(2) por culpa de un trío, perdí a mi marido.
Por consejo de mi amiga Rita, le soy infiel por primera vez a mi marido.
(2) POR CULPA DE UN TRÍO, PERDÍ A MI MARIDO.
YO: ¿Cómo que viene Miguel? ¿Cuándo lo viste? ¿Cómo fue? ¿Qué te dijo? ¿Se vieron en persona o lo contactaste por Facebook?
ANTONIO: Deja de parlotear y mueve ese culo tan rico que tienes… uf… que delicia sentir tus nalgas en mis huevos… ya verás que te va a encantar tener dos vergas para ti solita dándote placer.
YO: Ay… no tan duro… siento que me cago… espérate…
ANTONIO: Nunca le pidas a una verga caliente que se detenga, le entra más furia y goza con el dolor de su puta… obedece, sumisa.
YO: Ay… destróceme el culo si eso es lo que quiere, mi amo… ¿Me amas?... ¿Por qué me quieres entregar a Miguel?... ¿No te dan celos?... ¿Yo no podría verte con otra mujer?...
ANTONIO: Lo de la otra mujer es tema para después… tú querías otro hombre, así que quien mejor que tu primer amante… que rico… ¿te gusta que te nalgueé?
YO: Que no le importe si me gusta o no… nalguéeme hasta dejármelas rojas, ay… deme más duro, mi amo… así… castígueme por puta… ay… ay… que rico siento…
ANTONIO: Nunca me has contado como fue esa primera vez con Miguel.
YO: Es que me da vergüenza, amo.
ANTONIO: ¡Pues te lo ordeno!
YO: Ay, no me jale tan duro del pelo, amo… ay… sí… ¿por qué será que la violencia es tan rica en el sexo?... ay… me duele pero me gusta… así… así… jáleme el cabello como si fueran las crines de un caballo… ay…
ANTONIO: Deja de filosofar y cuéntame cómo te cogió Miguel.
YO: …tenía trece años… ay, así, nalguéeme más duro, amo… ay… así dome a esta su potranca puta… pues… ay… pues fue un viernes santo… justo a las tres de la tarde… fue sin querer, lo juro.
ANTONIO: ¿La cogida o la hora?
YO: La hora, justo cuando murió Jesús… ¡que sacrilegio!... yo tenía mi calzoncito en los tobillos y Miguel estaba atrás de mí… ay, amo, que rica verga tiene… ya me está gustando que me parta el culo… eso lo va a tener que hacer más seguido, que rico.
ANTONIO: Y espérate a probar dos vergas al mismo tiempo… te quiero emputecer… pero cuéntame desde el principio.
YO: Una vez que fuimos de excursión con nuestras familias, Miguel me metió a unos vestidores y me pidió que le enseñara mi cuquita, después de muchos esfuerzos se la enseñé, él se bajó su calzoneta y se sacó la verga, me la puso en medio de las piernas y me besó la boca… ay, siga… así… deme duro, amo… sométame por puta… por haber cogido con Miguel… castígueme, amo… pues… a partir de ese momento nos metíamos mano cada vez que nos veíamos… ay… pasaron como dos meses de pura calentura…
ANTONIO: ¿Se la mamaste?
YO: Nunca, me daba asco… justo en el momento que nuestras familias empezaron el rezo, él me llevó al baño, me bajó el calzón y trató de cogerme… ay… así… deme duro… más… más fuerte…
ANTONIO: ¿Ya había intentado cogerte antes?
YO: Muchas veces pero no me entraba, pero esa tarde me inclinó, yo estaba agarrada del toallero y tal vez por la posición… me desvirgó…
ANTONIO: ¿Lo hicieron otras veces?
YO: Tres veces más, pero nunca llegué al orgasmo, luego Miguel tuvo novia y… ay, amo… que rico… deme duro… me voy a venir… no sabía que se pudieran tener orgasmos por el culo… ay… ya… yaaaaaaaa… queee riiiicooooo… agh…uf… ¡que acabada!...
