25.2 Conociendo a la familia de André

-Sabes muy rico, ¿cómo voy a poder estar un mes sin ti? -al parecer ese es el motivo de que estuviera un poco serio hoy.

Me besaba toda la cara con sus labios ansiosos, y repite una y otra vez volviendo ha insistir en el recorrido por los lugares que antes besó, para terminar en mi boca, unir nuestras lenguas y comenzar a jugar con ellas.

-Te adoro Daniel, es terrible lo que te quiero, eres tan tierno, tan suave.  –me derrite de gusto, sabe cómo ponerme contento y excitarme al mismo tiempo.

-Tu eres tan macho y varonil Nico, deseo todo tu ser. -no dejaba de pasar mis manos por su duro  y perfecto cuerpo.

Voy deslizando mi mano por su pecho, por su vientre, acariciando con ternura y deseo a mi chico y llego a su miembro, hundo mis dedos en el bosque de sus pelos y sujeto tu asta, está húmeda y abrasa, muy dura y muy larga, mi mano alcanza su glande encapuchado, deslizo su pellejo y extiendo el precum por la cabecita del glande quedando muy suave, suspira y abandona mi boca para respirar y emitir quejidos que me encienden.

Quiero sentir como vibra su polla en mi boca y me deslizo lamiendo su cuerpo hasta que su olor me impregna, la beso, la mimo, enrosco mi lengua en su tallo y subo lentamente para apoyar su capullo en mis labios y besarlo, hago vacío con mi boca y le absorbo y así lo voy introduciendo.

El me ha dejado hacer hasta ahora que baja sus manos y sujeta mi cabeza para que no le abandone, pone rígido su vientre, proyecta su verga queriendo metérmela más, me ahoga, noto pasar por el conducto su esperma y comienza a vaciarse en mi boca, mis papilas degustan su sabor metalizado que inunda mis fosas nasales. Su polla y su semen son riquísimos, envuelvo su glande en su leche, lo revuelvo con mi lengua jugando con él, se desliza de mis labios con la suavidad que le da el estar envuelto en su semen y mi saliva.

-Basta, basta, me vas a volver loco.  –trago el semen que tengo aún en la boca y emito una pequeña risa, disfruto notando lo bien que se lo pasa aunque ha tardado muy poco en correrse por su extrema excitación y reservarse para mi estos días.

-Ven, ven, déjala descansa un poco, me duele de lo sensible que la tengo. –monto encima de su vientre, el pelo de sus abdominales acaricia mi culo, me tiendo sobre él que busca mi boca y no tiene reparo en meterme su lengua a pesar de que hace unos segundos se corría dentro de ella.

-Sabes muy rico, ¿cómo voy a poder estar un mes sin ti?  -al parecer ese es el motivo de que estuviera un poco serio hoy.

-Calla tonto, no me pongas triste y no me lo recuerdes.  –beso su nariz y me recuesto en su pecho, mis huevos y mi pene tieso, envueltos en el manto de sus vellos, sudan; me siento en la gloria y la punta de su verga golpea en mi culo según va volviendo a su dureza, y vuele a crecer.

Llevo mi mano hacia atrás y me deslizo un poco para sentirla, está como una fiera tanteando mi entrada, buscando el calor del interior de mi cuerpo. Lleva su mano a mi boca y mete sus dedos, los introduce muy profundo y me produce alguna arcada, genero mucha saliva que recoge y la lleva en sus dedos a la entrada de mi culo, encharca mi ano y va metiendo sus largos dedos, dos de ellos están dentro y juega abriéndome más y más, me dispongo a recibirle, retiro su mano y dirijo su caliente polla a mi entrada, voy impulsándome hacia atrás y va entrando, invadiéndome, tomándome en propiedad, la siento latir e hincharse por el bombeo de su sangre, me siento muy abierto sentado sobre él a horcajadas, su verga ha entrado completamente, mi culo nota cuando me siento sobre la base de su verga como sus pelos me cosquillean, estoy unos minutos así disfrutando de mis sentidos, de mis esfínteres tan estirados, del palpitar de su verga, de cómo a veces me toca en lo más profundo de mi ser.

