20mo. DÍA DOMINGO 21 DE NOCHE - DESCANSANDO 2da, P

Don Remigio, solo me había garchado la boca, pero, aquel vagabundo, viejo, barrigón, peludo y oloroso, con su ordinariez y degeneramiento, y su bestialidad al pajearme, me había sacado dos hermosos polvos.

20mo. DÍA

DOMINGO 21 DE NOCHE - DESCANSANDO

Don Remigio, solo me había garchado la boca, pero, aquel

vagabundo, viejo, barrigón, peludo y oloroso, con su ordinariez y

degeneramiento, y su bestialidad al pajearme, me había sacado dos hermosos polvos.

En varias ocasiones, mientras mamaba la verga de Don Remigio,

había relojeado al negro, que desde que llegaron venia con unos tragos de más y bastante acelerado.

Tan inquieto estaba, que iba de un lado al otro, y al pasar junto a mi, me miraba mientras se sobaba el, a esa altura notorio, pedazo que me estaba esperando.

No pude detenerme mucho a observarlo, pues si me pescaba Don Remigio habría sido muy injusta con él.

Pero ahora era el turno del negro Don Braulio.

Le pedí un par de minutos para tomar algo. El petiso, que a pedido de Don Braulio, estaba preparándose para sacar unas fotos, dejó el celular a un lado y me sirvió un vaso de cerveza.

Y, ¿cómo estás? me preguntó…

Genial, con ganas de más…

El negro Braulio se me acercó por detrás y me agarró las tetas.

Pará, todavia no me he limpiado la leche de tu amigo, -que importa dijo el negro y no se resistió a retorcerme los dos pezones.

Pegue un respingo y se me escapó un quejido. O era muy bruto, o muy hijo de puta, sus dedos eran como pinzas prendidos de mis botones.

El petiso saltó enseguida… Pará, negro de mierda, ya te dije que

a lo bruto no…

Con el negro, prendido de mis tetas, dándome un sobeo espectacular…

Miré al Petiso y dije, seguí, seguí como es…

“Cogerme que me cogan todo lo que quieran, porque a mi me gusta…”

Como me calentaste Petiso baboso, con ese comentario…

El negro, me estaba frotando el pedazo, por mis nalgas…

Dije, me parece que tienes una inflamación, Braulio…

Te puedo ayudar en algo, a la vez que giraba sabiendo lo que encontraría…

El negro Braulio, habia bajado la bragueta de su sucio vaquero y me mostraba una verga tremenda de gruesa, pero, mucho más de larga.

Con una cabeza muy gruesa y un matorral de pendejos negros en la base.

Ya desnudo volví a mirar aquel morcillón de verga y pensé…

Es un negro mugriento y hediondo, con la piel áspera, llena de cicatrices y granos asquerosos.

Pero, esa garcha…

¿Por qué?, me pregunté.

¿Por qué me emputezco con estos pijones…

El negro Braulio ordenó…

Vení Puta, mamáme la verga…

Pará, primero chupáme los huevos…

Y… quién era yo?... para negarle una buena chupada de bolas a Don Braulio…

Se notaba que hacía mucho que Don Braulio no tomaba un buen baño, cuando acerqué a mi boca aquel socotroco de carne, largo y grueso como pocas veces he visto, la olorosa mezcla de sabor a verga de negro, sudor, orín, leche reseca y anda a saber qué más, me dió un asco terrible.

Pero… Soy puta… Y yo caliente, a una buena verga…

La chupo como me la den…

Bien chupados los huevos, pasé a mamarle la garcha, mientras sentía sus pelotas cubiertas por un bosque de pendejos negros chocando contra mi nariz.

Aquella garcha, era un animalón enorme y moreno, grande, grueso, venoso y con el glande completamente hinchado de excitación.

Como mamás la pija!! Dale, seguí así, chupamela…

Seguíme chupando, cerda, pero sin usar las manos,

ordenó…

¿Qué te pasa?... brisca chupapija…

No te cabe la verga? Abríte más la boca…

Casi me lastimo la boca cumpliendo aquella orden tan ordinaria del negro… me tenía totalmente entregada…

– Mamona de mierda…

  • ¡Uff sí! ¡Seguí así putita!

Con una mano me tomó de la nuca y con la otra aprisionó mi cuello…

Seguí mamando, Puta de mierda…

Guacha brisca…

Querés verga… Primero toma la mamadera…

Rea de mierda…

  • ¡Uff sí! - ¡Sí así putita!

Toma leche, Puta…

Con aquella garcha ensartada en mi garganta sentí como la lefa del negro se mezclaba con el hediondo sabor a sudor, meados y leche reseca.

Sin poder evitarlo, la olorosa sustancia se escurrió por mi cara, comenzó a salir por mi nariz y al instante me brotaba por los lagrimales.

El negro se retiró de mí, y dijo…

Pendeja puta.. ahora por un rato vas a ser mi putita¡¡¡...

Querés ser mi putita?

