39.2 Una noche de piel negra

-Robin, tengo que lavarme, no soy una mujer y no tengo vagina. –volvió a dejar salir su risita nerviosa.

Me quitó el pantalón de dormir y se colocó entre mis piernas, abriéndolas para ocupar su lugar, su polla durísima y poderosa golpeaba entre mis muslos, y acariciaba mi cara llenándola de besos con sus carnosos labios, yo pasaba mis manos por su musculoso cuerpo, acariciaba sus glúteos que se contraían haciendo notar los elásticos  músculos, sentía toda su dureza y como su cuerpo se tensaban entero al moverse, alargó la mano y cogió lo que había traído en la bolsa, un tubo de crema del que vertió un poco en sus dedos para llevarla a mi ano. La frescura de la crema hizo que mi esfínter se cerrara y frunciera los labios, y eso le debió de hacer gracia dejando escapar una risita sorda.

Metió la punta de sus largos dedos, sin hacerme el más mínimo daño y dio vueltas con ellos, estirándolos para anchar mi ano.

-Robin, tengo que lavarme, no soy una mujer y no tengo vagina. –volvió a dejar salir su risita nerviosa.

-No te preocupes, hay tiempo para todo, ahora necesito follarte con urgencia.  –agarró un condón y se lo colocó mientras yo admiraba su hermosa y negra verga, volvió a jugar en mi ano con sus dedos y apuntó su pene a mi entrada, me preparé mentalmente para lo que iba a recibir, su verga no es tan gorda como la de Ray o Nico pero si más larga.

Sentía como empujaba con furia causándome alguna molestia, hasta que mi ano cedió permitiendo la entrada de su glande, sonreía victorioso y se llevó el revés de la mano para quitarse las gotas de sudor que perlaban su frente.

Se había desplazado un poco por los empujones que me daba y se sujeto de mis piernas para acercar nuestros cuerpos tirando de ellas, llevó su culo hacia atrás y comenzó a empujar hasta que sin pausa metió su verga entera, su entrada había sido placentera sintiendo su desplazamiento en mi recto,  y sin causarme excesivo dolor sentía los testículos pegado a mi culo, pero ahora empujaba en mi interior con fuerza llegando hasta el fondo, queriendo meterme los huevos.

-Sácala un poco hasta que me acostumbre, la tienes muy larga.  –casi le sale la risa por el orgullo que le suponía la longitud de su polla. Puse mis manos sobre sus muslos para contenerle y comenzó a entrar y salir de mí deliciosamente después de unos segundos resoplando en mi oreja.

-¿La tengo larga, te gusta donde te puede llegar?  -no le respondí concentrado en sentir sus rugosidades y las abultadas venas que recorrían su pene.

Era un sueño tener su verga en mi interior y la velocidad que imprimía para meterla y sacarla, medido con un reloj sería como cada segundo, gozaba como un poseso y deje de retenerle de los muslos para acariciar con mis blancas manos sus morenas nalgas de sedosa piel, metiendo los dedos en la hendidura que separaba las nalgas y llegar a su ano.

-Sí, sí Robin, sabe delicioso, está muy rico, qué bien me lo haces.  -se sujetaba a mi pierna mientras impulsaba su cuerpo para penetrarme,  y entonces llevo mi pie a su boca para morderme los dedos, metió el pulgar entre sus gordos labios lamiéndolo y chupando.

No iba a durar mucho tiempo a esa marcha en la que era poseído y no hacía más que gemir y gritar sin poderme contener, él no cesaba de entrar con fuerza y se metió todos los dedos de mi pie en la boca, hasta que los pelos de su barba acariciaban mi empeine.

-Me voy a correr Robin, no voy a poder aguantar más. - aspiré con mi culo para que entrara más en mí y comencé a derramar el semen por mi vientre y mi pecho.

Quedé como muerto dejando a su voluntad mi cuerpo, sintiendo sus fueres embestidas moviéndome con furia, colocó las manos sobre el colchón para emplear toda las energías en penetrarme, con los ojos cerrados con fuerza y enseñando el rojo de su boca y lengua respirando agitado, mis piernas yacían muertas pero las mantenía muy abiertas para que me disfrutara y gozara de mí, puse en cruz los brazos estirándolos, como si fuera una rana a la que están  abriendo, en este caso clavándome el bisturí de su polla por el culo.

