(2) Soy pobre, pero muy rica.
El padre Rufino se aprovecha de mí y me manosea las nalgas delante de la gente... por fin ando de fisgona y puedo ver a mi amiga con su amante hacer cosas que mi virginidad no me lo permiten.
(2) SOY POBRE, PERO MUY RICA.
El padre se subió el pantalón como pudo y yo me metí bajo las sábanas.
RUFINO: ¡Clara! ¡¿Qué haces aquí?!
CLARA: Vengo a vigilarlo, desde ayer que conocí a Minga, supe que usted le iba a hacer algo, por eso estoy aquí.
RUFINO: No le estaba haciendo nada, fue ella la que se desnudó ¿No te das cuenta?
CLARA: Ay, papa, a otro perro con ese hueso.
RUFINO: No me llames así que no soy tu padre.
CLARA: Yo tampoco lo quería creer hasta que le vi ese lunar azul en forma de óvalo que tiene en la pierna izquierda, mire, yo lo tengo igual.
RUFINO: Pues ha de ser casualidad, yo ni siquiera conocí a tu mamá.
CLARA: Dicen por ahí que usted la mandó a matar, que no quería tener una hija, pero mi mamá se escapó, cuando volvió al pueblo, yo tenía dos añitos… ¡no me haga hablar!... y que por eso usted me dio trabajo en la parroquia, porque le remordía la conciencia.
RUFINO: Deja de decir estupideces y vete, que tengo que terminar unos asuntos con esta muchacha.
YO: No se vaya, por favor, Clara.
CLARA: No tenga pena, Minga, que a mí no me va a hacer nada porque él sabe que soy su hija.
RUFINO: ¡Esto no se va a quedar así!
CLARA: ¡¿Qué?! ¿También nos va a mandar a matar?
El padre Rufino salió iracundo, me puse a llorar con Clara, ella me dijo que yo era muy bonita y que tenía una figura sinuosa, me preguntó de dónde era y le dije que de Zacapa, ella dijo que las orientales somos rubias, blancas y muy lindas, en cambio las de Antigua son chaparritas, y encima ella era gordita y con rasgos indígenas… esa noche dormimos juntas, abrazadas, como consolándonos cada una por sus males.
En la semana anterior a la inauguración oficial de la comunidad, el padre Rufino ni me volteaba a ver, lo cual me provocó un inmenso alivio, mi amistad con Clara se fue afianzando.
La obra casi estaba terminada, el sábado a las tres de la tarde sería la inauguración, Clara me llevó a conocer Antigua Guatemala, es una ciudad colonial preciosa, el viernes mí amiga me llegó a regalar ropa de una su prima que tenía mi misma talla, por fin iba a dejar mis andrajos por un lado, lo único malo es que seguía con un solo calzón, me lo quitaba en la noche, lo lavaba y al día siguiente me lo ponía mojado, hasta catarro me dio.
El día había llegado, llegaron unos señores a poner un rótulo en la entrada que decía: “SAN BENITO” y abajo se leía en letras más pequeñas: obediencia, pobreza y castidad. Unos trabajadores fueron poniendo muchas sillas frente al edificio y una mesa muy bien decorada con sillas altas y un micrófono, después de almuerzo fueron llegando los invitados, estaba Monseñor, unos militares, el alcalde de Antigua y otras personalidades que no conocía, hasta el vicepresidente llegó. Un señor tomó el micrófono y dio la bienvenida, se oyeron las notas del himno nacional y luego se escuchó una canción muy bonita que todos cantaban a coro, yo busqué con la mirada a Clara para que me contara que significaba esa canción.
Yo estaba ubicada atrás de la última fila de sillas y atrás de mí había mucha gente cuando de pronto escucho en mi oído:
RUFINO: Es el himno a San Benito.
YO: (Susurrando) Padre Rufino, me asustó, No se me pegue tanto.
RUFINO: ¿Qué? ¿Piensas armar un escándalo en la inauguración del monacato de San Benito?
YO: No, pero no me ponga su cosa ahí, padre por favor.
