321 y accion i

Sarilen y beth son llamadas para servir de dobles en una pelicula, pero su amistad inicia de una forma inesperada

3,2,1 Y ACCIÓN

Eugenia

Una fila enorme de mujeres esperaban en la puerta de un casting, se iba a rodar una serie de lesbianas, y necesitaban a dos chicas que se parecieran a las protagonistas. Un de ellas era alta, morena, bueno cuerpo y de ojos azules, y la otra era rubia, de estatura más bien baja, de buen cuerpo también y ojos verdes. En la parte de delante de la fila había una mujer que se parecía bastante a una de las protagonistas, era alta, morena, de ojos azules y de cuerpo atlético, ya no le quedaban muchas delante. En la parte de atrás había otra joven que se parecía a la otra protagonista, de estatura baja, rubia de pelo largo, cuerpo atlético y de ojos verdes, ella aún tenía para rato.

Por fin llegó el turno de la morena, los allí presentes la hicieron unas cuantas preguntas y haciéndola girar varias veces para ver su físico la hicieron pasar a una sala. Tras dos horas de espera, la puerta de la sala se abrió dando a paso a una pequeña rubia. La morena levantó la mirada y se encontró con unos preciosos ojos verdes, en una carita tímida, la pequeña rubia se sentó delante de la morena, y en un susurro la saludó.

  • Hola.

  • Hola.

Tras mirarse unos instantes ambas apartaron la mirada, la morena se entretenía con su móvil y la rubia con un libro. Tras estar solas una hora... la puerta de abrió y entró una mujer con un cuaderno.

  • Anabeth Salazón?

  • Soy yo (la morena se levantó).

  • Sarilen Arroyo?

  • Yo (la rubia se levantó también).

  • Bien chicas, vosotras sois las seleccionadas, venid conmigo, el director os va a explicar de qué va la cosa.

Las dos chicas asintieron y siguieron a la chica que las condujo a un despacho.

  • Pasen y siéntense.

  • Gracias (dijeron a dúo).

El director entró por la puerta y se sentó delante de ellas.

  • Hola chicas, buenos os contaré un poco de que irá la cosa, luego aceptarla o no eso ya es cosa vuestra.

  • Vale (dijeron las dos).

  • Bien, como sabréis la serie es de lesbianas, ahora han llegado al punto en el que se tienen que acostar juntas, pero por motivos de ellas no pueden rodar esa secuencia, así que la rodarían las dobles, o sea vosotras, la escena no será muy explícita, simplemente tendríais que desnudaros, besaros y acariciaros. Si estáis de acuerdo podemos firmar ya, qué decís?

  • Por mí no hay problema (dijo Anabeth).

  • Por mí tampoco.

  • Estupendo, pues mañana mismo empezamos a rodar, hasta mañana chicas.

El director salió de la sala dejando a las dos jóvenes en un incómodo silencio, de vez en cuando cruzaban miradas, hasta que la morena se dispuso hablar.

  • Bueno ya que vamos a trabajar juntas pues... soy Anabeth, pero llámame Beth.

  • Yo soy Sarilen, encantada.

Las dos se dieron dos besos y sonrieron.

  • Bueno pues ya nos veremos mañana.

  • Si... (Dijo la rubia ruborizándose un poco).

  • Oye... te... te da vergüenza lo de mañana?

Sarilen se sorprendió por la pregunta, pero bajando la cabeza respondió.

  • Bueno... es la primera vez que hago algo así y...

  • Te entiendo... para mí también es la primera vez.

La rubia agradeció el consuelo de su nueva compañera.

  • Tampoco... deberíamos avergonzarnos... es solo... trabajo.

  • Claro (dijo la morena con indiferencia).

  • Pues entonces mañana nos vemos.

  • si... hasta mañana.

  • Hasta mañana.

Se iban a dar dos besos como despedida pero no se ponían de acuerdo con los lados y estuvieron a punto de darse un beso en los labios.

  • Uuy, perdón jejeje (la rubia se disculpó).

  • No pasa nada tranquila, total esto no será nada con lo de mañana.

  • Si... tienes razón...

  • Bueno hasta mañana.

La morena le dio un rápido beso en la mejilla y salió de allí, la rubia sorprendida pudo sentir la suavidad de sus labios por unos instantes, lo de mañana le daba vergüenza, pero en parte quería sentir lo que es estar con otra mujer y la suerte que tuvo es que le tocó con una atractiva mujer, sonriente salió de allí con destino a su departamento.

La morena ya estaba en su casa, se acababa de duchar y estaba pensando en lo de mañana, pensó que Sarilen era muy guapa y no le importaría hacer esa escena con ella. Después de darle muchas vueltas decidió irse a dormir para estar descansada para mañana.

