(3 y final) POR CELOSA ME COGÍA MI CUÑADO.

Mi cuñado me chantajea, quiere que haga un trío con su mejor amigo o le cuanta a su novia, que es mi hija, que también me cogió.

(3 y final) POR CELOSA ME COGÍ A MI CUÑADO.

En mis cuarenta años de vida, nadie me había cogido de esa manera, ¡Que delicia, por Dios! De lo que me estaba perdiendo por ser tan mojigata. Nunca le había sido infiel a mi marido y la primera vez fue con su hermano menor ¡Qué barbaridad! Además, hice cosas que ayer, antes de la fiesta, jamás pensé que llegaría a hacer, mamé verga y tragué semen por primera vez en mi vida y lo peor es que me había encantado, pero por si eso fuera poco, me hizo decir palabras que no sabía que fueran tan excitantes: oírlas y decirlas. Pero el colmo fue que, ni a mi marido le había dado el culo y mi cuñado me lo dejó bien abierto y adolorido, pero la cereza del pastel fue: que acabo de coger ¡con el novio de mi hija!

Iba entretenida en esos pensamientos en un taxi, cuando me di cuenta que eran las seis de la mañana, tenía que encontrar un motivo para justificarle mi ausencia a mi marido, bien dicen que el ataque es la mejor estrategia, así que no más entré en la casa le solté una cantidad de improperios por su “relación” con Estefany, el trató de explicarme, pero, yo indignada le estrellé la puerta en las narices, la verdad no tenía ganas de dar explicaciones y menos ver a mi hija Fernanda, que vergüenza, ¿Cómo verla a los ojos después de darle el culo a su novio?

En el trascurso de la semana todo volvió a la normalidad, ¡uf, que susto! Aparentemente no había consecuencias de mi infidelidad, lo único que me tenía preocupada era la amenaza de Abel de que, si no hacía un trío, le iba contar lo nuestro a mi hija. ¡Que ni se le vaya ocurrir compartirme con otra mujer! ¡Qué asco! ¡Eso si no lo haría, aunque mi hija se pelee conmigo! Venía de hacerme un chequeo médico con mi ginecólogo, yo sé que Abel usó condón, pero por mi inexperiencia preferí cubrirme las espaldas, sería el colmo quedar embarazada a estas alturas.

Al llegar a mi casa, saludé a la servidumbre y subí las escaleras hacia mi habitación ¡No lo podía creer! La puerta de Fernanda estaba entreabierta y estaban desnudos ella y ¡Abel!... quise pasar inadvertida, pero me ganó la curiosidad cuando los escuché hablar:

-Cada vez coges más rico, me encantan tus tetas y tus nalgas.

-Y tú no te quedas atrás, tienes la mejor verga que me ha cogido.

*Yo pensé: “Dios, mío, ¿cuántas se habrá comido? Yo llevo solo dos y me siento como una verdadera puta.

  • ¿Estás segura que tu mamá viene tarde? No me gustaría que me encontrara aquí.

-No sé, nunca dice a donde va.

-Me encantó ver por el espejo, como rebotaban tus tetas.

-Sí, fue buena idea ponerlo en esa posición, a mí también me gustó ver cómo me entraba y salía tu verga de mi panocha.

-Mámame la verga. Así nos echamos el segundo polvo.

-Con mucho gusto, sabes que soy adicta a tu verga. Pero cuéntame ¿qué te dijo?

-Pero si ya te lo conté como mil veces.

-Cuéntamelo otra vez, me excita.

*¿De qué hablan? No entiendo.

-Pues cuando estaba por llegar al orgasmo, le dije que yo era tu novio.

  • ¿Tú mi novio? Es para morirse de la risa, si supiera que somos amigos con derecho, que solo cogemos. Mi mamá es una idiota.

*¡¿Qué?! Están hablando de mí, ¡¿entonces Fernanda sabía?!

  • ¿Por qué odias tanto a tu mamá?

-No la odio, pero ha sido muy estricta, me ha hecho muy infeliz, no sé, a veces ni yo misma me entiendo, es que si vieras como trata a mi papá, él es la luz de mis ojos.

  • ¿Los has visto coger?

-Claro, por eso te lo digo.

*¡Fernanda nos ha visto coger! ¡Ay no, que espanto!

  • ¿Es cierto que no le mama la verga a tu papá?

