1968 (2)
Aquí comienza realmente la historia de sexo y pasión entre Rafa y Dani
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Os lo agradezco infinito. También doy las gracias a todos los lectores, que son más de los que pensé . Gracias y aquí les dejo con Rafa y Dani. Espero que disfruten.
1968(2)
Dani.
El sábado a las seis en punto estaba en el cine. Me quedé en la puerta esperando. Al cabo de tres cuartos de hora me entró la duda de si vendría Rafael o no. No sabía si irme o entrar en el local. Al fin y al cabo no me había ido tan mal la vez anterior, y ante el plantón me decidí y entré.
Me quedé en el recibidor haciendo tiempo, mirando las carteleras de las próximas películas por si al fin llegaba mi chulo. Pero no llegaba. Mientras, iban entrando hombres que me miraban con disimulo. Otros se quedaban fumando para ver si les hacía caso. Así pasaron otros tres cuartos de hora hasta que acabó la primera película. Se encendieron las luces de la sala y los hombres salieron a fumar o beber en el bar. Había miradas cruzadas, miradas cómplices. Otros miraban al suelo disimulando como avergonzados.
Un hombre bien parecido, con traje y corbata, vestía bien sin pasarse, con cierto gusto, de unos treinta y tantos se me acercó para pedirme fuego.
Lo siento- le dije- no fumo.
Me miró y me sonrió. Estaba bastante bien. Castaño, ojos marrones, fuertote, ni asomo de pluma. Estaba sorprendido de que cualquier hombre que me rodeaba en ese momento podría ser un vecino, un trabajador, o lo que fuera y nadie sospecharía nunca que estaba en ese momento intentando chupársela a otro hombre o que se la chuparan, o que le follarán. Los miraba con interés imaginándome como serían en la vida cotidiana. ¿Tendrían mujer e hijos?. ¿Novias?...En fin...
El hombre encendió su pitillo con su mechero. Levantó la mirada hacia mi.. Me volvió a sonreir y levantó los hombros dándose por vencido. Se giró para irse cuando le dije -¿Vas a entrar ya?.
El se volvió, me sonrió y me contestó -Te espero si quieres.
Vale- le dije- acaba de fumar y entro contigo.
Si quieres te invito a algo en el bar.
Prefiero que me invites a algo dentro de la sala- y le sonreí cautivadoramente. La verdad es que me sentí un poco puta. Pero lo dejé pasar.
En ese momento sonó el timbre que anunciaba el comienzo de la proyección. El hombre tiró el cigarro al cenicero me miró y me hizo un gesto para que esperara. Los hombres fueron entrando y nos quedamos los dos solos en el hall.
-¿Cómo te llamas?
-Dani. ¿Y tu?
-Paco.
Me gusta, es un nombre que suena bien, corto, viril, fuerte.
-¿Quieres que entremos o prefieres que vayamos a algún sitio?
Me dio un poco de miedo. No lo conocía de nada. No me atreví.
-Prefiero entrar. Hoy...
-Vale, ven conmigo.
Entramos en la sala y me llevó al fondo, donde había un recodo oscuro. Me arrimó contra la pared y se acercó juntando los cuerpos. ¿Besas?- me preguntó. Le dije que si con la cabeza y el acercó sus labios a los míos, me besó suavemente, me miró a los ojos y al ver mi aprobación volvió a besarme, pero esa vez abrió la boca para que mi lengua entrara y buscara la suya, cosa que hice, y nos besamos con pasión. El me acariciaba y yo a el, nos buscábamos el culo y nos acariciábamos la entrepierna, que cada vez se iba poniéndose mas dura. Le bajé la cremallera del pantalón y le metí la mano con ganas de encontrarme con su polla. La encontré, ya estaba dura y pringosa. Saqué la mano para oler su fragancia y luego chupé la humedad de entre mis dedos. Me miró y me sonrió.
Hizo presión en mis hombros hacia abajo. Ya sabía lo que quería y no me hice rogar. Me puse de rodillas, saqué su tranca y comencé a chuparle el húmedo capullo. Tuvo un pequeño sobresalto, supongo que de gusto. Seguí con la mamada hasta que...
Algo me levantó de golpe y de un empellón, sacándome de golpe la polla de la boca. Me tiró contra la pared de enfrente. Caí al suelo sin saber que pasaba. El hombre que estaba conmigo salió corriendo. Yo creo que pensó que eran los fascistas, o la policía que venían a darnos una paliza.
