4. Actualidad... ¿Mi futuro esposo?
Primera Parte: En el punto exacto de la vida cuando piensas que... él puede ser el indicado. Comenzamos de nuevo...
JUNE.
Domingo, 15.
Ese beso... ese beso lo vieron algunas personas en el aeropuerto seguramente les dio el significado de cariño, que esos dos chicos se querían, pero para nosotros significaba otra cosa...
El trayecto desde al aeropuerto hasta la casa fue en silencio, un tanto incomodo que no supimos como explicar... en mi mente se formulaban las siguientes preguntas: “ ¿Por qué está tan callado? ¿Fue correcto ese beso? ¿Estuvo bien que viniera? ¿No estuvo mal haberlo invitado?” Cada una de esas preguntas seguía rondando mientras íbamos por la autopista y él seguía viendo al frente muy serio... con su franela negra cuello en V, con su jean y chaqueta desgastados y unas botas negras algo sucias no dejaban de verse tan bien en él.
- Qué bello es... – pensé mientras lo miraba unos segundos.
Mira al frente, Andy.
Wow... - la camioneta derrapó un poco al mover el volante mientras trataba de concentrarme – lo lamento.
Descuida – su leve risa estaba matándome – ¿Estás bien?
Claro... ¿Y Tú? ¿Cómo te sientes? ¿Llegaste bien? ¿Cómo estuvo tu viaje? Fueron muchas horas en el avión ¿Cierto? Lamento haber dicho que vinieras desde tan lejos es... que... yo...
Andrew – detuvo mi constante interrogatorio –, respira.
Jajaja... lo siento... estoy nervioso.
¿Por qué? Somos amigos... y no nos veíamos desde hace mucho.
Lo sé, pero es que es extraño, siento que no te reconozco. Estás diferente.
Diferente ¿Cómo?
No lo sé... serio, calmado... para nada al Arturo que conozco.
Bueno... ehhh Europa me ha cambiado – dijo con bastante seriedad y pensativo.
¿En serio?
Jajajajajaja no Andy... es que estoy muy cansado y bueno... no lamentes haberme invitado, hieres mis sentimientos.
Cuando voltee de nuevo mire su rostro y un pequeño déjà vu paso por mi mente, verlo allí sentado en mi camioneta sonriéndome me dio un buen sentimiento, un recuerdo de nosotros solos en otro vehículo hace unos años atrás... una graduación... otro beso... una caliente sesión de sexo...
No no... no quise decir eso, lo lamento.
Deja de disculparte por todo, coño. Supéralo.
Ya disculpa... – negué con la cabeza sonriendo – coño... no puedo dejar de hacerlo... estoy feliz de verte Artie.
Finalmente llegamos a la casa y Arturo quedo gratamente sorprendido, pero le aclaré que la casa no era mía en realidad, si no de Fernando, el arquitecto. Al abrir la puerta los ladrillos de Apolo se escuchaban un tanto alto y mi vecina – una chica de 13 años, pelirroja y de ojos verdes – salía corriendo detrás de él, con rápidos reflejos pude atraparlo antes de que escapara y comenzó a lamerme toda la cara mientras mi amigo dejaba sus maletas en la entrada mirando la escena confundido.
- Oh my god, Andrew... I’m sorry I got distracted a second.
- Take it easy, Candace... it’s ok.
Apolo seguía ladrando inquieto mientras mi vecina se quedo viendo a Arturo unos segundos con cara de tonta.
- Candace... stop it – ella tenía esa mala costumbre a ver a las personas detalladamente.
- I’m sorry...
- It's time to go, Candace thank you very much for taking care of my dog.
- Anytime… bye Andrew… bye Apolo… bye… – se quedó mirando a Arturo.
- Ehhh... I’m Arthur.
- Bye, Arthur…
Y cerró la puerta.
Es linda – dijo con una sonrisa pícara.
Ya basta, te conozco.
¿Qué dije?
Tiene 13 años... aquí eso que piensas es ilegal.
