17. Anécdotas… – Un Golpe de Realidad.

El golpe que solo la vida puede darte.

NdA: De aquí, hasta luego... no escribiré absolutamente nada – en lo que se refiere a las notas de autor – lo que están a punto de leer me fue bastante difícil de escribir y simplemente no puedo más. Solamente publicare estos dos capítulos. Espero leer sus comentarios. Les ruego entiendan el por qué de mi decisión.

---*---

Sábado 3, diciembre de 2005.

Era aún muy temprano, las 9:00 am y estábamos Arturo, Richard y yo, los tres vestidos con ropa deportiva, Artie y yo de short negro, franela y zapatos deportivos blancos y Richard de short azul marino, franela y zapatos deportivos negros, haciendo ejercicio en el Ávila subiendo por el camino más empinado que sabíamos que podíamos subir, la idea era despejarnos la mente un poco y compartir un rato porque no veíamos a Richie desde la fiesta de Cinty, no había pasado mucho desde entonces en el colegio, exámenes imposibles de química, practicas de biología, estúpidos y molestos exámenes de inglés – if you know what I mean... –, por eso Artie y yo estábamos exhaustos y contactamos con Richie para poder salir. El inicio, en la subida fue relajado, vimos a algunas parejas calentando antes de subir la colina y un grupo de chicas a las que ni Artie, ni Richie, pudieron quitarles la vista haciéndome sentir un poco celoso.

  • ¡Dios! – hablo Richie en un tono demasiado “sexoso”.

  • Ufff... lo sé.

  • ¡Cálmense, perros! – les dije tratando de que me prestaran atención.

  • ¡Es que míralas! – me respondía Artie golpeándome el pecho – ¡Están buenísimas!

Por la expresión que dejo caer Artie, algunas chicas se les quedaron mirando con superioridad y otras sonriendo de forma burlona. Richie se sonrojó bastante y comenzó a caminar cuesta arriba mientras yo jalaba a Artie fuera de ellas.

  • No te pongas celoso, chamito.

- ¡Shut up, asshole! Hablas como tu estúpido hermano.

  • Jajajaja disculpa, Andy – y me dio un beso en la mejilla para adelantarse a mí y hablar de nuevo con Richie sobre las chicas.

Todo fue genial hasta el punto en que llegamos a una parte donde debíamos escalar un poco y tratar de no resbalar con las rocas, a medio camino jugamos un rato en llevarle el ritmo a un viejito que nos pasó en un pestañeo perdiéndolo de vista a pesar de que Richie trato de seguirlo bastante cerca no pudo seguirle el paso. Ya casi llegando a “la cabaña” el camino se volvió aún más difícil y tuvimos que pedir ayuda entre los tres para seguir subiendo. Primero subía Richie, que ayudaba a Artie y luego él, me ayudaba a mí. Cuando por fin llegamos a la cabaña un poco sudados por lo extremo, nos quedamos sorprendidos de ver al viejito muy relajado que ya iba en bajada mirándonos de forma burlona y dejándonos “un tanto picados”.

  • ¡No joda! – respiré bastante agitado apoyando las manos en mis rodillas, pero luego sentándome en la grama.

  • Verga... ese viejo si es arrecho – seguía Artie molesto.

  • Ya... déjalo. Debe estar acostumbrado.

  • Seguro te gana de nuevo, Richard – criticó de forma burlona.

  • Por lo menos yo si le pude seguir el ritmo, Princesita.

- Touché… jajajaja – con una sonrisa se acostó en la grama y rápidamente me arrastró para acostarme junto a él – abrázame Andy...

  • No vale, estás sudado.

  • ¿Y qué? Tú igual – y me seguía apretando mientras luchaba.

  • Ya dejen eso mariquitas... – Richie ahora hablaba un poco cohibido mientras se echaba un poco de agua en la cara desde su termo.

  • Uyyy cuidado. Mejor paramos porque Richard se puede volver gay... jajajaja.

Reímos un poco, pero al ver que nuestro amigo no seguía la broma, nos separamos y nos sentamos terminando con el chiste.

  • Bueno... pero igual estoy cansado.

  • Es que no estás acostumbrado – Richie seguía serio.

  • ¡Qué dices!... voy al gimnasio todos los días.

  • Una cosa es el gimnasio y otra subir una montaña, son cosas diferentes y esfuerzo diferente.

  • Ya.

Yo solamente los escuchaba y miraba el paisaje desde donde estábamos. Bajo la sombra de un árbol podíamos ver la ciudad soleada, apartada completamente del ruido y acompañados de una deliciosa brisa. Artie me dio un suave empujón distrayéndome, cuando le presté atención me pico el ojo y me sonreía, le respondí de la misma manera hasta que crucé mirada con Richard y ahora fui yo el que me sonrojé bastante. Richie estuvo mucho más incomodo que antes hasta que hablo de nuevo.

  • Oigan... y ustedes... b-bueno... ¿desde cuándo?

Nos miramos un momento para luego responderle.

  • Desde octubre... bueno, finales de octubre.

  • Ahhh... y son ¿Novios? – ahora me miraba a mí.

  • No no...

  • No... no no no.... – respondíamos – claro que no.

  • Ahhh bueno... pero son algo ¿No? – seguía mirándome profundamente.

  • Bueno, sí...

  • Follamigos – respondió Arturo sin pudor.

  • ¡ARTURO!... – y le di un coñazo en el brazo – coño.

  • ¿¡Qué!?...

Desde que se había ido Luís, las ganas de hacer algo con Arturo se habían ido de repente, aunque solamente había pasado un mes – demasiado para un chamo de 15 años –, no me había hecho muchas pajas a pesar de algunas noches que había pasado con – mí no-follamigo – Arturo “estudiando”, que me provocaba con besos, caricias y metiéndome mano por todas partes... seguramente fue una estúpida depresión o algo por el estilo.

  • Ahhh... – la expresión de Richie fue un poco retorcida – ya.

Nuestro amigo apartó la mirada y comenzó a arrancar el césped ignorándonos como si no estuviésemos allí y respiraba un tanto agitado.

  • No somos eso – y le volví a dar otro golpe a Artie que me respondió de la misma forma.

  • ¡Para ya!

  • No somos eso – volví a repetir mirándolo –, no lo hacemos desde hace semanas.

  • Es porque no has querido, imbécil... sabes que estoy caliente y las pajas no me llenan.

Richie respiro profundamente y cerró los ojos.

  • Ustedes... ehhh... tuvieron... ¿Sexo? – habló muy bajo pero pudimos entenderlo muy bien.

  • No lo digas así... nosotros hicimos el amor – Artie hablaba seguro de sí mismo pasando su brazo por mi hombro abrazándome –, yo lo amo.

  • Wow... jajajaja... está bien pues... ehhh ¿se aman? – Richie me miraba con una media sonrisa.

  • ¿Tú me amas?