Miré hacia arriba. Al principio no veía bien. Luego me di cuenta de que era Rafael. Llevaba una cazadora vieja de cuero y debajo el “mono” azul de trabajo. Me levantó de golpe y me dio un bofetón. Luego se retiró para mirarme. Vi un arrepentimiento inmediato en su mirada. Aprovechando ese momento de duda y de debilidad me envalentoné y mirándole con odio le señalé con el dedo y le dije en tono bajo pero firme – Ni se te vuelva a ocurrir tocarme. Ni se te ocurra- y dando media vuelta me marché. No me alejé ni dos pasos cuando me sujetó el brazo y me giró hacia el. Yo me desprendí con fuerza y entonces el bajando la cabeza y sujetándome los hombros me pidió perdón.- La próxima vez que se te ocurra ponerme la mano encima no me vuelves a ver en tu puta vida- Le dije. Yo estaba asombrado de la firmeza en la que me estaba dirigiendo a Rafael. Me estaba jugando que me diera otro tortazo o que me mandara a la mierda.
Sin embargo y para mi sorpresa, bajó los ojos y volvió a pedirme perdón -Perdóname por favor- se acercó a mi y puso su cara en mi hombro- Por favor, por favor...perdóname- yo estaba quieto firme, haciéndome el fuerte, pero iba cediendo al notar su calor.
Dani por favor...me besó el cuello -te lo suplico... Le miré y vi que tenía los ojos húmedos.
Rafael por favor...¿que pasa?...Le pasé el pulgar por las mejillas he hice que me mirara. Por favor, no llores. ¿Qué pasa?.
No he podido venir antes por trabajo. Se nos ha complicado todo y no he podido salir antes. Tenía un cabreo de la hostia pensando que me estabas esperando y yo arreglando el coche de un gilipollas...Mira como vengo. No me he podido cambiar ni duchar...Y cuando llego te veo mamando a un maricón...
Rafa, lo siento. Creía que me habías dado plantón y que ya no vendrías. Habían pasado dos horas por lo menos...Y lo de maricón...Rafa...míranos...Y me reí entre dientes. El se dio cuenta y también se rio. La tensión desapareció. Se acercó a la oreja y me dijo que quería llevarme a su casa, que quería que conociera donde trabajaba y donde vivía.
-Dime que sí
Dudé un instante pero sus ojos me desarmaron -Vale... . Vamos.
Me pasó el brazo por los hombros y salimos a la calle. Era un abrazo muy varonil, de amiguetes y así nadie sospecharía.
Rafael.
Según íbamos hacia mi casa, me arrepentía cada vez más de mi comportamiento. Había estallado como un loco y había dado un guantazo a mi Dani. Todavía tenía la cara roja, pero no me atrevía a acariciarle en la calle. Me sentía fatal. Le apretaba hacia mi como pidiéndole perdón. Y el de vez en cuando me miraba y me sonreía. Me quería comer esos labios.
Nos sentó bien ir andando porque cuando llegamos a casa estábamos relajados. Nos paramos frente a la persiana metálica del taller.
Este es el taller. Ahí arriba viven mis padres. Ven- le llevé hacia el portal. Dani se quedó parado, mirándome asustado.
-¿Vas a presentarme a tus padres?.
Me reí – No idiota... -No podía hablar de risa- Ven.
Entramos al portal. Al fondo, una puerta daba a la entrada del garaje, la abrí y entramos. Dani estaba un poco confundido mirándolo todo con atención.
-Aquí trabajo yo- le dije y por esa puerta del fondo se va a mi apartamento...Si se le puede llamar así. Ven. Le volví a abrazar los hombros y le conduje hacia mi guarida.
Abrí la puerta y encendí la luz, y ahí estaba mi apartamento. La verdad es que estaba orgulloso de lo que había logrado.
Había tirado todos los tabiques dejando un lugar diáfano, todo pintado de blanco, posters en las paredes, un gran colchón en el suelo cubierto con una colcha india y almohadones y luces bajas.
Dani se quedó mirando un momento. Me gusta- me dijo- muy hippie. No te pega nada con tu ropa. Se volvió y me besó. ¿Qué música me vas a poner?, ¿Moody Blues?.
No- le dije- hoy toca el “blanco” de los Beatles. Si te gusta, bien y si no, lo siento, pero me lo acabo de comprar...así que...
Lo abracé con cariño le giré la cara y le besé en la mejilla que le había dañado -aún te duele?.
-No, ya no
-Perdóname por favor...
-Ya te he perdonado, pero no se te ocurra volver a hacer nada parecido nunca... pero...nunca, porque no me vuelves a ver en tu vida.
- Vale-Me puse zalamero- ¿Me das un beso entonces?.
