16 dias cambiaron mi vida 17 y 18 .-Jueves 2 y vie
Me llamo José, tengo treinta y nueve años y voy a acabar con mi vida. Miércoles, 24 de abril de 2013. Estoy pasando por los peores días de mi existencia.Ni en la más atroz de mis pesadillas, podría haber soñado lo que la realidad me ha deparado.
17.-Jueves 2 de mayo
Es fiesta en Madrid y salimos a divertirnos con los niños. Mi vida había dado un giro de ciento ochenta grados. Me sentía dichoso acompañado por mis mujeres y mis hijos.
Pero no quería demostrarlo. Debía mantenerme firme y seguir adelante con mis planes. Paseábamos por el Retiro, Mila y Marga delante. Tras ellas Ana agarraba mi mano como cuando era pequeña y temía perderse.
— Mila, ¿recuerdas la casa rural que alquilamos el ultimo puente? — Oigo a Marga comentarle a Mila.
— ¿A qué viene eso ahora Marga?
— Es que se me ha ocurrido gastarle una broma a Eduardo.
— Marga que te conozco. ¿Qué vas a liar?
— Nada tonta, ya verás.
Seguimos paseando por el parque. Marga sigue andando junto a Mila y marca con su móvil.
— ¿Hola? ¿Eres Loli? -……. -. Sí, mira soy Marga, la que os alquiló la casa rural en -……. - ¿La tenéis libre para este fin de semana? -……. -. ¿Sí? Estupendo, te llamo en unos minutos para confirmártelo.
Marca de nuevo.
— ¿Amalia? … Hoola, soy Marga, ¿cómo estas cariño?, -……. -, bien. Mira te llamaba por si os apetece a ti y a Edu veniros con los niños a una casa rural en -……. -. Sí, vamos con Mila, José, Claudia y los niños, ¿cómo lo ves? -……. -. ¿Sí? -……. -. De acuerdo, mañana os recogemos, a las nueve. -……. . Traeros ropa de abrigo que hace frio en la sierra. Un beso Chau.
— Hecho Mila. Ya lo tenemos — Le comenta Marga a mi mujer con cara de complicidad.
— ¿Qué demonios estas planeando Marga? … Que eres una conspiradora — Le digo alzando la voz y acercándome a las dos.
Nos separamos un poco de los demás, Marga me explica.
— Solo seguir tus órdenes, José. A ver qué te parece —Y me explicó el plan. Me reía para mis adentros. Era maquiavélico.
Al regresar a casa, después de la cena nos acostamos temprano, pero como los niños habían visto el desastre de cama y la habitación convertida en macrolecho, se trajeron sus colchones para dormir con nosotros y nos acostamos todos juntos.
Al rato, ya estaban los niños dormidos, percibí un roce en mi verga por encima del pijama, era Mila. Puse mi mano sobre la teta de Marga, acaricié su pezón. Ésta, que no estaba dormida, se giró hacia mí, pensando que era yo quien quería fiesta, intentó coger mi pene, llevándose la sorpresa de encontrarse con la mano de Mila.
Se revolvieron las dos, dándome la espalda y así pude dormir.
Tenía claro que no podía darle preferencia a ninguna.
Así podría mantener el equilibrio
18.-Viernes 3 de mayo de 2013
A las siete y media nos levantamos. Las cotidianas peleas por los lavabos, el desayuno y a los coches. Marga fue a recoger a Claudia y sus hijas y nosotros a Edu para que nos siguiera, ya que no conocía el camino. El trayecto se amenizó con las típicas canciones.
— Vamos a contar mentiras trailara… — ¿Mentiras? ¿Más mentiras? … ¡Joder!
Atravesamos el pueblo, cogimos un desvío, por un camino vecinal de unos tres kilómetros y llegamos a la casa. Ya la conocíamos. En tiempos pasados… Hacia una eternidad… Solíamos alquilarla los fines de semana entre dos o tres matrimonios con niños y lo pasábamos bien… Claro que algunos mejor que otros… De nuevo mi pensamiento derivaba hacia lo que le hacían a mi mujercita, sin yo tener ni puta idea… ¿Cuántos y cuántas veces se la habrían follado en esas salidas al campo? Intentaba no pensar en ello pero era superior a mis fuerzas. Llegamos a la casa. Nos esperaba la dueña para entregarnos las llaves y se marchó.
Era una construcción no terminada, tenía la planta baja diáfana y sin paredes, solo interrumpida por un cuarto, donde la dueña guardaba enseres y herramientas y la escalera, por lo que se podía aparcar los coches debajo de la primera planta. La parte habitable estaba arriba.
La escalera llevaba a un amplio corredor cubierto, con barandilla a lo largo de toda la fachada, de unos doce metros. Había cuatro puertas, en el centro, la entrada de un salón muy grande, de unos treinta metros cuadrados, con una chimenea en medio y amplios ventanales hacia el corredor y a la parte opuesta a la puerta. A ambos lados las habitaciones, dos y no muy grandes, con dos literas en cada una de ellas, a las que también se accedía desde el corredor. Una puerta en el extremo derecho, visto desde el frente, era el servicio.