El día llegó y ambas chicas se encontraban en los estudios, el director entró y llamó a la pequeña rubia.

  • Sarilen, puedes venir un momentito por favor.

  • Claro.

La pequeña rubia salió de los estudios siguiendo al director, llegaron a un departamento y se pararon en él.

  • Sarilen, supongo que sabrás que la protagonista de aquí lleva el pelo corto no?

  • Sí.

  • Pues ya que vas hacer de su doble tienes que cortártelo.

  • Vaya... bueno si no hay más remedio...

  • Muy bien, Eva se encargara de ti.

Tardaron poco tiempo en cortarla el pelo, cuando volvió al estudio se encontró con la alta morena en bata, la morena se giró para ver quien entraba, el corte de Sarilen la hacía resaltar más sus preciosos ojos, le quedaba genial, era incluso más guapa que la verdadera actriz.

  • Vaya corte (dijo sonriendo la morena).

  • Si... me ha dado mucha pena, me gustaba mi pelo.

  • Pues el corte te queda genial.

  • De verdad?

  • Si, mucho mejor que a la actriz verdadera (y le guiñó un ojo).

  • OH... pues muchas... muchas gracias.

  • Pues muchas de nadas.

  • Anabeth por favor?

  • Si, aquí!

  • A plato! (dijo uno de los encargados).

  • Voy!, bueno... nos vemos en plato.

  • Claro...

  • Sarilen por favor, cámbiate y ve a plato.

  • Enseguida!

La morena salió al plato y le fueron explicando más o menos la escena, Sarilen se estaba cambiando, ya tenía puesta la bata y se fue directa para el plato, una vez allí pudo ver que la morena ya estaba dentro de la cama desnuda, y tapada con la sábana. El director le explicó lo mismo que le había explicado a la morena.

La pequeña rubia se sentó en el otro extremo de la cama dando la espalda a la morena, poco a poco se quitó la bata dejando su espalda al aire libre, la morena la miró por un momento pero enseguida apartó la mirada. La rubia ya se metió en la cama y se tapó.

  • Bien chicas, empecemos. Sarilen ponte encima de Beth.

La rubia la miró ruborizada y pudo ver que la morena estaba igual, poco a poco se fue acercando a ella, la morena la ayudó sujetándola por la cintura y poniéndola encima de ella. Beth sentía el peso de la rubia, le gustaba, tenía una piel muy suave, y su olor le encantaba.

Sarilen no paraba de pensar en si le pesaría mucho a la mujer morena, pero esa posición le gustaba, la morena la tenía cogida por la cintura.

  • Muy bien chicas, cuando grite acción, tu Sarilen la besas lentamente, Beth, tú le vas acariciando la espalda muy despacio y vais entrelazando vuestras piernas ok?

  • Vale (dijeron ambas).

  • Muy bien pues... preparados, listos y... Acción!

La rubia se fue acercando más a ella, hasta rozar sus labios con los de la morena que los tenía entre abiertos, despacio volvió a besarla, primero fue un juego de labios, pero después sus bocas dieron paso a sus lenguas, las manos de la morena subían y bajaban por toda su espalda con total libertad, a medidas que las caricias iban aumentando, el beso se fue haciendo más pasional, las manos se Beth fueron a parar a sus costados, sus piernas se entrelazaron, un pequeño gemido salió de la boca de Sarilen cuando unas de las rodillas de Beth presionó en sus piernas. Entre besos y caricias Beth se fue poniendo encima de ella, Sarilen la agarraba fuertemente de la espalda, la alta morena fue bajando sus besos por su mandíbula hasta llegar al cuello de la pequeña rubia, Sarilen gimió cuando la morena succionó en su cuello, Sarilen apretaba más contra si a la morena, poco a poco Beth fue subiendo hasta llegar a su boca nuevamente, la rubia le cogió la cabeza con las dos manos y se miraron durante unos instantes antes de besarse desenfrenadamente, tras unos besos más y caricias la voz del director rompió toda la pasión.

  • Corten! Excelente chicas, tomaos un descanso, en unos minutos volveremos hacer la escena.

  • Esta bien (respondieron ambas).

  • Chicas no os mováis.

Beth aún seguía encima de la pequeña rubia, el fotógrafo se acercó hasta ellas para sacarles unas fotos.

  • Bien Beth, acércate hasta Sarilen como si fueras a besarla.

La morena hizo lo que le mandaron y cuando su labio inferior tocó el superior de la rubia el fotógrafo las hizo quedarse así.

