3. Conexiones –… El Solitario. (2° Parte)

Reviviendo una de mis grades pesadillas... Al final, hay nuevas revelaciones.

NdA: FAVOR LEER LAS NOTAS DE AUTOR QUE SE PRESENTAN A CONTINUACIÓN.

Para leer esta serie de relatos y su mayor disfrute, es NECESARIO haber leído “ANÉCDOTAS” Y “ACTUALIDAD”, que se encuentran en mi página de perfil. Y seguir el orden, primero Anécdotas y luego Actualidad.

Se sugiere discreción con éste capítulo y el siguiente, si eres menor de edad o sensible. Léelo bajo tu propio riesgo.

---*---

No estábamos solos, nuestro hermano mayor también estaba allí, estaba encadenado por los brazos y pecho a una pared, estaba solamente con un pantalón oscuro rasgado, su abdomen, pecho y brazos tenían moretones y cortes, dejándolo verse muy ensangrentado, pero él estaba vivo.

-   Mira quién llegó, Mathew... ¡Tus hermanitos! – canturreó Rubén.

Tenía la mirada un poco apagada hasta que él notó nuestra presencia y la de Rubén detrás de nosotros. Abrió los ojos e iba a decir algo, pero sello sus labios por impotencia, hizo un esfuerzo por levantarse, aunque sus piernas no lo dejaron y la furia que tenía en su rostro no era normal, jamás lo había visto de esa manera.

-   No, no, no… Mathew ¿Qué haces aquí? – pregunté a la nada, en realidad.

-   ¡Matty! – gritó Anthony.

-   Jajajajaja… ¡Matty! ¡Matty! ¡Matty! – rió Rubén –… No sabía que te podía decir así vale.

Nuestro hermano mayor iba a abrir la boca, pero en ese momento Rubén saco un puñal y se lo mostró haciéndolo callar, logrando una sonrisa por su parte.

-   Así es… buen chico… ¡Ya estás aprendiendo, carajo!

-   ¿Qué hace él aquí? – volví a preguntar aterrado.

-   En la misma condición suya, mi hermoso.

-   No, por favor, suéltalo… ¡Por favor! – rogué.

-   No vale, él ahorita está castigado… Ése güevón – me dijo señalándolo –, se ha portado muy mal.

-   ¿Por qué está sangrando? – seguí preguntando.

-   Se llaman lecciones, mi Andrew.

-   ¡Ya por favor, suéltanos! – repetí –… Mi padre va a pagar lo que sea por nosotros… ¡Te lo juro!

-   No lo creo… porque Matty, nos estaba haciendo compañía desde hace rato… y tu padre no ha pagado un coño.

Lo miré a él y luego en dirección a mi hermano, que bajaba la mirada…

¿Cuánto tiempo?… ¿Cuánto tiempo habrá estado Mathew con éste loco para que llegara a ése estado?... Y más que todo me preguntaba, ¿Cómo es que mi padre no sabía que Mathew estaba secuestrado?

No lo entendía y no quería seguir pensando en ello. Deseaba estar con mi hermano para poder abrazarlo, que nada de esto hubiese pasado, estar los tres en mi cuarto contándonos historias, jugando, riendo… Lo deseaba fuertemente y Tony estaba igual que yo. Su cara demostraba miedo, pero también mucha rabia y fue cuando abrió la boca en dirección a Rubén.

-   ¡Maldito!... ¿Cuánto tiempo tuviste a mi hermano secuestrado?

-   ¿Maldito?... ¿Maldito?... ¿Quién te dijo que podías hablar? ¡CARAJITO, INFELIZ! – gritó endemoniado.

Rubén se lanzó directo a mi hermanito, montándose encima de él y con el puñal que tenía en la mano le lanzó un corte por toda su espalda rompiendo su chemise azul y llenándola de sangre. Los tres hermanos gritamos por el impacto, nuestro secuestrador reía al hacerle otro corte en la espalda lo que ocasionó que Tony gritara con más fuerza y comenzara a patalear debajo de él. Fue cuando Mathew soltó su furia y gritó aún más fuerte.

-   ¡DESGRACIADO!… A ÉL NO… ¡COÑO, A ÉL NO!… TE VOY A MATAR… ¡LO JURO, TE VOY A MATAR!

-   ¡COÑO MATTY, NO APRENDISTE NADA! – gritó Rubén desde su sitio.

Tan rápido como se lanzo a Tony, fue ahora por Matty, dándole una patada en el abdomen haciéndolo soltar el aire que tenía. Luego, se posicionó a horcajadas encima de él, pasándole el puñal por todo el pecho haciéndole un gran corte y logrando que derramara mucha más sangre. Su grito volvió a resonar y Rubén reía aun más fuerte. Yo traté de levantarme, pero mi pierna me dolía demasiado, así que me arrastré como oruga cuanto pude llegando a mi hermanito que lloraba con la cara pegada al suelo.

-   Tranquilo, aquí estoy, tranquilo Tony… Solo fue un pequeño corte, nada más.

-   … Duele – gimoteó.

Estaba desesperado, los gritos de mis hermanos más la risa endemoniada de Rubén me tenía demasiado nervioso.

-   Ya coño, Rubén… ¡No sigas! – le pedí y se detuvo.

-   Bien… está bien – respondió y se levantó.

Su traje estaba mucho más oscuro y su camisa negra, húmeda por la sangre de mis hermanos, me miró acercándose y se arrodilló frente a mí.

-   … Solo porque tú lo pides, pero si no aprenden a callarse, no me detendré a la próxima.

-   ¡Lo juro, ellos aprendieron!

-   Bien mi Andrew, pasaran la noche aquí, traten de dormir... ¡Qué luego hay fiesta, coño! – terminó y me dio un beso algo brusco en los labios –... ¡Qué vaina mas buena, no joda!

Y se retiró subiendo por las escaleras, ya para ése entonces mi hermanito seguía con la cara pegada al piso y ya no se movía.

-   Tony… Tony, ya se fue.

Mi hermanito me dio una mirada, pero no me respondió.

-   Ustedes… ¿Están bien? – preguntó Mathew susurrando.

-   Sí, yo sí – contesté.

-   Yo también – respondió Tony en voz muy baja.

-   Traten de levantarse – ordenó –. No hagan mucho ruido, si nos escucha, volverá.

Yo con un poco de esfuerzo pude hacerlo porque mi pierna me dolía horrores, me apoyé en la pared para evitar caer, pero mi hermanito no podía moverse, estaba encorvado en el piso gimoteando un poco por el corte que le había causado Rubén, por eso Mathew volvió a ordenarle que se tratara de levantar.

-   Vamos Anthony, necesito ver cuánto daño te hizo.

-   No puedo moverme.

-   Si puedes, solo estás asustado... levántate lento y ven para acá. Recuerda Anthony, en silencio – pidió Mathew mientras yo los veía.

Su cuerpo vibro, haciendo un esfuerzo tratando de enderezar su cuerpo y arrodillarse comenzando a llorar en el intento, yo lo veía con lágrimas en los ojos, pero mi hermano esperaba expectante. Luego al ver que no podía ponerse de pié, le pidió que se acercara arrastrándose de rodillas, Mathew debía revisar que no tuviese un corte grave.

-   Vamos... ven – susurró Mathew.

Yo no pude aguantar mucho más y luego de estar ese poco tiempo de pié fui arrastrándome de nuevo al suelo hasta quedar sentado. Anthony por fin había llegado a mi hermano, regresado a su posición original para después acostarse apoyando su cabeza en sus piernas, pero no importó, Mathew podía ver la herida y con la poca luz que había declaró que no era tan grave como esperaba.

-   Tranquilo, no fue tan malo.

-   ¿Seguro?

-   Si, ése tipo es un sádico, corta, pero no a matar... No se atrevería a...

-   Mathew – lo detuve en su explicación –… mató al señor Jonathan.

-   ¿Qué? – solo pude asentí en silencio –… Maldito.

-   ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

-   Creo que una semana.

Una semana... Mathew estuvo una semana secuestrado y nosotros no sabíamos nada. Estuvimos cenando tranquilamente, viendo televisión, riendo, nuestros padres reían tranquilos mientras cenábamos todas las noches que pasaron, entretanto mi hermano sufría todo lo que le hacía ese sádico de Rubén. No podía creerlo, no deseaba hacerlo, tal vez, nuestro padre estaba tratando de salvarlo sin preocuparnos...

Sí, esa era la respuesta.

-   ¿Cómo te capturó?