ANTONIO: Agh… ya… me vengo… ya… que-ri-co-cu-lo-tie-neeeeess… ahhhhh…
Luego de semejante cogida y de haber sido desvirgada por el culo, le pregunté si era verdad que había invitado a Miguel el fin de semana, me dijo que sí, que lo había llamado por teléfono, que le dijo que desde nuestra boda que no nos mirábamos y que lo invitó a cenar el sábado a nuestra casa, le pregunté si le había dicho algo del trío y dijo que no, pero que con las nalgas que me traigo no hay hombre que se resista, le mencioné que creí que no se atrevería, que no lo entendía, ¿Por qué si me amaba me quería hacer puta de otro? Dijo que después del trío nuestra relación iba a ser más caliente con el recuerdo, yo estaba confundida, el plan de Rita había sido un fracaso.
Yo tenía nueve años de no ver a Miguel, me casé a los diez y ocho, todos pensaban que era porque estaba embarazada, nada más alejado de la realidad, Miguel me llevaba dos años, así que ahora tendría veintinueve, ¿Cómo estará? De niño era un mango… ¿Qué sentiría al volver a probar su verga? ¡Y delante de mi marido! ¡Qué horror!… no sé cómo iba a comportarme, estaba nerviosa, hasta diarrea me dio, cómo no sabía que hacer acudí de nuevo a mi confidente:
RITA: ¡No te creo! Así que aceptó hacer el trío… ¿Y ahora qué piensas hacer?
YO: No sé, por eso te busco.
RITA: Déjame pensar…
YO: Por tus pensadas estoy metida en este barullo.
RITA: Cállate, Vero… me dijiste que Antonio no le mencionó nada del trío a Miguel… si él no sabe, aún se puede evitar… has lo posible por rechazar el tema en cuanto tu marido lo saque, hazle ver a Miguel que no te gusta hablar de eso.
YO: No puedo, estoy segura que Antonio se portaría peor conmigo si hago eso, yo le prometí que lo haría y ahora no puedo faltar a mi palabra.
RITA: ¿Tienes el número de teléfono de Miguel? (Asentí) Pues cítalo antes del sábado y habla con él, si fue tu primer hombre, hay la suficiente confianza para contarle todo y que te ayude.
Esa si era una brillante idea, lo llamé y nos vimos en un café muy íntimo, al verlo se me aflojaron las piernas, estaba guapísimo, yo también le gusté mucho, dijo que nunca se olvidará que él fue mi primer hombre y alabó mi cuerpo y mi rostro bello (palabras textuales), le pregunté si estaba casado, tal vez ese hecho evitaría hacer el trío, pero dijo que no, que ni novia tenía, después del tercer café me animé a contarle todo, hasta con la boca abierta era bello, dijo que Antonio estaba loco, que él nunca entregaría a su esposa a otro hombre, que bueno que estábamos de acuerdo, pero que ahora me deseaba con más ganas, le dije que no estaba ahí para eso, que me ayudara, se quedó pensando y luego de un momento dijo que quería volver a acostarse conmigo, como me negué, entonces oí las palabras fatales: -entonces aceptaré la propuesta de tu marido-
YO: Rita, tu plan volvió a fracasar.
RITA: Mi plan era bueno, la culpa la tienen tus nalgas paradas.
YO: Pues no me las puedo quitar… ay, vieras como está de mango, se cae de bueno, el desgraciado.
RITA: ¿Pero qué te dijo? ¿Te va a ayudar?
YO: Todo lo contrario, quería volver a coger conmigo y cómo me negué dijo que entonces aceptará la propuesta de Antonio… no sé qué hacer, Rita, siento que me va a explotar la cabeza.
RITA: ¿Y no has contemplado la idea de acostarte con él? Así evitarías el trío.
YO: No, nunca le he sido infiel a Antonio, no podría verlo a los ojos.
RITA: Pero si de todos modos te va a coger, mejor hazlo a solas.
YO: Gracias, Rita, pero creo que tus ideas cada día me hunden más.
RITA: Yo me lo pensaría dos veces, por lo menos… sino vas a tener que sacrificarte.
YO: Te juro que con Miguel no sería un sacrificio…
RITA: ¿Qué tal tiene la verga?
YO: Pues normalita, pero recuerda que aún era un niño, yo me imagino que le ha de haber crecido, como todo él, ¿te conté que va al gimnasio?, tiene un cuerpo de adonis… y el pelo largo le luce de maravilla, ¿Tú en mi lugar te acostarías con él?
