36.1 El padre de Rayhan
-Quiero mamártela putito travieso, si seguimos así no voy a llegar a tiempo. me suelta y me doy la vuelta para comenzar a quitarnos la ropa, en unos segundos estamos desnudos.
Cuando salía esta mañana para el trabajo, después de haber desayunado con Ray un maravilloso té, que no sé de donde podría haberlo sacado, al salir al aparcamiento, lo primero que vieron mis ojos fue a su padre, imponente con su cuerpo de gigante, situado a un costado de mi coche y mirando fijamente hacia la puerta del estudio.
Tuve un ligero sobresalto causado por la sorpresa y la fijeza con que miraba a su hijo. Se podría pensar que estuviera enfadado por haberse quedado a dormir en mi casa, y contrastaba con su forma de comportarse cuando en otra ocasión había sucedido lo mismo.
Descarté que fuera ese el motivo de su severa mirada, y quedó como una incógnita en mi cerebro que tendría que resolver en algún momento, preguntando a Ray o continuando observando.
Su saludo fue cortés como siempre y cuando salía por el portón, en el espejo retrovisor, les veía hablando agitando las manos como si su charla fuera más una discusión.
Había tenido pesadillas durante la noche, no recordaba los posibles motivos salvo que era calmado por los brazos de Ray que me apretaban y sus tiernas palabras y tibios besos.
El día fue transcurriendo sin novedades importantes hasta que a la tarde recibí una llamada de mi mentor en Barcelona. Estuvo preguntándome por mis trabajos y cómo se me resolvían las dudas. No podía decir nada negativo, esa era la verdad y por mis explicaciones entendía que quedaba conforme.
El motivo principal de su llamada no era para interesarse por mi proceso de aprendizaje, quería que me fuera preparando porque debía pasar algunos días en Barcelona, tienen allí, en terrenos de la fábrica, una planta piloto donde hacen las mismas pruebas que nosotros y deseaba que hablara con los responsables de la instalación, según él, para intercambiar pareceres.
Asumí que debía ir, como es lógico, pero le dije que lo iba a consultar con mi jefe. No le gustó mucho mi iniciativa y respondió que eso ya estaba hablado y que esperara las órdenes sobre la fecha en que debía viajar allí.
Me despedí esperando recibir sus instrucciones y a la vez me dije que debía hablarlo con mi jefe aunque él ya lo supiera. Seguía pensando que esas dos personas no se llevaban muy bien.
Continuaba esquivando la llamada que ya tenía que haber hecho a Nico, para informarle del estado de Ál y no podía retrasarla mucho más, tenía derecho a saber y así se lo había ofrecido antes de marchar.
Tenía dos asuntos sobre los que pensar de momento, preguntar a Rayhan sobre la actitud de su padre, por si tenía algo que ver conmigo y buscar la manera de comunicarle a Nicolás lo de Ál.
Aproveché el que Ray saliera a recoger mis cosas al coche para decirle que quería hablar con él en privado. Saludé a Denís que estaba mirando algo en su ordenador, Ray se puso su anorak y salimos a la calle. El mejor lugar para poder hablar era en el local de herramientas. Como iba serio y aún no le había dado un beso me miraba cohibido sabiendo que algo raro pasaba.
-Ray, tu padre no estaba hoy como es normal en él, ¿sucede algo que yo deba saber, que me competa? –se debía de creer que era otra cosa la que le iba a preguntar porque sonrió aliviado.
-No tiene que ver contigo, para nada, me habías asustado viéndote tan serio. –se acercó y me abrazó dándome un beso fugaz en los labios porque retiré mi cabeza.
-No te vuelvas a poner tan severo conmigo, creía que se me salía el corazón porque hubiera hecho algo que no te gustara.
-¿Y entonces por qué discutíais esta mañana? -me estaba metiendo en terrenos que no me competían y la curiosidad me podía, se me quedó mirando apartándome de él pero sujetando mis brazos.
-No discutíamos, es solamente que no quiere que vaya con algunos chicos del barrio, no le gustan. –me suelta y mete las manos en los bolsillos de su anorak con un gesto contrariado.
-¿No puedes atender lo que te pide?, tendrá motivos para que te diga que no andes con ellos. –le veía nervioso pegando pataditas a algunas ramas que había en el suelo.
