(3) Soy, pobre, pero muy rica
El padre Rufino me viola. Julián desaparece de mi vida. Y por primera vez en mi vida, trago semen.
(3) Soy pobre, pero muy rica.
YO: ¡Clara, préstame una sábana para taparme! Y tú deja de mirarme.
CLARA: (Dándome la sábana) Ay, Minga, que bonito cuerpo tienes.
YO: No me digas que también te gustan las mujeres.
CLARA: Por supuesto que no, pero tienes unas nalgas bien paraditas, en cambio las mías no son tan duras como las tuyas… Mario, deje de ver a la Minga o ya no se las vuelvo a dar.
MARIO: Usted me engañó, Clara, era cierto que Minga estaba en el baño viéndonos coger.
CLARA: ¿Y qué quería que hiciera? Si no es así no me presta su cuarto… ¡Minga, deja de verle la verga a mi amante!
MINGA: Perdón, pero por más que trato de ver para otro lado, no puedo… es como un imán…
MARIO: Va, no se ponga celosa pues, que hay para las dos.
Ya vestida salí corriendo al río a lavarme, cuando vi que Mario entró al monacato, regresé:
YO: ¿Por qué le dijiste a Mario que yo quería verlos haciendo esas cochinadas?
CLARA: Fue lo primero que se me ocurrió, discúlpame… ¿Y tú por qué le mirabas tanto la verga a Mario?
YO: No sé qué decirte… es que nunca se la había visto a un hombre… me dio curiosidad… Cuéntame ¿Qué sentiste?
CLARA: Muy rico, Mario coge delicioso, pero lo que más me gustó fue su sabor, con lo que me encanta mamar vergas.
YO: ¿No te dio asco?
CLARA: La primera vez que se la chupé a un hombre, sí, me dio asquito, pero después me encantó y no sabes lo rico que es probar el semen.
YO: ¡¿Te lo tragas?!
CLARA: Sí, es delicioso, cuando lo pruebes me vas a entender.
YO: No creo ser capaz de meterme a la boca esa cosa.
CLARA: No seas tan ranchera, no se llama cosa.
YO: En mi pueblo le dicen pipí.
CLARA: (Ríe) Pues aquí le decimos verga, pija, tronco, talega, moronga… ¿Cuál te gusta más?
YO: Ninguna, se llama pene.
CLARA: Yo creo que deberías entrar a un convento.
Se dio la media vuelta dentro de la cama y mientras Clara se dormía, me quedé pensando en esas cosas que había visto y no podía apartar de mi mente: la cosa de Mario, pero por alguna extraña razón, me pregunté cómo sería la de Julián, metí mis manos dentro de mis piernas y tenía mi cosita muy húmeda, me volví a frotar el clítoris y tuve que hacer grandes esfuerzos para que la cama no se moviera tanto y Clara se diera cuenta, me puse la otra mano sobre la boca para ahogar el gemido que me provocaba tocarme… de pronto una especie de lava volcánica inundó mi cuerpo… que rico sentí… dormí como bebé.
Ya se había vuelto costumbre que cuando despertaba Clara ya se había ido, me bañé en agua tibia y por más que lo busqué, mi calzón no estaba, seguramente Mario se lo había llevado. Me vestí y ya Firulais arañaba la puerta de mi cuarto, al salir, me agaché para abrazarlo y de nuevo vi salir en fila a los monjes hacia la capilla, esta vez Julián no me miró, Mario me saludó otra vez, moviendo los dedos y vi que entre ellos llevaba mi calzón rosado… no lo podía creer, se había acostado con Clara y llevaba mi calzón, en fin, no podía hacer nada más que resignarme a pasar otro día sin calzón.
Hice mis tareas cotidianas y a la hora del desayuno llegó Clara, le pregunté si había visto mi calzón y me dijo que ella misma se lo había dado a Mario, que también se llevó el de ella, que lo hacía para ver si yo me animaba a acostarme con él:
YO: Eso nunca pasará… ¿No te darían celos?
CLARA: Claro que no, ver coger es muy rico, además no somos novios, sino solo amantes y los amantes solo cogen, no se enamoran… mira lo que te traje.
YO: ¿Qué es eso?
CLARA: Son hilos, esto está de moda, no como el calzón que usabas que más parece de abuelita, te los mandó mi prima, ya están usaditos, pero anoche los lave bien y los sequé con una plancha, pruébatelos.