-   Fue un error de mi parte, me engaño como un imbécil. Me encontró en donde estaba haciendo mis pasantías – relató por lo bajo –… Creí que seguía siendo empleado de nuestro padre, así que estuvimos hablando. Me invitó unas cervezas en el bar y me drogó. Cuando desperté, ya estaba encadenado.

-   ¿Y los cortes?

-   Es un sádico, no le gusta que hablemos. Y hace estos cortes profundos – explicó señalando con su rostro todo su cuerpo –, para que perdamos sangre, pero no tanto para dañar ligamentos.

-   Ya veo.

-   ¿Y a ustedes?... Puedo ver que los capturó en el colegio, pero ¿Cómo llegó a ustedes?

-   Es mi culpa también – confesé.

Le conté como había comenzado todo, cómo llegó a mí, por el estúpido chat, después el Messenger y más tarde el teléfono celular... Le dije todo, hasta lo que hacía con él para lograr placer.

No dijo nada, pero mi hermano me miraba decepcionado por cada cosa que le decía. Por último le mencioné el correo con las amenazas, las llamadas y luego cómo nos había capturado en el colegio. Siguió en silencio por un largo rato más hasta que volví a hablar.

-   Lo lamento.

-   No... no es tu culpa, ése loco ya lo tenía todo planeado, lo tuyo solo fue... una coincidencia – concluyó.

Mi hermanó se quejó un poco respirando profundo haciendo que Anthony y yo nos preocupáramos por él.

-   … No te ves bien – le aclaré algo obvio.

-   Lo estoy, por lo menos me ha alimentado una vez al día, me da pizza cada noche.

-   Me gusta la pizza – dije mirando a la nada, lo que causó que mi hermano me mirara incrédulo –. Disculpa, es que no he comido desde el desayuno.

Él negó con la cabeza y me miró.

-   Tu pierna… ¿Cómo esta?

-   Entumecida.

-   Trata de moverla – ordenó.

-   No te preocupes.

-   Pero…

-   En serio, estoy bien. No necesito a un doctor a mi lado, necesito a mi hermano.

Mi comentario causó que mi hermano me mirara con cariño para luego susurrar unas pocas palabras.

-   Disculpa, es que no te había visto en días, también los necesitaba ver, los extrañaba.

Ahora fui yo el que me acerqué arrastrándome a él para llegar a su lado, pegué mí frente a su cuerpo sin importar la suciedad y sangre que aún brotaba de él. Necesitaba su contacto y lloré, por no saber lo que pasaría en los siguientes días, por nuestro padre de cómo reaccionaría al saber que habíamos sido secuestrados y si intentaría rescatarnos, por lo que se refería Rubén con respecto a “tener una fiesta” y lo sombrío que podría volverse todo. Y por la salud de mis hermanos, si esos cortes seguían, perderían más sangre y morirían.

Esa noche, pensé por unos segundos que el resto de mi vida viviría completamente solo...

---*---

- Y en este momento deseaba haberme equivocado...

- No vuelvas a decir eso, Andrew.

---*---

-   Muy bien – dijo entrando el hombre que mató a Jonathan.

-   ¿Qué pasa? – preguntó Mathew.

Con la poca luz que había en el sótano el hombre se detuvo para ver a mi hermano y pude detallarlo. De piel blanca, alto, delgado, pelo lacio, largo y oscuro, estaba peinado de una forma muy elegante igual que su traje oscuro, me sorprendía lo joven que se veía en comparación a Rubén y parecía que tenía casi la misma edad que mi hermano. Cuando el tipo volvió a mirarme pude notar algo en sus ojos, confianza, una tranquilidad y protección idéntica a la que Mathew trataba de darme en cada momento. Veía a mi hermano a través de él.

-   Tengo órdenes claras. Voy a soltarte chico, vas a comer y luego alimentarás a tus hermanos… ¿Quedo claro?

-   Sí – dije en voz baja.

-   Llegas a hacer una estupidez y te mato. No me interesa lo que Rubén diga, ya sabes de lo que soy capaz… ¿Me expliqué?

-   Sí – repetí.

-   Leo – le llamó mi hermano –... con cuidado.

-   Cállate.

Con fuerza, el hombre me tomó por el cabello alejándome de Mathew y yo gemía de dolor por el tirón. También sentí como sus manos manipulaban las esposas para luego liberarme, me ordenó que me levantara y le explique que me dolía mucho la pierna.

-   No me interesa, maricón. Párate y sube. Rubén te espera.

-   ¿Qué?... pensé que comería...

-   Pensaste mal – dijo de mala manera.

-   Por favor, ayúdeme, en serio no puedo caminar – le pedí arrodillado en el piso.

El tipo me miró, luego a mi hermano y torció los ojos. Me tomó por el hombro arrastrándome lejos de mis hermanos y comencé a subir las escaleras a los golpes hasta llegar a la planta baja donde volvió a tirarme al suelo. Rubén nos miró a mí y al hombre con mala cara, pero no hizo ningún comentario a su compañero que ahora subía por las escaleras a otro piso.

-   Él no te valora... Levántate, mi hermoso.

-   ¿Quién?

-   Mi compañero, Leo – aclaró.

-   Ya...

-   Levántate – volvió a ordenar.

-   No puedo, Rubén.

-   ¿Por qué?

-   Creí que lo sabías todo – dije con resentimiento.

-   Creí que ya habías sanado – comentó amablemente.

-   Ustedes me hicieron esto.

-   No nos culpes por tus estupideces, Andrew.

Pasó su brazo por mi cuerpo, tratando de abrazarme para ayudar a levantarme y luego dejándome lentamente en el sillón donde había una pizza grande y una botella de Coca-Cola. Rubén seguía con la misma ropa ensangrentada, pero su semblante era más tranquilo, como si nada hubiese pasado, me pregunté si tal vez todo era una actuación para asustarnos y solo quería la recompensa. Él se sentó a mi lado, me sonreía amigablemente y yo no sabía qué hacer.

-   Vamos, come Andrew.

-   Estás diferente.

-   Diferente ¿Cómo? – preguntó comiendo.

-   Tranquilo – expliqué.

-   Así soy normalmente, lo sabrías si hubieses aceptado salir conmigo.

-   Lo lamento.

-   ¿Ahora lo lamentas?... Está bien – y rió amablemente –, come que luego debes alimentar a tus hermanos.

-   Rubén, suéltanos... por favor – le rogué pidiendo otra oportunidad.

-   ¡COME, COÑO! – me gritó haciéndome sobre saltar esperando que me agrediera –... ¿Ves?... Me haces ser una mala persona y yo no deseo eso. Ahora, haz lo que te digo.

-   Si, Rubén.

Tomé una rebanada de pizza y comí lentamente mirando hacia otro lado, mi secuestrador estaba igual, ya se había calmado luego de haberme gritado y después de comerse otras dos rebanadas más, se quedó mirándome. Yo al terminar la segunda rebanada me pidió que comiera más, pero no tenía mucho apetito. Fue cuando se acercó más a mí en ese sillón y haciéndome retroceder.

-   No huyas, mi Andrew.

-   No me hagas nada, por favor.

-   Solo quiero probar esos labios de nuevo... por favor.

-   Rubén…

-   Sí... di mi nombre.

-   Rubén...

-   Bésame – ordenó.

Me robó otro beso, pero yo estaba negado a aceptarlo, no me movía, simplemente fue la unión de nuestros labios de una manera muy insípida, lo que no fue suficiente para él y se alejó para luego mostrarme el puñal.

-   Ahora, dame un beso... así como besas a tu novio.

-   Rubén... para – le pedí.

-   Te besaré. Abrirás la boca y lo disfrutarás. O te corto la cara... ¿Eso quieres?

-   No... – dije cerrando los ojos.

-   ¿Entonces...?

Esta vez sí traté de besarlo y aguantar las ganas de vomitar que me causaba besar a ese maniático. El puñal rosaba mi cara lo que me ponía más nervioso de lo normal, su lengua dentro de mi boca exploraba cada milímetro y yo hacía el menor esfuerzo en ese beso hasta que él se alejó quedando casi satisfecho.

-   Pudo haber estado mejor.

-   Lo siento – dije por lo bajo.

-    Tranquilo, la próxima lo estará... aunque, la próxima vez, si no se me para la verga. Me decepcionarás.

Yo miré en dirección a su paquete y en efecto, no estaba excitado. Su mano fue directa a la mía y la llevó a su paquete haciendo que lo tocara. Yo no quería hacer eso, pero actuaba de forma automática, él hacía todos los movimientos y gemía.

-   Mmm… Sí, estoy seguro que la próxima vez cooperarás.

