2. Actualidad –... El pasado que me acompaña.

El pasado... algo que a todos nos afecta y es imposible de olvidar, pero en algún momento debemos superarlo para tratar de ser felices.

NdA: ¡Hola de nuevo muchach@s! les recomiendo leer la primera parte antes de seguir. Y como siempre disfruten la lectura. Espero que hayan pasado unas felices fiestas y está demás decir que GRACIAS por todos esos mensajitos, me hicieron bastante feliz.

Obviamente les recomiendo leerlo hasta el final y no se harten por la “nueva actitud” de “Andrew” ya sabrán a lo que me refiero.

También explicaré el por qué del título al final del capítulo.

---*---

- Ehhh... no entiendo – se escuchaba su voz apagada.

  • Te dije que no quería salir contigo mañana. Tengo planes – decía molesto.

- Pero...

  • No Jean, no. Mañana es el único día que puedo ver a mi ahijado.

- No me importa, no me molesta el chico.

  • Pero a mí sí, me molestas tú.

- Por favor... – me suplicó un poco triste.

Era un tanto abrumador... esa misma noche me había llamado un par de veces luego de haber ido al cine con él, lo habíamos pasado bien y le había tomado la mano en la oscuridad y me había sonreído bastante feliz, lo lleve a su casa terminando con la pequeña cita y al haber llegado a la casa me sorprendió con sus infantiles llamadas.

  • A ver Jean... – suspiré – debes entenderme, veo a mi ahijado solo una vez al mes... y a ti te acabo de ver hace media hora, creo que fui muy claro contigo cuando dejamos tu cuarto.

- Aja...

  • Lo lamento.

- ¿Puedes buscarme mañana? – dijo cambiando su tono a uno sorpresivo y alegre.

  • Joder, no entiendes – iba a colgar, estar con él fue una mala idea.

- ¡Espera!... ¡Tengo un plan!

  • ¿Cómo que un plan?

- Sí... no te lo puedo decir ahora... déjame preparar algo.

  • Jean... – dije sin ganas.

- ¿No te gusto lo de hoy?

  • Pfff... fue una simple salida al cine.

- A mí me gustó.

  • Bueno... sí, a mí también.

- Me gustaría salir mañana contigo, confía en mí... anda... – me rogaba – te vas a sorprender por lo que planeo, búscame mañana y si tú quieres... pasamos el día juntos, ¿trato?

Detuve unos segundos mi mente para pensar en algo: estaba siendo una mala persona, era verdad que habíamos pasado una buena tarde juntos, no deseaba verlo mañana y se lo había dicho cuando despertamos en su cuarto después de tener sexo, la insistencia que tenía era algo impresionante por alguna razón pensaba que estaba actuando un poco inmaduro, pero por otra parte lo veía bastante tierno... y él me estaba dando opciones, cuando lo fuese a buscar si su “sorpresa” no me gustaba simplemente me iría a pasar el día con mi ahijado como lo había planeado. Así que un poco desconfiado, acepté.

  • Ok, dale... trato.

---*---

Al día siguiente desperté muy contento, no podía borrar mi sonrisa de la cara y al levantarme de la cama fui al baño, hice mis necesidades, y me vestí bastante cómodo, tenía planeado pasar el día con Joel en Los Próceres, y seguramente lo llevaría a Burger King o McDonald’s a almorzar... también se me pasó por la mente pasar por alguna juguetería y regalarle lo que quisiera. Me coloque una camiseta negra ceñida al cuerpo, un mono deportivo azul marino – obviamente Adidas – mis zapatos favoritos y de paso llevaba un sweater abierto por el frio que hacía, baje las escaleras saludando a los presentes – extrañamente estaba toda la familia aún en pijama –.

  • Buenos días a todos.

  • Buenos días, hijo – dijo mi padre sin mirarme leyendo la sección de finanzas.

Me acerque a mi madre para darle un beso y me senté en la mesa.

  • ¿Por qué tan arreglado hijo?

  • Voy saliendo.

  • ¿Al gimnasio? – preguntó Tony comiendo cereal.

  • No... a otro sitio.

Todos se quedaron mirándome esperando a continuar.

  • Voy a Los Próceres a pasear un rato... no diré más.

Mis padres volvieron a bajar la mirada con una sonrisa, pero Anthony no lo hizo y de nuevo tenía esa mirada profunda y luego de unos segundos siguió comiendo. Cuando termine de desayunar mi hermano tenía la intensión de hablar conmigo y me siguió hasta el carro para hablarme.

  • ¿Qué vas a hacer?

  • Deja de joder.

  • ¿Qué vas a hacer? – repitió.

  • Voy a Los Próceres.

  • ¿Con...? – se acercó a la ventanilla del carro, apoyándose en ella.

  • Voy a buscar a Joel – le interrumpí rápidamente.

  • Ahhh ok, creí que verías a Jean Carlos.

  • Te equivocas de nuevo, ¿eso es todo?

  • No – dijo serio – ¿Cuándo le dirás a papá que eres padrino del hijo de un malandro?

No recuerdo exactamente el momento en que Anthony supo de mi relación con Joel, claramente no le había gustado que le ocultara ese secreto y menos cuando supo realmente de que era el hijo de Miguel, que según mi hermano “era un malandro”.

  • ¡Cierra la boca, imbécil!... No sabes lo que dices.

  • Ahhh... ¿No? – me respondió con sarcasmo levantando una ceja.

  • ¡Vete al carajo Anthony!

Me puse el cinturón y arranque el carro sin despedirme de mi hermano, sinceramente, su actitud no auguraba nada bueno cuando fuese más maduro... Era mejor no pensar en eso y seguir con la idea de que mi buen hermanito era el mismo niño de 10 años y listo.

No sabía qué dirección tomar, ambas casas quedaban en distintas direcciones y bastante alejadas, pero lo mejor era ir a buscar a Joel... si iba a buscar a Jean tendría que explicarle a Miguel que hacia un chamo en mi carro en vez de pasar el día solo en familia como le había prometido, también era la mejor opción ya que podría hablar en el carro con Joel de todo lo que me perdí en mi ausencia por mi viaje al extranjero... y finalmente, si iba a casa de Jean y no me gustaba lo que “tenía planeado” habría perdido la mañana con mi ahijado.

A la media hora llegué a casa de Miguel, estacioné el carro y rápidamente subí los cuatro pisos hasta llegar a la puerta que decía 4-B, toqué el timbre y se abrió la puerta a los pocos segundos, una sombra corrió hacia mí y casi me tumba al suelo, pero lo sostuve a tiempo tomándolo en mis brazos y cargándolo.

  • ¡Papi!... ¡Bendición!

  • Dios te bendiga peque... ¿Y tu papá?

  • En la cocina, entra – terminó con un poco de fuerza bajándose de mí – ¡Papi Drew ya llego!

  • Hola mi vida... – decía Miguel saliendo de la cocina acercándose a mí para darme un beso en la mejilla.

Sí... por cómo se ve, pareciera una familia un “tanto normal” pero también, hasta un poco irreal... Sin la presencia de Dayana, desde que Joel era pequeño le habíamos enseñado que yo era un segundo padre para él, que debía confiar en mí en todo momento y que yo lo protegería siempre, para el peque era de lo más normal que Migue me diera alguno que otro beso en la mejilla, pero aún con esa edad él entendía que su padre solamente hacía eso cuando estábamos solos y que no podía decir nada a su madre.

  • Hola. Disculpa por llegar tarde.

  • No te tienes que disculpar conmigo...  – dijo mirando a Joel que respondía la mirada sonriendo – alguien se despertó muy temprano, se baño y se vistió casi a las 7:00 am para esperarte...

Joel llevaba una chemise verde que combinaba con sus ojos, un mono deportivo negro y unos zapatos que yo le había comprado color verde fluorescente y unos detalles en azul.

  • Jajajaja ayyy mi peque, discúlpame – y me puse a su altura para hablarle – hoy pasaremos el día juntos y te voy a comprar lo que quieras...

  • Jajajaja – se reía de una forma demasiado tierna – ok, lo que yo quiera ¿verdad papi?

  • No exageren – nos dijo Miguel a los dos bastante serio.

Los tres nos reímos y finalmente nos despedimos para irnos al carro.

  • ¡Yo voy adelante! – grito rápido.

  • Claro que no, vas atrás – le respondí antes de que abriera la puerta.

  • Awww...

  • Vamos, colócate el cinturón.

Hasta que no estuvo seguro no cerré su puerta para poder irnos, no sabía si decirle o no a Joel sobre Jean, pero traté de disfrazar la verdad un poco para que no se sintiera tan mal, le envié un mensaje a Jean avisándole que ya iba en camino cuya respuesta fue “ ya estamos listos ”... – ¿ estamos ? – Pensé mientras conducía ya imaginando lo que estaba planeando ese loco.

  • ... ¡Papi!

  • ¿Ahhh? ¿Qué pasó? – dije escuchando su grito.

  • Te dije que te extrañaba mucho.

  • Yo también, no tienes idea papito... pensaba en ti todos los días.

  • ¿Y qué hiciste en Estados Unidos? – preguntaba con voz infantil.

  • Pues... mmm trabajar jajaja, hacer planos, construir casas... llenarme los zapatos de tierra.

  • ¡¡¡Asco!!!

  • Jajajaja sí, ¿verdad?... y cuéntame. ¿Qué te dio el niño Jesús?

  • Pfff ¡Wow! Me dio un Nintendo 3DS... ¡Y EL JUEGO DE POKEMON Y! – dijo revolviéndose en su asiento – ¡ERA LO QUE QUERIA!

  • Jajajaja me alegro mucho... Escucha papito, ahorita no vamos a ir a Los Próceres como te dije – le avisé.

  • ¿No?

  • No... vamos a ir a buscar a un amigo.

  • Ahhh mmm... ok.

  • Descuida que lo vamos a pasar bien.

Eso esperaba.

Ya después de una hora de viaje por la cola, Joel se estaba aburriendo bastante, esperaba en serio saber cuál era el estúpido plan de Jean para saber si valía la pena o no, y no fue hasta que estuve estacionado en el edificio que los vi, estaban Jean y un niño muy parecido a él, se acercaron con una sonrisa y yo salí del carro para saludarlos.

Jean llevaba una de sus típicas camisas pegadas al cuerpo, blanca con algunas marcas grises en ella, un blue jean y zapatos deportivos blancos, mientras que el chico llevaba un sweater cerrado azul marino, un blue jean y zapatos deportivos azules.