Los dos se me quedaron mirando y yo sonreí como un tonto mirando de nuevo a la ciudad, agradecía que no hubiese nadie cerca, solo estuviésemos los tres compartiendo ese momento para poder hablar bastante cómodos.

  • Claro... te amo Artie – me dio un suave beso en los labios y nos quedamos cerca por unos segundos – ya te lo había dicho antes, pendejo.

  • Jajajajajaja... ¡Esooo! – Richard trató de verlo como una broma tratando de joder el momento pero no pudo separarnos y volvió a quedarse callado con una media sonrisa – ¿De verdad?... no me lo creo.

  • Jajaja... ayyy vale. Sí es cierto, yo me cogí a Andy.

  • ¡No jodas Arturo!... – y me sonroje bastante – no lo digas así.

  • Ya ya... disculpa... jajaja...

  • Que loco, te dieron por el culo Andrew jajaja... – yo en ese momento sentí como mi piel se volvió completamente roja –... y yo que pensaba que lo que les iba a contar les sorprendería.

  • Y ¿Qué cosa es? – pregunté rápido tratando de cambiar el tema.

  • Mmm pues, que yo ya lo hice – ahora él se mostraba con suficiencia.

  • ¿Qué cosa?... ¿Te dieron por el culo también? Jajajaja...

  • No vale... nada de eso... es que yo ya tuve sexo – y lo dijo con mucho orgullo.

  • ¡ESOOO!

Un par de silbidos acompañaron nuestras felicitaciones para Richie mientras él sonreía bastante contento olvidando la conversación pasada.

  • ¿Quién fue la afortunada?... Obvio Selena, ¿No?

  • Claro, Andrew.

  • Coño que bien... te felicito. Selena es buena chica – habló Arturo bastante serio, recordando que ellos salieron por poco tiempo – un poco ñoña, fastidiosa y loca pero... entre locos se entienden jajaja.

  • Ya cállate pendejo, respeta.

  • Ya sé... ya sé.

  • Lo que importa es que es mi novia, soy feliz – dijo Richie levantándose con una sonrisa – y tuve sexo.

  • Así nos sentimos nosotros – Arturo se levanto y me dio la mano – ¿verdad, Andy?

  • Claro... tienes razón jajaja – hablaba recordando cuando habíamos tenido relaciones – y tuvimos sexo...

  • Hicimos el amor – corrigió Arturo.

  • Ayyy... ¡Ya basta! No quiero tener pesadillas de ustedes... – hizo un ruido de asco y comenzó a estirarse – cambiemos de tema, Arturo, hagamos una sesión.

  • Vamos a ver si resiste la Princesita.

Comenzamos bien una buena sesión de ejercicio guiados por Arturo tratando de que llegáramos a nuestro limite, pasaron un par de tipos e hicieron unas barras, creo que querían estar solos porque a los pocos minutos siguieron caminando por otro camino del cual no sabíamos a donde dirigía dejándonos de nuevo solos, el sol ya estaba en lo más alto haciendo que me faltara el agua por el terrible calor y terminara aún más agotado que antes. Todo iba bien hasta que Richard sacó el tema de Luís al aire.

  • Oigan... ¡Qué loco lo que le ocurrió a Luís! – suspiraba Richard.

  • Es viejo el temita ¿No crees? – respondió Arturo de forma tosca.

  • Disculpa, pero como yo no ando en colegio de millonarios no me entero de nada.

Se dieron una de esas típicas miradas de que estaban a punto de golpearse, dándome la señal para interferir.

  • Hey hey... no discutan.

  • Ya... mmm Andrew, quise llamarte cuando me enteré... pero quería no sé... darte tu espacio.

  • Gracias, pero descuida. Estaba bien.

  • ¡Claro! Estaba conmigo.

  • Arturo... ¡Cállate!

  • ¡Ven y cállame! – lo retó como un estúpido macho.

  • ¡Ya para, Arturo!... ¡Richard! Miren... no quiero hablar de Luís ¿Ok?

Los imbéciles se calmaron aunque Arturo se picó bastante y se fue a hacer unas barras mientras lo veíamos desde una banca, creía que ya todo estaba en orden pero Richard no dejo el tema de Luís en paz como le había pedido.

  • Me tuve que enterar por Selena hace poco... no quise llamarte – repitió.

  • Ya sé.

  • Y ¿Cómo estás?

  • Bien.

  • Ok...

Nos quedamos en silencio un momento hasta que volvió a preguntarme.

  • ¿Lo extrañas?

  • Un poco... digo... no... no, no lo extraño – mi boca me traicionó – dammit.

  • Lo extrañas... no seas tonto, puedes decirlo. Yo también lo extraño.

  • ¿Sí? – sentía que me picaban los ojos un poco.

  • Claro, no como tú, más bien como un amigo, era un buen amigo.

  • Sí lo era...

  • Según Cintia y que se volvió loco.

  • Ehhh si... comenzó a hablar solo y luego gritaba que le había arruinado su vida.

  • ¡Wow!... que fuerte. No lo sabía. Y luego se fue...

  • Aja...

  • Ojalá hubiera podido hablar con él antes de irse... ni siquiera por Messenger, ni correo responde... espero que algún día...

  • Richie... – interrumpí – no quiero seguir hablando de eso.

  • Ok... – me paso un brazo por mi hombro dándome un leve apretón.

Arturo nos veía y luego negaba con su cabeza siguiendo con su rutina personal. Yo voy a admitir algo, al igual que Richie yo también le escribí un correo a Luís. En donde en realidad me disculpaba por todo, me eche tierra a mi mismo esperando que con eso me disculpase por todo lo que hice, al momento de enviárselo me arrepentí bastante y la parte orgullosa de mí decía que en realidad yo no tuve la culpa de que él se hubiese ido. Le pregunté a mi padre si sabía algo sobre el padre de Luís, molesto, me contestó que quitó su nombre del contrato y la firma completa vendiendo todas sus acciones y retirando todo el capital que había abonado a la cuenta de la empresa y se había largado con su familia como un cobarde. Luego de eso en mi mente creaba diferentes escenarios del porque se habían ido y yo no formaba parte de esos – o no quería mejor dicho –, a pesar de todo siempre quise que me contestara ese tonto y cursi correo, le pedía que mínimo fuésemos amigos, cuando fuimos solo amigos... fue lo mejor.

- Amigos... – pensaba.

Otro tema era Manuel... una tarde fui a su casa, no me recibió bien obviamente, pero antes de que me azotara la puerta en la cara le pedí por unos minutos la oportunidad de hablar, trató de respirar varias veces antes de aceptar e invitarme a entrar de nuevo, hablamos en su sala – bueno yo hable en realidad – los pocos minutos que estuve allí, tratando de explicarle que deseaba solucionar lo nuestro, nuestra amistad de años, le probaría que no había cambiado y seguía siendo el mismo, que no permitiría perder todos esos años de amistad juntos por una pelea... pero él no resistió estar cerca de mí y me lo dijo, apretando los puños que me largara o si no me mataría a puños, vi en su cara un aspecto algo demacrado nada parecido a mi amigo Manuel... me disculpé por última vez antes de irme y dejarlo solo.