Yo no supe a que se refería. Y deseaba que no llegara esa próxima vez.

Me alejó de nuevo, tomó otro pedazo de pizza para comérselo mirándome con una sonrisa, luego abrió la botella de Coca-Cola y tomó un gran sorbo. No me ordenó que hiciera otra cosa, simplemente me miraba hasta que se levantó hasta la otra habitación y regresó entregándome otra caja de pizza.

-   Baja y alimenta a tus hermanos. Matty, se ponía agresivo conmigo cuando lo alimentaba, pero tranquilo ya le enseñé como debe comportarse y no te hará daño.

Yo asentí con la cabeza levantándome, caminaba cojeando con la caja de pizza en mis brazos bajando las escaleras poco a poco hasta llegar al sótano y notar que mis hermanos me miraban expectantes. Me arrodille frente a ellos con cara de disculpa y les comencé a alimentar. A mis espaldas, Rubén nos vigilaba serio hasta que se cansó y regresó a la planta de arriba sin decir nada.

Cuando terminaron de comer, esperaba que se olvidaran de nosotros, pero fue imposible, Leo bajó rápido y volvió a esposarme malhumorado. Esa noche dormimos apoyados de Matty que se había acostumbrado a estar esposado de la pared con los brazos colgando, le había rogado a Rubén que lo esposara como a nosotros, pero él se negó explicando que su castigo no había terminado.

Al siguiente día nos habían despertado con gritos y patadas. Mi hermano Tony, recibió una en el estomago empujándolo hasta la pared por el impacto. Mi hermano Mathew, había sufrido con otro golpe en el pecho, muslos y otro en la cara. Y mi patada había ido directo a las bolas haciéndome vomitar por el dolor intenso.

No escuchaba nada por el mareo, pero era Rubén quejándose por algo caminando alrededor del sótano, su compañero Leo lo estaba tratando de tranquilizar, pero era imposible, él era una bestia en ese momento. Los otros dos hombres bajaron en ése momento y comenzaron a tomarnos fotos a los tres sin importar nuestro estado.

-   ¡HIJO DE LAS MIL PUTAS!... ¡NO NOS CREYÓ!... ¡QUE CABRÓN! – grito Rubén.

-   Ya Rubén. Pidió pruebas y se las vamos a dar – tranquilizó Leo.

-   ¿Quién coño pide pruebas cuando sus hijos desaparecen?... Solo pagan y ya.

-   Son unos anormales – dijo el que nos tomaba la foto.

-   ¡TÚ ME DIJISTE QUE PAGABAN Y YA! – gritó Rubén, respondiéndole al fotógrafo.

-   No jodas, marico. Yo que iba a saber que eran unos agarrados con los reales.

-   Ni que pidiéramos mucho – dijo el otro hombre.

Rubén se había sentado al pie de la escalera, sus manos temblaban, pero no era por miedo, si no por una rabia incontrolada.

-   Joseph… Maldito, Joseph.

En ese momento nos miró a los tres y decidió dar un paso más a esa locura. Fue un movimiento frío que dejó a sus acompañantes sin habla.

-   … Maten a uno de ellos – sentenció.

-   No... – deje escapar.

Hubo una discusión entre todos del porqué no podían hacernos eso, un par apoyaban la idea, pero los otros dos estaban dubitativos, extrañamente Leo, que era el que había matado a Jonathan, no deseaba que nos mataran ya que confiaba que nuestros padres pagarían el rescate si enviaban la fotos.

Rubén sinceramente no escuchaba, le pidió la pistola a uno de sus acompañantes y se acercó a nosotros tres. Tenía la visión desencajada pensando a quién matar en realidad y al que le había quitado el arma preguntó lo mismo en voz alta.

-   … Al pequeño. Es obvio, es el que les dolerá más.

-   ¡NO! – grité.

-   Andrew, no me hables ahora. No estoy de humor, no me hagas hacer una locura.

-   Espera, Rubén – pidió Leo –… ¿Qué harás después que lo mates?

-   Le cortamos la cabeza y se la enviamos con las fotos… ¡Yo que sé! – dijo sin pensar.

-   No, imbécil. No han pagado porque no hemos enviado las pruebas. Envíalas y pagarán.

-   ¡BIEN!... Pero, si no pagan para mañana, mataré a alguien… ¡Lo juro! – advirtió y se fue dejando a los demás algo perturbados.

Nos terminaron de tomar las fotos y se fueron. Los tres hermanos soltamos aire, porque literalmente habíamos esquivado la bala. Anthony había vuelto con Mathew, que ya no decía nada estaba sumido en sus pensamientos yo trate de llamar su atención, pero no lo logré ni un poco.

Ese día no bajaron más, no nos dieron nada de comer, estábamos algo deshidratados y Anthony estaba mareado vomitando baba de vez en cuando. Yo grité por ayuda, pero nadie bajó a vernos, hasta que me quedé dormido hasta el siguiente día y la historia se repitió.

-   ¡NADA!... ¡NI UN MALDITO CENTAVO! – gritó blandiendo la pistola en nuestras caras.

-   Tal vez reúne el dinero.

-   Ese maldito caga dólares, Leo. He visto sus cuentas, lo que pedimos no es nada... ya está bien, mataré al carajito.

-   No coño Rubén, piénsalo – le pidió Leo –, no podemos matarlo, ya con el chofer y los otros tres fueron suficientes.

-   Mi plan funcionará, lo mato, le corto la cabeza y se la envío al maldito de su padre – siguió explicando cómo desquiciado.

-   Sí, mátalo, quiero mis reales.

-   Yo igual, vale, ya quiero irme del país.

Los otros hombres miraban expectantes y Leo negaba con la cabeza. Nosotros estábamos en silencio esperando la decisión de Rubén, no era si nos matarían o no, eso estaba decidido, esperábamos a quién exactamente mataría primero.

-   … ¿Quién será? – preguntó Leo.

-   Ya te dije, el menor.

-   No vale. Mata al grande, pendejo – pidió uno de los otros hombres –, ése ha jodido más y el papá no va a pagar ni vivo, ni muerto por él.

-   De pana... mata al grande – apoyó su amigo.

-   ¡Coño, güevones!... Ustedes lo dicen, no va a pagar ni vivo, ni muerto. No vale la pena matarlo – explicó Leo mirando a Mathew –. Vamos Rubén... esperemos otro día.

-   Estoy estresado – terminó por decir luego de escucharlos.

Los cuatro hombres nos miraban y se quedaron en silencio esperando a que Rubén diese otras indicaciones. Yo no podía entender porqué mis padres no habían pagado el rescate, ya habían pasado dos días y Mathew llevaba una semana. Pensé que estaban pidiendo mucho dinero, pero con lo que había dicho Rubén me dejó pensando, mis padres tenían dinero, lo sabía por las facturas millonarias de la clínica y de los psicólogos, hasta pagos en dólares habían hecho por mí, mi padre me había pedido que no me preocupara por ello y que pagaría lo necesario para que me recuperara. Eso le había dicho a mis hermanos la noche pasada entre susurros, logrando solo silencio por su parte.

-   ¿Qué quieres hacer ahora? – volvió a preguntar Leo.

-   Quiero cogerme a uno de ellos.

-   Ahhh… No, ya empezó con la mariconería –dijo uno de los hombres suspirando.

-   Verga si Rubén, deja de ser un pervertido de mierda, ve a cogerte a una putica, yo busco una especial para ti – dio como solución el otro.

-   Jajaja… De pana, quiero violarme un coñito.

-   No vale... quiero un carajito hoy – habló Rubén en voz baja.

-   Ya coño, deja esa homosexualidad. Maldito marico. Yo creí que era joda, pero me estás asustando.

-   Si vale, estar besando a carajitos es de depravados.

-   Es mejor que dejes esa güevonada.

-   Bueno, déjenlo en paz – les interrumpió Leo mirando a Rubén.

-   ¿Por qué?... Tenemos razón.

-   De pana, esto no me está gustando.

-   Si sigue con sus homosexualidades, yo me voy.

-   ¿Y por qué no te vas? – preguntó Rubén sin mirarlo.

-   ¿En serio me lo dices? – le preguntó y se le quedó mirándolo en silencio –… Bien... ¡Me iré!

-   No coño, quédate – le pidió con una sonrisa.

-   Deja tus mariconerías, Rubén. Quiero mis reales para terminar con esto, ya estoy cansado y no quiero estar aquí.

Hubo una pequeña pausa en la que todos se quedaron esperando una respuesta. Rubén se le quedó mirando unos segundos y suspiró dramáticamente.