Jajajaja... ¿Por quién me tomas? Yo soy un hombre de bien.
No comiences Arturo – Apolo comenzó a ladrar mas fuerte... claro, fuerte para un cachorro.
¿Y este pequeño?
Jajaja es mi Apolo... mi pequeño, lo compré a finales de mayo.
En efecto, el pequeño Apolo era un Golden Retriever de apenas un mes de edad que decidí adoptarlo – por una pequeña suma de dinero –, un amigo me dijo que debería de tener un perro ya que estaba solo en casa sin nada que hacer y simplemente me haría compañía en muchos momentos... decidí tomar su consejo.
- Es lindo, ¡Hola, soy Arturo!
- Grrr... – un gruñido, fue su respuesta.
- Jajajaja que lindo es.
El pequeño Apolo siguió gruñendo sin motivo alguno lo cual me preocupó unos segundos.
Ok, es la primera vez que veo que le gruñe a alguien.
Debe ser porque soy una persona nueva, cuando entienda que me quedare contigo y que somos amigos dejará de gruñirme – dijo seguro de sí mismo. “Que equivocado estaba...” –... pero bueno, creo que dejamos algo pendiente en el aeropuerto.
¿Qué...? – no pude continuar.
En ese momento se lanzo encima de mi juntando su cuerpo y pegándonos a la pared mientras unía sus labios penetrándome con su lengua, fue un beso furioso lleno de pasión que dejó claro sus sentimientos hacia mí... me deseaba, Arturo me deseaba como antes, repetía un leve “te quiero” entre balbuceos y pocas respiraciones cada vez que separaba sus calientes labios de mí. Era claro que mi perro no le gustó ese ataque sexual que tuve que soportar ya que se lanzó a los pies de Arturo tratando de hacerle daño.
Finalmente, él tuvo que terminar el beso ya que Apolo estaba muy inquieto ladrando a nuestro alrededor. Las maletas de mi amigo estaban regadas por el suelo así que le pedí subirlas a la habitación de invitados, él se quedó mirándome extrañado, pero no dijo nada hasta que abrió la puerta de mi habitación y se quitó su ropa quedándose en unos bóxers oscuros tirándose en mi cama.
Oye...
No pensarás que dormiremos en camas separadas ¿No?
Es que...
Andrew... esta es una gran oportunidad, tú y yo solos.
Una oportunidad para... – continué su idea.
Tú y yo... como novios – concluyó.
Arturo, yo acabo de salir de una relación y... – hablé un poco descolocado por lo que me decía.
Ya sé, Richard me dijo, pero esto es diferente... somos tú y yo, estuvimos juntos antes... en el colegio, en la universidad... mi graduación, ¿Recuerdas?
Sí lo recuerdo – dije sonrojado – es que no sé...
Pensé que me habías invitado para esto – terminó por levantarse de la cama sin dejar de mirarme.
Admito que no pude evitar pasar la mirada de arriba abajo por todo el cuerpo de mi amigo admirando su ser.
¡Lo hice! Digo... pero no fue para “esto”... me sentía solo... y te extrañaba.
Y yo a ti. Es por eso que quiero... continuar donde lo dejamos, sería genial. Tu y yo... Andrew yo te amo y lo sabes, cabrón.
Jajajaja... y yo a ti, puto.
Me acerqué a él sintiendo su piel ardiendo, cálida, suave y fuerte que comenzaba a hacer presión en mí con su abrazo.
Tú... y yo... sé mío.
Arturo... – gemí su nombre mientras mordía mi cuello.
