3000 Euros
Bueeeno, por ahora solo aparecen dos tíos follando pero seguro que más adelante sale algo interesante. Hooola a todooos!!
- Lo empujó apasionadamente contra la pared, abalanzándose sobre su cuerpo tembloroso y ahogándolo entre sus labios. Arrancó bruscamente su camisa de dentro de los pantalones mientras besaba su cuello con un ligero sabor amargo por la colonia. Percibió la manera en la que jadeaba, como su diafragma subía y bajaba acelerado, como sus manos se movían torpes por su cuerpo, sin saber donde colocarlas, que acariciar o que hacer, cosa que dibujaba una enorme sonrisa en la cara de Alexis.
- Relájate Cèdric– sonrió – relájate o te reventará el corazón, o peor, los pantalones.
- Estoy bien… bien… - apretó sus caderas mirándolo – si, muy bien.
- Sabes que no te voy a cobrar ¿verdad?
- Boh, ya, ya lo sé, si lo sé- se mordió los labios mientras sumergía sus dedos en el espeso pelo rubio- es que… me pones muy nervioso Alexis.
- Ven – lo llevó suavemente hacia la cama, se situó encima suyo con una excitada sonrisa que denotaban la impaciencia que lo dominaban - tranquilo rey- Dijo con suficiencia- te voy a tratar como a una virgen a la que ni siquiera le han metido mano.
- Deja de burlarte de mí.
- No me burlo Cedrino mío - soltó una carcajada maliciosa envuelta en histeria - ¡Joder si me traes loco! No sabes las ganas que te tengo, capullo- Miró a Cèdric desde las alturas acariciándole los labios mojados por la saliva mientras notaba como se removía inquieto debajo de él. Sintió como los dedos de este su compañero le desabrochaban con dificultad el ancho cinturón de piel negro sin atreverse a desabotonar la bragueta ni tocar más allá de su cadera. Agarró las manos temblorosas de Cèdric y las llevó a su entrepierna, apretándolas contra aquel bulto caliente. – Toca sin miedo – le susurró al oído – que estamos en confianza.
- Ya...- Introdujo su mano por dentro del bóxer de Alexis, casi con descaro y suficiencia intentado parecer menos novato de lo que en realidad era.
- ¡Hey!- Sonrió Alexis sorprendido – con tranquilidad que me la arrancas de su sitio.
- Perdón – se sonrojó – es… es... – tragó saliva- está dura.
- ¿Qué esperabas?- volvió a sonreír. Cèdric empezó a acariciar aquel ardiente falo de dimensiones enormes, o por lo menos eso le parecía a él. Se sorprendió de nuevo al notarlo ligeramente húmedo y aún más lo asombró al verse gozar como un enano jugueteando con aquella piel retráctil que lo recubría. – Esto… creo que no lo hago nada mal ¿verdad?- preguntó con desfachatez al percibir el sonrosado rostro de Alexis y su respiración entrecortada- ¿Eh?
- No está mal – Alexis se deshizo de su jersey fino a rayas blancas y negras dejando al descubierto un torso casi perfecto que alteró al ya de por si demente Cèdric. Nunca semejante belleza vio junta en un mismo cuerpo, le pilló desprevenido tal calidad corpórea, pese a lo que solía cobrar Alexis por una simple paja. Soltó el pedazo de carne que tenía entre sus manos como si quemase, centrándose casi religiosamente en ahora eje de todas sus perversiones. Cayó en una especie de trance ensimismado en aquel tronco, estaba absorto con tanto abdominal y músculo prieto, se deleitaba alcanzando casi el éxtasis, el nirvana con solo acariciarlo y besándolo, le parecía estar manoseando a una estatua hecha por el mismísimo Miguel Ángel.
Definitivamente estaba enamorado de aquel hermoso cuerpo, sorprendiéndose a sí mismo contemplando el metálico aro de su pezón y esas pirámides brillantes que habitaba justo encima de su ombligo. Empezó a besar enloquecido ese cuerpo, repasando cada músculo con su lengua, alterándose cada vez que descubría uno más de sus múltiples y diminutos tatuajes de símbolos o formas abstractas. Nunca había sentido tanta predilección por los grabados corporales, jamás le habían gustado al pensar la vulgaridad de quienes los llevaban, pero aquellos eran elegantes, magníficos y lo que más le atraían de ellos era su lugar de existencia, estaban escondidos, disimulados, lo que hacía que fuesen invisibles, imperceptibles a un primer vistazo.