-   Bien, amigo… Si te quieres ir, te ayudaré... te ayudaré a morir – y seguido disparó su arma –. Descansa, hijo de puta.

El disparo fue al pecho y el tipo cayó de largo en el piso haciendo a todos los presentes dar un salto. Rubén había matado a uno de sus cómplices dejando al otro en shock, pero Leo ya se estaba esperando esa reacción por su parte, la locura de Rubén era palpable, el otro tipo aún miraba como su otro compañero estaba gimiendo en el piso por el disparo mientras se desangraba.

-   Maldito... ¡Eres un maldito, Rubén!... Todo lo que hicimos por ti y así lo pagas.

-   Él se quería ir y lo ayudé – le respondió levantando los hombros.

-   ¡TE VOY A MATAR, MAMAGÜEVO! – gritó sacando su arma.

Pero fue todo lo que pudo hacer, ya que Leo había sido mucho más rápido y le dio un tiro por la cabeza, de la misma forma en que mato a Jonathan. Su cuerpo cayó a los pies de Rubén y miró a su amigo con una sonrisa.

-   Gracias, Leo.

-   Igual ibas a matarlos cuando nos pagaran – fue su excusa.

-   Bueno, ya pasó el mal momento – respondió volviendo a nosotros –, tengo ganas de un culito ¿Quieres acompañarme?

-   No, eso te lo dejo a ti.

-   Bueno, pero quédate. Quiero que me veas cogerme a uno de ellos.

-   De acuerdo – dijo sentándose en las escaleras.

Rubén se acercó a nosotros viéndonos, yo estaba esperando a que me pidiera que lo besara y demás, pero se acercó ahora a mi hermano Anthony que lo miraba aterrado, le tomó por el rostro y luego lo alejo de nosotros. Yo iba a reclamar, decirle algo, me moví hacia él y su cara desencajada me detuvo.

-   Primero quiero cogerme a tu hermanito, no te pongas celoso. Quiero quitarme ésta tensión que cargo, ¿De acuerdo?

-   Yo te ayudo, a él no. Por favor – rogué.

-   No vale, tú eres mi premio.

Tomó a Tony arrastrándolo al centro de la habitación para luego apartar los cadáveres a cada lado y nada los interrumpiera. Su compañero miraba todo pacientemente, mi hermanito estaba mirándolo con los ojos abiertos esperando lo que seguiría, Rubén se quitó la camisa oscura llena de sangre que aún llevaba dejándola en el piso y yo no dejaba de mirar todo lo que hacían con mucho miedo. Obligó a Tony a estar arrodillado, Rubén tomó el puñal pasándolo por su cuerpo rasgándole la chemise en el proceso, al ver que estaba rota la terminó por arrancarla de su cuerpo lanzándola al piso, lo que hizo que mi hermanito comenzara a llorar sin consuelo al ver que le había vuelto a cortar un poco el pecho, Rubén se compadeció y lo abrazó uniendo sus cuerpos para luego decirle unas palabras confortantes que nadie creyó.

Comenzó a besar todo su pecho, mi hermanito se retorcía con cada caricia negándose a lo que iba a sucederle, yo me arrastré lentamente hacia ellos, pero cuando Rubén me vio, tomó el puñal en su mano y me amenazó haciendo presión justo en el corazón de mi hermanito.

-   … Te dije que te quedaras quieto.

-   No... Rubén, por favor...

-   Déjame en paz. O vamos a tener más cuerpos tirados en el piso – amenazó.

-   Ya, no le hagas nada... te lo pido.

Hizo presión con el puñal en el pecho lo que me hizo arrastrarme hacia atrás horrorizado.

-   ¿Te vas a quedar allí? – asentí con la cabeza, haciendo que sonriera –… Muy bien. Y vamos a dejar de llorar, que vamos a disfrutar, carajito.

Volví lento al lado de Mathew que en ese momento cerraba los ojos, no quería ver lo que seguiría. Yo en cambio, necesitaba ver a Rubén, vigilarlo, no podía dejar que les hiciera más daño a mis hermanos por mi culpa. Él dejó el puñal en el suelo volviendo entonces con mi hermanito, regresaba a besarle el pecho tocando todo lo que podía, dejaba su saliva lamiendo su cuerpo y mi hermanito no cambiaba su expresión de asco. De una forma algo brusca, le quitó los zapatos y medias, luego fue bajándole el pantalón hasta lanzarlo hacia nosotros.

-   Aún no quiero ver tu culito, quiero que me complazcas – le pidió sonriendo.

Mi hermanito cerraba los ojos y seguramente deseaba no estar allí con ese pervertido. Rubén se quitó lo que le quedaba de ropa, su pantalón oscuro cayó y unos bóxers rojos siguieron después. Al ver su cuerpo completo, detallé que era casi igual que en las fotos, solo que esta vez estaba completamente cubierto de vello haciéndolo parecer a un oso, su verga estaba erecta viendo hacia la izquierda, no era muy grande, pero era gorda, sus bolas estaban colgando y se pajeaba mirándonos a todos.

-   De pana... ¡Qué rico es tener a estos carajitos para mí!... ¿No quieres acompañarme, Leo?

-   No, tú tranquilo – respondió.

-   ¿Y este güevo no lo quieres?

-   Jajajajaja... Tengo el mío, mi pana – ambos rieron por la perversión.

-   Vamos a comenzar, carajito...

Con la verga erecta comenzó a pasársela por toda la cara, se masturbaba, luego lo besaba, lamía y volvía a repetir el proceso por todo el cuerpo. Mi hermano estaba asqueado, más cuando se la pasaba por la boca y él trataba de resistirse. Rubén fue más paciente de lo que yo esperaba, solo le importaba marcarlo con su verga mientras se masturbaba, pero luego de un buen rato no fue suficiente y deseó más.

-   Muy bien, carajito. Ahora me lo vas a mamar.

-   No... – gimió mi hermano.

-   Sí... ¿Has probado una verga antes?

-   No – repitió.

-   Bueno, carajito, la vas a probar por primera vez y si lo haces bien, lo harás por el resto de tu vida.

Con Tony arrodillado de manera sumisa, le fue sencillo volver a manosear todo su pecho, brazos y piernas. Su palma se detuvo en su cara comenzando a rozar sus labios con el pulgar, mi hermano automáticamente los sello lo que ocasionó que Rubén y Leo se rieran cómplices.

-   Vas a aprender por las buenas o por las malas – le dijo muy cerca.

Él volvió a tomar el puñal del suelo y a pasárselo por la cara.

-   Rubén, no lo lastimes mucho.

-   ¿Qué pasa Leo, te encariñaste?

-   No, pero no quiero que traumes tanto al niño.

-   Tienes razón, trataré de enseñarle por las buenas.

Lanzó su arma al pie de la escalera justo donde estaba su compañero que miraba con atención, Rubén volvió a besar a mi hermano para tratar de relajarlo, hasta que se pegó completamente y comenzó a susurrarle algo al oído que le hizo sacudir su cabeza lentamente. Luego se detuvo, Rubén lo miro y le preguntó otra cosa en voz baja lo que generó una respuesta positiva de mi hermano. Así que él movió su palma de nuevo para rozar sus labios y esta vez abrirlos con su pulgar e introducirlo en su boca. Mi hermano lo chupaba como si no hubiese un mañana lo que generó mucha risa en Rubén, Mathew seguía con los ojos cerrados y yo pateé su pierna para llamar su atención, pero él estaba reacio a mirar torciendo la cara.

Cuando terminó de regocijarse por su victoria, volvió a susurrarle otras cosas a mi hermano mientras lo abrazaba, él volvió a asentir para que después Rubén se levantara y se masturbara un poco aunque su verga no hubiese perdido la erección que tenía. Se fue acercando a su boca, le pidió que la besara y él lo hizo repetidas veces. Mi hermanito era otro, parecía que lo hacía con gusto besando el tronco desde la base a la punta, Rubén estaba en la gloria sonriendo victorioso, le pidió ahora que comenzara a metérselo en su boca y Tony lo hizo. Chupaba con ganas el glande generando gemidos en Rubén, iban lento disfrutando lo que hacían, Leo no dejaba de ver a su compañero así como yo tampoco dejaba de ver a mi hermanito mamar esa verga.

Las manos de Rubén se juntaron detrás de su cabeza comenzando un vaivén lento, movía su cuerpo penetrando la boca de mi hermanito lo que me causó unas terribles nauseas, Tony lo veía directamente a la cara sin parpadear, dejando escapar unas cuantas lágrimas, pero siguiendo con su trabajo, viendo el increíble control que tenía en lo que estaba haciendo. El cuerpo de Rubén empezó a moverse un poco más rápido gritando el nombre de mi hermanito, insultándolo y diciendo todo tipo de groserías a todo el que escuchara acompañado de gemidos placenteros. Rubén estaba perdido en el placer mirando al techo y fue cuando mi querido hermanito hizo lo más arriesgado que pudo hacer en esa situación.