... Una relación de cuasi novios... o sencillamente novios no declarados. Ese era el plan, continuar en donde nos habíamos quedado como si fuese algo “normal”. Es obvio recalcar que no pasamos de ese beso, los ladridos de Apolo que finalmente había llegado a la habitación – lo dejamos en el piso de abajo –, interrumpió el momento dejándonos con esa sesión muy excitados, no seguíamos con ese juego ya que nos daba corte que el cachorro nos viera besándonos de esa forma, así que toda la tarde vi a Arturo desempacar todo y volviendo mi ordenada habitación un desastre dejando en claro que allí viviríamos los dos. Esa noche no hicimos nada, no hubo necesidad o mejor dicho, estábamos muy cansados para seguir en donde nos habíamos quedado. En la mañana en pleno desayuno Apolo no dejo de molestar a Arturo con pequeñas mordidas en sus piernas y él se estuvo impacientando, en la tarde nos quedamos viendo el partido de Estados Unidos Vs Ghana del Mundial... – esos desgraciados jugaron rudo –, pero al final pude celebrar por ese 2-1 corriendo y saltando por toda la casa.
- The Stars and Stripes Forever!!!
Viernes, 20.
¡Por fin!... ¡Estaba insoportable! – exclamó Arturo.
Bueno... no sé, sencillamente no le caes...
Esa fue la respuesta, tuvimos que salir en la mañana a comprarle un juguete nuevo a Apolo para que pudiese dejar a Arturo tranquilo, se pasó toda la noche tratando de subirse a la cama o si no rodeándola mientras gruñía repetidas veces.
- Grrr... grrr... grrr – se escuchaban sus gruñidos mientras se alejaba a su camita.
Luego de eso nos sentamos en el sillón para tratar de ver unas películas en paz, pero esos minutos de calma no duraron mucho... y no fue por Apolo, si no que Arturo detuvo la película y me miró detenidamente.
¿Qué pasa?
Quiero saber sobre ese Jean Carlos y tú.
¿Ahora?
Claro.
Creo que esa conversación llego antes de tiempo, pero al ver su seguridad al querer saber sobre mi pasada relación, no tuve opción y le conté todo, o mejor dicho casi todo sobre él... desde conocerlo en la universidad, siendo apenas un niño de 17 años, nuevo en la carrera, de sus miradas extrañas y sonrisas incomodas esos años y de cómo me profesó su amor en la terraza esa navidad. Obviamente divague en la parte en que me lo folle salvajemente sin importarme su virginidad y luego ese simple “no te enamores” que fastidio el asunto...
No debiste decirle eso, Andrew, fue cruel.
Ya...
Era un niño.
¡Lo sé! – contesté molesto.
En mis momentos de excitación, nuestras sesiones de sexo me desahogaban de la presión en el trabajo y los estudios, sentí que al principio solo servía para eso, y en mis momentos de egoísmo, me molestaba que Jean me mostrara su afecto en público en repetidas ocasiones hasta el momento en que quién menos me esperaba la fastidió aún más...
¿Su mamá?... ¿Te vio desnudo?
Sí...
¡JAJAJAJAJAJAJA! – la risa que soltó llamó la atención de Apolo, pero rápidamente regresó con sus juguetes.
Yo sencillamente me quedé mirándolo con los brazos cruzados y esperando a que se calmara.
Jajaja... lo lamento... sigue... jajajaja... ya ya... jajajaja... continúa.
¿Ya?
Ya... jajaja – respiró profundo y luego me dejó hablar – ahora sí, sigue ¿Qué hiciste luego?
¿Qué podía hacer?... me fui.
¿Así desnudo?
No pendejo, tomé mi ropa y me fui...
La cagaste.
¡Claro que no! Fue su estúpida madre la que llegó y la cagó, pero en fin... luego de hablar con Richard me di cuenta de que si me gustaba el carajito ese.
Lo sé.
Claro – me quedé analizando lo que decía con mirada extrañada –, Richard... él me guió un poco, me dijo que saliera con él... pero me lancé de nuevo como un idiota y le pedí ser novios en una cena súper romántica y gastando dinero como un pendejo.
¿Novios en una cena? Y yo de vaina me hago el desayuno, gracias Andrew.
Cállate o no sigo contando nada.
¿Qué más hay que contar? Anthony me dijo que fueron novios de la noche a la mañana y te lo trajiste aquí a Miami.
¿Anthony también te dijo?