RUFINO: Cállate, infeliz y mueve ese sucio culo que Dios te dio.
Por más esfuerzos que hice el padre se pasó frotando su cosa entre mis nalgas, no sabía que hacer… de pronto el señor del micrófono presentó al Abad, y a cuatro muchachos, que en compañía del resto de monjes mayores, habitarían la granja.
RUFINO: Los diez señores que ves ahí son mojes, el más anciano es el Abad. Esos cuatro muchachos son postulantes, luego de un tiempo serán novicios y si el Abad los aprueba pasaran a ser monjes.
YO: Gracias por la información padre, pero deje se sobarme las nalgas.
RUFINO: Cállate, perra pecadora, que bien que te gusta.
Yo iba a contestarle cuando se separó de mí, Clara estaba a mi lado, le agradecí su solidaridad… al final de la tarde todo volvió a la normalidad, mi chocita se había convertido en un pequeño apartamento con baño privado y agua caliente, de pronto oí el ladrido de un perro, salí a ver y venía con uno de los postulantes, era un muchacho muy joven, me dijo que se llamaba Mario y su perro Firulais, era un perro muy cariñoso, pastor alemán, me acompañaron al río a sacar agua para darle a las bestias, me contó que tenía 22 años y que su mamá lo había enviado al monacato en contra de su voluntad, ella quería que fuera monje, como su padre:
YO: Pero los monjes no pueden tener hijos ¿O sí?
MARIO: Ese es el problema, que mi mamá tuvo tres hijos con mi papá siendo monje, ella sabía que eso estaba mal, pero ahora quiere que yo lo sea, como para disculpar su pecado… yo no quiero privarme del sexo, quiero tener una esposa e hijos, pero sin hacer lo que hizo mi papá.
YO: Te entiendo ¿Te puedo tratar de tú?
MARIO: Sí, por favor, nunca creí encontrarme en el monacato una niña tan bonita.
YO: Este es tu primer día y ya andas de coqueto.
MARIO: Perdona, no lo puedo evitar, eres muy linda y esos hoyuelos en las mejillas están para comértelos.
YO: ¿Ya leíste el rótulo? Obediencia, pobreza y CASTIDAD.
MARIO: Por eso no quería venir, pero mi mamá es muy manipuladora y me convenció, de todos modos, si no me gusta, me puedo ir.
YO: No sabía.
MARIO: Sí, los cuatro postulantes podemos hacerlo, ahora cuando uno ya es monje, es para toda la vida… ¿Tienes novio?
YO: No, solo he tenido dos, pero de manita sudada.
MARIO: Perdona que te lo pregunte, ¿Eres virgen?
YO: Que preguntas son esas… sí, lo soy ¿Y tú?
MARIO: No, tenía una novia en Quiché y mi mamá nos encontró en plena acción y por eso me mandó a San Benito.
YO: Ha de ser horrible que tu mamá te vea haciendo esas cosas.
MARIO: ¿Y tú no hacías cositas con tus novios?
YO: No, Dios me guarde, mi segundo novio una vez me tocó los pechos y lo mandé a volar.
MARIO: Has de besar rico.
YO: Eso decía mi novio.
En eso aparecieron los otros tres muchachos, dos de ellos solo sacaron agua del río en silencio y se fueron, el otro se subió a una árbol a cortar guayabas, yo fui a darles agua a los animalitos y Mario entró a la capilla, lo bonito fue que Firulais se quedó conmigo, de pronto escuché un ¡Ay!, era el otro muchacho que se había caído del árbol, lo extraño es que nadie fue en su auxilio, así que fui a ayudarlo, se había doblado el tobillo y como yo no podía entrar al edificio lo llevé a mi cama, me sorprendió que no hablara, ni me viera a los ojos, le quité el zapato y el calcetín y le moví el pie, me di cuenta que solo era un doblón:
YO: ¿Te duele?
JULIÁN: Un poquito, pero ya va pasando, gracias.
YO: ¿Cómo te llamas?
JULIÁN: Julián, gracias por ayudarme, tú eres Minga ¿Verdad?