YO: Esa cosita no tapa nada.
CLARA: De eso se trata, que solo te tape tu cuquita, ya verás cuando un hombre te vea en hilo, se volverá loco por ti, pruébatelos.
Entré al baño y sentía una pequeña molestia entre las nalgas, me vi al espejo y se me metía todo, pero eso era mejor que nada, así que salí a agradecerle a mi amiga, desayunamos y Clara me dijo que si no me molestaba que le prestara mi cuarto otra vez en la noche, pero que no me metiera al baño, no pude decirle que no, se había portado tan bien conmigo… se marchó llenándome de besos.
A media mañana vi a Julián subido a una escalera bajando naranjas.
YO: Así está mejor ¿Cómo seguiste del tobillo?
JULIÁN: Mu mu cho me me jor, gra gracias Minga.
YO: ¿Sigues tartajo?
JULIÁN: Pero so solo con contigo.
YO: Las naranjas más duces son las que están arriba.
JULIÁN: Sí, pero no llego y tengo miedo de volver a caerme.
YO: No tengas pena, yo te las bajo, en mi pueblo era muy conocida por subirme a los árboles más altos.
Le empecé a tirar las mejores naranjas, cuando de pronto me di cuenta que me estaba viendo todo con ese calzoncito tan chiquito que me había estrenado, en mi pueblo todas las mujeres usaban vestido, por el calor y ahora Julián me miraba y se le caía la baba, con muchos nervios empecé a bajar y cuando me faltaba poco me caí doblándome una muñeca, él me ayudó a levantarme y me fijé que se le había parado otra vez su cosa, me hice la que no me di cuenta y me llevó al río para limpiarme.
YO: Ay, Julián, perdóname, lo hice sin querer, créeme, no quise enseñarte nada, lo que pasa es que en mi pueblo…
JULIÁN: No digas más.
YO: Pero estás colorado.
JULIÁN: Tú también.
YO: Que vergüenza ¿Qué será?
JULIÁN: Mi abuela siempre me dijo que el día que me pasara esto es porque la chica me gustaba.
YO: Sí, pero una cosa es gustarte y otra que me veas todo… ¿Te gusto?
JULIÁN: Anoche casi no pude dormir pensando en ti.
YO: ¿Y qué pensabas?
JULIÁN: En tus ojos, en tu boca, en tu cuerpo… perdóname, yo sé que está mal… pero no puedo evitarlo…
YO: Yo también pensé en ti.
JULIÁN: Cuéntame.
YO: No puedo, es un secreto.
JULIÁN: Si me lo cuentas yo te cuento uno mío.
YO: Primero cuéntamelo tú.
JULIAN: …nunca he besado a una chica.
YO: No te creo ¿Cuántos años tienes?
JULIÁN: 19… ahora que me percato tú también te pusiste colorada ¿Por qué?
YO: Porque me viste todo, eso me puso colorada.
JULIÁN: ¿Te gusto?
YO: Ay, Julián, no me preguntes esas cosas… me dijiste que le quieres dedicar tu vida a Dios.
JULIÁN: No fue eso lo que te pregunté.
YO: Ya lo sé, pero ¿Para qué quieres saberlo?
JULIÁN: Mira, Minga, a mi edad no estoy seguro que quiera ser monje antes de besar a una mujer… olvídalo… per per do do name.
Sin decir una palabra acerqué mis labios a los suyos y lo besé, era cierto, no sabía besar, pero sus labios me sabían a miel, lo abracé con todas mis fuerzas y volví a sentir su pene en mi cosita, ni él ni yo hicimos nada durante unos segundos, de repente sentí como me frotaba su pene y me sentí húmeda otra vez, cuando nos separamos, los dos hemos de haber parecido tomates de lo rojos que estábamos:
JULIÁN: ¿Ves que no se besar?
YO: ¿Te gustó?
JULIÁN: Me encantó, nunca había sentido a una mujer tan cerca.
YO: Creo que no está bien que hagamos estas cosas.
JULIAN: ¿Lo dices por mi erección? Perdóname, pero dime la verdad… ¿te gustó?
YO: No te voy a mentir, me gustó y mucho, pero los dos somos vírgenes y no deberíamos estar haciendo estas cosas de adultos.
JULIÁN: Yo ya soy mayor de edad ¿Tú, cuántos años tienes?