Le mordió la verga con fuerza.

-   ¡¡¡¡AHHH!!!... ¡HIJO DE LAS MIL PERRAS!... ¡COMO TE ATREVISTE!... ¡MAL PARIDO! – le gritó dándole una cachetada.

-   ¡¿Qué paso?! – preguntó Leo levantándose al ver a su compañero.

-   ¡EL COÑISIMO, ME MORDIÓ! – y volvió a soltar otro grito tomándose la verga –... ¡DESGRACIADO!

-   ¡Niño, la cagaste! – expresó Leo tomando a Tony del hombro.

-   ¡¿LA CAGO?!... ¡MAS QUE ESO!... ¡LO MATO!... ¡YO LO MATO!

-   ¡NO! – grité.

Rubén ya se había soltado la verga que se le notaba enrojecida en la base, buscaba entre las ropas del suelo algo hasta que lo halló, el arma con la que había matado a uno de sus cómplices y ahora le apuntaba a mi hermano. Fue cuestión de segundos en los que yo me pare de donde estaba y en un par de pasos estaba interponiéndome entre mi hermanito y la pistola. Rubén dudó por unos segundos, pero fue suficiente para que Leo soltara a mi hermano y fuese por mí abrazándome evitando que hiciera otra locura. Yo me movía desesperado, gritando, pidiendo piedad, pero Rubén no escuchaba volviendo a apuntarle a Tony y apretó el gatillo, pero ninguna bala salió del arma. Estaba descargada.

-   ¡RUBÉN, TE LO PIDO!... ¡NO LO MATES!... ¡HARÉ LO QUE PIDAS, TE LO JURO! – grité.

El se quedó viendo el arma, luego a mi hermanito y finalmente a mí.

-   ¿Lo que pida?

-   ¡SÍ!... ¡SÍ!... TE PAJEO, TE LA MAMO... ¡VIÓLAME SI QUIERES!... PERO NO LO MATES – terminé por decir desesperado.

-   Está bien, no lo mataré.

-   Rubén, cálmate – pidió ahora Leo.

-   Estoy calmado, amigo mío.

Comenzó a caminar en dirección a mi hermanito, si no fuese por Leo, ya me habría abalanzado hacia él y lo habría matado, pero su agarre era demasiado fuerte. Se quedó mirando a Tony a los ojos, mi hermanito le devolvía la mirada de esa forma tan penetrante que tanto conocía, era como si ellos dos estuvieran teniendo una gran discusión donde ninguno de los dos ganaría y Rubén comenzó a tomar y soltar aire con fuerza apretando el arma que tenía en su mano.

-   ¿...Rubén? – advirtió Leo.

El movió su mano con fuerza y le dio un cachazo con el arma tirándolo al suelo. Mi pequeño hermano había perdido la pelea, ahora se hallaba en el piso con una marca en la frente en la que brotaba un poco de sangre.

-   ¡Coño, Rubén!

-   ¿Qué?... No lo maté. Solo le di un golpecito.

-   Anthony, despierta... ¡Despierta, coño!

-   No va a despertar ahorita – me explicó Leo aún sosteniéndome.

-   Ok... Andrew. Ahora, te daré las órdenes más claras de tu puta vida – dijo Rubén haciéndome tragar en seco.

Comenzó a caminar lentamente por la habitación tratando de contenerse y mirando a todos lados. Por alguna razón sentí que mi cuerpo no estaba en dirección a él y noté que Leo estaba protegiéndome de Rubén. Su cómplice tenía una cara seria apretando los labios siguiendo sus movimientos lentamente.

Mi vista fue de Leo a Rubén y luego a Mathew que ahora estaba atento a todo con una mirada amenazante hasta que Rubén llamó mi atención.

-   ¡MIRAME! – y abrí mis ojos en su dirección –... Bien. Te van a soltar, te desnudarás, te acercarás a mí como la perra marica que eres, me vas a parar la verga, me excitarás, usarás tus manos para hacerme una paja y luego te la meterás en la boca. Luego me harás la mejor mamada que has hecho en tu puta vida y al final, te violaré y te voy a acabar en el culo. Te lo haré con fuerza, te haré tanto daño que desearás no haber pedido eso... ¿Quedó claro?

Al notar que yo no hacía algún movimiento, Leo me agitó un poco y yo asentí enérgicamente.

-   Bien... Ahora Leo, libéralo, toma al otro carajito y ponlo junto a Matty, te sentarás a su lado, encenderás un cigarro y mirarás como violo a mi Andrew, lo disfrutarás... ¿Entendiste?

-   Sí, amigo.

Leo hizo todo lo que le pidió, me liberó quitándome las esposas, luego con delicadeza tomó a Anthony del suelo cargándolo para depositarlo al lado de Mathew, se sentó pegado a la pared y con rapidez sacando un cigarro, lo encendió fumándolo lentamente mientras nos miraba sin decir nada.

Mathew lo miró incrédulo y ahora me miró a mí. Con esa mirada me dijo todo, que ése tipo era un psicópata, que hiciera todo lo que pidiera sin chistar, que me cuidara y lo más importante, que me amaba. Al terminar nuestra conexión, él cerró los ojos y bajo la cabeza al igual que había hecho con Tony, no quería recordar lo que seguiría ahora.

-   Empieza.

Con lentitud me quité la chemise color beige del colegio, los zapatos salieron, luego el cinturón para dejar caer mis pantalones y mi bóxer azul oscuro, por último me quité las medias para estar completamente desnudo frente a él. Sentía frío en todo mi cuerpo, eran nervios que acompañaban esa sensación, pero ya lo había pedido y Rubén me había dado órdenes, esa noche seria violado por él.

Me acerqué a su cuerpo, él no hacía ningún movimiento con mi presencia, tenía en mi mente una lista que debía seguir y por ese momento, era mi única prioridad en la vida, no tenía que pensar en nada más, solo en ser violado por ese hombre.

Allí de pié, mis manos fueron  tocando su cuerpo, quería conocerlo antes de que él me conociera a mí, era firme, lleno de vello y su aroma corporal era una mezcla de sudor, sexo y óxido, por la sangre derramada recientemente. Llegué a mi primer objetivo, con una de mis manos toqué con cuidado sus bolas y con la otra agarré su verga, le hice un masaje haciendo mi mejor esfuerzo, me concentré en excitarlo, su textura era cálida y húmeda. Cuando vi que mis masajes hicieron efecto y su verga estaba despertando, alcé mi rostro para encontrarme con su mirada molesta, no decía nada y yo tampoco abrí mi boca, estaba intimidado en ese momento.

Volví a mi trabajo viendo como finalmente su verga estaba completamente erecta y moví mi mano lentamente haciéndole una paja, no había tocado una verga diferente a la mía, exceptuando la de Arturo, pero claramente esto era otro nivel, era la verga de un verdadero hombre, quité los pensamientos de Arturo de mi mente para concentrarme en mi objetivo y finalmente luego de un rato escuché el primer gemido por su parte. Yo me agradecía que estuviese haciendo un buen trabajo, ya que Rubén empezaba a balbucear y  miraba al techo nuevamente. Pensé que si aumentaba la velocidad y lo hacía acabar solo con una paja, haría que su estrés bajara y nos dejaría quietos una noche más evitando mi violación, pero mis planes fracasaron.

-   Leo... ¡Leo!...

-   ¿Sí? – preguntó desde su puesto.

-   Acércate, Leo –gemía mientras lo pajeaba.

Él se levantó del piso y se acercó a nosotros, yo seguía pajeándolo hasta que su mano me detuvo y yo tuve que mirarlo.

-   Arrodíllate – ordenó.

Automáticamente asentí y esperé paciente. No sabía si debía continuar con la paja o seguir con sus órdenes originales, él deseaba una mamada, la mejor mamada que haría en mi puta vida.

-   ¿Qué...? – comenzó a preguntar Leo.

-   Dame tu arma.

-   ¿Para qué?

-   No discutas. Dame tu arma.

-   De acuerdo, Rubén – se la entregó y luego me apuntó con ella –. No hagas una locura, si lo matas a él, no nos pagarán. Habremos perdido el tiempo.

-   Ya lo sé, es solo un recordatorio para Andrew, que si hace lo mismo que hizo su hermanito, tendrá una bala en la cabeza.