  • Epale...

  • ¡Sorpresa!... te dije que tenía un plan – con una sonrisa feliz.

  • Ya lo veo – dije sin dejar de parecer extrañado.

  • Él es mi primito, saluda David.

  • Hola señor – dijo mirando a otro lado.

  • Hola.

  • Es de pocas palabras... pensé que tu ahijado estaría mejor con algún amigo.

  • Ya... bueno – dije abriendo la puerta – David, entra... Joel, este es David, un amiguito.

  • Hola.

  • Hola – los niños cuando se conocen de esa forma eran de pocas palabras.

Cuando cerré la puerta me quedé mirando a Jean y su cara se estaba volviendo un poco roja, yo solo negué con la cabeza y entré al carro, Jean se quedo parado afuera sin saber qué hacer.

  • Entra pendejo.

  • Claro, claro...

Comenzamos de nuevo el recorrido en silencio, solo los niños comenzaron a hablar un poco y de nuevo pensaba lo mal que había tratado a Jean, en realidad tuvo una buena idea, a pesar del plan original, éste era mejor, si los niños se distraían yo también podría hacerlo con Jean, pero él estaba sentado con una mirada perdida, ya cuando entre a la autopista el pequeño David nos saco de nuestros pensamientos.

  • Disculpe señor, ¿a dónde vamos?

  • Pues... planeaba pasar el día con Joel en Los Próceres ¿quieren ir? – pregunte a todos.

  • Claro – hablo Jean en voz baja.

  • ¡Siii! – vino un grito de atrás.

Le coloque una mano en su pierna apretándola y le mostré que no estaba molesto con una sonrisa que fue correspondida, los niños comenzaron una discusión sobre que Pokemon era el mejor y no se daban cuenta de nuestras pequeñas muestras de afecto que hasta cierto punto me calentaban por el morbo.

Al llegar los niños lo único que hicieron fue comenzar a correr, perseguirse y jugar con las pequeñas atracciones que habían allí, desde que habían remodelado esa área verde cientos de familias pasaban sus fines de semana en ese parque, los niños eran geniales al jugar y por un momento me imagine que si Joel fuese mi hijo sería lo más perfecto del mundo y siempre agradecí que Miguel me haya escogido como su padrino. David a pesar de su silencioso comienzo era un tremendo a todo dar e incitaba a Joel a hacer locuras como escalar arboles y lanzarse al piso, se encontraron con más niños haciendo un pequeño grupo y jugaron con una pelota hasta la tarde que sus estómagos comenzaron a rugir.

  • Eres una mierda... – le susurre mientras los niños jugaban y nosotros nos sentamos en una banca a vigilarlos.

  • ¿Por qué? – me pregunto un poco serio.

  • Te pasas... trajiste a tu primito jajaja – le volví a tocar la pierna y me acerqué peligrosamente a él haciendo un guiño –... relájate.

  • B-Bueno, así tu ahijado t-tiene con quien jugar mientras pasamos el rato.

  • Ayyy Jean – le susurre y luego me separé.

Pero la separación no duro mucho ya que Jean me sorprendió dándome un suave beso lleno de placer y cariño, separándose de mi rápidamente, sus mejillas estaban rojas y sonreía como un bobo pero yo no estaba feliz, ese parque estaba cerca de una zona militar y podríamos meternos en problemas, dirigí mi vista a todos lados y nadie se había dado cuenta de la estupidez que acababa de hacer Jean, Joel no podía verme besar a otro hombre... el único que podía hacerlo era Miguel... me aleje bruscamente pensando en cómo golpearlo y no dejar su linda carita tan destrozada.

  • No vuelvas a hacer eso Jean Carlos.

  • Yo...

  • No me beses en público, no tienes derecho de hacerlo – seguía molesto.

  • Discúlpame.

  • Ya cállate.

  • Perdón – seguía con la cara roja pero ahora tenía otra razón.

  • Entiende que nadie puede vernos así.

Y me levante, fui a buscar a los chicos para ir a comer, buscamos un McDonald´s como le había prometido a mi ahijado y logramos encontrar uno, estábamos comiendo más o menos en silencio, con los chicos hablando y yo evitando la mirada de Jean, de nuevo el típico miedo a que me descubrieran había controlado mis nervios haciéndome reaccionar de la peor manera, los chicos terminaron de comer y se fueron a hablar con otros niños – eran buenos para hacer amistades – al estar solos nos centrábamos en los celulares hasta que simplemente sabía que debía disculparme.

  • Escucha – mire a ambos lados para ver si otras familias escuchaban –, discúlpame... no debí reaccionar así, pero entiende Jean Carlos, esto – dije señalándonos – sucede solo en privado, nadie debe pensar que estamos juntos, ¿estamos claro?

  • Aja – dijo sin prestar atención.

  • Carajo... escucha, te lo dije desde el principio, es solo sexo.

  • Ya te había dicho que me gustabas...

  • Lo sé, mira, no vamos a resolver esto ahorita en un McDonald’s...

  • Ok.

  • Te dije que no te enamoraras – dije un poco frustrado por la conversación.

  • N-no... no lo estoy – termino por decir en voz baja.

Ya eran las 6:00 pm y era el momento de irnos, me molesté ya que desde un principio quería comprarle algún juguete a Joel pero era mejor llevarlo a su casa primero antes de que Dayana llegase o si no me metería en un problema por “haber preocupado a la madre por no tener a su hijo en casa en la noche”, siempre odiaba el momento de despedirme ya que no sabíamos cuando podríamos vernos de nuevo. Entramos los cuatro en el carro y fui directo a mi primera parada, desgraciadamente Dayana si estaba en casa pero no estaba angustiada, más bien me saludo tranquilamente y deje a Joel con sus padres con un fuerte abrazo y un beso recordando con afecto ese día.

La siguiente parada tenía un trayecto más largo y la cola lo hacía “divertidamente agradable” Jean no hablaba de nada y David se había acostado en el asiento de atrás y estaba roncando. Al momento de llegar a su edificio luego de dos horas de silencio Jean se iba a salir del carro pero lo detuve por el brazo, vi que el niño seguía dormido y comencé a hablar.

  • Discúlpame. Siempre te trato como basura.

  • Pssst...

  • Es en serio, ven – le dije tomándolo por la mejilla y acariciándolo –... solo quiero que pasemos un buen rato juntos. Nosotros solos.

  • Ok.

  • Lo lamento Jean – y le di un beso.

Un beso que de dulce se volvió salvaje comenzando a comerle la boca como bestia, introducía mi lengua sintiendo su calor batallando con la suya y mi mano no se alejaba de su cuello para que no se apartara mientras la otra iba a su entre pierna para acariciarla. Sus manos hicieron lo mismo logrando una tremenda erección por mi parte. Solo nos separamos porque nos falto el aire y terminamos con las frentes unidas suspirando de placer.

  • ¿Estás bien? – le pregunte viendo su rostro arrebolado y feliz.

  • Sí... sí, lamento besarte en público.

  • Está bien, ya lo olvide.

  • Eres genial, Andrew.

  • Tú igual Jean... ves, podemos pasarla bien así.

  • Aja.

El niño empezó a moverse un poco y nosotros nos separamos rápido mirando hacia atrás, pero el niño seguía dormido.

  • Bueno... – dije.

  • Bueno... – repitió.

  • ¿Te llamo luego?

  • Claro. Gracias por lo de hoy.

  • Igual, fue una buena idea traer a David – le felicite.

Un par de suaves besos y caricias en la mejilla nos llevó a la despedida, con algo de paciencia Jean despertó a David y ambos entraron al edificio... sí, a pesar de todo había sido una buena idea y habíamos pasado un buen día.

---*---

Sábado 4, enero de 2014.

El año nuevo si lo pasé en casa con toda la familia sin ningún incidente relevante... la pase bastante bien y disfrutando de los fuegos artificiales, lanzando algunos globos de los deseos con vecinos y pegado a Tony y Matty como los hermanos que siempre fuimos. A las dos de la mañana le envié un mensajito a Jean deseándole Feliz Año y una foto de mi verga invitándolo a pasar un buen rato cuando quisiera, él me había contestado feliz invitándome a su casa pronto...

Y ese pronto era ahora, habíamos planeado pasar el fin de semana en su casa, iríamos a la disco y el domingo, seria todo nuestro, le había dicho que lo follaría hasta que no pudiera sentarse... dejándonos caliente por teléfono. Llegue a su casa completamente vacía, lo primero que hice fue lanzar al piso el bolso con ropa que llevaba y comerle la boca con ganas pegándolo a la pared y colocando mi mano en su cuello apretándolo un poco.

  • Mmm te extrañé... mi verga te extraño mucho.

  • Ahhg Andrew – gemía un poco – Siii... te extrañe mucho.

  • ¿Estamos solos?

  • Aja... mis – hizo una pausa para tratar de respirar – padres no están, no vienen hasta el lunes.

  • Ammm – chupe su cuello dejándole una marca – ¿Qué quieres hacer?

Mi mano era un poco pesada y el rubor en su rostro me excitaba, estaba revolviéndose bastante a cada beso, lamida, mordida y chupada que le hacía en su rostro, cuello y pecho, acariciando su culo y restregando mi erección contra su abdomen.

  • N-No p-puedo...

  • Mmm ¿Qué cosa? – no entendía.

  • Res-respi-respirar ¡Andrew! – y me dio un empujón contra la pared - ¡Maldito bruto!

  • Jajajaja disculpa... – le dije mientras me relamía los labios – te ves genial... así todo sudadito y rojo...

  • Ya... – me respondió sin dejar de toser.

  • Vamos a tu cuarto.

Fuimos casi corriendo hasta su cuarto para lanzarnos en la cama, Jean Carlos me había recibido en bermudas y sin camisa lo que me aliviaba el trabajo de desnudarlo para probar su piel. Quería follarlo de una vez pero, decidí calmarme un poco, esos besos salvajes se volvieron más sensuales y mis manos que antes rasguñaban un poco su espalda se volvieron más suaves y cálidas al acariciar su cuerpo. Los gemidos de mi chico se volvían más elevados – al parecer le encantaba gritar – y ni siquiera mi boca los podía detener.

Me separé para poder ver su bello rostro... en verdad me excitaba como no tenían idea... su piel blanca con algunas pecas, su cabello y ojos castaños, cejas un poco pobladas, gruesos labios que me encantaban besar y creo que ya lo he repetido demasiadas veces, pero Jean tenía esa habilidad para ruborizarse cada vez que lo cogía, besaba, le hablaba... incluso mis miradas lo dejaban en evidencia de su afecto hacia mí.