Reía y emitía sonidos guturales, las gotas de sudor caían sobre mi pecho y mi rostro y puso una mueca salvaje en su boca, cerró aún con más fuerza sus ojos y comenzó a  temblar mientras vaciaba sus pelotas en el condón, sentía como se vaciaba llenando de semen la bolsa y me hubiera encantado recibir su semen en mi vientre, pero así era mejor.

Se dejó caer sobre mí, estábamos empapados en sudor y nuestros pechos anegados con mi semen, pero no quería que se moviera, deseaba que estuviera así un momento disfrutando de las palpitaciones de su verga en mi recto, terminando de expulsar el  esperma que aun le quedaba.

De repente se levantó sobre sus brazos.

-Sujétate a mi cuello.  –pasé mis brazos por su cuello y mis piernas por la cintura reposando en sus caderas, y primero  se sentó en la cama, luego bajó al suelo sin sacar la verga para llevarme así hasta el baño. Cuando me dejó en el suelo su pene salió de mi culo, el condón tenía una gran cantidad de esperma y estaba algo manchado, se lo retiró y envolvió en papel higiénico antes de tirarlo. Me sentía terriblemente avergonzado viendo la suciedad del profiláctico y notaba mi cara roja, no era mi costumbre dejar que me follaran sin estar muy limpio.

-Todo está bien, no te preocupes. –había notado mi confusión y para aliviar la situación dejó salir una carcajada, me sentía mejor viendo que a él no le importaba.

Nos duchamos entre risas, lavándonos mutuamente durante mucho tiempo, me gustaba admirar su piel negra contrastando con la espuma del gel, y me recordó a Ray aunque la piel de Robin eran mucho más oscura, salió cogiendo la toalla para secarse y antes de salir del baño me advirtió.

-Lávate bien que quiero comerme ese culito tan rico que tienes.  –sentí un ramalazo de pasión al imaginar su lengua, que hacía poco había tenido en mi boca, perforando y comiéndose mi culito. Puse especial cuidado en lavarme bien como me había pedido, y en aplicarme mi crema que dejo mi ano como nuevo y no hubiera tenido un misil dentro de él hacía un momento.

Cuando volví a la habitación, secando las gotas de agua de mis piernas,  Robin estaba sentado en la cama con otra cerveza en su mano, conté las latas vacías, iba por la cuarta.

Me senté a su lado y me miró con suficiencia.

-¿Te ha gustado como te he follado, me he portado bien, como esperabas?  –el ramalazo machista volvía a él, y es inevitable, a estos machos dominantes no hay quien les dome del todo.

-Ha resultado formidable pero muy rápido.  –voy acariciando su brazo cuando le hablo y le retiro la cerveza de la mano.

-Ahora déjame a mí llevar el control. –tomo un poco de cerveza y la mantengo en la boca, devuelvo la lata a la repisa y le empujo para que caiga en la cama de espaldas mirando al techo.

Me subo encima de él y voy dejando que salga de mi boca la cerveza a lo largo de su cuerpo, desde el pubis a su pecho, Me acerco a su cara para besársela con suavidad, y lamer sus gruesos labios, me entretengo en la nuez de Adán metiéndola en mi boca y lamo sus orejas, escucho el primer susurro de placer, le he focalizado un punto placentero y me centro en él chupando y lamiendo sin parar hasta que empuja mi cabeza suspirando profundamente.

Tiene poco bello en su cuerpo, y el que tiene forma una cruz, llegando de un pectoral al otro aumentando alrededor de sus tetillas abultadas y esponjosas, y bajando desde su pecho hasta los ensortijados y negros rulos de su pubis, sus sobacos son muy peludos y ensortijados, se los beso y lamo aunque con la ducha solamente noto el suave, dulzón y pegadizo olor que él despide.