  • Muy bien, no os mováis.

Sacó unas cuantas fotos y dando gracias a las chicas se despidió. Parecía que la morena no tenía intención de levantarse, y a la pequeña rubia no parecía importarle, se miraron fijamente, hasta que los labios de la rubia se movieron.

  • Ha... Haa sido increíble.

  • Si... besas de maravilla.

  • Qué?...

  • No que... besas muy bien.

  • Ah... pu... pues gracias, tú también.

  • Gracias..., será mejor que me quite de encima de ti.

  • Vale...

La morena se apartó y se tumbó al lado de ella, la pequeña rubia ya echaba en falta en calor de ese cuerpo y el suyo propio empezó a temblar.

  • Vaya tienes frío?

  • Un poco.

  • La sábana es muy fina y... bueno que si quieres puedes acercarte a mí para tener más calor.

  • Gracias...

Los ojos esmeraldas se expresaron agradecidos y con una sonrisa, Sarilen se fue acercando al cuerpo de la morena hasta quedar pegadas.

  • Gracias (dijo la rubia).

  • No hay de que, además yo también tenía frío.

  • Entonces ganamos las dos.

  • Sí.

Ambas se miraron y sonrieron, el director volvió a aparecer.

  • Bien chicas, vamos a rodar la siguiente escena.

  • Bien (dijeron ambas).

  • Bien, sentaos una delante de la otra, y pasad vuestras piernas por la cadera de la otra, haciendo que vuestros cuerpos queden totalmente pegados.

Las dos hicieron lo que las mandaron, la pequeña rubia estaba algo más nerviosa, se está excitando de verdad, estar tan pegada a la otra mujer, y sentir el centro de la morena en el suyo propio era... demasiado, la morena no estaba mejor que ella, se estaba acalorando, y le gustaba tener así a su compañera, pensó que si le estaba gustando de verdad, pero ahora no podía pensar en eso, se quitó ese pensamiento lo antes posible.

  • Muy bien, cuando yo os diga, tendréis que besaros, después Sarilen tu empezaras a bajar hasta llegar a su cuello, cuando eso ocurra tu Beth echa la cabeza para atrás, que se vea bien de acuerdo?

  • Si (respondieron ambas).

  • Y... Acción!

Los besos comenzaron y con ellos la pasión, no se besaban por que las se lo habían mandado, si no porque ellas lo deseaban, ambas saborearon cada rincón de la boca de la otra. Poco a poco la pequeña rubia comenzó a bajar por su cuello y la morena echó la cabeza hacia atrás, disfrutando de los besos, acariciaba su cuello con sus labios y con su lengua, sin pretenderlo la dejo un pequeño chupetón, en cada beso aspiraba la piel de la morena, le gustaba... le gustaba demasiado, la morena la apretó más contra sí y pudo sentir la humedad de la rubia, la morena se excitó muchísimo más y los besos se volvieron más apasionados, las caricias más intensas, sin darse cuenta empezaron a mover sus caderas la una contra la otra, sus humedades se hicieron una, justo cuando sus movimientos empezaron a acelerarse la voz del director las hizo frenar.

  • Corten!, chicas... soy maravillosas, un trabajo excelente!, bien podéis iros a vestiros y ahora os enseñaremos como ha quedado.

Las chicas bastante excitadas se pusieron las batas y fueron a cambiarse, ninguna dijo nada, evitaban mirar a la otra, se habían dado cuenta que lo ocurrido no fue solo una escena, si no que fue pasión de verdad, fue deseo.

Ambas vieron como quedaron las escenas y sonrojadas aceptaron los halagos de los allí presentes.

  • Bien chicas, ha sido un placer trabajar con vosotras, si en algún momento tuviéramos que hacer alguna escena de este tipo queréis qué os llamemos?

  • Por mi vale (dijo la morena).

  • Por mí también.

  • Muy bien, pues aquí tenéis lo que os corresponde.

El hombre les dio un cheque a cada una y con eso se fue, las dos se quedaron solas y en silencio.

  • Bueno pues... yo ya me voy (dijo la rubia).

  • Vale, yo también me voy ya.

  • Tal vez... nos volvamos a ver.

  • Tal vez... ha sido un placer trabajar contigo.

  • Ha sido más que eso (lo dijo en un susurro casi inaudible).

  • Has dicho algo?

  • No no, solo que... lo mismo digo.

  • Bueno pues... adiós.

  • Adiós Beth.

Sarilen se inclinó y la dio un beso en la mejilla.