Al quedarme detallando su rostro y cuerpo debajo de mí, Jean no dejaba de mirarme extraño.

  • ¿Pasa algo?

  • Mmm no, ¿Por qué?

  • Pues... te quedaste como bobo mirándome.

  • Jajajaja... ¿Y? disfruto de la vista.

  • Mmm jajaja... gracias.

  • Te sonrojas por todo chamo...

  • Jajajaja

Me quite de encima, colocándome boca arriba con los brazos detrás de la cabeza y piernas cruzadas, quitándome los zapatos con unos movimientos y mirando el techo de su habitación. No la había detallado antes – la otra vez estaba demasiado caliente, borracho y con una nota terrible para describir el espacio que me rodeaba –. El piso tenía un acabado de madera oscura, las paredes eran blancas y una de ellas estaba adornada con un gran televisor que estaba encendido con la imagen Blu-ray en la pantalla, tenía las puertas del closet entre abiertas y parecía que estaba a punto de vomitar toda la ropa que había adentro, los muebles – mesa de noche y cama – eran de madera negra y las sabanas donde estaba acostado eran igual con un diseño negro y blanco, la ventana cerrada y el aire acondicionado a una temperatura agradable.

  • Oye... mmm te quedaste callado – me dijo mientras se arrodillaba en la cama.

  • Jajajaja, estaba viendo tu habitación, no recordaba haberla visto.

  • Ehhh, Andrew... ya estuviste aquí... en Navidad.

  • Jajajaja, yo sé chamo, a lo que me refiero es que no la había detallado.

  • Ahhh.

  • Ves... estamos pasando un buen rato, no hace falta etiquetarlo – le recordé.

  • Yeap... es solo sexo.

Lo dijo en un tono diferente, uno donde sentía una extraña punzada en mi pecho. No quise pensar en nada más y cambie el tema.

  • ¿Qué estabas viendo? – y tomé el control que estaba en la mesa.

  • ¡NO NO NO!

Y lo accione dando play... salía un joven rubio – más o menos de mi edad – dando una deliciosa mamada a un negro mientras otro tipo miraba, la verga que se tragaba se veía que era de unos 30 cm – sin exagerar –, vi que Jean miraba a un lado bastante apenado y yo seguía viendo la película, ahora el otro hombre unió su verga a la del negro y el joven trataba de metérselas en la boca.

  • Eres un sucio... jajajaja... viendo porno a esta hora... y esperando compañía... Jean, eres un putito jajajaja... – le dije con una voz perversa.

  • Ya basta Andrew, no es gracioso.

  • Claro que no lo es... es excitante... ¿te estabas pajeando ahorita?

  • ...

  • ¿En quién pensabas?

  • ...

  • ¿En mí? – le pregunte cerca de su cuello.

  • Ya para – dijo en voz baja y yo le di pause a la película.

  • Ya Jean... era una broma, disculpa – y le di un beso.

  • Déjame.

  • Ahhh pues, tú si eres pajuo, ni que fueras el único hombre que se anda pajeando viendo porno.

  • Pues...

  • Además – le interrumpí –, admito que antes de llegar me hice soberana paja... pensando en ti.

  • ¿Sí?

  • Aja... – y le volví a besar obligándolo a que se acostara de nuevo – pensando en tu cara, tu cuerpo, tu culo que me vuelve loco...

  • Mmm...

  • Y recuerda, un hombre tiene que descargar antes de ir a una cita.

  • Jajajajajaja ¿Guy Code?

- Guy Code... – y de nuevo comenzamos a besarnos.

Jean comenzó a desabrochar los botones de mi camisa color beige que llevaba – esta vez con más cuidado – y la volvió a lanzar en el piso – este chico era desordenado – y exploró mi cuello, bajando por mi pecho llegando a mis pezones comenzando a chupar y a dar pequeñas mordidas lo que provocaba que me volviera loco despeinando y jalando su cabello, mis pezones estaban bien duros y húmedos – su trabajo estaba hecho – así que con un poco de fuerza lo fui guiando a mi entre pierna donde el premio mayor lo estaba esperando, tomé el control de nuevo y le di a play para disfrutar de la película mientras él me hacia una mamada.

Con las mismas ganas de siempre desabrocho el pantalón, bajo el cierre y me bajo los pantalones hasta las rodillas rápidamente, le pegue la cara a mis bóxers manchados con pre cum para que se impregnara del olor de un macho, sentía su lengua acariciar mi paquete.

  • Mmm mastúrbame.

  • ¿Quieres que lo haga?

  • Sí, tómala Jean.

Y así lo hizo, comenzaba a pajearme dentro del bóxer disfrutando de mi cara de placer por el roce que me causaba, él deseaba ver mi verga, lo sabía... la extrañaba y yo extrañaba su boca que aunque fuese primeriza daba unas buenas mamadas así que sin esfuerzo me la saque del bóxer y Jean lo bajo a la misma altura que el pantalón, yo escupí mi mano para darle una suave caricia a mi glande preparándolo para entrar en su caliente boca, mi chico ni corto ni perezoso se la llevo a la boca directamente lo que me provocaba un cosquilleo en todo mi cuerpo, la película seguía allí y el joven rubio se metía la verga del hombre en la boca mientras el negro se lo cogía salvajemente. Jean estaba haciendo un buen trabajo y casi no hacía falta guiarlo... trataba de que se la comiera entera pero a cada intento se atragantaba y comenzaba a toser.

  • Vamos Jean... tu puedes, abre coño – le dije con un poco de amabilidad.

De un movimiento rápido pasó a uno lento... solo lamia mi pene en toda su extensión y chupaba un poco mis testículos llenos de leche, blandía mi pene frente a él y acariciaba su ruborizado rostro llenándolo de mi liquido pre seminal, se lo volvió a meter en la boca bastante lento y con mi “ayuda” bajaba lentamente hasta que por fin pudo aguantarla toda mientras mis gemidos se escuchaban en toda la casa.

  • ¡Ohhh sí! ¡Lo lograste!... ¡AHHH! ¡Genial! Sigue... vamos...

Con movimientos lentos de mi pelvis y mis manos en su cabeza comenzaba a follarme su boca causándome demasiado placer, Jean estaba cooperando como nunca mientras me acariciaba el pecho y apretaba mis pezones, mis movimientos fueron más rápidos y mi chico resistía, se la sacaba y volvía a clavársela en su húmeda y caliente boca sin reclamos... estaba resistiendo por mí y tendría su recompensa, le daría lo que querría este fin de semana y cumpliría sus caprichos... estaba a punto de llegar y se lo hice saber.

  • Ohhh Jean... ¡Jean!

Él no quería que le acabara en la boca y trataba de alejarse, mi parte humilde cumplió su deseo y se la saque de la boca pero no alejé su cara de mi verga y comencé a pajearme bastante rápido.

- I’m cumming... ¡FUCK! ¡I’M CUMMING! ¡¡¡AHHH!!!

Y descargue toda mi leche en su cara, fueron espesos chorros que fueron directamente a él... sudaba demasiado feliz por el orgasmo que me había dado Jean y respiraba muy agitado... la imagen que tenía mi chico era perfecta a pesar de estar cubierto con mi semen en su pelo, frente, parpados, nariz, mejillas y su boca... él sonreía, sonreía por lo que habíamos compartido. Lo jalé hacia mí para darle un beso y poder probar mi esencia disfrutando del sabor que no me era para nada extraño.

  • Wow... yeah – le dije –, te volviste un excelente mamador.

  • Jajajaja... deja.

  • Me encantó Jean – le volví a besar – gracias, uyyy la recompensa que te toca será grande. Lo prometo.

  • Jajaja – reía mientras miraba a otro lado.

  • Ven, vamos a bañarnos.

  • Ahhh – dijo algo desanimado.

  • ¿Qué pasa?

  • Nada, nada.

Nos levantamos y me comencé a quitar los pantalones y bóxers que estaban por los tobillos, miré a Jean de reojo que estaba haciendo lo mismo para de nuevo mostrarme ese cuerpito que me tenía loco, delgado con algunos músculos, con algunas pecas en su espalda y bajaba hasta llegar a sus deliciosas nalgas. Al momento en que se volteó entendí porque estaba tan extrañado, su pene aún estaba erecto incluso más de lo que yo estaba, con la cabeza roja de la presión y sus testículos apretaditos. Jean me dio una mirada de pena y le tendí la mano invitándolo a entrar al baño, debíamos prepararnos para ir a la disco y ya sabía cómo empezar a compensarle por el regalo que me había dado.

Entramos a la ducha y el agua caliente nos cubrió, Jean seguía extraño, callado y comencé a jugar un poco, enjabonando su cuerpo pasaba mis manos por todas partes e intencionalmente ignoraba a su pene dándole algunos roces, mis besos lo calmaban un poco, pero no eran suficientes y me lo hizo saber.

  • Coño Andrew – y se separo de mí aún cubierto de espuma.

  • ¿Qué pasa? Jajaja.

  • Te doy una puta mamada y tú ni siquiera puedes tocar mi pene.

  • Ahhh tú lo que quieres es esto... – dije tomando su pene con fuerza y lo arrastré hacia mí.

  • Ayyy... – gemía.

Le di la vuelta pegando su espalda a mi pecho, el agua caliente nos daba un buen lubricante, mi mano pajeaba su falo hirviendo, mi movimientos eran lentos pero firmes y Jean se recostó completamente en mí ya que sus piernas no podían sostenerlo por mucho tiempo, mi pene se estaba volviendo morcillón al tener unas ricas nalgas apoyadas en él, trate de introducirlo sintiendo ese calor abrazador que me daba su culo.

  • Que rico estas Jean...

  • Andrew sigue... sigue papi.

Mordía su cuello y le daba suaves besos mientras no dejaba de pajearlo, mi chico estaba cerca y finalmente se sostuvo con sus manos en mi cuerpo y soltó los chorros de semen que tenía reservados para mí, caían en la baldosa blanca y resbalaban para perderse en el drenaje.

  • ¡AHHH! ¡ANDREW!

  • Mmm que rica corrida te diste...

  • Ufff no puedo más...

  • Jajajaja lo sé – en mi mano aún quedaba un poco de su semen y sin perderla la coloque en sus labios para voltearlo hacia mí y besarlo – mmm tu lechita también esta rica...