YO: ¿Cómo lo sabes?
JULIAN: El padre Rufino nos dijo que tú trabajabas aquí.
YO: Ah… ¿Por qué eres tan tímido?
JULIÁN: Es que no sé cómo tratar a las mujeres como tú.
YO: Igual, cómo tratas a todo el mundo.
JULIÁN: No es lo mismo… me pone nervioso verte a los ojos, me sudan las manos y tartajeo.
YO: ¿Yo te pongo nervioso?
JULIÁN: Sí, no me pasa con todas las chicas, pero tú eres muy bonita.
YO: Gracias.
JULIAN: Y me dijeron que debo alejarme de la tentación.
YO: Claro, por lo de la abstinencia… pero no te preocupes, yo soy virgen.
JULIÁN: Yo también, por eso no debo estar en tu cama. Le debo dedicar mi vida a Dios.
YO: (Río) ¿Crees que te voy a hacer algo?
JULIAN: No, pero… no es lo correcto… ¿puedes abrocharte la blusa por favor?
YO: Si no se me ve nada, si me abrocho el último botón me ahogo.
JULIAN: Perdóname, pero es que estoy muy incómodo.
YO: Ya me di cuenta. ¿Yo provoqué eso?
JULIÁN: Perdóname otra vez, es que no puedo evitarlo… me pasa siempre que estoy cerca de una mujer y no sé qué hacer.
YO: Tampoco es para que te pongas colorado, creo que es normal que a todos los hombres les pase.
JULIÁN: ¿Sabes cómo puedo evitarlo?
YO: No… creo que lo mejor es que no me veas.
JULIÁN: Eso creo… pero…
YO: ¿Pero, qué?
JULIÁN: Nada, me ayudas a levantarme.
Cuando lo levanté su cara quedó muy cerca de la mía, nos quedamos así por unos instantes que a mí me parecieron eternos, estoy segura que sin querer toco mi nalga derecha, me pidió mil perdones y de los nervios volvió a caer a la cama llevándome con él, pude sentir su enorme erección en mi cosita, fueron unos instantes, pero la verdad me gustó tanto que me hubiera gustado que fueran eternos, era la primera vez en mi vida que sentía agüita en medio de mis piernas… me levanté de un brinco y tuve más precaución al levantarlo de nuevo, el pobre parecía un tomate, lo vi alejarse renqueando, Firulais se me enredó entre las piernas moviendo la cola, era indudable que tenía un amigo.
Por la noche llegó Clara con mi cena, le pregunté por la cena de los monjes y me dijo que el padre Rufino le había dicho que ellos se cocinaban, hacían la limpieza del monacato y que yo tendría menos trabajo porque ellos también se encargarían de los animalitos.
YO: ¿Entonces me voy a quedar sin trabajo?
CLARA: No sé, creo que de momento serás algo así como la guardiana, pero no estoy segura… te tengo que contar una cosa emocionante… fíjate que hay un muchacho que me gusta.
YO: ¿Quién? Es de la Antigua.
CLARA: No… por eso es emocionante… es de aquí.
YO: ¡Clara! No te pueden gustar los postulantes ¿Quién es? ¿Julián?
CLARA: No, Mario, fíjate que él me ayudó a entrar las refacciones hoy en la tarde, me dijo que le gustaba, se portó muy atento conmigo.
YO: ¡A mí me dijo lo mismo! Ten cuidado, amiga, te puedes meter en un problema.
CLARA: ¿Te dijo lo mismo?... yo creí que le gustaba de verdad… ¿Y por qué pensaste que era Julián? He picarona ¿Te gusta?
YO: No está mal, pero es muy tímido y además es virgen y no quiere nada conmigo, me dijo que le va a dedicar su vida a Dios.
CLARA: Esos son los peores, sino mira a mi papá… pues fíjate que Mario me dijo que si podía escaparse me vería hoy en la noche, tú tienes que vigilar que no nos vea nadie.
YO: Ay, Clara, esto no me huele nada bien… ¿Y si te besa?