Acomodamos a los niños en las habitaciones, las cuatro niñas en una y los tres niños en la otra.
Nosotros dormiríamos en el suelo del salón, en unas colchonetas, alrededor de la chimenea.
Salimos de excursión por los alrededores, los niños se lo pasaron bien.
Las mujeres se quedaron preparando las viandas, mientras Edu y yo dimos una vuelta.
Me atosigaba a preguntas sobre mí, porque había tomado la decisión de irme de la empresa. Yo me reía y le respondía con evasivas. Pero cuando no me veía, lo miraba con verdaderos deseos de darle con un palo en la cabeza y acabar con él… Pero me aguantaba.
Llamamos a los niños a comer y cuando terminamos salimos todos a pasear. Me rezague hablando con Claudia, Marga charlando con Amalia y algo más adelante Edu con Mila. Ella asentía o negaba, a veces se reía, no me imaginaba de qué iba la conversación. Anochecía cuando regresamos a la casa.
Los niños cenaron y se fueron a sus cuartos.
Nos quedamos comiendo, bebiendo vino y charlando. Después de tomar café comenzaron los chupitos de ron miel con nata y canela y otros licores. Yo simulaba beber, pero en cuanto podía tiraba la bebida. Me llama la atención que las mujeres se las apañan para hacer beber a Edu.
Marga apaga algunas lámparas dejando una luz tenue, conecta un equipo de música portátil que llevábamos y baila con Amalia.
A su vez, Claudia, con su chándal, me coge de la mano y me invita a bailar.
Mila sale al corredor. Al poco Edu, tambaleándose por la bebida, la sigue. Claudia me mira con afecto y me susurra palabras tranquilizantes al oído, pero yo sentía hormigas y ratones en el estómago, aun así debía mantener la compostura.
La otra pareja no pierde el tiempo, Marga besa a Amalia en la boca y la otra lo acepta. Se miman mutuamente. La mano de mi cómplice acaricia la teta de Amalia sobre la camiseta, se había desprendido de la chaqueta del conjunto de deporte, levanta la parte inferior y mete la mano bajo la tela para sobarla directamente. La otra va desde las tetas al sexo, paseándose a lo largo del cuerpo. Introduce la mano por la cintura elástica del pantalón, no hay que imaginar mucho, está acariciando su coño. Marga me mira y sonríe. Me guiña un ojo y me lanza un beso.
Claudia me acaricia la cara, me besa y le respondo, meto mi mano por la cintura del pantalón de su chándal elástico y me sorprende, no lleva bragas. Paso mi mano por sus nalgas, rodeo el muslo y acaricio el monte de venus, los labios de su vulva, cálida y húmeda. Sus besos me ponen a cien, es toda una experta con la lengua en mis labios, mi cara, mi cuello. No puedo evitar una evidente erección. Ella acaricia mi paquete sobre la tela del pantalón.
Entra Mila, mira sonriente a Marga y hace un gesto de asentimiento con la cabeza. Se dirige al colchón y se acuesta, cubriéndose con una manta.
Al poco llega Edu, con cara de enfado, tumbándose en el extremo opuesto, al otro lado del hogar, en el rincón. Marga comenta algo a su pareja y van a tumbarse junto a Mila. Amalia entre las dos.
Claudia sigue bailando conmigo, acercándose al interruptor de la luz, la apaga. El salón queda alumbrado con la tenue luz de la chimenea que esta sin llama, solo las brasas. Pasa su mano sobre el bulto de mi pantalón dándole un pellizco, al tiempo que me susurra.
— Aun no, aguanta un poco.
Le hablo balbuceando, despacio, tratando de que no nos oiga nadie..
— ¡BUUFFF! ¡Joder Clauuudia! Como me pones…
— Esta noche obtendrás tu primera venganza. Pero después lo harás conmigo. Estoy muy caliente con todo esto. José, has despertado en mí, una bestia sexual. Aguanta, no te imaginas las veces que me he corrido, pajeándome, recordando lo que me hiciste — Me dice en un susurro.
Seguimos con el supuesto baile, que ya no era sino un restregar nuestros cuerpos y besarnos con frenesí. De pronto se detiene, me empuja hacia las mujeres y me indica que me acueste entre Mila y Amalia, ella se tumba al otro lado de Marga. Formábamos un tándem, Claudia, Marga, Amalia, yo, y Mila, con Edu fuera de combate a poca distancia, aparentemente dormido, a juzgar por los sonoros ronquidos que profería.
Bajo la manta acaricio a Mila con mi mano izquierda, se gira hacia mí, me besa, siento a Amalia arrimarse a mi costado derecho, vuelvo mi cabeza y veo a Marga empujándola.
Mila me indica que me gire hacia Amalia, al tiempo que desliza mi pantalón y slip a lo largo de los muslos, se mete bajo la manta para sacármelo por los pies, liberando mi instrumento que esta tieso por los roces con Claudia.