Ups...jajaja... bueno, siempre hablamos de toda vaina – admitió.
- Voy a matarlos – pensé negando con la cabeza.
Y así fue como continué con la otra parte de la historia... la no tan bonita digamos y de cómo finalmente después de tantos gritos y peleas él se fue dejándome solo y fallándome... esa última parte aún me dolía contarla... la herida se estaba cerrando lentamente, pero los recuerdos y sentimientos saliendo a flote de nuevo no me ayudaban a seguir... por un momento me pregunté qué estaría haciendo en ese momento... y si estaría pensando en mí, pero negué con la cabeza. Tenía a mi mejor amigo a mi lado y Arturo no merecía que mi mente se llenara con los pensamientos de otro chico.
Él simplemente era un niño – dijo al finalizar la historia.
Lo sé.
He pensado algo desde hace mucho tiempo...
¿Tú pensando? A ver... sorpréndeme – dije sarcástico.
Lo que necesitas es un hombre en tu vida... – y me paso el brazo por los hombros.
¿Así como tú? – pregunté recostándome en su pecho con una sonrisa.
No contestó, siguió abrazándome y finalmente comenzamos a ver la película...
- Grrr... – escuchamos un gruñido cerca nuestro y vimos como Apolo se trataba de montar en el sillón.
Ése perro...
Déjalo.
Mis vivencias con Apolo y Arturo son bastante graciosas a pesar de todo, solo esperaba que en algún momento se comenzaran a llevar bien, o por lo menos lograsen estar juntos sin que terminasen mordiéndose el uno al otro, al final tuvimos que dejar que se subiese y lo recosté en mis piernas todo el rato – alejado de Arturo –, para lograr ver a película tranquilos.
Lunes, 23.
¡Molesto! ¡Estaba molesto!... Molesto por el empate contra Portugal, ese 2-2 fue lo más decepcionante de todo, por el simple hecho de que Portugal tenía que llegar a cuartos de final, pura publicidad como un tonto estuve ese domingo en la tarde balbuceando todo tipo de groserías en todos los idiomas que sabía – inglés, francés y español –, pero eso no era lo que quería destacar. Si no que en la noche de ayer... Artie encontró un archivo en mi laptop – no que estuviese oculto, pero lo había encontrado –, sobre mis anécdotas. Él me preguntó qué clase de archivo era y tuve que ser sincero.
- Es la historia de mi vida.
Se quedó un tanto extrañado, pero sin pensarlo mucho me preguntó si podía leerlo, yo un tanto cohibido tuve que decir que sí, le di permiso de leerlas. Fue un tanto... ehhh... extraño, gracioso, pero el nerviosismo nunca dejó mi cuerpo mientras él leía ya que colocaba caras extrañas o sonreía en distintos momentos, algunas veces me preguntaba si era cierto o no sobre algunas cosas que él por alguna que otra razón no sabía... hasta preguntó si él mismo aparecía con algo de risa.
- Sí, capitulo cinco.
- Ohhh...
Él recordó a Luís en ese momento mientras leía y se volvía muy serio leyendo mis sentimientos infantiles de ésa época y negaba con la cabeza en algunas partes, al final cerró la laptop con algo de... ¿Rabia? Y no me habló en un rato mientras veía televisión y yo me culpaba por no guardar el archivo en miles de carpetas ocultas, con veinte mil distintas contraseñas o algo por el estilo.
¿Y publicaste todo eso? – preguntó por fin.
Mmm sí... aún no sé por qué lo hice, solamente quería desahogarme.
Ammm... ok.
¿Y?... ¿Te gustó?
Me haces ver como un idiota...
No lo has leído todo, en el capítulo siete te vuelves menos idiota jajaja...
No es gracioso... ¿Y si alguien que conocemos lo lee?
No ha pasado.
Igual... me haces ver como un idiota – volvió a decir.
Te recuerdo Arturo Duarte, que tú eras un idiota, bueno, sigues siéndolo... Así que supéralo.