-Daniel, si casi no les veo, en realidad no tengo tiempo, estudio en la uni, le ayudo en su trabajo y todo el tiempo restante estoy con Denis y contigo. Tiene miedo de todo lo que me pueda pasar y no soy un crío, ellos pueden meterse en problemas pero no cuentan conmigo. –parecía frustrado y le abracé.
-Bueno, pues no pasa nada, si es así no tienes de que preocuparte. ¿Quieres que hable yo con él, con tu padre? -no me contestó de palabra pero niega con la cabeza como si estuviera hablando de un caso perdido.
Volvemos al estudio, trabajamos cada uno en lo nuestro tomando una de esas tazas de té tan rico que Ray prepara. Quiere volver a quedarse a la noche en el estudio, para acompañarme y dormir en mi cama.
-No Ray, cuando es necesario no me importa, pero antes has dicho que tú no eres un crío, yo tampoco. –no vuelve a insistir y un rato más tarde se marcharon.
Y como al toro hay que cogerle por los cuernos, voy al lavabo para mojarme la cara y serenarme para hacer la llamada a Nico.
-¡Hola!, ya estoy aquí. –suena un ¡ufff! de tranquilidad.
-Y acabas de llegar en este momento. –no puede ocultar cierto retintín en el tono e inmediatamente. –perdona Daniel, estaba inquieto, no quería llamarte pero ya no podía aguantar más, creía que te había pasado algo malo.
Una vez que termina con su disculpa le digo suavemente, si eso pudiera ser explicado así, el estado de Ál y todo lo sucedido en Londres. Hay un corto espacio de ominoso silencio.
-¿Cómo estás tú?, tenía que haber estado a tu lado. –Nico está preocupado por mí más que por mi amigo.
-Sí, ahora lo sé, tenías que haber estado allí conmigo. Rayhan me fue a buscar a la estación y pasó la noche a mi lado y estoy bien. –otro silencio más largo.
-Puedo coger unos días de fiesta y estar ahí, a tu lado. –le noto preocupado pero no hay motivo y los dos tenemos obligaciones en nuestros trabajos.
-Mira Nico, Ray quería quedarse también aquí esta noche, pero no es necesario, de verdad, cometí un error pero ahora tengo que volver a mi rutina sin molestaros.
Hablamos un poco más y le adelanto que en unos días tendré que ir a Barcelona y luego ya nos despedimos.
-Llámame cuando sepas algo de Londres, que no me coja de sorpresa si hablo con Carlos. Cuídate Daniel.
Le ha faltado el “te amo” en su despedida, y he podido intuir que no le ha gustado que Ray pasara la noche en el estudio a mí lado.
Esta mañana el saludo del padre de Ray es como siempre, amable y atento, permanece a mi lado mientras entro en el coche, su gran volumen impone en un principio, luego te vas dando cuenta de que es sencillo y afable, conmigo diría que casi cariñoso, tiene ese algo de Ray que intimida y a la vez despierta atracción y simpatía hacia su persona.
Antes de comenzar las reuniones de trabajo hablo con André mi jefe, es cierto que ya conoce la noticia de mi viaje, pero creo que le gusta el que se lo haya consultado y pedido su aprobación.
Me dice que cuando sepa la fecha y el programa hable con administración, para que me preparen los billetes de los vuelos y la reserva del hotel.
Al mediodía llamo a Rafael para saber si a la tarde va a estar en la piscina. Se alegra de saber que estoy aquí, pero -que ya me vale el no habérselo comunicado antes-, una reprimenda sin importancia que me llevo, tengo la opción de cortar la comunicación, no lo hago pero me despido con rapidez.
Es a la tarde cuando recibo un correo de Barcelona, me esperan el lunes en las oficinas que tienen en la ciudad, tengo que viajar el domingo para estar allí ese día a primera hora. Paso la nota a Administración para que realicen las reservas que necesito.
A la tarde encuentro a Rafael en la recepción de las instalaciones deportivas, como siempre está alegre, comiéndome con los ojos mientras me voy acercando, me pregunta por el viaje y le pido hablar con él en la cafetería, quiero decirle lo que hay referente a Ál pero mirándole a la cara, en una conversación seria.
Le ha impresionado la noticia, y su proverbial espontaneidad y sencillez para reír y hablar de cosas sin importancia y banales se ve mermada. Es un ser lleno de vida y a veces es inevitable que se le escape alguna broma durante el tiempo de ejercicio, y luego me mira avergonzado, tengo que sonreírle para animarle quitándole importancia.
