17.2 En París con Nico

Cuando sale de mí y nos miramos tiene restos de semen en sus labios, en su barba y se la lamo para limpiarle.

La habitación de Nico es enorme y con los techos muy altos, decorados con escayolas y pinturas de motivos florales, también hay escayolas adornando las paredes, se ve que es una casa antigua remodelada por lo que he podido ver anoche de la cocina que es moderna.

Lo cierto es que no he visto más piezas aparte del baño, me levanto de la cama y estiro el cuerpo, busco mi pijama sin darme cuenta de que no me lo puse a la noche y voy recogiendo todo lo que está tirado por el suelo.

En la cocina abro el frigorífico, tiene leche  y zumo en brick,  en uno de los armarios hay cola cao y galletas suficientes para el desayuno.

Vuelvo a la habitación, a mi paso por la puerta de entrada recojo mi abierta maleta que aún permanecía allí desde la noche, la abrí para coger lo que necesitaba y no tuve tiempo ni ganas de llevarla a la habitación, me siento en el borde de la cama y repaso mi correo, tengo alguno que deseo contestar y en eso me entretengo.

Cuando oigo que se abre la puerta de entrada me encamino hacia allí, Nico vuelve de correr, su respiración es agitada, lleva una bolsa de papel y la prensa de la mañana en la mano.

Llega con la cara roja y sudorosa, la sudadera que lleva puesta escurre sudor, le miro un momento y suelto la carcajada, parece un pollo a quien hubieran tirado un balde de agua, hace un gesto para asustarme y emprendo la retirada hacia la habitación, me persigue y logra alcanzarme antes de poder cerrar la puerta, rodea mi cuerpo con sus brazos y me levanta en el aire, me lleva en volandas hasta la cama y me empuja para que caiga.

Inmoviliza mis manos y me resisto pero es imposible luchar con él, su aliento azota mi rostro.

-¿Y ahora qué?, ¿quién puede más?  -quiere besarme y aparto la cara, y se reanuda la lucha hasta que consigue colocar sus labios sobre los míos y me rindo sin condiciones.

-Nico, por favor, tu barba, me haces daño.  –separa su cara y hace gestos de niño enfadado, noto su dureza en mis muslos y llevo mi mano a ella.

-¿Quieres que lo hagamos ahora?  -le pregunto a la vez que acaricio su entrepierna.

-¡Por favor! Sí, ahora mismo sin falta.

Llegaba a su casa rendido después del esfuerzo de sus ejercicios, con el cansancio acumulado de mi llegada y lo que pasó a la noche, pero prefiere que follemos y hacerme el amor a su descanso.

Sus caricias me dejaban ver la necesitad acumulada que tenía de mi, su risa sofocada en mi clavícula y sus intenciones resultaban claras de poseerme y hacerme suyo, me quita el pijama con el que hacía unos minutos había cubierto mi desnudez, todo mostraba su necesidad de continuar gozándome.

Me sentía envuelto por sus brazos que me apretaban con fuerza, por el calor de su cuerpo que húmedo aún transpiraba. Su voz alegre y varonil me hablaba de que necesitaba mi cariño.

-Me diste pena y no quise despertarte, no volverá a pasar, tienes que correr y hacer ejercicio.  –me hablaba de amor y de cosas materiales al mismo tiempo y sin dejar de besarme.

-Te necesito, extraño tus cariños, una semana sin verte es demasiado.  –se detiene para mirarme a los ojos.

-Sería tan bonito tenernos todos los días después de la jornada de trabajo.  –no me decía nada que yo no quisiera y lo tomé como una muestra más de su amor.

Se quedó tendido a mi lado sin dejar de mirarme un momento, acerqué mi mano para quitarle la sudadera que aún llevaba mojada, no quería que se quedara frío, se la retiré y masajeé su pecho acariciando su vello y solté la cinta de sus pantalones de deporte, ya no los necesitaba y se los fui bajando.