Apenas se dio cuenta de que a la vez que enloquecía con el cuerpo de Alexis él mismo era desnudado casi con la misma pasión. Enardeció al ser consciente de que los dos estaban completamente desnudos, él encima de Alexis y Alexis debajo de él, con aquel hiriente bulto presionándole el vientre.
Empezaron a rodar por la cama agitados y pasionales, parecía más una lucha entre dos titanes que dos amantes preparándose para ser amados. Alexis lo besaba con un ardor desmedido, apretaba su piel, mordía sus hombros y le agarraba las muñecas, inmovilizándolo, mientras sentía su lengua por sus pechos y cuello. De repente se vio tumbado con las piernas separadas a causa de estar en medio pálido cuerpo de este, el peso de su torso albino descansaba sobre las costillas de Cèdric , y sus centelleantes ojos azules lo observaban detenidamente. Sus labios buscaron los de su amigo hasta juntarse de tal manera que parecía inconcebible la idea de que se separarían algún día. Alexis estiró el borde inferior con los dientes suavemente provocándose una sonrisa a si mismo, rápidamente su lengua, que poseía un lujurioso pirsin plateado en la cúspide fue atrapada por la de Cèdric . Aquella brillante bolita tenía el mágico poder de dejar, allá por donde pasaba una agradable sensación de cosquilleo, y utilizando aquel don, aquella esfera comenzó a descender por la garganta de Cèdric lentamente, recorrió el contorno de uno de sus pectorales ayudado de sus labios, se detuvo para lamer un prominente botón oscurecido con tal voracidad y maestría que lograron que de Cèdric no cesasen de escaparse diminutos suspiros y débiles gemidos.
Siguió precipitándose junto con las juguetonas manos que circulaban a gran velocidad haciendo que el cuerpo de este se retorciese de placer cada vez que sentía el contacto. Sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo aquellos rosados labios llegaron hasta la entrepierna y sin ningún remilgo engulló a aquel animal alargado y fibroso. Tal fue el pasmo de Cèdric que del asombro se apartó de golpe dándose un fuerte golpe contra el cabecero.
Repuesto de su sorpresa y bajo una larga y profunda carcajada de su amigo este volvió a su faena anterior, abarcando de nuevo aquel ser en su boca y lamiendo el colorado glande. Parecía irreal la manera tan maestral que tenía Alexis, la forma en la que recorría aquel órgano nervudo con su esponjosa lengua y sobre todo con aquel pirsin en la punta de su sinhueso. Lograba hacer que el alterado corazón de Cèdric invirtiese demasiadas energías en bombear sangre a su entrepierna y que los pulmones se fatigasen de recoger aire. Cèdric se sentía febril, le ardía el cuerpo entero, le dolían los abdominales como cuando te ríes por horas, unas temibles oleadas lo sacudían de desde sus muslos a su cerebro, las manos de Alexis no paraban de moverse iban de un lado a otro descontroladas, acariciándolo, volviéndolo majareta y llevándolo al borde del desmayo.
Sin aviso aparente de desagrado Alexis dejó su grandioso oficio de mamador. Se deslizó por su torso para volver a encontrarse de nuevo con unos ardientes labios y una boca seca como un desierto. Observó la expresión desencajada en el rostro de Cèdric , los mofletes de un rojo brillante y la frente perlada por el sudor. Acarició sus mejillas sonrosadas con una ternura desconocida para mucha gente, volvió a besarlo sintiendo ese calor abrasante que emanaba de su encariñado. -¿Quieres probar tú?- le preguntó con una burlona sonrisa- ¿Eh? ¿Te apetece? – Le acarició los lacios mechones oscuros que caían por su frente con cariño mientras se mordía deseoso el labio inferior- ¿Eh? ¿Te encuentras con valor de tragar esto?
- Chupar…- titubeó al encontrarse con los fogosos ojos de Alexis- ¿Quieres… quieres eso?
- Si – dijo efusivamente mientras asentía- venga – hizo fuerza con sus manos sobre su cabeza con delicadeza- igual hasta te gusta- lo besó en la mejilla mientras sonreía- te va a gustar, ya verás.
