2 jovencitos se convierten en 2 hermosas putitas

Sexo y morbo: En la intimidad de la casa de una mulata trans, Lucas y Fede son ayudados para convertirse en dos hermosas chicas

Esta es la continuación del relato: Vecina trans mulata, me desvirga a mí y a mí amigo. Les recomiendo la lectura pero hago un pequeño resumen:

En el último año del colegio se mudó una chica trans a mí edificio llamada Martina. Alta (1,80), mulata, ancha de hombros, ojos verdes, un culo y piernas potentes para el infarto y lo mejor de todo una polla negra de más de 20 cm y muy gruesa. En ese momento tenía dudas con mí sexualidad, me había masturbado pensando en la pija de mí amigo y compañero del colegio Lucas, con quién habíamos compartido algunas pajas. Apenas vi a Martina me dio mucha curiosidad y después de unas semanas nos empezamos a conocer. Con la excusa de que me enseñara inglés fui a su departamento que quedaba debajo de mí casa y fue la primera vez que se la chupé. Hasta ese momento era virgen, no había estado con ninguna persona salvo toqueteos con novias de la adolescencia. Luego de ese primer encuentro Martina me desvirgó mí colita. Costó, dolió, pero era una experta. A partir de ahí fui su jóven amante y me follaba una o dos veces a la semana.

Mí amigo Lucas era un lindo chico, de 1,70 de estatura, rubio de tez blanca y muy lindo de cara con un físico normal. Con lindas piernas y un culo redondo con hermosas nalgas. Cuando vio a Martina también se quedó impactado y desde ese día me insistía con poder conocerla. Él no sabía nada de lo que pasaba entre nosotros, pero un día Martina me invitó a un bar gay y le dije a Lucas que venga conmigo. La mulata se daba cuenta que el rubio moría de ganas de estar con ella y lo sedujo para luego invitarnos a los dos a su departamento. Para qué conformarse con un culito virgen si podía tener dos? Al igual que a mí, Martina desvirgó a Lucas esa noche y luego me folle a mí amigo y él hizo lo mismo conmigo. Cada quién volvió a su casa y fue el inicio de una historia que continúo en este relato...

Luego de esa noche con Martina y Lucas me desperté cerca del mediodía. Tenía el cuerpo cansado de tanto sexo y sentía mí cola bien abierta. Me encantaba esa sensación. Pero lo que más me daba vueltas en la cabeza era haber tenido sexo con Lucas. No sabía cómo volver a verlo. Nunca me imaginé que íbamos a ser follados por una trans en la misma habitación. Menos me imaginaba que entre nosotros iba a pasar algo. De todos modos no podía dejar de pensar en su hermosa cola y cuando estaba acostado encima de él, los dos boca abajo con nuestras colas esperando la polla de Martina. Me parecía que éramos dos chicas esperando la pija de un macho, me parecía todo muy femenino y lejos de perturbarme me calentaba mucho. Pero eso estaba en mí imaginación, no sabía cómo lo había interpretado y vivido él y no sabía si me iba a animar a preguntarle.

Esa semana en el colegio no nos hablamos. Creo que a ambos nos había encantado esa noche pero no lo queríamos aceptar y sentíamos vergüenza. Pero fue Martina quien resolvió el problema. Ese viernes nos invitó a ambos a su departamento. Su presencia nos ayudó a distendernos y esa noche volvimos a disfrutar de su polla y volvimos a disfrutar de nuestros cuerpos. Esa trans mulata era una verdadera semental y ambos disfrutábamos del placer anal que nos proporcionaba. A ella le encantaba gozar de nuestras colas y por más que tuviera otros amantes, le encantaba follar a sus "puticos" como ella nos llamaba. Esa sesión de sexo de a tres se empezó a repetir semanalmente y con Lucas nos empezamos a acostumbrar a disfrutar entre nosotros aunque no sucediera nada más allá de ese departamento. De hecho prácticamente no nos veiamos más como antes. Sólo nos encontrábamos ahí para recibir el placer de Martina y en el colegio permaneciamos distantes. Era nuestro secreto y nadie sospechaba nada. Éramos dos jóvenes que aparentabamos ser heterosexuales pero cada vez nos gustaba más la polla y el placer anal. Por mí parte, me sentía cada vez más femenina gozando entre los brazos de esa trans mulata como así también cuando mí amigo me cogía.