Subo mi mano, acariciando los muslos de la mujer de Edu sobre su ropa. Desde el muslo hasta las tetas, sobre la camiseta, no lleva sostén, allí me encuentro con la mano de Marga, compartimos unos senos bastante más grandes que los de Mila, de pezones gruesos como mi dedo índice y duros, que resaltan a través de la tela.
Marga le coge la mano y la coloca en mi verga que va a estallar. Amalia la masajea, acaricia y mueve, arriba y abajo. Definitivamente, he de reconocer que son auténticas profesionales del sexo.
Me controlo, para no correrme antes de tiempo con los manoseos de las dos. Bajo el pantalón de Amalia hasta las rodillas. Subo mi pie, lo engancho en su pantalón y lo empujo hasta quitárselo, con su ayuda. Paso mis dedos sobre su tanga, una mano lo aparta a un lado y lo deja expedito, para que introduzca mis dedos en él. Es Marga.
Está muy mojado, noto la humedad en sus pliegues, paseo un dedo desde el ano hasta la parte superior de su sexo, rozando el botón del placer, que aprecio, bastante más grande, que los que he conocido hasta ahora. Parece un pequeño pene. Tras algunos minutos de tocamientos con la ayuda de Marga, sus jadeos me indican que esta próximo el orgasmo y así es.
Un sonido gutural, parecido al arrullo de un palomo, reprimido, una contracción de todo su cuerpo y llega al clímax.
Unos segundos después se gira hacia Marga besándola con pasión.
Me acoplo por detrás y coloco mi miembro entre sus nalgas, ella encoge un poco las piernas, para facilitar la penetración en su coño, que yo no dudo en perpetrar.
Con movimientos lentos, girándome para vigilar al marido que duerme, apenas a tres metros de nosotros. Oigo sus ronquidos. Sigo moviéndome, mientras Mila me acaricia los testículos por detrás. Claudia, se mete bajo la manta y por los movimientos y los jadeos, creo que le come el coño a Marga.
Percibo un temblor en las piernas de Amalia, sube la intensidad, se va a correr,
— ¡¡Ahhh!! — Nos quedamos quietos. El grito ha sonado con bastante intensidad.
Esperamos la posible reacción de Edu, pero no se produce, la borrachera parece que lo tiene frito. Segundos después, es Marga quien suspira fuertemente, sujetando la oculta cabeza de Claudia sobre su sexo.
La oscuridad ya es total, las brasas están ya cubiertas por cenizas y solo nos alumbran las estrellas a través de las ventanas.
Tengo la polla a punto. Sigo sin correrme, Amalia sigue en la misma posición y no se mueve. Restriego mi aparato por la raja de su culo, lo lubrico con sus fluidos e intento un primer acercamiento, la cabeza entra un poco, se queja, fuera, engraso, otra vez. Insisto una y otra vez, hasta que la introduzco hasta la mitad. Me paro, dejo que el esfínter anal se adapte a la agresión, me muevo lentamente. Percibo movimiento por el frente de mi pareja, no sé si Marga o Claudia, le excitan el clítoris, la besan le comen las tetas y se produce lo inevitable.
— ¡¡¡¡AAAHHHGGGGG!!!! — Un nuevo grito, acompañado de un estertor brutal, que casi arranca mi polla… Y se queda quieta.
Simulo roncar. No sé si se ha despertado Edu. El marido se revuelve en su colchoneta, gruñe y sigue durmiendo. Como Amalia no protesta, me muevo hasta que no puedo más y me corro en su culo.
Mila me masajea los testículos por atrás, pero aparto su mano y me duermo.
No sé el tiempo que ha pasado, algo me despierta, oigo el chillido estridente de un ave nocturna. Busco el pantalón bajo la manta, me lo pongo y me levanto para ir al servicio.
Hace frio, todos parecen dormir, avivo el fuego con leña para caldear un poco la sala y salgo al corredor. Siento el frio de la noche en mi cara. Al acercarme a la puerta del WC oigo jadeos, quejidos.
Presto atención, parece que proceden de la habitación de las niñas. Con cuidado me asomo por una pequeña ventana que da al corredor. Está oscuro, pero los ruidos proceden de dentro.
Muy despacio abro la puerta lo justo para poder pasar, cerrándola a continuación. En la cama de debajo, en la litera que está a la derecha, se aprecia un gran bulto que se mueve y gime. Bajo la manta hay luz, una linterna encendida. Veo las siluetas de Ana y Claudia, como sombras fantasmagóricas proyectadas sobre la ropa. ¿Juegan? ¿Hacen el amor?… No lo sé, solo me importa que estén bien. En la cama superior de la litera izquierda hay un bultito, aquí se acuesta Mili, oigo su respiración, duerme. Bajo ella, en la otra cama, duerme Elenita la otra hija de Claudia… Pero las mayores, está claro, no tienen sueño.
Regreso al corredor y entro en el servicio. Al salir las sorprendo asomadas a la puerta, con cara de pillas, a pesar del frio están desnudas, cubriéndose con la manta. Son preciosas.
Si esto hubiera ocurrido hace un mes, habría puesto el grito en el cielo. Ahora les mando un beso, con la mano y regreso a la sala. Todos siguen durmiendo.