En ese momento ambos me miraron yo no sabía qué hacer, ya el arma estaba en mi cabeza, sentir el metal en la frente me hizo dudar en si moverme o no, si hacerle una paja o meterme su verga en la boca.

O simplemente esperar a que se hartara de mí y me disparara, luego disparase a Tony y al final a Mathew. Era vivir o morir, hasta que me ordenó que me metiera su verga en mi boca.

Y lo hice.

-   Bien... hazme la mejor mamada del mundo.

-   No lo mates, Rubén. No me hagas arrechar – le amenazó Leo.

-   No lo haré.

-   Es en serio. Ya me estoy molestando un poco.

-   No te vayas, mírame – ordenó ignorándolo.

-   ... De acuerdo – aceptó y se quedó a su lado.

Yo actuaba en automático, metía su verga en mi boca y chupaba probando su sabor. Antes de comenzar la mamada había visto la gracia de mi hermanito, la base estaba enrojecida y seguramente le causaba dolor a ese hombre, pero no evitaba su excitación. Movía mi cabeza en un suave vaivén, sentía como entraba y salía por mi boca, cuidaba los dientes, al igual que con mi mano, usaba mi boca para causarle placer, volví a alzar la mirada un poco y ambos hombres se miraban sin parpadear, había algo entre ellos, pero no pude descifrar qué era.

Ya comenzaba a sentir un sabor algo conocido en mi boca, ese liquido preseminal que ya había probado antes...

Después de mi paja con Arturo en casa de Gabriel y días posteriores, los juegos entre nosotros continuaron en secreto y dieron pié a más. Fue una solicitud de su parte, una mamada de ambos, él fue el primero en meterse mi verga en su boca y mamármelo hasta hacerme acabar, yo para complacerlo hice exactamente lo mismo, practiqué mamando su verga por algunos días hasta hacerlo acabar, probar su semen y el sabor que sentía en ese momento era muy parecido.

Rubén estaba bastante excitado, su arma estaba pegada a mi frente y su otra mano estaba ahora en mi cabeza manteniéndola firme, ahora era él el que se movía metiendo y sacando su verga de mi boca, de un movimiento lento fue aumentando de forma descontrolada. Mi violador gemía mi nombre, también gemía el nombre de Leo que aún seguía a su lado, ya me dolía la boca por la mamada que le estaba dando y por el aguante de ese hombre, sus bolas pegaban en mi barbilla hasta que de un movimiento brusco me alejó lanzándome al suelo y Rubén terminó gimiendo excitado.

-   Casi acabo...

-   ¿Estás bien?

-   De puta madre... la mama como una perra.

-   Me alegra – le dijo de manera tranquila.

-   Gracias, amigo – le agradeció y le regresó el arma a sus manos.

-   Cuando quieras.

-   Regresa a tu puesto – ordenó y Leo lo hizo –, bien... muy bien. Ahora ponte en cuatro, perra.

Yo estaba tirado en el piso escupiendo, lo miré y mi cerebro volvió al modo automático, ya casi finalizaba todo y ahora veía la peor parte. Mi violación, hice lo que me pidió colocándome en cuatro, apoyado en mis rodillas y codos entregando mi culo.

Arturo me había explicado que se suponía que debía lubricar su verga con mi saliva, lubricantes y condones. Y luego la persona que me penetrara – él para ese momento –, debía lubricar mi culo también, para que no sufriera y disfrutara. Claro que aún no habíamos intentado eso, solamente habían sido conversaciones subidas de tono y en todo caso, para éste momento no había visto ni un mísero preservativo, así que entendí que me cogería sin usarlo.

Rubén se había arrodillado montándose encima de mí tanteando mi entrada, rozaba su verga en mis nalgas, al estar montado encima de mí y tener su rostro casi a mi lado empezó diciendo muchas obscenidades y amenazas que me ponían demasiado nervioso.

-   Te violaré... llegó el momento. Por fin... te partiré el culo.

Se posicionó detrás de mí, con ambas manos en mis nalgas, las abrió para mostrar mi entrada, fue un agarre demasiado fuerte que me hizo gritar un poco. No me dio tiempo de tomar aire y pensar en lo que seguiría, ya que a la fuerza me había metido su verga entera. El grito que di seguramente se escuchó por toda la zona, sentí exactamente lo que me dijo, sentí como se me partía el culo completamente, era demasiado ardor y demasiado dolor junto.

Rubén no espero, comenzó a moverse y a gemir como loco...

-   ¡SI!... ¡POR FIN, NO JODA!... ¡QUE APRETADO ESTÁ ESTE CULO!... ¡TE AMO, CARAJO!... ¡LEO!... ¡OJALÁ SINTIERAS ESTO!

Yo sufría demasiado por el movimiento de Rubén, era demasiado dolor del que podía soportar y me desplomé en el piso. Mi violador se molestó por ese gesto, reclamó ordenándome que me levantara, pero mis piernas y brazos no me respondían. Por venganza, Rubén se acostó encima de mí aplastándome con su cuerpo para continuar con la cogida, era increíble su aguante, yo creí que él acabaría al momento en que empezara a cogerme, pero el maldito seguía y sentía que habían pasado horas.

Después de un par de movimientos bruscos acompañados de gritos al oído, se alejó de mí retirando su verga de mi culo, un dolor más fuerte me hizo gritar de dolor y mi violador reía al verme.

-   Mira ese culo, está partido, lleno de sangre. Míralo, Leo.

-   ¿Ya acabaste? – preguntó acercándose.

-   No. Casi, pero quería ver como lo estaba dejando.

-   Tiene demasiada sangre – señaló.

-   Me encanta.

-   Con cuidado.

-   Ya está partido, no importa.

-   Me importa a mí – expresó de forma dura.

Yo estaba tirado en el suelo con las piernas abiertas mientras ambos hombres se miraban, con un poco de esfuerzo volteé el rostro para mirarlos, ahora estaban de pié observándome, yo estaba en un transe de dolor y no podía moverme, solo retorcerme un poco mientras hablaban entre ellos. Rubén me ordenó ponerme en cuatro de nuevo para volver a cogerme, pero yo no contesté.

-   ¡Muévete, coño...! – gritó y me dio una patada en el abdomen.

-   No puedo... – gemí.

-   No puede. Tiene mucho dolor.

-   Ayúdalo – le ordenó a Leo.

Él se movió rápidamente para tratar de ponerme en cuatro para poder recibir de nuevo a Rubén, colocó mis piernas en posición, levantó mis caderas hasta que mi culo estuvo a su disposición nuevamente y sentí como un líquido salía de mi culo, el daño ya estaba hecho.

Hasta ése momento, un pensamiento pasó por mi mente, entre ellos dos, el más racional era Leo, él no quería que muriéramos, yo sabía que nuestro bienestar estaba ligado al dinero que recibiría en un futuro y lo que me hiciera Rubén repercutiría en el pago. Por un instante pensé que si tal vez él estuviese de nuestro lado, nos salvaríamos, así que cuando Leo se acercó a mi rostro le pedí ayuda por lo bajo.

-   Por favor...

Lo miré a los ojos esperando una respuesta positiva, pero no fue así, ignoró mi súplica terminando por levantar mi torso y ayudarme a mantenerme con los brazos. Mi cuerpo se resentía y temblaba, Rubén sin embargo, sin esperar a que volviera a caer, volvió a penetrarme haciendo que gritara de nuevo.

-   Leo, arrodíllate frente a él. Mírame.

Él lo hizo mientras me cogía con fuerza, ambos hombres se miraban, uno gemía descontrolado y el otro solo se mantuvo allí observando la escena. Yo no podía aguantar mucho más y volví a desplomarme, pero Rubén mantuvo mi culo elevado y sostenido por sus manos. Ya para ese momento yo era un muñeco mutilado que seguía siendo usado esperando que todo llegara a su fin. Y luego de un par de minutos pude sentirlo, ése hombre gritaba, se movía como un poseído pegando su cuerpo al mío expulsando todo su semen en mi interior, de nuevo gemía mi nombre y el de su compañero mientras él nos veía.

Cuando ya todo había terminado, se quedó un momento más junto a mí para darme un par de besos en el cuello y la cabeza hasta que finalmente se alejó de mi cuerpo volviendo a sacar su verga ahora flácida. Yo sinceramente ya no sentía dolor en mi culo, solo un ardor y me sentía demasiado húmedo. Quedé en la misma posición de antes, con los brazos y piernas abiertas boca abajo.

Ya cuando ambos hombres se levantaron volvieron a hablarse en un tono normal y Rubén buscaba su ropa para volver a vestirse.