La relación con Lucas empezó a cambiar una tarde, pero nunca imaginé que tanto. Eran las últimas semanas de clases y recibí un mensaje de él como hacía mucho tiempo. Me invitó a su casa a pidiéndome ayuda con un exámen. Me pareció muy rara toda la situación pero me daba curiosidad saber que quería. Sabía que lo del exámen era una excusa. Acepté y al rato estaba en su casa. Cuando entre y pregunté por sus padres y su hermana me dijo que habían ido a su casa de campo pero que él decidió quedarse por el estudio. Que raro que me sentía con él. Todas las semanas teníamos sexo pero por fuera del departamento de Martina nos sentíamos muy distantes. Me preguntaba cuál era su intención pero no tardó mucho en revelarla...

L: creo que tenemos que hablar, no puede ser que follemos todas las semanas en casa de Martina y hayamos perdido nuestra relación. Que parezcamos dos extraños.

Y: que alivio que hayas dado este primer paso Lucas. La verdad es que no sabía cómo hacer. Creo que nos da culpa aceptar la realidad. Para mí ha sido muy extraño que juntos hayamos explorado este camino y que no lo aceptemos.

Ambos estábamos serios pero con cierto alivio en estar hablando.

L: creo lo mismo que vos...y cómo te has sentido estas semanas? Que está pasando por tu cabeza?

Y: puedo tener confianza?

L: crees que podemos tener más?

Sonreí...

Y: bueno, me cuesta decirlo. Creo que hay algo que compartimos y es el placer de estar con Martina. De eso no caben dudas. Pero siento más cosas. Cada vez que estamos con ella, después me siento más femenina. Me encanta ser poseído por sus manos y su cuerpo. Es algo más. A veces la envidio y quisiera saber lo que se siente ser una chica, actuar como tal, verme como tal. Me da mucha culpa sentir esto, pero por momentos este pensamiento me da más calentura que el hecho de estar con ella. O contigo.

Silencio...

F: guau...que fuerte. Quisieras ser trans?

Y: no. No creo que sea eso. No sé si podría cambiar mí género para siempre, pero si sentirme así algunas veces

F: te puedo decir algo?

Y: más de lo que yo te he dicho?

Sonrisa...

F: me pareció muy fuerte lo que dijiste, porque he probado algunas cosas?

Sorpresa en mí rostro

F: algunas veces he usado ropa interior de mí hermana. Quería saber lo que se sentía y ha sido una sensación increíble. Hasta he llegado a ir al colegio con una tanguita debajo del pantalón.

Su confesión me había alegrado mucho, sentía que me estaba abriendo la puerta a explorar mí deseo con él, sentía que volvía a recuperar la confianza con Lucas pero desde otro lugar. De una manera mucho más íntima, pero no sabía qué responderle.

L: quisieras probar? Mí familia vuelve recién mañana por la tarde. Estamos tranquilos.

Afirmé con mí cabeza con una sonrisa pero me dijo que antes había que hacer otra cosa. Me preguntó si quería que me saque los vellos que tenía en mí entrepierna y mis piernas. Lo dude pero me pareció excitante probar eso con él. Desde hacía unas semanas había notado que Lucas llevaba todo rasurado. Fuimos al baño y me pidió que me desnude. Ya conocíamos nuestros cuerpos pero nunca había estado desnudo sólo con él. Lo hice con cierta vergüenza. Lucas lo tomó con total naturalidad. Me dijo que las piernas las iba a depilar con cera y que los detalles de la entrepierna los iba a rasurar. Debo decir que mí primer experiencia femenina fue dolorosa pero que me agradó mucho sentir la suavidad de mí piel en mis piernas Luego de la tortuosa depilación. Luego con una tijera recortó mí vello púbico y puso crema de afeitar y me rasuro con delicadeza. Yo estaba sentado en una silla con mis piernas abiertas colocadas sobre un mueble mientras que Lucas se tomaba el trabajo de rasurar cada detalle para que no me quedé nada. Los roces de sus manos, la manipulación de mí pija y mis testículos junto a la situación hizo que tuviera una erección. Pero mí amigo no reaccionó. Siguió concentrado en sacar todos los pelitos que quedaban, incluso hasta los mínimos que estaban entre mis nalgas. Luego me bañé y me puso crema. Me sentía muy suave, el tacto con mí propia piel me parecía excitante. Pero más morbo me producía la complicidad con mí amigo. Juntos habíamos sido desvirgados por Martina y ahora compartíamos la exploración de nuestra feminización.

