34.2 Amor a tres bandas

-Eres increíble Rayhan, tienes una polla de ensueño. –Denís miraba la cara de uno y del otro y su mirada de curiosidad iba cambiando a lujuria y deseo.

Yacíamos los tres en la cama, Denís sonreía como un ángel y acariciaba mi mano llevándola a su boca y la besaba con devoción.  Estaba contento y satisfecho, yo también, todo había salido de la mejor forma posible, su culo ya no era virgen y se había producido el cambio sin dolor, o con el mínimo necesario, había disfrutado su primera vez.

-¿Qué tal Denís? –le pregunté yo pero la respuesta la esperábamos los dos.

-No creí que fuerais tan buenos, sois los mejores maestros y con más paciencia que los del kung-fu.  –nos hizo tanta gracia la comparación que nos echamos a reír, primero Ray y yo y luego él, le abrazábamos y nos lo comíamos a besos, era delicioso.

Cuando nos calmamos seguíamos en la cama con una sonrisa de tontos, pero la verga de Ray necesitaba un consuelo, la pobre continuaba casi rígida sin alguien que la quisiera. Me tiré sobre ella y comencé a quererla, dándole besos y chupándole con fuerza el glande, Ray no necesitaba mucho más después de la excitación que había tenido que soportar y aun le tenía con ganas.

Volvía a meter sus dedos en mi culo, hasta tres tenía ya dentro por el trabajo que antes me había hecho, me tendí de espaldas y abrí las piernas.

-Soy todo tuyo Ray, métela. –le hablaba con una sonrisa gozosa y él se chupaba los labios.

Entró todo él sin parar pero con suavidad, estirando mi ano sin que llegara a dolerme, recibiéndole con inmensa satisfacción en mí ser, y haciéndole notar que era suyo y en ese momento le pertenecía, y que él era mi dueño, cuando me tuvo lleno dejé escapar un gemido que era un sollozo. Abrí mis ojos para mirar a Denís, que parado, no dejaba de mirar mi rostro.

-Eres increíble Rayhan, tienes una polla de ensueño.  –Denís miraba la cara de uno y del otro y su mirada de curiosidad iba cambiando a lujuria y deseo.

Me excitaba su rostro y su forma de mirarnos, extendí mis manos para que viniera Ray a mí y apoyó su pecho en el mío y mire en lo profundo de sus negros ojos, besé su labios oscuros y rojos con moderada pasión y cariño ciego.

-Gracias Ray, gracias.  –me besó y se apartó para mirarme.

-¿Por qué me das la gracias?  -le abracé y no llegaba a coger toda su espalda entre mis brazos.

-Porque eres un chico bueno y porque me has regalado la virginidad de tu amor, he desvirgado a Denís.  –me miró un poco desconcertado. Su verga no dejaba de moverse en mi interior con un palpitar nervioso.

-No digas eso, tú te nos has regalado.  Te queremos mucho. –sentía su barra de carne en mi culo, en mi profundidad más cálida, en mi alma, y eran unas sensaciones de placer celestiales, meneaba mis caderas sensualmente para sentir mejor el roce de su polla, para estimular su placer y el mío apretaba mi culo, luego lo relajé  y le pedí casi llorando.

-Vamos a premiarnos, dame fuerte, lo necesito. –mi hombre comenzó a moverse de una forma constante y con ritmo que nos iba a llevar al cénit del placer.

Tiré de la mano de Denís que no se movía y la polla se le había vuelto a poner tiesa del espectáculo que le brindábamos.

-Bésame niño, quiéreme.  –se puso a lamer mis labios, la lengua acariciaba mi paladar buscando saliva en  mi boca, suspiraba ahogadamente por la follada tan tremenda que Ray me estaba dando, y mordí su labio cuando me corría violentamente,  y sentía los chorros de semen que Ray dejaba en lo más profundo de mi vientre.

Habíamos quedado prácticamente desechos, yo al menos así me sentía y respiraba con dificultad con la verga de Ray que me ocupaba y no bajaba su rigidez, el peso de su cuerpo me asfixiaba, se dio cuenta y se elevó para sustentarse en los codos.

