3-Mis aventuras de adolescte - Nuevas sensaciones.

En esta ocasión os traigo unas vivencias que tuve con Carlos, un amigo del instituto una aburrida tarde de verano.

Nuevas sensaciones.

Sin duda ese fue el verano del descubrimiento, bueno, el verano en que pude realizar fantasías que llevaba en la cabeza.

Mis días de verano trascurrían entre la videoconsola por la mañana y playa por la tarde, o en si hacía mal tiempo nos reuníamos unos cuantos en casa de algún amigo. Las tardes de playa casi siempre era lo mismo, coger la bicicleta para llegar y pasarnos la tarde tirados en la arena o jugando con la pelota en el agua. Normalmente no pasaba gran cosa, pero para nosotros era más que suficiente, recuerdo aquellas tardes como las más despreocupadas de mi vida, cuya mayor incertidumbre era lo que habría para cenar. En esas repetitivas tardes a veces surgían conversaciones interesantes, pero eran pocas las ocasiones en las que se hablaba de sexo, supongo que porque en el grupo había bastante diferencia de edad entre los mayores y los más jóvenes. Lo más excitante que podía pasar era que alguno de la pandilla se tuviera que cambiar el bañador y le pudiera ver el culo y en rara ocasión se le podía ver el rabo a alguno por la pernera del bañador, pero poco más.

Alguna tarde nublosa venía a casa mi amigo Carlos, éramos de la misma edad, aunque él no frecuentaba la misma pandilla, nos llevábamos bien pues teníamos aficiones similares y muchas veces acabábamos hablando de sexo. No solía cortarse en proponer una paja juntos y eso a mí me encantaba. Muchas veces nos hacíamos pajas en la buhardilla de mi casa, tirados sobre un cojín mugriento con alguna vieja revista porno, cuando la ocasión se prestaba nos poníamos una peli porno de mi viejo en el VHS del salón.

Aquella tarde, Carlos se presentó en bicicleta por mi casa para pasar el rato, yo tenía la casa vacía toda tarde así que supuse que acabaríamos haciéndonos una paja. Llegó a eso de las 4 de la tarde llamó al timbre de casa y salí a abrirle, nos saludamos como de costumbre y pasó al salón.

—Oye, ¿te apetece jugar un rato a la 64?, me han dejado el Golden Eye que se puede jugar de dobles —le dije.

—Venga va, aunque nunca he jugado a este, ¡seguro que me metes una paliza! —me respondió mientras cogía el mando que le ofrecía.

Estuvimos una media hora jugando, hasta que Carlos se cansó se ser apalizado, la verdad es que yo le había metido mucha caña al juego los días anteriores.

—Oye pon el Smash Bros, que a ese estamos más igualados y será más divertido.

—Venga va, pero solo un rato que no quiero pasarme la tarde pegado a la tele —le respondí mientras cambiaba el cartucho.

Estuvimos un buen rato jugando, hasta que Carlos propuso jugar un campeonato para ver quién era el mejor.

—Venga, pero al acabar nos vamos a hacer otra cosa, que ya me duele la mano de tanto aporrear botones —le dije.

—Oye, ¿y si nos apostamos algo? En plan el que pierda tiene que hacer algo por el otro —me dijo Carlos.

—Ok, pero sin pasarse, que te conozco…

Ya habíamos hecho ese tipo de apuesta alguna que otra vez, las consecuencias solían ser hacerle los deberes al otro o tener que prestarnos algún juego. Como os imaginaréis acabé perdiendo, pero no porque el cabrón fuese mejor que yo. Cuando estábamos acabando y le ganaba por la mínima Carlos tiró del cable de mi mando desconectándolo de la videoconsola.

—¡Hey cabrón! Eso no vale —le dije mientras me tiraba encima suya intentado sacarle el mando de las manos antes de que me rematara en el juego.

—¿Cómo qué no?, no habíamos dejado claras las normas, ¡para la próxima aprendes!

Yo seguí forcejeando con hasta quitarle el mando, momento en el que el también empezó a forcejear conmigo, estuvimos un rato haciendo el tonto, dando vueltas sobre la alfombra mientras yo aprovechaba para tocarle el culo o rozarle el rabo. En una de esas Carlos me consiguió sujetar ambos brazos sobre mi cabeza, tras un rato intentándolo conseguí soltarme y le agarré con todas mis fuerzas el rabo para desestabilizarlo. Lo pillé desprevenido, conseguí voltearlo y dejarlo boca arriba entre mis piernas, intenté inmovilizarlo tal y como él había hecho conmigo, pero él era bastante más fuerte que yo, como no era capaz de mantenerlo sujeto volví a agarrarlo del paquete, mi sorpresa era que lo tenía bastante duro.

—Parece que tenemos a un marica por aquí —le dije mientras sujetaba su rabo por encima del pantalón.