Yo seguía desnudo y fuimos a la habitación de su hermana para explorar su ropa interior. Lucas separó unas cuantas tanguitas. Ver esas prendas y saber que alguna iba a ser para mí me calentaba demasiado. Terminé eligiendo una tanguita blanca de algodón. Era simple, muy suave. Sentir esa prenda deslizarse por mis piernas depiladas y entrar entre mis nalgas fue una sensación única. Esa pequeña prenda no podía ocultar la erección que tenía. Lucas me dijo que nunca se había puesto otra cosa, pero si quería me podía probar alguna prenda más. Me dio curiosidad y busque una falda. Había una gris que era corta y abierta. Decidí ponerme esa. Mí amigo sonrió mientras se desnudaba. Él también tenía una gran erección y decidió ponerse una tanguita negra de encaje. Nos miramos con un poco de vergüenza. Pero yo no podía dejar de observar cómo esa tanguita se metía entre sus hermosas nalgas redondas que tanto me gustaba saborear. Los dos jóvenes que hasta hace un par de meses eramos vírgenes y nos masturbabamos viendo porno hetero, estábamos parados en esa habitación, él desnudo con esa tanguita negra, yo con una falda y una tanga. Había sido un torbellino de sensaciones a las que no estábamos dispuestos a renunciar por ningún prejuicio.

Nos acercamos y nos empezamos a besar. Fue extraño. Hasta ese momento habíamos tenido sexo pero nunca nos habíamos besado. Nuestros cuerpos cálidos se juntaron, nos abrazamos y nos besamos con pasión. Estábamos viviendo un reencuentro inesperado. Apretaba sus nalgas, tocaba su polla por encima de su tanga. La quería tener dentro mio. Me arrodillé, saqué su pija por el costado de su tanga y la empecé a chupar. Disfrutaba de la suavidad de su polla. Lejos estaba de ser como la de Martina pero me encantaba. Sentía como palpitaba en mis manos. Lucas gemia, me acariciaba mí cabeza mientras yo me introducía su polla que estaba cada vez más gruesa. Luego me dirigí hasta el escritorio que estaba en la pieza de su hermana y apoye mis manos dándole la espalda. Me estaba ofreciendo a mí amigo vestido de mujer. Lucas se acercó, me levantó la falda y apoyó su pija en mí cola. Sentía su dureza frotar mis nalgas. Se arrodilló detrás mío, corrió mis bragas blancas y comenzó chupar mi agujerito. Quería que me haga suyo. Quería sentir su pija dentro mío. Dilató un poco mí colita que con tantas tardes y noches con Martina ya se encontraba abierto. Se incorporó y me comenzó a cojer. Sentir su pija caliente entrar hace que casi me venga al instante. Aguanté pero no fue mucho. Estuvimos unos minutos así. Lucas me cogía suave y profundo. Lograba sentir cada centímetro dentro mío. Me encantaba cuando mí colita llegaba a su entrepierna, como me acariciaba mis nalgas y mí espalda. Yo sólo gemia y disfrutaba. Después lo cabalgue masturbándome hasta terminar a chorros sobre su cuerpo. Eso fue suficiente para que mí amigo se corra en el interior de mí colita inundandome. Nuestras respiraciones estaban muy agitadas. Habíamos cogido con mucha pasión. Había sido demasiado excitante. Avisé a mis padres que me quedaba a dormir en su casa y esa noche no paramos de follarnos. Cogí su cola que tanto me calentaba y repetimos varias veces. Nos dormimos abrazados sin sacarnos nuestra ropita interior.