Me entretengo en su ombligo lamiéndolo, cuando meto la lengua separa el culo de la sábana para elevarse y volver a suspirar, sus abdominales no están muy marcados pero si lo suficiente para desear morderlos, y antes de llegar a su cetro estiro el brazo para tropezármelo con mi mano, erguido, poderoso y potente, igual en toda su longitud y el glande en punta de flecha que asoma del prepucio, parece un mástil de bandera pero no tan alto, me conformo con sus veinte y muchos centímetros de carne caliente y recia, el pre semen que se sale hace que la punta este brillante, como un caramelo de frutas después de chuparlo, lo lamo y mi lengua no lo vence aunque aprieto con fueza, y le acaricio los testículos acunándolos en mi mano, apretaditos y morenos, recogidos en la base de su pene, no son muy gordos pero si muy duros.

Voy metiendo su verga en mi boca hasta meterla entera, le escucho rugir como un león cuando está comiendo y quiere espantar a la competencia que viene a pedir su parte del festín.

-¡Joder!, ¡joder!, que bueno, no la saques, espera.  –aprieta mi cabeza contra su polla ahogándome, enterrando mis labios y nariz en el ensortijado pelo y cuando logró sacarla, suelta un.

¡Ah, ah, ah, ah!, que mamada madre mía.  –sujeta mis piernas y tira de ellas, vuelve a ser el macho dominante, me las abre y lleva su cabeza a mi ingle para comerse mi polla. Colaboro con él para coger la mejor postura y hacernos la mamada que queremos. Su polla me sabe a gloria de un olor profundo y fuerte que va desapareciendo mientras la voy chupando.

No se escuchan más que jadeos y suspiros  y mi ano se derrite de gusto, sus dedo ahora entran del todo, dos abultan como el pene de un joven  y entran y salen de mi muy ligeros, estira su cuerpo para llegar con su lengua a mi ano, como había prometido se lo come, lo devora y su lengua lo perfora sin piedad haciéndome gritar de placer que me lleva a la locura.

Recojo con mi lengua ese delicioso precum que se derrama por mis dedos, con su textura viscosa y tranparente que brilla a la luz artificial como un diamante.

Quiero ver hasta dónde puedo llegar con él y llevo mis dedos a la boca para recoger saliva y luego los deposito en su ano, se contrae cuando lo toco y no habla aunque ha suspendido sus chupadas y me pide lo que quiere que le haga.

-Deja mi culo y vuelves a mamarme la polla.   –en lo de chuparle la verga le hago caso y vuelvo a meter su falo hasta el fondo, en mi garganta, y comienza a rugir de placer. Mis dedos siguen acariciando su ojete sin descanso. Mi lengua se movía en su glande rojo y brillante, haciendo círculos y golpeando y lamiendo el frenillo, no le concedía cuartel y a cada momento tenía que sacarse mi verga de su boca para gritar de gusto.

-Para, detente ya o me corro, te la voy a volver a meter.    –hablaba muy excitado y me sentí satisfecho de conseguir ponerle en ese estado, antes de que se retirara y como venganza metí la punta de mi dedo en su ano y le debió de gustar por el suspiro que dejo escapar de su boca abierta.

Me colocó como un gatito, arrodillado y con los codos sobre el colchón, y abrí las piernas para dejarle sitio, le dije que quería disfrutar notando como entraba en mi, que fuera despacio metiéndomela, y la fue empujando como yo quería, notaba como su verga iba entrando centímetro a centímetro, y como mi ano y recto se amoldaban a su rabo, recibiéndolo como si se tratara de un guante que guarda la mano que debe guarecer del frío.

Estaba tan excitado que deje caer mi pecho sobre la cama y empiné un poco más mi culo, llevé las manos hasta él para abrírmelo y que pudiera entrar más, toqué su verga con mis dedos y noté que no se había colocado el preservativo.

-Robin no te has protegido.  –conseguí articular.

-No importa, los dos estamos bien.  -a partir de ahí quería concentrarme en mi placer, se movía de una forma tan linda que me estremecía, me estaba haciendo gozar porque sabía follar y hacer feliz un culo, y en este caso era el mío.

Sentía un placer que me golpeaba los sentidos, indescriptible a veces de lo poderoso que era y que hacía que mi culo apretara su polla y la abrazara sin querer,  mientras sus cojones, ahora un poco colgantes, golpeaban en la entrada de mi ano de una manera rítmica y única haciendo sonidos húmedos.