-   ¿Ya te sientes mejor? – preguntó Leo.

-   De puta madre...

-   Bien, ya podremos dormir. Aunque primero debo ir al baño, me estoy orinando desde que bajamos.

-   Jajaja... Bueno, ve aquí, no tienes que salir para eso.

Leo suspiró torciendo los ojos.

-   Es más... a ti te falta castigar al carajito.

-   Ya le diste un cachazo. Por mí suficiente.

-   Pero, no fue suficiente para mí. Orínalo.

-   No deseo hacer eso.

-   Vamos vale – le pidió mientras ya se terminaba de poner su camisa oscura –, por mí.

-   Ya... – aceptó.

Los hombres se acercaron a mis hermanos, ya Mathew tenía los ojos abiertos, viendo como Leo se colocaba junto a Tony sacándose la verga y comenzó a orinarlo todo. Fue un chorro amarillo que cubrió su cuerpo mientras Rubén detallaba todo apoyado en la pared y mi hermanito no pudo replicar ya que estaba aún inconsciente. Cuando terminó, se sacudió la verga como si hubiese estado frente a un urinario común y corriente, se metió la verga dentro de su pantalón para caminar de nuevo y colocarse a mi lado.

Mathew ahora me estaba mirando, detallando lo que había quedado de mí luego de ser usado por Rubén, no pude identificar que pasaba por su mente, pero seguramente era decepción.

-   ¿Qué vas a hacer con él?

-   Espósalo de nuevo Leo, es obvio.

-   No creo que se mueva en toda la noche.

-   No me interesa. Espósalo.

Con algo de delicadeza tomó mis brazos, los juntó para luego esposarme y dejarme aún en el suelo boca abajo.

-   ¿Rubén, no vas a vestirlo? – preguntó.

-   No, Leo... ¿Para qué?

-   Coño, se va a enfermar.

-   No me interesa – respondió y comenzó a subir por las escaleras –... Y ni se te ocurra vestirlo, no quiero que lo toques de nuevo. Vamos a dormir.

-   Está bien.

Ambos hombres nos dejaron allí, yo volví a ver a mis hermanos, Tony estaba aún desmayado y mi hermano ahora tenía la mirada perdida en el suelo. Yo no pude recordar nada más y cerré mis ojos hasta la mañana siguiente...

Después de eso, me había despertado el mismo Rubén que ahora tenía una actitud completamente diferente, más calmada y alegre que hacía unas horas. Yo en realidad estuve en la misma posición toda la noche, sentía mucho frío y tenía el cuerpo demasiado tieso

Me quitó las esposas, me fue vistiendo pausadamente sin temor a que le hiciera algo ya que no podía moverme por mi cuenta, él manipulaba mi cuerpo como mejor le convenía, yo no podía sentir nada cuando me tomaba del hombro, brazos o piernas, me sentía como un muñeco usado. Al estar completamente vestido volvió a esposarme, me dejo en el mismo sitio y subió por las escaleras.

Un rato después bajó Leo, estaba agitado, e hizo un gesto al tocarme la frente, asintió al ver que no tenía fiebre para luego buscar a mi hermanito, tomó lo que quedaba de su uniforme, lo vistió de una forma apresurada, le revisó el golpe que ya para ese momento estaba hinchado y enrojecido, le dio una suave caricia y se levantó para darle una patada a Mathew que lo hizo despertar.

-   ¿Cómo te sientes? – preguntó.

-   Como la mierda... Leo, libéranos.

-   Ya pedimos el rescate, pero tu padre no ha pagado.

-   Ése tipo no es mi padre – susurro Mathew de una forma amarga.

-   Ya...

-   ¿Y mis hermanos?

-   Aquel sigue débil, pero despierto y éste respira, algo es algo – ellos se quedaron mirándose unos momentos y Leo continuó –... Lo lamento, en serio.

-   Claro...

-   Me voy, Mathew.

-   No, Leo... libéranos.

Pero no contestó, de igual forma en que llegó, se fue apresurado. Un par de horas pasaron en las que me quedé en la misma posición y luego sentí algo húmedo en la cara. Pensé que era sudor o algo parecido, pero el charco de sangre que emanaba el cuerpo de uno de los hombres llegó a mí y yo me retorcí del asco que me causó.

-   Andrew... ven – me llamó Mathew.

-   No puedo moverme.

-   No digas tonterías. Ven, coño – me pidió poco amable.

-   Que no puedo, me duele todo.

Mi hermano suspiró y tuve que quedarme allí. Mi cuerpo estaba demasiado resentido por cada pequeño movimiento que hacía, no me moví hasta que volvió a caer la noche y Rubén bajo con una nueva caja de pizza.

-   Andrew... pero ¿Qué sigues haciendo allí, vale? Mírate, cubierto con la sangre de estos dos – expresó amablemente –... Ya trata de levantarte.

-    Libérame... – gemí en el piso.

-   Shhh... Calla, ¿El carajito aún no despierta?

Dejo la caja de pizza en el piso, pasó por encima de mí llegó a Tony pateándolo en el abdomen haciendo que abriera los ojos y gimiera para luego volver a cerrarlos.

-   Sigue vivo – explicó haciendo un gesto la cara –.

Mathew iba a reclamar, pero cerró la boca, Rubén volvió a mí nuevamente y miró el panorama. Yo estaba encima de un enorme charco de sangre, así que me tomó de la chemise arrastrándome hasta estar al lado de mis hermanos y volvió a mover los cuerpos de sus cómplices al otro extremo de la habitación. El sótano ya estaba comenzando a apestar por los muertos, cuando nos ofreció unos trozos de pizza ambos lo rechazamos lo que originó que Rubén nos mirara extrañados y negara con la cabeza. Como si nada hubiese pasado hace unas horas y se levantara dejándonos solos.

-   Está loco – gemí.

-   Aja...

-   Matty... vamos a morir aquí.

-   Aja...

-   Perdóname... por favor – y comencé a llorar.

Mathew no dijo nada más, yo seguía llorando como un imbécil por lo débil que era, por nuestro inminente final, ya mi hermano estaba claro de lo que nos ocurriría y con Anthony inconsciente ya estaba más cerca del final que nosotros. Ya no tenía ganas de seguir, si me daban la opción de morir en ese momento aceptaría sin dudar. Fue con ese pensamiento que finalmente me volví a quedar dormido.

Después de un silencio sepulcral, un fuerte ruido de algo rompiéndose de escuchó en la planta de arriba para dar inicio a un tiroteo que nos hizo saltar, fueron gritos de frustración seguidos de más disparos, mi jodida mente trataba de ir más rápido de lo que podía procesar todo lo que estaba ocurriendo, miré a Mathew y el asintió con la cabeza. No sabía exactamente a qué se refería esa afirmación, ¿Estábamos a salvo o había llegado la hora de morir? Era una probabilidad de 50-50, hasta que todo se detuvo, hubo silencio, luego se escuchó como algunas personas bajaban por la escalera y unas linternas nos iluminaron analizando la habitación.

-   ... ¡Aquí están! – alertó una voz femenina.

-   Aquí hay dos cadáveres – respondió otra.

-   No importa, déjalos. No responderemos por ellos – dijo un hombre.

Eran personas vestidas de negro, con chalecos y protecciones, unas tenían pistolas en su mano, pero otros poseían rifles de asalto, ellos llegaron a nosotros y nos liberaron de las esposas. Primero se llevaron a Anthony cargado por los hombros, luego me levantaron a mí, cargándome y entre dos tomaron a Mathew por los brazos ayudándolo a levantarse.

-   ... Violaron a mis hermanos – dijo Mathew de repente.

Los hombres se quedaron en silencio y el que sostenía a Mathew dio una orden.

-   Cambio de planes. No hay rehenes... ya saben qué hacer.

Dos hombres que estaban en la escalera subieron rápido y lo que siguió fueron terribles gritos de agonía. Yo no entendía que diablos pasaba, esos hombres no parecían ser de la policía, ni siquiera militares, mientras subíamos las escaleras los gritos se intensificaban y supe que era lo que ocurría. Uno de ellos estaba apuñalando a Rubén justo en la entrepierna y el otro hombre estaba haciendo lo mismo con Leo.

Escuché a Rubén insultarnos y seguir con las amenazas. En cambio Leo, estaba gritando que no era justo, que él no quería hacerle daño a nadie, estaba protegiéndonos de aquel psicópata... Ambos hombres estaban gritando de una forma descontrolada y revolviéndose, hasta que los agentes vestidos de negro les cortaron el cuello de una forma limpia dejando los cuerpos de nuestros secuestradores en el piso con la mirada perdida en el techo.