- No es… no lo voy a hacer bien – se lamentó de antemano – yo no sé hacer esto, nunca lo he hecho.
- Bueno, chico… que esto no tienen ciencia espacial – abrazó el enorme cabezón de su compañero apretándola contra su estómago- Si no lo intentas ¿Cómo aprenderás? – Cèdric sonrió condescendiente enamorándose de aquella expresión lasciva y de suficiencia que había grabada en su rostro. Observó detenidamente la entrepierna de Alexis, aún indeciso, no por falta de ganas, claro que no, el deseo que sentía en aquellos momentos era terriblemente poderoso, sino por falta de experiencia, cosa que siempre lograba cohibirle en los peores momentos. Su cabeza bullía en pensamientos mientras su mano acariciaba la fina piel de su bajo vientre, dándose cuenta, por primera vez en que algo brillaba en la pubis de Alexis, bajó su cabeza curioso y observó dos bolitas de metal algo separadas que coronaban el pene, y bajando, casi sin aliento pudo percibir como otra bolita, esta algo más pequeña atravesaba el brillante glande de un solo golpe.
- ¿¿Llevas un pirsin en la polla?? – exclamó sorprendido en un grito contenido – ¡Hijo de puta! pero… ¡Dios que dolor! ¿¿Cómo has tenido valor?? ¡La madre que te parió!, eres… ¡¡Señor!! ¿¿Cómo…??
- Boh, ¿¿y ahora te das cuenta?? – Soltó una pequeña carcajada – ¡si la has tocado! Tú eres imbécil, enserio, has estado media hora mirándola, ¡media hora! Eso se ve al primer vistazo.
- Yo… yo… no me he dado cuenta- bajó de nuevo la mirada avergonzado- no me había fijado. – Alexis sonrió, sujetó su rostro y lo besó ardientemente, tumbándolo sobre la cama con ternura. Cogió la mano de Cèdric y la volvió a llevar por enésima vez a su entrepierna, ya casi le parecía un ritual centenario que no había forma de rechazar. De cierta manera se sentía como si fuese un maestro que enseñaba su alumno, a un novato estúpido, y en realidad era así.
Se sorprendía del goce que sentía de ello, le gustaba ir tan endemoniadamente despacio, no como siempre que apenas se acordaba del nombre de quien se la chupaba. Definitivamente le gustaba sentir como la pasión y la excitación lo carcomían por dentro, el entusiasmó de soportar aquella fogosidad y excitación que lo corroían, sintiendo esos turbulentos deseos en su entrepierna que parecían obligarle a aplacarlos lo antes posible.
Acompañó a las manos de Cèdric en su viaje a la zona media de sus muslos, lo guiaba con sus dedos enseñándole la destreza para satisfacer el goce ajeno, y así intentando relajarlo. Despacio, sin prisas, pudo notar como el cuerpo de su galán se tranquilizaba, su respiración descontrolaba estaba calmada, sus temblores desaparecían y los latidos de su corazón descendían a un nivel aceptable sin temer que explotase de un momento a otro.
Sujeto aquella faz colorada entre sus dedos, para besarlo con esa pasión y entusiasmo de un verdadero amante enamorado. Sus labios, enloquecidos sobre los suyos parecían querer transmitirle confianza y valor con aquella trémula lengua rosada. Sus dedos se enredaron de nuevo por los espesos cabellos negros, y sin apenas fuerza, casi por instinto o inconscientemente empujó su enorme cabeza hacia abajo.
Cèdric giró, enredado de manos y piernas hacia arriba colocándose encima de Alexis, se deslizó casi llevado por la gravedad hacia abajo, con una tranquilidad agonizante, como si los minutos se dilatasen en horas y las horas en largos días de trabajo. La piel de sus enrojecidas mejillas sintieron el calor que desprendía su sexo y el frío metalizado de aquellos pírsines brillantes. Oyó unos leves jadeos que emanaban de la larga garganta de su amado, podía incluso percibir la repentina agitación de su músculo bombeador a través de las palpitaciones de su carne. Sin demora, ahora casi con prisas por la inminente fuerza de su curiosidad se dispuso a introducir aquel bello trozo de cuerpo dentro de su boca. Besó primero la cabeza colorada en un adorable primer contacto, sin más, abrió sus labios e incitó a aquel ser a pasar dentro como si fuese lo que más deseará. Se sintió abrumado teniendo aquello sobre su lengua, sin saber que hacer, como actuar, como moverse. Su mundo parecía que se desmoronaba, el miedo invadía sus venas y su cerebro, pero haciendo honor de su talante decidió imitar lo que siempre vio en películas e incluso de su propia experiencia. Empezó a mover su cabeza de delante a atrás, en un delirante bailoteo inexperto, sin parar, como un títere sin disfrutar de aquello como debería, casi obligado por su orgullo para no parecer un fracasado.