Admiré sus recias y fuertes piernas cubiertas de pelos, se dio la vuelta para facilitarme la tarea y se perfiló su redondo culito que ahora me pertenecía, objeto de mis deseos y que comenzaba a querer tanto desde que lo probé.

Comencé a besar amorosamente sus tetitas, sus orejas, su cuello y le atraía hacía mi abrazando su breve cintura, él luchaba por besarme a su vez y oponíamos una leve resistencia queriendo lograr cada uno nuestros propósitos.  Me volvía loco y ponía nervioso, cuando necesitaba besar su boca y él quería llevar la suya a mis tetitas.

Después de un rato de besarnos comenzó a lamer mis orejas y morder mi cuello, sabe que eso me vuelve cachondo perdido y él lo usa como una forma de decirme que dentro de poco iba a llenarme el culo con su polla.

-¿Me vas a entregar tu culo?  ¿Quieres que te lo perfore?  -me excitaba hasta lo imposible con sus comentarios y propuestas.

-Es tuyo pero te lo tienes que ganar antes.  –me miró lujurioso.

-Me estás provocando.  –rápidamente se montó sobre mi vientre y mordió mi barbilla.

-Te recuerdo que el macho aquí soy yo aunque deje que me des tu polla pequeñín.  –tenía toda la razón aunque lo dijera en broma, llevé mis manos al bulto que parecía que iba a romper su bóxer si lo que pugnaba por salir se no le dejaba el camino libre.

-Sácate el boxer. –le pedía que liberara su verga, yo no podía acceder a ella con libertad y temía dañarla.

Se arrodilla y sale el animal de mis sueños, el monstruo con el que no tengo pesadillas sino dulces sueños, chorreante de precum que se escapa del pellejo que cubre su glande. Sus instintos se desatan y dejando su verga al aire se inclina para comerse mi polla.  Su aire sereno y dulce deja paso a su pasión y traga todo mi pene apretando mis testículos, llevándolos a sus labios con mi polla dentro de su boca, como queriendo tragar todo mi aparato reproductor.

Yo también tengo ganas de tener carne en mi boca y me convierto en la putita golosa de su verga.

-Nico túmbate, quiero mamarte yo también.  –se va estirando a mi lado y voy sacándole del todo su bóxer, su polla huele a sudor y a su precum que sale cubriendo todo su tronco. Nos ponemos los dos a mamar con ganas locas, con pasión amorosa, a volver a llenar mis manos de su mágica carne caliente y chupo de su prepucio metiendo mi lengua en él para ir al encuentro de su glande.

Eleva su pierna para dejar libre el camino a mi mano que ensalivo para acariciar su ano. Se le iluminan los ojos y le veo abandonar mi verga para relamer sus carnosos y rojos labios, le brillan y los pone en forma de corazón para besar mi rojo glande e intentar meter su lengua por la uretra. Gimo cuando abre su boca preparada para volver a meterse mi palo en ella hasta el fondo.

Le observo girando mi cabeza y sin descuidar el descapullar su pene y chupar de su gordo y brillante glande, mi pene palpita en su boca cuando lo masajea con su lengua, me hace suspirar absorto ante el placer que me da. Gimo intentado retirar mi polla y agradezco sus profundas chupadas metiendo mi falo hasta su garganta.

Quiero follármela llevado de mis tremendos deseos y necesidad de correrme, lleno su cavidad bucal totalmente con mi no tan despreciable verga, antes de que me corra abandona y deja mi polla, cambia de posición para colocarse paralelo a mí y me besa. El beso es profundo y saboreamos el riquísimo sabor de nuestras vergas y el precum contenido en nuestras bocas.

Abre mis piernas y se coloca entre ellas, azota jugando mis nalgas mientras sonríe travieso.

-Tienes el agujerito pidiendo polla, abierto pare recibir esto.  –hace un gesto grosero sujetando su verga y me la muestra.

-Vas a recibir tu ración de rabo. –vuelve a azotar mi culito en un juego que me desespera.