Pasó una semana, y Beth estaba de mudanza, se había comprado un departamento muy acogedor, la zona era tranquila como a ella le gustaba, y según antiguo propietario los vecinos eran muy amables. Le toco el piso 4-b, estaba sacando las cajas del ascensor, ya había metido unas cuentas, pero a un tenía muchas, fue a coger una de las cajas más pesadas, aunque ella era fuerte la había costado, justo cuando iba a entrar en la casa, se abrió la puerta de al lado y tras ella salió una rubia de ojos verdes muy familiares para la morena.

Sus miradas se volvieron a encontrar, ninguna podía dejar de mirar a la otra, era un instante mágico, ninguna articulaba palabra, tras unos instantes de observación la rubia dijo la primera palabra.

  • Volvemos a encontrarnos...

  • Eso parece - dijo la morena perdiéndose en su mirada.

La rubia se quedó mirando esos ojos que tanto la gustaban, no dijo ninguna palabra más, esta vez fue la morena quien habló primero.

  • Así que... vives aquí?

  • Si, y por lo que parece vamos a ser vecinas... no?

  • Si...

  • Esto... quieres que te ayude?

  • Gracias, pero no quisiera molestarte, seguro que tienes cosas que hacer.

  • Qué va!, no tengo nada que hacer.

  • Pues si quieres...

  • Claro.

La rubia levantó una caja del suelo y entró en el piso siguiendo a la morena.

  • Dónde te lo dejo? - preguntó la rubia.

  • Ahí mismo, gracias.

Entre las dos no tardaron mucho en pasar todas las cosas de la morena, una vez que lo metieron todo, ambas mujeres se secaron el sudor de la frente.

  • Buuff, muchas gracias por tu ayuda, habría tardado años yo sola.

  • No hay de que - la rubia le dedicó una sonrisa.

Las dos se quedaron en un incómodo silencio, sus ojos coincidían muchas veces, pero al instante desviaban la mirada.

  • Bueno... ya que vamos a ser vecinas, me gustaría invitarte a cenar en mi piso para darte la bienvenida, vamos... si tu... quieres - dijo tímida la rubia.

  • Pues me encantaría, además con todo este lío no creo que pueda hacer la cena.

  • Muy bien, pues... a las ocho te parece bien?

  • Perfecto - dijo con una amplia sonrisa.

  • Bueno pues... nos vemos esta noche.

  • Sí.

La dos se fueron acercando para despedirse con un beso en la mejilla, pero estuvieron a punto de dárselo en los labios, las dos se apartaron de golpe, riéndose y sonrojadas.

  • Será mejor que me... vaya.

  • Ss...Sí.

La rubia se puso de puntillas y la dio un beso en la mejilla.

  • Adiós.

  • adiós... - la morena la vio salir de su piso.

Cuando la rubia se fue, Beth se dejó caer en el sofá, sus ojos tenían un brillo especial, y una gran sonrisa se dibujó en sus labios, desde la última vez que la vio no pudo dejar de pensar en ella, deseaba verla y por suerte ahora sería su vecina, le hacía sentir sensaciones con solo su mirada, era increíble, se acababa de ir pero ya echaba de menos su presencia.

La rubia acababa de entrar en su casa, está feliz, muy feliz, aunque aún le costaba creerlo, tenía que preparar todo para esta noche, y no le había preguntado que le gustaría para cenar, dudándolo un poco... decidió ir a preguntárselo, llamó a su puerta y se encontró con una morena sudorosa, en top negro y unos vaqueros ajustado.

  • Hola!, dime - dijo la morena muy sonriente.

La rubia se quedó mirando su firme vientre, las gotas de sudor resbalaban por él, ella se estaba sofocando, casi no pudo oír la voz de la morena al saludarla, le parecía increíble que ese cuerpo hubiera sido suyo, solo de pensarlo... oohhh, la morena enarco una ceja e intentó llamar la atención de la rubia.

  • Querías algo? - preguntó amablemente.

  • Eehh, yo... esto... si, si, quería preguntarte qué te gustaría para cenar.

  • Ah!, pues... la verdad es que con cualquier cosa me conformo, todo me gusta.

  • Qué tal la pasta?

  • Esa es mi debilidad - dijo con morritos.

  • Jajaja, vaya, la mía también.

  • Parece que tenemos algunas cosas en común.

  • Si... - la rubia sonreía tímidamente - bueno... seguro que estas muy ocupada, mejor te dejo.

  • Vale, pues... hasta esta noche.

  • Hasta esta noche.

