3. follando con otro delante de mi marido x 2ª vez
Pocos meses después de mi primer trío, mi marido me calentó para volver a repetir la experiencia.
Habían pasado casi cuatro meses desde mi primer polvo con aquel chico delante de mi marido. Fue una de las experiencias más morbosas que he tenido. Muy diferente a cualquier otra. Y mira que con él he hecho cosas. Pero que te follen mientras tu marido te observa con cara de vicio es un morbo que pocas mujeres pueden tener. Me hizo sentir como una verdadera puta. Siento desde entonces que la relación entre ambos se ha fortalecido. Con experiencias así, difícilmente tendré la necesidad de buscar nada fuera del matrimonio.
Tengo todo el vicio que pueda necesitar en mi propia cama. Es una suerte tener un hombre como el que tengo. Pocos hombres están tan seguros de sí mismos como para dejar a su mujer en los brazos de otro. Él sabe q soy suya y q nadie va a ser capaz de proporcionarme más vicio. De hecho, después de aquel polvo me ha follado con más ganas el muy cabrón. Me obliga a q le cuente el gusto q sentí aquel día. Es un puto vicioso. Sabe perfectamente como calentarme y como follarme. Usa todo su cuerpo para ello. Usa su boca, su lengua, sus manos, su hermosa polla y ese sucio lenguaje q sabe q me pone muy perra. Me obliga a repetir en la cama lo puta q soy y cada polvo sigue siendo tan intenso o incluso más q los de nuestros primeros años.
Es tan sumamente cerdo q durante días volvió a calentarme con la idea de repetir con otro tio. A veces me da miedo q estas historias se me vayan de las manos, pero tiene tanta seguridad y disfruta tanto de estas fantasías q me anima a complacerlo en todo. Además, ¿cómo voy a decir q no a echar un polvo con un tio bueno y con su aprobación? ¡Ya quisieran muchas! ¡Haría lo q me pidiese!
Volvimos a buscar candidatos por diferentes páginas de internet. Tios buenos hay muchos, que tengan algo especial, no tantos, y que sepan follar, aún menos. Yo soy una mujer muy exigente en la cama. Soy muy potente sexualmente y si un tio no está a la altura, no se lo perdono y se lo hago saber. Llegando incluso a ser borde.
Al final me decidí por un tio que trabajaba en el mercado. Un carnicero maduro q no estaba nada mal para los cincuenta y tantos que debía tener. Le tiraba los tejos a todas las clientas. Corrían rumores de q no lo hacía nada mal en la cama y q nunca desaprovechaba una oportunidad. Era de esos tios tan chulos q no te dejan indiferente. Supuse q tendría experiencia en parejas pues tenía toda la pinta de ser un puto vicioso. Tenía bastante claro q iba a ser de un solo uso. Esa era otra de las cosas q me daba morbo. El poder tener sexo sin sentimientos de por medio. A mi esposo no le pareció mala idea q fuese él el próximo. Le conté q me había tirado la caña en más de una ocasión y q me daba cierto morbo.
Creía q no pasaría los nervios de la primera vez. Me equivocaba. Estaba tan nerviosa o incluso más q la vez anterior.
Volvimos a citarnos en un hotel. Mi marido me hizo pasar a la habitación. Sobre la cama, con los ojos vendados y un slip minúsculo estaba ya el cincuentón. Conservaba un cuerpo atlético y bien formado. Había accedido a permanecer durante toda la cita con los ojos vendados. No podría verme. Eso me daba de nuevo un morbo especial. Tendría a mi merced a aquel chulo para mi sola. Indefenso y listo para ser follado.
Me desnudé en silencio mientras mi marido me besaba. No pude evitar mirar con descaro el bulto que sobresalía a través del slip. Estaba realmente bueno. Totalmente depilado hasta donde podía ver.
Delgado pero fuerte. Aún marcaba abdominales y del slip sobresalía un tatuaje que parecía la cabeza de un lobo. Miré a mi amo y con un gesto le dí a entender que estaba lista. En sus labios pude leer: ¡Que guarra eres! Yo sonreí. Mi curiosidad iba en aumento y noté q mi entrepierna se empezaba a humedecer. Noté al tio nervioso, tratando de saber qué pasaba a su alrededor a través de sus oídos. A la señal de mi amo, puse mis manos sobre su torso y lo acaricié. Su respiración se relajó. Comencé a recorrer su pecho con besos, bajando cada vez un poco más hacia la zona del slip.