-Sácala Ray, aún te queda trabajo por hacer.  –le hice un guiño gracioso y me entendió.

Me levanté y fui al baño, me llevé a Denís de la mano.

-Tú y yo vamos a limpiarnos.  –abrazó mi cintura y así nos encaminamos al aseo, tenía que ir haciendo fuerza  y cerrar mi esfínter para no dejar salir la carga de semen que llevaba dentro.

-Solamente vamos a sacar el semen que tenemos, lavarnos solo por fuera y ligeramente para que sirva como lubricante. –salía de mi recto la gran cantidad de esperma que Ray me había dejado y del suyo en menor cantidad. La experiencia de estos meses me había ido enseñando y resultaba un profesional. Miré su ano detenidamente, lo tenía cerrado y le apliqué una crema que lo relajara y le durmiera, sin que fuera demasiado, quería que notara la fuerza arrolladora de la verga de Ray.

Cuando volvimos, Ray continuaba con su polla mirando al cielo, la masturbaba con movimientos lentos, bajando su mano desde el glande hasta los huevos y con su único ojo de un cíclope gigantesco del que salía un hilo de semen que corría por su mano, reclamaba ser atendido y pedía pleitesía y reverencia.

Bebí un vaso de agua y les ofrecí pero no quisieron y volví a la cama con ellos, Denís miraba como hipnotizado la verga de Ray, sabiendo que ahora llegaba su turno, el momento en que debía ser valiente, y domar aquel potro salvaje y violento que nuestro macho tenía entre sus piernas y sujetaba en su mano.

Acaricié su cara con cariño y besé sus labios.

-Solo si tu quieres, no va a causarte daño, quizá un poquito pero será soportable y luego estarás encantado, la polla de este chico es lo mejor que conozco, -no era totalmente cierto y conocía muy pocas vergas, pero algo tenía que decirle y en parte no mentía-.

-¿Estarás a mi lado?  -¡oh! , su pregunta me rompió el corazón de amor y ternura por él. Le besé para transmitirle mi sentimiento.

-Bebé, claro que estaré aquí y Ray no te haría daño alguno, te quiere bien, bonito mío.

Poco a poco, entre caricias y besos, volví a colocarle en la posición en la que estábamos antes, al comerle el ano iba expulsando los restos de mi semen que antes había depositado en él. Se le notaba nervioso y no le culpo, no es lo mismo mi verga que la de Ray, entre lamidas, saliva y crema para dilatar iba consiguiendo meter mis tres dedos y quise que fueran cuatro, mi mano no es muy ancha, tirando a fina mas bien, pero mis cuatro largos dedos en cono le dejaban un buen agujero abierto, me he enamorado de la elasticidad de su culo, preparándolo sería capaz de tragarlo todo.

Cuando creí que estaba en su momento le pedí que se tendiera de espaldas, quería que su primera vez se miraran a la cara, que además de ser follado viera la satisfacción de su amante y como gozaba su macho, que su amor se hiciera extensivo a sus miradas, a sus bocas y sus manos, y poco más tenía ya que hacer allí aparte de servir de notario y certificar que fue un acto de amor supremo, increíble y hermoso.

Ray le ordenó recoger sus piernas en su pecho y dejar toda la entrada del ano a su vista y disposición, en esa posición podría ir probando a penetrarlo profundamente, y ordenando se le veía su poder de viril macho, tan tierno y tan bruto a la vez.

Ternura para ver si estaba preparado, como si no se fiara de mi, se inclinó para meter su lengua en el ano y darle besos muy, muy tiernos que hasta a mi me hacían temblar del amor que expresaban, y sus dedos hurgando en su muchacho que respiraba entrecortado, brutalidad que expresaba falsamente con el volumen de su cuerpo poderoso.