Desde ese día todo cambio. Con Lucas retomamos nuestra amistad cotidiana pero desde una intimidad y complicidad única. Compartíamos el morbo de ir al colegio con nuestras tanguitas. A veces íbamos al baño juntos y nos mostrabamos cómo nos quedaban. Seguíamos asistiendo a nuestra cita semanal con Martina pero ahora era distinto. Todo fluía mucho más y ella lo notaba. Éramos como dos amigas disfrutando de una polla y entre nosotras. Cada vez gemiamos de una manera más femenina. Habiendo terminado el colegio nuestras visitas a nuestra amiga trans eran más frecuentes y un día nos pusimos de acuerdo para ir con nuestras tanguitas. Ahora no era sólo sexo. Cuando llegabamos a la casa de Martina conversábamos, nos divertíamos mucho y el sexo fluía. Ese día nos bajamos nuestros shorts mientras nos besabamos y la mulata inmediatamente percibió el cambio. Sonrió y nos seguimos besando. Nos pidió que nos pusieramos en cuatro y con Lucas lo hicimos sin sacarnos nuestras tangas. Estábamos los dos a gatas en la cama y la mulata parada detrás nuestro. Martina empezó por mi. Por más que me hubiese follado decenas de veces, cada vez que entraba me sentía muy lleno. Mientras me cogía, Lucas me empezó a besar y en un momento me preguntó "te gusta amiga?". Era la primera vez que usaba el femenino para referirse a mí. Sus palabras fueron una revolución en mí interior. Creo que era lo que estaba necesitando para terminar de animarme a explorar mí lado femenino. Me movía como gata en celo acompañando las embestidas de la mulata que luego de unos minutos siguió con Lucas para luego acabarnos en nuestras bocas. Tirados los tres en la cama Martina empieza a hablar...

M: veo que ahora son mis puticas en vez de mis puticos. Que ha pasado con ustedes? Estaba notando algo distinto las últimas veces pero no sabía que entre ustedes se habían vuelto "amigas"

Y: jaja yo tampoco lo sabía. Empezamos a explorar nuestro lado femenino hace unas semanas, queríamos darte una sorpresa.

M: y cómo se llaman mis nuevas amigas?

L: estamos lejos de eso. Creo. Sólo hemos usado tanguitas

M: pero quieren seguir probando?

Y: eso que significa?

M: vestirse por ejemplo. Maquillarse.

L: me encantaría

Y: a mí también

Martina sonrió. Nos acarició. Esa tarde seguimos fornicando y nos empezamos a llamar por femenino entre las tres. Nos invitó para el día siguiente para ayudarnos a seguir explorando lo que habíamos empezado.

Al día siguiente me levanté temprano, estaba ansioso (ansiosa?) por ir a al departamento de Martina. A media mañana recibí un mensaje de Lucas: "hola amiga, como amaneciste? A qué hora vamos a lo de Martu?".

Y: hola hermosa, ahora le pregunto. Estuve pensando, como te quisieras llamar? Yo pensé en Florencia. Siempre me gustó ese nombre jaja.

L: Me encanta Flor! Yo todavía estoy en dudas pero esta tarde te digo. Pregunta...en el edificio o en tu casa sospechan algo? Es que vamos muy seguido a lo de Martu

Flor: en mí casa nada. Siempre les digo que vamos a lo de un amigo o amiga. Estamos de vacaciones. En el edificio no se. Hasta ahora no me vio nadie entrando o saliendo de lo de Martu. Igual hay que correr riesgos jaja

L: por mí no hay problema. No vivo ahí. Bueno Flor, nos vemos a la tarde.

