2012.01 Welcome to Santiago
Al ser admitida en una universidad de la capital, nuestra protagonista, Daniela, abandona los placeres del sur del país. Al llegar a vivir al apartamento de su hermana, Daniela encuentra que su hermana igualmente disfruta con un hombre bien dotado.
Otro año comenzaba, pero esta vez era diferente. Ya me había graduado del colegio y me había inscrito para estudiar enfermería en una universidad de la capital, igual que mi hermana mayor, Nicole. Pasé las primeras semanas del año aún en Curicó, viviendo en casa de mis padres, pasando el tiempo cuidando a mi hija o teniendo sexo con Alejandro o las demás personas en el Gran Grupo sexual del que éramos parte. Esas eran mis dos ocupaciones ese verano en mi hogar en el sur del país, maternidad y sexo. Para que me entiendas un poco mejor, resumiré un poco mi historia.
El año 2008 tuve mi primer pololo, Carlos, con quien me inicié tanto en el romance como en el sexo. Él me forzó a tener relaciones con él y con sus amigos y al poco de esto descubrí que me era infiel. Mientras esto ocurría descubrí que mi madre tenía un amante y al encararlo descubrí que él era mi padre biológico. Después de poco este mismo hombre logró conquistarme y comencé una relación secreta con él (sí, incesto). No mucho después de comenzar nuestra relación me embaracé y para cubrir este hecho tuve sexo con mi padre de crianza (el esposo de mi madre) para de cierta forma tener su apoyo al hacerle creer que el embarazo era suyo. Cerca del final del año tuve mi venganza contra Carlos al hacerlo participar como espectador contra su voluntad de un encuentro de sexo entre Alejandro, algunos amigos suyos y yo.
El año 2009 comenzó con el término de mi embarazo, el nacimiento de mi hija Andrea. Después de un tiempo volví a retomar la relación con Alejandro, conocí a otras mujeres que habían sido pareja de él y conocí a mi media hermana Tania, dos años mayor que yo. Alejandro me informó que mi madre estaba en conocimiento de nuestra relación, pero también que tanto ella cómo él eran parte de un grupo sexual de más de cincuenta personas entre las que se encontraba parte de la familia de Alejandro y que era de cierta forma gobernado por hombres. Realicé mi iniciación en el grupo, tuve mi ceremonia de iniciación de “solo mujeres”, mi ceremonia de iniciación de “solo familia” y finalmente estuve a prueba siendo entrenada por dos mujeres hermanas, Beatriz y Melissa, durante tres meses. Ya habiéndome graduado, hice inicio como la miembro más nueva del grupo y sometiéndome a todos los deseos de sus miembros. El resto del año se dividió entre mis vacaciones de invierno de viaje con Alejandro y mis aventuras con el Grupo.
El año 2010 comenzó relajado. Viaje de vacaciones de verano con Alejandro. Reuniones sexuales cada fin de semana con amigos. Orgías con muchos participantes cada mes con el gran grupo. Lo más destacable, distinto de la normalidad sexual, fue la primera relación sexual animal en estado de ebriedad con Oso, el perro San Bernardo de la familia.
En el año 2011 continuó el sexo en exceso, además de comenzar mi primer pololeo (infidelidad) con alguien externo al Gran Grupo sexual. Lo más destacable del año fue la primera incursión en lo equino.
Habiendo resumido un poco los años anteriores, comencemos con este año 2012.
Antes de que comenzara marzo y las clases viajé a Santiago para asentarme en donde viviría, junto a mi hermana en un departamento que ella arrendaba en el centro. Avisé de mi llegada una semana antes, pero presentí que ella la olvidaría llegado el día en que me presentara a tocar su puerta. Por fortuna, previniendo esto, mi mamá me dio las llaves del departamento así que, al no recibir respuesta alguna después de llamar al timbre en el departamento, utilicé esa llave y entré. Al cruzar el umbral de la puerta, pude distinguir un aroma que yo bien conocía después de tantos años, el olor del sexo. Después de esa impresión inicial, entré con mi maleta y bolsos, para escuchar el sonido de la carne golpeando contra la carne y los gemidos que reconocí como los de mi hermana. No me atreví a llamar su nombre y cerré la puerta principal lo más cuidadosamente posible para no alertarla de mi llegada, mucho menos de mi intrusión.
Lentamente me acerqué al origen de esos sonidos y caminé por un angosto pasillo que terminaba en una habitación. Al asomarme con cuidado, vi a la pareja que producía esos sonidos. Eran mi hermana y su pareja, ambos desnudos, ella estaba sobre él subiendo y bajando sus caderas mientras que se besaban y él la penetraba. Por fortuna estaban en una posición en que ninguno pudo verme, lo que me permitió observarlos con mayor confianza. Los miré unos segundos antes de que, movida por mi propia perversión, se me ocurriera tomar mi teléfono celular y grabar el acto sexual de mi hermana. Y así lo hice, durante poco más de cuatro minutos grabé el fuerte y repetitivo acto de mi hermana montando a su pareja.