- No seas idiota...
D.
Me ponía cachondo a tope su olor...no se a que se debe ese olor que hay en los talleres, a la gasolina o al aceite, pero me encanta, y en Rafa...ya no te cuento. Eso, junto a que ese día, lógicamente, no se había duchado, era la hostia bendita. Estaba deseando olerle entero, sobacos, polla, huevos, culo. TODO.
Estaba poniéndome malo desde que me abrazó e íbamos hacia su casa. Su olor me emborrachaba y embrutecía. Creía morir de excitación. Y ahora me pide un beso... a mi...Dios mío...Le agarre la cara y le metí la lengua hasta donde pude batiéndose en duelo con la suya. Le mordía los labios, le pasaba la lengua por sus maravillosos dientes...El calor de nuestros cuerpos iba creciendo a lo bestia. No podía respirar de ansiedad.
-Para...para un poco- me dijo- nos vamos a ahogar.
-Tienes razón.
-Ven- me llevó hacia el colchón y nos tumbamos en el. Se quitó la cazadora la tiró a un lado, se tumbó boca arriba vestido como estaba, con el mono azul, sucio y desgastado, debajo, una camiseta de tirantes azul, también vieja y sucia, y por supuesto, con los zapatones de trabajo, sucios y desgastados. Me puso encima de el, sonrisa cautivadora de medio lado, un guiño con esos ojos negros, y me dijo- desnúdame poco a poco. Despacio. Disfruta y hazme disfrutar.
R.
...Y me hizo disfrutar como nadie lo había conseguido nunca. Lo primero que hizo fue darme unos lametazos en la boca que me dejaron sin aliento. Se desnudó encima mío con una sensualidad que nunca había visto en un hombre. Se fue quitando la ropa enseñándome su hermoso cuerpo, delgado, lampiño, blanco, con unos pezones rosas que clamaban al cielo. Se quitó el pantalón y el calzoncillo dejando a la vista su polla y y sus huevos. Su zona pubital estaba cubierta de un fino vello color canela que invitaba a comérselo. Tiró de la cremallera del mono hasta la entrepierna, abrió la prenda dejando a la vista mi cuerpo. Se volvió a tumbar sobre mi. Nos besamos. Luego me metió la lengua en la oreja. Me estremecí, es uno de mis puntos eróticos. Me mordió el lóbulo. Suspiré...
D.
Se estremeció al lamerle la oreja. Me regocijé en excitarle y le mordí el lóbulo tiernamente, bajé hasta el cuello y le di un chupón, quería marcarle, que todo el mundo supiera que era mío. Luego fui bajándole el mono de trabajo; primero los hombros y los brazos, dejando al descubierto su pecho velludo cubierto por la camiseta azul. Según iba bajando la ropa, iba lamiendo, acariciando o mordiendo su cuerpo. Primero besé el vello de su pecho, luego mordí los pezones que sobresalían bajo la tela de la camiseta. Bajé más hasta llegar a su vientre. Rafa levantó un poco las caderas para que pudiera desnudarle con más comodidad y le dejé al descubierto el calzoncillo azul donde ocultaba su hermosa e hinchada herramienta que ya dejaba su huella humeda. Rebocé mi cara y mis labios en ese excitante trozo de carne y le olí con deleite, lamí la mancha para detectar el sabor y bajé mi cara hacia la bolsa que alojaba sus cojones y allí me regocijé acariciándolos con mis mejillas.
Seguí bajando las perneras, dejando los muslos al aire y luego sus eróticas rodillas, que besé. Bajé más hasta que sus velludas pantorrillas quedaron a la vista y las acaricié con ternura.
Toda la ropa quedó atrapada en sus tobillos porque las botas no me dejaban continuar, así que comencé a desatárselas.
Aquí comenzó una de las nuevas experiencias que iba a tener gracias a mi demonio particular.
Le quité la primera bota, dejando a la vista un calcetín blanco muy usado. No me pude reprimir y olí dentro de la bota, cosa que me provocó un placer desconocido. Fue como un chute de una sustancia que me enajenaba. La dejé a un lado y fui a la fuente directa del olor. Su pie. Olí su calcetín con placer y se lo fui quitando, dejé al aire los pálidos tobillos que besé, luego el empeine que también besé y al final el pié al completo quedó desnudo y lo comencé a oler y lamer; primero sus dedos metiendo glotonamente la lengua entre ellos y luego chupándolos con fruicción. No quise dejar aquel primer pie sin haber olido y lamido su planta. Cuando acabé, comencé con el siguiente. Mientras, Rafa se agitaba de placer, aquella primera experiencia me provocaba tal excitación que creí que mi polla iba a estallar de caliente e hinchada que estaba, a la vez que no dejaba de soltar líquido preseminal sin parar.