Cuando llegamos al portón y mientras la puerta se abre, me mira para despedirse.
-¿No quieres que hablemos y estemos un rato juntos? –a mi mismo me extraña mi ofrecimiento, coloco mi mano sobre su muslo y le acaricio esperando su respuesta.
-No lo sé, con lo de tu amigo no tendrás ganas de nada. –alargo mi mano para llevarla a su entrepierna y aprieto el bulto que se le nota.
-Estar un rato juntos no quiere decir necesariamente que tenga ganas de tu pene o que no sea prescindible, pero podría ser que lo quisiera y entonces no habría problemas, déjame que sea yo quien decida. –entramos en el patio y dejamos el vehículo, sale Ray a la puerta, no hace falta que me ayude está Rafael y es suficiente, lo hace viniendo con un paraguas porque se ha puesto a llover.
Colocamos mis cosas y nos despedimos de Rayhan, Denís llegará de un momento a otro y le dejamos esperando. Antes de llegar a la casa de Rafael tenemos que parar en una cafetería para guarecernos de la lluvia que cae en ese momento y el final llegamos mojados, como cuando salimos del agua en la piscina hacía poco tiempo.
Tiene que dejarme un chándal suyo mientras el mío se seca colocado encima de un radiador de calefacción, trae una toalla y seca mi cabello con delicadeza, nos llega la música de alguna habitación de sus compañeras que la tiene a un volumen excesivo.
-Te comería ahora mismo. –en lugar de responderle ahora soy yo el que seca su cabeza y le ayudo a desprenderse de la ropa mojada, preocupado en atenderme a mí él continúa con su ropa húmeda. Sujeto su rostro con mis manos y beso sus labios.
-Venga, ponte algo de ropa, te vas a quedar frío. –me tiendo en la cama y le miro mientras se cambia, podía haberse quedado desnudo y meterse en la cama, pero no, se pone unos pantalones y camisa y se tumba a mi lado. Me giro hacia él y acaricio su mejilla con el dorso de mi mano, él me abraza con mucha fuerza apretándome contra su pecho.
-Me calientas Daniel, te deseo, y no puedo evitarlo. –siento como su pene se erecta pegado a mi pierna y se separa para mirarme con una sonrisa tan pícara que lo dice todo.
-Yo también lo quiero Rafael. -me da besitos en los labios muy cortos.
-¿Qué es lo que quieres bebé? -ahora me separa para mirarme lujurioso y haciendo que me ponga rojo avergonzado, quiere que se lo pida expresamente.
-Esto, quiero esto que tienes aquí. –le coloco la mano encima de la verga.
-Mi dulce putito goloso, resultas increíble y das ganas de vivir como nadie. –me separa las nalgas para llegar con sus dedos a mi anito y lo acaricia muy suave.
-No habría nada malo en que hiciéramos el amor, mi amigo está muy mal y lo siento, no sabes de qué forma, pero le quiero a él que está enfermo y te quiero a ti que estas sano.
-Somos seres humanos que no terminamos de acostumbrarnos al dolor, a la muerte, y lo rechazamos aterrorizados, aunque forme parte de nuestra esencia, de nuestro ser.
-Necesitamos del calor y el cariño de los que nos rodean para sentirnos vivos, y de los besos y caricias, y del sexo como consumación, cuando es una muestra de amor que se nos entrega para mitigar el dolor es el mejor signo de vida.
He hablado muy despacio, buscando las palabras en mi cerebro. Dejo de susurrar en su oreja un momento para mirarle, nuestras miradas se cruzan, está pensativo y con desgana retira la mano de mi culo.
-Mi amigo es de esta forma y él piensa de esta manera, el mejor homenaje que sus amigos podemos hacerle no es llorarle, lo haremos y mucho, pero nunca le agradaría que por su causa dejáramos de vivir nuestras vidas con todo lo bueno que se nos ofrece.
Le besé con cariño infinito y con ternura. Sabíamos, los dos, que no habría sexo en esta ocasión aunque lo deseábamos ambos.
-¿Quieres venir mañana a la disco?, voy a visitar a mi amigo. –se queda un momento dudando.
-Lo siento voy un poco retrasado y tengo que preparar un trabajo con otros compañeros, ¡ya me gustaría ir!, pero de verdad no debo. –parece genuinamente sincero.