Comenzó a meter la verga ayudándose con la mano, la cabeza resultó fácil, iba milímetro a milímetro con una lentitud que ponía de los nervios y me hacía sudar, el niño mordía sus labios, no creo que tuviera dolor pero si miedo y acerqué mi mano a su mejilla para darle algún consuelo, abrió los ojos de gacela y apretó fuerte mi mano. Su ano se distendía prodigiosamente y sin romperse, acogiendo esa maravilla de la naturaleza que es la polla de Rayhan, y cuando pasaba la parte gruesa de la verga respiré aliviado, había dejado fuera unos cinco centímetros de verga para no causarle daño, todo estaba consumado, ahora el gozo y el placer era de y para ellos solos.

Me aparté a un costado mirando como Ray le besaba con amor comiéndole  la boca,  llenándole con la jugosa lengua, y el muchacho abrazaba con sus piernas los fuertes glúteos de su pareja, y pasaba sus manos por los costados del poderoso cuerpo de Rayhan, y comencé a notar un placer inexplicable, como fuera mi cuerpo el ocupado, que arrancaba en mi bajo vientre y terminaba en mi cerebro.

Estuvieron unos minutos sintiéndose entre ellos, acomodando la polla en el culo en una cópula tierna y perfecta, hasta que Ray comenzó a entrar en él con pequeños desplazamientos, también él había aprendido a manejar su prodigiosa herramienta.

Luego era el chaval el que le pedía más con grititos sofocados y chilliditos de nena, su recto se acomodaba mejor que el mío a las grandes pollas, a él no le producían daño ni dolor esos monstruos causantes de delicias placenteras. Terminó de meterle todo el pene, y me sentía angustiado viendo salir y entrar aquel inmenso ariete de negra piel en el culo de Denis.

Se corrieron a la vez, los dos gritaban y Ray le decía cosas en su idioma que encendían los sentidos, con su voz ronca y profunda de potente y salvaje macho, a la vez que marcaba su territorio y pertenencia con los chorros de esperma que depositaba en el vientre de Denis.

Era la segunda vez que presenciaba un apareamiento semejante y de tal belleza, y mis sentimientos me desbordaban, mi excitación era tremenda y me dolían los testículos y la verga, fue masturbarme dos veces, acariciar el frenillo de mi capullo y vaciarme sobre mis piernas.

Se ducharon los dos a la vez, jugando,  y no quise presenciar si sucedió algo más, la polla de Ray seguía recta cuando marchaban juguetones y dichosos a la ducha.

Cuando volvieron, le pedí a Denís que se volviera a poner en posición enseñándome el culito, me miraba sorprendido pero me obedeció sin hablar, tenía el ano a punto de sangre y muy rojo e irritado. Le apliqué la crema con suavidad y metí la puntita de mi dedo para extenderla en la entrada, se reía cuando su anillo me atrapaba apretando mi dedo.

-Ahora tendrás que descansar unos días para que esto pase y se reponga. –le di un beso en su bonito culo y un pequeño azote.

-Ten aplícate la pomada un par de veces al día, ¿te encuentras bien?

-Me siento un poco raro, como si tuviera el culo abierto y me fuera a salir todo.

Ray y yo nos reíamos abrazándole.

Cuando se marcharon recogí las sábanas para meterlas en la lavadora. Estaba contento de mi labor y me lo había pasado bien, todo salió mejor de lo esperado, creo que he hecho lo que debía y no me siento arrepentido, ellos lo querían y lo hemos hecho de la mejor forma posible para que nadie saliera lastimado.

Preparé mi cena y escuché las noticias en el ordenador, luego puse música y me dispuse a trabajar de verdad, toda la tarde lo había hecho por placer.


Esta mañana me sentía muy contento y realizado al mismo tiempo, algunas veces acudían a mi cabeza las escenas de la tarde anterior y cada vez que las veía en mi cabeza me notaba satisfecho.

Creo que rendí de mejor manera en mi trabajo. En un momento que quedamos solos, comentado algún punto de la última reunión, mi jefe se dio cuenta aunque lo interpretó de otra manera.

-Cuando venga tu amigo Nicolás a visitarte espero que volváis a nuestra casa, estaremos todos encantados de que vayáis.  –quedó un momento en suspenso y seguido continuó.