Sube su pelvis y entiendo que tiene ganas y comienzo a mover mi cuerpo, a girar en círculos mis caderas y después subiendo y bajando sobre su falo que entra y sale rozando las paredes de mi recto, arrancando suspiros de mí por el placer tan intenso. Coloco mis manos en sus pectorales para acelerar el ritmo y se los araño, él suspira y gruñe con los ojos cerrados, quiere acompañarme subiendo su culo de la cama y acudir a mi encuentro cuando bajo enterrando su pene en mi cuerpo.

Me contraigo, mis rodillas se aferran a sus costados, tiro mi cuerpo hacia atrás para sentirle todo más profundamente y exploto en un mar de placer sin tocarme, creo que grito sin darme cuenta y el placer se acrecienta cuando él, con una estocada profunda y fuerte comienza a llenar mi recto con su simiente. Tiene varios violentos espasmos, con la fuerza de sus caderas levanta mi cuerpo y quiere meterse entero en mí.

-¡Qué rico Nico!, ¡qué rico ha sido!

Descanso sobre su cuerpo, su polla se va deslizando lentamente, abandonándome y dejándome huérfano. Después de recuperar el aliento beso su caliente boca.

-Necesitaba tu polla, te necesitaba a ti Nico, me follas increíblemente bien y sabes delicioso.  –continúo besándole toda la cara mientras el ríe contento haciendo con su risa que su pene entre y salga involuntariamente dando más placer a mi culo.

-Me halagas precioso, mi niño malo y perverso.  –y me aprieta contra él enterrando mi cara en su cuello.

Tenemos que ir al baño y darnos una ducha rápida para volver a la cama, sus ojos se van cerrando, se duerme y le escucho respirar acompasado, me aprieto a él que se vuelve hacia mí y me abraza dormido, me doy la vuelta y coloco mi espalda apoyada en su pecho y entro en la paz oscura del sueño.

Me despierta el movimiento de su cuerpo, el desplegar de sus brazos empujando fuerte en mi espalda, la voz que se le escapa entre sus dientes apretados.

-¡No!, ¡no!…, no.  -me doy la vuelta, me abrazo a él que tiembla y esta sudando.

-Tranquilo, no sucede nada, tranquilo.  –beso y acaricio su rostro, paso mi mano por su hombro, continúa durmiendo debe tener una pesadilla o un sueño que le pone nervioso y le altera, musita con imperceptible voz que apenas se entiende.

-¡Ahh!, Lorian, no.  –se calma y entra en un relax sostenido y respiración acompasada y beso con amor su frente, tardo en conciliar el sueño, algo hormiguea en mi subconsciente.


Sábado

Cuando mi mirada se centra al despertar, encuentra sus ojos, su mágica sonrisa, luego su barba me pica en el cuello cuando me besa.

-Qué bien hueles, a niño pequeño, a bebé recientemente alimentado por su madre, te comería entero Daniel.  –deja de estrecharme y se retira un poco de mi, su calor no me llega como antes.

-¿Por qué te ha invitado tu jefe a comer?, ¿tenéis algo que celebrar?  -gira su cabeza para mirarme.

-No es por un motivo concreto, quiere presentarme a su familia, también a ti te ha invitado.  –me acerco a él, me apoyo en su pecho y le miro de cerca.

-Estás muy guapo hoy Nico…, y muy macho mi hombre encantador.  -al decir la última palabra me pongo rojo granate, ha entendido la indirecta y levanta un poco la cabeza para dirigir la mirada a su miembro viril que levanta la sábana como si de un palo tieso se tratara, se ríe, retira la ropa de la cama y su verga aparece grande y poderosa.

-Son las ganas de mear, vamos a la ducha, luego preparo el desayuno.  –tira de mi mano para saltar de la cama con su ayuda y vamos al baño, a la ducha directos.