Lo siguiente que ocurrió fue que a los tres nos llevaron directo a la clínica, sin dar ninguna explicación nos dejaron allí y desaparecieron.

Nuestros padres llegaron en menos de 20 minutos y vieron el estado de cada uno. El mejor de los tres era Mathew, que tenía parálisis en los brazos y estaba en un estado de shock. En cambio yo, mi estado era claro y trataron de explicárselo a mis padres de una forma delicada. Yo fui violado, tenía un desgarre anal, además que mi pierna estaba resentida y debían hacerme un tratamiento de emergencia inmediatamente o tendría una parálisis permanente. Y al final mi hermanito tenía una contusión por el cachazo provocado por nuestro secuestrador. Sumado a los cortes que teníamos cada uno en nuestros cuerpos.

La recuperación de cada uno fue diferente y cada uno salió de la clínica cuando estuvimos completamente recuperados. Primero Anthony, luego Mathew y finalmente salí yo – sí, más tiempo atrapado en una clínica –.

Pasó mes y medio después de nuestro secuestro, era de noche y yo caminaba lentamente de nuevo con un bastón por la casa regresando a mi habitación sosteniendo un vaso de jugo. Me quedé extrañado en la puerta del despacho de mi padre porque escuché unas voces algo elevadas. Mis padres estaban discutiendo y yo me acerqué para tratar de descubrir lo que hablaban.

- ... ¿Qué me dices de Jonathan?, él no tuvo la culpa. ¿No te pesa? – preguntaba mi madre.

- Algo. Fue un buen trabajador y ya le di una compensación económica a sus padres. Ya cumplí con mi parte – respondió mi padre.

- ¿Y los otros?... Fueron cuatro hombres Joseph, cuatro hombres que murieron esa noche.

- Yo no los asesine.

- Pero, contrataste a los que lo hicieron.

- Fue un dinero bien gastado, ya tienes a tus hijos de vuelta.

- Nuestros hijos.

- Por supuesto – dijo suspirando.

- Hubiese sido más fácil pagar el rescate la primera vez, cuando Mathew fue secuestrado.

- No iba a pagar esa suma por ese muchacho... ¡Por favor Martha, se sensata!

- Joseph ¿Cómo puedes decir eso?

- Suficiente, Martha.

- Responde, Joseph.

Hubo un silencio en el cual yo me quedé con los ojos abiertos escuchando a mis padres hablar. Quería escuchar esa respuesta.

- ... Ese muchacho no lo vale, él no es mi hijo – sentenció.

Yo me quedé con los ojos abiertos mirando a la puerta, iba abrirla pero la conversación no me dejaba.

- ... Es como si lo fuera, Joseph.

- Que sea adoptado, no lo convierte en mi sangre. En cambio Andrew y Anthony, sí lo son. Ellos sí valen la pena.

- Aún así esperaste todo ese tiempo para solucionarlo.

- Tenía que encontrar a las personas indicadas, la policía no iba resolver nada.

- Pero, en todo ese tiempo permitiste que violaran a Andrew y a Anthony, ellos les causaron todo ese dolor a nuestros hijos.

- Lo superarán, Martha.

- ¡Deja esa maldita computadora y atiéndeme! – gritó y luego escuché un golpe sordo.

- Ya déjate de estupideces, Martha. Ya están aquí y a salvo. Yo los salvé mientras tú no hacías nada, solo llorar como una estúpida por la casa.

- No tienes corazón, Joseph... No sé porque me casé contigo.

- Tengo cerebro y dinero. Eso fue suficiente para ti... Ahora déjame trabajar.

- ... Me das asco.

Yo ya no quería escuchar más, estaba alterado por haber escuchado esa conversación, me retiré sin hacer mucho ruido, subí las escaleras, llegué a la habitación dónde estaban mis hermanos algo repuestos acostados en mi cama, cerré la puerta y le coloqué el seguro.

Cuando me vieron notaron mi expresión extraña, Anthony estaba allí abrazado a Mathew y él me preguntó lo que pasaba. Yo no podía hablar en realidad, ni yo podía resolver todo lo que había escuchado, pero hice el esfuerzo para resumirlo en una frase.

-   ... Papá dice... que tú no eres su hijo, que eres adoptado.

Mis hermanos se quedaron en silencio viéndome y mi hermano me invitó a que me acostara junto a ellos. Yo sólo pude sentarme en la cama y mirarlo expectante.

-   Ya lo sé... tranquilo. Lo descubrí cuando tenía quince años. Nunca fui parte de esta familia en realidad – expresó con voz calmada.

-   Sí eres parte de esta familia, para mí lo eres – le traté de decir con cuidado.

-   Para mí igual, eres el mejor hermano del mundo – agradeció mi hermano dándole un abrazo más fuerte.

Al final, entendí porqué el odio de nuestro padre hacia él, como lo trataba, de ignorarlo, hasta criticarle todo lo bueno y malo que hacia mi hermano. A pesar de que le pagaba todas sus necesidades, fue simplemente por protocolo, por haberlo adoptado como su hijo cuando era un bebé, Tony escuchó la conversación y terminó diciendo que mi padre era un monstruo.

Yo me acosté con ellos y me abracé a mis hermanos. Cuando elevé mi rostro hacia él, me di cuenta que lloraba en silencio, baje la mirada hacia Anthony y él hacía lo mismo. Yo como un tonto toque mis mejillas y también estaban húmedas.

Los tres estábamos llorando.

Me abracé a ellos con más fuerza y mi hermano nos protegió con su agarre. No podíamos separarnos, porque esa noche nos dimos cuenta que nosotros tres... Nos teníamos el uno para el otro.

---*---

Hubo silencio después de que terminé de hablar. Él tenía los ojos cerrados con su puño frente a su boca, suspiró bastante fuerte para luego mirarme, tenía los ojos rojos y comenzó a hablar.

- Fue un relato muy intenso.

- ¿Gracias? – dije irónicamente.

- Sabes a lo que me refiero.

- Ya...

- ¿Cómo te sientes con el contacto virtual?... ¿Aún lo haces?

- Lo mantengo a ralla, yo tengo el control de ello, solamente permito conversaciones o charlas cotidianas. Pero no doy información completamente verídica, no me puedo arriesgar.

- No todos están locos. Lo tuyo fue una coincidencia.

- En este mundo no existen las coincidencias, sólo lo inevitable – dije con los ojos cerrados.

- No creas que cuando alguien contacta contigo es para secuestrarte y violarte.

- Es una opción, siempre estará allí. Por eso me protejo.

- Claro, hay que trabajar eso.

- No hay que trabajar nada, prefiero el contacto físico – solucioné.

- Te entiendo, el contacto físico es el prioritario. Pero, puede que...

- ¿Terminamos? – le pregunté cortante.

- No.

Hubo otro silenció mientras anotaba en su libreta, yo me levantaba a servirme un trago y mirarlo nuevamente.

- ¿Qué me puedes decir de tus padres? – preguntó fuera de contexto.

- ... Muertos – sentencié.

Después de la propuesta de matrimonio y luego de que Arturo me engañara, sucedió un momento agridulce, para mis dos hermanos y mi persona.

Nuestros padres murieron.

Joseph y Martha Brown, murieron en un horrible accidente de autos, no fue uno regular en donde chocan y quedan algo golpeados. Su choque termino con terribles giros y vueltas, golpeando todo lo que podían dejando algunos heridos por el camino hasta quedar dentro de un negocio, no solo eso, el carro terminó envuelto en llamas y dejándolo irreconocible al igual que los cuerpos de nuestros fallecidos padres. Una sortija, y dientes dieron fe de su fallecimiento.

Tantas emociones. Fueron muchos sentimientos encontrados al escuchar esa noticia. Nosotros tres nos unimos esa noche en silencio nuevamente.

Si dijera que alguno de los tres lloró al enterarnos de la noticia les mentiría, algunos conocidos de mi padre en el país, las amigas de mi madre, la esposa de Mathew e incluso mi amigo Richard, fueron los que derramaron algunas lágrimas por ellos en su entierro.

Pero nosotros, como hermanos que éramos y sabíamos la verdadera historia. Nos tomamos de la mano en todo momento, pensando en que su muerte tuvo tantos significados, positivos y negativos, pero el más importante de todos ellos fue que...

“Finalmente Terminó”.

---*---

Conexiones forma parte de la saga de Anécdotas y sus derivados por Andrew Brown. Tiene Licencia Internacional bajoCreative Commons que abarca, Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0) https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/