  • Jajaja.

Nos quedamos abrazados debajo del agua dándonos unos pequeños besos hasta que estuvimos limpios y salimos de la ducha. Paseábamos por la habitación desnudos con nuestras vergas un poco morcillonas, veía con deseo a Jean y él lo notaba, hasta se agachaba ofreciendo su culo de puto... pero, desgraciadamente vi la hora, ya era tarde y nuestros panas nos esperaban en la disco, busqué mi ropa por el piso y me coloqué mis bóxers, pantalón y zapatos de vestir negros, cuando buscaba mi camisa beige tirada en el piso Jean me detuvo.

  • Espera Andrew... yo... compré esto, p-para ti – me dijo nervioso ofreciéndome una camisa nueva.

Era de Zara – nunca entraba a una tienda Zara ya que siempre me acosaban los hombres que trabajaban allí – me había gustado el diseño que escogió, era simple y elegante, negra, con los botones, cuello y puños color plateados y bastante ceñida al cuerpo.

  • Ohhh... gracias – le dije admirándola –, aunque no soy fanático de Zara.

  • La compre para agradecerte por la cita de antes... David la pasó bien y bueno... cuando la vi, me acordé de ti y bueno... yo – hablaba nervioso.

  • Ya – lo callé con un beso –, me encanta.

  • Genial – dijo de nuevo sonrojándose.

Jean había buscado entre su montaña de ropa una simple camisa azul claro y un blue jean junto con sus zapatos de vestir. Cuando estuvimos listos y luego de otra sesión de besos nos fuimos directamente a Las Mercedes, íbamos a Forza y ya nuestros panas nos estaban esperando. Llegamos rápido y no agarramos cola en ningún momento. Pagamos la entrada y nos unimos con todos nuestros compañeros de la facultad – por lo menos los que no se habían ido de viaje – estaban más o menos las mismas personas que estuvieron en casa de Jean en Navidad, algunos nos recibieron con miradas bastante sugestivas que indicaban que sabían lo que había pasado. También me encontré con Vanessa – mi mejor amiga de la universidad – que estaba hablando con Reinaldo y Richard; y nos quedamos los cuatro pasando un buen rato entre bailes, charlas y risas, había perdido de vista a Jean y estaba algo preocupado... sabía que se podía cuidar solo, pero también sabía que se podía meter en problemas fácilmente así que me separé de mis amigos y paseaba por todo el lugar tratando de verlo, recibía las típicas miradas de chicos y chicas hasta invitaciones a bailar pero yo solo tenía un objetivo hasta que logre verlo, y lo que vi no me gusto para nada, un hombre estaba hablándole muy pegado detrás de unas columnas cerca de la zona VIP, nublé mi vista por unos segundos... me molesté, sorprendentemente estaba arrecho, iba a ir a golpearlos por ser unos malditos putos hasta que Jean me vio y me sonreía feliz, un par de extraños movimientos de ellos intercambiando algo fue lo que me hizo avanzar al mismo tiempo que el otro hombre se iba.

  • ¿Qué carajo fue eso? – le pregunté molesto.

  • ¿Ah?

  • Tú y aquel puto...

  • No entiendo Andrew...

  • Mira pajuo – y lo tomé del cuello apretándolo – explícame que hacías con ese maldito.

  • A-Andrew... n-no entiendes... p-por favor, d-déjame explicarte...

  • Ya – y lo solté –, habla marico.

  • No te molestes... escucha estaba... comprando algo... para nosotros.

  • No entiendo, termina de hablar pajuo.

  • Mira – y me mostro rápido un frasquito con pastillas – tú sabes, para ti y para mí...

Cuando vi las pastillas mi actitud tuvo un giro de 180°... de una arrechera pasé a una tristeza bastante grande. Jean estaba comprando drogas, me maldije por haberlo perdido de vista, Jean fumaba marihuana desde que lo conocía, él no me introdujo en ese mundo... fue mucho antes de entrar en la universidad – una época digamos... muy oscura de mi vida –. Después, cuando entré a la universidad me era más accesible conseguir el monte, Matty se entero rápidamente por unos amigos que estaba fumando y me encontró con las manos en la masa, obviamente me había golpeado y llamado inmaduro, al mismo tiempo me dijo que estaba decepcionado de mí... ese fue un duro golpe que hizo que me alejara de ese mundo – otra de las cosas que agradezco a Mathew por ser mi hermano –, claro que actualmente fumo un poco... y admito sin miedo a que se controlarme bastante. El éxtasis es una droga que te hace sentir en la gloria, no sabes cuándo comienzas a sentirla solo actúa por si sola, tu corazón, tu respiración, tu mente, tu boca, todo va demasiado rápido y cada toque en la piel te hace sentir algo inexplicable, alegría, libertad, intensidad, nada es suficiente... en fin, estas en éxtasis.

  • Jean – le susurré –... no necesitamos esto.

  • Claro que sí... Ufff cuando las tomas. Te sientes genial y el sexo... Ufff debe ser increíble – se veía emocionado.

  • ¡Ya basta imbécil! – le grité por encima de la música.

  • Yo – Jean me miró sorprendido –... creí que sería una buena idea.

  • No, no lo es... mira – y lo arrastré a un sitio más oscuro – no me gustan las drogas.

  • Pero si tú...

  • Sí, aja... yo fumo, pero se controlarme. Y... – hice una pausa tratando de pensar una manera de decirlo – tú no sabes hacerlo.

  • Claro que sí.

  • No Jean, no.

  • ... – se quedó en silencio con la mirada perdida.

  • Hey – y tomé su rostro – no necesitas esto... confía en mí.

Mi tono de voz era lo más amable posible y lentamente mi otra mano fue bajando hasta llegar a la suya que sostenía el frasco tomándolo, lo abrí para rápidamente dejarlas caer en el piso y destruyéndolas con mi zapato.

  • ¿Qué haces? ¡NO!

  • Es lo mejor Jean... por favor.

  • Mierda... Andrew.

Mire a ambos lados y nadie nos prestaba atención, y le di un beso, era la única forma que tenia para hacer que pensara en otra cosa.

  • Olvida las drogas Jean... no lo hagas por mí, hazlo por ti.

  • O-ok.

Seguimos besándonos hasta estar bastante excitados, salimos de la disco sin despedirnos de nadie y emprendimos el camino rápidamente a su casa... y en menos de media hora nos estábamos besando en su ascensor para terminar en el vestíbulo gimiendo y él derritiéndose en mis brazos, entramos a su casa con un poco de esfuerzo tambaleándonos un poco y evitando los obstáculos llegamos a su habitación, con bastante fuerza lo empuje tirándolo en la cama y montándome encima de él, con cada beso le reafirmaba que no era necesario nada más, era perfecto... era sexo puro.

Clavaba mi lengua en su interior disfrutando de su sabor, él estaba feliz por todo lo que hacía, Jean besaba increíble y lo sabías por esa típica mordida al finalizar un beso que te llegaba a máximo placer. Mi mano acariciaba con fuerza su entre pierna excitándolo y a los pocos segundos su forma se veía reflejada en su blue jean, le quite su camisa rápido lanzándola en el piso, me arrastré hasta su paquete pasando la lengua por encima y tratando de calentarlo aún más, su rostro ruborizado y felizmente sorprendido no paraba de mirarme por lo que hacía, desabroché su blue jean y con fuerza se lo quité junto con su bóxer, lo que veía era su delicioso cuerpo desnudo frente a mí, era bastante tiempo que no lo hacía pero lo deseaba también y comencé acariciando su pene con lentitud lubricándolo con mi saliva y apretaba sus bolas suavemente, Jean se revolvía un poco en la cama sin esperar mi siguiente movimiento, metérmelo en la boca, con un par de lamidas por todo el tronco me clave la cabeza y a chupar, Jean aprendió de mi técnica y me tomó del cabello halándolo con un poco de fuerza. Gemía y gritaba mi nombre sin descansar y al momento en que me la clavé toda fueron los segundos más placenteros de mi chico, no había acabado, pero su delicioso cuerpo vibraba soltando líquido pre seminal, yo subía y bajaba mamando esa verga como sabía hacerlo hasta que finalmente me la saque de la boca.

  • Ohhh Andrew... que rico... rico. Me encantó.

  • Jajajaja lo sé. Pero me toca a mí. Toma lo tuyo... ¿Quieres verga?

  • Sí... Siii.

  • Ven por ella puto.

Me levante de la cama con mirada perversa mientras él gateaba hacía mí para luego quitarme el pantalón y bajar mi bóxer, mi verga salió disparada y a la misma velocidad la boca de Jean me invadió con su calor, con mucha practica se la metía completa en la boca y lograba hacerme suspirar, era un goloso comiéndome la verga y mis bolas, sin dejarlo respirar lo tomé de la cabeza para follarle su boca con ganas, él sabía cómo calentarme, la imagen de mi pene desaparecer en su interior o blandirla por su cara y hacerla chocar contra su lengua casi me hace terminar en varias ocasiones, pero me aguantaba para poder cogerlo con ganas.

  • Quiero...

  • ¡Shhh!

  • Andrew quiero...

  • ¡Calla!

  • ¡Rómpeme el culo! – gritó.

  • Ohhh sí... eso si marico, voltéate.

Y así lo hizo, estaba de nuevo entregándome ese tesoro que era su culo, escupí un par de veces en su raja y me coloqué el preservativo le daba unas fuertes nalgadas dejando mi marca en su cuerpo, estaba descontrolado y loco por el placer, Jean estaba en cuatro preparado, abriendo sus nalgas me enterré sin detenerme hasta clavarlo completamente y sentir mis bolas casi pegadas a las suyas, respire un poco tratando de retardar el orgasmo por sentir ese calor en mi dura verga y cuando estuve listo mi vaivén empezó lento... muy lento y aumento el ritmo a cada minuto y al mismo tiempo unos gritos orgásmicos se elevaban en la habitación. Lo deseaba... deseaba que los vecinos escucharan como cogía a Jean salvajemente, que ellos se enteraran lo que yo le provocaba a mi chico con cada estocada profunda.

  • Grita... ¡Grita puto, grita!

  • ¡Ayyy Siii!... ¡Andrew! ¡Papi! ¡Sigue! – gritaba con cada embestida.

  • ¡Ohhh sí Jean! ¡ FUCK FUCK FUCK !