-Dámela ya, no seas malo.  –le hablo con voz de mimoso rogándole con mis ojos que me la meta de una vez.

Eleva mis piernas sujetando mis tobillos para abrirlas y cerrarlas mientras enfila su polla sin tocarla, lanza su cadera con fuerza y resbala sin entrar, se ríe y yo no sé donde ve la gracia, comienzo a jadear impaciente y arqueo mi cuerpo para llevar mis manos hasta su polla, la sujeto y coloco en la entrada de mi ano que la espera impaciente.

Empuja y la va metiendo, le ayudo moviendo mis caderas para que se vaya adaptando mientras entra, gimo cuando sus huevos tocan mi mano que sostenía su falo.

Fue como si me atravesara y la sentía cruzarme el vientre y salirme por mla espalda, terminó la clavada con un seco golpe de riñones que me cortó la respiración y me abracé a su cuello con mis brazos y rodeé su cintura con mis piernas abrazándole por encima de sus corvas. Quedé levantado de la cama y colgando de él con su verga completamente encajada dentro de mí.

Sostiene mi cuerpo sin esfuerzos aparentes, me mira sostenido sobre sus codos y entra y sale de mi, a pesar del uso que ha hecho ya de mi culo y de las veces que me ha penetrado mi ano lo siento en toda su potencia entrando y arrasando todo a su paso.

Suelto mis piernas y me dejo caer sobre la cama para dejarle libre y que juegue conmigo como deseé, antes le arrastro para darle un profundo beso entregándole mi lengua que chupa. Sujeto mis piernas por las rodillas con mis manos y me abro quedando expuesto a su virilidad para que me penetre y me llene de su simiente de hombre.

-Te quiero Nicolás, tómame.   –me la metió con un golpe tremendo de cadera dejándose caer y me causo un pequeño dolor que soporté aunque solté un pequeño grito.

Miré sus ojos y el vicio los enturbiaba cuando se inclinó para lamer mis labios y dejar resbalar su saliva en mi boca, gemía mientras unía sus labios a los míos, y yo me sentía encantado de darle ese placer, le abracé y mordí su cuello mientras el gozo me embargaba y comencé a gemir en su oído como una zorrita entregada a la lujuria de su macho, apreté su polla con mi ano, ¡Ahh!, sí, su placer era el mío también y me gustaba sentirle estremecer.

Cogió mi cuerpo por la cintura y me cambió de postura colocándome a cuatro patas, como la perra  que me siento en este momento para darle gusto y proporcionarle placer. Cada vez que me la metía me daba un azote que despertaba un ligero dolor en mi piel y metió sus brazos debajo de mí agarrotado mi vientre. Me llevó hacia él en una penetración más profunda y la metía y sacaba más rápido, desesperado por llegar a obtener su orgasmo.

Notaba como el precum salía de mi excitada verga, por el masaje que imprimía con su vaivén en mi próstata al mover su pene sin descanso, pensaba que se iba a correr pero en su lugar vuelve a cambiarme de postura y me coloca a horcajadas sentado sobre su vientre, sujeté su polla y me senté sobre ella metiéndola toda.

Me ayudaba sujetando mi cintura para que subiera y bajara cabalgándole, mi bajar y subir era frenético, deseoso de que disfrute de su putita y vea lo agradecido que le estoy por enseñarme a gozar tanto, él ha sido mi maestro y todo esto se lo debo a él.

A la vez que subo y bajo no abandono el apretar mi culo para que lo note cerrado, aprieta con fuerza sus ojos y abre la boca para coger aire, sube su pelvis para clavarse en mi quedando en el aire su culo y comienza a vaciarse entre estertores salvajes, tengo que dejarme caer al sentir como me llega mi orgasmo sin tocarme y eyaculo llenándole de mi leche que le llega hasta la cara.