YO: 17, pero ya pronto cumpliré los 18, el último domingo del mes es mi cumpleaños.
JULIAN: ¿Te puedo ver a la noche? Y así planificamos que hacer para celebrarlo.
YO: Sí, me encantaría ¿Nos vemos aquí?
JULIÁN: A mí me gustaría verte en tu cuarto.
YO: A mí también, pero no puedo.
JULIÁN: ¿Por qué?
YO: No le vayas a contar a nadie, pero Clara, la chica que me trae la comida, es novia… bueno… amante de Mario.
JULIÁN: ¿Mario se acuesta con Clara en el monacato?
YO: Sí, pero por favor no le cuentes a nadie… ¿Y tú para que querías verme a solas en mi cuarto?
JULIÁN: No es lo que estás pensando, quiero verte a solas para besarnos sin temor a que nos sorprendan.
YO: Ah, entonces sí, lo planificamos a la noche…
JULIÁN: ¿Cómo sigues de la muñeca?
YO: Ya no me duele, gracias… ¿te diste cuenta de algo?
JULIÁN: No ¿De qué?
YO: Ya no tartajeas.
Le di un piquito y salí corriendo nerviosa hacia mi cuarto, no lo podía creer, había besado a un postulante y lo peor es que me había gustado, sentirlo fue delicioso, mi picaba mi cosita húmeda, me fui a ver al baño y estaba empapada, por primera vez en mi vida probé mi agüita y me gustó su sabor ¿A que sabría la agüita de Julián?... Me dieron pena mis pensamientos pero al mismo tiempo no los podía, ni quería evitar.
El día se me hizo eterno, en esa paz sentía que los minutos se volvían horas, por la tarde llegó Clara, cada vez se vestía más atrevida, llegó con una maletita y se desnudó delante de mí, pensé que si yo fuera hombre nunca me fijaría en ella, tenía una panza como de embarazada de cinco meses, se puso una minifalda tan chiquita que se le miraban las nalgas y un escote sin brasier que se le notaban los pezones parados, a mí me pareció muy vulgar pero ella se sentía feliz, tocaron la puerta y era Mario, sin ningún pudor, agarró de las nalgas a Clara y la besó, luego metió su mano a la bolsa y me devolvió mi calzón entre risas de ellos dos, lo agarré, lo enrollé y me lo puse como pulsera, cerré la puerta y salí, me fui al río a mi cita prohibida, esperé y esperé y cuando me iba a ir, apareció Julián, y me dijo que se había tardado porque uno de los monjes estaba abusando de uno de sus compañeros y que él estaba dispuesto a dejar el monacato por esa razón.
YO: Mario, nos contó, a Clara y a mí, lo mismo ¿Era el chico rubio, alto?
JULIÁN: No, el otro, el chaparrito, morenito.
YO: Mario nos dijo que el pobre muchacho lloraba.
JULIÁN: Éste no, hasta le decía cosas de que le estaba gustando, le pedía más, que le diera más fuerte.
YO: Ay, Julián, yo creo que deberías irte.
JULIÁN: Lo estuve pensando…
YO: ¿Por qué te quedas callado?
JULIÁN: Es que te quiero pedir algo… pero vas a pensar que estoy loco.
YO: No, Julián, solo porque te di un beso no me voy a acostar contigo.
JULIAN: Si no es eso, Minga… quiero que nos casemos.
No sé cuánto tiempo pasó pero a mí se me agolparon todas las ideas en la cabeza, me quedé muda y él tampoco sabía que decir… le dije, por fin, que era una locura, que no nos podíamos casar, si apenas nos conocíamos, él me dijo que era la única forma en que su familia le perdonaría renunciar al monacato, me quedé pensando mucho rato, al final le dije que lo iba a pensar.
Vimos salir a Mario de mi cuarto y nos pusimos de pie para escondernos, cuando entró, Julián me dijo que también tenía que entrarse, me besó con mucha pasión, yo me colgué de su cuello y lo volví a sentir, ahora fui yo la que froté mi pubis en su cosa, él me abrazó por la espalda y poco a poco fue bajando sus manos hasta mis nalgas, yo debí pararlo pero no lo hice, cuando estaba por irse, me dijo que qué rara era esa pulsera y le dije: -Es una larga historia- Me pidió que se la contara, pero le dije que lo podían castigar si se quedaba afuera, me hizo prometerle que se la contaría después, le dije que sí, por supuesto sabía que me iba a inventar una historia, no podía contarle la verdad, me quitó la pulsera y se dio cuenta que era mi calzón, me dio una nalgada y se fue corriendo, ¿Qué me pasaba? En dos noches seguidas mi calzón había estado en las manos de dos hombres diferentes.
