20 minutos de gloria ?
Tan solo veinte minutos fueron suficientes, para sentirme desde entonces diferente.
Hola, me llamo Jacinto. Soy un joven de 28 años bien parecido, que desde siempre me he considerado muy hetero. Me gustan un montón las mujeres y la verdad es que a lo largo de mi vida he salido ya con unas cuantas. Tengo muchos amigos y de todas las tendencias, entre los cuales hay algunos gays, al igual que lesbianas, ya que mi mente en ese aspecto siempre ha sido muy liberal, además suelo ser bastante respetuoso con todas las personas.
Mi vida transcurre de lo más normal. Siempre de casa al trabajo y del trabajo a casa, menos los fines de semana que suelo salir de fiesta. En este de ahora hemos quedado varios amigos y amigas para ir de copas por ahí o a alguna discoteca.
Una vez nos hemos reunido todos, decidimos ir por ahí. Después nos metimos en un bar musical, en el cual entre risas y bromas, pudimos estar hablando de todo un poco. Luego nos fuimos a bailar hasta bien tarde y al final, como en otras ocasiones, nos despedimos todos de todos y cada uno nos fuimos por nuestro lado. En esta ocasión se vinieron conmigo dos amigos más, puesto que los tres íbamos hacia el mismo lado.
Durante el camino, a uno de ellos, que por cierto era gay, se le ocurrió que podíamos ir a tomarnos una última copa en algún bar que estuviese abierto por allí, a lo que el otro le contestó que por su parte no, ya que creía que por ese día ya había bebido bastante, así que se despidió de nosotros y al final se cogió un taxi, deseándonos que nos lo pasásemos muy bien. Entonces nos quedamos los dos solos y sin saber qué hacer.
Aunque yo también estaba ya muy mareado, por no querer defraudarlo le dije que sí. Pero el problema era que por allí estaba todo cerrado a esa hora, así que tuvimos que seguir buscando por aquellas calles, y en una de ellas se encontró con una amiga suya (la cual tenía pinta de ser lesbiana) y se pusieron a hablar bastante entre ellos. Yo me quedé un poco al margen hasta que me la presentó. Entonces los tres entablamos ya una conversación más fluida y le comentamos la idea que teníamos de ir a tomar nuestra última copa. Ella entonces nos dijo que ahora se iba a un bar que conocía por allí cerca y que si queríamos podíamos ir con ella, a lo que los dos le contestamos que de acuerdo, ya que al no haber encontrado nada abierto por allí eso nos iría bien. Así que dicho eso, nos encaminamos hacia dicho lugar.
Una vez llegamos vi que había mucha gente ante aquella puerta toda iluminada con luces de neón, y al entrar pude comprobar que el ambiente que allí se respiraba era un poco raro, aunque no dije nada. Aquello se componía de una gran sala de bar, toda llena de gente y de luces sicodélicas, que al fondo tenía una pequeña pista de baile, en la cual sonaba una música romántica, bajo una luz muy tenue e insinuante.
Entonces nos fuimos hacia la barra y nos pedimos la que sería nuestra última copa. Ellos dos no paraban de hablar de sus cosas y yo, desde aquél sitio privilegiado que me había tocad en suerte, fui mirando a toda aquella gente en general. Por lo que fui deduciendo, aquél lugar era una especie de bar musical, pero frecuentado mayoritariamente por gays y lesbianas, ya que casi todo el personal eran parejas de tíos y de tías, y los pocos que habían sueltos iban echándome unas miraditas que me estaban dejando ya hasta cortado.
Después de aquella última copa vinieron otras tantas más, y yo para no aburrirme, continuaba mirándolos a todos, ya que ellos dos seguían hablando entre sí de sus rollos. Lo que más me sorprendía de todo aquel mundillo, era la naturalidad con la que hacían todas las cosas, como si aquello fuese lo más normal del mundo. En el fondo creo que allí lo que no era normal, era ser un hetero como yo, y estar en aquel ambiente para no hacer nada. Entonces de tanto beber y beber, me fueron entrando unas irrefrenables ganas de mear, por lo que al final tuve que preguntarle a uno de los camareros donde se encontraban los lavabos. Una vez me lo dijo y no aguantándome más, se lo comuniqué a mis dos acompañantes y me dirigí hacia allá.
Al entrar vi a un hombre recostado sobre la pared al lado de los urinarios, el cual me echó una mirada penetrante de arriba abajo, aunque no me dijo nada. Entonces yo me metí rápido en una de aquellas cabinas prefabricadas y cerré la puerta para poder vaciarme cuanto antes.