El agua cae como si lluvia suave fuera, miro con curiosidad el chorro de orina que brota de su verga, coloco mi mano en el chorro, sale cálida de su vejiga y con fuerza, rebota en mi mano salpicando nuestros vientres, reímos los dos alborozados, me coloco delante de él, el chorro de su orina cae ahora sobre mi pubis, resbala por mi vello y empapa mis huevos, mi polla se pone tiesa, la intensidad del chorro dorado disminuye, me arrodillo y beso el capullo de su polla, me la meto en la boca para lubricarla con mi saliva y siento el sabor fuerte de la orina.

Después de un rato de sobarle los huevos con mi lengua, acariciar su ano y mamarla con ganas la polla tira de mi para que me levante, me dirige sin palabras, me inclino ofreciéndole mi culo y abro mis piernas, ahora es él quien se inclina y entierra su cabeza entre mis nalgas para besar y chupar, mama y escupe en mi ano, el agua se lo lleva, se coloca de pie y me la mete seguido arrancándome un hondo suspiro de gusto, empuja mi espalda para que eleve más mi culo, suspiro y me inclino más para favorecerle la entrada y pueda tomar posesión de mi.

Sus huevos muy colgantes por el calor golpean en los míos al meter hasta el fondo su verga, su respiración se oye fatigada, sus embestidas son brutales y tengo que apoyar mis manos en la pared, yo suspiro y se me corta la respiración cuando me inunda de esperma, cuando me abraza temblándole las piernas y sujeta mi polla exploto convulso gritando su nombre, no puedo sostenerme y caigo de rodillas expulsando su verga de mi interior, mi frente se apoya en el blanco del plato de la ducha, casi no puedo respirar y él se arrodilla detrás de mí para volver a abrazarme, para posar su pecho en mi espalda y besarla y arañarla con su barba, busca mi ano con su polla y vuelve a meterla y sacarla disfrutando de los últimos momentos.

-Eres grandioso, mejor que nadie, te quiero… -pasa sus manos por mi cuerpo como es su costumbre, descuelga la ducha y retira el gel que ha esparcido por mi cuerpo, yo hago lo mismo con él, nos vestimos informales con pantalones, el unos jeans, yo de pana fina, yo camiseta polar, camisa y un jersey muy grueso, bufanda, el gorro que me ha regalado y se ríe como un loco cuando me ve.

-¿Pero a dónde vas?,  ¿a Siberia?  -no me importan sus risas e ironías, no estoy dispuesto a pasar frío.

Salimos de casa, no quiere conducir el coche y lo hago yo, paramos para comprar unas botellas de vino. Cuarenta y cinco minutos más tarde, antes de llegar a Béthune, nos desviamos a la derecha, tomamos la carretera que va a Saint Venant,  hay un canal de agua por el que discurre  una barcaza y tenemos que recorrer tres escasos kilómetros para encontrarnos en la casa de mi jefe.

Tenemos que entrar por un camino de piedra rodada, al fondo se ve la casa de dos pisos y sótano semienterrado, de ladrillo muy rojo con ventanas muy altas, en la clave de los arcos de las ventanas y puertas tiene una piedra gris que lo sostiene todo. Me encanta la casa, cuando llegamos, en el porche de teja negra espera mi jefe, antes de que lleguemos baja las pocas escaleras que le llevan al nivel del suelo, se sujeta en la barandilla de hierro forjado y me hace un gesto para que aparque donde quiera, al bajar del automóvil Nico lleva la caja de botellas de vino. Mi jefe esta vestido de labriego, es imposible reconocer a ese señor serio, elegante y sexy, que viste siempre de traje y corbata en la fábrica aunque lo de sexy lo sigue siendo.

Nos saludamos y nos da la bienvenida, le presento a Nico como un amigo, subimos las escaleras, arriba nos espera una bonita señora, Vivianne su mujer,  de más o menos su edad, rubia, con el pelo ensortijado, un perrito, cría aún, y dálmata no se aparta de sus piernas, es guapa, muy simple en su vestir, sencilla al recibirnos, a mi me abraza, dice que sabe sobre mi por su marido, a Nico le estrecha la mano, hace equilibrios para sostener la caja de vino y mi jefe se la coge.