Cuando llegué a la puerta de mi cuarto, Clara salía de bañarse, desnuda, me contó todas las acrobacias que habían hecho en mi cama, a mí me dio asco pensar que me iba a encontrar con la agüita de los dos y cambié las sábanas, yo quería contarle la propuesta de Julián, pero algo me dijo que no lo hiciera, Clara tenía fama de chismosa.
Así pasé mi primer mes en el monacato, por fin recibiría mi primer suelo. Amaneció muy frío ese viernes en la granja, a mí no se me quitaba de la mente la propuesta de Julián, ya llevaba como tres semanas sin darle una respuesta, sabía que tenía que tomar una decisión, ya no podía darle más largas al asunto… debía reconocer que al conocerlo, sentí algo así como amor a primera vista…
Clara llegó con mi almuerzo y con una maletita, le pregunté qué llevaba ahí, me dijo que era la ropa que se iba a poner para ver a Mario y también me dijo que me tenía una sorpresa, sacó unas tijeras, unos ganchos y otras cosas que yo no sabía para que servían, me dijo que ese pelo de virgen de pueblo no me favorecía en nada y que con mi belleza, con un corte moderno de pelo me iba a ver más bonita, yo protesté, nunca me había cortado el pelo, pero debo reconocer que Clara ejercía cierta influencia en mí, al terminar, tuve que reconocer que me gusté, era un corte con el cabello corto y más largo de un lado que del otro.
Por la tarde entré a la capilla a pedirle a Dios su consejo, ¿Debía casarme con Julián o no? Esperando su señal estaba cuando un grito interrumpió mi oración, era uno de los monjes que me preguntó quién me había autorizado a entrar en la capilla, le dije que la casa de Dios es para todo el mundo, él se alejó furibundo y yo salí corriendo.
Al llegar la noche también se había hecho costumbre que Clara y Mario se metían a mi cuarto a hacer sus cosas, Julián y yo nos mirábamos en el río:
JULIÁN: Pero que bonita estás, te queda muy bien ese corte de pelo.
YO: Gracias… hoy me regañó un monje por entrar a la capilla.
JULIÁN: Y tenía razón, esta capilla está dedicada solo para nuestras oraciones, si quieres ir a una iglesia ve a la Antigua. ¿Cómo era el monje?
YO: Es ese al que le sale mucha barba y tiene ojos bonitos.
JULIÁN: Ah, es el padre Pancracio
YO: Que nombre tan raro.
JULIÁN: Es que cuando alguien llega a monje se cambia su verdadero nombre… ¿Ya te decidiste? Estoy desesperado por saber tu respuesta.
YO: Si a eso entré a la capilla, para que Dios me iluminara, pero el Pancracio ese, me asustó.
JULIÁN: Mira, Minga, pasado mañana es tu cumpleaños y no encuentro mejor día para casarnos.
YO: Pero… supongamos que te digo que sí… ¿Y después que haríamos?
JULIÁN: Tengo un hermano mayor que estoy seguro de que nos recibiría.
YO: ¿Por qué estás tan seguro?
JULIÁN: Porque cuando se enteró que nuestro papá era monje se fue de la casa peleando con mi mamá, se fue a la capital y sé que ahora le va muy bien, tiene un taller de mecánica… es más, yo lo llamé antes de que mi mamá me enviara al monacato y me dijo que no fuera, que él me ayudaba si lo necesitaba.
YO: ¿Y cómo le haríamos?
JULIÁN: Pues hoy en la noche empacas tus cosas, después del almuerzo, todos acostumbran hacer la siesta, ese es el momento perfecto, ahí nos huimos y nos vamos con mi hermano, el domingo nos casamos y empezamos una nueva vida llena de felicidad y amor.
YO: ¿Me amas?
JULIAN: Te va a parecer increíble, pero lo sentí desde ese día que te vi en el río, no te vayas a burlar de mí… pero… fue, como… amor a primera vista.