-Veras se trata de Jean…, notarías como es, te darías cuenta supongo…, creo que necesita hablar con alguien que le entienda.   –le miré largamente mientras frotaba sus manos, parecía preocupado.

-¿André?  -es la primera vez que le llamaba por su nombre, hasta ahora había utilizado su apellido.  -¿Quieres decirme con claridad lo que piensas?, sin andarte con rodeos.  -me miró apesadumbrado y creo que arrepentido de haber comenzado a hablar.

-Nada, no me hagas caso, me debo haber vuelto loco.  –se movía nervioso y estaba a punto de tirar su taza de café.

-Tranquilo André, si así lo quieres no he escuchado nada de tu boca, pero sinceramente será mejor que me digas lo que deseas de mi…, por Jean.  –la verdad es que mi jefe me impone y no manejo muy bien la situación, él es un hombre en la cuarentena, imponente como jefe, al que solo veo dando órdenes y tomar decisiones, del que dependo y mi futuro está en sus manos, que lo que dice solo se cuestiona en los pasillos; también en el aspecto personal es impresionante, imagino que el ideal que cualquier mujer quisiera tener con ella y para ella. En fin, una persona de la que no pensaría que pudiera precisar de mí, un puñetero aprendiz de…, aún no sé de qué. Ocultó el rostro entre las manos frotándose los ojos cansados.

-Tu amigo y tú sois homosexuales.  –me miraba esperando ver mi reacción que resultó de pasividad expectante.  –Jean también, seguro que te diste cuenta. Necesita que alguien le hable y tú…, vosotros, conectasteis, quiero decir que le caísteis bien.  –sonrío para mí por los rodeos que emplea al hablar.  –Hemos hablado con él, su madre y yo, y creo que no somos los mejores consejeros.

Nuestra charla se extiende más de lo que era prudente en horas de trabajo, y al final, sin resolver nada, la dejamos para entrar en otra reunión cuando vienen a llamarle.

No volvemos a tratar del tema, tampoco tenemos oportunidad y yo lo prefiero, vamos a comer separados, aunque luego con Elie, comemos en su mesa, para mí esa hora es muy importante para dedicarla a mis cosas y mi comida es muy rápida.

La tarde terminó  y llegué al deportivo, aparté de mi mente lo hablado con mi jefe, le aprecio y sé lo que vale, su familia es encantadora y nos recibió a Nico y a mí como si fuéramos sus buenos amigos…, conforme, le estoy muy agradecido, pero lo que pretende me supera, yo no soy un educador y quizá hasta pésimo consejero.

Tendría que ganarme la confianza de Jean, estar con él y que fluyera de forma natural la conversación, y lo más importante, que él quisiera hablar, era muy difícil para mí y es mejor, sintiéndolo en el alma, que buscara el consejo profesional que necesita. Habían pasado quizá dos meses desde que le conocí, con su cara angelical de niño bueno y asustado de los comentarios de su hermano mucho más valiente.

Cuando llegué al parking del deportivo estaba lloviendo, me esperaba un chico muy guapo y alegre que iba a lograr que olvidara las preocupaciones familiares de mi jefe. Rafael está encantador y nada empalagoso hoy. Hay algunos usuarios en los vestuarios y es increíble, tiene que hablar con todo el mundo. Los chavales charlan con él con la mayor naturalidad, les escucho  mientras me cambio y me despido de él, que ahora comienza a quitarse la ropa de prisa y pidiéndome que le espere.

Al terminar los ejercicios de natación Rafael continúa en el agua, me está esperando al final de la calle y me abraza queriendo jugar, estoy cansado pero le sigo el juego, puede conmigo y me lleva hasta el fondo del vaso, allí me besa en la boca hasta que tenemos que salir a buscar aire, me impulso para salir y sentarme en el borde, no quiero  que los usuarios disfruten de un espectáculo porno. Nos despedimos de los conocidos y vamos a las duchas. Hay alguna persona cambiándose y se escucha caer el agua, o sea que en los bóxers las duchas también hay gente.

