18 años: Tiempo de dar el culo
La brutal inauguración de mi culo.
En un relato anterior conté como dos de los "mejores" amigos de mi hermano me habían manoseado cuando tenía 9 años. Algunos comentaron que faltaba lo bueno, pero sólo cuento historias reales, esa vez no pasó nada más y en todo caso tenía sólo 9 años. Bueno, al final de ese relato dije que con el tiempo los dos chicos terminaron cogiéndome.
Sobretodo uno de ellos, Eduardo, siempre me había molestado, me hacía preguntas, se me insinuaba, jugaba conmigo coqueteándome y haciéndose el machito seductor conmigo, pero siempre en plan de broma, al menos aparentemente. En la época én que ocurrió lo que voy a contar, él debe haber tenido unos 21 o 22 años, yo 18, y lo seguía viendo seguidísimo porque se pasaba el tiempo metido en casa o iba a la finca con mi familia.
Siempre me preguntaba si tenía novio, si ya había tenido sexo, y yo no le contestaba nada, entonces me provocaba diciéndome que era una bebita, que fuera a jugar con muñecas, que me faltaba mucho tiempo para llegar a ser mujer y esas cosas. Me daba rabia, pero no estaba dispuesta a contarle que ya habían pasado varias vergas por mi entrepierna, menos siendo tan amigo de mi hermano.
Con el tiempo me di cuenta de lo obvio, el man quería cogerme a toda costa, pero con 18 años no lo tenía tan claro. Una de las veces que fuimos a la finca, acabábamos de llegar y yo estaba en mi cuarto sacando mi ropa para guardarla, cuando entró con su actitud de bromista y agarró unos calzones míos que estaban sobre la cama, jugaba con ellos y me preguntaba si estaban usados, riéndose, pero imagino que con bastante calentura, porque se preocupaba de escuchar y mirar al pasillo por si venía alguien. Yo como tonta lo perseguía diciéndole que no fuera estúpido y me los devolviera, y el man, que era bastante más alto que yo, los alzaba en su mano para que yo tratara de alcanzarlos y aprovechaba de manosearme con el pretexto de su jueguito.
Otras veces, cuando lo saludaba, me corría la cara para darme el beso en los labios, me preguntaba bromeando si quería ser su novia, o trataba de entrar al baño conmigo diciendo que no me preocupara, que él era como de la familia. Y así, siempre andaba con ese tipo de juegos, hasta que logró su objetivo.
Un fin de semana mis padres se marcharon a la finca sólo con mi hermana menor, y nos quedamos solos en casa mi hermano y yo. El quería hacer una fiesta, y negociamos que yo pudiera salir ese viernes por la noche y él hacía lo que quisiera en casa, y ninguno de los dos les contaba nada a mis padres.
Eso hicimos, yo volví a casa como a las 4 de la mañana creyendo que todavía estarían de fiesta, pero las luces estaban apagadas, todo muy desordenado, lleno de botellas vacías, y pensé que se habrían marchado todos a otra parte, pero cuando subí a mi cuarto, con alguna dificultad por las varias cervezas que me había tomado, me encontré nada más y nada menos que a este man durmiendo la borrachera en mi cama.
Me fui a asomar al cuarto de mi hermano para pedirle que sacara a su amigo del mío, pero había dos chicos durmiendo en su cama, y ni rastros de él. Luego fui al cuarto de mi hermana y lo mismo, hasta que me acerqué al de mis padres y escuché voces y gemidos. En fin, mi hermano se estaría cogiendo a alguna vieja, así que yo misma volví a mi cuarto y desperté a este tipo diciéndole que saliera de mi cama.
Demoró unos segundos, dentro de su borrachera, en darse cuenta de lo que pasaba, y cuando despertó bien, lógicamente me tomó del brazo y me tiró a la cama, diciéndome que no pasaba nada, que cabíamos los dos en la cama, que todos los cuartos estaban ocupados, que no fuera gruñona y mil cosas para que no lo echara, y sobretodo para dormir conmigo.
En fin, me resigné, y ya en la cama notó mi aliento a cerveza y me empezó a molestar, y a preguntarme que había hecho, que cómo me había portado y esas cosas. Mientras me interrogaba me acariciaba el pelo con una mano y la otra la puso en mi cintura. Me gustó estar así, me sentí en confianza y le conté después de mucho insistir que había ido a un bar y que un chico me había manoseado un buen rato, pero que no pasó nada más.