Temblamos los dos un momento hasta sacar todo nuestro semen y cuando abre sus ojos nos sonreímos los dos, deja mi cintura y pasa su mano por su cara recogiendo las gotas de semen que tiene, se las come y luego recoge buscando entre el  vello de su pecho para llevar su mano a mi boca y que yo también lo pruebe, se los lamo y beso lleno de pasión y vicio…, me gusta mi semen y más si me lo ofrece él sonriendo de esta manera tan perversa.

Sin decir nada retira su verga de mi culo, siento correr su esperma saliendo de mi entrada, me vuelve a colocar a cuatro patas y hace lo que nunca imaginé de él, abre mis nalgas y pasa su lengua por mi ano limpiándolo del semen que sale en un hilo continuo, luego mete sus dedos para recoger lo que hay en la entrada y se lo lleva a la boca, después vuelve a colocar su polla en mi ano y me encula, se entierra en mi y abraza mi vientre.

-Sabes delicioso precioso, te comería poco a poco.  –mueve jugando su pene dentro de mí, me encantan sus juegos tan sucios y suculentamente sabrosos, y me demuestra su amor volviendo a abrazar mi vientre y quedándose quiero unos segundos.

Cuando sale de mí y nos miramos tiene restos de semen en sus labios, en su barba y se la lamo para limpiarle.

-Vamos a desayunar, tengo hambre y luego podemos ducharnos.  –me abrazó a él y de esta forma me lleva hasta la cocina.

La bolsa de papel que traía y que contenía los croissants que había comprado para desayunar reposa sobre el mostrador, le convencí para que se afeitara mientras calentaba en el microondas la leche y cuando hizo su aparición en la cocina tenía los desayunos preparados. Volvía desnudo y me produjo hilaridad que contuve con mi mano llevándomela a la boca, estaba visto que le encantaba caminar desnudo.

-¿A dónde me vas a llevar?  –sujeté su mano antes de que se llevara a la boca el croissant que portaba.

-A pasear, te voy a llevar de paseo y luego a comer.  –tira de su mano para que se la suelte, se queda ensoñadoramente mirándome.

-¿Qué te sucede?  -le devuelvo su sonrisa.

-Que me gustaría estar así todos los días…  -sonrío incrédulo creyendo que se refería a las folladas que estábamos manteniendo.

-No podríamos soportarlo muchos días seguidos, llevamos horas follando con pequeños descansos.   –me mira con lástima que se le refleja en la mirada.

-No me refería a estar follando todo el tiempo, me gusta, me encanta hacerlo contigo, pero también me agrada verte así, preparando el desayuno y poder hablarte y mirarte.  –no quiero que me diga las cosas así, con este sentimiento tan fuerte que le da el profundo amor que me tiene, me siento miserable al no poderle corresponder.

Nos duchamos y recojo las tazas del desayuno aunque me pide que no lo haga, ya es costumbre de mi casa y no puedo ver que algo quede sucio en la fregadera, viene con su colonia para regarla por mi cuello.

-¿Has visto la casa?   -me lo pregunta mientras seco las tazas.

-No he tenido tiempo aún, lo iba a hacer y llegaste de correr.

-Yo tampoco la conozco muy bien, me he olvidado de ella y la vi cuando el administrador me la mostró al llegar, pero no he vuelto a abrir una habitación que no sea la mía.

La cocina tienes vistas a un patio interior y abierto por un lateral a otra calle, con jardín y frondosos árboles. El salón es inmenso, su habitación y alguna otra dan a la Avenida Foch, las otras habitaciones a una rúe lateral que me dice  que se llama Piccini. Además de su habitación dispone de otras varias y todas ellas con su baño más otro para el servicio de la cocina y salón. También dispone de habitaciones de servicio que ahora están vacías salvo algún equipamiento de limpieza.

  • Nico, este salón es como tres veces mi estudio.  –quedo asombrado del tamaño del salón que se compone de dos espacios, estar y comedor.

-Si lo deseas puedes trasladarte a vivir aquí.  –me abraza por detrás y muerde mi oreja derecha.

-Es una casa mucho más grande que la que tenías en Bristol, ¿para qué queréis todo este espacio?  -se encoge de hombros.