El salón donde nos llevan es medio rústico y moderno, enorme, y enlaza por un arco que ocupa media pared con un comedor, ocupan toda un lado de la casa, tiene ventanales a ambos lados, en la chimenea arden gruesos troncos de leña, el hogar de la chimenea es muy grande, cabe una persona pequeña de pie.

Aparece una chica que adivino que es su hija Léane, ha comenzado ahora la universidad y parece mayor que sus diecinueve, es un retrato de su madre pero en niña, nos la presenta y mientras nos saluda aparecen los dos chicos, mi jefe tiene tres hijos, son muy jóvenes de unos dieciséis, Louis y catorce años Jean, el mayor es moreno con unos ojos grandísimos grises o azules muy claros y aspecto muy varonil, me imagino a su padre cuando tenía su edad, su hermano parece más delicado, su pelo castaño le llega hasta los hombros, ligeramente elevadas las puntas y el peinado partido por la mitad, su nariz es recta y fina de facciones muy suaves y una dulce y tristísima sonrisa en sus labios rosas.

Les había visto en las fotos que tiene mi jefe en su despacho, pero no ponía nombres a aquellas imágenes y eran fotos de hacía al menos un año. Son muy agradables todos y mi jefe ha dejado su aire serio y de mandamás.

Nico coge la caja de vino que tiene mi jefe en sus manos y se la entrega a su mujer, en este momento creo que debíamos haber traído unas flores. Nos sentamos todos, quedamos callados en el primer momento y de repente la señora de la casa y yo comenzamos a hablar a la vez, los demás ríen abiertamente. Nico pregunta a Léane por sus estudios y como lo está viviendo en Lille con sus compañeros, rápidamente la atrapa en su seductora conversación así como a la señora de la casa.

Mi jefe nos invita a dar una vuelta para ver el entorno antes de comer ya que hemos llegado temprano, Nico prefiere quedarse en casa, dice que es para ayudar a las mujeres, lo cierto es que no para de hablar con la chica, se deben haber cautivado mutuamente. Los muchachos se apuntan, Louis alborozado y Jean como que no le que queda otra opción, en general están encantados de ir con nosotros.

Detrás de la casa disponen de un cobertizo, parte de él está cerrado y otra parte solamente tiene tejado, en este lugar tiene almacenada cantidad de troncos de árboles, para suministrar a la chimenea, abre la parte cerrada, es muy grande y hay varios coches estacionados, uno de ellos el que lleva a la fábrica todos los días. Hay una reliquia decimonónica, un jeep cerrado que pudo haber participado en la segunda guerra mundial y dejado olvidado por los americanos.

Funciona, vaya que si funciona, los chicos están muy bien educados, me brindan el lugar delantero y ellos pasan atrás. Hay un camino de tierra batida que discurre a lo largo del canal, por un lado las inmensas arboledas y por el otro las tranquilas aguas del canal nos flanquean la pista rural por la que transitamos. Nos reciben inmensas extensiones de terreno llano, preparado para la siembra y salpicado de zonas de arbolado, en un momento dado me señala una ligera colina con su mano.

-Mira Daniel, de allí recojo la miel.  –señala sobre la ladera unas instalaciones que no se ven muy bien.

-Papá, vamos a verlas, hace mucho tiempo que no nos traes por aquí.  –solicita su hijo mayor como chiquillo entusiasmado, Jean no abre su boca y mi jefe se ríe.

-No, no, teníamos que haber venido preparados, no quiero que el lunes mi ayudante no pueda ir a trabajar, porque las abejas le hayan picado.  –se ha referido a mí como su ayudante, en verdad no lo soy aunque a veces haga y cumpla la función.

-Yo sí que me voy a acercar pero vosotros no salgáis del coche, vuelvo muy rápido.

Baja del coche y se dirige hacia las colmenas aunque no se acerca demasiado.

-Oye, ¿tu amigo y tú sois gay?  -me vuelvo sorprendido en mi asiento y miro a los chiquillos, es el mayor, Louis, el que me ha preguntado, el pequeño permanece mirando por la ventanilla con la cara muy roja. Su cara se mantiene sería pero en su mirada gris hay un destello de interés y risas contenidas.