Y así continuó la noche hasta ir a la cama, de hecho generalmente dormíamos abrazados o juntos, pero esa noche cada uno estaba por su lado igual a una pareja de esposos peleados yo sinceramente estaba entre molesto y preocupado sin poder pensar en una solución. Hasta la mañana siguiente donde no nos dimos los buenos días, estando en la mesa, ambos solos en bóxer y unas franelas blancas, desayunando unas tostadas con huevo y tocino no nos mirábamos si quiera, mi perro se había levantado y desayuno sus croquetas y volvió directamente a la cama abrazando su peluche.
Yo seguía con mis cavilaciones mentales, Arturo me conocía de pies a cabeza, toda mi historia por así decirse y yo hasta cierta parte... después de que él entró en la universidad y luego yo, nos fuimos distanciando de nuevo, hasta que él se graduó y volvimos... por un fin de semana lleno de sexo desenfrenado soltando todo lo que sentíamos el uno al otro, amor, odio, sexo, pasión y rudeza. Aunque después de eso nos separamos y generalmente nos veíamos en reuniones o en la disco y esas veces se solo cruzábamos un par de palabras, hasta que desapareció escapando a Europa. Sabia de él por Anthony o algunas veces por Richard o si no yo me arriesgaba y le escribía algo esperando a que me diera señales de vida, pero generalmente no pasaba de dos o tres mensajes entre nosotros. No sabía que había pasado con él en esos meses... si había estado con alguien más, chicas o chicos, si se había casado, tenido hijos y luego abandonado... era un misterio y yo ni siquiera le había preguntado.
Tú ahora sabes todo sobre mí – hablé serio – o casi todo...
¿Y? – contestó tosco.
Dime lo que no sé. Dime por qué te fuiste a Europa ¿Por qué me abandonaste?
No te abandone. Estoy aquí.
¡Contéstame!
¿Para qué? Para escribirlo en tus historias, seguro – me respondió algo tosco.
No imbécil... quiero saberlo y ya.
Me fui y ya.
¡Arturo!
¿¡QUÉ!? – y se levanto molesto, pero se calmó sentándose de nuevo – Lo lamento.
Solo deseaba saberlo – solté con copas palabras.
Ya... Andrew... lo diré, es simple, fueron dos cosas... primero fui a Francia a despedirme de mi abuelo por parte de mi padre... murió.
Ohhh... lo lamento.
Si bueno, no éramos muy unidos tampoco, pero alguien debía ir y bueno... Aquiles no quería y no sabía dónde estaban mis padres, le tocó ir al pendejo.
¿Tu propio padre no fue al funeral de tu abuelo...?
Fue tan absurdo y abstracto que él se quedó igual, como si no hubiese dicho nada.
No importa.
Ya...
Y luego de eso... –continuó – pfff hice el tour por el continente. Necesitaba como tú dices... “desahogarme”.
Te entiendo.
Y pude hacerlo – dijo con picardía –, créeme, no te abandoné. Solamente necesitaba estar lejos de todos.
Claro... eso quería saber.
Ya ves.
También... otra cosa... ¿Estuviste con alguien más? – pregunté en voz baja.
Por supuesto, no soy de piedra – explicó sin importancia – estuve con chicas solamente y eran chicas de una noche, no te creas.
Mmm y ¿chicos?
No Andrew... a diferencia de ti solamente he estado con un chico – soltó de repente.
Y a diferencia de ti yo no ando puteando con cada persona que se me cruza por la vía – contraataque – ¿Acaso yo soy uno más en tu lista?... ¿De una noche?
... Lo sé, TONTO... yo lo supe, él lo supo... hasta seguramente Dios lo sabía desde antes que lo dijera, es que soy tonto...
No. Imbécil, puto, desgraciado, animal, cabrón... tú eres la persona más especial para mí. Jamás te catalogaría como alguien de una noche y después de todo éste tiempo conociéndonos desde niños, eres la persona más importante en mi vida.
Yo...