-Ahora no lo sé, pero mis padres han vivido aquí y algunas veces vienen por los negocios de mi padre, y mi madre a gastar dinero en sus compras, eso la vuelve loca.

Salimos a la calle y paseamos por la Avenida Foch hasta llegar a L´Étoile, luego cogemos los Élysées hasta la Plaza de la Concorde, cuando cruzamos el puente me entretengo mirando la vista que se ve desde aquí de la Torre Eiffel. Allí cerca cogemos un taxi y Nico le indica una dirección.

El restaurante donde me lleva a comer tiene unos mostradores en la calle, están llenos de diferentes pescados cubiertos de hielo picado, para comer debes elegir el pescado que deseas y luego te lo preparan.

La comida ha resultado excesiva en todos los sentidos, sobre todo en el precio, aunque él no ha hecho comentario alguno ni dado importancia, ha pagado con esa tarjeta con que le obsequia su padre y que todo lo puede. No admite que pague mi parte.

Volvemos en taxi a su casa, estamos algo cansados del paseo de la mañana y nos sentamos para ver la televisión, me tiendo en el sofá utilizando sus muslos como almohada y lentamente mis ojos se entornan y terminan por cerrarse, cuando vuelven a abrirse me encuentro con su mirada, ha abierto mi camisa y acaricia mi pecho, jugando con la yema de sus dedos sobre el minúsculo punto de mi pezón derecho.

Al girar mi cabeza noto su dureza en mi mejilla y la rozo cerrando mis ojos con gozo, me levanto y me siento sobre sus piernas a horcajadas, abrazo su cuello y con suavidad busco sus labios resbalando los míos por su rostro. Nuestros besos se prolongan unos minutos y comienza a desabotonar mi camisa, río y me aprieto contra él para que no lo consiga. Avanzamos por el pasillo y voy bajando sus pantalones y boxer para dejar su culo al aire y acariciarlo mientras sofoco mi risa.

La cama está sin hacer y la ropa revuelta cuando nos dejamos caer en ella, me besa y me apachurra con el peso de su cuerpo, se introduce entre mis piernas obligándome a abrirlas, se excita sobre manera y le permito hacer lo que quiere.

Vuelve a poseerme con suavidad y con calma, disfrutando de cada segundo que nuestra piel permanece unida. Después de disfrutar de sus besos, de las caricias de sus labios y, ¿por qué no?, de su incansable y majestuosa verga con que la naturaleza le ha dotado, descansamos relajados.

-Nico vamos a abrir una ventana, esto huele a sexo un montón y va a coger el olor la ropa.  –se ríe reteniéndome a su lado para que no le deje.

-A mí me gusta este olor.   –se inclina para tocar con su nariz mi pecho como si fuera yo el que expele el tufo que se nota en la estancia.

-¡Tonto!   -le beso sin poder contener mi risa.

Tenemos que volver a ducharnos, una ducha muy corta para quitarnos el oloroso sudor y salimos de nuevo a la calle, y paseamos cogidos de nuestras manos aunque a veces no resisto la tentación de abrazarme a su cintura.

La cena es sencilla y me deja que sea yo el que pague la cuenta, hay mucho movimiento en la calle y cantidad de gente a la que miro curioso, creo que nos miran pero seguro que no es cierto y todo son imaginaciones mías, deambulamos de un lugar a otro tomando alguna bebida hasta que pide un taxi para que nos lleve a un bar de ambiente gay.

Aquí sí que nos miran, debemos ser carne fresca o novedosa al menos, tengo que arrastrarle para llevarle a bailar, está cansado y me parece que he dejado sin fuerzas a mi pobre chico. Yo hubiera continuado pero entiendo que debemos volver a casa para descansar. Como comienza a refrescar atrapamos el primer taxi que vemos libre para hacer el viaje de vuelta.