-Sí, lo somos.  –soy escueto y le miro con gesto interrogador, me devuelve la mirada con franqueza.

-No, si yo no tengo problema alguno, a mi no me importa.  -hace un gesto con sus pestañas para que mire al pequeño, este sigue con su rostro rojo pero ahora me mira y una dulce sonrisa da alegría a su cara, es tan tierno y delicado. Entiendo lo que me quiere decir el mayor, mi mirada envuelve al pequeño con dulzura.

-No es algo malo, cada uno vive como es.  –noto un enorme agradecimiento en la mirada del niño que no ha abierto la boca para nada.

Hacemos el camino de vuelta pero rodeando la colina, el viejo coche no falla y ahora traquetea en terreno pedregoso, la calefacción no debe de funcionar, si es que está preparado, que lo dudo, y me arrebujo en mi grueso jersey. Los chavales discuten, es Jean el que soporta la bronca de su hermano y su padre entre risas los calma.

La comida resulta deliciosa y con ese ambiente familiar tan entrañable que me recuerda a mi casa pero más ruidosa, Nico no me presta mucha atención, entiendo que está en su papel de atender y ser amable con las mujeres de la familia, pero no me ha preguntado cómo ha resultado el paseo.

El resto del día lo pasamos muy agradable, conversando y sentados al calor de la chimenea, nos invitan a quedarnos a dormir pero convenimos con una mirada y un gesto que no y nos despedimos hasta otra oportunidad. Los chicos habían desaparecido y vuelven para despedirse, Jean me mira dejando lánguida su mano en la mía.

El camino de vuelta lo hacemos en silencio, Nico mira al frente, en algunos momentos como si no estuviera a mi lado y en ningún instante posa su mano en mi pierna como le es habitual, ha bebido un licor que mi jefe le ofreció, algo que prepara él, veo su frente y pómulos un poco subidos de color y cierra sus ojos como si tuviera sueño. La calefacción del vehículo ayuda a que un cierto grado de somnolencia y pesadez se instale en los cuerpos, sus labios muy rojos brillan húmedos y tientan a la lujuria, hubiera parado el coche para comerme su boca en ese momento. Me estaba excitando verle tan guapo y sensual, tuve que llevar mi mano a la entrepierna para acomodar mi erección. Al menos está dormido y de esta manera, no se ríe de mí.

Cuando vamos entrando en Lille despierta, comienza a anochecer ya.

-¿Dónde estamos?  -su pregunta va acompañada de un bostezo.

-En casa, vamos a llegar en un momento. –quiero llegar para desnudarle y tenerle para mí pero no se lo digo.

Después de dejar el coche en su lugar entramos en casa, coloco en la cocina un paquetito de dulces que nos ha regalado la mujer de mi jefe, Nico me ha seguido, me abraza por detrás, noto el ardor de su entrepierna en mi trasero, me vuelvo y me abrazo a él, sus labios siguen brillando tentadores, enmarcados en el negro de su barba incipiente, me lanzo a por ellos y se los muerdo, me levanta y me sienta en la mesa alta, abro mis piernas para acogerle y abrazo su cintura con mi pierna derecha, mis brazos en su cuello no le permiten alejarse, le beso y vuelvo a morderle su labio rojo.

-Quiero tenerte Nico, te deseo, me vuelves loco.  –él va repitiendo lo mismo que yo y comienza a quitarme la ropa, la mesa es estrecha, no tiene mucha base y se mueve.

-Vamos a la cama, por favor.  –susurro en su oído cuando su mano penetra dentro de mi pantalón y aprieta con deseo mi sexo.

En menos de un minuto nuestras ropas están por el suelo, yo arrodillado entre sus piernas adoro su polla tiesa, descapullo su bálano con mis labios, sabe deliciosa, sublime en el olor y sabor, su capullo está rojo y brilla por mi saliva y su pre semen.

-Me encanta, me gusta tu polla, estaría comiéndola todo el día. -le murmullo sin dejar de lamerla, de chuparla, dejando que mi saliva resbale para ir a recogerla goloso cuando se desliza por sus huevos discurriendo entre los pelos.