-No creía que tuvieras tanto interés por tu trabajo, me alegra, si tienes otras obligaciones no vengas.
-Aun no me conoces, tengo muchos rincones ocultos, querido mío.
No ha habido sexo pero nos hemos querido, nos hemos besado con delicadeza y al final hemos reído jugando y revolviendo la cama, retozando como dos jóvenes cachorros de león.
Me presta un paraguas que pide a una de las chicas y no le permito que salga a la calle para acompañarme. Los chicos están preparados para marchar cuando llego al estudio, escucho música mientras hago mis deberes antes de meterme en la cama.
Reina una intensa niebla que cubre el jardín, el padre de Rayhan me abre el portón y pienso que debo tener prudencia. Hay trozos del recorrido que están libres del blanco manto, a veces impenetrable y que obliga a conducir despacio.
El trabajo es muy intenso y me esfuerzo las horas que paso en la planta experimental analizando el proceso de los reactores, al parecer motivo de mi viaje a Barcelona, analizo una vez más todo el detalle de los procesos en pruebas. En los jardines, entre los edificios, quedan aún restos de nieve helada que no termina de desaparecer por las bajas temperaturas, pero los caminos que unen las distintas naves de fabricación están despejados.
Cuando llego de vuelta a casa Ray viene a mi encuentro pero no sale del estudio, debe habar estado realizando algún trabajo de mantenimiento y está en la calle. Permanece conmigo mientras me preparo para vestirme de calle, y me prepara dos rebanadas de pan con queso extendido, me pela dos mandarinas y un yogurt, como si cuidara a un chiquillo. Me lavo la boca y voy a la sala para trabajar un poco. Ray se había puesto a mirar un tocho de fotocopias y ahora me mira.
-Estás muy guapo. –le saco la lengua provocativo.
-Ya me lo has dicho otras veces, muchas.
-¿Y qué si es la verdad? -voy donde él para besarle.
-Ahora vamos a trabajar un poco, antes de que me vaya, ¿no va a venir Denís?
-Luego vendrá, necesito un chico guapo a mi lado en algún momento del día.
Sonrío entendiendo su indirecta pero me enfrasco en lo mío sin responderle.
Es la hora de mi marcha y Denís no ha llegado, dejo solo a Ray estudiando y esperando al muchacho. Cuando entro en la disco voy directo a las mesas del fondo, saludo a los que están allí y en la barra pregunto por Evans, no ha bajado aún y está en su casa o los pisos superiores. Decido esperarle abajo mirando el espectáculo y como la sala se va llenando.
Estoy bebiendo el agua con agujeritos, tónica con limón, que me han puesto y alguien sujeta mi brazo.
-¡Hola, Telmo! -éste me da dos besos y se sienta a mi lado.
-Invítame a tomar algo, se supone que debo entretener a los clientes, tenerlos contentos y que consuman. –suelta una suave risita.
-Lo que tú quieras. –llamé al barman para que le atendiera. –Esto parece un poco desangelado.
-Es pronto aún, ¿no ha venido tu amigo Rafael? –mira atentamente los alrededores.
-No ha podía venir hoy, tenía que preparar algún trabajo, ¿te gusta ese chico? -permanece en silencio y luego bebe de su vaso.
-¿Y qué importancia tiene? No, no me gusta, es gracioso y me hace reír. Los de mi condición estamos para dar placer, un puto no debe tener sentimientos o lo pasaría mal.
Quiere parecer irónico e intenta esconder una amargura terrible, pero continua hablando.
-Dejarte follar por el cliente que pague tus servicios, hacer lo que te pida, lo que sea y que a él le deje satisfecho para que vuelva otra vez, aunque sea el mayor hijo de puta.
-Lo siento, de verdad que lamente haberte provocado a hablar. –sujeto su mano que ha dejado el vaso sobre la barra.
-Tú no tienes la culpa de nada, y también hay clientes que no miran solamente que ellos lo pasen bien, como ese otro amigo tuyo, el poli, el madero, es un bruto pero sabe contenerse.
-Si te estás refiriendo a Faustín no es amigo mío, es un simple conocido. –me mira fijo y aprieta mi mano.
-Me dio la impresión de que era amigo tuyo, una vez te nombró y me pareció que siente por ti una profunda admiración. No tienes que hacerme caso, no tengo datos objetivos y él no es muy hablador. -se levanta del asiento.