-Ciertísimo, es una reprimida, mi papá le pone la verga cerca de su cara y ella solo se la agarra, pero nunca se la ha mamado, por mucho que él se lo ruega. ¿No sé cómo la aguanta? Yo en su lugar ya me hubiera conseguido una amante, pero es tan bueno, el pobre.

-Entonces ¿tampoco le da el culo?

-Menos, ella se acuesta como momia y mi papá hace todo el trabajo, la primera vez que los vi coger, hasta me excité, pero después era tan aburrido que ya nunca más los volví a espiar, que hueva.

*¡No lo puedo creer!

-Pues conmigo se portó como toda una puta.

-Claro, es que con esa vega que tienes serías un semental hasta en un convento. Dime ¿quién coge más rico, ella o yo? Pero no me vayas a decir lo que sabes que quiero oír, dime la verdad.

-Son diferentes, tú tienes más experiencia y sin duda coges mejor que tu mamá, pero…

  • ¿Pero…? Dímelo sin miedo, mira como tengo la panocha de mojada solo de imaginarte cogiendo con ella. ¿Pero…?

-Es que fue como cogerme a una virgen… no te rías, no lo digo en el sentido estricto de la palabra… es que eso de que yo fui el afortunado de que me mamara la verga por primera vez, que se tragara mi leche, que me diera el culo y que hablara como una puta… eso calienta a cualquiera.

  • ¡Pero si es una vieja!

-Tú me preguntaste, yo respondí. Ven, ponte en cuatro, ahora te quiero coger por el culo… ¿Sabes? Le dije que a ti no te gustaba.

-Y es tan idiota que te creyó, es para morirse de la risa.

Solo vi cuando la punta de esa grandiosa verga invadió el culo de mi hija y ella solita se la ensartó completa echándose para atrás. No sé, me dieron una especie de celitos. Además, me sentía usada, burlada, humillada, lo que se habrán reído de mí. Me acosté a dormir, entre lágrimas, lloré como nunca y me dolía todo el cuerpo, así que me abandoné a los brazos de Morfeo y desperté como a las tres de la tarde. Me bañé, comí algo y me volví a acostar, estaba deprimida, vi una serie, pero no entendí nada, ¿cómo era posible que me estuviera pasando todo esto a mí? Yo que creí que Fernanda era una niña inocente y resultó que es más puta que las gallinas, que dicho más divertido, ¿Cuánto cobrará una gallina?... Lo que sí me tiene preocupada es que diga que la hice infeliz…

Por la noche llegó mi marido, me preguntó si había llorado, le tuve que decir la verdad porque tenía los ojos hinchados, le dije que sentía que ya no me quería, que me sentía celosa por esa tal Estefany, total, le eché la culpa de todo lo que me pasaba, él todo amoroso, me abrazó y me dijo que me amaba, yo me sentí peor, me dijo que qué quería que hiciera para demostrarme su amor, yo solo subí los hombros, me dijo que me iba a comprar una camioneta del año, yo volví a subir los hombros, pero la verdad, me encantó la idea. Por la noche me cogió, luego del pleito no se lo había permitido, es que sentía todos mis hoyos muy irritados.

Cuando me metió la verga, sentí que bailaba en mi panocha abierta, yo tenía ganas de mover el culo y de decirle que me tratara como a una puta, que me obligara a hacer todo lo que a él le gustaba, pero obvio, no lo hice. Yo soy ese tipo de mujer que si Abel, no me hubiera obligado a hacer todas las porquerías que hice esa noche, nunca me hubiera atrevido, ¿no sé si me entienden? Sé que algunas mujeres sí, por eso los hombres dicen que no nos entienden, ¿Cómo nos quieren entender si a veces ni una misma se entiende?

El jueves por la tarde me llamó por teléfono Abel, yo venía acumulando rabia para echarle en cara todas sus ofensas y engaños, pero al último segundo, decidí seguirle el juego, la verdad, me moría de ganas porque me volviera a coger, lo saludé haciéndome la asustada, diciéndole que me tenía en ascuas, le rogué que no le fuera a contar nada a Fernanda, le reclamé el por qué me tenía tan abandonada, que me sentía sucia y degradada por todo lo que me había hecho, pero que a pesar de todo, necesitaba verlo. Casi podía adivinar su pose de macho alfa, al otro lado del teléfono, sonreía y me dijo orgulloso, que ya sabía el precio, yo le dije que estaba dispuesta a hacer ese trío, pero que no fuera con otra mujer, me dijo que era una golosa y me citó el viernes por la noche, en una dirección que yo no conocía.