Noté su cara de calentura al oír eso, tragó saliva y me dijo que me pusiera mi pijama, yo lógicamente me negué y le dije que iba a dormir así, con ropa, que a todo esto era un pantalón de tela verde bien ajustado y una blusa negra, y empezó a jugar con el cierre de mi pantalón, diciendo que él me ayudaba a sacarme la ropa.
Con tanto juego, y la voz de seductor que me ponía, como me tocaba el pelo y la cercanía de su cara, sumado a mi borrachera, terminé por calentarme y en cosa de segundos tenía una mano recorriendo mi culo y la concha por sobre los pantalones, lo poco que podía tocar con mis piernas cerradas. Me empezó a besar el cuello y con eso ya me tenía, siguió preguntándome cosas, le calentaba que le contara, me preguntaba donde me habían manoseado, como, y al final me preguntó si era virgen todavía. Cuando me preguntó eso ya estaba tocando mis tetas, siempre por sobre mi ropa. Puse mi cara en la almohada, por vergüenza supongo, y demoré unos segundos en contestarle que no le iba a decir eso porque le podía contar a mi hermano. Bueno, como niña tonta ya había contestado sin quererlo, inmediatamente se me pegó con la verga durísima y agarrándome el culo con fuerza, me desabrochó los pantalones y me los empezó a bajar. Yo le dije que parara, y sujetaba mis pantalones que estaban a la altura de mis rodillas. Insistió un rato pero al ver que yo me seguía negando, me dijo que no me los iba a seguir bajando entonces, pero que tampoco los subiera, y se me montó encima a chuparme las tetas mientras me restregaba su bulto por las piernas.
Yo no tenía claro hasta donde llegaría, estaba en mi propio cuarto, mi hermano en casa, aunque bastante ocupado, y con un tipo que era su amigo íntimo y que podría contarle todo, aunque por otro lado, era bastante improbable que lo hiciera, mi hermano lo habría matado. Pero en fin, con mi calentura habitual y varias cervezas encima, simplemente me dejaba hacer, mi única defensa eran mis pantalones en mis rodillas, que de alguna manera bastante inocente pensé que me "protegían".
Me volteó, quedé de costado dándole la espalda, y me apretaba su vergota contra mi culo (todavía tenía puestos los pantalones), mientras me tocaba la concha, ya libremente porque yo había separado un poco las piernas, me sentía mojadísima y me daba algo de pudor que lo notara, pero ya era tarde para pudores. Me hablaba al oído con su voz muy grave, y me preguntaba si "ésta ya la habían inaugurado entonces". Tras unos segundos le dije que si, muy mimosa, me apretó la concha muy fuerte, y pasó la mano a mi culo, preguntándome si "éste también ya estaba abierto". Me pasaba la mano por la raja hundiéndome aún más los calzones, llegaba hasta mi concha y volvía a subirla fuerte y despacio.
Sentí perfectamente cuando desabrochó sus pantalones con algo de dificultad y mucha prisa, y la empezó a pasar por mi culo. Me sentía bien dándole la espalda, de algún modo me hacía sentir que yo no estaba haciendo nada malo, que era el tipo éste el que hacía todo, y de esa forma era menos extraño dejarme manosear por alguien que era casi de la familia.
Trató de bajarme los calzones y le dije que no, me dijo que "no fuera tan niña", pero desistió y en vez de eso los hizo a un lado y empezó a pasear una verga durísima por mi culo y concha. Trató de hundírmela pero en esa posición sólo me entró la cabeza, yo seguía algo reacia y no quise que me cambiara de pose. El man estaba muy caliente y algo molesto con mis negativas, sacó la punta de su verga de mi concha y a los pocos segundos sentí sus dedos en mi concha, los mojó bien y empezó a hundir uno en mi culo. Sólo un par de veces me habían metido dedos en el culo mientras me cogían, y la sensación era agradable aunque doliera, me dejé hacer. Lo hundió hasta el nudillo y lo giraba en lo más profundo de mi culo. Lo sacó y supongo que se escupió en la mano, porque cuando atacó de nuevo mi culo sus dedos estaban llenos de líquido, entró muy fácil esta vez, y al rato lo sacó y me metió dos al mismo tiempo. Dolía mucho y me quejaba muy despacio, no me interesaba llamar la atención de nadie más en la casa.