Mi espalda se arqueaba a veces, cuando me metía profundamente la verga llegando con el glande a mi estómago, y era tal la locura que forcé mi ano a apretar con fuerza su verga en tremendos espasmos entorpeciendo la follada, notaba salir jugos que me corrían por las nalgas y pensé que se había ido sin darme cuenta, me centré pensando solo en mi, en ese placer que me corría por las pantorrillas hasta el culo y del culo hasta el estómago, me había corrido sin que saliera mi semen en un orgasmo seco y caliente.

Era increíble y me estremecía todo incontrolable, podía mantenerme en mi postura porque él apretaba muy fuerte  mi cintura y caderas, los temblores fueron pasando y mi polla seguía tiesa y dura como una piedra sacando hilos de pre semen.

Volvió a meter y sacar su largo falo, y jugaba con él  rotando a veces lass caderas y otras dándome estocadas de muerte que me estaban haciendo que suspirara de nuevo, y volví a sentir esa descarga eléctrica que recorría todo mi cuerpo cuando comenzó a llenarme de leche, cálida y abundante que corría por mis entrañas. La mía se perdió en las sábanas.

Apoyó todo su peso en mi espalda y volvía a estar sudado, respirábamos con dificultad muy agitados. Sin sacarla de mi culo logramos darme la vuelta y que yaciera sobre mí, mirándonos a la cara, bajo su rostro y era tan divino el sentir sus labios sobre los míos besándolos muy suave y echándome su abrasador aliento soplando entre jadeos, cuando elevaba la cabeza me miraba con lujuria, pensé si aún tendría más ganas y fuerzas para continuar.

En ocasiones se movía para que notara su verga aun dura y muy adentro, con sus labios sobre los míos y besando con lentitud toda mi cara, su nariz se metía en mi oído cuando besaba mi oreja rozando los pelos de su barba sobre ella, yo continuaba gimiendo placenteramente ante sus manifestaciones de cariño.

Me deleitaba mordiendo sus carnosos labios, intercambiábamos besos y  volvíamos a introducirnos las lenguas para besarnos apasionadamente, y su cetro comenzó a salir de mí, a escurrirse de mi interior quedando entre mis piernas, dejándome vacio pero contento, sintiendo como lo que me había dejado dentro escurría de mi ano abierto.

Besé su cuello, el sudor le había dejado un olor muy profundo a macho limpio. Empezó a besar todo mi cuerpo, sin dejar un milímetro de lamer con sus gordos labios y limpió los restos de semen de mi glande metiendo la punta en su golosa boca.

Nos duchamos sin hablar, disfrutando mientras expulsaba su semen de mí, no me extrañaba que hubiera hecho un negrito tan bello porque a mí me había preñado a base de bien, y volvimos a la cama, y recostado sobre la cabecera no dejaba de tomar cerveza hasta que terminó las seis que había llevado.

-Robin tienes que marchar a tu habitación.  –acariciaba su pecho mientras le hablaba, enredando mis dedos en su acaracolado bello y pasando las puntas de ellos por sus erectas tetillas.

-Podríamos dormir juntos y si nos despertamos a media noche…, seguir follando, ¿no te apetece?  -se sujetaba la polla con una mano, moviéndola de un lado a otro. La cogí ente mis dedos para que parara de moverla y jugar provocativamente con ella.

-Tenemos que dormir y esto se terminó.  -se levantó sin responder obedeciendo mi petición, y recogió las latas vacías para meterlas en la bolsa, la crema y la caja de condones siguieron el mismo camino. Se iba a poner su pantalón y se lo impedí para agarrarle la verga y besarla por última vez.

-Daniel, ha resultado estupendo, sabes follar y dar placer como nadie me ha dado, ni hombres ni mujeres y te diré que he follado mucho.  –tuve que sonreír por su pícara respuesta.

-Tu tampoco has estado mal, nada mal, ¿sabes que eres el primer negro que me ha follado?, en realidad el primero con el que he estado en la cama. Me ha encantado pasar este rato contigo.

-¿Repetiremos mañana?  -me encogí de hombros como respuesta, le notaba renuente para marchar pero al fin abrió la puerta y salió.

Cuando quedé solo, medité sobre lo que había ocurrido, lo había pasado estupendamente y Robin me había hecho gozar como todo un macho semental bien entrenado en follar, pero había querido olvidar mis recuerdos, entregarme a la lujuria para descansar la mente y no lo había logrado. El recuerdo vívido de Nico y Gonzalo no me permitía descansar,  solamente los lograba apartar en esos pequeños momentos de lujuriosa entrega al sexo salvaje y fugaz.