  • ¿Qué tal si vamos al río? – habló Richie mientras se separaba de mí – es temprano aún.

  • ¿Sabes llegar? – Artie llegaba a nosotros sin haberme dado cuenta – no quiero perderme, idiota.

  • ¡Claro que sé! No me digas idiota, puto.

  • No peleen coño, por favor – dije en un susurro.

Los chicos me miraron y se quedaron callados. Arturo trato de animarme jalándome hacia él y dándome un abrazo, pero yo había entrado de nuevo en esa estúpida depresión, yo le correspondí el abrazo y le di un beso. Richie se reía de forma nerviosa antes de comenzar a caminar de nuevo cuesta arriba.

Para llegar al río debíamos seguir subiendo hasta cierto punto y luego bajar hacia un sendero un tanto peligroso, ya que la gente generalmente se resbalaba con las rocas y el camino era inestable, las personas regularmente no les gustaba mucho esa zona por los peligros, pero nosotros en realidad no le parábamos a eso y Richard como guía sabía donde pisar y ayudarnos mientras bajábamos.

Cuando por fin logramos al llegar al río sabíamos que estábamos completamente solos, en el río corría agua clara y de forma abundante y podíamos entrar en el sin peligro alguno de ahogarnos, el primero fue Arturo en quitarse los zapatos y entrar poco a poco mientras se quejaba de que el agua estaba helada y jugaba con ella como un niño. Richie le siguió también y luego yo.

  • ¡Joder, que rica está!

  • ¡Buenísima! Qué buena idea man – me llamaba lanzándome agua –... ven Andy.

  • Jajaja... – reía con pocas ganas y él lo notó.

  • Oye... ya mira... alégrate, no estamos peleando más.

  • No... no es por eso.

  • ¿Qué pasa entonces?

  • No, nada... en serio.

Obviamente no quedaron muy convencidos. Arturo se quitó su franela y se la colocó en su hombro, Richard hizo lo mismo mientras se mojaba su torso refrescándose, yo los veía y vigilaba de que nadie estuviese cerca, ya estando un rato allí aún no me animaba y Artie se harto de mi actitud y me abrazaba tratando de hacerme sonreír, yo le miraba e iba perdiendo esa depresión poco a poco, sus manos me acariciaban por la espalda mientras me quitaba la franela con algo de dificultad a pesar del agua fría sentí como mi cuerpo se calentaba y comenzamos a besarnos como antes, Richard estaba incomodo, pero no dijo nada, solamente salió del río y se apoyo en una roca. Arturo y yo nos besábamos con mucha pasión y lo escuchaba gemir mientras nuestras lenguas luchaban. Nuestro amigo comenzó a jodernos un poco desde lejos mientras nos llamaba o lanzaba algunas piedras pequeñas.

  • No puede ser... dejen la mariconería

  • ¡Ya cállate, bro! Jajajajajaja – Arturo le hacía una seña con el dedo y volvía a besarme.

  • ¡Qué mariscos!

Los besos eran demasiado salvajes para tomar en cuenta a Richie. Sentía su pene rozando mi pierna mientras yo estaba mucho más excitado yo lo acariciaba, desde su rostro pasando por su cuello, pecho y abdomen hasta llegar a su pene que apretaba por encima de su short.

  • Que rico Andy... tócame.

  • Ohhh... Artie.

  • ... Déjame verlo.

Él fue mucho más extrovertido y comenzó a acariciarme mi culo por debajo del short, escuchamos como Richard nos volvía a llamar pero nosotros estábamos demasiado calientes comenzando a masturbarnos por encima del short. Ya no podíamos aguantar mucho más, demasiado tiempo sin hacer nada y fue cuando finalmente nos sacamos los penes erectos recordando que nuestro amigo estaba allí, nos miraba bastante cohibido haciendo que nos detuviéramos.

  • Ven Richard, nadie nos ve – Arturo estaba sonriendo sin vergüenza alguna.

  • No vale... no sean tan mariscos... ¡Vámonos!

  • Anda marico... nadie nos ve jajaja... – comenzó a pajearme y yo no podía resistirme...

  • Coño... – gemía.

  • Ehhh no... mejor no – miraba a todos lados incomodo.

Yo traté de calmarlo un poco aclarándole lo más obvio... y seguramente lo que deseaba escuchar.

  • No vamos a tocarte, solo es una paja.

  • ...

  • ¡Vamos! – Artie se bajó el short hasta las rodillas mojándolo todo y blandiendo su pene pajeándose frente a él – vamos a pasarla bien jajaja...

Arturo para no molestarlo mucho se alejó de mí y continuó en lo suyo. Yo solo asentí con la cabeza y también me comencé a masturbar lentamente admirando a Richie y luego a mí Artie, me encantaba ver su cuerpo como sus pezones se endurecían con el frío y las gotas de agua bajaban por todo su abdomen hasta llegar a su verga y utilizarla como lubricante. Richard con un poco de pena también se tocaba, trataba inútilmente de no mirarnos, pero – con un poco de risa, debo admitir – sabía que no podía apartar la mirada de nosotros... los rayos de sol seguían cayendo sobre nosotros haciendo más excitante esa experiencia. Luego de un rato haciéndonos la paja Richie finalmente se decidió y se saco su verga, yo me sorprendí gratamente al verla de nuevo, diferente, larga y algo gruesa, mucho más grande que cuando él tenía 13 años, sus bolas colgaban un poco cubiertas de vello – con un poco de pena admito que quise metérmela en la boca justo en ese momento y disfrutar de ella –. Yo también me baje el short haciendo que se mojase con el río y comenzaba a acariciar mis bolas cerrando mis ojos, el agua se movía bastante y me hacía trastabillar hasta que Artie se colocó a mi lado y me abrazó por la cintura pegándome a él para evitar que cayera. Nuestro contacto hizo imposible controlar nuestros impulsos haciendo que nos besáramos mientras que Richie se masturbaba muy fuerte mirando al cielo y logrando que sus pendientes brillaran por el sol.

La pasión, ese dedo que tanteaba mi entrada, el increíble calor de su cuerpo en ese momento mientras me sentía observado por mi otro amigo me hizo acabar en su abdomen mientras mordía su labio tratando de gemir su nombre. Segundos después Richie también acababa mirándonos con unos cuantos gemidos para luego apartar la mirada hacia su verga y al final Arturo también acabo llenándome mi propia verga de leche gritando mi nombre sonriendo.

  • ¡Puta madre! Que rico... ¡Te amo, Andrew!

  • Joder... yo... yo también te amo... – le respondí por lo bajo – ufff...