Arreglamos con Martina y esa tarde nos encontramos en su departamento. Nos abrió con una bata de baño. Hermosa como siempre. Pero apenas pasamos la puerta nos sorprendió que había otra persona. Era una cross madura, de un poco más de 40 años calculaba aunque por el maquillaje y ropa femenina era difícil distinguir.

Martina: pasen hermosas, les presento a Paula, es una amiga que llame para que las ayude. Tiene más experiencia y yo sola no voy a poder. Trajo muchas cosas que les pueden servir.

Me sorprendió un poco pero actuamos naturalmente. Paula era una cross muy linda. Tenía una peluca morocha, iba muy bien maquillada. Era alta, de más de 1,80. Delgada y bien femenina con unas piernas y un culito hermoso. Tenía un vestido de verano y unas sandalias. Nos presentamos y Lucas lo hizo como "Candela" y yo como Flor. Estuvimos hablando como una hora. Paula nos contaba como había empezado a ser Cross, que se había divorciado hace unos años porque necesitaba vivir su sexualidad sin límites. Nos empezó a introducir en ese nuevo mundo. Con Cande nos sacamos nuestra ropa de chicos y quedamos sólo con una tanguita. A Paula y Martu se les hacía agua la boca cuando nos vieron pero se resistieron y avanzamos en lo que habíamos quedado. Nos sentaron frente a un espejo y nos empezaron a maquillar. Ambas eran expertas y con Cande nos sorprendiamos de cómo iba cambiando nuestro rostro. Sacaron pelitos de más, limpiaron nuestro cutis y fueron feminizando nuestros rasgos más masculinos aunque por nuestra edad no eran muchos. Paula me ofreció una peluca de pelo negro largo que me quedaba hermosa. A Cande le recomendaron que con su pelo rubio un poco largo era mejor su pelo natural. Realmente parecía una hermosa chica.

Yo me puse unos shorts de jean diminutos. No llegaba a cubrir toda mí colita y hacia resaltar mis piernas largas. Junto a unas zapatillas y un top blanco con un brasier negro abajo con algo de relleno había quedado como una hermosa jovencita. Bastante putita por cierto jaja. Cande se puso un vestido de verano también corto, mostrando sus hermosas piernas. Nos miramos al espejo y realmente éramos otras personas. Yo no podía contener mi sonrisa.

F: estás hermosa Cande

C: vos igual amiga

Martina nos interrumpió, ya estábamos por comernos la boca.

M: perdón preciosas. Pero no creen que la "tía" Paula y yo nos merecemos un agradecimiento?

Con Cande nos sonreímos de manera cómplice. Y nos arrodillamos ante cada una de nuestras maestras. Yo lo hice con Paula. Le levanté el vestido y tenía una tanguita negra que mostraba su bulto que comenzaba a crecer. Cande lo hizo con Martu. Yo acaricié la entrepierna de Paula de manera suave. Sentía como se iba poniendo dura. Quería calentarla mucho, que me pida que se la chupe. Su tanguita estaba a punto de reventar. "Chúpamela putita, quiero sentirte". Le bajé la tanguita hasta las rodillas y apareció un miembro largo aunque no del grosor del de Martu, pero bastante apetitoso. Tenía una cabeza grande. Empecé a lamer su tronco. Paula suspiraba. La masturbaba, lamía sus testículos todos depilados. Ella gemía de placer. Se terminó de sacar su tanguita y nos fuimos al sillón para más comodidad. Mientras, Martu estaba sentada en una silla y Cande ya la estaba cabalgando. Me encantaba ver cómo esa pija negra y gorda entraba en el culito de mi amiga. Nos volvía locas esa polla.

Yo se la chupaba de manera suave a Paula que a esta altura no daba más. "Te puedo terminar en la boca?". Yo no dije nada, dando lugar a qué en menos de un minuto empiece a sentir ese líquido viscoso y caliente que inundaba mi boca mientras Paula gemía de placer y su cuerpo se contraía. Me estaba convirtiendo en una golosa. Limpié bien su pija pero quería más. Quería sentir la pija de Martu que estaba taladrando a mi amiga. Cande estaba en cuatro en el piso con su vestido en la cintura, su tanguita corrida a un costado y su cola parada mientras que Martina con sus piernas flexionadas le entraba con fuerza. Cande no paraba de gemir. Estaba ida de placer y vi como empezó a soltar abundante leche de su pija que estaba dormida y sin tocarse. Gemía transitando un orgasmo profundo. Martu era una verdadera sementala. Me excitaba sólo ver esas piernas y nalgas mulatas y potentes.