La rubia se metió en su piso, apoyándose en la puerta cerró los ojos y sonrío ampliamente, tras mirar que ingredientes le faltaban salió corriendo a comprar. El día pasó algo agitado para las dos chicas, pero por fin se acercaba la hora, ya eran las ocho menos cuarto, Beth ya casi había acabado de colocar sus cosas, después de una ducha se empezó a vestir, llevaba unos vaqueros negros, con una camisa de tirante arriba que dejaba ver sus bien formados abdominales, llevaba el pelo suelto y el color de sus ojos se hizo mas intenso. Sarilen ya estaba vestida, llevaba unos vaqueros azules, una camisa totalmente trasparente dejando ver su sujetador negro, se miraba en el espejo y sonreía como una niña pequeña que la acababan de dar una bolsa entera de golosinas.

El timbre sonó, y la rubia se puso muy nerviosa, respiró hondo y salió a abrir.

  • Hola!

Esta vez fue la morena la que se quedó sin habla, sarilen estaba preciosa, a pesar de que la rubia había sido prácticamente suya ahora tenía la tentación de cogerla entre sus brazos, entrar en casa y hacerla suya, no por que se lo habían mandado, si no por que ella lo deseaba, la deseaba a ella, pero era solo deseo o en lo poco que se conocían la había empezado a querer?, esa era una pregunta que solo el tiempo le contestaría, después de unos instantes de silencio la morena la saludo de igual forma pero en un susurro.

  • Hola...

  • Pasa, no te quedes ahí

  • Gracias.

La morena entró sin pensarlo, nada mas entrar ese olor que tanto le gustaba penetró de lleno en su nariz, según iba andando hacia el salón pudo ver que era un sencilla pero muy acogedora, le gustaba, la voz de la rubia la sacó de sus pensamientos.

  • Te parece si sirvo la cena ya?

  • Me parece perfecto, me muero de hambre.

  • Pues ya somos dos - el estómago de la rubia hizo presencia entre las dos.

  • Jajaja, ya lo creo - dijo riéndose la morena.

  • Sshh, tu calla - dijo la rubia acariciándose el estómago sonrojada - venga vamos que se enfría.

  • Si.

La morena se sentó mientras Sarilen iba a por los platos de pasta, la morena no se perdía ninguno de sus movimientos, la rubia se sentó dejando a cada una con un plato de rica pasta.

  • Vaya!, esto tiene una pinta increíble.

  • Es mi especialidad, espero que te guste - dijo sonriente.

  • No lo dudes - le devolvió la sonrisa.

  • Y qué tal vas con la casa?

  • Pues bastante bien, aunque aun me quedan algunas cosas pero mañana acabaré seguramente.

  • Bueno si necesitas ayuda ya sabes donde vivo.

  • Gracias - la guiñó un ojo - has encontrado algún otro papel en alguna serie o algo?

  • Que va, la verdad tampoco he buscado mucho, ahora me estoy dedicando mas a escribir.

  • Escribir? - dijo sorprendida la morena.

  • Si, me gustaría ser escritora.

  • Y ya has escrito algo?

  • Bueno... tengo algo pensado, pero necesito encontrar un tema que me llene, algo que me haga sentir...

  • Completa... - finalizó la morena.

  • Si...

Ambas se quedaron mirándose, el verde esmeralda y el azul mar se unieron en uno solo, la pequeña rubia sintió cono un rubor subía por sus mejillas y no fue capaz de aguantar la mirada y con una sonrisa tímida agachó la mirada, ante el gesto Beth con una gran sonrisa levantó la cara de la rubia por la barbilla con dos de sus largos dedos, sus ojos se volvieron a encontrar.

  • Te da... vergüenza mirarme? - dijo la morena.

  • No, no, es que... bueno yo...

  • Tienes unos ojos preciosos - no la dejó acabar de hablar.

  • Gr... gracias - la rubia se sonrojó mas - los tuyos también son... preciosos.

La morena sonrío y tras mirarse unos instantes poco a poco se fueron acercando, cada una podía sentir la respiración de la otra en su cara, justo cuando sus labios iban a rozarse se fue la luz, no solo de su casa, si no de todo el edificio. El silencio envolvió toda la casa, aun sintiendo sus respiraciones la morena consiguió hablar.

  • Vaya... no... se ve nada.

  • Iré... a buscar una vela - dijo la rubia separándose de la morena.

  • Te acompaño.

la rubia se levantó tanteando seguida por la morena.

  • Espero no darme contra nada y romperte algo - dijo la morena.

  • Dame la mano, yo te guiaré.

Y asi lo hizo, juntaron sus manos en un suave agarre, iban a paso lento para no darse con nada, consiguieron llegar hasta la cocina.

  • En algún armario tengo que tener alguna vela...

  • Supongo que tendrás mechero o cerillas

  • .... - la rubia no dijo nada.