Ya habiendo saciado nuestro deseo sexual no tuvimos ganas de hacer mucho más además de descansar. Mirábamos a nuestro amigo que se acercaba al agua para limpiarse el abdomen que lo tenía lleno de leche, nosotros en silencio tratábamos de hacer lo mismo hasta quedar medianamente limpios. Al subirnos los shorts obviamente seguían empapados así que en voz baja les recomendé sentarnos al sol para secarlos un poco, pero ninguno me hizo caso diciendo que lo mejor sería volver, así que salimos del río, nos colocamos los zapatos y comenzamos el camino de vuelta a la cabaña – Richard ya nos llevaba ventaja –, donde nos quedaríamos una hora más antes de bajar a la ciudad.

  • Oigan muchachos... de esto... ni una palaba a nadie – habló Richard bastante serio –, por favor.

  • ¡Seguro! – dije levantando las manos.

  • Descuida, bro – Artie sonreía tratando de quitarle hierro al asunto mientras avanzábamos de vuelta.

---*---

Lunes 12, diciembre de 2005.

  • Vamos hijo, wake up!

  • Ahhh... – bostezaba – ¿Qué pasa?

  • Hoy vienes conmigo al trabajo.

- What?... Why?

  • ¡No discutas!... párate y vístete.

  • ¡Dios! Que ladilla – mi padre se detuvo en la puerta a punto de salir, no me miró, pero me había escuchado.

Y así fue, mi padre quería pasar un día conmigo y Tony en el trabajo – bastante extraño y molesto –. Nos había despertado por sorpresa a las 7:00 am y mandado a bañar para arreglarnos, con sueño y una leve erección me había duchado sin ganas de nada, para mostrar una buena imagen en la empresa – y a mi parecer, como buenos hijos de papi – nos tuvimos que vestir de traje negro y corbata. Nuestra madre ya estaba despierta con el desayuno listo y feliz, parecía un ridículo sueño y con una sensación de que ese día no saldría nada bien, mi hermano también tenía cara de no haber dormido pero más entregado a perder el día libre – no hubo clases ese día para limpiar el colegio por haber hecho una vendimia-bingo-miniteca-gaitas en fin, una buena fiesta navideña – y finalmente nos fuimos juntos. En el camino no hablamos mucho, le hice la obvia pregunta a mi padre de forma tosca de porqué de su ridícula idea.

  • Tienes que saber del negocio familiar.

  • ¿No podía ser en otro momento?

  • ... ¡No! ¿Acaso quieres ser un inútil como tu hermano?

Nos habíamos quedado en silencio por su pregunta tan chocante atacando a Mathew.

  • Papá... tengo sueño – gemía Tony, pero obviamente mi padre lo había ignorado mientras seguía conduciendo.

Al momento de llegar a penas eran las 8:00 am y había poco movimiento de gente, en la recepción la señorita tiernamente maquillada amablemente nos saludo, mi padre siguió de largo mientras le abrían las puertas de vidrio y nosotros le seguíamos como guardaespaldas. Extrañamente me sentía – mucho más – intimidado por la figura de mi padre mientras subíamos en el ascensor, él parecía no notar nuestra presencia, Anthony se paraba a su lado imitando su pose mientras yo me recostaba en el ascensor con los brazos cruzados.

  • ¡Párate derecho! – lamentablemente, de forma rápida y sumisa hice lo que me ordenaba al momento de abrirse las puertas.

  • ¡Buenos días, señor Brown, jóvenes! – hablaba su asistente mientras caminaba junto a nosotros – su agenda de hoy señor...

El tipo seguía hablando y hablando, Anthony parecía ser el único que le estaba prestando atención y yo simplemente pasaba la mirada por los cubículos donde había algunas personas ya trabajando y algunos teléfonos sonando. Llegamos a las grandes puertas de madera oscura donde se encontraban dos escritorios pequeños y en ellos se encontraban dos hermosísimas mujeres rubias – sus secretarias – que nos saludaron muy “amablemente”, ya para ese entonces su asistente había parado de hablar y cerrado las puertas detrás de nosotros.

  • ¿Qué piensas ahora, Andrew?

  • Que tú asistente dice mucho la palabra “señor”.

  • Jaja... así son los asistentes... éste no es tan mediocre como otros que he tenido.

  • Ya veo...

  • Papa, según tu asistente la reunión es dentro de 10 minutos, pero nadie ha llegado.

  • Lo sé... son unos irresponsables, ya aprenderán lo que sucede con ellos – mi padre hizo una mueca que parecía ser una sonrisa y mi hermano la imitó perfectamente pareciendo ser unos mafiosos.

Después de cierto tiempo esperando a que los empleados de mi padre llegaran, él se dedicó a ver los balances de la empresa, al principio no entendía mucho pero si me sorprendió ver la cantidad de dinero que se movía en ese momento, eran demasiados números que me llegaron a marear y le hice la simple pregunta a mi padre del por qué de tanto, él solamente me miró con una ceja levantada, pero contestó con otra pregunta.

  • ¿Qué nombre se lee en el membrete, Andrew?

  • Ehhh... el tuyo papá.

  • ¿Qué significa entonces?

  • ¿¡Ese es tu estado de cuenta!?

  • ...

  • Es demasiado dinero... papá.

  • Eres bastante observador... para tu edad – habló levantándose de su escritorio.

  • No es gracioso – mi cara obviamente no expresaba risa.

  • Limítate a hacer silencio y aprenderás lo que necesitas.

El sarcasmo fue tan notorio que hasta mi hermanito se comenzó a reír mientras yo me sonrojaba bastante por la arrechera que sentía de que me creyera tan inferior. Para ser sincero yo sabía que mi padre tenía dinero y que la empresa era bastante exitosa, pero no sabía cómo había hecho para llegar hasta ese punto, la cantidad de capital que era capaz de mover, algunos pagos que no se comparaban con los ingresos que tenía... era impresionante. Nuestro padre nos pasó un par de carpetas para que las revisáramos rápidamente cada una... mi hermanito comenzaba a hacerle preguntas de lo que leía en ella, del ¿Cómo? ¿Cuándo? Y ¿Por qué? De todo, mientras yo solamente después de echarles un ojo, ver nombres y algunos los totales, le perdí el completo interés recostándome en el sillón de la oficina, mi padre volvió a darme una de sus duras miradas y se acerco a mi hermano de nuevo.

Llegó el momento de la reunión y el “asis-tonto” de mi padre – como Anthony lo llamaba –, nos avisaba que todos los integrantes estaban esperándonos. La sala de conferencias era completamente acristalada y una mesa en el centro con aproximadamente 20 personas – todos estaban hablando alegremente –. Al momento en que llegamos a la sala y todos automáticamente cambiaron su aspecto volviéndose serios y con la mirada perdida mientras mi padre y nosotros nos sentábamos a su lado. La reunión empezó bien, mi hermano prestaba atención a todo lo que decían las personas y los miraba de una forma penetrante, al ir avanzando y pasando los minutos yo me aburrí bastante hasta que empezó una discusión sobre la pérdida de un anexo o deposito el cual trabajaban casi 100 personas, mi padre se mostraba inexpresivo a las palabras de un hombre de 30 años.