-Creo que debo comenzar mi trabajo, me están haciendo señas y llamando.
-Telmo,¿ y tú?…, ¿qué tal con Faustin? -se queda unos segundos pensativo.
-Como cliente es de los mejores, no es tierno, a cambio no me pide cosas raras y me hace disfrutar cuando quiere, tiene un pene prodigioso, es de los pocos que se preocupa del puto que está montando aunque no es siempre así. –una sonrisa cruda, de odioso sarcasmo ensombrece su rostro tan bello, otra vez la amargura le come por dentro. Se va a alejar y le retengo sujetándole, le atraigo para envolverle en mis brazos y besar con afecto su mejilla.
Deseo que todos sean felices, todo lo que me rodea y eso es imposible, unos sufren de una forma, los demás de otra manera. Cuando Evans viene donde mi, escondo mi cabeza en su pecho en el abrazo que me da.
-A ver qué es lo que te sucede ahora. –pasa su mano por mi espalda y me da palmadas suaves.
-Nada, nada. –creo que me van a saltar las lágrimas y me contengo.
-Venga Daniel, aquí hay que venir a divertirse, de otra forma te voy a prohibir la entrada, no has notado que tenemos un nuevo pinchadiscos, tú que tanto te gusta bailar, creía que te darías cuenta y que te gustara, es muy bueno.
Me ve decaído y sin preguntar el motivo se acerca a Paul que se encuentra cerca para hablar con él.
-Tengo que subir a la oficina, luego nos veremos, entretente y pásalo bien con Paul. –se marcha y este se coloca a mi lado.
-Tengo que cumplir el mandado del jefe, vamos a bailar. –me resisto en un principio, él insiste y tira de mi brazo arrastrándome tras él.
-Venga Daniel disfrutemos del nuevo pinchadiscos. –me pasa el brazo por la cintura y me lleva en volantas.
Al principio mi baile es obligado, guiado por sus fuertes manos sujetando mi cintura o caderas, o abrazado a mí moviendo su cuerpo, arrastrándome con él para animarme. Me fuerzo a no pesar en nada y dejarme llevar por la candencia que me marca, sintiendo la sensualidad de sus manos que acarician sutilmente mis costados, sus vueltas para colocarse delante de mí y mostrarme los pasos que quiere que de imitándole.
Es una máquina perfecta bailando, suda y me sonríe de vez en cuando.
-Así me gusta que te muevas, levanta un poco más tu culo, los brazos se te ven muertos. Sí, así, estás divino. –ahora hemos sincronizado y nuestros movimientos son armoniosos, me fijo en él y lo bien que se mueve provocándome para que le siga y me olvido de todo hasta que sudoroso me abraza.
-Genial, has estado increíble. -se deja llevar y sus labios buscan los míos en un beso de compañeros que disfrutan de la danza. Luego tiene que dejarme y dedicarse a realizar su trabajo.
Evans me acompaña una parte del trayecto andando, hasta que él cree que me deja en lugar seguro y antes de llegar a la Grand’ Place.
-¿Lo has pasado bien? -me aferro a su brazo para que sepa cuál es mi contestación, Paul por esta vez ha resultado un compañero ideal, sin resultar tan molesto como hace otras veces.
Durante la mañana me llaman de personal para que recoja la documentación de las reservas que me han hecho para el viaje del domingo, y quedo con André mi jefe en vernos más tarde, para saber si tiene algún consejo que darme u orientación de lo que me puede esperar en Barcelona.
Le quita toda importancia y me pide que no me preocupe, que Joel es mi mentor, pero que es él quien debe realizar el informe que llegará al final a la oficina inglesa, ¿es posible que termine perjudicándome a mí la antipatía que se tienen entre ellos?
Al mediodía, antes de comer, llamo a Rafael pasa saber sus intenciones y quedamos en vernos en la piscina.
-¿Vas a ir a nadar? -le pregunto directamente sin saludos intermedios.
-¡Ayy!, te preocupas por mí, comienzas a quererme. –y suelta una risa algo vulgar.
-Iré, te estaré esperando como siempre. Gracias por tenerme en tu mente y corazón. –recita con aire cirquero e histriónico.
-¡Para, para!, solamente te llamaba para decirte que voy a llegar un poco tarde, puedes comenzar sin mí, tengo que hacer alguna compra.