Era el momento su culo palpitaba podía sentirlo lo tomé de los hombros y lo atraje hacia mí, pase uno de mis brazos por su cuello apretándolo y ahorcándolo un poco mientras lo masturbaba y cogía, el macho que me había cogido en mi adolescencia me enseñó todos sus trucos y ahora los implementaba con mi chico que llegó al orgasmo en pocos segundos bañando las sabanas con su deliciosa esperma. Pasión... Placer... Sexo... era lo que seguramente pasaba por la mente de Jean Carlos mientras se revolvía por mi toque, afloje mi agarre y volví a dejarlo en la misma posición de perro en la cama para continuar con mi faena, a los pocos segundos saqué mi pene de su interior quitándome el preservativo para acabarle en su entrada con mi leche caliente... Jean balbuceaba algunas palabras inentendibles y yo gritaba su nombre en toda la habitación... momentos después me percaté del calor... del sudor... el fuerte y penetrante aroma a sexo, un impulso para terminar con mi revolcón fue pasarle mi pene aún duro por toda la raja y penetrarlo por última vez haciendo que la esencia que tenía en su ano pasara a su interior y me acosté encima de él llegando al límite, ambos cansados por lo que acabábamos de hacer...

---*---

Seguía desnudo... sabía que algo cálido estaba cerca de mí pero lo único que podía notar era un extraño frio que invadía mi cuerpo. Cuando abrí los ojos recordé toda la noche anterior y de cómo había acabado, no había tenido un sexo tan caliente como el de anoche. Me levanté de la cama sin que mi chico se despertara busqué mi ropa tirada en el suelo y la acomodé en un sitio, en mi celular me di cuenta que eran más de las 10:00 de la mañana y varios WhatsApp de los chicos preguntándome a donde me había ido – algunos más crudos con la insinuación de no romperle mucho el culo a Jean Carlos –,  era domingo y no pensaba salir de la casa, si no pasar todo el santo día follando a mi chico, al no estar sus padres en casa no vi la necesidad de ponerme algo de ropa – me sentía un puto exhibicionista – caminando por los pasillos, el comedor y la cocina, iba a reponer algo de energía con un buen desayuno y abrí la nevera, lo primero que vi fue un regalo divino, una cerveza estaba esperándome y la tomé para abrirla, en el justo momento en que estaba con el primer trago un grito me asustó completamente haciendo que me ahogara y escupiera una parte. Al voltear no podía estar más cagado... la madre de Jean Carlos estaba en el marco de la puerta.

  • ¡POR DIOS MUCHACHO! ¿QUIEN ES USTED? ¿QUÉ HACE EN MI CASA?... ¿¡POR QUÉ ESTA DESNUDO!?

  • Ehhh yooo...

  • ¿Y MI HIJO?... ¿¡DÓNDE ESTÁ MI HIJO!?

  • Señora cálmese.

Me entró el pánico, me bloqueé... ni siquiera recordaba estar desnudo hasta que solté la cerveza y me tape mis partes, rápidamente fui corriendo a la habitación por mi ropa, miré a Jean que seguía durmiendo boca abajo mostrando su cuerpo desnudo sin darse cuenta de la escena que se estaba viviendo, volando me coloqué el pantalón y los zapatos... la camisa la llevaba en mis brazos y agarré mi celular, llaves y cartera. Para cuando salía de la habitación su madre ya iba a entrar y se quedó pasmada viendo a su hijo, sé que la escuche decir algo pero no puedo recordar absolutamente nada, cerca de la puerta aún estaba el bolso que había dejado en el piso cuando Jean me recibió con una sesión de besos y lo tomé saliendo del apartamento. Para mi mala suerte recordaba de nuevo que estaba sin la camisa y la puerta del ascensor se abrió recibiéndome una pareja con hijos – MIERDA –, me coloque la camisa corriendo mientras yo entraba y los padres se hacían la vista gorda pero los niños no dejaban de mirarme.

En el carro me maldije mis veces porque su estúpida madre había llegado antes de tiempo arruinando mis planes, conduje llegando a mi casa y encerrándome en el cuarto sin hablar con nadie. Los papeles habían cambiado, ahora yo escapaba, la historia era otra.

---*---

Pero debo de admitir que ya pasaba el domingo en la noche... y todo el lunes, mi celular no dejó de sonar, Anthony llamo a mi puerta diciendo que Jean no dejaba de llamarlo tampoco.

Yo no soy de piedra... sé que he cambiado con el pasar de los años y pero “mi parte sensible” se apoderó de mi cuerpo. La culpa me invadía...

  • Te necesito... ven, por favor – le decía por teléfono.

- Ehhh claro hermano... ya voy para allá.

Necesitaba hablar con él estaba bastante perdido por lo que me había pasado y necesitaba un guía. Desde que éramos niños me había apoyado y él sabía todos mis romances adolescentes. Llegó pronto en su moto y subió sin alertar a nadie, cuando tocó mi puerta deje escapar ese suspiro que tenía retenido y lo deje pasar para luego cerrar la puerta con seguro.

  • ¿Qué te ocurre bro?

  • Puro drama, Richard – le dije desanimado.

  • ¿Con Jean Carlos?

  • Los chismes vuelan, ¿No? – era obvio que mi amigo se había enterado.

  • Pues sí, más o menos – me dijo sonriéndome –, Vanessa me contó unos supuestos rumores de Navidad... y cuando desapareciste en Forza jajajaja, me lo confirmaste.

  • Mmm ya.

  • Cuéntame todo, vamos.

Le conté todo lo que pasó, como me arribó en Navidad, la forma en que lo bese y tuvimos relaciones... le había aclarado que era solo sexo, que no se enamorara... – a Richard no le gustó para nada ese comentario y me lo hizo saber con un crudas palabras – la salida con Jean, mi ahijado y su primito, en realidad si la pasé bien ese día pero me había molestado cuando me robo un beso... traté mal a Jean en ese momento y finalmente el día de ayer, el sexo y placer me nublaba, sentía que la relación funcionaba y hasta hubo unos momentos donde veía a Jean como un lugar donde colocar mi verga y satisfacerme, era solo sexo... pero en el momento en que llego su madre viéndome desnudo y yo escapando dejándolo solo, con mucha confusión... me sentí demasiado culpable y más aún por no haber contestado todas sus llamadas del domingo y lunes... era obvio que él estaba peor que yo.

  • ¿Soy una mala persona?

  • Mmm – pensaba luego de estarme escuchando hablar – sí, si lo eres... – dijo bastante seguro – pero, tú no eres así Andrew.

  • Perdón...

  • No tienes que disculparte conmigo... debes hablar con Jean Carlos.

  • Lo estoy usando... él me quiere... y...

  • Está enamorado de ti – concluyó.

  • Le dije que no se enamorara...

  • Por el amor de Dios, Andrew... no puedes pedirle a alguien que no se enamore, ¿eres imbécil o qué? Es algo que no puedes controlar. Y más de alguien que lleva loco por ti desde hace tiempo...

  • ¿Tú sabías?

  • Jean no sabe disimular jajaja.

  • ¡Dios! Soy una mierda...

  • Deja de decirlo, no lo eres y además hay algo que no me has dicho, pero lo veo en ti...

  • No entiendo.

  • Claro que sí, deja de ocultármelo o lo diré en voz alta.

  • ¿Qué? Dilo, porque estoy confundido.

  • Pssst... te gusta Jean.

  • ¿¡WHAT!? – grité descontrolado.

Richard simplemente cruzo sus brazos y se recostó de la cama mirándome con una cara de “es en serio, no estoy jodiendo”.

  • Q-que d-dices... e-estás diciendo estupideces. Claro que no me gusta Jean. Es es...

  • Es obvio – terminó él.

  • Claro que no... ¿Cómo llegaste a esa estúpida conclusión?

  • Como contaste todo... ¡Vamos! Hace tiempo que no veía esa chispa... y estás preocupado por él, por lo que debe pensar su madre, no lo admites por miedo a decir que te gusta.

  • ¿Miedo?

  • Claro... te conozco, soy tu puto consejero sentimental desde los 15 años... y sé cuando alguien te gusta, ya ha pasado antes...

  • Calla – interrumpí – Eso ya paso.

  • Andrew, él debe estar pasando un mal rato, no eres el único en esta relación.

  • Era solo sexo...

  • Nunca lo fue, para él nunca fue sexo y para ti tampoco, aunque hayas tardado en darte cuenta.

Por esa razón era mi consejero, siempre tenía la respuesta a mis dudas y de una forma brusca me daba a entender mis errores, él siempre se veía tan seguro y me era tan difícil entender el por qué no tenía novia. Claro que antes, cuando éramos chicos era menos elocuente y pensaba demasiado antes de decir unas pocas palabras para ayudarme, ahora con ese hombre que tenía al frente ni siquiera era necesario hablar para que me entendiera.

  • ... Jean me gusta – dije después de unos segundos.

  • ¡DOCH!

  • ¡POR DIOS! ¡JEAN ME GUSTA!

  • ¡Shhh! Tus padres te van a escuchar.

  • ¿¡CÓMO PUDE SER TAN IMBÉCIL!?

  • Es obvio, eres Andrew, eres un imbécil de nacimiento, además eres mi hermano y también de Arturo, eso es de familia.

Nos reímos por unos segundos y quedándonos con una sonrisa bastante boba.

  • Pfff... Jean me gusta – mientras me acostaba junto a Richie.

  • Debes decírselo.

  • Pero no quiero un novio.

  • Mmm, sí lo quieres.

  • Odio esa palabra, se me revuelve el estomago. Cada vez que la uso... pfff todo sale mal.

  • Ni que lo digas – me decía mientras que él recordaba todo.

Era completamente ridículo que no me diera cuenta de lo que sentía por él... tenía que venir Richard para abrirme los ojos... en ese momento estábamos acostados en la cama, sentía un gran amor por él, que me había apoyado tanto al igual que yo lo hice en su momento. En ese momento que estábamos en paz me pedía que fuera sincero con Jean, que le diera opciones y que finalmente él decidiera que hacer... y me pedía con todo el corazón que no le hiciera daño. Al final acepto que es una buena idea, en verdad no conocía a nadie que pudiera resolver esto solo, siempre hay alguien que sabe la respuesta y te guía a la verdad, es amor, no es algo de una sola persona.

  • Me ayudaste mucho... muchas gracias Richard.

  • Descuida, siempre estoy para ti.

  • Lo sé.