—¡Qué dices!, en todo caso el marica eres tú, que me has agarrado el rabo dos veces, se me ha puesto dura porque hoy todavía no me he corrido y claro, con el contacto se anima, además la tuya también está dura, mira cómo se te marca —me dijo mientras me agarraba la polla.

Era la primera vez que me agarraban la polla, bueno sin contar las revisiones médicas de niño, lo que sumado a que ya me empezaba a calentar hizo que mi rabo se pusiera en su máximo esplendor. Tras parar la pelea nos separamos acalorados y nos fuimos para los sofás a recuperar el aliento, yo seguía cachondo y el rabo de Carlos seguía marcándose en sus bermudas azules.

—Oye, ¿y si nos ponemos una porno para bajarnos el calentón? —me preguntón con carita de bueno.

—Uff, no sé, mis padres pueden venir en cualquier momento y pillarnos en plena faena, lo que si podemos hacer es irnos a la buhardilla y cascárnosla ahí, que a una mala si llegan nos da tiempo a reaccionar.

—Vale, pero estoy cansado de las mismas revistas, mira a ver si tu hermano tiene alguna nueva.

—Bah, voy a mirar, total hoy tiene entrenamiento y llegará a las mil.

Subimos a la planta de arriba y rebusqué en los cajones en los que mi hermano solía guardar las revistas, solía esconderlas debajo del cajón de los calzoncillos y al parecer tenía una nueva, la cogí y nos subimos para última planta de la casa. En la buhardilla guardábamos muebles viejos, trastos varios y también estaba la zona de la colada, en el fondo había un colchón viejo apoyado contra la pared, lo tumbé y nos tiramos Carlos y yo codo con codo a ojear la revista. Era la típica revista porno para heteros, muchas mujeres tetonas con el coño sin depilar y poco más, pero para mi sorpresa tenía una sección de contactos al final. En esta sección se anunciaban todo tipo de personajes, pero lo bueno era que muchos tíos ponían una foto suya, así que por lo menos tendría algo para alegrar la vista.

Al poco rato empezamos a masturbarnos por dentro del pantalón, aunque Carlos y yo ya nos habíamos hecho pajas juntos en varias ocasiones siempre solíamos empezar así, era como un ritual para demostrar que algo de pudor aún nos quedaba. Tras los preliminares nos sacamos las pollas y seguimos dándole un buen rato, ese era mi momento preferido pues podía verle el rabo a Carlos, eso era 100 veces mejor que las revistas.

Carlos no era el más guapo de mis amigos, ni de lejos vamos, pero no estaba mal de cuerpo. Se pasaba casi todos los fines de semana del curso y muchos días del verano ayudado a su padre en la obra, lo que le hizo desarrollar una musculatura poco habitual para su edad. Estaba muy marcado, sobre todo los brazos y se le marcaban los oblicuos una barbaridad, además tenía bastante pelo por el pecho, en las axilas y en rabo lo que me daba bastante envidia. Tras un rato dándole Carlos me recordó que “había perdido” la apuesta.

—Oye, que con la tontería de la pelea se me ha olvidado ponerte penitencia.

—Y una mierda, me ganaste haciendo trampas —le dije mientras seguía pajeandome.

—Sí, lo que tú quieras, pero me voy a llevar esta revista un par de días.

—Ni de coña vamos, pe pilla mi hermano y me revienta, di otra cosa anda —yo ya me había resignado a palmar algo.

—Pues entonces quiero que me la casques hasta correrme —me suelta el cabrón mientras se agarra la polla desde la base.

—¿En serio?, serás cerdo, después dices que no eres marica —le dije intentando disimular las ganas que tenía de hacerlo.

—Que sí, lo que tú quieras, pero venga, pone a ello.

—Bueno, yo te la casco, pero tú a mí también, que me has ganado de mala forma y no sería justo cacho cabrón.

—Va, pero que no salga de aquí, que después todo se sabe —me dijo mientras me hacía gestos para que empezase yo.

Tras remolonear un poco para disimular se la acabé agarrando, llevaba tiempo con ganas de hacerlo y tras las pajas robadas de la acampada tenía ganas de hacerlo con alguien consciente. Carlos tenía un buen rabo, todo en el hacía pensar que tenía más años de los que realmente tenía, debía medirle unos 16cm, que en esos momentos me parecía una barbaridad. Empecé a masturbarlo y al poco Carlos agarró la mía, en ese momento un chispazo atravesó mi cuerpo, era una sensación increíblemente placentera, no lo hacía especialmente bien pero el que otro tío me la estuviese cascando era una pasada. Yo intentaba masturbarlo poco a poco, pero él lo hacía muy bruto, por momentos parecía que me iba a arrancar el frenillo.