Quiero ser tu putita… Tu hembra…

Y quiero que me metas este pedazo por todos lados…

Me había olvidado, de su olor, de su aliento a alcohol barato, prendida a dos manos de su garcha, metia mi lengua en la maloliente boca de aquel vagabundo, como si estuviera chuponeando con mi novio.

Él manoseaba mis tetas a su antojo, me las estrujaba, las lamía y chupaba, envolvía su lengua en mis pezones, los estiraba y antes de soltarlos les daba un mordiscón.

El negro empezó a jalar mis pezones como si estuviera ordeñando una vaca y les juro que me empezó a salir un líquido blancuzco semitransparente, que el negro lo mamaba como si fuera un bebito.

Me tenía recaliente, mi concha chorreaba y mi ojete hacía morisquetas…

Pendeja puta.. Así que querés ser mi putita¡¡¡...

Si tu putita… Tu puta… Tu hembra…

Lo que tu quieras…

Es verdad que sos… Una guacha regalada…

Una pendeja chupa pija…

Soy una reventada de puta, me gusta la verga…

Y si es negra y grandota… mucho más…

Le respondía y me calentaba con mis respuestas…

Y qué más eres, guacha brisca…

Viendo que cada vez se le ponía más dura y gorda, le seguí el morbo…

Soy una una mamona de mierda, una guacha come caca…

Cuando me garchan el culo, si es una verga grande, me hacen cagar toda, pero yo después se las dejo limpita…

Y escuché que el Petiso decía… de eso doy fe…

No sé como describir la calentura que tenia, todo aquel morbo, los comentarios del petiso, el tratamiento sin piedad que el negro le daba a mis tetas y pezones…

Recaliente… Rabiosa porque me garchara de una vez…

-ahhh!!!, mmm!!!, afffggg!!, mmmhh afffggg!!,-

“ayy que rico, que rico se siente esto, tengo... unas ganas de

tragarme algo… mmm”

El negro me levantó las piernas y arrancó a chuparme toda, su lengua iba de mi culo a mi concha sin parar.

Me mordisqueaba los labios de la pepa, haciéndome estremecer y temblar.

  • Ahhhh... jodeeeer... -chille…

Dame más lengua Negro, chupame el culo…

Negro pijudo… Negro sucio…

Te voy a gastar la verga…

Si, así, te doy leche… toma… toma leche…

El loco se chupaba hasta la última gota de todos los jugos que yo iba soltando.

Sentía que ardía por dentro.

Su forma de manosearme era cada vez más brutal, mi cuerpo se

estremecía al sentir esas ásperas manos que me magreaban, pellizcaban, grosera e impiadosamente, tomó mi cara y abrí mi boca para besarlo, pero me encajó una escupida.

Era sólo un trozo de carne para el negro Braulio .

Nada más.

Algo para obtener placer… nada más.

Y como me calentaba eso.

Estaba entregada, mi cuerpo convulsionaba y se retorcía entre las grandes manos del vagabundo.

Me chupaba la concha y enterraba tres de sus gordos y mugrientos dedos en mi ojete…

  • Así... mmm... así... mmmm... más... maaaaas –gemía,

agarrando la cabeza del negro

“maldito negro, si no dejas de tocarme me acabo otra vez”

“ y la quiero, la quiero adentroo”

Y llegó de nuevo, mi cuerpo se arqueó como para quebrarse, y la potencia de este segundo orgasmo me hizo chillar.

Otra vez se cimbró mi cuerpo, curvándose al extremo y le di otro polvo hermoso.

“ Yo repetía… la quiero, la quiero adentroo”

“ Negro de mierda… me vas a garchar…”

“ Imploraba… la quiero, la quiero adentroo”

Por favor Don Braulio, ensarteme esa verga de una vez…

Me sentía entregada, quería que me usase, sentirme sucia, le

estaba rogando que me garchara a un vagabundo sucio, apestoso, le había mamado la verga devorando su mezcla de grumosa lefa y todo lo demás.

Y Don Braulio, como adivinando, dijo…

Bueno guacha brisca…

La verdad que tienes una concha deliciosa putita,

pero yo tengo ganas de comerme un ojete— dijo el negro-

No te enojas putita, si me salteo la pepa???

No Don Braulio, no me enojo, pero por favor ensarteme esa verga de una vez…

Mientras decía eso, di vuelta la cabeza, miré de nuevo aquel pedazo de carne negra, mientras lo oía decir…

vas a ver las estrellas…

Juro que me asusté, pero quería que aquel tripón me enculara, tenía claro que seguramente me destruiría el ojete, aun con la dilatación y elasticidad, conseguida en los 20 días que llevaba haciéndome garchar el orto a full, noche tras noche, también varias tardes, por muchos y muy buenos ejemplares…

De machos…

Y también de vergas…

Yo pensando eso, y justo el negro dice…

Pendeja debes tener el culo bastante estrecho...

¿no es así?, pero eso lo vamos a arreglar.