  • Dale hermano... – dijo viendo su celular y levantándose rápido – escucha, me tengo que ir... te amo.

  • Yo igual.

Pero, se detuvo antes de salir de mi habitación.

  • ¿Por qué haces eso?... – dijo de repente con mirada inquisidora.

  • ¿Qué cosa?

  • Nunca me dices “te amo” – se escuchaba algo dolido –, nunca.

  • Claro que lo digo... acabo de hacerlo – le respondí con una sonrisa evitando su mirada.

  • Claro que no, siempre respondes con un “yo también”, o un “yo igual”, o el típico “ me too ”. Pero jamás dices “te amo” ni a mí... ni a Arturo... ni Vanessa, ni siquiera a tus hermanos o tus padres – dijo vomitando las palabras.

  • Ehhh yo... – me quedé sin habla por el análisis que había hecho.

  • Es por ¿Luís?

¿Luís? ¿Dónde carajo había sacado a Luís?... a veces a mi amigo se le iba la cabeza.

  • Claro que no, él no tiene nada que ver. Ha pasado demasiado tiempo... aún sigues relacionándolo conmigo... solo somos amigos.

  • Ya, claro... no te creo.

  • ... – lo miraba con cara de pocos amigos.

  • Lo lamento.

  • Aja... – creí que se iría, pero se quedo de pie – ¿Qué pasa?

  • ¿No me lo dirás?

  • ...

  • Bueno, yo sé que me amas tanto como yo a ti... me voy – dijo ya abriendo la puerta –... te amooo.

En algún momento le diría la verdad, a él y a todos, cuando pudiera superar lo que pasó.

---*---

Y después de que Richie se fue, llegó la etapa de analizarme, siempre lo hacía cuando la presión llegaba a mí, me alejaba de todos y trataba de respirar, subí al Ávila y pasé el día allí, haciendo ejercicio, tratando liberar toda la energía y tensión acumulada por los estudios, el trabajo y mi vida privada... justamente cuando ya no podía más me quedé recostado en una banca mirando a la ciudad, me había llegado un correo de un lector de mis anécdotas a la cual lo leí con pasión... me encantaba cada palabra con la que él admiraba mis escritos, era una persona muy especial que al mismo tiempo me ayudó a analizarme con las siguientes preguntas y las respuestas a su tiempo... vinieron lentamente.

Al escribir mis anécdotas me ayudan un poco a analizarme de la forma en que era antes, comparándome con el que soy ahora, también me ayuda a desahogarme, pensando en mis amores pasados y experiencias vividas. Siempre se lo he dicho a mis lectores, ya he pasado por mucho y sinceramente contárselo a una sola persona no era suficiente.

  • ¿He perdido mi sensibilidad de antes...? o ¿La he acorazado detrás de mi manejo de la situación? – me preguntaba a la nada...

Pues... no, esa sensibilidad aún la llevo conmigo, pero he sufrido tantas veces que sí está bastante oculta, soy una persona que al principio cae bastante mal, deben conocerme bastante para saber cómo soy, con un humor agridulce y finalmente una personalidad de chico malo que enamora a algunas... y a algunos. Jean había caído en el juego que ni yo mismo sabía que había creado.

  • “Esto te llevará a plantearte claramente cuál es tu visión del amor”.

Era cierto... con cada pregunta desfragmentaba mi mente y mi corazón.

  • ¿Es posible la pareja? o ¿Hay que renunciar a ella?

... Solamente es posible si alguno de los dos permite que lo sea, ya para ese momento ya tenía claro que me gustaba Jean y era obvio también que yo le gustaba, si ambos colocábamos nuestras cartas en la mesa podríamos intentar algo, eso sí lo tenía claro. Pareja... pareja... Jean y yo... Andrew & Jean, se escuchaba bien... se veía bien, los dos podríamos formar algo genial. Y renunciar a ella no era una opción... bueno, por mi parte no lo era, me arriesgaría a querer a alguien de nuevo.

  • ¿Haré fatalmente infeliz a quien comparta mi vida?

Ufff... que pregunta, en verdad me dolía un poco sus palabras tan frías. Tal vez la forma en que me expresé en mi relato anterior me hizo ver como el malo de la historia por mi altanería y un “modesto” sentido de superioridad... pero, no pensaba hacer infeliz a nadie, sí me imaginaba casado con dos hijos y una esposa... o un esposo aquí en Venezuela y esa imagen de los cuatro éramos muy felices porque trataría de hacerlo, trataría de ser feliz hasta el final de mis días.

  • ¿Desgarrará eso mi personalidad en dos o es tan solo una etapa en la evolución de la misma?

Que complicado era a veces mi lector, siempre le decía que me gustaría que sus correos fuesen más simples – pensaba con humor –, me tarde bastante tratando de responder esa pregunta porque no la entendía mucho, ¿mi personalidad era rasgada? ¿Por qué?... ¿por mi sexualidad? No pude entenderlo y sinceramente esperaba otro tipo de enfoque para poder responderme eso.

Termine de leer el correo feliz y sin algún extraño peso en mis hombros, me ayudaba alejarme y liberarme de las tensiones que tenía en la vida. Ya era un poco tarde y el sol estaba cayendo, pero tenía algo más que hacer. La historia no había acabado...

  • No hables, escúchame bien – le dije por teléfono – necesitamos hablar... vamos a hablar... te invito a cenar el viernes, pasaré por ti a las 5:00 pm, iremos a un lugar bastante especial... ponte guapo.

- Ok... pero...

  • No, Jean Carlos, lo hablaremos el viernes.

- De acuerdo – terminó la llamada con un tono apagado.

... Estaba a punto de comenzar.

---*---

El viernes después del medio día estaba bastante nervioso, ni siquiera estuve tan nervioso cuando tuve mi primera cita con una chica. Le había enviado unos cuantos WhatsApp a Jean Carlos para que me confirmara lo de ésta noche y me había dicho luego de un par de horas que deseaba hablar conmigo y tenía muchas ganas de verme... ese mensaje me alegró ya que no sabía cómo estaba Jean después de dejarlo solo con su madre.

Yo por mi parte, con un poco de trabajo y algunos contactos ya tenía la reserva del restaurant planeada y uno de los dueños nos vendría a buscar, iríamos al Il Picaccio en Galipán, en un impresionante ambiente de montaña con vista al mar y envuelto de un paisaje único.

Después de haberme bañado y vestido me quedé examinándome frente al espejo llevaba una camisa blanca, pantalón, zapatos de vestir, corbata y blazer negro, me sentía un empresario, vestido bastante elegante y muy acorde a la cita y a lo que le pediría a Jean.

Cuando baje la escalera mi padre y Anthony estaban sentados en la mesa leyendo, era increíble la imitación de buen hijo que realizaba mi hermano, para él mi padre era un héroe... pero, para mí... era todo lo contrario y me molestaba que Anthony estuviera siguiendo sus pasos.

  • ¿Para dónde vas tan elegante hijo?

  • Tengo una cita padre.

  • Mmm esa chica debe ser muy especial, no la has presentado aún.

  • Ja... – un ronquido de burla salió de la boca de mi hermano que seguía leyendo el libro.

  • ¿Sucede algo Anthony? – preguntó.

  • No padre... nada – respondió mirándome.

  • Presentaré a mi pareja cuando sea oficial – termine yo por responder – me voy.

  • Cuídate.

Salí de la casa negando la cabeza, algunas veces mis pensamientos se volvían oscuros deseando que ellos no formaran parte de mi familia, que mi madre, Matty y yo estábamos mejor sin ellos pero luego volvía a la realidad... ellos eran familia y debía aprender a convivir con ellos. Al momento de subirme al carro esas “mariposas” en el estomago comenzaron a aumentar... hasta una tremendas ganas de ir al baño... pero, nuble mi mente para continuar, el camino se me hizo eterno y cuando llegue a su casa ya eran un poco más de las 5:00 pm y le escribí a mi chico para que bajara. Me apoye en mi carro y cuando lo vi saliendo por la reja y bajando las escaleras... me quedé como un idiota mirándolo. En verdad estaba muy guapo, con su camisa rosa pastel, un pantalón pegadito y zapatos de vestir color negro, también llevaba un blazer oscuro que lo ceñía al cuerpo, se quedó mirándome un momento bastante serio y yo con un par de movimientos le dije que se acercara y le di un corto abrazo.

  • Te ves muy guapo.

  • Gracias – seguía serio.

  • Ven... no podemos llegar tarde – y le abrí la puerta para que pasara, aún se veía un poco desconfiado pero entró al carro.

Cuando entramos y emprendimos la marcha nos quedamos en un silencio demasiado pesado, Jean no me miraba y andaba suspirando bastante fuerte, su actitud era molesta y un poco malcriada, hasta en algún momento se me cruzo por la mente dar la vuelta y dejarlo en su casa para finalmente irme... pero el cariño que le tenía a Jean no me permitía hacer eso.

  • En serio te ves muy guapo – le dije mientras tenía la vista fija en la autopista.

  • Gracias.

  • ...

  • ¿Por qué estamos aquí?

  • Te dije que deseaba hablar contigo.

  • Podía ser en cualquier lado, ni siquiera sé por qué acepte a venir... nada importa, ya estoy cansando. Estoy...

  • Ya... entiendo. Discúlpame por dejarte de esa forma con tu madre. No debí irme de esa forma. Me bloqueé y cuando me di cuenta ya estaba en mi casa.

  • Ni te imaginas lo que pasó.

  • ¿Quieres contarme?

  • Mi mamá me despertó a gritos, me sorprendí al verla, pero mucho más al no verte – sus ojos se volvían rojos rápidamente y lagrimas comenzaron a salir – te fuiste y me dejaste de esa forma.

Aproveché la cola de carros para pasar mi mano suavemente por su mejilla y secarla.

  • Hey hey... en verdad lo siento, debí cerrar la puerta, despertarte, vestirnos, pretender que hacíamos algo más.

  • Mi mamá me dijo que te vio desnudo en la cocina.

  • Lo sé... yo de imbécil que no me puse el bóxer, me dijiste que llegarían el lunes y el apartamento seria nuestro todo el fin de semana – le recriminé.

  • Pues que podía hacer, si ella se vino primero.

  • ¿Qué paso después?

Se tardo en contestar y cuando lo hizo su voz era rasgada... muy dolida.

  • Tomó una correa del piso y me azotó.

  • ¿¡QUÉ!? – le grité mirándolo.

  • ¡CUIDADO!