Ese día me bañé a consciencia, había investigado en Google, todas esas cosas que hay que hacer para tener una buena higiene cuando se va a tener sexo anal, ¡Lo hice todo! Me moría de ganas de volver a sentir su verga dentro de mi culo. Me depilé, me bañé y me perfumé. Me puse una lencería Victoria Secret, que mi marido me había regalado para un aniversario y que nunca me la había puesto porque era muy reveladora, pero ahora era el momento justo de estrenarla. Me puse un pantalón blanco que hacía resaltar mi figura, una blusita morada y una chaqueta del mismo color, solo que más obscura y claro, los tacones más altos que encontré, justo cuando iba a salir, venía entrando mi marido con mi camioneta nueva, lo agarré a besos y me preguntó que a dónde iba, yo le dije que a un trío y él soltó una carcajada y me dijo que me divirtiera.

En el camino me percaté que nunca había pensado en eso de estar en un trío, bajé la velocidad para pensar más de prisa, ¿Cómo será? ¿Y si no me gusta el otro hombre? Aún podía arrepentirme, total, Fernanda ya lo sabía y no le importaba. Llegué a la dirección y aún faltaban como quince minutos para la cita. Me quedé pensando dentro de mi camioneta nueva, pero arrancada por aquello de mis arrepentimientos. En toda mi vida yo solo conocí la verga de mi marido y en menos de una semana estaba a punto de probar dos diferentes, y juntas, que horror y qué placer ¿Cómo es posible que el miedo y la calentura vayan de la mano? Pero, por lo menos a mí me pasa, mientras más miedo me daba, más excitada me sentía. En eso estaba cuando sonó mi celular, era Abel, le dije que estaba llegando.

Me abrió la puerta un muchacho muy guapo, afortunadamente, pero más o menos de la misma edad de Abel, me dio un beso en la mejilla y me hizo pasar. Abel se levantó e impúdicamente me besó la boca. Me echaron cientos de piropos, le pregunté al guapo su nombre, me dijo que se llamaba Daniel, nos ofreció de beber y abrió una botella de vino tinto, Cabernet Sauvignon, mi preferido; bebimos unas copas y el ambiente era muy divertido, les pregunté qué de donde se conocían, me contaron que se habían conocido en la secundaria y que se había hecho buenos amigos hasta la fecha, en eso Abel me puso la mano sobre la pierna y empezó a subirla, yo se la quitaba y él la volvía a subir, así estuvimos hasta que Daniel se pasó al sofá y me dejaron en medio.

A mí me empezaron a sudar las manos y sentía que se me iba a salir el corazón del pecho, Abel me beso y dijo:

-Ahora le toca a Daniel.

*Esperen chicos, el hecho de que haya venido no quiere decir que acepte tu chantaje, Abel.

-No se preocupe, señora.

*Ay no, no me digas señora, Daniel, ya bastante es que les lleve diez años para que encima me hagas sentir una vieja, dime Patricia y trátame de tú, por favor.

  • ¿Qué tiene de malo que le des un besito a Daniel?

*Pero si lo acabo de conocer, tú, mejor que nadie, sabe que yo no estoy acostumbrada a estas cosas y menos a esto que me propusiste.

-Daniel ya sabe que viniste a hacer un trío con nosotros, así que no te hagas la apretada.

-No la trates así, Abel, un poco más de respeto, compórtate como un caballero.

*Gracias, Daniel, eso merece un piquito.

Y lo besé rápido. Era tan guapo, tan fino, su mirada tierna, si hubiera sido mujer, sería bellísima, pero no tenía nada de femenino, era muy varonil. Qué suerte tenía, estaba en medio de un caballero guapísimo y un macho delicioso y no es que Abel fuera feo, pero no se comparaba con la belleza de Daniel.

-Creí que me merecía más que un piquito.

*Espera Daniel, tal vez más adelante.

-Si hombre, deja que calentemos motores, mira, así se besa.

*No, Abel. ¿Qué va a pensar tu amigo?

-Pienso que es usted una mujer muy bella, con un cuerpo que parece una estatua griega, es usted…

*Eres tú… trátame de tú… sigue, que me está gustando todas esas cosas que me dices.

-Pues te decía que eres muy bonita, que serías una tentación para cualquiera, cuando Abel me habló de ti, no imaginé que fueras así, tan elegante y distinguida.

*¿Qué le contaste de mí?

-TODO.

*¿TODO? Eres un imbécil, me voy.

-No, Patricia, espera, perdónalo, Abel es un animal.

