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Como un día duró 24 pero segundos. Una fantasía que le dedico a mi compañera de trabajo. Gracias por cumplirla Mayra.

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Nuestros cuerpos se rozaban. Los sentidos potenciados por nuestros ojos vendados. Cada gemido absorto de placer erizaban mi piel. Cada roce de sus pechos erectaban los míos.

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Nos movíamos al compaz de una amaca. Sentía cada estocada de su falso órgano rajar mi interior. Esta mujer que quería darme placer como un hombre me tenía apricionada bajo su cuerpo.

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Nuestras manos se entrelazaban y apretaban hasta hacer brotar el sudor. Nuestras bocas se chocaban en el mayor éxtasis. Ella trataba de mirarme y yo a ella pero el momento de mayor placer en el acto nos invalidaba. No nos queríasmo sacar las vendas.

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Mi mente en blanco. Mis oídos que no podían escuchar con claridad sus gemidos. Estaba borracha de placer y sabor a mujer. Su cuerpo pedía clemencia pero mis piernas la entrelazaban haciendo que la fricción le diera placer.

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Apretaba sus muslos contra mi pelvis y sentía como el ritmo desenfrenado nos llevaba. Sentía como cada estocada le desencadenaba un goce cósmico en su clítoris apricionado. Armoniosamente fuimos llegando al climax.

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Ella llegaría en cualquier momento pero aflojé para que pudiera prolongarlo. Yo quería llegar con ella. Sentí como elevaba su torzo para poder penetrarme mejor pero la busqué con mi boca y se lo impedí. Mis labios la volvían loca.

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Nos besamos con frenesí. Mientras conservaba el orgasmo y yo me iba aproximando. Siguió su persecución y me besó el cuello. Volví a apretar mientras con mis piernas y sentí el cinturón que sujetaba el órgano de mi compañera.

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Yo conocía a esta mujer. ¿Quién era? ¡Ah, sí! Ya recordaba era mi compañera de trabajo. Una morena despampanante que me llevaba casi diez años. Tenía años de ser lesbiana y ... ¿Dónde estaba?

9

Una terrible estocada casi me mata. El sudor de su cara me empapó. ¿Dónde estaba? Sí en su apartamento. Pero, ¿estaba borracha o drogada? Sí, por su anatomía. Sólo sabía que esta morena de pechos turgentes me había llevado a tomar un trago a la salida.

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Que hermosa música nos rodeaba. Norah Jones y su sensual canto de sirena nos rodeaba en el sillón del living. Ella me poseía con destreza. Yo la aprisionaba con mis piernas casi al punto de caerme del sofá. Tomó algo del sillón peor no supe qué.

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Deseaba sacarme la venda y obserbar a esta diosa en pleno gose pero las cadenas que ella estaba poniendo en mis muñecas me impedían sacar los brazos de entre sus axilas y desenredarme de su espalda.

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Dejé de luchar y me aferré con uñas y manos a su espalda. Descendí hasta sus glúteos. Cada estocada era fuerte y rítmica pero en el instante en que la apreté con mis manos el ritmo se hizo más y más rápido.

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Mis manos apretaron y su cuerpo se elevó nuevamente para que el clítoris tuviera todo el contacto con mi cuerpo. Su clítoris rozaba la parte superior de mis labios y casi rozaba el mío.

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Su espada falsamente varonil entraba en forma femenina casi sin despegarse, como buscando profundidad. Mis manos deseaban sus pechos que quedaban despegados de mi cuerpo y no los podía ver ni lamer ni tocar.

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Estaba totalmente inhabilitada para disfrutar pero a la vez fue el mometno en el que más disfruté. Cuando no veía, no saboreaba, no tocaba, ni rozaba tenía mis sentidos al máximo de su esplendor. Podía oler y desear como nunca en mi vida.

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Sentía como no solo entraba y salía rápidamente, ahora también giraba y hacía círculos dando todo el placer a su clítoris. Sentía sus gemidos de placer. Mi cabeza reposada hacia atrás y podía imaginar mil formas de placer en su rostro.

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Sus brazos me aprisionaban y sin darme cuenta comenzó a acariciarme un pecho con su mano derecha. Estaba prolongando su orgazmo hasta la lujuria y a la vez prolongaba el mío. El climax era largo y sentía como el placer rondaba cada centíametro de mi piel.

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Apricionó mi pezón con sus dedos hizo círculos sobre él y luego lo besó. Este segundo no pareció pasar nunca. Duró y duro fue el orgasmo que no pude contener. Mis jugos empaparon su clítoris y ella lo frotó paar obtener su orgasmo.

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Desesperada traté de desatarme paar ayudarla, meterle mis dedos en su carne ardiente e hinchada de tanto frotar. Todo fue en vano. Tenía que complacerla de otra forma. Así me elevé y sin importar el dolor que esto causaba en mi interior la besé.

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Por más mojada que estaba el miembro entraba con mucha dificultad y esto hacía que ella empujara con más fuerza. Mis labios estaban hinchadísimos y dolía al entrar pero no me importó. Yo quería besarla y beber de sus pechos.

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Saqué mi lengua y comencé a tantear el aire hasta encontrar el calor de su pecho. Su estremecimiento me indicó que estaba en el lugar adecuado. Su pezón s eerectó como un resorte haciendo que el dolor y excitación del roce la ahogaran en un alarido.

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Lamí su sudor salado como el mar, limpié todo rastro de humedad en su pezón y lo reemplacé por el pulido de mi lengua. Deseé poder tocarla pero me conformé con sólo continuar mi faena en su trasero.

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Empujé y sentí como mi vagina ardía ante tal placer. Deseaba qeu ella tuviera semen de verdad y en ese momento se masturbara en mi pero por el contrario me encontarba con dos tetas entre mis labios y eso me excitó en demasía.

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Finalmente Sentí como sus glúteos empujaban y se ocntraían y su clítoris se desarmaba en mis labios. Sentí como su vagina largaba un torrente de salvia y como todo su cuerpo se tensionaba paar luego relajarse en el más puro orgasmo.