Utilizamos una de las cabinas, no se puede hacer nada porque la entrada da al pasillo y puede pasar cualquiera, hay una intimidad limitada, pero con Rafael puede suceder cualquier cosa y no pierde ocasión para, entre juegos, abrazarme y besar todo lo que puede de mi cara y manosear mi cuerpo, pero me encanta tenerle encendido y apasionado y yo también le acaricio y le beso, tenemos que suspender los juegos al escuchar voces que se acercan. Solo hemos conseguido excitarnos y que los rabos se nos pongan tiesos.

Pienso, mientras aguanto el agua helada, en mis primeros días de piscina, yo solo y aburrido con los ejercicios y ahora da gusto, disfrutar de la despreocupación y alegría de Rafael que todo lo llena.

Ahora, antes de colocarme ante el portón de entrada, detengo el coche donde no estorbo por si quiere entrar o salir alguien mientras nos despedimos.

-¿Quieres salir de fiesta esta noche?   -es jueves y todos los estudiantes estará en la calle, me lanza la pregunta con su cara risueña.

-Quedamos en que saldríamos mañana, no puedo estar todos los días de fiesta, y sería mejor que tampoco tú salieras, para tener el cuerpo descansado para el baile.  –le acerco mi cara para que me bese, salga del coche y se marche.

-Saldré con los de casa a tomar unas cervezas ya que no me quieres acompañar, ¿quedamos en una hora o nos llamamos?  -le miro inquisitivo antes de contestar.

-Rafael, ¿tú cuando estudias?, siempre estás de fiesta.  –me abraza y me besa riendo quedamente.

-Gracias por preocuparte, pero no tienes por qué, tu amigo es muy listo, ¿no te has dado cuenta?, aprendo todo muy rápido.  –no sé si habla en serio o en broma aunque no da la impresión de ser tonto.

-Bien, entonces nos llamaremos mañana, lo haré yo antes de salir para la Plaza.  –está muy cariñoso y no parece tener intención de apearse del vehículo, besa muy dulcemente y lame mi oreja.

-¿Después de bailar podemos ir a dormir en mi casa, los dos?  ¡Por favor, dime que sí!  -lo pienso un momento y creo que sería un buen remate de la noche del viernes.

-Vale, de acuerdo, pero me invitas a desayunar y luego se acabó, me vuelvo para mi estudio.  –intensifica sus lamidas y me muerde con los labios tirando del lóbulo.

-Conforme, lo mejor hubiera sido que te quedaras todo el fin de semana, pero de acuerdo, como tú quieras.   –me da un último beso y sale del coche.

Antes de llegar al estudio Ray me abre la puerta y me quiere arrebatar la bolsa de deporte de la mano.

-Recoge lo que queda en el coche por favor.  –dejo todo tirado encima de la mesa y voy al sofá donde está Denís esperando.  –me abrazo a él y le beso en la mejilla.

-¡Ayy! Querido estoy cansadísimo.  –continúo de esta manera, con los ojos cerrados y mi cabeza sobre su pecho mientras acaricia mi espalda.

-Habrás estado mucho tiempo en el agua, el nadar consume mucha energía.  -me gustan las caricias del muchacho y su voz melodiosa y al parecer también sabia. Me quito los zapatos y subo las piernas en el sofá, me escurro para apoyar la cabeza en sus muslos y hundo mi nariz en su paquete en plan de broma, restriego mi cara en su bulto y nos echamos a reír.

-¿Qué tal estás pequeño?  -golpeo con mi cara sobre su virilidad.

-Ese está bien, pero el culito aun lo siento irritado.  –ríe de su propia gracia y aprecio su sentido del humor uniendo mi risa a la suya.

-Ahora en serio, ¿qué tal vas? –miro hacia arriba para encontrar sus ojos.

-Bien, me he convertido en un cowboy de repente, pero no debe notarse mucho, nadie me ha preguntado donde he dejado el caballo. –ahora reímos los tres con ganas. Debe de sentirse bien cuando todo lo toma a broma.