CLARA: Ojalá… y mejor si se atreve a más.
YO: ¿No eres virgen?
CLARA: Tengo 24 años, ni que fuera pendeja, ¡Claro que no! Ya mi cuerpecito sabe lo que es tener un orgasmo, bueno no uno, varios.
YO: ¿Cuántos novios has tenido?
CLARA: Como se nota que vienes de la montaña… tuve cinco novios, pero ahora son amantes porque me acuesto con ellos.
YO: ¡¿Con ellos? ¿Cuántos son?!
CLARA: Hasta la fecha he cogido con 11 hombres y espero que hoy sea el doce, dicen que por docena son más baratos (ríe)
YO: Que bárbara… ¿Y qué se siente? ¿Te dolió la primera vez?
CLARA: Se siente rico, te dan ganas de volverlo a hacerlo, si por mí fuera me pasaría cogiendo todo el día… la primera vez duele un poquito pero no es para tanto, cuando te quitan el virgo viene el placer, deberías probar, vas a ver que no te vas a arrepentir.
YO: Pues probaré algún día, yo quiero casarme y tener muchos hijos.
CLARA: Yo también, pero antes hay que darle gusto al cuerpo.
Nos quedamos hablando de sexo toda la noche, la agüita entre mis piernas volvió a aparecer, me dio vergüenza preguntarle a Clara si a ella le pasaba lo mismo, total nos quedamos dormidas y Mario nunca se presentó.
Cuando me levanté, Clara ya no estaba, me di cuenta que había olvidado lavar mi calzón, así que lo hice y lo puse a sacar cerca de la ventana, después de bañarme me vestí sin calzón, salí de mi cuarto y entonces vi como todos los monjes y los postulantes salían en fila hacia la capilla sin voltear a verme, solo Julián me vio unos instantes y bajó la mirada, Mario me saludó con una sonrisa moviendo solo los dedos de su mano, pegada a su pierna, luego oí rezos y cantos, Clara llegó con mi desayuno, le dije que si solo iba por el mío, yo podía hacérmelo, me dijo que yo era su pretexto para ver a Mario y me enseñó su conversación por WhatsApp:
CLARA: Anoche me quedé esperándolo.
MARIO: No pude salir… porque…
CLARA: ¿Por qué? Se quedó orando.
MARIO: Eso debería hacer pero anduve de fisgón.
CLARA: ¿Y por eso me dejó plantada?
MARIO: Yo creo que voy a abandonar el monacato.
CLARA: ¿Por qué? ¿No le gusta la palabra de Dios? No sea pirujo.
MARIO: No es eso, lo que vi no se lo puedo contar.
CLARA: Tan malo, y yo tan curiosa que soy… pero entonces yo tampoco le voy a contar que le iba dar anoche.
MARIO: Va, primero dígame que me iba a dar y yo le cuento a la noche.
CLARA: Le iba a dar algo muy rico.
MARIO: Si es lo que me imagino, démelas hoy en la noche.
CLARA: ¿Cómo que démelas?
MARIO: Usted me dijo que era algo rico y sus nalgas se ven muy ricas.
CLARA: Lo mismo le dijo a Minga, usted es igual que todos los hombres.
MARIO: Mire, Clara, a mí no me gusta decir mentiras, es cierto que Minga se cae de buena, pero es virgen e inexperta… en cambio usted me contó que ya probó el sexo.
CLARA: ¿Entonces solo por eso se quiere acostar conmigo?
MARIO: No, Clara, de verdad usted me gusta.
CLARA: Ya veremos a la noche… pero primero me cuenta lo que vio.
MARIO: Va, la tengo que dejar porque es prohibido tener teléfono celular, besos… donde quiera ponérselos.
CLARA: Ya me puso roja, adiós, hasta la noche, lo espero en el cuarto de Minga.
YO: ¿Cómo así que en mi cuarto?
CLARA: ¿Y dónde quieres que me lo coja si no es tu cama?
YO: No, Clara, eso sí que no, me pueden echar del trabajo y es todo lo que tengo.
