24 horas: Final
Solo se conocian por internet, el la habia visto por la webcam pero para ella era una cita a ciegas, segunda parte de sus 24 horas juntos.
Acabo de despertar. No estas a mi lado, pero se te oye en la ducha-. La puerta del baño esta abierta. Miro el reloj: Son las once de la mañana; las cortinas están abiertas y la persiana subida a mitad. Miro alrededor, desperezándome: Todo esta igual, salvo que hay fruta sobre la mesa. Tomo una manzana y empiezo a comerla mientras me acerco a la ventana. Es un día soleado; la calle se ve en pleno bullicio, como todas las del centro.
Sales del baño con una toalla alrededor de la cintura, el pelo mojado y revuelto. Te acercas y pasas tus manos por mis hombros. Noto el olor a colonia mientras los besas tiernamente y me vuelvo; te ofrezco la manzana y muerdes sin decir nada.
Cuando la he terminado me dices que vaya a ducharme. Entro en el baño y noto el calor que todavía hay en él después de tu ducha. Me meto en la bañera y abro el agua, que dejo caer sobre mi pelo. Es relajante notar como cae por la espalda, tibia
Te oigo trastear por la habitación, así que me doy prisa. Me recojo el pelo en una coleta. Cuando salgo, la cama está con la ropa de encima echada hacia atrás. Me preguntas qué tal dormí. "Bien", te respondo, aunque hubiera dormido más. Me dices que vas a continuar con lo que empezamos, así que me haces sentar sobre la cama, coges la bolsa de la que sacaste las bolas ayer y tomas un pañuelo de color blanco, muy parecido a los que todavía están colgando de los laterales de ella. Es de seda. Vendas los ojos, levantas mi cara un poco y noto tus labios en mi boca. Es un beso ligero y suave. Me colocas de rodillas como la noche anterior, y empiezas a sujetar los pies y los brazos. Cuando has terminado de atarme, te oigo salir de la habitación. Me excita ese silencio, el no saber lo que va a ocurrir, no ver, estar allí expuesta con mi coño y culo al aire, y sin oír nada. Cierras la puerta tras de ti. Mil ideas se me apoderan, seguro que sólo es a por hielo, como la noche anterior, así que me relajo. A los cinco minutos más o menos regresas. Sigues sin decir nada. Oigo cómo te desnudas, te acercas a mí y te sientas en la cama. Acercas tu polla a mi boca, y yo la abro para empezar a chuparla, a lamerla. Es una polla normal, ni grande ni pequeña, rosada y muy suave.
Noto tus manos en mis tetas, acariciándolas, pellizcando los pezones, estirándolos, noto algo frió en ellos. Has cogido un trozo de hielo, que pasas de uno de a otro. Mis pezones no son muy grandes, más bien pequeños, pero se han puesto duros presos de la excitación y el hielo. Buscas algo en la bolsa. Noto un pellizco fuerte en el pezón derecho. Grito. Tú sólo me acaricias la cara diciendo:
- Schsssssssssssss , se te pasará pronto.
Duele bastante. Luego el otro. Escucho un ruido como de cadenas. Las estás enganchando a las pinzas. Las cadenas las pasas por encima de cada uno de mis hombros y las llevas luego al centro de la espalda hasta llegar al culo.
Te sitúas detrás de mí y empiezas a tocar mi coño para ver como está. Te acercas a mi oído y me dices:
-Vaya, estás ya muy mojadita, te está gustando casi tanto como a mí.
Vuelvo a oír la bolsa. Es un neceser como un bolso de mano de color azul eléctrico. Sacas algo y empiezas a meterlo en mi coño: Es un consolador que entra sin problemas. Pones lubricante en el culo y metes dos dedos de golpe. Los pezones ya casi se están acostumbrando al pellizco de las pinzas. Metes un tercer dedo, girándolos dentro para que el culo se dilate. El escalofrió vuelve a recorrerme el cuerpo. Se me eriza todo el vello de los brazos; los sacas y apoyas la punta de tu verga en la entrada. Te sujetas a las caderas y empiezas a empujar y de un solo golpe la clavas dentro. Me siento llena. Tomas las cadenas de la pinzas entre tus dedos, y a la vez que me sujetas las caderas empiezas a moverte. Los pezones se estiran por la presión hacia arriba. Duelen mucho, pero no me quejo. Sólo quiero ser tuya por 24 horas, que puedas hacer conmigo lo que quieras, siempre que no me humilles, y hasta ahora no lo has hecho. Empiezas a bombear fuerte. Estoy excitada y gimo como nunca antes había hecho, mientras escucho tus jadeos, tus gemidos y vas soltándome alguna nalgada de vez en cuando. Me dices que te apriete la polla con el culo, mientras noto como el consolador k llevo dentro se a puesto en funcionamiento. Está vibrando fuerte. Te quedas quieto, notando el vibrador por las paredes de mi culo en tu polla. Eso te esta dando placer. Un calor se empieza a apoderar de mí y mi cuerpo se quiere arquear de gusto. El culo se pone más en pompa, para que lo puedas disfrutar más y mejor. Tú permaneces inmóvil dejándote hacer por el vibrador que