*¿Qué te contó?

-Vamos, Abel, pídele perdón.

*¡¿Qué te contó?!

-TODO, le conté todo lo puta que eres, que te encanta la verga, que te cogí por el culo, qué…

Y me le tiré encima para besarlo, por una parte, quería que se callara, pero nunca entenderé porque reacciono así cuando me están humillando, en lugar de defenderme, me excita a tal grado, que no puedo evitar sentirme caliente. Cuando sentí Abel ya me tenía agarrada de las nalgas y yo enroscada en su cuello. Jamás imaginé verme en esa situación, estando manoseada por mi cuñado y delante de su amigo. Abel le dijo a Daniel que se acercara, lo hizo, y con mucha delicadeza, raro en él, me depositó en los brazos de su amigo, nos vimos las bocas y muy lentamente nos fundimos en un beso cálido, húmedo, delicioso, Daniel besaba como nadie, besa como mujer, es tierno, me acariciaba el cabello mientras jugaban nuestras lenguas, al mismo tiempo, el macho de Abel, me estrujaba las nalgas con mucha pasión, nunca creí sentir tanta ternura en mis labio y al mismo tiempo, tanta calentura por la manseada de nalgas que me daba mi cuñado.

Ese fue el principio del sexo más rico que he tenido en mi vida. Luego, Abel me arrebató de los brazos de su amigo y me dio una tremenda prensada, eso no era beso, era una detallada gloriosa que me hizo hasta babear, por un instante me olvidé de Daniel, pero Abel le hizo señas y ahí me llevaron al cielo, Abel me manoseaba las tetas y me comía, mientras Daniel hizo a un lado mi cabello y me besaba el cuello con tal delicadeza que hizo que se me enchinara la piel. Luego Abel me dio vuelta y volví a sentir los deliciosos besos de Daniel y los arrebatos en mi culo de Abel. Pero lo más exquisito fue sentir sus dos vergas paradas, una en mi estómago y la otra entre mis nalgas.

En medio de aquel nudo de cuerpos, Abel logró desatar mi cincho y abrir mi pantalón, trató de bajármelo, pero me quedaba tan tallado que no lo logró, entonces se fue directo a los botones de mi blusa, y los fue desabrochando uno a uno, era tal su desesperación, que el último voló por los aires. Ahí estaba yo, enseñándole mis tetas a Daniel, eso sí envueltas aún en Victoria Secret, lentamente me tomó del rostro y fue bajando por mi cuello hasta que sentí su mano acariciándome una teta, que sensación más deliciosa, la ternura y el fuego al mismo tiempo.

En eso veo que Abel se va a servir más vino, estaba desnudo, ni cuenta me di a qué hora se quitó la ropa, se sentó a ver su espectáculo, se pajeaba la verga sin ningún pudor, mientras que yo me sentía envuelta en esa nube de ternura y calentura maravillosa. Cuando creí que Daniel iba a seguir con lo que había empezado su amigo, es decir a desnudarme, hizo algo que me sacó de mis casillas por un instante, puso música y me pidió que hiciera un striptease. Yo siempre fui buena para bailar, aunque en un principio me corté, rápido me hice dueña de la situación y empecé a mover sinuosamente mi cuerpo, siempre estuve consciente que les gustaba a los hombres, pero mi educación victoriana, me había impedido, disfrutar de él, como lo hacía ahora.

Primero aventé mis tacones, Abel me gritaba: ¡Mucha ropa! ¡Mucha ropa! Pero yo los hacía sufrir, me bajaba el pantalón por adelante para enseñarles mi tanguita blanca con ribetes rosados, luego me lo volvía a subir, me daba vuelta y les enseñaba mis nalgas; así estuve jugando con ellos, me les acercaba y cuando Abel intentaba meterme mano, me separaba, me senté sobre Daniel y le frotaba todo mi culo en su erecta pija, la sentía muy rica y calientita. Luego me quité el pantalón, seguía bailando al ritmo de ese jazz delicioso, jamás me había sentido tan deseada, los dos mi miraban como si quisieran comerme.

Estaba tan nerviosa que no podía desabrochar mi sostén, pero al fin lo logré, me agarraba el sostén por adelante para no mostrarles las tetas, todo el cuadro era un canto a la lujuria, y yo en medio de esa música maravillosa, solté mi sostén y les enseñé mis tetas con los pezones bien paraditos, Abel me dijo sus acostumbradas groserías, pero yo estaba más pendiente de la reacción de Daniel, él discretamente, se sobaba la verga, en cambio Abel se paraba y se movía haciendo que su verga y sus huevos bailaran al ritmo de la música.