Bajé a desayunar, antes, mientras me preparaba estaba pensando en lo que sucedió la noche pasada con Robin, no podía dejar de dar vueltas en mi cabeza a mi proceder y  no estaba muy seguro sobre lo que habíamos hecho, dejando aparte mi ansiedad por olvidar, si había sido correcto, no por el acto en sí, si no porque era mezclar el trabajo con el placer sexual. Mis escrúpulos desaparecieron cuando Robin me sonrió y me hizo un gesto elocuente que interpreté de deseo.

Habían llegado algunas personas directivos de la empresa, imaginé que lo serían ya que había visto a uno de ellos en Béthune,  o bien venían a analizar lo que hacíamos y a hablarnos. El mismo visitante que conocía se dirigió a mí, me llevó aparte, quería saber si me sentía capaz de realizar la presentación de uno de mis proyectos en la empresa para el grupo.

Mi contestación fue un encogimiento de hombros, no veía problema alguno aunque me sentía inseguro y nervioso por no tener tiempo para prepararlo ni ayuda con diapositivas, me rogó que fuera pensando de qué hablaría para cuando bajara de la habitación para iniciar el trabajo.

No tenía que darle muchas vueltas, y tampoco demasiadas opciones, podía escoger entre hablar de un día laboral cualquiera, el reciente implemento de mejora en la depuradora, los nuevos sistemas de filtrado o alguno de los procesos que estábamos haciendo en la planta de pruebas.

Después de lavarme la boca bajé al aula que teníamos dedicada. No voy a valorar mi exposición pero el responsable me felicitó, había elegido hablar sobre la depuradora que dominaba más, también me pidió que en otra ocasión no fuera tan rápido al hablar, sus consejos no faltaron.

Nos dieron un picnic para comer en ruta y ropa para andar en el agua, subimos a  nuestras habitaciones y nos cambiamos en un momento, este día tocaba perderse en el monte, o en la selva, en algo que tenía que ver con la supervivencia, salía a veces el sol y teníamos mejor temperatura que los días pasados pero hacía un frío endiablado. Un autobús nos esperaba y partimos.

Nos repartieron en grupos y cogimos diferentes caminos, nos encontraríamos en un punto conocido por los monitores. Tuvimos que caminar por el lecho de un río que no llevaba mucha agua, resbalándonos sobre las piedras y me caí en un par de ocasiones. Pasar por una zona pantanosa con zonas anegadas, y arenales que temía terminaran por tragarnos, solamente descansamos para comer lo que nos habían entregado sentados sobre unas piedras y continuamos con nuestras exploraciones.

Fueron momentos muy duros, para mí penosos,  también agradables y llenos de espontáneas risas reconociendo nuestra torpeza, Robin estaba en nuestro grupo, ayudaba a las chicas y a mí también, haciendo que se me subieran los colores a la cara al tratarme como si yo fuera una de ellas, aunque solamente yo me diera cuenta.

Cuando nos encontramos de nuevo con el resto de los grupos, eran más de las siete y teníamos que caminar hasta el lugar donde nos esperaba el autobús para volver, pero al fin suspiré aliviado. Se desviaron de la carretera para llevarnos a un restaurante rústico donde nos darían la cena, nos esperaban allí los directivos de la empresa que había estado a la mañana.

Descansamos un rato en el bar, todos estábamos rendidos y caímos en los sillones agradecidos. El ambiente fue cambiando y se animó cuando empezaron a beber y a sentir el calor de la enorme chimenea, el cansancio desapareció como por ensalmo, como si nos hubieran embrujado.

Durante la cena nos habló uno de los visitantes, sobre lo que empresa esperaba de nosotros, en una charla aburrida que resulto un simple monólogo, nos comunicaron que mañana, jueves a la tarde, llegarían algunos de nuestros mentores para hablar con nosotros de nuestros proyectos. Todos estaban ya desinhibidos y las risas salían atropelladas y muy fuertes.