Vamos por escala... – continuó – primero es mi hermano, siempre será mi hermano, porque es mi hermano, después eres tú Andrew, ni siquiera mis putos padres, TÚ, por eso siempre serás importante en mi vida... porque te amo... TE AMO.
Casi salto encima de la mesa que nos separaba hasta llegar a él y abrazarlo, besarlo, juntar nuestros cuerpos desnudos sintiendo nuestro calor, era tan correcto ese momento, nosotros dos unidos, tan perfecto, y como un idiota comencé a llorar, era la primera vez que alguien me expresaba su amor de una forma tan pura, las lagrimas simbolizaban esa alegría por ser todo tan perfecto... y él lo sabía. Esa escala estaba clara. Nuestros hermanos eran primero... eso no se discutía, pero para el amor, la pareja, éramos nosotros dos... Arturo y Andrew. Después de separarnos. Él me sonreía feliz.
Quiero vivir contigo.
¿Cómo? Si ya vivimos juntos, jajaja – sonreía nerviosamente.
No me entiendes... quiero estar junto a ti siempre, ¿Quieres ser mi novio?... Andrew, yo te amo.
Arturo... yo también... yo también lo hago.
Nos necesitábamos... era nuestro tiempo... nuestro momento de regresar... y tal vez para siempre... no nos importó Apolo, estaba durmiendo en su camita y sin mucho ruido, tomados de las manos subimos la escalera. Estábamos preparados porque parecía un sueño ya vivido anteriormente. Ya estuvimos juntos repetidas veces... y esperaba seguir con él por mucho tiempo más.
Llegamos a la habitación y acariciaba su rostro, se había afeitado así que estaba muy suave y le daba besos en la mejilla hasta lanzarnos en la cama para disfrutar, él se monto encima de mi quitándome la franela blanca que llevaba, me dio pocos segundos para que yo también le quitase la suya y continuar con una feroz exploración de nuestras bocas y sobar nuestras enormes erecciones que se veían a través de nuestros bóxer. Era estúpido negarlo deseaba ver su verga de nuevo, sentirla en mi boca así que fui descendiendo por su cuerpo hasta bajar completamente su bóxer azul y sacar su verga para disfrutar de él. Era grande, grande y tal como la recordaba, unos 19 centímetros de placer humano, y gruesa sin exagerar, la introduje con agilidad a mi boca sin juegos previos para chuparla como a él le gustaba... Arturo gemía con placer y yo lo miraba de la misma forma. Su mano en mi cabeza indicando un ritmo rápido me dejaba ver que él lo deseaba igual que yo. No sentí que abusaba de mí en ningún momento cuando su glande llegaba a mi garganta, era mía esa verga y él lo sabía. Sus piernas abiertas también me dejaban ver sus enormes bolas que saltaban con cada chupada que daba y también pude ver esa entrada que hacía años no exploraba, pero no quise indagar allí... – por ahora – me separé para poderme quitar mi bóxer vinotinto y él con mirada perdida me revisaba completo pasando la mirada por mi rostro, pecho, abdomen, hasta mi verga.
Tan bello...
Soy tuyo.
... Eres mío.
La ropa era un estorbo, desnudos seguíamos sintiendo placer el uno con el otro. Agradecía a ese poder mayor por permitir que estuviésemos juntos y Arturo gemía a cada momento mi nombre hasta jalarme del pelo para separarme de mi manjar y volver a los besos que tanto me embriagaban.
No creas que no te la voy a mamar... dame tu verga, Andy.
Si si... si...
Fóllame la boca.
Claro, Artie.
Él tumbado en la cama me permitió montarme a horcajadas en él e introducir mi verga en su interior, la calidez, la humedad y su lengua... ¡Ohhh Dios! Esa lengua que no dejaba de moverse tratando de enroscarse a mí, me quedaba quieto unos segundos para que hiciera su trabajo, pero sus manos en mi culo presionando para que me moviera me hacia recordar su petición, follarle la boca. Así que me movía con fuerza, como fiera sosteniéndome en la cama mientras me clavaba en él repetidas veces, él cerraba sus ojos y sonreía y yo levantaba mi cabeza mirando al techo con éxtasis... por un segundo no me preocupe hasta sentir como me apretaba los güevos y solté el grito de mi vida.