Abel me pidió que me quitara la tanga, pero yo puse como condición que antes se desnudara Daniel, Abel lo instó, pero mi gordo era muy tímido, Abel casi lo desnuda a la fuerza, pero Daniel se defendía bien, entonces intervine, bese a Daniel y empecé a desabrochar toda su ropa, Abel me bajó la tanga de un solo movimiento y ahí estaba yo, desnuda en medio de dos hombres, no lo podía creer. Le fui quitando poco a poco la ropa a Daniel, luego me agaché para sacarle el pantalón, solo me faltaba su bóxer, se lo bajé poco a poco y por fin le vi la verga, era blanca, recta, larga y delgada, como él, era una linda verga, en cambio la de Abel era gruesa y larga, venuda y cabezona, pensé que una había nacido para ser mamada por lo linda que era y la otra para coger.

Daniel me tomo de la cara, yo lo vi a los ojos y él, como pidiendo permiso, me acercó la verga a la boca, yo solo saqué la lengua y le lamí la cabecita, el profirió un suspiro, yo abrí la boca y me dispuse a darle la mejor mamada de su vida, quería que no me olvidara, le acaricié tiernamente sus huevos con mis uñas, él me metió toda la verga a la boca en un impulso, yo me la saqué porque sentí que me ahogaba, pero entonces vino la bestia de Abel, me zampó la verga hasta la garganta, yo empecé a lagrimear, pero por alguna extraña razón, me encantaba el contraste, me excitaba la ternura de Daniel y lo animal de Abel.

Me llevaron al sofá, Abel me puso de perrito y me clavo la verga de un solo puyón, yo sentí que me sacó el aire, pero por nada del mundo quería que me la sacara, me estaba taladrando la panocha, si no fuera por lo mojada que estaba, seguro me hubiera lastimado, entonces Daniel me puso su verga en la boca y se la mamé, yo diría, que hasta con amor. Pero Abel me sacó de mi amorosa mamada, dándome deliciosas nalgadas y diciéndome que tenía bien apretada la panocha, que moviera el culo, me halaba los cabellos y hasta vi que Daniel se asustó, pero le lamí los huevos y él subió una pierna al sillón para facilitarme mi trabajo, entonces recordé la caricia que le hice a Abel y que le había encantado, le lamía los huevos de arriba abajo hasta que, en una de esas, le pasé la lengua por el culo, dio un pequeño brinco, pero como lo tenía agarrado de los huevos se dejó, pero yo creo que le gustó porque lo oí gemir.

Mientras tanto Abel me sacó la verga de la panocha, me ensalivó el culo y me trabó su gruesa pija, no sé por qué me gusta tanto que me taladre el culo, esa era una experiencia nueva en mi vida y era tan excitante, sentir ese dolor mezclado con placer… que rico. En eso Abel le dijo a su guapo amigo que tenía que probar mi panocha, que la tenía bien apretadita y rica, Daniel no se hizo de rogar, Abel me zampó la verga en la trompa, no hay otra manera de decirlo y Daniel me lamía el clítoris con tal suavidad que casi tengo un orgasmo.

Luego me fue metiendo la verga despacito, lo hacía tan lento que to misma me eché para atrás para ensartármela toda, como había visto a mi hija hacerlo, pero lo más delicioso fue que Daniel no hizo el tan acostumbrado mete saca, sino me la dejó adentró, fue tanta mi calentura que yo apretaba mis músculos vaginales y le apretaba la verga, sabía que le gustaba porque me apretaba la cadera con sus delicadas manos. Abel me sacaba la verga de la boca, me abofeteaba, me tiraba de las greñas y vuelta a violarme la boca, era como estar con Dios y con el diablo, perdón, no sé explicarlo de otra manera, en eso Abel me dijo que se venía, yo le metí un dedo en el culo y me bañó la boca con su delicioso néctar, luego Daniel, se vino en mi culo porque no estaba usando condón, se lo agradecí porque no me había dado cuenta.