Llegamos al hotel a las once de la noche y reinaba la alegría, imagino que de la camaradería que se había generado ayudada por la abundante bebida. Subí inmediatamente a mi habitación para quitarme la ropa tan molesta y estar bajo la ducha una hora entera.

Esperaba la visita de Robin y me había limpiado en la confianza de que llegara, a pesar de que yo mismo me censuraba, deseaba volver a ser suyo y que me tomara, debí equivocar sus señas, no se presentaba y no me hubiera molestado en absoluto, al contrario, me ponía muy cachondo y excitado recordar su fuerte cuerpo, sus labios calientes y gordos, y la fuerza y dureza de su pene, sin duda deseaba volver a estar como la noche pasada entre sus brazos.

Decidí aprovechar el tiempo y abrí el ordenador, para escribir una reseña de lo que iba sucediendo, llevaba varias páginas escritas y me sentía cansado, me forcé a seguir escribiendo para que no se me olvidara nada. Llamaron a la puerta e imaginé que sería Robin y así era, dejé la puerta abierta para que pasara, llevaba puesto solamente una camiseta y pantalón corto muy ancho con muchos bolsillos de gruesa tela.

Volví al ordenador para terminar el párrafo que estaba inacabado y cerrarlo, se colocó a mi lado y se inclinó para ver lo que escribía, como había algo que se refería a él y no quería que lo leyera, cerré el programa y apagué la máquina.

Pasó sus manos por mi pecho desde atrás y acarició mis tetillas que se pusieron duras con su contacto, se inclinó para besarme el pelo.

-Sigues oliendo muy bien y a caramelo.  –sus manos acariciaban mi cuello y barbilla, me sujetó por los sobacos y me elevó de la silla.

-Me tienes esclavo de ti, si  no hubieran estado los demás te hubiera follado cuando te caíste en el río.

Apartó la silla con el pié y me abrazó, bajé mi mano para pasarla por el bulto que apretaba contra mí.

-¡Jolines como estás ya!  -no hubo respuesta de palabra, me levantó en sus brazos, como si fuera una novia, y me llevó hasta la cama con prisas. Tenía urgencia y se le notaba.

Se tiró encima de mí y me devoraba con la boca intentando arrancar la chaqueta de dormir, temí que rompiera los botones.

-Para, detente Robin, ya me la quito yo.  –me sentía halagado por su urgencia y despertar ese deseo en él, hoy no había plan de conquista, sabía que era suyo por un tiempo y que podría hacer lo que quisiera conmigo hasta saciarse.

Ya me tenía desnudo y me abracé a él, pasé mis piernas por su cintura y mis brazos por su cuello para apretarme a su cuerpo, riendo y excitado por la emoción de sus besos que más que besar chupaban.

Repegaba mi cuerpo para sentir su polla sobre la mía aunque me molestaba su pantalón de dura tela y los bolsillos.

-Quítate la ropa, quiero tenerte desnudo.  – le dije ya nervioso. Dejó de besar mi pecho y de morder mis tetillas, y con las manos temblorosas se quitaba el pantalón y la camiseta, no llevaba ropa interior, venía preparado para ahorrar tiempo.

Me besaba el cuello y decía lo bueno que estaba y como me iba a gozar.

Comenzó a pellizcarme los pezones mientras murmuraba que tenía un culo muy rico, que se la sabía apretar, que le tenía loco de placer y que era su rica putita y muchas cosas de esta índole.

Llegué con mi boca hasta su rica polla y pasé mis labios por el vello de su base oliendo profundamente, palpitaba y brillaba por el lubricante natural que salía de su uretra a raudales.

La metí en la boca sin dudar y empecé a hacerle una mamada que no fuera capaz de olvidar en su vida, me esforzaba en hacerle gozar metiendo su verga hasta el fondo y teniéndola en lo más profundo de mi garganta hasta que tenía que sacarla para respirar, Robin gemía de placer acariciando mi pelo.

-Así, la mamas mejor que nadie, dale, dale. –me animaba a seguir chupándole la verga, aspirando más y más y acariciando sus testículos duros y peludos.

Me sentía emocionado y disfrutaba un montón, había aprendido a manejar mi boca y mi lengua para dar placer, me encantaba darme cuenta de que disfrutaban conmigo, cuando comía sus pollas y me pedían más hasta que terminaban por correrse.