Le acabé de quitar el mono de trabajo, me mojé los dedos en ese líquido exquisito que yo estaba destilando y volví a tumbarme sobre él. Muslos sobre muslos, polla sobre polla, pecho sobre pecho. Y le llevé mis pegajosos dedos a su boca que lamió con deleite.
R.
La experiencia de los pies había sido de lo más erótico que había vivido nunca. Me retorcía de placer cada vez que me lamía los dedos o me los chupaba. Una corriente me llegaba hasta el escroto y el glande haciéndole chorrear continuamente. Menos mal que al fin lo dejó porque estuve a punto de correrme y no quería, era demasiado pronto para eso. Se tumbó sobre mi y me acercó los dedos llenos de su néctar a mi boca y se los lamí con pasión.
Le estreché con mis brazos y le susurré -¿Quien coño te ha enseñado todo esto?.
Tu me lo vas dictando- me contestó.
Entonces, continúa con el dictado.
No se hizo esperar y levantándome los brazos por encima de la cabeza aspiró mis sobacos con ansia para luego lamérmelos, provocándome oleadas de deseo. Me arrancó la camiseta y, después de olerla con pasión, se la puso y se inclinó para rebozar su cara en mi pecho y, de golpe, me mordió un pezón que ya estaba erecto y sensible por la excitación. Tiró de el con sus dientes haciéndome un daño que me dejaba sin sentido. Si- grité- si... Hizo lo mismo con el otro y yo me retorcí de gusto y dolor. Siiiiii- volví a susurrar.
Aquel chico no era ni un dios ni un ángel era un ser diabólico y erótico, una máquina sexual que aprendía y crecía a cada instante.
Bajó mi calzoncillo de golpe haciendo que mi rabo saltara hacia mi ombligo mojándolo con mis fluidos y dejándo llegar aire fresco a mis cojones ardientes, que agradecí. Fueron unos instantes porque de inmediato llevó su boca a mi capullo para apoderarse del néctar que destilaba.
D.
Ya no podía más de preámbulos, iba a estallar de un momento a otro, así que decidí que ya era hora de comenzar la gran mamada y dejando aquel maravilloso manjar que eran los pezones me lance a la entrepierna y bajándole los calzoncillos de golpe me tiré como una perra a lamerle el humedo capullo que había aparecido como un obús. Degusté aquel manjar mientras aspiraba el olor a macho de mi hombre, lamía y olía, bajé a los peludos huevos para hacer lo mismo: oler, lamer y morder. Rafa se retorcía.
Mi cabeza, mi boca y mi nariz se habían narcotizado de aquel sabor y olor y no querían salir de aquel valle. Rafa me tiraba de la cabeza para que lo dejara, pero mis instintos no obedecían ordenes ajenas.
Por favor no sigas- dijo Rafa agarrándome la cabeza y alejándola de su entrepierna.
Me quedé sin saber que hacer. En ese momento no supe que pasaba. Me habían quitado la fuente de mi pasión y mi mente se quedó en blanco. No sabía quien me hablaba... mis ojos estaban desenfocados.
Dani...Dani...- me llamaba Rafael. Me abrazó entre sus brazos y me besó.
Fueron unos instantes, pero parecieron minutos. Al fin me recuperé.
-Niño...ven...
El calor y el olor de Rafa hizo el efecto que necesitaba. Me recuperé le besé en el cuello volviendo a olerle y reconocerle, y le metí la lengua en su boca.
Fóllame- le dije- ahora.
Dani...
Ahora- le dije autoritariamente.
Me di la vuelta, me puse a cuatro patas, y abrí el culo provocándole.
R.
Qué había sido del Dani tímido del día que le conocí?. Cómo era posible esta transformación?. De un angelito a un cerdo maravilloso. Esto si que era un regalo que me había caído del cielo. Todos los instintos más cerdos pasaron por mi mente mientras me lamía el cuerpo. A este niño tenía que enseñarle todo para que fuera un
maestro de la lujuria.
Se había comido mi paquete con una pasión preocupante. Pensando que no tenía experiencia, creí que en cualquier momento me iba a devorar los genitales, y ahora lo tenía a cuatro patas enseñándome su ano y exigiéndome una penetración inmediata que, por supuesto, pensaba realizar.