RITA: ¡Que pregunta! Si está tan bueno como dices, no lo dudaría un instante…
YO: Bueno, lo contemplaré.
RITA: Peros eso sí, ponle como condición no hacer el trío.
Otra vez seguí los consejos de mi amiga, lo volví a citar al mismo café y llegó guapísimo, con unos jeans desteñidos, una playera blanca y una chaqueta que hacía juego con los jeans, pero lo que más me excitó fue que no llevaba calcetines, a mí siempre me han parecido unos patanes los hombres que visten así, pero a Miguel todo le lucía, me mojé al verle los pies desnudos enfundados en una zapatillas de gamuza café y con los anteojos obscuros parecía estrella de cine o jugador de foot ball, se parecía mucho a Mario Kempes cuando ganó el mundial en Argentina.
Luego de varios cafés y varias insistencias de que quería acostarse conmigo, por fin le dije que sí, pero le puse dos condiciones, la primera que fuera reservado y la segunda que me ayudara a evitar el trío, en las dos estuvo de acuerdo, bajó su mano y me tocó la pierna por debajo de la mesa, me estremecí al solo contacto de su piel, yo puse mi mano sobre la suya, él lo tomó como un gesto de aprobación, pero lo hice para evitar que su mano subiera, lo intentó varias veces pero lo detuve, tampoco quería ir a la cárcel por actos inmorales en la vía pública.
Luego me propuso ir a un lugar más íntimo, yo le pregunté que a donde me pensaba llevar, dijo que a un motel porque vivía con una amigo y era mejor guardar precauciones, yo estaba de acuerdo, nunca había ido a un motel, me sentía como colegiala en su primera vez, me llevó en su Jeep descapotable, hasta el Jeep iba con su personalidad desaliñada, moderna, preciosa, iba muy nerviosa, tenía miedo de que alguien me reconociera en la calle, así que yo también me puse anteojos obscuros, era como el avestruz que entierra la cabeza para que no la descubran.
Por fin llegamos, entramos a un garaje, habló por el intercomunicador y dijo que debíamos esperar porque estaban limpiando la habitación, no me esperaba que fuera tan difícil la situación, él trató de tocarme pero no lo dejé, para compensarlo le besé los labio y al sentir su cercanía hizo que me palpitara la cuca, los minutos de espera se me hicieron eternos, Miguel empezó a tocarme de nuevo, pero esta vez no lo rechacé, sentí sus manos recorrer mis tetas y los pezones se me erectaron inmediatamente, luego con sus fuertes brazos me brazos me asió a él y en ese momento pude sentir su mano como recorría la redondez de mis nalgas, me metió el dedo índice en medio del pantalón y a pesar de la tela, creo que se dio cuenta que estaba empapada.
Por fin nos autorizaron a entrar, yo feliz lo seguí gradas arriba, pero el protocolo aún no terminaba, por una ventanita pagó y tuvimos que esperar a que le trajeran el vuelto, mientras tanto me metía mano por donde quería, yo estaba ansiosa por tocarle la verga pero no me atrevía, no quería que pensara que era una puta, aunque ya lo era, prefería que siguiera pensando que era aquella chica inocente, la cual le entregó su virginidad, por fin entramos a la habitación ¡Jesús! Había espejos por todos lados, me iba a ver hasta la garganta, él se dio cuenta y me pidió que me tranquilizara, me besó tiernamente y apagó las luces, solo dejó una lamparita del otro lado de la habitación.
YO: Gracias.
MIGUEL: Haré todo lo posible porque esta tarde sea inolvidable para ti.
YO: Otra vez gracias, no importa lo que hagas, de todas maneras va a ser inolvidable, es la primera vez que le soy infiel a mi marido.
MIGUEL: Saca esa palabra de tu diccionario, solo se es infiel cuando hay daños a terceros y esta no será la ocasión.
YO: Otra vez, otra vez, gracias.
MIGUEL: Tu rostro es hermoso, tienes unos rasgos como esculpidos por Miguel Ángel.
YO: Ya no sé qué decirte con tanto halago.
MIGUEL: El halago eres tú para mis ojos.
YO: No me digas que eres poeta.
MIGUEL: La poesía se escribe en tus labios.
YO Ay, Miguel, de verdad que no sé qué decirte.
MIGUEL: No digas nada, con solo respirar tu cuerpo es una sinfonía a la sensualidad.