Tenía cansada la boca y no quería que se vaciara tan pronto, también él me tenía muy excitado con sus largos dedos jugando en mi ano, entrando y saliendo de él dilatándolo.

-Dame tu verga, no aguanto más sin ella. –me obedeció al instante y tiró de mis  piernas, las subió sobre sus hombros y se inclinó hasta llegar con su nariz a la entrada de mi culo donde la rozó oliéndome, y luego puso sus labios aspirando, queriendo sacarme las tripas con lo fuerte que chupaba.

Era desesperante el frenesí al que me arrastraba y arañaba las sábanas de la cama, se puso de pie y tiro de mis tobillos elevándome el cuerpo, dejando solamente como apoyo mis hombros sobre la cama, pasó una de sus piernas sobre la mía y se colocó a modo de tijera, desde arriba escupió sobre mi ano y acertó, sentía como escurría hacia mi interior la saliva, coloqué mis manos en mis caderas para soportarme como quería él que estuviera para metérmela.

Miraba hacia arriba y veía sus ojos fijados en mi ano y en su polla que agarraba para orientarla a mi culo, la embocó y comenzó a dejarse caer encogiendo las rodillas, su verga iba entrando en mi abierto culo hasta el final, y cuando sus testículos colisionaron con mi periné se detuvo para mirarme, mis ojos estaban abiertos como platos, sentía la delicia de su verga palpitando en mi recto profundamente metida.

-La tienes toda para ti, ahora eres mía.  –a veces me trataba en femenino, y cuando lo hacía mi corazón latía más deprisa. Resultaba posesivo, exigente y agresivo, tenía que sentirse más macho al verme como mujer.

-Sientes mi verga, la notas como está en tu interior.  –era incapaz de hablar y le decía que sí con gestos, se sujetaba de una de mis piernas, la otra danzaba en el aire, algunas veces le rozaba y la apartaba de sí como si le molestara centrado en perforarme.

Comenzó a flexionar las rodillas para salir y la sacó hasta el capullo del glande, de golpe dejó caer su cuerpo con fuerza enterrando su polla en mi culo y así una y otra vez, primero lo hacía lentamente y luego con rapidez, cada vez que caía me hacía estremecer, se cansó y desenredó las piernas, sin salir fue deslizando su cuerpo a la vez que el mío hasta terminar tendido sobre mí de frente.

Apoyé las plantas de los pies en la cama e impulsé mi cadera hacia él volviendo a meterme su polla.

-¿Quieres que te siga follando?

-Sí, sí, dame más fuerte, mátame.  –soltó una risita seca y beso mi boca metiendo su lengua a la vez que comenzaba a bombearme con violencia y rapidez.

-¿Así te gusta?, ¿así?, ¿así?  -parecía haberse vuelto loco y me estaba volviendo a mí.

-Sí, sí, me voy a correr, me voy a correr ya, yaaaaaaaaaa.  –la baba se deslizaba por la comisura de mi boca, elevé la pelvis y de mi polla empezó a manar el semen, me mareé y lloraba gimoteando muerto de placer, agitado por las convulsiones que movían mi vientre en una tensión muy fuerte contrayéndolo.

Cuando me calmé y abrí los ojos encontré los suyos, seguía metiendo y sacando la verga pero despacio, como disfrutando de verme así, rendido y totalmente entregado a él.

Recogió el esperma  de mi estómago con su mano y se la llevo a la boca, lamió un poco mientras me miraba lujurioso.

-Tu leche sabe bien, es rica.  –comenzó a reír y llevó su mano a mi cara y la paso por ella, dejó mi rostro lleno de esperma y volvió a recoger el resto llevándolo a mi boca, metió sus dedos en ella para que se los limpiara.

Me miraba con una sonrisa rara  mientras chupaba, de sus dedos, mi saliva que le había dejado y el semen que aún le quedaba goteando entre ellos.

-¡¡¡Eres un puto vicioso como yo!!!  –me lo dijo con una risa contenida, y aceleró sus movimientos follándome con muchas ganas, yo acariciaba sus muslos y sus costados, tiene una piel muy fina y da gusto acariciarla, y miraba sus gestos de placer y como ponía los ojos en blanco.

