco entre los dos empujándonos con su culo para que le hiciéramos sitio en el asiento. Jugaba como un niño haciéndonos zalamerías a los dos logrando que sonriéramos, me incliné para besarle en la frente y sujetó mi cabeza  con los dos brazos,  me la llevó para besar mis labios.

-Parece que estáis enfadados.  –colocó sus piernas sobre las de Nico y sobre las mías la cabeza, agarró el mando de la televisión y la puso en funcionamiento.

Fuimos tomando las bebidas que nos había traído, y como si fuera habitual, como al descuido, comenzó a jugar con los pies  en la entrepierna de Nico y a mover su cabeza encima de la mía. Entendí su indirecta y le miré para ver su sonrisa de pícaro granujiento.

-Creo que estaríamos mejor en la cama, allí podremos descansar.  –le digo lo que está deseando que suceda, se levantó dando un salto y se encaminó al pasillo tirando literalmente de mi mano obligándome a levantar el culo del asiento y me lleva abrazando la cintura por el pasillo.

-Quiero que sea mejor que la otra vez Daniel, supongo que has venido a despedirte y lo vamos a hacer de una forma única. -me tengo que reír ante su falta de sutileza y que sea tan directo ahora que parece que Nico y él lo hacen cuando quieren.

-Lo haremos, nos acompañaremos esta noche y nos olvidaremos del mundo. -llegamos a la habitación y entramos con dificultad por la puerta abrazados.

-Es la mejor propuesta, tenemos que correr mañana e igual encontramos a Alan en el parque.  –habíamos dejado a Nico apagando las luces y Lorian comienza a desnudarse.

-No, espera, déjame que sea yo.  –me acerco a él y le abrazo buscando su boca,  rodea mi cuello con sus brazos y enreda sus piernas en las mías desestabilizándome, doy unos traspiés y consigo mantenerme en pie, cuando separa su boca de la mía es para reír y volverme a besar goloso en los labios.

-¡Qué bien tenerte con nosotros otra vez!  -Nico se había sentado en un lateral de la cama y ahora se levantaba para envolvernos a los dos en sus brazos.

-Estáis chiflados los dos. –dice que estamos locos pero nos besa alternando nuestras caras y bocas, está adorable y además se ha afeitado aunque haya sido a la mañana.

Cambiamos una mirada de complicidad y entre Lorien y yo le tiramos sobre la cama, y con risas  que nos ahogan nos tiramos sobre él para comérnoslo a besos, unimos los labios de los tres mientras Nico nos rechaza entre risas para provocarnos, jugamos un rato largo hasta que todo se va haciendo más dulce y suave, las caricias a nuestros cuerpos se hacen presentes, le vamos desnudando y besamos y mordemos lo que va quedando a nuestra vista tan varonil y apetecible disputándonoslo.

Nico se deja hacer y luego se coloca de rodillas y vamos desnudando a Lorian, parece que tiene cosquillas y como si nuestras miradas tomaran contacto físico con él haciéndole reír, se porta como un niño travieso.

Su pene mira recto y paralelo al suelo, quizá un poco elevado en la punta, su pequeño pero hermoso pene, blanco y rosado en el prepucio que esconde el bálano,  y como un pequeño y avergonzado infante lo intenta tapar con sus manos, lo miro embelesado, y llevo mi mano hacia él, cuando lo tomo suspira, pierde su sonrisa para morderse el labio. Acerco mi cara y su olor me llega, a bebe y polvos de talco, sigue tan fino y blanco como lo recuerdo, es tan delicado, tan tierno que temo dañarlo, lo meto en mi boca y emite un quejido hueco.

Estoy de rodillas ante él y Nico detrás de mi acaricia mi cintura, tira de mi ropa para quitármela y le ayudo estirando mis piernas, o mis brazos para que me deje desnudo como ellos.

El blanco falo no llena mi boca, casi puedo tragarme sus huevos además de su polla, se mueve con suavidad follándome la boca, me escurre la saliva que cae sobre sus testículos y luego la recojo con la lengua envolviéndolos.

Noto como Nico lame mi culo aplastando la lengua en él, y lo abro empinándolo para que se abra y haga lo que quiera. Yo meto mi dedo índice en el de mi dorado niño de piel marmórea, mientras suspiro sintiendo el calor del aliento de Nico y su húmeda lengua en el ano.

-Fóllame Daniel.  –me suplica elevando las piernas colocándolas en mis hombros y voy penetrando su ano, cuando estoy en su interior, profundamente metido, le beso y juego con su lengua para que adapte su ano a mi verga, hasta que nervioso me la muerde.

Detrás de mi Nico rodea mi cintura con sus brazos y apoya su velludo pecho en mi espalda montándome por detrás,  me besa la espada y el cuello y vuelve a apoyarse sobre mi, su polla inmensa golpea mis huevos a la puerta del culo de Lorian, y abro las piernas sabiendo lo que pretende.

-Te la voy a meter.  –su voz suena profunda y ronca cerca de mi oreja.