Cuando logró enterrarlos enteros, comenzó a moverlos en círculos, y luego los abría en mis intestinos, preparándome el culo para su taladro. Yo no hacía más que dejarme comer y quejarme mordiéndome los labios para no hacer ruido, según mi forma de ver las cosas, ya tenía claro que me lo quería romper, y de alguna manera sentía curiosidad, morbo y la tonta idea de que dar el culo no era tan serio como que me perforara la concha un cuasi-hermano.
De pronto, cuando imagino que ya tenía muy claro que yo no me estaba negando, y dado que mis calzones le molestaban en su trabajo de abrirme el culo, con rapidez y decisión me los bajó lo que pudo, lo suficiente para dejar mi culo desprotegido, y derechamente me puso la punta de su vergota en mi agujero, empujando sin miramientos.
Nunca voy a olvidar el dolor y la sensación de desgarro que sentí cuando entró, a la fuerza bruta, su cabezota en mi culo pequeño y hasta ese entonces virgen. Grité, me sacudí y su verga salió de mi culito violado, pasó una mano por debajo de mí, sujetándome por la concha para que no me escapara, y son su otra mano volvió a dirigir su tranca a mi culo, que ardía intensamente.
La segunda embestida fue bestial, demoró menos en romperme y esta vez, pese a que sentía como si me estuvieran metiendo un hierro ardiente, no pude escaparle y me la tuve que comer. El man estaba a mil, me decía "tranquila chiquita, no se mueva", y me empujaba su vergota más y más adentro. No soportaba el dolor, y ante mis quejidos y sollozos, me decía "shhh, tranquilita" y me seguía perforando.
No me había enterrado toda su verga todavía, eso lo supe cuando, ya teniéndome empalada, se me subió encima para dejarme a su disposición, y la mano que usaba para sujetarme ahora la puso en mi boca para acallar mis quejidos. En esa pose, con este man enorme encima mío y su verga en mi culo, me asusté más todavía, pero ya era tarde para eso. Apenas me tapó la boca empujó sus caderas con fuerza y terminó de romperme el culo. Definitivamente fue el dolor más grande que he sentido en mi vida. Lloraba y pataleaba sin control, quise pedirle que me sacara esa tranca del culo pero con la boca tapada sólo me escuchaba a mi misma suplicando algo incomprensible.
Empezó la perforación, sin sacarme la mano de la boca, que me apretaba muchísimo, se dedicó a romperme el culo con estocadas profundas y violentas, me la sacaba despacio, pero me la hundía muy fuerte y rápido, mientras seguía diciéndome "tranquila chiquita, usted aguante".
La sensación era muy distinta a una verga en la concha. Por el culo el dolor es intensísimo, y al rato se adormece, ardiendo como si el man tuviera su verga al rojo vivo.
Después de un rato muy largo de tragármela por el culo, me empezó a decir que "ya vamos a terminar chiquita, tranquila, pórtese bien", ahora empezó a hundírmela igual de fuerte, pero cuando me tenía empalada hasta el estómago, en vez de sacarla despacio, la dejaba ahí, moviendo las caderas en círculos y apretándome muy fuerte, como si quisiera hundírmela más todavía. Aceleró los ataques en mi culo, que ya estaba completamente destrozado, y se vació completamente bien adentro. Por una parte fue un alivio, se siente claramente la leche chorreando en tus intestinos y casi se agradece, es como crema para el dolor.
No me la sacó de inmediato, se quedó estrujando su verga en mi culo metiéndomela suavemente hasta el fondo, por un par de minutos hasta que se achicó su vergota y se le salió de mi culo.
Apenas se hizo a un lado me paré de la cama sollozando y subiéndome los calzones y pantalones y me fui corriendo al baño. Me encerré por un buen rato lavándome la cara, arreglándome el pelo, sintiendo ese ardor que no se apagaba y con miedo de mirarme el culo. Sentía como me chorreaba y creí que era sangre. Cuando por fin me animé a mirarme y limpiarme, me impresionó la abertura de mi culo, lo que chorreaba era leche, afortunadamente. Pero cuando me limpiaba no pude tocarme el culo sin sentir un dolor impresionante.
Me arreglé lo mejor que pude y me fui a dormir a un sillón de la sala, aunque en realidad no pude quedarme dormida por el ardor en el culo. No quería ver a este man ni en pintura. Al día siguiente le evité la mirada, y él no hizo ningún comentario, sólo que desde ese día empezó a tratarme algo despectivamente, con aires de superioridad. Durante varios días no pude sentarme normalmente, él se dio cuenta y parecía disfrutarlo, ahora entiendo por qué.