-¡Ahhh!,  suspira con la boca abierta. -como te gusta la verga, qué bien la mamas.

Su comentario me ha parecido un poco raro, abandono su polla y acerco mi cara a la suya.

-Sí, me gusta la verga, pero no todas, solo conozco la tuya, la adoro y es la que me gusta mamar y tener dentro de mí.  –no hay otra palabra que decir, estoy muy caliente y deseo chuparla y tenerla en mi interior, semeja una torre un poco inclinada, su parte central es difícil abarcarla con mi boca, después, cuando pasa la parte más gorda se adelgaza logrando cuando está dentro, en la boca y en el culo, el efecto de un tapón.

Después de unos minutos de mamarla, sintiendo en algunos momentos que me atraganta, dándome arcadas que consigo dominar, me coge entre sus brazos y me coloca para chupármela él también y se centra en mi ano, su lengua no le da descanso, lo chupa y lo lame con desesperación, la dilatación que me produce es asombrosa, cuando intenta introducir dos de sus dedos en mi se deslizan sin problemas pidiendo un tercero.

-Te la voy a meter, no aguanto más.  –jadea para hablar, me coloca de espaldas sobre la cama y mis talones detrás de él le atraen hacia mí y le ayudan a penetrarme, cuando está dentro del todo se inclina para besarme, va soltando su saliva que procuro sonriendo esquivar, para que no caiga en mi boca, lame mi mejilla donde ha caído y la arrastra hasta mi boca para meterla y compartirla.

Jugamos un rato sin que su polla se mueva, comiéndonos los labios, la boca.

-No puedo más…  -suspira agotado, coloca mis piernas en sus hombros y penetra profundamente en mí.

-Me rompes Nico, la noto en lo más profundo del cuerpo, es delicioso.  –todo lo anterior lo digo entre sollozos de placer y gozo, es tanto el gusto que siento que no puedo quedarme quieto, intento llegar a más y muevo mis caderas para sentirle, para abrazar su verga entre las paredes de mi recto, entra y sale en profundidad, me está llevando a las nubes, al placer celestial y cuando comienzo a gritar su nombre y descargar los chorros de mi semen sobre el pecho hasta mi frente, noto mi esperma caliente como riega bañando mi cuerpo. Descansa un momento disfrutando de la expresión de mi rostro, desciende para lamer el semen depositado en mi pecho y besarme.

-Antes de que te vayas avísame.  –le susurro emocionado, sus besos me saben a miel y a mi esperma.

Eleva su cuerpo y vuelve a meter y sacar su verga, le pido cambiar de postura para lo que intento hacer, me coloco montándole, sujeto su falo y lo dirijo a mi ano, suspiro profundamente cuando lo siento deslizándose en mi interior, me dejo caer metiéndomelo del todo, y a pesar de haberme ido hace un momento, disfruto con las contracciones que siento en mi ano.

-Ya, ya, me…, me viene.  –jadea, retraigo mi cuerpo y su verga sale de mi interior, me deslizo sobre de él y recibo su primer trallazo de leche en mi cara, me deja sorprendido pero lo introduzco en mi boca, me la llena con los sucesivos chorros que le salen a presión, trago algo y espero a que termine sus convulsos movimientos y deje de salir su leche, eleva su pelvis y mete su verga muy profundo en mi garganta, se queda un momento  estático aunque le tiemblan los muslos y el vientre, me elevo sacando un poco su polla y juego con su glande envolviéndolo en mi lengua, con su leche y mi saliva que desbordan mi boca y sale entre mis labios y su polla, me deslizo hacia arriba hasta quedar con mi cara enfrente de él, apoyo mi pecho sobre el suyo, tiene su boca muy abierta intentando respirar, su saliva resbala de la comisura de sus labios cayendo por su barbilla y su cuello, se la lamo.

-Ha estado bestial, eres tremendo Daniel, cada día me la chupas mejor.  –me gusta que me diga esto y que esté contento de mi, de lo que le hago disfrutar.