Vi rápido el camino y frene deteniendo el carro antes de chocar contra una camioneta, por suerte no tenía a nadie atrás de mí ya que la cita hubiese terminado antes de empezar. Suspiramos bastante agitados y volví a arrancar.

  • Mierda... ¡MIERDA!

  • Ya pasó – seguía con voz apagada.

  • Maldita sea Jean Carlos. Coño... que arrechera – seguía soltando malas palabras –, es mi jodida culpa.

  • No no...

  • Sí Jean Carlos... y tú madre ¿Quién se cree para pegarte de esa manera?

  • Pues mi mamá.

  • ¿Estás consintiendo lo que te hizo?

  • No quiero pensar más en eso Andrew, por favor.

Coño de su maldita madre... por mí mente pasaban todo tipo de formas de hacer sufrir a esa mujer a pesar de que fuera la madre de mi chico. Como era posible que una mujer se dignara a azotar a su hijo de 21 años. Técnicas que consideraba hasta medievales. Jean era un hombre que podía hacer lo que se le viniera en gana, lo que más quería era abrazarlo, que entendiera que estaba para él y que confiara en mí para protegerlo. No estaba solo, estábamos juntos. Su carita aún un poco ruborizada y mirada perdida era una fuerte puñalada... seguramente el Andrew que comenzó con esto en noche buena no le hubiera importado mucho... pero este Andrew actual... fuck le dolía demasiado.

Jean me preguntó a donde iríamos y le había contestado con una débil sonrisa que era una sorpresa, recibí una llamada de la persona que nos llevaría al restaurant, avisándome que ya estaba esperándome, me quedaban como 10 min más de camino y cuando llegamos a un estacionamiento privado, el chofer nos recibió con una sonrisa.

  • Buenas tardes señores, esta camioneta nos va a llevar al restaurant.

  • Oye Andrew... ¿A dónde vamos? – me preguntó ya sentados en los asientos traseros.

  • Te lo dije jajaja... no seas impaciente Jean – y tomé su mano dándome cuenta de su suavidad y calidez sin desear alejarme.

  • Estoy algo nervioso, no sé a donde vamos – ahora miraba por la ventanilla los arboles y la camioneta se movía un poco ya que entraba al camino rustico.

  • Confía en mí... te va a encantar, yo tampoco he ido y me han dicho que es un lugar impresionante.

A los 15 minutos ya estaba mareado por tanta subida y por fin habíamos llegado a una calle plana y pavimentada, no había soltado la mano de Jean en ningún segundo hasta que salimos de la camioneta, un frio desgarrador subía por nuestros cuerpos haciéndonos vibrar – y no de la buena forma –, el chofer nos invito a entrar al restaurant que por dentro estaba decorado de forma rustica y algunos toques modernos, el mesero reviso la reserva que había hecho y nos guió a nuestra mesa, se suponía que debía ser en la terraza pero por el frio extremo que hacia nos invitó a sentarnos en una zona un poco más confortable adentro y aún tenía una gran vista. Una mesa para dos, con su mantel blanco impecable, platos y copas nos recibían, nos sentamos e inmediatamente nos dieron la carta de vinos, no era un experto pero el mesero nos dio una sugerencia – el más caro obviamente – y acepte, Jean no apartaba la vista de la ventana apreciando un poco de neblina pero se podía ver el mar y la montaña con algunas luces en el fondo de La Guaira.

  • Qué bonita vista.

  • Sí, verdad... una amiga me lo recomendó.

  • ¿Por qué me trajiste aquí? – en ese momento llegó el mesero con la botella de vino tinto lista para abrirla con elegancia y servirnos una copa.

  • ¿Por qué no disfrutamos un poco de la cena?... ya habrá tiempo para hablar.

  • Ok.

Cuando entramos en el restaurant habían algunas personas a nuestro alrededor y en la siguiente hora ya estaba en todo su apogeo con conversaciones en tono bajo y algunas risas, la pareja que estaba a nuestro lado estaba celebrando su aniversario – bastante coincidencia por lo que ocurriría dentro de poco jajaja –, cenamos una exquisita pasta con lomito a la cual le di cinco estrellas sin exagerar, estuvimos hablando de temas triviales evitando la conversación del carro y cuando estuvimos satisfechos nos quedamos con otra copa de vino. Y fue mi momento para hablar...

  • Jean Carlos... – y me miró – te invite aquí por un par de razones – y suspiré –... lo primero... quiero disculparme por mi actitud, no por lo del domingo... si no desde el principio por pedirte algo sin tomar realmente en cuenta tus sentimientos. Me disculpo por ser un imbécil por no ver lo que tenía en frente, en verdad soy un idiota.

  • Yo... ehhh.

  • Por favor, déjame terminar – y le sonreí muy tiernamente.

  • Ok.

  • Jean, me he dado cuenta... muy tarde, lo que te voy a decir es en serio – hice una pausa y tomé un poco de vino de mi copa para darme un empuje mas –. Tú me gustas, en serio me gustas – y tome su mano encima de la mesa mientras lo miraba apasionadamente – fui un imbécil al pedirte solo sexo a pesar de lo que sentías, sé que te gusto demasiado... incluso podría decir que... estas enamorado de mí y lo acepto – su cara, más roja no podía estar – no utilizaré la palabra novio Jean... pero quisiera que fuésemos algo especial, tú y yo... una pareja.

  • Y-yo... ¿en serio?... A-Andrew, ¿es en serio?

  • Aja... te quiero Jean.

Mi chico respiraba un poco agitado sonriendo y mirando a todos lados de nuevo una pequeña lagrima rodó por su mejilla a lo cual me pareció lo más tierno de este mundo, mi propuesta a mi parecer era perfecta, le ofrecía mi cariño y ser algo especial, estaba tardando en contestar pero su rubor, su sonrisa y el hecho de que no había soltado mi mano me daba buena señal.

  • Yo también te quiero, Andrew.

  • ¿Me perdonas por haber sido un imbécil? No sabía que perdería la oportunidad de querer a alguien tan genial como tú.

  • Aja... – balbuceo Jean con su bella sonrisa y apretando más mi mano.

  • Eres hermoso Jean Carlos, no tienes idea.

Me acerqué a él y le di un suave beso sin importarme la presencia de los demás clientes del restaurant, solo la pareja que estaba a nuestro lado nos dio una mirada sonriendo y continuaron su cena normalmente. Ambos sonreímos felices, yo por haber dado un paso más y mostrar esa clase de afecto en público y Jean feliz por mí, no... Por nosotros y por ese “algo especial” que faltaba en nuestras vidas y el pasado no iba a superar ese momento.

El postre lo pedimos para llevar – un tiramisú que estaba de muerte – y cuando llego la cuenta ni siquiera quise verla y coloque mi tarjeta de crédito adentro – una enseñanza de mi padre para mostrar “algo de clase” –, cuando estuvimos listos salimos del restaurant tomados de la mano y sonriendo sin importar la gente que nos miraba, después de revelar mis sentimientos me sentía genial, en la camioneta nos dimos unos cuantos besos algo cohibidos por la presencia del chofer que solo hacia unos comentarios sonriendo y nosotros también lo tomábamos como broma. Pero cuando llegamos al estacionamiento y entramos a mi carro fue otro cantar, nos comíamos la boca con pasión mientras acariciaba su espalda por debajo del blazer solo nos separábamos para respirar un poco sonriendo y uniendo nuestras frentes.

  • Me encanta como te sonrojas jajaja.

  • Ayyy Andrew – y me dio un pequeño beso.

  • Me gustas...

  • Tú también me gustas mucho... gracias... gracias, me haces muy feliz – y sonreía.

  • Tú también me haces feliz.

  • Jajaja que ladilla – y se separó recostándose en el asiento.

  • ¿Qué pasa? – le pregunté extrañado.

  • Es que... estoy feliz, muy feliz... no quiero llegar a casa – dijo algo triste.

  • Pues... ¿Quién dijo que iríamos a tu casa? – le dije con una mirada sugestiva.

  • ¿Iremos a la tuya?... ¿Y tu familia?

  • No... no... cariño, no entiendes – y lo tomé de la barbilla – iremos a un lugar donde estemos solamente nosotros...

  • ¿Y a dónde...?

  • Es una sorpresa... – termine dándole otro beso y arrancar.

  • ¿Otra vez?

  • Jajajaja te gustó la primera... ¿No?

  • Jajajaja sí... – y se quedó callado con una boba sonrisa.

El camino lo hicimos en silencio con una sonrisa hasta que Jean se dio cuenta hacia donde nos dirigíamos y con sorpresa se negaba a la situación, yo sinceramente no le hice mucho caso y deje mi carro con el valet parking del hotel, tomé su mano y con un poco de fuerza lo jalaba hacia la recepción del hotel.

  • Andrew... por favor, no podemos venir aquí. Es muy caro – se quejaba.

  • Descuida, yo pagaré todo...

  • Por favor... podríamos ir a otro lado, yo conozco buenos hoteles.

  • Jajaja... Jean yo también, y este es el mejor, además... el valet ya se llevo el carro.

  • Coño... – gruñía algo molesto, lo que en realidad a mí me pareció de lo más tierno.

  • Buenas noches, señor...

  • Brown, Andrew Brown.

  • Buenas noches, señor Brown – repetía la recepcionista – bienvenidos al hotel Eurobuilding, ¿tiene usted una reservación? – mientras seguía mirando a un Jean Carlos bastante rojo de vergüenza.

  • No – continué de forma calmada –, deseo una habitación por favor.

  • Se va a quedar...

  • Una noche.

  • De acuerdo – seguía tecleando – tenemos disponibles en este momento la habitación First Class King , para los empresarios, ya se ha realizado el check in y realizaremos un cargo adicional por la hora ¿Está de acuerdo?

  • Ok.

  • Ehhh... usted y su... acompañante – y volvió a mirar a Jean – ¿Desean algo especial?

  • Mmm ¿Qué dices cariño? – y miré a Jean con una sonrisa.

  • Está disponible el paquete de bodas – continuó la recepcionista tratando de sonar profesional.

  • El paquete de bodas cariño... desayuno, pétalos de rosa, champagne... ¿Qué dices? Jajajaja.

En realidad yo era el único que estaba bastante relajado ya que la recepcionista parecía un tanto nerviosa mirando a todos lados y esquivando mi mirada, Jean se había negado rotundamente a mi propuesta de elegir el paquete de bodas a lo cual una risa interna no podía parar.