-El viernes próximo a  la tarde, si terminan pronto los actos de la reunión, bajaré  de York a Derby y pasaré el sábado con David, el domingo comeré con Ál en Londres, quiero llegar pronto a Lille el domingo.  –juego con los vellos de su ombligo y meto mi dedo en su agujerito, le tiemblan los abdominales al reír por mis caricias en esa parte tan sensible para él y retira mi mano.

-Aun te tengo para mí, solamente para mí, esta noche y mañana. -está claro que no desea hablar.

Me envuelvo en sus fuertes brazos y me preparo para dormir, no le noto deseos sexuales y me contento con sus tiernas y cariñosas caricias, me voy quedando dormido pensando en la suerte que he tenido al encontrar un hombre como él que me adora.

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Esta noche hemos dormido más tiempo  y le pedí que me despertara para ir a correr con él. He comenzado a correr dormido y me despejo cuando llegamos a L´Étoile, rodeamos la plaza y a la vuelta le digo que yo me quedaré en casa, estoy rendido, él continuará corriendo, dice que va a llegarse hasta el Bois de Boulogne y correr un poco más alrededor de su lago interior.

Hace frío aunque no se note corriendo y haciendo ejercicio.

Me sirvo un vaso de zumo y comienzo a contestar algún correo pendiente que tengo. Quiero partir a la tarde hacia las ocho, deseo llegar para las nueve a Lille.

Cuando Nico vuelve, lo mismo que ayer, trae el desayuno en sus manos. Mientras desayunamos me explicita el programa que se ha montado en su cabeza, propone bajar andando para ver la Torre Eiffel que queda relativamente cerca de su casa, luego si hay tiempo seguir el curso del río hasta Notre Dame, aunque cree que será mejor utilizar el metro o coger un taxi, y para comer propone un restaurante marroquí que él ya conoce.

No tengo objeción para su propuesta y nos preparamos rápidamente sin juegos. Me mira y dice con picardía que estos los va a dejar para el último momento, reímos cómplices los dos por lo que encierra su comentario.

El cielo está con nubes y algunos claros azules se ven en el cielo, hay menos público en las calles que ayer hasta que al cabo de una media hora vamos acercándonos a la famosa Torre Eiffel, me hace recordar el Puente Transbordador de Vizcaya, diseñado por otro ingeniero de la época. Tienen cierta similitud salvando las distancias de utilidad y grandeza, está obra es más impresionante y difícil de comparar.

No pretendemos subir y ver panoramas imposibles, ni nos interesa en este momento de largas filas de gente esperando. Los jardines del Campo de Marte están llenos de turistas y todo es bullicio y alegría aparente.

El metro nos deja en unos minutos cerca de Notre Dame y adquirimos los tickets para hacer una visita guiada. Lo extraordinario son las vistas que se ven desde sus torres.

El taxi nos lleva hasta la puerta del restaurante, nos guían hasta el primer piso donde tenemos la mesa reservada, parece que estamos en un palacio de oriente, cada mesa está cubierta por una especie de tienda del desierto con asientos bajos que nos obliga a encoger las piernas.

Me gusta el lugar en una primera impresión, acaricio la cintura de Nico y le doy las gracias. Detrás de nosotros acceden dos matrimonios que llevan con ellos cuatro niños, a estos últimos les ubican cerca de nosotros y alejados de sus padres, no creo que tenga más de diez años el mayor de ellos, me admira como manejan la carta y saben lo que les apetece comer en un lugar tan extraño, para mí lo es ya que no sé lo que debo pedir.

Nico solicita la comida, dice que se trata de un menú típico marroquí o argelino adaptado al gusto francés, los platos son abundantes y me abruma tal cantidad de comida, salsas picantes, algunas muy picantes y de sabores muy fuertes.

El ambiente me encanta y la comida también, excesiva pero sabrosa y al final el té, té de menta, sensacional, lo que más me gusta y vuelvo a solicitar un servicio más.

Cuando traen la cuenta me alarmo, estoy haciendo que Nico gaste sin parar, quiero pagar la cuenta y como sucedió ayer no lo permite.