-Vamos a ducharnos rápidamente y daremos una vuelta, ¿te parece?  -me persigue jugando hasta el baño, toca mi culo y lo abre, le cae un chorro de su esperma, se lo lleva a la boca y lo prueba.

-Sabe divino y caliente recién salido de tu culo.  –le miro un poco enrojecido.

Llamamos a Natalia, está por la ciudad con unos estudiantes compañeros suyos, y quedamos en que procuraremos encontrarnos en la Gran Plaza o calles de los alrededores.

En unos minutos estamos en la  Gran Plaza, además de la gigantesca noria han colocado un inmenso árbol Navideño, esta todo encendido y la iluminación de Navidad también, hay muchísima gente en la Plaza, las cafeterías y terrazas están llenas de público, no tenemos sitio en el que sentarnos para tomar algo y, de repente, me sujetan del hombro, es mi amigo el camarero y nos señala una mesa en la terraza cubierta, al lado de una de las estufas con las que calientan el aire. En ese momento le hubiera premiado con un beso.

-¡Gracias!, eres genial.  –Nicolás se apresura para que no se sienten otros clientes y nos quiten la mesa, es un lugar ideal, podemos ver al público paseando por la Plaza, la noria ocupada por usuarios que quieren subir en ella. Hace frío pero abrigados y al lado de la estufa no lo noto en absoluto.

-Nico, mañana quiero montar en la Noria.  –sujeto sus mano entre las mías, se las lleva a la boca, las echa su aliento como si las calentara y las besa.

El camarero está a nuestro lado mirando interrogante y como Nico besaba mis manos. Le miro al retirarle mis manos y creo que le debo una explicación.

-Es un amigo. –sonríe blandiendo su bolígrafo.

-Para mi quisiera yo ser un amigo tuyo de esta manera.  –me echó a reír, Nico sonríe dichoso.

Después de cenar, paseamos por las calles mientras Nico toma un par de cervezas, no localizamos a Natalia y tampoco la llamo por teléfono.  Llegamos un poco tarde a casa, se estaba muy bien paseando por la calle a pesar del frío que hace.

Ya en la cama Nicolás no para de besarme, no descansa de mirarme embelesado y acariciar mi cuerpo.

-¿Quieres que lo hagamos otra vez?  -se pone encima de mí, estoy muy cansado pero no me importa y comienzo a acariciar sus costados y su espalda, atraigo su cabeza para jugar con sus cabellos y enredar mis dedos, va bajando besando mi cuello y en mis pezones chupa poniéndomelos rígidos y estirando mi piel.

-Me gustan, me encantan tus tetitas.  –las lame haciendo ruido de succión y me excita sobremanera, mete mis huevos en su boca, los dos a la vez, juega con ellos, abro al máximo mis piernas, eleva mi cuerpo soportándome sobre los hombros en la cama, me mueve como a un muñeco, tiene mi ano totalmente expuesto, mi pene y mis huevos colgando, besa mi entrada y la penetra con su lengua, gimo y le pido más, es delicioso, chupa mi culo emitiendo sonidos sonoros, alargo mi mano para agarrar su polla, subo y bajo su pellejo, me la inunda con su precum y me la llevo a la boca.

Cuando se cansa de besar, lamer y chupar mi ano, por mi podía haber continuado indefinidamente, me tiende en la cama, deja caer mi cuerpo, estoy muy dilatado, después de lo de la tarde y ahora la comida de culo que me ha prodigado, su verga que siempre me causa daño entra hasta el fondo sin producirme el más mínimo dolor.

Acaricio sus muslos y le atraigo para que entre más, pero él quiere moverse, quiere libertad y retira mis manos, me entrego a él para que lo haga como le apetezca, entra y sale muy fuerte, suda y jadea, está muy rico y siento un placer sublime. Me dice palabras que no entiendo, esta rojo como un tomate, resbalan sus rodillas y se acerca de nuevo, se sujeta de mis piernas, acaricio sus caderas y llevo mis manos a mi entrada, para palpar como entra y sale de mi culo, me estremezco al pensar que ese tremendo pedazo de carme puede penetrarme y entrar y salir de mi y de repente empieza a llenarme, noto como discurre su semen en mi interior, como resbala por los laterales de su verga y sale para dejar lugar a lo que tiene que meterme aún hasta que se vacía. Se derrumba sobre mí, le beso y acaricio su cara y su cabeza y permanece unos minutos de esta forma, luego se eleva y pajea mi polla, no tardo en bañar mi vientre de mi leche, su polla sigue dentro de mi sin perder su pujanza y fuerza.