Ahora era mi turno. Me saqué mis shorts, quedando con mi top, la tanguita y mis zapatillas. Martu estaba agitada, se fue a sentar al sillón y me estaba esperando. Me senté arriba de ella y corriendo la tanguita ensalive mi cola para lubricarla un poco. De a poco empecé a bajar sintiendo como me abría por dentro. Martu me miraba fijo, disfrutaba viendo mi cara de placer y como mi colita iba comiendo de a poco su hermosa pija. Empecé a cabalgarla con buen ritmo. Ella me masturbaba. Estaba tan caliente que no tarde mucho en acabar sobre sus tetas y su abdomen. Gemía como una chica mientras saltaba sobre esa polla y tenía una orgasmo delicioso. Me sentía cansada. Me salí de su pija y me quedé a un lado. Paula nos observaba mordiéndose los labios. Se la notaba muy caliente viendo la escena. Vino hasta donde estábamos y se la empezó a chupar a Martu hasta que le llenó la boca de leche. Esa tarde repetimos. Le hicimos un regalito a Paula y las tres la cogimos. Luego con Cande la follamos a Martu que quería sentir algo en su cola y para despedirse Paula probó nuestras colitas. La dejamos seca haciéndola venir tres veces esa tarde. Nos dijo que no recordaba cuando había sido la última vez en tener tres orgasmos.

Esa tarde, sin saberlo, empezaba una nueva vida para nosotras. Esa noche me acosté feliz. Quería ser una chica de closet y vivir mi sexualidad de esa manera, explorar mi lado femenino. Si fuera por nosotras estaríamos todos los días en lo de Martu pero no era posible. Cómo dije, ella también tenía su trabajo y sus amantes, pero ese verano compartiriamos al menos una vez en la semana en su departamento. Con Paula también nos hicimos amigas y nos fue enseñando varias cosas, como maquillarnos, vestirnos, pintarnos. En la casa de ella también pasamos muchas tarde y salimos por primera vez en público. Eso sucedió luego de un mes de de nuestra primera vez como chicas. Paula había alquilado una casa en una ciudad turística cercana que es una de las más importantes del país, por lo que tiene muchos lugares para salir de noche. Nos invitó a pasar el fin de semana a Cande, Martina y a mi. Al principio Martu no quería pero logramos converserla. Ese viernes emprendimos viaje las tres en el auto de Martu. En mi bolso sólo iba ropa de chica. Pensaba estar todo el fin de semana como mujer, quería estar libre. De hecho, apenas nos subimos al auto nos empezamos a cambiar con Cande. Arriba de la tanguita que traía puesta me puse una falda y un top. Acomodé mi peluca y comencé a maquillarme. Cande hizo lo mismo.

Llegamos a una casa a las afuera de la ciudad. Era amplia, con una lindo jardín y un patio trasero con pileta. Ahí podíamos estar cómodas sin que nadie nos viera o nos molestara. Además era una casa de una amiga de Paula que también era trav de clóset. Nos recibió Pau hermosa como siempre, con su cuerpo bronceado, un pareo que cubría la parte de abajo de su bikini y una remera corta. No veía las horas de probarme mi bikini, era roja con una tanguita en la parte de abajo. Cande se había comprado una malla entera que se metía mucho entre sus hermosas nalgas. Esa tarde la pasamos en la pileta bebiendo y jugando entre nosotras. La sensación de estar en el agua con esas prendas me calentaba mucho. Y ni hablar de ver a Martu con ese físico envidiable y su herramienta que apenas podía ocultar debajo de su bikini. Cómo siempre que estamos juntas no pude evitar chupársela y sentir su polla en mi cola. Era casi una adicción. Pero sólo nos dimos un polvo.