Aunque estoy dilatado por sus lamidas de culo, gimo dolorido en la boca de Lorian cuando su glande me traspasa, saco un poco mi verga para subir mi culo y favorecer su entrada en mi ano.

Comienzo a sudar entre ellos y permanecemos los tres parados, yo besando la dulce boca de Lorian con mi verga dentro de él y Nico mordiendo mi cuello con su vergón que me rompe por dentro traspasándome.

Nico comienza a entrar y salir de mí y yo le sigo, intentando hacer los mismos movimientos, reímos un poco nerviosos al ver que no conseguimos sincronizarnos, pero es un momento.

Tengo que estar soportándome sobre mis manos para no ahogar a Lorian con nuestro peso y aunque Nico está de rodillas a veces se soporta en mí.

Esas ligeras molestias no son nada ante el placer sublime del roce de mi polla en el recto de Lorian, y las sensaciones placenteras y a veces electrizantes, de la verga de Nicolás en mi recto empujando con bravura para entrar completo.

Estoy doblemente disfrutando y acariciado por cuatro manos que no descansan en su pasar por mi acalorada piel.

Al cabo de diez o quince minutos de entrar y salir de él y olvidando mí placer, veo a Lorian como abre laa boca en ahogos y su mano llega hasta su pene para moverlo hasta que la leche sale de él sobre su blanco vientre fundiéndose.

-Para un momento Nico, detente.  –lo que quiero hacer exige que levante una mano. Recojo el semen del abdomen de Lorian para llevarlo a mi boca, es muy fino y sin consistencia, como si fuera un abundante precum lo que hubieran expulsado sus testículos.

-Lorian, todo tú estás riquísimo.  –ambos han visto mi maniobra y sacan una risita queda. Recoge él mismo su semen para lamerlo y se lo ofrece a Nico, ya lo hemos probado los tres, el resto lo recoge Nico de la mano de Lorian y se lo pone en la verga como lubricante para seguirme follando.

Unos minutos más tarde somos nosotros los que nos corremos, lo hacemos en un pequeño intervalo de tiempo, Nico primero con sonidos muy roncos y gruñidos varoniles, empujando con fuerza y sin cesar su polla en mi cuerpo hasta fondo, y yo en silencio porque me quedo sin respiración y suspendido en un espacio donde solo hay placer y gozo.

Es grandioso correrse en el culo de un chico y que a la vez te llenen el tuyo, creía que moría en aquel momento y aunque quería gritar solo salieron lágrimas de mis ojos, lloraba de placer, no podía creérmelo.

Mi verga fue abandonando el culo de Lorian, saliendo por que se deshinchaba perdiendo la dureza necesaria, pero la de Nico continuaba tan gorda y dura como al principio, la sacó de mí dejándome vacío y cayo a nuestro lado mirando al techo.

Lorian se arrodilló y metió la polla de Nicolás en su boca mamando con gusto y desesperado, me uní a su mamada limpiando los restos de la abundante corrida en mi culo que le quedaba escondida entre el vello, él no se metía más de la mitad de la verga y yo podía meterla entera, estaba disfrutando de ella, del sabor a mi culo y su leche, y de escuchar a nuestro semental suspirar y gritar algunas veces. Lorian dejó de morder sus testículos y me retiró de la verga, se sentó sobre su vientre y empuñándola en la mano se la fue metiendo en el culo. No podía dejar de observar como la inmensa verga, de piel oscura y venosa de Nico, iba desapareciendo, despacio pero sin pausa, en el blanco e inmaculado culito tan delicado de Lorian. La sujetaba sin soltarla para que no se torciera mientras le entraba, con la cabeza tirada hacia atrás, mirando al tech, soportando el placenero dolor mientras mordía su grueso y rojo labio inferior.

Dspues de estar un minutos moviéndose ligeramente para que la vega se acoplara en su ano, comenzó a subir y bajar sobre la polla metiéndosela hasta el fondo cada vez que bajaba, follándose él mismo moviendo con maestría sus caderas en movimientos circulares y subiendo y bajando sobre la dura y tiesa polla, hasta que comenzó a tener espasmos que movían incontroladamente su cuerpo. Nico elevaba la pelvis para no perder el contacto con el recto de Lorian y se la metió empujando como si se rompiera, se quedó con el culo en el aire derramándose dentro del tierno muchacho. Aún en esa postura era tan varonil su pose, tan poderoso su empuje, tan de macho los gritos que se escapaban al poseerle que mi cuerpo se estremeció y estuve a punto de eyacular sin tocarme.

Cayó sobre el pecho de Nico, los dos sudorosos y sin fuerzas, mi mano pasó a acariciar el culito redondo y rotundo de Lorian y el pedazo de verga de Nico que quedaba fuera de él, y sus testículos que seguían moviéndose como si continuara descargándolos.

Estuvimos así un tiempo, ellos respirando con dificultad y yo besando las sudadas pieles.

Continuará…