-Déjame que pague la mitad, al menos mi parte, estoy resultando gravoso para ti, ¿qué va a decir tu padre cuando vea tus gastos?   - Nico me mira seriamente y toma mi mano que mantenía en su antebrazo.

-Mi padre no se enterará de mis gastos Daniel, no te preocupes por eso, nunca se entera ni le preocupa lo que puedan gastar sus hijos.  –noto tristeza en sus palabras.

Cuando llegamos a su casa toma asiento en el salón y me acomodo a su lado, le veo triste desde que abandonamos el restaurante.

-Nico no me gusta verte triste, por favor, alegra la cara.  –le beso y acaricio el rostro.

-Ahora dos semanas sin poderte ver…, me cuesta cada vez más separarme de ti.  –mis besos se reproducen, si supiera lo que supone para mí el dejarle solo.

Río para despejar los nubarrones y la tristeza del momento y le pido lo inconcebible adelantándome a sus deseos.

-Vamos un rato a descansar.  -beso su boca y se da cuenta de la broma, se levanta y me arrastra tirando de mi hacia su habitación.

Corro detrás de él entre risas y salto para quedar montado en su espalda, me lleva sujetando mis piernas como si fuera un caballo, saltando por el pasillo hasta llegar a su cama y allí caemos revueltos muertos de nerviosas risas.

Comenzamos a besarnos con ternura entre risas, besos y besos que no terminaban nunca, caricias que cada vez se volvían más atrevidas sobre todo por su parte ya que le veía ansioso y excitado.

Sentía su pene ya erecto haciendo fuerza en mi muslo, solté su abrazo y me puse de rodillas para abrirle el pantalón y acariciarle el pene por encima del bóxer azul que se había puesto, una mancha más oscura cubría una gran extensión cerca de donde reposaba el glande.

No aguanté mucho besándole y lamiendo su precum que traspasaba la tela, salió toda su verga aún no erecta del todo pero gruesa y palpitante como un pájaro asustado. Se la veía jugosa y apetecible y sin dudarlo la metí en mi boca. Nico cogió mi cabeza para guiar la profundidad y rapidez de sus embestidas dirigiendo el ritmo de la mamada.

Fui quitándole los pantalones, era difícil porque no quería dejar de mamar su polla ni él de sujetar mi cabeza empujando mi nuca para metérmela entera.

Retiró una mano para meterla por la cintura de mi pantalón hasta llegar a mi ano, me raspó la entrada al meter un dedo sin ensalivar y chocaron nuestros intereses, yo deseaba seguir mamándole la polla y recibir su semen y él estaba más interesado en mi ano con el que jugaba sin descanso hasta conseguir que se auto lubricara y se abriese para que metiera los dedos.

-Ven te quiero ver desnudo.  -con dolor dejé de chupar su sabroso capullo y permití que me quitara la ropa hasta dejarme como mi madre me trajo al mundo.

Me tumbó de espaldas y se colocó de rodillas entre mis piernas, abracé sus costados con ellas pero abriendo la base para dejarle lugar, no había jugado lo suficiente pero no quería contenerle, mordí mis labios sabiendo el dolor que me iba a llegar cuando colocó su polla en mi ano y apretó.

Me la metió de un empujón proyectando su cadera, me hizo ver las estrellas pero no supe si era de gozo o dolor o de ambos sentimientos, de todas formas sabía que un unos segundos todo sería placer.

La mantuvo dentro sin moverse, besando mi boca y pidiendo perdón, no necesitaba que me lo pidiera, sabía que cuando se ponía en plan semental podía llegar a ser desconsiderado, y aunque no siempre, era innato a su esencia de macho, y aunque se esforzara, alguna vez se revelaba su condición.  En estos momentos conociéndole ya no me importaba y mis suaves gemiditos le indicaban que ya era placer lo que su potencia lograba de mi ser.