Al atardecer, ya medio borrachas todas, Paula propuso ir a un bar gay, el único de la ciudad al que asistía mucha gente. Me puse nerviosa sólo con la idea. No me sentía preparada para estar en público, además del miedo de que alguien me reconociera. Cande parecía más predispuesta. Martu y Pau me insistieron y trataban de convencerme. De que nadie se iba a dar cuenta quien era, de que estábamos lejos de la ciudad y que la mayoría son turistas, que íbamos y volvíamos en auto, que no me iban a dejar sola y un montón de cosas más. Pero sobretodo me decían que no podía dejar al mundo sin mi belleza jaja. Tengo que admitir que me excitaba la idea de ser vista como chica, de que me seduzcan. Pero tampoco sabía si me iba a animar a conocer a algún hombre. Martu me aseguró que iba a estar conmigo todo el tiempo y que si me sentía incómoda volvía conmigo a la casa. Sentirme protegida por ella me daba mucha seguridad, por lo que terminé accediendo. Mi decisión las puso muy contentas a todas y comenzamos los preparativos de ropa y maquillaje.

Cande se puso un vestidito pegado al cuerpo que apenas le cubría la cola y estrenó un conjunto de ropa interior blanco de encaje. Sus ojos delineados, el rimel en sus pestañas, sus labios pintados la hacían ver cómo una hermosa mujer. Me derretía por su belleza. Yo me puse un shorts negros de tela bien apretaditos que realzaba mi colita y debajo una tanguita de encaje roja. Lo combiné con una blusa que me quedaba hermosa. Paula me maquillo y me puse una peluca castaña.

El alcohol me ayudó mucho a estar desinhibida, pero no dejaba de estar nerviosa. Llegamos al bar y había mucha gente haciendo cola para entrar. Me desanimó un poco tener que estar mucho tiempo expuesta, pero Paula había conseguido entradas vip. Al bajar del auto fuimos el centro de atención de todo el mundo. Hombres, mujeres y otras chicas trans. Sobretodo miraban a Martu que siempre era el centro de los deseos más íntimos de mucha gente. Pero también llamaba la atención cuatro chicas trav a cual más linda. Desde que entramos aparecieron varios fulanos que se acercaban para hablar. Me divertía mucho la situación, estábamos muy contentas entre nosotras. Pero como calentona que era, también me gustaba la situación de sentirme deseada por chicos. En realidad nunca fue un deseo muy presente estar con un hombre y no iba dispuesta a estarlo, pero la situación me gustaba.

Cande se puso a hablar y bailar con un chico y Paula había encontrado a una amiga cross también madura. Pero Martu, a pesar de todos los ofrecimientos, se quedaba al lado mio como me había prometido. En un momento se acercaron dos chicos. Un morocho de 1,90, delgado pero bien armado, de unos 30 años. El otro era más o menos de la misma edad, rubio y un poco más bajo. Muy lindos chicos. El morocho se acercó a mi ofreciendome un trago. La verdad es que me agrado y nos pusimos a hablar. Notaba como observaba todo mi cuerpo, me comía con la mirada. Hablamos de varias cosas sin mucha importancia mientras seguíamos bebiendo. En un momento Martu se me acercó y me preguntó si me gustaba. Le dije que si pero me daba mucho miedo irme sola con él. Ella me dijo que le tenía ganas al otro chico pero que si me parecía ella hablaba con los dos para irnos los cuatro juntos a la casa de Paula así yo no me quedaba sola. Que les iba a ofrecer seguir bebiendo ahí. La idea me gustó aunque le dije que no estaba segura de querer hacer algo. Ella riendo me dijo "no te hagas problema, si no querés me quedo yo con los dos". Sonreí y ella se fue a hablar con los chicos que parecían muy contentos con la propuesta. Martu le dejó las llaves de su auto a Paula, le avisamos a Cande que nos íbamos pero no pareció importarle, ya se estaba matando a besos con ese chico.