llevo metido, así que empiezo a mover mi culo dibujando círculos en el aire. Te echas sobre mí con tu cuerpo. Acercas tu cabeza a la mía, buscas mi cuello, que empiezas a morder despacio, y yo me giro hacia a ti buscando tu boca, pero eso es algo que sé que no me darás en ese momento, así que bajo la cabeza para poder ofrecerte mi cuello mejor. Noto tus manos acercándose a las tetas y muy hábilmente, de un tirón certero, me liberas los pezones. Se me escapa un grito ahogado, entre placer y dolor, que es lo que hace correrte dentro de mí, derramando todo tu semen dentro del culo. Noto cómo se va saliendo de él, resbalando por las piernas. Tu polla ha descargado de nuevo una buena cantidad de leche dentro. Pones el vibrador a más velocidad; te sientas delante de mí y empiezas a soltar mis muñecas de las ligaduras. Me incorporo con el vibrador dentro, apretándolo con mi coño. Me besas la boca, mientras tus manos acarician mis pezones. Los tengo muy sensibles por el dolor que me han producido las pinzas. Bajas tu lengua hasta ellos: Quieres calmarlos con tu saliva y lo que me está produciendo es más dolor por el calor de tu boca. Tu mano baja a mi coño: Buscas el clítoris, y mientras besas mi boca das unos suaves golpes en él. Pones a más velocidad el vibrador y masajeas el clítoris, ahora deprisa. Las sensaciones se acentúan por la venda en los ojos; estoy a punto de correrme y lo sabes, así que destapas mis ojos. Sé que te gusta ver la cara de tu esclava disfrutando, pidiéndote con la mirada que termine pronto, mi mano va a hacia tu polla, que está otra vez en erección. La acaricio y sujeto fuertemente mientras el calor sube muy deprisa por mi cuerpo. Es el preludio a la corrida que se avecina. Aprieto mis muslos contra el coño y me dejo llevar por ese calor sofocante. Noto el clítoris contraerse: Parece latir fuertemente. Lo notas en tu polla, en lo fuerte que la estoy sujetando, así que levantas mi cara para mirarme mientras me estoy corriendo.
Me quedo exhausta, así que me tumbo en la única posición en la que puedo estar, boca abajo. Agarro la almohada y me quedo así, relajada. El contacto de las sábanas con mis pezones me molesta, pero es una sensación a la vez placentera. Te tumbas a mi lado y enciendes un cigarrillo mientras me observas. Me dejas dormir un poco más. Son casi las dos de la tarde.
Me despiertas una hora más tarde: Estoy desatada de las piernas. No me he enterado cuándo lo has hecho. Te veo sentado en la butaca que hay en la habitación, mirándome, vestido. Me incorporo y te miro fijamente. Así, como estás, estás muy guapo. Me pasa por la cabeza ir hacia a ti y comer tu polla. Me levanto y me pongo de rodillas. Voy caminando hacia a ti a gatas, moviendo las caderas sensualmente. Se dibuja una sonrisa en tu boca. Me pongo delante de ti, desabrocho el botón del vaquero, bajo la cremallera y meto la mano bajo el bóxer. Saco tu polla de dentro; tú no haces nada, sólo me miras, mientras yo acerco mis manos a los huevos y la boca a tu polla. Paso la lengua por ella, de abajo hacia arriba. Después meto uno de tus huevos en mi boca, lo saco y meto el otro mientras con mi mano acaricio ese pequeño trozo que va desde ellos a tu culo. Cuando esta dura, me acerco a ponerla entre mis tetas; las junto aprisionándola entre ellas, moviéndolas de arriba a bajo. Tú te empiezas a incorporar, la pasas por mis pezones, la vuelves a poner entre ellas y empiezas a follarme las tetas. A cada embestida la polla roza mis labios, así que saco la lengua y cuando sube la espero con ella, para humedecerla, dándole lametones dulces. La dejas quieta unos instantes, entre ellas, así que ahora lamo el capullo con avidez, sorbiéndolo, succionándolo, jugando con él. Te llega el orgasmo en mi boca, llenándomela de leche, esta vez no retiro mi boca, sino que recibo tu semen como si fuera un regalo, tragándolo.
Me levantas y me sientas en la butaca, separas mis piernas una a cada lado de los brazos de ella. Eres tú quien ahora se arrodilla. Abres mi coño con los dedos, lo palmeas, y empiezas a lamerlo. Pasas tu lengua por él dándole fuertes lamidas. Con una mano separas los labios menores, dejando bien abierto el coño rosado, húmedo, lleno de jugo, y metes tu lengua dentro, la metes dentro con movimientos circulares, rápidos. La sacas y empiezas a succionar el clítoris. Se agranda aún más, se pone duro. Me toco los pezones mientras metes tus dedos dentro del coño y chupas y mueves todo al la vez. El calor de tu boca me excita aún mas, mis piernas se quieren cerrar para centrarse en el orgasmo que está a punto de llegar. Llega en medio de una oleada de calor, gemidos y convulsiones suaves.
Es tarde, han pasado casi las 24 horas, me visto y me despido de ti, la próxima vez será por Internet.