-¡Ya!, ¡ya me viene!, prepárate.  –gritaba y alguien le podría oír, pero eso en este momento no nos preocupaba.

Se le escucho un ruido sordo, como un grito sofocado por su boca cerrada, sus dientes mordían su labio inferior y comenzó a temblar. Sentía el correr de su semen en mi recto, expulsado por su verga entrando y saliendo hasta el fondo de mi vientre, y cayó sobre mí sofocándome, temblando sin dejar de vaciarse.

Unos minutos después pasaba mis manos por su espalda maravillándome de su fuerza y las llevé hasta sus glúteos, jugué allí buscando su ano que acaricié, levantó la cabeza para mirarme.

-Al final acabarás follándome tu a mí.  –casi no podíamos respirar pero nos reímos.

-Creo que no lo hago mal, si quieres probar también yo puedo darte polla y no te haría daño.  –su risa hacía que su verga fuera saliendo de mi.

-Y además resultas convincente. -me miró directamente a los ojos, creía ver cierto cariño, o quise interpretar así el brillo de sus ojos, y que todo no se reducía a sexo.

-Tu exposición de esta mañana ha sido magnífica, como si lo estuvieras viviendo tú.  –me sonreí cuando besaba mis labios.

-Así es. Resulta fácil de explicar porque lo vivo todos los días, solo contaba la realidad pura, no me gusta inventar.

Seguía jugando con mi esfínter, disfrutando al dejar salir su semen muy despacio, pero no quería manchar la cama más de lo necesario.

-Tenemos que lavarnos, mi negro.  –le hicieron gracia mis palabras y volvió a reír mientras tiraba de mi para levantarme.

Era muy tarde y sofocábamos nuestras risas, bastante habían sido nuestros gritos anteriores, jugábamos con el agua y el gel y de repente se dio cuenta del semen que caía al suelo de mi ano. Me abrazó estrechándome con fuerza.

-Qué erótico, mira como me la has levantado otra vez.  –no se la podía ver porque estaba detrás de mí, giré la cabeza  y atrapó mi boca con sus labios mientras metía su verga dura entre mis piernas.

-¿Puedo? ¿Me dejas que te la meta?  -apoyé las manos en la pared y levante mi culo con las piernas abiertas.

-Soy tuyo, métela.  –sin más la dirigió a mi ano y empezó a empujar, mi recto estaba perfectamente lubricado, con parte de su corrida anterior aun dentro de mí y me penetró como un cuchillo entra en la mantequilla.

Me agaché un poco para que mi culo subiera a la altura perfecta de su verga. Me tenía sujeto por los hombros y tiraba de mí separándome de mi apoyo en la pared, mi cuerpo se curvaba de la fuerza que ejercía y yo tiraba mi culo hacia su pene.

Puso sus manos sobre mis caderas agarrando de ellas y me follaba muy fuerte, comencé a sentir placer y mi polla volvió a erectarse, estaba en una entrega total, como una puta sumisa y él se notaba muy macho bufando detrás de mí, era un momento de éxtasis donde resultaba difícil respirar.

Aumentó la velocidad de sus entradas hasta que se quedó clavado tiritando detrás de mí, y se vació entero, totalmente dentro de mí, y yo eyaculaba con fuerza sobre la pared de donde escurrían los regueros de leche hasta el suelo.

-Te mueves como un bailarín Daniel, me vas a vaciar, quiero tu culo para mí.

Sonreía sin poderle responder,  intentando recuperarme pero tirando el culo hacia atrás para que no se saliera de mí, cuando sacó su miembro sentí que me picaba el culo, las sucesivas folladas habían destrozado mi ano.

Me lavó con suavidad y yo lo hice con él, me gustaba ver como brillaba su piel negra con el agua, no me cansaba de observarle y sentir la suavidad y dureza de su carne en mis manos.

Esta vez no me pidió dormir conmigo, en la puerta me besó al salir, y los remordimientos volvieron a atormentarme cuando me metí en la cama quedando solo.

-Gracias Daniel.

Pasé el resto de la noche durmiendo como nunca después de jurarme que tenía que terminar con mi vida depravada aunque sabía que volvería a caer en el deseo carnal, estaba rendido, destrozado y con un leve picor en el ano a pesar de haberme dado la pomada que hace maravillas en él.

Continuará…