Nos fuimos en el auto de los chicos. Yo iba adelante con el morocho y detrás estaba la mulata que ya le estaba haciendo comer su pija al otro chico. Cuando llegamos nos fuimos al patio. La noche estaba cálida. Seguimos bebiendo y a esta altura yo estaba un poco entregada. El morocho empezó a bailar conmigo muy pegado a mi cuerpo. Me abrazaba por la cintura y bajaba su mano hasta mis nalgas. Yo me dejaba hacer, sentía como se le paraba su polla contra mi vientre. Mire para donde estaba Martu y estaba parada, con su vestido en la cintura y el chico arrodillado intentando tragar esa pija enorme. Me sonreí. El morocho empezó a besarme el cuello, me encantaba cómo lo hacía. Mi piel se erizaba y verla a Martu en acción me calentaba mucho. Cerré los ojos y lo empecé a besar en la boca. Sus manos me agarraban la cola sin restricciones. Las metía por abajo de mis shorts. Me encantaba cómo me tocaba, yo también la tenía dura pero aprisionada en mi tanguita. Le dije de ir para una de las habitaciones. Me empezaba a sentir más suelta. Al llegar nos seguimos besando al lado de la cama. Fui abriendo su camisa y besando sus pectorales bien marcados. El chico suspiraba. Fui bajando por su abdomen hasta llegar a su pantalón que desprendi y lo dejé caer hasta sus tobillos. Se notaba un buen bulto debajo de su ropa interior. Se lo masajee por encima y de a poco bajé su boxer. Tenía una linda pija de unos 20 cm aprox, con una buena cabeza y de un grosor normal. Lo que más me gustaba era su curvatura hacia arriba. "Que linda pija mi amor, me vas a hacer la colita? Me vas a dar la lechita?" Le iba diciendo mientras se la empezaba a lamer. Le pasaba mi lengua por su tronco, la tocaba, me la metía a la boca. Era deliciosa. Me bajé mis shorts y me puse en cuatro sobre la cama ofreciendole mi colita. Se volcó hacia mi para llenarla de besos. Corrió mi tanguita y la empezó a chupar. "Metemela mi amor, metemela toda". Sin prisa pero sin pausa se colocó el preservativo y comenzó a entrar. Si bien a esta altura entraba fácil después de tantas cojidas de Martu, tenía un buen pedazo y me llenó bien la cola. Así me estuvo cogiendo por unos minutos y luego cambiamos. Primero me puso las piernas en sus hombros y me daba duro. Me encantaba esa posición, me sentía muy abierta. Luego lo cabalgué y él me empezó a pajear. Yo gemía hasta que comencé a acabar en su pecho. Prácticamente saltaba sobre esa piba mientras tenía un bello orgasmo. Luego se la chupé hasta que acabó abundante leche entre alaridos de placer. Nuestros cuerpos se fueron relajando y fui al baño y me encontré con Martu sentada en la sala vestida con su bata y el otro chico no estaba.

Flor: que pasó amiga?

M: me dejó con las ganas. No hubo forma que le entrara jaja. Vos qué onda? Cómo te fue?

Flor: muy bien. Querés entrar? Creo que es sólo activo pero yo te presto mi colita jaja.

Cuando salí del baño la agarre de la mano y entramos. El chico se sorprendió un poco pero le expliqué, se sonrió y no tuvo problemas. Martu se sacó las ganas conmigo y aprovechó también para probar la pija del morocho. Lo dejamos contento y vacío jaja. Luego se fue y nos quedamos dormidas con Martu. Yo recostada en la calidez de su pecho. Cande llegó cerca del mediodía cuando estábamos preparando el almuerzo. Llegaba con ese vestidito corto a plena luz del día y sus tacos en las manos. Nos reímos mucho del estado en el que regresaba pero tuvo que caminar muchas cuadras volviendo de la casa del fulano que había conquistado. Fue un gran fin de semana de amigas. Me sentía muy a gusto con ellas y con mi elección.

Espero que les haya gustado. Sean generosos y valoren bien el relato ;)

Y déjenme en los comentarios o mandenme por mail sus apreciaciones.