Ahí mismo me tiré a sus brazos y nos besamos muy rico, ya estaba aprendiendo a besar, ya enrollaba su lengua con la mía y me apretujaba muy rico, volví a sentir sus manos recorrer mi cuerpo, me salía mucha agüita cuando me tocaba las nalgas y yo solo me dejaba hacer, me besó el cuello y sentí una descarga eléctrica recorrer toda mi espalda, luego subió una mano y me tocó un pecho, se me pararon los pezones de inmediato:
JULIÁN: Anoche hice una travesura.
YO: ¿Qué hiciste?
JULIÁN: ¿Pero prométeme que no te vas a enojar?
YO: No te prometo nada, cuéntame.
JULIAN: …anoche me masturbé oliendo tu calzón.
YO: ¡Cochino!... yo también hice lo mismo pensando en ti.
JULIÁN: ¿De verdad? Eso quiere decir que te importo.
YO: Sí, Julián y mucho.
JULIÁN: ¿Eso quiere decir que sí?
YO: Sí Julián, en estas semanas he llegado a enamorarme de ti.
JULIÁN: Gracias, mi amor, ya verás que vamos a ser muy felices.
Me besó y me acaricio como si ya fuéramos marido y mujer, yo también quería hacerlo pero no me atrevía, sentía que la ropa me estorbaba, deseaba agarrarle su cosa con la mano, chupársela para ver que se sentía, en esas estaba cuando su voz me sacó de mis hambrientos deseos.
JULIÁN: ¿Me dejas tocarte ahí… adelante?
YO: Ay no, Julián, hasta que estemos casados.
JULIÁN: Te prometo que solo quiero tocarte… cuando estemos casados ya vamos a poder hacer de todo.
YO: Va, pero solo me tocas…
Me volvió a besar y sentí como sus manos se metieron bajo mi vestido, primero acarició mis nalgas desnudas y volví a sentir su pipí bien duro en mi ingle, luego hizo a un lado mi hilo y me tocó mi cosita mojada, a mí me dio mucha vergüenza, pero al mismo tiempo abrí más las piernas para sentirlo mejor y ahora los dos nos frotábamos los sexos uno contra el otro, no sé en qué momento, tomó mi mano y la dirigió a su pene, yo moría de los nervios, pero también de la curiosidad, se la apreté fuerte, le sobé los testículos y él me dijo que quería que lo tocara piel a piel, yo no dije nada, se bajó el zíper y por primera vez en mi vida tuve la cosa de un hombre en mis manos, él me enseñó a masturbarlo, también tenía mucha agüita sobre su cabezota, era inmensa, casi no la podía abarcar entre mis dedos, nos sentamos al tronco de un árbol y nos acariciamos a gusto.
Pero lo que más me gustó fue que me abrió las piernas y me empezó a besar los muslos, yo sabía que no estaba bien lo que estábamos haciendo, pero pensé que ya pronto sería su mujer y me dejé hacer… que rico sentí su aliento entibiecer mi cosita y de pronto siento su lengua en mis labios, estiré todo el cuerpo de la sensación tan deliciosa que sentí, luego su lengua se introdujo en mi pipí y casi me desmayo del gusto, pero lo más rico fue cuando su boca tomo mi clítoris con sus labios y me daba toques con su lengua, no sé qué me pasó pero sentí un fuego que abrazaba mi cuerpo, él intentó seguir pero me sentía muy sensible, así que le dije que parara, que no podía más, nos vimos en silencio por unos segundos y con una sonrisa me incliné sobre sus piernas para meterme su pipí a la boca, primero le pasé la lengua por la cabeza, se sentía saladito, pero muy rico, hasta que por fin me la metí a la boca, él mismo me enseñó a bajar y a subir con mi boca, que delicia, no me daba asco para nada, al contrario, quería tenerla mucho tiempo dentro de mi boca, también me enseñó a tocarle los testículos mientras lo chupaba, de pronto me quitó y me dijo que no quería derramarse en mi boca, yo le hice caso, aunque no me hubiera importado probar su agüita, lentamente se ubicó entre mis piernas, le dije que eso no quería hacerlo aún, pero me agarró de las nalgas y me chupó los pezones tan rico que ya no me importaba nada, quería sentirlo, quería ser su mujer, quería que Julián fuera el primero y el único… él se agarró su cosa y la puso en la entrada de mi vagina, yo abrí los ojos y… una misteriosa sombra cubrió nuestros cuerpos desnudos, iluminados por la luna…
CONTINUARÁ…