Durante el tiempo que duró mi micción, escuché que entraba en los lavabos otra persona. Luego oí como si hablasen dos personas en voz baja, y yo preso ya de la curiosidad y sin hacer mucho ruido, me puse a mirar por debajo de la puerta ya que no llegaba hasta el suelo, y así pude llegar a ver como alguien se arrodillaba frente a la pared en la cual estaba aquél individuo que vi al entrar. A continuación empezaron a oírse una serie de gemidos muy sensuales, los cuales me hicieron pensar que tal vez alguien se la estaba chupando a aquel tío. Si era así o no, la verdad es que no lo sabía, lo que sí sabía es que mi polla después de ver tantos movimientos raros y de escuchar tantos gemidos, empezó a crecer como una loca y aquello ya no había manera de pararlo. Así que una vez que acabaron y pude comprobar que allí podía ocurrir de todo, además de lo caliente que ya estaba, salí de la cabina y me fui directo hacia uno de los urinarios que habían en la pared, sacándome a continuación como pude la polla del pantalón, ya que estaba muy tiesa y gorda, y me puse a hacer como que meaba a ver qué pasaba y mientras tanto me la empecé a menear un poco. Entonces cuando más animado estaba, entró un joven de aspecto vigoroso, y poniéndose en el urinario de al lado, empezó a sacarse la polla muy lentamente y sin dejar de mirar descaradamente hacia mi lado por si me podía ver algo. A continuación se la sacó del pantalón, y como no se había acercado demasiado a la pared quizás a propósito, pude vérsela toda. La tenía bastante grande aunque en ese momento estaba flácida, no como yo, que la tenía más tiesa y dura que un tronco. Por eso en aquel instante me sentí muy poderoso ante él con todo aquello entre mis manos e intenté sacar mi lado de macho (sin pensar en las consecuencias que aquello podría ocasionar) y presumir de ella, separándome un poco más de la pared disimuladamente, para que aquel joven pudiese vérmela al completo. Y ya lo creo que la vio, puesto que enseguida me miró con cara de vicioso e intentó agarrármela con una de sus manos, cosa que yo, alejándome de él muy sorprendido, se lo impedí, aunque seguía con ella fuera del pantalón, puesto que al estar tan tiesa, me era imposible metérmela dentro sin antes bajarme los pantalones. En aquel momento me sentía una persona sub realista total ante aquella situación que estaba viviendo, la cual se había provocado debido a mi morbosa curiosidad. Entonces al ver que no nos había visto nadie, hice como si no hubiese pasado nada y me metí corriendo en una de las últimas cabinas, bajándome ya los pantalones para así poder guardarme por fin, aquella grandísima polla que se me había formado debido a tanta excitación. Pero al no llegar a cerrar la puerta tras de mí, también se coló en ella aquel joven, el cual aún no se había guardado todavía la polla y la llevaba colgando fuera del pantalón, aunque flácida y me cogió la mía desde atrás, empezando a hacerme una soberana paja con una de sus manos, una vez que cerró la puerta con el pestillo. Yo por un lado trataba de resistirme, pero por otro, era tanto el morbo y el placer que todo aquello me estaba proporcionando, que disimuladamente me fui dejando hacer. A continuación él cogió una de mis manos y la llevó rápidamente hasta su flácida polla, la cual al sentir el calor de mi piel, además de los inseguros movimientos que él me hacía hacer, empezó a endurecerse y a crecer enseguida entre mis dedos.
Yo jamás había tocado otra polla que no fuese la mía, por eso era una sensación muy extraña la que estaba sintiendo, aunque no me desagradaba en absoluto. La verdad es que no me podía creer lo que estaba haciendo. Quizás todo fuera debido al alcohol que había bebido, o por lo menos eso quería hacerme creer a mí mismo, pero lo que sí era cierto es que aquella combinación de dar y de recibir, me estaba encantando. Así seguimos los dos durante un rato y cada vez íbamos acelerando más nuestros mutuos movimientos, y ahora ya sin ningún tipo de disimulo, ya que yo me iba dejando hacer y a la vez le iba apretando y moviendo cada vez más a él, aquel pedazo de carne que tanto había ido creciendo entre mi mano. Después intentó darme la vuelta y cuando lo consiguió, se arrodilló ante mí y empezó a hacerme una soberbia mamada. La verdad es que el condenado sabía bien lo que hacía, puesto que con unos cuantos lametones y unas cuantas chupadas profundas que me dio, hizo que me corriera enseguida.