  • Disculpe señor, pero nos convendría bastante salvar ese anexo – hizo una pausa quedándose intimidado por mi padre –. Allí protegemos a la mayor parte de nuestra mercancía, señor.

  • Se hará lugar en otro sitio – hablaba mi padre sin importancia.

  • ¡Pero señor!... ¡Esas personas perderán su trabajo! No hay forma de transferirlas a otro sitio.

  • ¡Silencio! Mi decisión es final.

  • Papá... – le miraba sorprendido.

  • ¡No me parece que su decisión final sea la mejor!... ¡Esas 100 familias sufrirán por su culpa!

Grave error, ese hombre no debió haber dicho eso.

  • Me parece, que usted también quiere formar parte de esa lista ¿verdad? – todos en la sala se quedaron callados mirando a sus carpetas y solamente existía la conexión de miradas entre el hombre y mi padre que se levantaba de su silla – Mejor... deberías encabezar la lista... ¡Estas despedido!

El hombre se quedó en silencio y no pude soportarlo. También me levanté exasperado y ahora fui yo quien cometí el error de interrumpirlo.

  • ¡Papá, no puedes hacer eso!... ¡Te estás pasando! Ese hombre tiene la razón.

Lo vi.... supe lo que había hecho. Mi hermano me miraba en silencio, en realidad todos en la sala se habían quedado callados mirándome. Y mi padre respiro lentamente y yo trague en seco cuando colocó su mano en mi nuca mientras sonreía.

  • Ven acá... – y me arrastró de “buena manera” fuera de la sala – y cuando regrese no quiero saber que sigues en este edificio – ahora le hablaba al hombre sentado.

Mientras salíamos, todos trataron de hablar pero se quedaron callados mientras mi hermano ocupaba la silla de mi padre y los miraba a todos de nuevo en silencio y bastante serio, mi padre me llevaba apretando mi nuca cada vez más cerca de su oficina, todos me miraban y trataba de no quejarme y seguir su paso mientras apretaba los labios.

Cuando llegamos a su oficina, dejó que se cerrara la puerta tras nosotros y me lanzo al centro de ella, iba a explicarle, tenía pensado decir cualquier cosa hasta una disculpa si era necesario hasta el momento en que mi mente quedó en blanco y sentí su mano en mi mejilla. Fue una terrible cachetada que me hizo trastabillar y tocarme... no creía lo que acababa de hacer, de hecho no recordaba que mi padre me hubiese pegado de esa forma hasta que lo miré, su semblante era demasiado diferente a cuando se molestaba... jamás... jamás lo vi de esa manera, estaba demasiado molesto.

  • Eres un imbécil... – su tono de voz era bajo, pero pude entender lo que dijo claramente – me dejaste en vergüenza, en mi propia compañía.

  • Yo.... yo...

  • Cállate...

  • Papá...

  • ¡Cállate!... eres un imbécil... no puedo entender como mi hijo es tan imbécil... – seguía en su tono bajo y amenazante – sabía que Mathew era una causa perdida.... pero tú, eres mi hijo. Terminaste siendo igual de imbécil que él.

Tener miedo a una película de terror, a algún fantasma... cualquier cosa irreal es obviamente diferente a tenerle miedo a una persona real y más a un miembro de tu familia. Me sentía extraño, mi estomago se revolvía, sentí frio en mis piernas, temblaba y no podía dejar de ver a mi padre. Él se quedó callado mirándome esperando alguna reacción mía mostraba sus dientes apretados y apretaba sus puños, le tuve demasiado miedo.

  • Yo s-solamente... s-solamente q-quería... no sé... p-pensé que era lo mejor... p-papá.

  • No digas más... you’re just a child... you’re still a stupid kid.

  • Papá... p-por favor.

  • No pudiste entender algo tan simple... ¿Qué fue?... – y volvió a acercarse mientras yo retrocedía aterrado – ¿Qué fue lo que te dije?

  • Que... que – no pude pensar nada conciso.

  • ¡Te dije que te quedaras callado y aprendieras! – volvió a gritarme tomándome de los hombros y agitándome brutalmente.

- My... God!... get off me! – y lo empujé tratando de alejarlo – yo solamente quería aprender más... sobre lo que hacías...

Trate de mentirle con eso que dije, en realidad no quería saber nada de ese mundo y él obviamente no me creyó.

  • Mientes... – él volvía a su tono calmado.

  • Claro que no...

  • Deja de mentir estúpido y di la verdad.

  • ¡Ya está bien!... ¡No me gusta!... ¡No quiero estar más aquí!... ¡ESTO ES UNA MIERDA! – terminé por decir.

  • ...En serio.

  • No quiero aprender esta mierda – hablé sincero.

  • Eres igual de inútil que Mathew...

Yo abrí los ojos, no podía creer que hablara tan mal de él... no entendía por qué lo hacía... él era mi hermano, la mejor persona del mundo y nuestro padre lo odiaba. No tenía ningún sentido. La molestia que siempre sentía desde niño se transformaba ahora en ira cuando él hacía ese comentario, siempre trataba de calmarla pero esta vez me había salido de mis casillas.

  • ¡Basta! Deja de decir esas cosas... ¡Él es mi hermano!... ¿Por qué lo odias? No te entiendo.

  • Ya vete a casa.

  • ¡NO, respóndeme!

  • Eres un niño demasiado estúpido para entender algo tan simple... los dos me decepcionan, me dan asco.

  • ¡Desgraciado!

No pude contenerme y le di un golpe directo en la mejilla. Descargue toda esa frustración y odio que sentía hacia él... no podía creer lo que hice y mi padre tampoco abriendo los ojos como plato. Por supuesto que él tampoco se quedó tan tranquilo como estaba y como todo hombre respondió el golpe directo a mi pómulo derecho, golpe que no solo me hizo trastabillar si no que rápidamente perdí el equilibrio y caí al suelo. Su cara de sorpresa se borró de nuevo volviendo a la tranquila y helada mirada.

  • Lárgate de mi oficina, vete a casa.

No dijo más y se fue dejándome solo. A pesar de todo no sentía el dolor que debería haber sentido, tampoco deseaba llorar, solamente sentía impotencia. Me levanté y trate de arreglarme un poco, mis manos me temblaban y respiraba agitado, trataba de calmarme lo mas que podía hasta que logré hacerlo a los pocos minutos. Cuando abrí las puertas ninguna de las secretarias se encontraban en su puesto y el camino al elevador estaba totalmente desierto como si todas las personas que había visto al llegar se hubiesen esfumado. Solamente tuve “contacto humano” al momento de salir a la recepción donde seguía la señorita que evitaba verme hasta que pisé la calle y sorprendentemente Jonathan me estaba esperando con la puerta de la camioneta abierta, ignorando su saludo me senté de copiloto y él rápidamente se montó para iniciar la marcha.