  • Jajajaja, tranquila no pasa nada, yo debo de tener en mi piso, iré a por ello, ahora vengo.

La morena se separó unos centímetros de la rubia, pero antes de que pudiera seguir un pequeño cuerpo se colgó de su brazo.

  • Espera! - dijo la rubia agarrándola del brazo.

  • Qué pasa?

  • Es que... no me gusta estar sola en la oscuridad.

  • Entonces ven conmigo, yo te guiaré...

La morena entrelazó sus dedos con los de la rubia, ella le dio su aprobación apretando mas su mano, ambas sonreían, aunque ninguna lo sabía, salieron de casa de la rubia y pasaron al piso de la morena.

  • A ver si no soy yo la que tropieza ahora y te rompo algo - dijo divertida.

  • Tranquila, si rompes algo tienes un plazo de dos días para pagármelo.

  • Qué? - preguntó la rubia sorprendida.

  • Lástima estar sin luz, me habría gustado ver tu cara ahora - dijo riéndose.

  • Oh!, que graciosa, muy graciosa - dijo sonriendo.

La morena mas o menos sabía donde estaban los obstáculos y despacio los consiguió esquivar todos seguida por la rubia. Mirando en uno de los armarios la morena encontró una linterna.

  • Estupendo, con esto bastará - dijo la morena.

  • Menos mal, no me gusta nada la oscuridad.

  • Y cómo haces para dormir?

  • Suelo dejarme una luz encendida - dijo agachando la cabeza.

  • Tu no ganas para la factura de la luz - dijo la morena bromeando.

  • Jajaja, voy a tener que buscar dos trabajos o alguien que me cuide por las noches.

Beth sintió como una punzada en su corazón, no sabia por qué, pero cuando dijo alguien se suponía que podía ser cualquiera, y la idea de que alguien estuviera con ella la entristecía y la ponía furiosa, quería ser ella la que la cuidara, después de sus pensamientos pudo responder.

  • Si...

  • Beth...

  • Dime.

  • Si no vuelve la luz esta noche... te... te importaría quedarte conmigo?

  • Claro que no.

Quien mas escucho sus pensamientos que los ha hecho realidad, esta noche podría estar con ella y cuidarla.

  • Te lo agradezco mucho.

  • No es nada - dijo sonriente.

La morena ya solo le quedaba rezar para que no volviera la luz.

  • Bueno, volvamos - dijo la morena.

  • Si, vamos.

Las dos chicas volvieron a la casa aun cogidas de la mano, con mejor visión gracias a la luz de la linterna.

  • Y ahora qué hacemos? - preguntó la morena.

  • Pues o bien hablamos o vamos a dormir ya, mañana madrugas?

  • Suelo ir a correr por las mañanas.

  • Eso explica lo bien que estas...

La rubia se calló de repente y prefirió que a la linterna se le fundiera la bombilla.

  • Gracias... tu no haces deporte?

  • Si, también suelo ir a correr y hago algunos ejercicios en casa.

  • Eso explica lo bien que estas.

La morena se apuntó la cara con la linterna para que la viera bien y la guiño un ojo, la rubia sonrío ampliamente.

  • Quieres que vayamos mañana a correr juntas? - preguntó la rubia.

  • Claro!, estaría bien, ir sola no tiene gracia - dijo sonriendo.

  • Pues entonces vamos a dormir ya y mañana nos levantamos bien temprano.

  • Vale, vamos.

  • Sígueme... - dijo la rubia.

La rubia la condujo hasta su propia habitación, era muy acogedora, y tenía una amplia cama, la morena empezó a pensar en lo bien que estarían las dos juntas en esa cama.

  • Espero... que no te importe dormir conmigo, es que solo tengo una cama... - dijo la rubia algo ruborizada.

  • No tranquila, no hay ningún problema, además ya hemos compartido cama...

La morena se arrepintió de lo que acababa de decir, vio que la pequeña rubia se ruborizó aun mas.

  • Lo siento no...

  • Tranquila si no pasa nada - dijo sin darle importancia.

  • Bien, pues a dormir.

Ambas chicas se metieron en la cama, cada una en su lado, ninguna decía nada, la linterna seguía encendida, la morena dudaba entre apagarla o dejarla encendida, asi que prefirió preguntarle.

  • Quieres que deje la linterna encendida?

  • No hace falta, ahora que estas tu conmigo no creo que tenga miedo.

  • Vale, pues la apagaré.

La morena la apagó, quedando totalmente a oscura, Beth cerró los ojos y aspiró con fuerza, le encantaba el olor de la pequeña rubia.

  • Buenas noches Beth.