Ya no recuerdo que tantas cosas bonitas más me dijo, el caso es que logró relajarme, encendió la televisión, yo creí que iba a poner un canal porno, pero no, puso una estación con música jazz, era todo un caballero, luego entró al bañó, yo no sabía qué hacer ahí sola, así que saqué mi teléfono y chatee un rato, en eso me llamó al baño, yo pensé: -ojalá no vaya a ser un pervertido- Oh, sorpresa, había llenado el jacuzzi y estaba lleno de espuma, hasta en eso era especial, se había desnudado solo para que no me sintiera incómoda, me invitó a entrar, al principio no sabía qué hacer, tomé una bata y salí a la habitación, cuando volví, se tapó los ojos como un niño, yo me desnudé y entré al jacuzzi presurosa, me cubrí de espuma y le dije que ya podía destaparse los ojos, ese hombre me estaba conquistando, tenía mucho miedo de enamorarme de él.
Mientras gozábamos de los chorritos y de la espuma hablamos de la familia, nada de sexo, otro acto que agradecí, pero no íbamos a quedarnos ahí hasta convertirnos en criaturas marinas, así que me dijo que era hora de salir, que qué prefería, yo como respuesta me paré delante de él cubierta por la espuma, él tomó la manguera de la ducha y me fue quitando toda la espuma de mi cuerpo, al verme totalmente desnuda dijo:
MIGUEL: Deberían ponerte en un museo para que todo el mundo te admirara, eres una diosa, eres perfecta, tu escultura es una canto a la belleza, la misma Cleopatra sentiría envidia al ver tu desnudez.
YO: Ay, Miguel, no es para tanto, no seas exagerado.
MIGUEL: La humildad en una mujer como tú, riñe con la vanidad de tus formas.
YO: Me siento una idiota aquí parada desnuda frente a ti.
MIGUEL: No digas eso, ¿Quieres que me pare yo también para que seamos dos los idiotas?
YO: No, la idiota solo seré yo, porque tú siempre sabes que decir… pero sí… párate.
Se puso de pie y tome la manguera, empecé por su pecho, ¡Dios! Que pectorales, si él creía que yo era una Diosa, él parecía un Apolo, que cuerpo, Dios mío, luego intencionalmente le bañé las piernas y al desaparecer la espuma aparecieron dos columnas llenas de músculos que me dejaron atónita, le di la vuelta y le bañé la espalda, era la de un guerrero, ancha y fuerte por arriba y una cintura pequeña, pero muy varonil, luego aparecieron ese par de nalgas, juro que eran tan grandes como las mías, por último le bañé el pubís, ¡No lo podía creer! Tenía una verga enorme, cabezona y muy venuda, se me hizo agua la boca y la panocha, por fin nos vimos desnudos, contemplándonos, acariciándonos con la mirada.
Salimos del jacuzzi y me secó como si fuera una bebé, nunca me acarició, solo quería secarme el cuerpo, yo creo que en la humanidad no debe haber otro hombre como Miguel, conectó la secadora y yo la tomé, pero él también sabía secarme el cabello, como lo tenía largo seguramente sabía cómo usarla, cuando estuve totalmente seca, se secó de prisa y me llevó en brazos a la habitación, yo creí que me iba a depositar en la cama, pero me puso de pie y empezamos a bailar casi sin movernos, yo sentía su enorme verga arriba de mi ombligo, en un movimiento inesperado él puso su verga en medio de mis piernas, sentí como su tronco recorría toda la abertura de mi cuquita y salía su cabeza por mis nalgas, me tenía desesperada, quería que me cogiera inmediatamente, pero estaba visto que Miguel era un gran amante, sabía calentarme y se tomaba su tiempo, yo me dejé llevar por su ritmo.
Por fin me llevó a la cama, fue a su chaqueta y sacó una cadenita con un dije que llevaba mi nombre, me lo puso en silencio y me besó tiernamente
MIGUEL: Este regalo es para que te acuerdes siempre de esta tarde, no de mí, de esta tarde.
YO: Imposible no recordarte, me haces sentir como nadie lo ha hecho.
MIGUEL: Soy un mortal a los pies de su Diosa.
YO: Pues esta Diosa quiere amor, quiere guerra, quiero sentirte dentro de mí.