En la autopista ninguno dijo nada, solo se escuchaba el suave ruido del aire acondicionado mientras avanzábamos en la cola. Yo trataba de mirar al frente, mantener la mente vacía pero los recuerdos y la impotencia volvían de nuevo, pensando cada cosa que pude haberle dicho – cuando el mal genio se eleva hasta las nubes – y no dejaba de revolverme en el asiento.

  • ¿Estás bien?

  • ...

  • Lamento lo que ocurrió con tu padre.

  • ¿Cómo te enteraste?

  • Los chismes vuelan en la compañía. Las secretarías no se guardan nada, ni tampoco el marico de su asistente.

  • Ya...

  • ¿Estás bien? – volvió a preguntar.

  • Sí.

  • Si quieres hablar...

  • ¡Conduce! – le corté de pronto para seguir con mi mal genio.

Volvimos a quedarnos callados hasta el momento que llegamos a casa, estacionó la camioneta frente al portón y esperaba bajarme en ese momento pero las puertas seguían aseguradas, lo miré y el apretaba el volante mirándome.

  • ¿Estás bien?... – seguía preguntando lo mismo – Necesitas hablar, Andrew.

  • ¿Por qué?

  • Porque es bueno... sacarás todo eso que tienes dentro.

  • Él es un desgraciado – fue lo primero que solté.

  • Ya – colocó su mano en mi brazo en un intento de apoyo – él es tu padre Andrew, estoy seguro que te quiere mucho y se preocupa por ti.

  • Yo no lo pienso así.

  • Seguramente tenía mucho estrés... y no supo manejarlo.

  • Sigo sin creerte...

Volvimos a quedarnos callados hasta que se dio cuenta de algo.

  • ¿Quieres llorar?

  • No... no lo sé... ¿Por qué?

  • Tienes los ojos rojos.

En realidad si sentía que otra cosa quería salir, no era ira, era una tristeza terrible que me abordaba y comencé a llorar por todo lo que me había pasado, lo que me dijo mi padre, el odio que sentía por nosotros, por el golpe y la forma en que me maltrató, gemía dentro de la camioneta y Jonathan me consoló, me dio un fuerte abrazo mientras lloraba en su hombro, sus palabras me relajaron hasta haber drenado todo quedándonos en silencio de nuevo.

  • Gracias...

  • De nada, es mejor que entres.

  • Lo sé.

  • Nos vemos mañana.

Y salí de la camioneta con un poco más de ánimo. Ya en casa ni siquiera mi madre se encontraba, así que subí rápidamente encerrándome en mi cuarto. Me quité toda la ropa hasta quedar en bóxers y me lancé en la cama, dormí hasta que no pude más... esa noche mi puerta no fue tocada en ningún momento, no fui molestado por nadie y al momento de ir al colegio en la mañana me levante sin ayuda del despertador, cuando vi a mi madre no me dijo absolutamente nada resaltante – ignorando todo lo ocurrido –, mi hermano siguió igual que siempre y la ausencia de mi padre me valía mierda.

---*---

Viernes 16, diciembre de 2005.

Esta fecha nunca la podré olvidar en mi vida... a pesar de lo que ocurrió, al pasar el tiempo pude recordarlo poco a poco hasta éste momento, diría que es el momento más vívido que tengo de mi vida... fue el último día de clases antes de irnos de vacaciones navideñas. Mi padre y yo todavía no nos hablábamos, en casa estuve mucho tiempo encerrado y sólo bajaba a comer hasta que mi madre se cansó y me obligo a que la ayudase a montar navidad, algo que a ella le encantaba colocando adornos en cada esquina que podía de la casa mientras hablábamos todo el rato pasando prácticamente todo el día en ello hasta la noche que llego mi padre y yo volví a encerrarme en mi cuarto.

Esa mañana fui despertado por mi madre que estaba igual de alegre que yo por el último día.

  • Vamos, mi amor mientras más rápido despiertes más rápido pasará el día.

  • Solo quería 5 minutos más.

  • ¡No puedes! – gritó Tony saltando en mi cama.

Después de arreglarme y tratar de peinarme, bajé a desayunar un poco rápido ya que Jonathan nos estaba esperando,  me despedí de mi madre con un fuerte abrazo y ella me dio como 20 bolsas llenas de chocolates para todos mis amigos ya que era la típica tradición nuestra de regalar algo en épocas decembrinas. En la camioneta nos subimos bastante rápido y yo le di un fuerte abrazo a Jonathan dejando un tanto extrañado a mi hermano, en el camino al colegio estuvimos hablando alegremente mientras sentía la mirada de Tony a mi espalda.

  • ¿Qué te ocurre? Te ves más raro de lo normal.

  • Nada...

  • Se ve inquieto joven – hablaba Jonathan mirándolo por el retrovisor.

  • No me pasa nada – repitió.

Yo conocía un poco a mi hermano y sabía que quería decirme algo, pero obviamente él era bastante terco así que lo deje tranquilo hasta que decidiera hablarme. Al llegar al colegio mi hermano se bajo rápidamente sin despedirse de nosotros y se encontró con uno de sus amigos entrando al colegio. Yo aproveché el momento para darle otro abrazo a Jonathan, él se quedó sorprendido pero correspondió el abrazo hasta separarnos.

  • Esto... bueno, es por lo del otro día... muchas gracias, en verdad me ayudaste – le hablaba mientras le obsequiaba su respectiva bolsa con pequeños chocolates.

  • Jajaja... no fue nada, Andrew... ¡Los chocolates me encantan!

  • ¡Feliz navidad, Jonathan!

  • ¡Feliz navidad para ti también! Oye si quieres los puedo venir a buscar.

  • No, no es necesario cuando salgamos iremos a casa de un amigo, tú sabes para celebrar el fin de clases.

  • Está bien. Nos vemos en enero entonces.

  • ¡Claro! Adiós.

Me bajé de la camioneta mucho más animado que antes y al entrar al colegio fue mucho mejor ya que fui recibido por mi Ragazza y nuestro grupo de amigos, no pasó mucho rato para que el timbre de entrada a clases se escuchara mientras seguíamos hablando de lo que haríamos ese día y yo me la pasaba entregando bolsas de chocolates para todos – incluido Manuel que lo miró detenidamente y lo guardó en su bolso, pero no me dio las gracias, solamente levantó su pulgar y subió al salón –. Ya algunos profesores nos estaban arreando para pudiésemos subir y con nuestro encanto tratábamos de atrasar el momento, pero no funcionó.

  • Profe... es el último día ¿Qué vamos a hacer allá arriba? – preguntaba yo.

  • Pues recibir clases ¿Qué se cree joven? Hoy es un día como cualquier otro – hablaba la profesora Laura.