  • Buenas noches Sarilen.

Ambas se disponían a dormir, pero ninguna de ellas podía, la presencia de la otra al lado las quitaba totalmente el sueño. En el silencio total de la casa unos fuertes golpes envolvieron la casa.

  • Qué es eso?! - preguntó la rubia alarmada.

  • No se... parecen golpes...

Los golpes sonaron con mas fuerza, y parecía como si alguien estuviera en la misma habitación haciéndolo, en ese instante la rubia se tiró a los brazos de la morena, escondió su cara en su cuello y en un susurro dijo.

  • Tengo miedo...

La morena la rodeo con sus fuertes brazos apretándola mas contra si.

  • Tranquila, no es nada, creo que son los vecinos de arriba.

  • Estas segura?

La rubia levantó la cabeza para mirarla, quedando asi a pocos centímetros de sus labios.

  • Creo... que si...

El aliento de la rubia, acariciaba el rostro de la morena, a pesar de la oscuridad ambas sentían la mirada de la otra, los dedos de la morena parecían cobrar vida propia, suavemente comenzaron una danza lenta por la espalda de la rubia, ésta respiró hondamente pero con dificultad, cerró los ojos, quiso sentir mas esas caricias tan deseadas, la mano de la morena subía y bajaba lentamente, sus labios se fueron acercando a los de la morena, Beth que la sintió mas cerca apretó mas la espalda de la rubia contra su cuerpo, un pequeño gemido salió de la rubia, sus labios se rozaron suavemente, ambas se estaban perdiendo, deseaban tenerse la una a la otra. Una de las manos de la morena se metió por debajo de la camisa de la rubia, acariciando su suave piel, dejo salir su lengua para que rozara unos de los labios de la pequeña que estaba sobre ella, cuando parecía que ambas se iban a fundir en un beso lleno de pasión la oscuridad que las envolvía desapareció dando paso a la luz de las lámparas que había en la habitación, ambas chicas asustadas se separaron bruscamente, ya había vuelto la luz, pero ahora el silencio reinaba en toda la casa, las dos estaban sentadas en la cara, ninguna se miraba ni decía nada, estaban sofocadas y sobre todo excitadas, tras un rato de silencio la voz de la morena sonó primero.

  • Supongo que ya que ha vuelto la luz... no hará falta que me quede...

  • Aun asi... me... me gustaría que te quedaras... - dijo sonrojada mirándose los pies - pero si no quieres...

  • No tranquila, por mi esta bien.

Dijo la morena apoyando su mano en la de la rubia, la pequeña rubia miró ese contacto y sonrío, después levantó la vista y le dedicó una sonrisa a su amiga que se la devolvió en el mismo instante.

  • Vamos a dormir - dijo la rubia.

Las dos se volvieron a tumbar, cada una en su lado, pero aun agarradas de la mano, solo con ese contacto les valía para poder dormir tranquilas, ambas sonrientes se dejaron llevar a otra vida, la vida en la que se esta permitido soñar.

Aun no había amanecido, pero la morena despertó al sentir que su brazo estaba dormido, y al girarse pudo ver la causa, una pequeña rubia dormía sobre él, estaba abrazada a la morena, pero la morena no se percato de que ella también las estaba abrazando, a pesar de que le dolía no se movió, quería seguir sintiendo su peso sobre ella, pudo sentir que tenia sus dedos entrelazados con los de la rubia, con una gran sonrisa hundió su nariz en el cabello corto de la rubia y respiró con fuerza, le encantaba como olía, quería sentirla mas cerca de ella y la apretó mas contra si, haciendo mas estrecho el abrazo, la rubia lo sintió, abrió los ojos, sonrío y ella también abrazó con mas fuerza a la morena, la morena sorprendida se aventuró a preguntar.

  • Estas... despierta?

  • Ahora si, te... molesto?

  • Para nada - dijo acariciando la cabeza de la rubia.

  • Qué hora será?

  • Ni idea, pero seguro que esta apunto de amanecer.

  • Quieres que vayamos a correr?

  • Claro!, esta será una buena hora.

  • Pues vamos.

Las dos no se movieron ni un centímetro, sabían que tenían que levantarse pero ninguna parecía tener intención de ello.

  • Creo que asi no llegaremos muy lejos - dijo la morena.

  • No... creo que no, lo cierto es que hoy estoy perezosa.

  • Si?

  • Si.

  • Vaya, que curioso, yo también estoy perezosa.

  • Entonces creo que lo mejor será seguir... asi - dijo la rubia con inocencia.

  • Será lo mejor - dijo la morena sonriente y acomodándose mas al cuerpo de la rubia.