MIGUEL: Si mi Diosa me lo permite, primero hay lugares que mi boca debe probar para gusto de mis labios.
YO: Haz lo que quieras, me tienes rendida, perdida, sometida.
MIGUEL: Esto solo es el preámbulo para conseguir tu hálito de amor.
YO: No puedo más, te necesito.
MIGUEL: Cuanto más grande sea la necesidad, más satisfactorio será tu explosión.
Y empezó a pasarme su barba por los pezones, no los mamaba, solo me hacía cosquillas que me tenían al borde del orgasmo, luego bajo por mi ombligo, yo subí la pelvis para encontrarme con su boca, pero Miguel bajó hasta mis pies y me chupó uno por uno mis diez dedos, yo brincaba como posesa, luego subió por mis rodillas hasta lo interno de mis muslos, los lamió con delicadeza, yo gemía muy fuerte deseando sentir su lengua en mi vagina, pero me dio vuelta, yo cerré los ojos esperando que otra sorpresa me daría mi Apolo, de pronto siento una caricia deliciosa, justo donde nace mi cabello me lamía y me chupaba, sentí una descarga eléctrica por toda mi espalda, luego me besaba a ambos lados de mi cuello, para después meterme la lengua en mis oídos, esa nueva caricia desconocida por mí, hizo que se me enchinara todo el cuerpo, me besó las axilas ¡Dios, que rico!, luego me pasó la yema de los dedos para la espalda, sentí un escalofrío mesclado con una calentura infinita, de pronto me dio dos nalgadas muy fuertes y luego me las besó, me las lamió, me las chupó, por último me dio vuelta y puso mis piernas sobre sus hombros, ¿Qué iba a hacer este hombre? Me lamió ambas orillas de mi vagina, luego jaló mi cuerpo hacia arriba e hizo círculos con su lengua alrededor de mi ano, pero sin lamérmelo, luego me acostó en la cama y él se puso a mi lado.
Con una seña me indicó que se la mamara, yo no tenía su delicadeza, ni sabía cómo hacerlo, así que como una perra en celo me tiré sobre su hermosa verga y la engullí de un solo bocado, subía y bajaba mi cabeza para mamársela mejor, me dijo no sé qué cosas bonitas pero yo en ese momento no estaba para oír poesía, quería mamar verga y eso estaba haciendo, atorándome toda su vertical barra hasta la garganta, le lamí sus huevos y le pajeé la verga, luego intenté montarme en él, pero me lo impidió, me tomó con fuerza de las piernas y me dio la mejor mamada de mi vida, luego todo se convirtió en un delicioso torbellino, se puso un condón y me puso de perrita, me clavó de una sola estocada, con lo mojada que estaba se me fue hasta lo más profundo de mis entrañas, cuando le pedí que se moviera, me dijo que me iba a regalar el mejor hálito de mi vida: -Apriétame con los músculos de tu sexo pero sin que nos movamos- obedecí sus órdenes y empecé a fruncir la cuca para lograr mi objetivo, increíblemente me subieron todos los calores y cuando estaba por estallar, me cogió brutalmente hasta derramarme con la perra que soy.
Cuando nos despedimos le pedí que me prometiera que esto nunca lo iba a saber nadie, y que no llegaría el sábado, él sólo levanto la mano como un niño, haciendo el juramento de scout, al llegar a mi casa se lo conté todo a Rita por teléfono, ella gritaba de felicidad, con cada cosa que le contaba me pareció que se estaba masturbando la muy cochina.
Así pasó la semana, yo soñaba con mi Apolo y con todas las cosas que me había hecho sentir, estaba tranquila porque estaba segura que mañana sábado no se aparecería y así me libraría de ese trío. Al despertar, Antonio había dejado sobre la cama un regalo, era lencería de marca, muy bonita y muy cara, me la probé y se me veía espectacular, por atrás parecía que no llevaba nada, me preparé como si en verdad fuera a haber un trío, me depilé, me vestí justo para la ocasión, con un vestido muy sexi sin ser vulgar, preparé una deliciosa cena, le pregunté a mi marido a qué hora vendría Miguel, justo a esa hora tocaron el timbre, ese desgraciado me había engañado, abrí la puerta:
YO: ¡¿Lico, que haces aquí?!
CONTINUARÁ…