Mientras lo besaba, mi marido me acariciaba por detrás. Me sobaba las caderas y el culo. Me gustaba tener al carnicero indefenso en mis manos. Cuando por fin llegué al slip, no había más sitio dentro de aquella pequeña prenda para tanto bulto. Seguí besando su paquete por encima de la tela. Le besé varias veces. Podía notar como el tamaño de su polla iba en aumento. No haciéndole sufrir más,liberé aquella polla aprisionada y la rodeé con mis manos. Estaba bien caliente y sentí unas ganas irresistibles de llevármela a la boca. Miré a mi señor, pidiéndole permiso. Él me azotó en el culo, asintió con un gesto y se acomodó en un sillón. Tenía vía libre para follármelo. Me retiré el pelo de la cara y me introduje su caliente verga en mi boca. Se la mamé bien mamada, siendo generosa con cada chupada. Se la preparaba a conciencia para metérmela dentro.
De vez en cuando dirigía una mirada morbosa hacia mi marido buscando su reacción. Él asentía con la cabeza. Consumía una copa de cava bien frío mientras disfrutaba de la escena. Verlo tan tranquilo me animaba a seguir. Lo estaba haciendo bien. Concentrada en trabajar bien aquella polla no me dí cuenta q mi amo se había levantado y por detrás introdujo sus dedos frios por el cava en mi coño. Quería comprobar cómo de caliente iba su esposa. Metió los dedos en la entrada de mi coño y pudo notar todo el calor q desprendía. El coño de su mujercita pedía polla. No hizo falta ninguna señal, ninguna palabra. La polla del tio pasó de mi boca a mi coño inmediatamente, sin notar ninguna oposición al ser introducida. La polla se deslizó hasta el interior de mi caliente coño haciéndome sentir un gusto enorme. El carnicero notó como mi flujo empapaba toda su pelambrera. Eso sin
duda le puso bien cachondo. Pude notar como las venas de su miembro se le inundaban de sangre. Sin poder verme se agarró fuerte a mis caderas. Tenía las manos grandes y muy calientes. Me encantó cabalgar aquella polla. Podría pasarme la noche entera dándome gusto con aquel pollón. Era yo quien controlaba la situación y quien marcaba los tiempos. A veces rápido, a veces más lento. Retrasando el orgasmo lo más posible.
Miré a mi amo y le di las gracias por aquel regalo, aquel pollón.
Cada vez saltaba con más fuerza, mi orgasmo estaba cerca y seguramente mi presa no
aguantaría mucho más. Cerré los ojos un momento para disfrutar aún más de aquel momento.
De pronto, noté un fuerte tirón del brazo. Mi marido me sacó de encima del tio y me puso de rodillas en el suelo de la habitación. De un golpe metió su polla en mi boca y me obligó a mamar.
-¡No tengas tanta prisa puta! ¡Ahora me toca a mi!
Qué cerdo era. Como sabía ponerme a cien.
Se la chupé con ganas. Llenándosela de babas. Él me sujetaba la cabeza con fuerza y acompañaba mis mamadas tirándome del pelo como a una vulgar zorra. Se la mamé un rato hasta que se puso bien tiesa. Entonces la sacó y dijo:
-¡Ya puedes seguir puta!
El muy hijo de puta me había cortado todo el rollo y tendría que volver a empezar. Pero no me importó para nada. Al contrario. Volví a cabalgar al carnicero con más ganas. Su polla me supo más rica que antes incluso. En nada, se la puse dura y lo tenía otra vez a punto. A saber la de tias que aquel cerdo se había follado.
Mi marido puso su polla a la altura de mi cara. Sabía perfectamente lo que iba a hacer. Se iba a correr en mi cara. Es otro cerdo. Eso solo hizo que ponerme más cachonda y le llamé cabrón.
-¡Mira que llegas a ser cabrón. Lo que me haces hacer!-le dije .
Con el rabo tieso se acercó a mi y me besó profundamente sin dejarme respirar. Yo seguía cabalgando aquella polla buscando mi propia corrida mientras él no paraba de meterme la lengua en la boca.
La corrida era inminente y los tres lo sabíamos. Como pude, llamé cerdo a mi marido entre tantos besos húmedos y descontrolados.
-¡Cerdo, pedazo de cerdo!¡Eso es lo que eres!
El tio, al oír mis insultos, soltó su primer chorro de leche dentro de mi. Al notar su semen q entraba disparado en mi coño y mi respiración entrecortada por los sucios besos de mi amo, me corrí en un largo orgasmo, interminable, bestial.
No recuperada aún, mi amo acercó su polla tiesa a mi boca. Se la abrí para q descargará todo su semen. Se lo había ganado sobradamente.
Con la polla del carnicero aún en mi coño recién corrido, acabé por tragar hasta la última gota de semen que salió de la polla de mi marido. Me besó como solo él sabía hacerlo y se retiró al baño.
Me dejé caer sobre el cuerpo del cincuentón descansando un poco.
Había vuelto a disfrutar como una perra y no me sentía para nada culpable. Todo lo contrario. Me sentía una mujer libre, feliz y muy afortunada.