CLARA: Te tengo una propuesta… mira… tú te escondes en el baño y nos miras coger… ¿Te gustaría?
YO: ¡No! Yo nunca he visto a la gente hacer esas cosas, solo a los animales, ¿Tú ya viste?
CLARA: Sí y es bien rico, con mi prima, la que te mandó la ropa, nos hemos metido a su cuarto cada una con su amante y nos hemos visto coger, no sabes lo rico que se siente… no lo dudes… te va a gustar…
YO: Va, está bueno… espero no arrepentirme… ¿Y no te da vergüenza que te mire desnuda?
CLARA: Para nada, a mí me gusta que me miren… gracias, Minga… y si te animas, te lo presto para que te coja a ti también.
MINGA: ¡Dios me guarde y Dios me ampare! ¡¡NO!! Eso jamás.
CLARA: Como tú quieras… nos vemos al rato.
Y se despidió moviéndose como una cualquiera, esta Clara es tremenda, pensé. Durante el día no pasó nada digno de contar, yo estaba ansiosa porque llegara la noche, al final de la tarde apareció Clara con una minifalda que se le miraba todo, se metió a mi cuarto a maquillarse, parecía mujerzuela, pero ella me dijo que así le gustaba más a los hombres, a la hora convenida, yo me metí al baño. De pronto tocaron la puerta:
MARIO: Clara, ábrame, soy yo, Mario.
CLARA: Por lo menos es puntual…
MARIO: ¿Y Minga?
CLARA: Le tuve que decir la verdad para que me prestara su cuarto, ha de andar por ahí haciendo tiempo.
MARIO: ¿De verdad?
CLARA: No fíjese, le pedí que se metiera al baño para vernos… claro que es verdad… cuénteme ¿Qué fue lo que vio?
MARIO: Pero que bonita se puso… antes de contarle… por lo menos deme un besito.
CLARA: Ay, tan aprovechado que es… venga pues… (Se besan) ¿Le gustó?
MARIO: Sí, deme otro.
CLARA: No, primero me cuenta o no va a haber de aquellito.
MARIO: Está bueno pues… anoche, yo ya venía para acá… cuando oí unos pujidos en el último cuarto, que es el del Abad, me quedé mirando y el viejo shuco tenía bien trabado a uno de mis compañeros.
CLARA: ¿Cómo así? ¿Se lo estaba cogiendo?
MARIO: Sí, y el muchacho lloraba, no sé porque se dejó, si a mí me quisieran hacer eso, los denuncio… va, ya le conté… ahora démelas, pues…
CLARA: Tan arrebatado que es, primero dígame cosas bonitas…
MARIO: Ay, Clara, le juro que cuando tengamos tiempo lo hago, lo que pasa es que a las diez de la noche el Abad le echa llave a la puerta y va a comprobar que todos estemos adentro.
CLARA: Ya entendí, así que hoy viene al mandado, no al retozo.
MARIO: Perdóneme, pero si no es así, no la puedo ver.
CLARA: Va ¿Y cómo empezamos?
MARIO: Enséñeme su cuerpo… quítesela blusa… Ay, que rica se ve… ahora la falda… ya decía yo que tenía buenas nalgas…
CLARA: Yo también quiero ver, quítese la camisa y el pantalón, así estamos a mano… huy, usted sí que viene bien armado… que cosota se le ve…
MARIO: Ya vio como me tiene… quítese el brasier, pues… que chichotas más ricas, ¿Se las puedo chupar?
CLARA: No, todavía no, quitémonos los dos la ropa al mismo tiempo, así nos vemos desnudos por primera vez.
A mí casi se me salen los ojos cuando vi que Mario se bajó el calzoncillo, tenía una cosa bien parada y muy bonita, no como la del padre Rufino, que parecía moronga… no sé por qué pero metí mis manos bajo mi falda y me toqué mi cosita que estaba bien mojada, como la ropa me estorbaba preferí desnudarme para tocarme más a gusto…
MARIO: ¿Le puedo pedir un favor?
CLARA: Usted pida… yo veré…
MARIO: ¿Chúpemela, por favor?
