3 Mujeres. Hace 21 años. Parte 7
Unas horas despues.(Parte 2).
Unas horas despues.(Parte 2).
... (Semen que fue cayendo como lava blanca sobre sus caras, sus tetas y sus cabellos pringandolas completamente, a parte, de una buena cantidad que cayó dentro de las golosas bocas de Maria y Lorena)...
... Tras acabar de correrme, Maria y Lorena empezaron a revolcarse por el suelo abrazadas besandose entre enormes gemidos de deseo, compartiendo mí semen entre ellas, pasandoselo de una boca a la otra hasta que al final y tras lamerse la una a la otra todos los restos que aún llevaban pegados de mi leche, riendo, se lo tragaron todo, todo enterito sin compartir nada de nada con Ilda, así que yó, viendo el enorme disgusto de la niña y en forma de pequeño castigo las ignoré cuando al momento, tanto Maria como Lorena, cachondas perdidas, me pidieron que las follara, que las penetrara duro, que las reventara a vergazos, que la enculara que... Sin hacerles ningún caso les dí la espalda y dirijí todas mis atenciones hacia mí preciosa Ilda.
Lorena puso cara de rechazada y ofendida, pero Maria, sonriendome en complicidad, la tomó por la cintura y diciendole algo al oido la hizo sonreir a su vez y sin más se apartaron, mientras tanto yo, tomando en brazos a la llorosa Ilda, la depositaba con ternura sobre el sofa y comenzaba a besarla con pasión en los labios, pasando al poco a lamerle las orejitas, mordisqueandoselas, bajando con mi lengua por su cuello, mordisqueandoselo, hasta llegar a sus jugosos y tiernos pechos, donde me entretuve un buen rato, lamiendoselos, mamandoselos, sorbiendoselos y mordisqueando con fuerza sus gordos y sonrosados pezones, para lentamente continuar bajando hasta llegar a su zona púbica, mientras con una mano, le acariciaba las piernas por entre los muslos arrancandole gemidos de placer, notaba ya el calor de su cuerpo, sentia ya como mí pequeña Ilda ardia de deseo, en ese momento desee estar dentro de ella, pero me contuve y así, mi lengua comenzó a investigar por entre los hinchados labios de su vagina, que suavemente abrí con mis manos, para posteriormente recorrerselos muy lentamente con la lengua, mientras mí niña cada vez enloquecia más y más de placer.
Al poco noté unos pequeños temblores en Ilda y como su cuerpo empezaba a retorcerse entre pequeños espasmos, mientras ella, gemia y gemia desesperada. Entonces ví su clítoris asombrosamente erecto y lo tomé con mis labios succionandolo lentamente, mientras a la vez, con el dedo índice la penetraba por la vagina, empezando a masturbarla muy, muy profundo y muy, muy lentamente.
-¡Ahhhhhhh!... ¡Siiii!... ¡Siiiiiii mí amorrrrr!... ¡Siiiiiiiiiiiii!!!- Berreo Ilda emitiendo un enorme gemido de placer que debió oirse en toda la ciudad mientras yo, seguia y seguia lamiendole el clítoris sin parar, ahora en círculos, para despues seguir con un rápido movimiento vertical de arriba abajo, para al poco volver al sentido circular y de nuevo, al vertical, volviendo a cambiar una y otra vez cada movimiento, pero eso sí, cada vez lamiendo con mas y mas intensidad.
-¡Madre mia Luismi!... ¡Como me estas comiendo el coño cariño!... ¡Siii!... ¡Siiiiiiii!... ¡Sigue así mi amor!... ¡Oh que bieeeeennnn!... ¡Que gustooooo!... ¡Que placeeerrrrrr!... ¡Diosssssss!... ¡Me voy a correr en tú boca mi amor!... ¡Mmmmmmmmmmmmmm!... ¡Siiiiiiii!... ¡Siiiiiiiiiiiiiiii!... ¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!... ¡Arrrrrrggggggggg!... ¡Arrrrrrrrrrrrggggggggggggggg!... ¡Diooosssssss!- Se corrió Ilda gritando toda enloquecida, derramandose a chorros dentro de mi boca. Dulce nectar que tragué encantado.
Ilda comenzó a relajarse pero yó, travieso como nunca, capturé de nuevo su clítoris entre mis labios y sin más continué lamiendoselo con los mismos movimientos anteriores. Esta vez Ilda no aguantó ni diez segundos y los temblores le llegaron nuevamente, pero esta vez acompañados por unos tremendos y terribles espasmos totalmente incontrolables.
-¡Me corro Luismi!... ¡Me coooooo... rrrroooooo... Oooo.. traaaa... aaaaaa... Veeeeeezzzzzzzz!... ¡Ooooooohhhhhhhhhh!... ¡Oooooooooooooooooohhhhhhhhhh!... ¡Siiiiiii!... ¡Siiiiiiiiiiii!... ¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiii!... ¡Arrrrrrgggggggg!... ¡Caaaaaa... riiiiii... ñooooooo... Miiiiii... ooooooooooooooo!... ¡Arrrrrrrrrrrrrrgggggggggggggggggg!- Volvió a gritar Ilda entre berridos corriendose brutalmente por segunda vez, mientras con sus manos, loquita perdida, apretaba con fuerza mi cabeza contra su vagina, de la que no paraban de manar chorros, chorros y chorros de su dulce ambrosia, de su delicioso y maravilloso nectar. Manjar de Dioses que yo, sediendo de mí niña bebí, bebí, bebí y bebí, sin llegar a saciarme. Fué sublime, en esos momentos no habia nada más, no habia nadie más en todo el mundo, salvo Ilda y yo.
Segundos despues y tomandola en brazos, la llevé completamente desfallecida al dormitorio, donde abrazados, nos quedamos dormidos.
Y FIN.