¡¡¡Mal nacido!!!
¡Puto, me haces daño! - habló después de dejar de toser y escupir un poco.
Dijiste que te follara...
¡Ahora vas a ver quién te va a follar!
Me obligó a separarme y a voltearme en cuatro encima de la cama, abrió mis nalgas y yo pensaba que me clavaria su pene así que espere con valentía, pero fue su húmeda lengua que acariciaba mi ano con delicadeza... escuché un murmullo de pregunta que no logré entender, gemidos y entrega fue mi respuesta, duro poco mi preparación hasta sentir como se separaba y me veía contento.
Ahora voy a entrar de verdad...
Hazlo.
Hace tiempo que no lo hago... lo haré lento.
Fóllame, marico – gemí.
Cállate, ahora eres mi novio... y te haré el amor.
Jajaja... – solté con vergüenza – de acuerdo... hazme el amor, marico.
Como quieras.
Se introdujo lentamente, no me sentí nada extraño. Era su verga, era Arturo, ya había estado allí antes. Y fue el reencuentro lo que me hizo estremecerme al sentirme lleno por completo. Gimiendo profundamente al notar como chocaba y luego se alejaba. Sus manos rozando mi espalda y piernas no dejaban de dar choques eléctricos en mi cuerpo y fue peor cuando aumento su ritmo, mis gemidos graves de macho se volvieron agudos y vergonzosos mientras me masturbaba...
- Ahhh ¿Así? Jajaja...
- Ohhh fuck yeah...
- Rico...
- Yes... keep going...FUCK!
¿Sigo?
Dale Artie... ¡Qué ahhh!
El choque de sus caderas de lento a rápido era hipnótico, le pedía que me cogiera más fuerte, sin importar que me doliera mañana, era mi novio quien disfrutaba de mi cuerpo en ese momento. Yo me masturbaba rápidamente al sentir como por la fuerza mi pene rebotaba contra mi abdomen, Arturo se dio cuenta y me empujo a la cama dejándonos completamente recostados en ella e imposibilitando el pajearme con ganas y dejando ese trabajo al colchón, él se movía en círculos, me daba nalgadas con fuerza, yo trataba de llegar a su culo, tocarlo pero me tomaba de las manos alejándome de él.
Andy... ya...
No... no acabes... para...
Mierda... ufff – se detuvo, me besó el cuello y trataba de no mover su verga en mi interior – casi... casi... no te muevas marico que a la mínima... me... ahhh...
Unos segundos de placer puro nos mantuvieron estáticos... pero él no pudo controlarse y comenzó a moverse, volví a mi posición de antes a cuatro patas y Arturo llegó al punto de no retorno... y volvió a follarme con fuerza, sosteniéndose de mis caderas, respirando agitado, no dio ni chance de preguntar en donde me acabaría... y tres estocadas fuertes fueron el inicio de cómo me lleno mi interior con su semen, se movía en círculos imitando un baile y me tomó del cuello para acercarme a él recostándome en su cuerpo y besarme en la boca con fuerza, no bastaron dos sacudidas de mi verga y me derrame completamente en las sabanas limpias de nuestra cama gimiendo dentro del beso.
- Yeahhh!!!
Lo sé... ¡Lo sé!... lo hicimos.
El amor.
Como nunca.
... Arturo.
... Andrew.
Nos recostamos en la cama continuando con los besos y mirándonos como si hubiésemos hecho la mejor travesura de nuestras vidas...
Te amo, Andrew.
Yo mucho más, Arturo... créeme.
Risas y caricias de nuestros cuerpos sudados nos dieron la señal de que lo nuestro era correcto. Y de que nadie se interpondría en nuestra relación.
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