- No te pongas nervioso- susurró Alexis mientras jugaba con los mechones de su pelo negro- lo haces bien, tranquilo, hazlo despacio. – Sus ojos se encontraron de repente, formando una atmósfera incómoda por unas milésimas de segundo. De nuevo, el corazón de Cèdric volvió a su frenético estado de tamborilero que apenas era aplacado por las caricias tiernas de Alexis.
Abrió de nuevo la boca para alojar aquel recio músculo, repasó su estilizada forma con los labios, notando las gruesas venas dilatadas y el incesante calor que emanaba de él. Descubrió casi con placer la suavidad del tejido eréctil que recubría el pene, el ligero sabor salado que había en el glande y lo gracioso que le era aquel diminuto orificio. Empezaba a sentirse pasión y una desmedida excitación lo dominaba por aquella tranca, una gran emoción cada vez que notaba el corazón de Alexis a través de la piel palpitante. Oía su respiración entrecortada, la curiosa manera de tragar saliva casi compulsivamente y aquellos débiles gemidos que él parecía querer retener en su hermosa garganta adornada por la manzana de Adán. Empezó a engullir con gula aquel animalito endurecido y ardiente, lo atosigaba sin razón obligándole casi a adentrarse en su cavidad bucal con violencia, lo ahogaba entre sus labios y lo acosaba con su libertina lengua.
Las manos de Alexis apartaron de repente su cabeza de su pene, atrayéndolo egoístamente hacía su boca para besarlo de nuevo, con aquella expresión de amor y ternura que lograban desmoronar la poca estabilidad mental de Cèdric.
- Lo haces muy bien – susurró Alexis en su oído haciendo que se estremeciese- lo haces bruta y terriblemente bien.
- ¿Si? ¿Tú crees?
- Oh, si que lo creo- sonrió- aún percibo tus muelas en mi polla.
- Ya te lo dije…
- No, no que lo has hecho muy bien – le acarició la barbilla con devoción- era tu primera vez. Además- tiró de sus brazos hacia arriba- yo quiero hacer otra cosa- cantó – quiero hacer otra cosa.
- Alexis… - comenzó a temblar de nuevo aspirando por fuerza por la nariz- yo… no creo que este preparado para eso.
- Sé que no eres virgen- sonrió – no te preocupes.
- Si que lo soy, yo… jamás… a mi no me han… ‘’dado’’…
- ¿Quién ha dicho que te iba a ‘’ dar’’?
- Pues… supuse que… no tienes cara de… yo… a mi… me pareces tan… viril…
- No soy cruel mi querido Cedrino, yo soy tan viril como tú y como el forajido más valiente del oeste. – suspiró impaciente- No me gusta ver sufrir a personas que no conozco así que imagínate lo que me gustaría verte sufrir a ti que hasta te tengo cariño- acarició sus mejillas con las yemas de los dedos obnubilado por aquella mirada inocente y temerosa en sus ojos- Has mantenido relaciones con chicas ¿verdad?
- Eh… si…
- Ah, porque sino me preocuparía de verdad – soltó una fresca carcajada que lo ruborizó- Esto es bastante parecido, diferente, pero parecido. La base es la misma, el mete-saca de toda la vida de Dios. ¿Preparado?