-Ya me parecía a mí. No soy digno de tu atención. –continua actuando y poniendo voz plañidera.
-Tengo que seguir trabajando, ¿no hacéis nada en tu facultad?
-El martes me elogiabas y hoy me denigras, ya dejo de decir tonterías, no te enfades que estoy en casa, ya terminé mis clases.
A la mañana hubo algún banco de niebla sin perjudicar el tráfico, todo fue sin importancia, lo contgrario que ahora a la tarde, estamos como ayer en mi viaje de la mañana, hay algunos momentos que siento miedo cuando no se puede ver nada. Cuando salgo de hacer las compras no ha mejorado la situación y el tráfico es un peligro.
Cuando me voy a meter en el agua le observo un momento como nada, está mejorando mucho, se nota las prácticas que hace y el tiempo que emplea, en la calle de su izquierda va el niño prodigioso, no tienen comparación y me deleito mirándole, el resto de las calles están ocupadas y me meto en la de Rafael. Cuando nos cruzamos paso debajo de él y elevo la mano para pasarla por su pecho, ya sabe que estoy ocupando su calle, para que tenga cuidado cuando nos encontremos de frente.
-¿Cómo fue el baile ayer? -estamos en los vestuarios cogiendo nuestras toallas y champú para irnos a las duchas.
-Me olvidé de todo, me llevó a bailar tu amigo Paul y me di cuenta de que baila muy bien. –me azota entre risas con la toalla.
-Ese no es mi amigo, lo es tuyo. –sabía que le iba a incitar a alguna acción con mi comentario.
-Hablé con Telmo, con mi amigo Evans y baile que era lo que quería. –se entretiene hablando con otro nadador, uno de la cuadrilla de muchachos que está ahora solo.
Cuando llegamos al estudio las luces están apagadas y no se ve a Ray por parte alguna, tengo una nota sobre la mesa para decirme que ha ido a recoger a Denís y no volverá. Tenemos que hacer dos viajes para llevar todas las cosas que he adquirido al estudio.
Rafael va sacando lo que he comprado mientras lo voy ordenando.
-Te gustan las flores, siempre veo el florero con ellas.
-Son cosas de Ray, me conquistó con las flores y sigue siendo así. –me acerqué para pasar la yema de mis dedos por la seda de un gran pétalo blanco, hoy ha dejado tres hermosas calas o lirios de agua, aspiro su agradable perfume, ocupan toda la boca del búcaro y con su tallo tan largo temo que el peso lo desestabilice y caiga.
-¿Son hermosas verdad?, pero son de invernadero y huelen menos, no es tiempo del lirio de agua. –Rafael se acercó por detrás, pasó sus brazos por mi pecho y apoyó la barbilla en mi hombro besándome la oreja.
-Como tú Daniel, así de hermosas son. –sus manos se posan sobre mis pectorales y besa mi cuello, me gira hasta encontrar mis labios y los lame aplastándolos después con los suyo que están muy calientes. Ronroneo mimoso mientras acaricia sobre la chaqueta del chándal mis tetitas.
-Creía que íbamos a tomar un té o algo para poder hablar. -consigo musitar en su boca.
-Eso puede esperar pero mis deseos por ti no. –se aprieta contra mí, nos separan las telas de nuestros slips y los chándales, pero noto el calor que me llega de su prominencia ya erguida y dura que se aplasta sobre mi abdomen.
Llevó mi mano a mi trasero y tengo que apartarlo para poder métela entre nuestros cuerpos y sujetarle su bulto. Tiré mi cabeza para atrás y suspiré del gusto que sentía al tener su pene en mi mano, el sentir su turgencia y calor a través de la tela.
-Tengo la polla que me duele, llevo dos días aguantando llenando los huevos de leche. –consigue que me estremezca por la sensualidad que imprime a sus palabras apretándome muy fuerte.
Le sujeto la verga y la froto como puedo, y él mete las manos por debajo de mi chaqueta para pellizcar con suavidad mis pezones.
-Quiero mamártela putito travieso, si seguimos así no voy a llegar a tiempo. –me suelta y me doy la vuelta para comenzar a quitarnos la ropa, en unos segundos estamos desnudos. De pie nos abrazamos, juntando nuestras agarrotadas vergas de donde salen ya las secreciones como muestra de lo cachondos que estamos.
Continuará…