24 de diciembre
Lo que pasa despues de un dia muy largo de trabajo.
24 de diciembre
Hola antes que nada quiero agradecer a todos aquellos que han comentado mis relatos, y sobre todo a aquellos que se han puesto en comunicación conmigo, espero seguir siendo de su agrado con estas pequeñas historias surgidas desde lo más profundo de mi corazón, y que tiene como protagonistas a mujeres que no se atreven a confesar lo que yo aquí plasmo.
Este relato es una más de esas historias Aurora, una mujer con una vida perfecta, un marido dos hijos una gran carrera, todo lo que alguien puede desear pero en verdad quien es capaz de vivir feliz para siempre??
Este relato lo iniciare como todos los demás
Soy Aurora tengo dos hijos, un marido estupendo, y un amante, si, así es, nunca imagine que podría decirlo así de esa forma pero creo que también la perfección cansa, yo trabajo en una oficina de gobierno, soy abogada y tengo a mi cargo a tres estudiantes, pero solo uno de ellos logro entrar más allá de mi oficina.
Era 24 de diciembre, se suponía que ya no debía de estar nadie en la oficina y sin embargo ahí estábamos atorados con un trabajo que no salía, no podíamos irnos sin dejarlo listo, mis tres pupilos estaban conmigo, sin embargo veía en sus ojos esa impaciencia por retirarse y festejar con sus familias, el reloj sonó eran las seis de la tarde y eso no tenía fin, me levante para estirar un poco las piernas y les dije que se fueran que ellos no deberían estar castigados conmigo, dos de ellos de inmediato me tomaron la palabra y recogieron sus cosas con tanta rapidez que me dio la impresión de que temieran que cambiara de opinión, me reí para mis adentros y me volvía a sentar concentrándome en los documentos que tenía frente a mí, sentí de pronto una mirada fija, levante la cara y lo vi, su nombre es Rodolfo, es un estudiante de cuarto semestre de la licenciatura en derecho, es alto, moreno, delgado, ojos oscuros y de mirada profunda, manos grandes y fuertes, le dije que si no iba a retirarse y sin pensarlo ni pestañear siquiera dijo que no, que me ayudaría hasta el final.
La tarde se fue con un suspiro cuando el reloj volvió a sonar eran las 11:00 pm, me levante de un brinco y le dije que lo llevaría a su casa que su familia me iba a acusar de abusadora por entretenerlo tanto tiempo, me sonrió de una manera que me hizo estremecer y me dijo que no había nadie en su casa que todos había ido a casa de su abuela materna en un lugar lejano, recordé que en mi casa no había nadie tampoco pues Alex y mis hijos se habían ido con mi suegra al campo, me volví para verlo a la cara y le dije que si me aceptaba una invitación a cenar, me dijo que si de inmediato, salimos de la oficina y fuimos a un pequeño restaurant que estaba a dos cuadras de ahí, entramos y pedimos el clásico pavo de navidad, cuando sonaron las doce imitamos a todos los presentes y nos dimos un abrazo de navidad, al salir del restaurant y con un poco de vino en las venas me dijo que si lo podía dejar en su casa le dije que si, en el carro cuando nos detuvo una luz roja, sin pensarlo lo vi y lo besé.
Olvide todo, mi familia, mi trabajo, que él era menor, todo lo olvide, llegamos a su casa y sin decir nada entramos besándonos, la casa era acogedora había un pequeño recibidor y una sala en perfecta armonía, entramos y caímos en un sillón entrelazados en un abrazo, su boca era ardiente, sus brazos apretaban como nadie lo había hecho, poco a poco le fui quitando la ropa, desabotoné su camisa, y seguí con el cinturón (nunca he podido con esos cinturones de caballero) él se rio y me ayudo a desabrocharlo, mis manos se posaron sobre ese bulto que ya se distinguía bastante, frote y el soltó un suspiro, sus manos empezaron a quitar mi blusa sport, levanto mis brazos para sacarla dejando al aire mis pecho con los pezones muy erectos ya, su boca bajo por mi cuello haciendo que se erizara todo mi cuerpo, la ropa de ambos cayó al suelo, ya desnudos nos miramos Rodolfo era un cuerpo perfecto y joven nunca me había puesto a pensar cuantos años eran de diferencia, el tenía aproximadamente unos 20 años no más, y yo a mis 33, no sentía nada malo al estar ahí frente a ese joven perfecto, sus manos me regresaron a la realidad y me hundí en su boca.
El perfecto vaivén que se generaba en mis muslos sobre su cadera me hacía estremecer, sentía como en cada movimiento me penetraba hasta lo más profundo, sentía como su pene rozaba cada una de mis paredes internas, su boca se prendía de mis pechos, sentía un leve ardor que me hacían estremecer y hacían que una punzada entre mis piernas me volvieran loca, con delicadeza me volteo sobre mi vientre mientras él preparaba el terreno para penetrarme vigorosamente, sentí como su miembro crecía más dentro de mí, en una embestida fuerte sentí como derramaba todos sus líquidos dentro, me volví rápidamente y puse su pene en mi boca, terminando de sacar todo lo que en ella quedaba, limpie todo lo que escurría hasta dejarla completamente limpia.
Con suavidad me puso sobre mi espalda y abrió mis piernas, bajo su cabeza hasta mi clítoris, y empezó a chupar y manipular con la lengua haciendo estremecer de una forma que jamás había sentido, sentí como se aproximaba el orgasmo, y cerré los ojos para disfrutarlo al máximo. Cuando terminó de mojarse toda su boca, se levanto y me besó largamente, diciendo que nunca se había imaginado que su jefa lo llegaría siquiera a mirar, sonreí y le di un beso me levanté me vestí, y caminé hacia la salida, me alcanzo en la puerta y me dio otro beso lleno de pasión, sin pensarlo di vuelta y me prendí de su cuello, para repetir lo que acabábamos de hacer.
El 25 de diciembre se sorprendió en una casa desconocida, a lado de un joven por lo menos 10 años más chico que yo, me levante sin hacer ruido, escribí una nota que decía "Te volveré a ver" y salí para reunirme con mi esposo y mi perfecta familia.
No me juzguen, no soy mala, simplemente fue un escape a un largo día de trabajo.