-Permanece así Nico, me gusta sentirte dentro de mí.  –me sonríe y besa, creo que se siente orgulloso de ser capaz de resistir tanto con su verga tiesa y dura.


Domingo

A la mañana salimos a correr después de hacer un desayuno muy ligero. Cogemos la Rue Nationale y torcemos por el Boulevard de la Liberté, atravesamos el río y nos introducimos en los jardines de la Citadelle, damos varias vueltas y luego paseamos un rato para volver a correr.

Pasa un brazo por mis hombros y yo por su cintura, nos apretamos un poco, estamos muy sudorosos y no nos podemos enfriar, reanudamos el trote hasta llegar a casa.

Decidimos salir a comer fuera, no había comprado comida para poder comer en casa y llamamos a Natalia, ahora sí que quedamos para vernos y comer, la mañana pasa rápida, tengo cosas que hacer y trabajar un poco en casa, Nico me ayuda aunque lo que le gusta es jugar, pero al menos me recoge la cocina de lo que hemos manchado para desayunar.

Natalia va a partir para España esta semana que vamos a comenzar, tiene sus exámenes superados, quiere volver a su Málaga. Comemos en el restaurante del amigo de Evans y nos permite que nuestra tertulia se extienda un rato mas y él mismo participa cuando sus obligaciones se lo permiten.

Hoy hay menos público esperando para montar en la Noria, recuerdo cuando fui a visitar el Beffroi y no quise subir a él por el público que esperaba en la cola. El paisaje de la ciudad, que se ve desde la Noria, es impresionante, no creo que desmerezca del que se pudiera contemplar desde el Beffroi. Me entra  un poco de vértigo y me abrazo a Nico.

Al anochecer nos despedimos de nuestra amiga, Nico y ella lo hacen ya felicitándose las fiestas, no volverán a verse hasta después de pasado el día de Reyes. Llegamos a casa, no creo que haga más de cinco o seis grados de temperatura en la calle, la impresión por el viento que sopla es de cero grados.

Después de cenar vamos a dormir, ambos estamos cansados pero hay oportunidad de volver a amarnos otra vez y me pide que sea yo el que lleve la iniciativa y lo debo de hacer muy bien, he quedado al final exhausto sobre él, su verga me ha sabido deliciosa y he conseguido que grite mi nombre varias veces dejándose llevar por el placer.

-La semana próxima marcharé aunque no se aún el día, tengo que hablar con los profesores, con los de la fábrica y Tommy, mañana tenemos una reunión y ahí decidiré el día de mi marcha.  –se calla acariciando mi pelo con su mano izquierda, con la derecha, pasada por encima de mí, me sujeta por el pecho y me aprieta contra él.

-Y Lorian y Alan, ¿qué van a hacer?

-Nada, se quedarán en la casa, si quieres ir un fin de semana para estar con ellos lo puedes hacer.  –no creo que vaya a ir pero me callo, acaricio el vello de sus vientre y juego con él.

-Bueno ya nos iremos hablando, ¿me llamarás?  -suelta una carcajada y besa con ternura mi mejilla.

-¡Qué cosas me dices! A veces me tengo que contener para no llamarte y no distraerte de tu trabajo, y ahora que conozco a tu jefe y lo serio que es, de ninguna forma quiero que se enfade contigo.

-No, es serio, pero es un buen jefe aunque a veces tenga su genio, a mi me gusta.  –me mira antes de apagar la luz.

-Tú también le gustas a él y a su mujer y a sus hijos, todos te quieren ya. –me abrazo a él y voy dejándome vencer por el sueño.

Continuará…