-Dame, dame Nico, llévame al cielo cariño.  –le animaba acariciando sus costados y sus muslos, alargaba mis brazos para llegar hasta sus redondos culos y amasarlos tirando de ellos hacia mí para que me penetrara más profundo y más fuerte.

Se sujetó de mis hombros y tiraba de mi a la vez que yo de él y pensaba que me desgarraba al impulsarse para darme duro estrellando sus testículos contra mi culo, su verga parecía no dejar de crecerle,  la notaba en mi estomago empujando completamente empalado.

Cuando me lo permitía y se elevaba de mí, colaboraba elevando mis caderas, no quería que me dejara vacío, entonces elevó el ritmo hasta sentir su fuerte respiración y el aliento golpeando mi rostro y comenzó a correrse, lo notaba al sentir el latir de su verga en mi interior dejando su preciosa carga de semen dentro de mi cuerpo.

Mi chico temblaba sobre mí, pegado su pecho al mío por el sudor que transpiraba mientras respiraba ansioso, le sentía totalmente derrotado, exhausto, vencido por el placer y el cansancio.

Comenzó a moverse sacando y metiendo la verga.

-Tranquilo mi vida, quédate quieto y tranquilo.

-Pero tú no te has corrido.  –adiviné un reproche hacía sí mismo.

-¡Shiss!, no importa, estoy muy bien y me siento muy a gusto, calla y descansa.  –mi polla fue perdiendo intensidad en su dureza, pero era cierto el placer que sentía al tenerle abrazado y rendido a mi cariño.

Eran todas sensaciones maravillosas y no quería perdérmelas, el resbalar de su semen por mi recto hasta salir de mi ano, la tremenda dilatación de mi culo que le hacía palpitar apresando su polla que poco a poco iba resbalando y escapando de su madriguera, el agitado latir de su corazón que golpeaba en mi pecho, su cálido y húmedo aliento en mi cuello.

Todo ello era un placer difícil de entender para el que no quiera y adore al hombre que te hacer sentir todo eso, él era el ser al que tanto quería y debía, y esos eran mis sentimientos por él.

Le daba pequeños besos en su cara y su hombro y lamía el sudor que le resbalaba por el cuello.

-Te quiero Nico, mi hombre delicioso, yo también te extrañaré. -comencé a reír y su pene salió, al perder el tapón sentí como salía un chorro de su esperma resbalando de mi culo.

-Me has dejado lleno, no hay quien seque tus huevos, voy a ir tirando tu semen hasta Lille.

  • Daniel eres delicioso, vamos a ducharnos y te llevo a la estación. –parece que íbamos a desgastarnos, además de nuestras vergas por el uso, nuestros cuerpos por las duchas que nos dábamos.

No le permití que sacara su coche y pedimos un taxi, me estaba volviendo un maniático pensando que podría tener un accidente por mi culpa.

Llegó el momento de la despedida y me abrazó con ternura inmensa.

-Saluda a David, a Ál y a todos los que puedas ver en tu viaje, yo esperaré tu vuelta.

Acaricié su cintura e introduje mi mano debajo de su chaqueta, como siempre estaba fría y sentí su ligero estremecimiento, la intenté retirar y la sujetó para que no lo hiciera.

-Se me van a quedar heladas las manos estos días sin tener quien las caliente.

Me besa desesperado y me encamino para pasar el control, cuando vuelvo la cabeza me dice adiós con la mano.

A la llegada a Lille hago el camino hasta mi casa cabizbajo y contento a la vez, también preocupado por la reunión de la próxima semana en Yorkshire, voy a conocer a los elegidos en mi proceso de selección, encontrarme con ellos y ahora poder hablar tranquilos sabiendo que estamos admitidos.

Sé que al final hemos sido trece los elegidos, pero de mi convocatoria que fue la primera, no quedamos muchos y tuvieron que convocar otras dos para reunir los que buscaban y aún les faltan dos personas.

Puse una lavadora de ropa y la dejé haciendo su labor mientras comía una fruta y escuchando música contestaba mi correo.

Continuará…