- No
- Joder, como fueses así con las tías con las que has estado… no sé como no se han secado esperándote, necesitarían cuatro tubos de lubricante por lo menos. – volvió a sonreír de nuevo con esa blanca y brillante dentadura. Se contorsionó en dirección a su mesilla y sacó un brillante y alargado bote junto a un preservativo. Lo agitó de lado a lado exhibiéndolo como si fuese un trofeo y se lo lanzó a las manos. Alexis se olvidó momentáneamente de los complementos extraídos del cajón y dio rienda suelta a su pasión y sus ganas hacia su camarada, enamorado de la expresión miedosa de sus ojos. Agarró de repente la mano de Cèdric con autoridad, seguidamente extendió en ella una generosa cantidad pringosa y esperó paciente. Cèdric, casi con el corazón en la garganta no supo que hacer con aquella cosa, la miraba hipnotizado como si tuviese la esperanza de que encontraría una respuesta con solo observarla. Fijó sus ojos oscuros ahogados en nervios en Alexis, entonces, con su trémula confianza llevó sus dedos hasta aquel orificio escondido y escoltado por dos musculosos y prietos centinelas. Embadurnó todo lo que vio mecánicamente, masajeando aquella salida convertida ahora en entrada con las yemas de los dedos, haciendo fuerza con el más largo hasta que, como si fuese magia o cosa espiritual entró. El cuerpo de Alexis se estremeció, un gemido nada placentero se escapó de entre sus labios, en su rostro se dibujó una expresión incierta, las cejas fruncidas, el morro retorcido enseñando parte de los incisivos y el resto de su cuerpo tenso.
- ¿Estas…
- Bien- respondió Alexis con la respiración entrecortada- continúa, joder, hace tiempo que… – Cèdric siguió presionando esta vez con dos de sus falanges mientras su otra mano acariciaba el pecho húmedo por el sudor, y sus labios besaban los de Alexis – Ven… - le dijo- túmbate encima.
- ¿Seguro?
- Si - sonrió – ven …
- Tiene pinta de que te va a doler un huevo, no parece…
- No te preocupes- le acarició su pelo oscuro y lo último que vio de él fue su traviesa sonrisa esconderse entro los almohadas.
- Vale… podemos hacerlo - Cèdric se tumbó encima de él, aferrando una de sus manos a su hombro y la otra a sus caderas. Solo veía el abundante pelo rubio de Alexis y el resto de su cuerpo blanco y marmóreo. Se acordó de repente del condón que habitaba a un lado de la cama, después de largos minutos intentado abrirlo sin éxito consiguió romper el envoltorio con los dientes. Se lo puso observando el tranquilo estado estático de Alexis, que seguía tumbado con las piernas separadas y las manos abrazadas a la almohada que sujetaba su cabeza. Dirigió, ahora acertadamente su pene enfundado en un látex brillante y húmedo hacia aquella abertura que no veía entre los glúteos del rubiales. Una vez la encontró, empujó con las fuerzas de sus caderas hacia adentro, sintiendo casi con grima como lo penetraba mientras un intento de Alexis de silenciar sus gemidos dominaban el silencio de la habitación. Se paró en seco esperando no haber roto nada de ahí dentro, algún intestino, la próstata, el apéndice… su miedo refrenaba sus movimientos, Alexis por su parte parecía haberse muerto, no había sonido alguno de su boca, el único signo de vitalidad de su cuerpo era la tranquila respiración que lo preocupaban.
- ¿Estás bien? – no hubo respuesta, lo zarandeó inquieto – Alexis, ¡¡Hey tío!!