El chaval me había puesto a cien y me estaba ofreciendo un regalito maravilloso. Me acerqué le agarré las nalgas y se las abrí para dejar libre paso a mi lengua que lo lamió con placer. El chico gimió. Lo volví a hacer una y otra vez y el chico gemía y arqueaba la espalda a cada lamida. Le abría el boquete con los dedos y le metía la lengua.
Metela ya! Joder!- me gritó.
Me reí. El niño tenía el calentón de una yegua en celo.
Ya va- le dije. Le escupí en su entrada que boqueaba como un pez y luego en mi polla. Me la embadurné y me preparé.
Si quería una follada la iba a tener. Puse la punta de mi mástil en el centro de su placer y empujé. El capullo entró y el chico gritó y se tensó.
No querías polla, pues ten polla- le dije con la respiración agitada porque ahora el que estaba como un semental en celo era yo.
Le abracé el pecho con una mano y con la otra el vientre y empujándolo hacia mi le metí otro trozo de mi rabo. Dani volvió a gritar pero esta vez el grito fue más ahogado. Volví a empujarle hacia mí y entré en el hasta que mis huevos chocaron con los suyos. Se tensó pero no gritó. Me quedé dentro unos segundos para que se calmara.
D.
El cabrón me había partido. El dolor me dejó sin respiración, pero yo se lo había pedido con ansia y el había accedido. Sabía que el dolor desaparecería. No era la primera vez, el cabrón de Felipe ya me había estrenado y sabía lo que me esperaba.
Estaba tan excitado, tan caliente, y ese cabrón me gustaba tanto que me había puesto como una perra en celo y lo único que quería era que esa verga entrara en mi me doliera o no. Dio otro empellón y entró otro trozo de ese rabazo que me tenía loco. Me dolió pero aguanté como pude. Otro golpe de polla y entró toda hasta que noté el golpe de sus huevos contra los míos. Ya, ya estaba dentro. Ahora hay que tranquilizarse, relajarse, respirar hondo.
Entonces Rafa comenzó a moverse lentamente, con cariño, la violencia con la que me había penetrado dejaba lugar a suave placer. Me acariciaba los pezones y los huevos mientras me hacía disfrutar. Yo abría el esfínter cuando entraba y lo cerraba cuando salía, dándole todo el placer que podía. El respiraba cada vez con más fuerza, mientras me sobaba también con más fuerza las tetas y los huevos. Yo no podía más de placer. Mi respiración parecía agónica mientras ese jodido demonio me mordía el cuello y la oreja. Su respiración era como una locomotora que acompañaba el ritmo de su miembro.
Rafa...me voy...Rafa...por favor...me corro Rafaaa.....
Me corrí en su mano como una bestia, mi polla se convulsionaba haciéndome daño y provocándome un orgasmo bestial. A cada convulsión, mi esfinter apretaba a mi invitado obligándolo a eyacular salvajemente detro de mi. Rafa gritó entre dientes, me apretó con fuerza el pecho y los huevos. Noté varios trallazos dentro de mi y luego la calma.
Se fue relajando y fuimos cayendo sobre el colchón con lentitud. Rafa quedó sobre mi. Me besaba la nuca y los hombros. Me di la vuelta para mirarle. Mi chulo estaba feliz. Tenía una cara tan relajada y una sonrisa tan placentera que no pude más que besarle en los labios.
R.
Niño, este ha sido el mejor polvo de mi vida.- le dije. Y era verdad. Nadie me había hecho sentir la intensidad que me había provocado este chavalín. Me volvió a besar dulcemente y apoyó su cabeza en mi.
Si esto es lo que me espera contigo, no querré dejarte nunca- volvió su cara hacia mi y me sonrió.
Los sábados por la tarde quedaron establecidos como el día de nuestro encuentro sexual e hicimos locuras...muchas locuras, y las disfrutamos tanto. Yo, el maestro y mi chico como el mejor alumno aventajado. Fue mi gran amor y nunca tuve nada parecido. Nunca.
D.
Mi queridísimo diablo me enseñó sobre el sexo lo que no está escrito; desde maquillarme y vestirme de mujer (puta más bien) para disfrutar de un sexo duro, con azotes incluidos, hasta convercerme de hacer el amor con amigos o conocidos suyos, participando el, o no, en las sesiones de sexo, hasta meterme por el culo una ristra de huevos duros metidos en un condón, atarme y pegarme con su cinturón en las nalgas, o...lo que el quisiera. Toda mi vida sexual futura fue a consecuencia del aprendizaje que tuve a su lado. Le amo y le amaré por toda la vida.
Te amo Diablo.
Si queréis poneros en contacto conmigo: karl.koral@gmail.com