—Oye hazlo con cuidado, que me estás haciendo daño —le pedí.

—Tampoco te pases, que yo me las hago así, además tú le das muy flojo.

—No es culpa mía que te cortasen el pellejo —le respondí mientras aumentaba el ritmo y el por su parte reducía el suyo.

—Oye, ¿es cierto que siente menos circuncidado? —le pregunté.

—Pues sí, antes me corría más rápido, pero desde que me operaron me cuesta más correrme, ¿sabes lo que estaría de puta madre?

—Sorpréndeme…

—Pues que me la chuparas un poco, a ver en plan colegas y eso, nada de mariconadas, es que llevo tiempo con ganas de saber lo que se siente, pero por mucho que lo intento no doy llegado con la boca —me suelta el cabrón mientras intenta demostrar lo cerca que está de llegarse al rabo.

—Pero estás chalado o qué, ¡pero ni de coña vamos¡, una cosa es una paja, pero eso sí que es de maricas —le respondí contradiciendo mis instintos.

—Venga, déjate de tonterías, seguro que el resto lo hace, somos colegas y queremos probar cosas nuevas, ¿qué tiene de malo?

—Bueno, pero esta vez empiezas tú, que te conozco.

Tras un rato de indecisión Carlos acercó la cara a mi rabo, al principio estuvo mirando para mi polla como si se lo estuviese replanteando o algo por el estilo, pero tras insistirle se metió la punta en la boca y empezó a chupármela como si de un chupa-chus se tratase. Visto con perspectiva lo hacía como el culo, pero en ese momento para mí era la mejor sensación del mundo. Poco a poco Carlos se fue soltando y tragándose un poco más de mi rabo, llevé mi mano a su nuca y empecé a marcarle el ritmo de la mamada, fui presionado poco a poco hasta que conseguí que se la tragase entera, en ese momento empezó a toser y se sacó mi rabo de la boca.

—¡Hey cabrón, como vuelvas a hacer eso paro y te dejo a medias! —me soltó mientras se recomponía de la arcada que le había producido.

—Lo siento tío, en serio, estaba a punto de correrme y me emocioné, dale un poco más y ya te toca a ti.

—Bueno, pero no lo vuelvas a hacer y cuando te vayas a correr avisa que no me quiero tragar tu lefa.

—Que sí, venga, yo te aviso —le dije mientras acompañaba su cabeza con mi mano hacia mi polla.

Carlos volvió a meterse mi rabo en la boca y yo agarré su pelo con cuidado para que no se mosquease. Parecía que le estaba pillando el truco, pues ya casi no me rozaba con los dientes y se la tragaba bastante más profundo. Así estuvimos un rato hasta que noté como la leche subía por el tronco de me polla, la verdad es que no se si fui incapaz de avisar o en fondo no quería avisarlo, pero lo cierto es que acabé descargando en su garganta. Carlos tuvo que tragarse un par de trallazos hasta que consiguió apartar su cabeza que le tenía agarrada con fuerza.

—¡Eres un cerdo!, mira que te avisé —me dijo mientras escupía mi corrida con cara de asco.

—Lo siento tío, no sé qué me pasó, pero no pude evitarlo, era superior a mí, ahora te lo compenso, ¡lo juro!

—Vamos si me lo vas a compensar, pienso correrme dentro de tu boca —me dijo mientras se acercaba a mí.

En ese momento oímos como algo golpeaba el suelo de la buhardilla y nos giramos muertos de miedo hacia la puerta.

—¿Pero que mierda estáis haciendo?, sois unos putos enfermos —nos soltó mi hermano mientras se acercaba como una bala hacia nosotros. En dos zancadas se puso a nuestro lado y empujó a Carlos hacia un lado, tras lo cual me espetó un bofetón en la mejilla derecha.

—¡A tú puta casa ¡—le dijo a Carlos mientras lo zarandeaba por el pelo— y tú vístete y baja para que podamos hablar.

Carlos se vistió a toda hostia y salió escopetado escaleras abajo, yo por mi parte no sabía dónde meterme, mi hermano me había pillado y solo había dos opciones, malas ambas.

Tras recomponerme mínimamente me vestí y bajé a la habitación de mi hermano, me sentía como un cordero hacia el matadero. Tenía la cabeza dándole vueltas a todas las posibles consecuencias y a las excusas plausibles que podía intentar inventarme.

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Bueno, pues hasta aquí el relato. Antes de nada, agradecer los correos y comentarios que he recibido, sois unos cracs y me ayudáis a seguir escribiendo.

Tras acabar este relato creo que voy a dar un salto temporal hasta mis primeros años de universidad, quizás vuelva atrás en el tiempo, pero me apetece escribir algo con más acción.

Por otra parte, tengo un par de ideas en mente que serán ficción.

¡Un saludo y gracias!