- Eh… perdona, estaba pensando – empujó el cuerpo de Cèdric con el suyo, pasando a tumbarse bocarriba- Me ha traído recuerdos… - sonrió - hace tiempo que no me la metían- Se mordió los labios mientras se meneaba ligeramente el miembro de entre sus muslos, seguidamente abrió mucho las piernas para que cupiese Cèdric. - Ven aquí semental, y enséñame todo lo que sabes hacer. – Tiró de sus brazos hacia él acompañado todo de una carcajada maliciosa. Besó profundamente al desconcertado Cèdric que apenas se podía estar quieto recorriendo de nuevo todo su cuerpo con la lengua. Volvió a meterla con todo el cuidado posible y habido por haber, se sorprendió al notar lo suave y rápido que entró, pronto, ese cuidado tan esmerado que ponía se perdió por los confines del placer. Embestía a Alexis con fuerza, empujando sus caderas hacia adentro, sintiendo los gemidos que este emitía y como una pierna se aferraba con fuerza a su espalda. – Sigue… - susurró en un momento Alexis – ¡Fóllame, joder!- gritó en otra ocasión mientras se removía inquieto debajo de él. Agarraba con fuerza su rostro entre sus dedos para morder sus labios con voracidad, notaba como sus manos bajaban a su propia entrepierna masturbándose salvajemente por momentos, en otros, cerraba los ojos y se dejaba llevar aspirando con fuerza y otras tiraba de su pelo con tanta pasión y crueldad que parecía querer llevarse parte de su melena negra. Cèdric por su parte apenas podía aguantar, se aferró al cuerpo de Alexis con fuerza, abrazado a él como una lapa a una roca, reprimiendo las ganas de correrse y negarle aquel placer a su compañero. Un enorme calor invadía su cuerpo, unas horribles oleadas electrocutaban su cerebro de endorfinas haciendo que un terrible placer lo dominasen. Nunca en su vida se había sentido tan excitado y caliente como en ese momento, nunca tanto placer sintió en una relación sexual y jamás se había sentido tan unido a alguien. Con este pensamiento y bajo un alarido de gozo Cèdric se corrió. Se despegó avergonzado y satisfecho, respirando aparatosamente, con las emociones a flor de piel y ganas de tirarse de nuevo a los brazos de su amigo. Alexis por su parte, con una mirada incierta en sus ojos se acurrucó a su lado como un gato, presionando su costado con la cabeza, y emitiendo pequeños suspiros que parecía ronroneos. Sus manos se dirigieron a su entrepierna hinchada y colorada, y después de retorcerse como una culebra, gimiendo y manoseando a si mismo y a todo aquel que encontraba un chorro blanquecino salió de su interior. Cèdric observó como su pecho se llenaba por el aire que entraba en sus pulmones y una sonrisa de agrado se dibujaba en su rostro.
Después de unos momentos de descanso Alexis se subió encima de él apoyando su cabeza contra su pecho y enroscando sus brazos alrededor de su cuello.
- Quiero hacerlo otra vez – susurró a su oído- ¿Si? – sus bocas se juntaron de nuevo en un enorme y húmedo beso. Los labios de Alexis recorrieron la garganta de Cèdric, subieron hasta situarse detrás de su oreja y bajaron hasta uno de sus pezones.- Aunque… bueno… igual si esperamos a mañana… - se levantó de golpe - Te quedarás a dormir ¿Verdad?
- ¿Aquí?
- Evidentemente- sonrió – ¿No?
- Intentaré hacer este esfuerzo por ti, no es mi piso, pero bueno… - Alexis lo empujó contra la cama – no me pegues.
- Sabes… - se mordió los labios con expresión lujuriosa- quiero hacerlo otra vez, hasta mañana no me aguanto, vamos a follar- cogió sus manos y las llevó de nuevo a su entrepierna – Aunque…no será mucho trajín para ti ¿verdad? Esto de hacerlo tan seguido…
- Vete a la mierda – se rio Cèdric - no soy tan debilucho, que hago remo de competición, gané la copa el año pasado.
- Eso está muy bien, pero quiero que se te ponga dura la tranca, no los brazos… - Hizo un mohín con su boca y le revolvió el pelo- ¿sabes una cosa?
- ¿Qué?
- Me gustas Cèdric- una risilla de niño pequeño se escapó de entre sus labios- ‘’ Oh, la la, Vous guste moi le Cèdric ’’ .
- Que halago tan placentero para mis oídos… incluso en tu ‘’francés’’ inventado, pero el acento es perfecto.
- Es que yo aprendí otro tipo de francés- se burló- y este es internacional, no como el tuyo que no lo entiende ni el tato. – se separó de él airado, con cara dé ofendido. Bajo un teatrero y profundo suspiró se dejó caer sobre la cama, dobló sus rodillas, apoyó su pecho contra el colchón y extendió sus brazos en cruz poniéndose en la perfecta posición de sumiso servicial. – Fóllame Cèdric- susurró – Fóllame.
(((Hola!!!! a pasado mucho tiempo desde que hice mi último relato. bueno, aquí os dejo este, yo quiero que tenga continuación, pero ¿cuándo la tendrá? NPI, x) intentaré hacerla lo antes posible. Muchas gracias, muchas gracias, muchas gracias a todo aquel/a que lo haya leído, y muchas gracias a quién me haya puesto un comentario /espero que sea bueno, porque si no… no me hagáis esto… =( 7/. un enorme saludo a todo dios, chaaao. MV)))