-Te estarás imaginando lo que te espera ¿no es cierto?

…voy a romperte el culo y a convertirte en toda una puta.

  • ¡Te lo voy a partir hija de puta!…

Me habia salido medio boquilla el negro, me apretó fuerte la cintura, me abrió bien las nalgas y me dijo que me calmara…

Lo miré a los ojos, le di la espalda poniéndome en cuatro, y hundí mi cabeza en el suelo

– Zorra… dijo

Te va a tronar el orto cuando te ensarte jejeje….

Lo escuché carraspear, y sentí sus dos escupitajos acertandome justo en la entrada del culo, despues empezó a meter sus

sucios y ásperos dedos en mi hinchado ojete…

Yo estaba entregada y sucia, eché bien atrás el orto en desesperada busca de pija.

Volvió a carraspear, y me encajó otra escupida…

Sentía los asquerosos gargajos que habían impactado en mi ojete, y esa ordinariez me despertó indescriptibles sensaciones…

Y oi que el Petiso decía…

Es de locos…

Que puta, reputa que sos… Guacha…

Este negro mugriento, te encajó un gargajo en el orto y se te deformó la cara…

Sos más, que una guacha puta…

Sos una perra viciosa…

Lo miré y le saqué la lengua… nada más…

Pues se venía… por fin, lo tan esperado…

El negro Braulio colocó la cabeza de su enorme pedazo, contra el aro de mi ojete, y mientras me agarraba por las caderas me fue ensartando la verga, cerré los ojos y solté un berrido, ante el intenso dolor que senti.

Pero, sabía por experiencia, que después de ese agudo dolor vendría una recompensa de placer.

Mi orto se abría ante aquella garcha, pero me estaba costando, no lograba tragarmela, era tan gorda que me estaba partiendo.

El negro Braulio dijo- enojado…

-escúchame bien perra asquerosa, lo que te conviene es poner el culo bien flojito…

¿O quieres andar con el orto de afuera?- me preguntó el negro

No podía ni hablar, pero con un hilo de voz, respondí…

Porqué, que decis???

Que si empiezas a apretarlo, en alguna vuelta que te la saque del todo, puede pasar que me traiga el forro interno de tu ojete.

Aquel comentario, más que miedo, me dio calentura, se me abrió el orto y… se lo entregué…

-uuuuhhhggggg- se me escapó un bufido cuando el pijón se abrió espacio en mi ojete.

Debía de escucharse como crujían las paredes de mi orto, ante cada centímetro de verga que se comía.

Faltaba casi la mitad de aquel tremendo cipote, y el negro me lo embatató a fondo, a lo bestia…

…largué un bufido, se cimbró mi espalda, a la vez que a mi cuerpo lo recorrió un temblor mientras le largaba un brutal polvo al vagabundo hijo de puta.

-AHHH AGHHH SI OHHHH- gemía

A la vez yo, me dejaba caer de espaldas para ser atajada por la negra bestia fornicadora que tenía detrás mío y desbordarme en otro chorreante polvo.

Sentía su garcha acariciarme los intestinos.

El negro se tiró al suelo y me sentó en la guasca,

Yo ondulaba el cuerpo arriba de aquella negra tranca al tiempo que me daba sentones comiéndome la garcha completa, soltando un berrido en cada sentón.

– ¡Pídeme más puta! –

– ¡Más, más, clávamela hijo puta! – grité

No vayas a parar negro mugriento, quiero mas pija…

No se achique Don Braulio…

Siga rompiéndole el orto a esta brisca…

Babeaba de pura delicia, ensartada por aquella enorme tranca negra, las arremetidas del negro eran cada vez mas fuertes y de nuevo me tenia al borde de otro orgasmo.

-AHHH AGHHH SI OHHHH-

Y, aquel animal no dejaba de garcharme el orto, ensartandome su durísima garcha con saña, rapidísimo y muy, muy profundo.

De golpe y porrazo dio un último embiste, me clavó su tremendo pedazo de caballo hasta los huevos, pegados a mis nalgas inclinó la cabeza, y entró a chupar y morderme la nuca.

Me estaba matando, aquel mastodóntico vergote me partía el orto, me penetraba con violentas sacudidas clavando las uñas en mi cintura, con aquellos salvajes empujones y el enloquecido vaivén de mis tetas.

Nunca imaginé que mis pechos fueran capaces de hacer semejantes piruetas.

Y él a lo bicho, amasandome groseramente las tetas, mientras me garcha como a una yegua, y yo largo bufidos de goce.

– ¡¡Aaaaa si si si siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!

Gritó el negro, y me echó un espectacular chorro de leche, que desbordó mi ojete y corrió muslos abajo, hasta el piso.

Me temblaban las piernas cuando entré al apartamento.

Mientras me daba una ducha, sentía algo de ardor en el orto.

Chauuu

Agradezco sus comentarios y les recuerdo que si es su deseo contactarme mi email es

noeliaguachita@gmail.com