  • Jajaja es el último día... es para festejarlo.

  • No se crea, cuando le dé su nota de biología no será para festejarlo – Arturo se reía a mis espaldas – y usted no se haga el graciosito joven Duarte... porque éste lapso no pasó mi materia.

  • Nos quedan dos lapsos más profe jajaja... yo seguro paso.

  • Ya veremos... ¡Y ya basta! Es hora de subir, sus demás compañeros subieron ya.

  • Profe usted como que no quiere chocolates – y le mostraba la bolsa.

La profesora a pesar de su edad, fue rápida y tomó la bolsa de mi mano volviendo a arrearnos hacia las escaleras. Cuando estuvimos en el salón no pudo evitar comerse uno de ellos con una sonrisa mientras nosotros no podíamos evitar reírnos de ella hasta el momento en que comenzó a decir las notas, yo por poco había pasado y la materia me quedo con 11, en cambio mi Artie raspó ese primer lapso con 07 y mi Ragazza sorprendió a todos con un 18 a pesar de lo inteligente que era fue imposible de creer. Ya la siguiente clase fue la de física, con un supuesto quíz que nadie realizó ya que ya teníamos la nota y todos la habíamos pasado por suerte. Luego bajamos al recreo y fue allí que pudimos hablar bien sobre lo que planeábamos hacer esa noche.

  • Entonces nos vamos de aquí directo a casa de David, ¿No? – preguntaba Selena revisando su celular – tenemos que pasar buscando a mi novio.

  • Uyyy sí, me encanta ir a casa de David – respondía Cintia mientras desayunaba.

  • Claro... es que allí podemos hacer lo que queramos.

  • Sus papás permiten todo – me apoyaba Arturo.

  • No todo, recuerdan cuando Carlos y yo llevamos... “el paquete”.

  • Coño, Henrique no le digas así...

  • Se escucha mejor así.

  • Sólo llevamos porno y una botella de ron... era obvio que su mamá nos iba a quitar todo.

  • Y su papá no me regresó todas las películas – recordó Carlos molesto.

Continuamos hablando tranquilamente hasta el momento en que Arturo rebotó en el piso y se levantó jalándome del brazo para levantarme y llevarme lejos de los demás, creyendo que estaba molesto le pregunté qué le ocurría, pero no hubo respuesta. Caminamos hasta el terreno de futbol detrás de unas gradas donde sabíamos que las cámaras tenían un punto ciego y no podían grabarnos y era donde algunos chicos aprovechaban para fumar, tomar o hacer lo que nosotros estuvimos a punto que hacer.

  • ¿Qué te ocurre vale?

  • Nada...

  • ¿Cómo que nada?

  • Coño que ando caliente – hablaba mientras me abrazaba y yo miraba a todos lados.

  • No jodas, Arturo.

  • ¿Qué?

  • Alguien nos puede ver... ¡Aquí no! – le separé con bastante fuerza y miré a todos lados.

  • No vale, nadie viene hoy...

  • No vamos a hacer nada... vámonos al patio – y comencé a caminar pero mi chico volvió a tomarme por los hombros.

  • No me hagas esto vale... mírame el paquete, estoy caliente – no fue necesario mirarlo ya que me pego su entrepierna a mis nalgas – mmm quédate así...

  • Ya vale, Arturo...

  • Si sigo me voy a ensuciar...

  • Joder.

Traté de separarme, pero lo único que lograba era que se restregara mucho más y sintiera su dureza, me abrazaba muy fuerte y me besaba el cuello diciendo cosas inentendibles, hasta que escuchamos a algunos chamos riendo bastante fuerte y nos separamos muy rápido, Artie se sentó de golpe en la grama y yo también hice lo mismo, quedándonos en silencio tratando de no llamar la atención mientras que escuchábamos pasar a los chicos que pudimos reconocer como los de quinto año y se alejaban hacia las duchas del campo. Después de ese mini infarto Arturo volvió a la “normalidad”.

  • Ven... jajaja.

  • No me jodas, vámonos ya.

  • Coño... sigo caliente – repetía – una pajita rápida.

  • No seas marico tú, no vamos a hacer nada – y me levanté –, vámonos ya.

  • ¿Cuándo lo vamos a hacer?

  • Coño no sé...

  • Hoy seguro no podemos, vamos a estar todos los del salón en casa de David.

  • Yo sé...

  • Entonces ¿Cuándo? – y puso cara de perrito regañado cruzándose de brazos.

Yo no pude resistirme a esa carita de machito llorón y con las dos manos tomé su cara plantándole un beso rápido y muy profundo para alejarme sonriendo, pero también mirando a todos lados.

  • Uyyy pero sigue... no pares ahora.

  • Ya para, idiota... es lo que tendrás por ahora jajajaja.

  • Ya sé, a media noche nos vamos y vamos a casa de Aquiles. Seguro que allí podremos hacerlo.

  • Mmm... Y ¿Qué hay de Tony? ¿Lo vas a dejar solito?

  • Ahhh verdad que él también va... – recordó – bueno... ehhh ya veremos qué hacemos con él...

  • “¿Qué haremos con él?” ni que fuese bolsa de basura, Arturo.

  • Tú me entiendes.

  • Ya vámonos – terminé por decir y saliendo hacia el campo.

  • ... Uyyy que rico, esta noche te voy a coger de nuevo ufff – volvió a hablar en mi oído haciéndome vibrar.

  • Te voy a echar en la ducha con agua fría para que te calmes... ¡Para!

Él solamente comenzó a reír y ahora era yo el que lo lleva a regañadientes de nuevo hacia el patio, cuando regresamos casi nadie se dio cuenta de nuestra falta ya que comenzaron a tomarse fotos como locos con un par de cámaras que habían llevado. La más emocionada era Cintia que posaba para todas las fotos y llamaba a todo el mundo para poder tener más fotos que cualquiera, debo admitir que se veía radiante con el sol y se emocionó mucho más cuando nos vio juntos y jalo a Arturo para tomarse un par de fotos.

  • Jajaja... los modelos ¡Míralos pues! – escuchaba a Carlos.

  • Si si si... pero ahora vamos a tomarnos la foto todos los machos – Henrique se juntó a mi lado pasando su brazo por mi hombro –, nada de mujeres.

Todos los chamos nos juntamos en la foto incluso Manuel que sonreía por el buen momento que estábamos pasando, Artie luego me separó y comenzó a abrazarme bastante fuerte mientras sonreía en un intento de joderme, lo que en realidad logró que el dueño de la cámara nos tomó una foto genial que le gustó a todos y hasta le dio un poco de celos a Cintia.

  • No... necesito una foto igual... ¡Tenemos que tener una foto así!

Así que de nuevo posamos para la foto, nos sentamos en el muro muy abrazados sintiendo el calor del otro y sonriendo, cada vez que recuerdo ese momento nace algo muy cálido en mí y creo que ella piensa lo mismo. Mi amiga y yo, una gran amistad... cuando tomaron la foto todos quedaron embobados viéndola y exigieron que esa foto debían enviarla al correo de todos.