Rápido guardé el teléfono y mi perversión me hizo tener otra idea. Con una mano me sujeté del marco de la puerta en el que me apoyaba mientras espiaba y la otra mano fue la encargada de desabrochar el botón de mis jeans, bajar a la mitad el cierre de mi pantalón y proceder a darme placer. En el más puro acto voyerista me masturbé de pie ahí mientras los miraba. Lo primero que mis dedos encontraron fue la profusa humedad producto de la excitación frente a la escena que presencié, me valí de esa humedad para mojar mis dedos y frotar mi hinchado clítoris. Continué mirando el mismo acto que ya había visto antes, nada nuevo, hasta que ese hombre dejó de agarrar las caderas de mi hermana y estiró un brazo sobre el culo de ella y con la otra mano libre que tenía agarró esta muñeca, de esta manera tuvo un agarre muy firme de ella para lo que vino a continuación. Sin aviso alguno vi cómo levantó sus caderas hacia arriba en la cama mientras con el agarre que tenía de ella la llevó contra su cuerpo, en ese momento noté un par de enormes testículos que salieron al juego y golpearon el enorme culo de mi hermana, justo en medio de sus glúteos, en su ano. Me pareció excitante y sorprendente. Ese par de testículos eran sin duda los más grandes que había visto en mi vida, comparables en tamaño a dos pelotas de tenis. El colocó cada pie en cada extremo inferior de la cama, para darse estabilidad y comenzó a embestirla.
Era impresionante verlos tener sexo desde ese ángulo, ambos sin notar mi presencia, pero por sobre todo excitante. Eso fue lo que potenció mi masturbación furtiva. Nicole también cambió su reacción ante las embestidas de su pareja. Bajó la cabeza para apoyarla en el hombre de él, mientras gemía como una desquiciada, como si estuvieran solos en el mundo y nadie pudiera escucharlos a través de las paredes. Ese fuerte, excitante y rápido movimiento continuó durante unos minutos hasta que no pude soportar verlos sin dejar escapar un ligero suspiro. Me llevé la mano a la boca para callarme y al ver que no se detuvieron ni cambiaron su ritmo, seguí mi masturbación. Recorrí mis labios hasta entrar con dos dedos en mi sexo y comenzar la penetración. No duré mucho así ante el espectáculo que tenía frente a mí, de a poco fui descendiendo apoyada en el marco de la puerta. Mi orgasmo llegó, lento, fuerte y prolongado, mandando espasmos a mis piernas mientras que mis rodillas lentamente tocaban el suelo y mi vista estaba a nivel del culo de mi hermana expuesto mientras que su pareja entraba sin piedad en su sexo.
A mitad del orgasmo perdí el equilibrio y caí sobre mi culo, a la vez que aplasté contra mí la mano que se encontraba penetrandome y, por ende, llevando esa penetración más dentro mío. Esta estimulación imprevista y accidental afectó mi orgasmo y caí de espalda sobre el piso, sin hacer mucho ruido, pero demasiado extasiada para percatarme de la pareja que se encontraba teniendo sexo a un metro de mí. Cuando volví en mis sentidos continué escuchando la música que generaban la serie de golpes que mi cuñado daba con su pelvis contra mi hermana y los gemidos que ella dejaba salir, de manera quizás exagerada, o eso quería creer yo. ¿Cómo podía ser que esa hermana tan cartucha en casa de mis papás fuera a ser la mujer que estaba siendo utilizada de esa forma en ese momento?
No parecieron percatarse de mi presencia, como cada vez que me atemorizó que me descubrieran. Me giré en mi lugar y al levantar la cabeza para verlos me encontré nuevamente a la altura del culo de mi hermana, pero esta vez tuve la suerte de mirarlos en el momento del clímax que ambos compartieron. Los gemidos de ambos se mezclaron mientras que pude ver sus espasmos hacerlos chocar brevemente. Fueron orgasmos prolongados antes de que ella se dejara caer sobre él con todo su peso. Me senté en silencio a mirarlos y vi el ano de mi hermana contraerse y soltarse, mientras que aún tenía a su pololo dentro de su sexo, y grande era él por lo que pude ver. Mientras ambos recuperaban el aliento, desde mi privilegiada posición pude ver el semen escurrir desde dentro de ella hasta caer en él, mientras que el pene de él no perdía tamaño dentro de ella. Al no ver más movimiento de ellos decidí retirarme silenciosamente para evitar que me vieran en caso de que salieran de la habitación. Llegué a la habitación principal cuando escuché que nuevamente comenzaron a tener sexo, los cuerpos volvían a escucharse chocar y mi hermana volvía a gemir extasiada.
Aproveché de esta nueva mezcla de sonidos para tapar mi salida del departamento con mi maleta y esperar sentada en la escalera de emergencia, que se encontraba junto al departamento, que terminaran. Estuve sentada ahí casi una hora cuando escuché el sonido de un rociador en spray dentro del departamento, lo que creí que era un desodorante en spray para enmascarar el olor a lo que seguramente fueron varias horas de sexo. Para estar más segura, esperé otros quince minutos hasta que escuché abrirse y cerrarse la puerta de este departamento, rápido me apresuré al departamento y toqué el timbre como lo había hecho antes ese día. Mi hermana salió a recibirme, muy sorprendida de verme ahí y me dio a entender que había olvidado que yo llegaría ese día. Seguramente creyó que era coincidencia que yo llegara poco después de que su pareja abandonara el departamento. No le comenté sobre las cosas que vi y oí y fingí que había llegado al edificio en ese momento.
Esa fue la primera vez que pensé en mi hermana como un ser sexual, seguramente sabía que muchos hombres la veían así debido a las generosas proporciones de su anatomía, pero para mí nunca fue más que un desperdicio de culo perfecto que había sido mejor utilizado en una persona que disfrutara tanto de provocar o tentar como yo. Esa fue la primera vez que vi a mi hermana o a su pareja tener sexo, pero estuvo muy lejos de ser la última.