Caigo en la cuenta de que mientras nosotros hablamos, repanchingados en el sofá, Ray no para de trabajar disponiendo mi ropa y lo demás.

-Ray, deja eso ya lo colocaré luego yo, ven aquí a nuestro lado. –continua haciendo lo que quiere hasta que se da por satisfecho. Quiero dejar mi posición de tumbado para sentarme formal, Rayhan no me deja y coloca mis piernas sobre sus rodillas, va quitando mis calcetines y besa mis pies dándoles suaves masajes.

-Gracias por las nuevas flores Ray, son muy bellas.  –continúa cambiando las flores que ahora, ya acostumbrado a verlas, lo veo normal y corriente.

-Mañana a la noche saldré a bailar con unos amigos y no estaré el sábado a la mañana.  –flexiona mi pierna para llevar mi pie a sus labios y besarlo.

-¿Te importa si utilizamos esa noche tu cama? –va besando los dedos de mi pie y lo lame haciéndome cosquillas.

-¿Cómo me va a importar, si está vacía? Podéis usarla cuando queráis, debías saberlo.  –sus masajes y caricias me dejan relajados los pies, los siento tan descansados.

-Gracias, y no te preocupes, el sábado llevaremos a lavar tu coche y a llenarlo de combustible.  –están un rato más conmigo charlando de varias cosas, y de la vigilancia policial tan extrema que se nota en algunos de los barrios periféricos, y en las calles del centro cuando los estudiantes hacen sus fiestas.

Cuando se marchan me pongo a trabajar, sobre todo a estudiar y contestar recados que tengo pendientes. Llamo a Nico para informarle de mi conversación con María y mi intención de ir a Londres la semana próxima para ver a Ál y poder estar con él.

-Escucha Daniel, podemos ir a mi casa en Bristol, en cuatro horas estaremos allí y el sábado podemos ir a Londres y estar con ellos.  Lo pienso un momento pero lo veo un poco complicado.

-Es mejor ir a Londres directamente, son muchos trayectos y pérdida de tiempo. –Nico también debe haberse dado cuenta de que su buena voluntad complica el viaje.

-Tienes razón, ¿quieres que te acompañe? –no me importa pero prefiero ir yo solo.

Como si me hubiera leído el pensamiento, se responde a su pregunta él mismo.

-Es mejor que vayas tu solo, así podrás estar más tiempo con ellos, luego ya me contarás, llámame algún día durante la semana.

-Nico…, gracias, eres increíble.

-Vale.  –cortó la comunicación y me quedé en suspenso, colgado de un solo pensamiento. – ¿Cuánto será capaz de soportarme?-


La fría noche ha cubierto de un blanco e inmaculado manto la sucia desnudez del suelo, cruje bajo mis pies la alfombra de nieve, hasta ahora impoluta y sin mancha alguna, no veo rastro que indique la presencia del padre de Rayhan y el coche tiene depositados diez centímetros de blanca nieve que tengo que retirar del parabrisas mientras se va calentando el motor.

Emprendo el camino con la esperanza de no encontrar problemas en la carretera. Las arboledas que rodean el complejo están muy bonitas, el paisaje deslumbrante,  todo envuelto en su blanco sudario de silencio, pero el peligro existe, agazapado y latente en espera de dar su zarpazo a la vida.

Durante el día hay momentos en que el cielo y la tierra se funden en uno y el aire se viste de gris plomizo y pesado, hasta que los copos de nieve caen volando ligeros, arrastrados por el soplo del viento gélido.

Alguna vez me sorprendo pensando en Jean, y en lo que yo podría hacer para ayudarle a entender lo que le sucede, y aceptarse, y ver la hermosura que representa lo que es, y sentirlo sin cargo de conciencia alguno.

Mi jefe me ha metido en un grave compromiso que me resisto a asumir, es una carga excesiva y sin medios. Espero que se vaya olvidando y diluyendo con el paso de los días.