  • No.

  • Bueno... mi pareja no quiere el paquete de bodas jajaja...

  • Jajajajajaja – era una risa bastante nerviosa de la recepcionista y luego continuó –... deberemos hacer un cargo en su tarjeta inmediatamente para poder darle la habitación.

  • Claro.

- First Class King... Una noche... dos adultos... muy bien señor Brown, son 6.390 Bs.F, ¿American Express, Master Card o Visa?

- Visa.

  • Andrew... por favor. Es muy caro.

  • Ya Jean... yo pago, relájate, por favor.

  • Bueno, por lo menos deja pagar una parte... espere por favor – le decía a la recepcionista – ehhh.

La chica detuvo tu constante tecleo y nos miro solícita esperando las siguientes órdenes.

  • ¿Pasa algo?

  • No encuentro mi cartera – decía tocándose los bolsillos – ¡Andrew, no encuentro mi cartera!

  • Shhh... ya Jean, no hagas tanto alboroto.

  • ¡Pero, Andrew! – se quejó.

  • Siga por favor, cargue todo a la tarjeta.

  • Será un placer.

  • Ahhh... y – le pasé unos cuantos billetes – no deseamos ser molestados.

  • Como diga señor...

Ya después de tanta formalidad al momento de pagar teníamos nuestra habitación y subíamos por el elevador junto a otra pareja más, nos bajamos en el primer piso y caminamos lentamente hasta que Jean me detuvo con un fuerte agarre.

  • Tú me la quitaste, ¿Dónde está?

  • Jajajaja... toma – y le di su cartera.

  • Andrew, ¿Cómo te atreves?... no, ¿Cuándo me la robaste?

  • Jajajaja... sabía que querrías pagar cuando descubriste que vendríamos para acá, por eso cuando nos bajamos del carro... te descuidaste con un par de besos y... jajaja listo, te robe tu cartera.

  • Te pasaste coño – y me dio un suave golpe en el hombro –, podía ayudar a pagarte.

  • Yo te invite cariño... no era necesario.

Entramos en la habitación y me quedé gratamente sorprendido, estaba decorada con paredes crema, alfombra en un tono más oscuro y muebles de madera oscura, lo que se detallaba era gran televisor LCD de 32’, un mini bar y lo que a Jean y a mí nos dejo con la boca abierta fue la conexión que tenía la ducha del baño con la habitación que era separada por un vidrio.

  • Mmm que morbo, ¿no? – le decía a mi chico abrazándolo por la espalda y dándole besos en el cuello.

  • Aja... ahhh...

  • ¿Qué quieres hacer?

  • Mmm Andrew...

  • Que rico estas Jean... te ves muy guapo... me encantas.

Finalmente nuestros deseos salieron a flote fueron unos besos pasionales exploraba su interior con mi lengua mis manos iban desde sus mejillas pasando por su cuello, pecho y acariciando su gran culo que me encantaba, Jean tampoco se podía controlar y me acariciaba el paquete con ganas y marcando la figura de mi pene. Le quite su blazer dejándolo en el suelo para seguir acariciando su espalda, quería tocar mas piel así que fui abriendo la camisa rosada botón por botón hasta hacerla caer suavemente al suelo mientras acariciaba sus hombros y brazos. Yo por mi parte desanudé la corbata negra que tenía y me quité mi blazer lanzándolo lejos de la cama.

  • ¿Me dejo la corbata? – le dije picándole un ojo.

  • Jajajaja siii... me encanta.

Jean también tomo riendas al asunto y con rapidez me desabrocho la camisa y yo la deje en el piso, nos vimos en un espejo de la habitación y me excite aún mas viendo esos cuerpos bastante sexys, con el torso descubierto yo con la corbata y los pantalones con nuestros grandes paquetes destacados, pero deseaba ver a mi chico desnudo, disfrutar de su cuerpo que de ahora en adelante sería mío. Así que con voz entrecortada le pedí que se desnudara para mí. Y lo hizo, yo me quede sentado en la cama mientras Jean se deshacía de los zapatos, la correa y el pantalón junto a los bóxers caían por la gravedad, mostrándome su cuerpo como Dios lo trajo al mundo, lo adoré como si fuese una pieza de un museo tallado en mármol blanco y le pedí que se acostara boca abajo con otro beso y al verlo de esa forma tan entregada no aguantaba más y yo mismo me desnude dejándome la corbata para aumentar más nuestro morbo.

  • Uyyy cariño... que rico te ves allí.

  • Jajaja... Andrew ven.

  • No no... ya voy, quiero hacerlo lento... quédate allí.

Jean se volvió a acostar y yo me monté a horcajadas cerca de su culo para poder acariciarlo. Lentamente comencé un masaje por su espalda y pequeños besos, bajando hasta sus ricas nalgas mientras Jean gemía por lo bajo, no paraba de apretar su culo carnoso y viendo como su entrada comenzaba a palpitar, con deseo fui directamente a su ano y comencé a comerlo con ganas, escupía un par de veces para que mi dedo entrara con facilidad, lo hice un par de veces hasta lograr introducirle tres dedos juntos, pero no eran suficientes quería mas, quería penetrarlo con mi lengua la imagen de su rosado ano me hacia respirar con dificultad y los gemidos de mi chico comenzaban a aumentar su volumen, en verdad esperaba que las paredes estuvieran diseñadas a prueba de ruido porque lo que venía era bueno. Le daba un par de mordidas y chupetones sin dejar de comerme ese culo hasta que estaba completamente húmedo y no pude más, mi pene necesitaba atención así que volví a la posición inicial dejando mi pene entre sus nalgas simulando una suave penetración.

  • Andrew... n-no tenemos c-condones...

  • Calma cariño... no importa, así es mejor...

  • O-ok... ahhh

La penetración comenzó con una suave estocada hasta que mi pelvis estuvo pegada a sus nalgas.

  • ¡Ohhh Dios!... ¡Qué grande!

  • ¡Ahhh siii!

Tomé sus nalgas con mis dos manos y las uní para seguir con la penetración Jean me miraba con dificultad, pero yo podía ver esa sonrisa y ese rubor tan típico de él mientras nuestros gemidos aumentaban, con cada estocada trataba de que fuera lento y hasta un poco pasional... pero nuestro candente deseo por más no me hacía pensar claramente, pero de algo si estaba seguro, el “solo sexo” había quedado atrás y ahora el cariño formaba una parte fundamental. Me recosté apoyándome en una sola mano para poder besarlo mientras seguía cogiéndolo, Jean me recibía con emoción hasta con una pizca de desespero por más... aguantaba para poder satisfacer todos los deseos de mi chico que no dejaba de vibrar cada vez que mi verga tocaba ese lugar especial en su interior.

Llego el momento de cambiar las posiciones y me separé para voltearlo bruscamente y besarlo como si estuviera poseído Jean no me dejaba ir tan fácil mente pero con rudeza me separe de él y levanté sus piernas colocándola en mis hombros, mi verga encontró rápido su camino,  entró con un solo movimiento de caderas y un grito bestial de mi chico me llevó a otro mundo.

  • ¡AHHH ANDREW!

  • Jajajaja... Ufff como te gusta putito.

  • ¡Siii me encanta! – gritaba - ¡Cógeme...! ¡CÓGEME!

  • ¡ Ohhh Fuck yeah !

Me enterraba con ganas en su interior con un ritmo bestial, no hacia pausas ni para respirar, mis bolas chocaban con su culo haciendo ese sonido que me encantaba, su pene estaba completamente erecto y rojo y no dejaba de botar con cada estocada, una de mis manos fue a él para masturbarlo con pasión, con la misma fuerza y ritmo sin darle descanso. Jean y yo no dejábamos de gritar, él me sorprendió tomándome por la corbata y apretándome el cuello un poco, esa sensación de ahogo me estaba excitando aún mas, con mucha risa uno de mis pensamientos se trataba en imaginar a las personas que estuvieran en las otras habitaciones y deseando que nos escucharan... que ellos supieran el buen rato que pasaba con mi pareja.

  • ¡ANDREW!... ¡ME VENGO! ¡AHHH!...¡¡¡ME VENGOOO!!!

Y su delicioso semen blanco y espeso salía de su verga y caía en su vientre y mi mano. Su ano encerraba a mi miembro sin dejarlo escapar y con cada palpitación hizo que finalmente llegara en su interior, nos miramos sin detener nuestros movimientos y gemidos.

  • ¡Te voy a acabar a dentro!

  • Ohhh sí Andrew.

  • ¡Te voy a preñar...!

  • ¡Hazlo!... ¡HAZLO!

  • ¡¡¡AHHH!!

Acabe en su interior... lo llene completamente expulsando todo mi semen caliente, esa esencia que ahora simbolizaba algo especial, era amor... quería a Jean, no lo iba a negar mas... mi visión del amor era clara, el pasado era pasado y teníamos un futuro por delante como pareja. Me daría otra oportunidad para querer a alguien, lo merecía por haber sufrido tanto y Jean se merecía que lo quisiera tanto como me quería a mí.

  • Te quiero Andrew.

  • Yo también te quiero Jean Carlos... Te quiero.

Era hora de dejar el pasado atrás.

---*---

NdA : La elección del título principalmente es porque me llamaba la atención y también es en honor a una de mis autoras favoritas – no es de esta página – que sus escritos también me ayudaron a impulsar mi “CARRERA DE ESCRITOR” – jajajaja – también es importante recalcar algunos datos, o muchos en realidad, están sumamente ligados con Anécdotas y lo que sucederá la próxima temporada si leyeron bien comenzaran a formular sus hipótesis que me gustaría leer.

Luego de haber terminado y estar satisfecho puedo decir que empezaré a escribir la segunda parte de Anécdotas – jajajaja seguramente me matarán algunos – pero que se puede hacer... les prometo que cuando estén listos los capítulos los iré publicando cada semana como siempre y bueno. Si me quedan ganas escribiré más... LES PROMETO QUE DE QUE ESCRIBO ESOS CAPÍTULOS, LOS ESCRIBO ¡Y PUNTO EN BOCA!

Me alegra informarles que mi chico y yo estamos avanzando... recuerden, “no somos novios”... tenemos algo especial. Y si no me creen mis amigos... ¡Pues simplemente me la pueden mamar bien rico! ¡DENLE CON FURIA!

¡Yo soy yo y eso es lo que me importa!... a mí y a los que me rodean y me quieren.

Un abrazo a todos. Nos leemos luego.

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