Ninguna dijo nada mas, ninguna de ellas durmió, solamente disfrutaron de aquel momento, de aquel contacto. Tras unas horas ambas se levantaron y decidieron salir a desayunar juntas.

Pasó una semana y ningún día de esa semana se separaron, solamente por las noches, Beth se iba a dormir a su casa, Sarilen sentía gran soledad por las noches después de la que paso con la alta morena. Uno de esos días Beth recibió una llamada a su móvil, era de un productor de una serie donde ella se había presentado al casting, en ese momento ella estaba con la rubia, al ver la cara de alegría de la morena Sarilen no pudo evitar preguntar.

  • Quién era?

  • Es de un productor, me presente a un casting para hacer una serie.

  • Vaya!, eso es genial!

  • Si!, lo malo es que es fuera del país...

La cara de la rubia cambio en ese mismo instante, de alegría por tristeza.

  • Y... por cuanto tiempo?

  • No lo se, creo que sería un año o tal vez mas, depende de cómo vaya la serie.

Un año... eso era demasiado tiempo para estar separada de ella, en tan solo una semana se había acostumbrado a su presencia y en cuanto se separaban unas horas ya la echaba de menos, la rubia estaba demasiado triste como para seguir hablando.

  • Oye, no me encuentro bien, voy a irme a casa si no te importa...

  • Déjame que te acompañe.

  • No gracias, no te molestes, puedo ir sola.

Sin decir mas la rubia se giró y con lágrimas en sus ojos se alejó de la morena, Beth no entendía lo que pasaba, pero estaba muy confundida, necesitaba saber que es lo que le pasaba a Sarilen.

Sarilen estaba en su casa pensando en lo que Beth la había dicho, no quería que se fuera, habían pasado tres días desde que la dejó aquel día, la echaba tanto de menos... de repente sonó el teléfono, Sarilen sin pensarlo dos veces fue a contestar.

Si?, ah!, claro, no, no, claro que puedo, cuándo?, mañana?, ahí estaré, bye.

Sarilen se había puesto de los nervios, le había llamado el productor, quería que fuera a rodar otra escena... otra escena con Beth, una parte de ella lo deseaba, pero por otra no quería, sabía que solo se enamoraría mas y mas, pero al fin y al cabo no podía rechazar el trabajo.

Por otro lado Beth estaba en su casa, no conseguía quitarse a la pequeña rubia de la cabeza, varias veces estuvo enfrente de su puerta, necesitaba saber por qué se fue asi el otro día, a ella ya la habían avisado de que mañana tendría que ir a rodar otra escena, estaba deseando verla y sobre todo sentirla, sentir sus labios, su cuerpo, ver la pasión en sus ojos... deseaba que fuera mañana.

El día llegó, Beth ya estaba en los vestuarios, ya la explicaron lo que tendría que hacer y le parecía de lo mas excitante, aun no había visto a Sarilen, y ya se estaba poniendo nerviosa, la puerta de los vestuarios se abrió dejando ver a una rubia de ojos verdes, parecía cansada, Beth la miraba atentamente, hasta que la rubia alzó la vista y se encontró con esos ojos que tanto había hechado de menos, sin dejar de mirarse la morena la saludo primero

  • Hola...

  • Hola Beth...

  • Qué tal estas?... te encuentras mejor?, tienes mala cara.

  • Si, estoy bien, solo que no he dormido mucho... - dijo con una leve sonrisa - y tu... qué tal con la oferta de trabajo?

  • Bien... lo están arreglando todo.

  • Cuándo te irás?

  • Dentro de tres días - dijo si dejar de mirarla - me han dicho que seré protagonista y si la cosa va bien me dijeron que me planteara mudarme allí.

  • ... ya veo... - Sarilen retenía las lágrimas que estaban deseosas de salir.

  • Te... te he echado de menos estos días... - dijo la morena con mirada tímida.

Sarilen estuvo a punto de abandonarse y de lanzarse a sus brazos, pero ahora mas que nunca sabía que tendría que alejarse todo lo que pudiera, cerró los ojos con fuerza para evitar que las lágrimas salieran, agachó la cabeza y en una huida desesperada salió corriendo de allí, Beth intentó agarrarla pero no pudo, no entendía lo que le pasaba a Sarilen, estaba muy triste, sabía que en este último rodaje podría ser el último, la última vez que la sentiría, y algo le decía que hoy se entregaría en cuerpo y alma a Sarilen.

Sarilen ya estaba en la ducha preparada para rodar, totalmente desnuda y totalmente mojada, Beth estaba lista para entrar en ella cuando el director se lo mandara.