Aunque da cierta pereza salir al frío de la calle, para ir a la cantina a comer, lo hago resuelto. Algunos ya han finalizado su comida y juegan a tirarse bolas de nieve, me detengo un momento, para observar el instante en que la niñez hace su aparición en el rostro de hombres serios, una bola de nieve impacta en mi pecho, miro divertido al hombre que me la  ha lanzado y que se queda aturdido haciendo un gesto de disculpa con las manos y encogiendo sus hombros, lleva un gorro de lana que enmarca un varonil rostro de barba morena y labios rojos. Río ante su gesto y acelero el paso hacia la entrada de la cantina.

Llego a casa agradecido de que no haya habido problema alguno que me haya afectado. Ray y Denís están estudiando y el primero hace intención de ir a ayudarme, he dejado cosas en el coche que no he podido llevar. Les saludo alegremente.

-No, Ray no te levantes, ya es suficiente que yo llegue con los zapatos cubiertos de nieve.  –hago un segundo viaje para recoger el resto de mis cosas, Rayhan se ha encargado de retirar la nieve del camino que va del parking al estudio y la que había caído en la acera al lado de las ventanas.

El ambiente está  agradable y cálido.

-Hemos comprado pizza para cenar, ¿querrás tomar algo con nosotros antes de marchar?  -han comenzado a recoger sus cosas y colocar en una esquina los papeles que tienen extendidos sobre la mesa. Voy donde ellos y beso sus labios, Ray intenta atraparme y me retiro antes de que lo haga.

-Podéis continuar, yo tengo que trabajar un poco y luego ducharme y prepararme, no hay prisa.  –creo que están cansados y con ganas de no hacer nada. Me coloco retirado de ellos sobre la mesa alta y me preparo un té.

-¿Podemos utilizar tu ordenador más tarde?  -me giro con la taza en mis manos para encarar a Rayhan.

-Pues claro que podéis, pero no mi cuenta que la tengo con contraseña, puedes emplear la de invitados y sin problemas, no lo vais a romper.  –me pongo a realizar mi trabajo, en serio que no me molesta que usen mis cosas, en realidad el estudio está más limpio desde que vienen ellos, lo dejan todo en perfecto estado de revista y esto parece un hogar siempre con flores.

Doy por finalizada la tarea aunque no he terminado con el programa de cosas que quería hacer, y dejo el ordenador conectado ya que lo van a utilizar más tarde. Tomo una agradable y un poco prolongada ducha, cuando salgo los chicos están trasteando en la cocina y tienen colocados los platos sobre el mostrador.

Un ligero olor excita mi glándula pituitaria y comienzo a segregar saliva, la pizza debe saber deliciosa.

-¡Ummmm!,  qué rico huele. -saco mi lengua para pasarla por los labios y los chicos ríen mirando mi desnudez. Me coloco un bóxer corto y ajustado y escojo la camisa que me regaló Nico y de esta forma voy hasta el mostrador.

Cenamos entre bromas, como un octavo de su pizza que hace honor a lo que anunciaba su olor, está deliciosa, luego voy mordiendo una manzana mientras ellos dan cuenta del principal. Los dejo para ir a limpiarme la boca y derrochar mi colonia de Rochas sobre mi cuerpo. Un pantalón que me cuesta meter de lo ajustado que me está, fular con dos vueltas al cuello, chaqueta ajustada negra, tres cuartos y botines cubiertos en su parte alta por los pantalones.

-Tú vas hoy de conquista Daniel. –Ray me aprieta abrazándome y me aleja para mirarme.  Río con su observación.

-¡Oh, no!, es que me gusta presumir alguna vez. –abrazo a Denís y beso su dulces labios con sabor a plátano que es el postre que ha comido.

-Vas muy guapo y hueles muy bien, la noche va a ser tuya.  –parece que todos tienen cosas bonitas que decirme.

-Ray, si mañana no os apetece levantaros para ir a lavar el coche no importa, podéis quedaros en la cama, no le va a pasar nada y con la nieve de la calle se ensuciará enseguida.

Llamo a Rafael y quedamos en la plaza, en el bar panadería donde mi amigo el camarero, me comerá con la mirada porque no puede de otra forma, y me despido de los chicos.

Continuará…