Luego de un merecido descanso y de más copas de vino, Abel salió al baño y Daniel aprovechó para besarme en la boca, cuando salió le dijo que era un cerdo, que como me besaba en la boca si él me había llenado de semen y Daniel le dijo que no le importaba, que mi boca era deliciosa y que él me iba a besar cada vez que se le antojara, eso me conmovió y lo volví a besar. Abel que es un degenerado consumado, se hincó sobre el sofá y me pidió que le chupara el culo, Daniel abrió los ojos y se acercó a verme, yo endurecí la lengua y se la metí todo lo que pude, luego le dijo a Daniel que se pusiera en la misma posición, yo tenía a los dos de culo y se los lamí todo lo que me dio la gana, el de Daniel era finito, casi no tenía pelos, en cambio en de Abel parecía el culo de un gorila… se me atravesó una idea perversa, me mojé dos dedos y los penetré al mismo tiempo, los dos pegaron un brinco, pero ninguno se quitó, yo les lamía los huevos y les puyaba sus culos con mis dedos.

Ni yo sabía que mi mente pudiera ser tan morbosa, pero me sentía dueña de sus culos, no sé, como empoderada, pero el gusto me duró poco, Abel se zafó y le ordenó a Daniel que se acostara boca arriba en la alfombra, yo no entendía para qué, si era más cómodo el sofá, luego me cargó me sentó en la verga de Daniel y yo misma la acomodé para que me llenara la panocha de nuevo, ahora sí la sentía hasta el fondo, que rica verga tenía ese guapo, pero nunca imaginé vivir lo que venía, Abel me volvió a ensalivar el culo y me chingó mi pobre culito que estaba bien cerrado por la presión de la verga de Daniel, pegué un grito como si me estuvieran metiendo un hierro en llamas.

Jamás pensé que iba a ser violada por dos vergas al mismo tiempo, me dolía horrores, encima, les costó mucho trabajo tomar ritmo, cuando uno me la metía, se le salía al otro, hasta que por fin me tenían bien ensartada y ahí comencé a sentir esa maravillosa transición de sentir solo dolor a estar acompañado de mucho placer, era delicioso sentir como las cabezas de sus vergas casi se juntaban dentro de mí. Daniel me besaba los pezones, en eso Abel le dijo si se atrevía a besarme la boca apestosa a semen y a sus culos, Daniel sin pensarlo me beso, que niño más lindo.

Esa noche aprendería lo que era coger, de verdad, me dieron una verguiza como nunca imaginé sentir, Daniel lamía mis pezones con los ojos cerrados, en cambio la bestia de Abel, me nalgueaba y me decía que era una puta que le encanta la verga, me tiraba de los cabellos, y me cogía duro, muy duro, sentía que me iba a partir el culo en dos, pero eso quería: sentir. Y vaya si no sentí, en un momento los dos apresuraron sus metidas y me vine como una cerda, pujaba, gemía y lloraba, todo al mismo tiempo, sentí que la vida se me iba en ese orgasmo, por algo le llaman la pequeña muerte, pero así desfallecida como estaba, me siguieron dando verga hasta que se vinieron en sus condones, yo terminé muy adolorida, pero satisfecha de haber vivido el momento sexual más delicioso en toda mi existencia.

Pero lo más sorprendente fue, que antes de despedirme de ellos, se dieron un abrazo, no entendí y les pregunté que por qué tanta euforia, Abel me dijo que si me acordaba como había empezado todo, le dije que sí, que por culpa de mi marido y es tal Estefany, me aclaró que no, que si no recordaba la apuesta que había hecho con Daniel, ahí lo entendí todo, Daniel era el chico con quien había apostado a ver quién de los dos se cogía a madre e hija, le pregunté a Daniel si era cierto lo de la apuesta y él muy tímido, me lo confirmó, entonces volví a preguntar el porqué de ese abrazo y Abel me dijo que estaba frente a dos ganadores, los dos me habían cogido a mí y a Fernanda, casi se me caen los Victoria Secret.

Esta es mi historia, pasó hace nueve años… De Daniel nunca volví a saber. Abel embarazó a la hija de un militar y se casó con ella, ahora viven en México. Mi hija Fernanda siempre se mantuvo distante de mí, aunque nunca hablamos del tema, las dos sabíamos que la otra sabía, que dos hombres nos cogieron a las dos. Se casó con un buen hombre, pero por sus infidelidades, él se divorció de ella, ahora vive sola con su parejita de hijos, los veo poco, pero está bien, tiene un buen trabajo. Mi marido murió el año pasado y nunca he vuelto a estar con nadie, menos a hacer un trío. Lo único que extraño es esa inolvidable noche, que no creo se vuelva a repetir, ya estoy muy vieja para intentarlo. Espero les haya excitado mi experiencia.

Feliz encierro.