CLARA: Con lo que me gusta mamar, venga pues, acuéstese en la cama, va a ver cómo le va a gustar.
Ver a Clara cómo se metía el pene de Mario a la boca me dio asco, pero al mismo tiempo curiosidad de que se sentirá meterme una cosa a la boca, mi cosita estaba empapada y yo me frotaba el clítoris, que rico sentía, Clara tenía razón, ver esas cosas era muy rico… en la posición en que estaba Clara, pude notar que ella también tenía muy mojada su cosita, que alivio, entonces eso era normal…
MARIO: Ay, así, Clara, que rico me chupa la verg… el pene…
CLARA: Dígalo, que me encanta oír esa palabra.
MARIO: ¿Le gusta la palabra, verga? Hum, ya me di cuenta que le encanta… que rico me mama la verga… así… tráguesela toda… huy que rico… chúpeme los huevos también… así… que rico lo hace… venga… hagamos un 69… huy, que rica rajadita tiene, toda peludita como a mí me gustan… y que culito más sabroso… le sabe delicioso…
CLARA: Sí, mi amor, así… chúpeme el clítoris así… que rico… ay, Mario, que rico siento como me mete la lengua en mi culo… siga… más… así, que rico… que grande tiene la verga... venga… cójame que ya es tarde y quiero sentirlo adentro…
MARIO: ¿Cómo quiere? ¿De misionero?
CLARA: Misioneros, los monjes.
MARIO: Abra las piernas… ¿Le duele?... Ya se la metí toda… que rica está… que ganas tenía de cogérmela, así… muévase así… que rico mueve el culo…
CLARA: Métamela toda… deme duro, papito rico… así… así me gusta… agárreme las nalgas y ábrame el culo… que bien me coge… más… más… que rica verga tiene…
MARIO: ¿Le gusta? A mí también me gusta cómo coge, se mueve muy rico, tiene la cuca bien calientita, ay, que rico me aprieta…
CLARA: Que rica verga tiene, Mario y bien grandota, siento que me abre toda, más rápido, así, así, más duro, eso, deme verga, papito
MARIO: Ay, Clarita, si no se apura me voy a venir…
CLARA: Véngase si quiere que tomo pastillas… ay… deme duro que yo también me vengo… que rico… púyeme… métamela toda… ya… ya… me vengo… que rico…
MARIO: Yo también me vengo… ay… ya… que rico me estoy viniendo dentro de su cuquita…
No sé qué era eso de “me estoy viniendo” pero yo sentí que se me acalambró el cuerpo, sentí mucho calor y mi cara se puso roja y mi mano quedó toda chorreada, que sensación más deliciosa.
MARIO: ¿Le puedo pedir un último favor?... Deme su calzón para no olvidarme de esta noche…
CLARA: Eso nunca me lo habían pedido, pero lléveselo, tiene olor a mí.
YO: ¡NO, ESE ES MI CALZÓN!
MARIO: ¡Minga, que hace aquí, desnuda!
CONTINUARÁ…
POST SCRIPTUM:
Si llegaron hasta aquí debo adelantarles que a los que les gusta leer sexo depravado, están en la saga correcta.
Estoy muy enojada: porque no me gusta que otros se lleven el crédito de mis relatos, me explico, resulta que una fulana en Face Book se hizo pasar por la autora de ¡Soy enfermera, no puta! Y encima contestaba las consultas de los que la creían la autora, uno de mis lectores la puso en evidencia y ella borraba los mensajes, hasta que Face Book le cerró la página por publicar material indebido.
Pero ahí no termina el plagio, otro de mis lectores me dice que en You Tube oyó ¡Soy enfermera, no puta! Rápidamente hice la investigación y era cierto, otra fulana narraba mis relatos de manera espantosa, con acento extranjero, los ocho capítulos.
Entiendo que la página TODO RELATOS, no puede hacerse responsable de los derechos de autor.
Estoy muy molesta y no sé qué hacer. Hasta me dan ganas de dejar de escribir.
¿A alguien se le ocurre una solución?