Ya había llegado el momento de regresar a clases, “nuestra última clase” por ese año y en realidad todos estábamos demasiado inquietos hasta el profesor de geografía que rápidamente entregó nuestras decepcionantes pruebas de lapso y notas que no pasaban de 13 – yo aprobé con un decepcionante 10 –, esas notas dejaron bastante preocupado a mi chico que tampoco había aprobado esa materia.

  • Mmm creo que es tu culpa.

  • ¿Mía?... ¿Por qué?

  • No estudiamos lo suficiente.

  • Eso es porque... bueno, tu sabes... es tu culpa.

Esas sesiones de estudio, no estimularon nuestras mentes lo suficiente, si ustedes me entienden.

  • Para el otro lapso estudiaremos de verdad – dijo Arturo con convicción.

  • ¡Claro!... ya te creí jajaja...

  • ¡Es en serio!... y para que veas, no estudiaremos juntos, no puedo estudiar contigo.

  • Eso es cierto... aunque debo admitir que eso dolió.

  • Así me decías anoche... jajajaja.

Nos quedamos callados ya que la pequeña y “silenciosa” conversación que teníamos fue escuchada por Manuel que tenía la mirada un poco perdida.

  • ¿Cómo te fue? – le pregunté tratando de que reaccionara un poco.

  • Ehhh... bien. Saque 10 – y se levantó saliendo del salón.

Bueno, Manuel solamente me hablo lo justo y creo que lo entendía en ese momento. La clase terminó con un sabor agridulce hasta que volvimos al patio donde los dos salones de cuarto año se estaban reuniendo.

  • ¡Bueno!... ¡Epa! ¡ESCUCHEN, COÑO! – gritaba David para que todos lo escucháramos – ¡Nos vemos tipo 6 en mi casa! ¡se pueden quedar hasta el amanecer si quieren!

  • ¿¡No nos íbamos directo!? – preguntaron desde atrás.

  • No vale... tengo que preparar todo en el salón de fiesta... lléguense como a las 6 – repitió –... o algunos que quieran me acompañan de una y me ayudan a preparar todo.

  • ¿¡Nos vas a dar comida!?

En ese momento se acercó mi hermanito que estaría con nosotros durante la reunión y trataba de escuchar como planeaban todo, nuestro grupo – Cintia, Selena, Carlos, Henrique, Manuel, Arturo y yo – en realidad no queríamos organizar nada, si no llegar y disfrutar, pero tampoco deseábamos irnos a nuestras casas para volver a salir y a mi hermanito se le ocurrió una brillante idea, la brillante idea que deseaba decirme desde la mañana.

  • ¿Podríamos ir al cine? Yo... yo quiero ver una película – su cara de niño pudo engañar perfectamente a mis amigos, con excepción de Cintia y Arturo que lo miraban con suspicacia –, quiero ver Harry Potter y el Cáliz de Fuego ... Andy no me ha llevado a verla ¿Podemos ir? Por fa...

A los que sabían sus mañas fueron sutilmente engañados y a los demás simplemente no nos dejó otra opción, con sus poderes de persuasión pudo convencer a los demás y terminamos por salir del colegio con ese plan. Cintia me tomó de la mano y se adelantó un poco separándome de Arturo y mi hermano.

  • No puedes estar todo el día pegado a él – yo le miré con mala cara y luego le sonreí.

  • Oye no te pases...

  • ¿Por qué?

  • Jajajaja ya no soy tuyo.

  • No me digas esas cosas... aún duelen – dijo con falsa tristeza –, además siempre serás mío... ¡Para siempre!

  • Lo que tú digas Ragazza ... lo que tú digas... ¡Oye Artie! Cuida a Tony.

  • ¡Claro, jefe! – hablaba tomándole la mano a mi hermano y comenzando a caminar detrás de nosotros.

Finalmente escapando del ajetreo de maestras, niños y padres recogiendo a sus hijos, pudimos salir del colegio, otros del bachillerato caminaban hacia el metro y nuestro grupo se quedó atrás hablando sobre Harry Potter mientras Cintia y yo nos adelantábamos un poco.

  • No sé, pero este día fue perfecto, me encantó.

  • Y ahora tendremos vacaciones... ¡Y una fiesta!

  • Sí y te quedarás en Venezuela, hace tiempo que no lo hacías.

  • Lo sé... oye podríamos tener una fiesta navideña y que nuestras familias estén juntas.

  • Ayyy siii... sería genial – su mano se apretaba mucho mas a mi brazo y se juntaba a mí.

  • Claro... también invitaría a Arturo – ella volvió a poner mala cara – oye... no te pongas así, él es mi... tu sabes, novio.

  • Ajaaa...

  • Hey... yo lo amo.

  • Lo sé – se veía desanimada.

  • Y te amo a ti también... – le di un beso en la mejilla y comenzamos a cruzar la calle sin esperar a los demás.

  • Lo sé – sonreía de nuevo – Te amo, Andrew.

  • ... Te Amo, Cintia.

Y de repente... un gran golpe me separo de mi amada, de su cálido agarre... fue muy extraño, solo recuerdo un ruido ensordecedor, que algo se estrellaba en todo mi cuerpo empujándome, como una gran fuerza que me alejaba de Cintia... veía el cielo azul... algo rojo y brillante, luego caí al asfalto sintiendo su calor y rodé por la calle. Veía el cielo como muchos flashes de colores y termine acostado en la calle mirando el cuerpo de mi Ragazza mientras un fuerte dolor en mi pierna derecha se me hizo insoportable... aunque solo por un momento.

  • ¡¡¡ANDREW!!!

  • ¡¡¡ANDYYY!!!

  • ¡¡¡CINTIA!!!

  • ¡SE VA! ¡¡¡EL CARRO SE VA!!!

  • ¡HIJO DE PUTA! ¡¡¡HIJO DE PUTA!!!

  • ¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡AYUDA!!!

  • ¡LA MATRICULA!... ¡LA MATRICULA!

Podía escuchar todos esos gritos pero no podía mover ninguna parte de mi cuerpo. En mi boca comenzaba a sentir un sabor metálico – seguramente sangre –, aunque para ese momento mi mente no lo lograba comprender lo que había pasado. Por mi vista pude notar varios pares de piernas pasar... Una imagen que nunca podré olvidar fue a mi hermanito llorar y gritar sin consuelo intentando escapar del agarre de Artie que lo mantenía junto a él abrazado... mi mente volvió de nuevo a mi Ragazza , mientras sentía que ella también me miraba, solo existíamos ella y yo hasta que el dolor, los sonidos, la luz entre nosotros dos desaparecía y al final mi amada también terminaba dejándome solo en la oscuridad...

---*---

Anécdotas (Saga) y sus derivados se encuentran bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/