A continuación me invitó a que yo le hiciera lo mismo a él, cosa que de haber estado normal y sin aquella calentura añadida dentro de mi cuerpo, jamás hubiese aceptado, pero en aquel preciso instante me habría comido cualquier cosa que me hubiesen ofrecido, tirando así por los suelos aquel estereotipo de hetero que tenía de toda la vida. Así que aunque eso no lo había hecho nunca, me arrodillé ante él poniendo mis manos sobre sus nalgas y me fui metiendo poco a poco hasta la garganta toda aquella polla, empezando a bombear después una y otra vez en mi boca como un loco. Entonces él cuando notó que ya se la había puesto bastante dura, me la quitó de la boca y dándome otra vez la vuelta, me empotró contra aquella pared prefabricada y separándome las piernas con sus pies como si me fuese a cachear, me bajó de golpe el slip y empezó a restregarme su polla entre la raja de mis nalgas. Aquella sensación también era nueva para mí, pero no me disgustaba para nada y en el fondo quería seguir probando cosas nuevas. Lo que quizás sí echaba en falta en todo aquello, era un poco más de delicadeza y de sensualidad en todo lo que iba sucediendo pero el morbo de aquella situación era inmenso. A continuación, tal vez por la inercia, yo mismo me iba separando las nalgas para de esa forma, facilitarle mejor su faena.
Entonces volvió a arrodillarse tras de mí y con su lengua empezó a lamerme las nalgas, así como también la aureola del culo. Luego siguió haciéndome con ella unos pequeños círculos alrededor de mi negro orificio, intentando también de vez en cuando, introducir en él la punta de su afilada lengua y después algún que otro dedo, cosa que me estaba llevando a la gloria al sentir un placer inexplicable y desconocido para mí hasta ese momento. Después tuve la sensación de que de aquel pequeño habitáculo no me iba a poder escapar sin ser enculado (aunque tampoco lo intentaba ) y más aún cuando él desde atrás, me cogió por la cintura y arqueándome un poco el cuerpo hacia atrás, me puso aquella palpitante polla en la entrada de mi culo, el cual ya se había encargado de lubricar bien con su saliva, y empezó a pinchar en ella y a presionar como pidiendo entrar. En ese momento yo me asusté un poco puesto que eso no me lo habían hecho nunca y pensaba que sería muy doloroso al ser primerizo, pero se ve que él ya con su lengua y sus dedos, se había encargado de dilatármelo bien y en unos segundos logró meterme toda la cabeza, y a continuación poco a poco y tras unos leves quejidos por mi parte, todo el resto de aquella larga y gruesa polla que tenía, la cual fui sintiendo entrar en mi virginal culo, centímetro a centímetro, hasta notar como sus huevos chocaban una y otra vez contra mis nalgas.
Todo aquel dolor del principio se fue convirtiendo a continuación en un placer inmenso, el cual hacía que saliesen de mi boca unos gemidos de gusto aún mayores a los que había escuchado anteriormente detrás de la puerta de la cabina y que tanto me habían llegado a calentar. Yo ya estaba entregado por completo a aquel desconocido e incluso le separaba mis nalgas cada vez más, para que me penetrase más profundamente. Después tras las palpitaciones que le noté en su polla me di cuenta de que el final estaba ya muy cerca, por lo que le pedí que por favor no se corriese dentro. Entonces al llegar el gran momento de su orgasmo me la sacó del culo y descargó toda su leche caliente y viscosa sobre mis nalgas. A continuación, como yo me había estado pajeando también durante todo ese rato, aceleré mis movimientos en mi polla y me corrí de nuevo como un poseso, dejándome toda la mano llena de mi propia leche.
Una vez acabamos los dos, aquel vigoroso joven abrió la puerta de la cabina y sin mediar palabra se marchó. Entonces yo me quedé allí tratando de reponerme tanto física como psíquicamente de toda aquella alucinante odisea que había vivido, la cual se había producido en tan solo unos veinte minutos. Después pensé en mis amigos, los cuales debían de estar ya muy preocupados por mí, así que me decidí a salir de allí cuanto antes y sin que me vieran mucho. Al hacerlo me dirigí hacia el lugar donde los había dejado, pero al llegar vi que cada uno tenía ya su ligue correspondiente, por lo que al no decirme nada al respecto, tan solo les comenté que yo ya me iba a marchar. En eso que los dos me dijeron que de acuerdo, pero que tuviese mucho cuidado ya que en aquel lugar iban todos muy a la caza de los heteros, tal vez debido al morbo que eso les debía de proporcionar, a lo que yo les contesté que por mí no se preocupasen ya que desde siempre había sido muy fiel a mis tendencias sexuales y a mis principios básicos, y así iba a seguir hasta el final, cosa que desde ese momento ya no me lo creía ni yo, después de todo lo que me había pasado allí.
A continuación me despedí de ellos y al salir del local quise comprobar la hora que era y a la vez también el día, ya que me encontraba un poco aturdido. Entonces por un momento no pude contenerme una leve sonrisa en mi cara, ya que al comprobar realmente qué día era… ¡ Vi que era el 25 ¡… Entonces me quedé algo más tranquilo, puesto que le podía echar las culpas de todo lo ocurrido a esa rima tan popular que dice… ¡ El 25 ¡… ¡ Por el culo te la hinco ¡
FIN