16 días cambiaron mi vida, 10, 11 y 12 de Abril

Me llamo José, tengo treinta y nueve años y voy a acabar con mi vida. Miércoles, 24 de abril de 2013. Estoy pasando por los peores días de mi existencia.Ni en la más atroz de mis pesadillas, podría haber soñado lo que la realidad me ha deparado.

3.-Miércoles, 10 de abril de 2013

Cuando me desperté por haber oído voces, vi como Mila, desnuda, arreglaba a los niños, los preparaba para salir, llamaba a Ana y le daba instrucciones para que los llevara al colegio en un taxi, se fuera al instituto y los recogiera por la tarde.

Vi a Ana furiosa, gritándole a su madre

— ¡Ya estoy harta! ¡Cualquier día te voy a dar un disgusto! ¡Me iré de casa!

¡Ya vale Ana, por favor, no grites que me duele la cabeza!

Mila vuelve a la cama, Marga se despierta.

— ¿Qué son esos gritos?… Déjame dormir.

— Es Ana que va enfadada. No pasa nada, duérmete zorrita.

— Cualquier día se descubrirá todo y a ver cómo reacciona José. — Susurró Marga.

— Ana cree que su padre lo sabe todo y lo acepta, lo que no sabe es que su padre está en la inopia, no solo no sospecha sino que además me facilita desde hace tres años tres días de marcha a la semana con sus viajes. Pobrecillo, encima no dejo que me folle. Bueno que se fastidie, es muy aburrido.

— Deja que me lo ligue y lo metemos en nuestras movidas...

— ¿Cómo? Tú lo que quieres es tirártelo. Ni hablar, déjalo así que sin saber nada es más feliz.

— Jajaja. Pero que puta eres, tú te hartas y a él no lo dejas follar. Déjamelo a mí y veras como te lo espabilo. Además le doy gusto, porque tú lo tienes abandonado. Que desperdicio de polla.

Mila se tiende sobre Marga, la besa en la boca, le pellizca una teta. Y le introduce dos dedos en el coño.

— Tú con quien tienes que follar es conmigo. Deja tranquilo a mi marido en su inocencia, que es feliz.

Marga abraza a Mila, se revuelcan, se acarician, sus lenguas se entrelazan, metiendo los dedos en el sexo de la otra. Excitando sus clítoris. Solo se oyen suspiros y gemidos de placer. Mila da la vuelta y se acopla en un sesenta y nueve con Marga, lamiendo sus sexos mutuamente como si fueran un manjar. Una fruta dulce y madura. Pero, al contrario de lo que ocurría con los tipos de anoche, no había violencia, eran caricias delicadas, suaves; recorrían todo el cuerpo con la punta de los dedos, se lamen; Mila se tiende boca abajo y Marga la cubre con su cuerpo rozándose, lamiendo y chupando, mordisqueando los muslos, las nalgas. Baja lamiendo las piernas y encajan sus muslos en forma de doble tijera, se chupan los dedos de los pies una a la otra.

Los orgasmos se repiten, uno, dos, tres... incontables, parece un orgasmo permanente, temblando de placer se dejan caer desmadejadas besándose y acariciándose tiernamente.

Algo está cambiando en mí, antes esas imágenes me hubieran asqueado, sin embargo ahora me excitan, mi miembro esta duro, me duele, me lo acaricio y acabo sacándolo del pantalón, pajeándome, llegando a un incontrolable orgasmo.

A las once de la mañana veo entrar a María Helena, la asistenta que ayuda a Mila en las labores de la casa. Tiene llave, entra directamente a la cocina y luego se dirige a la habitación donde las dos amigas están aún retozando.

Pero, ¿qué es esto? ¿Hasta la asistenta sabe lo que ocurre? ¿Yo soy el único gilipollas que no sabe nada? Qué verdad es que el cabrón es el último en enterarse.

Mariele es una chica colombiana, de 26 años, de estatura mediana, de cara redonda y bonita, pelo negro, con la piel color canela y con un cuerpo apetecible.

No está delgada pero tampoco le sobran las carnes. La verdad es que yo he tenido algunas fantasías con ella, pero enseguida las he apartado de mi mente.

— Buenos días, doña Mila, ya veo que habéis empezado sin mí.

— No puedes imaginarte lo que hemos estado haciendo toda la noche. Anda desnúdate que algo te tocara —. Se desnuda y se tiende en medio de las dos.

Empiezan a besarla y acariciarla, le chupan y mordisquean unos pechos duros con pezones grandes y oscuros. Mila se levanta, se acerca al armario y lo abre, en los cajones de su lado cerrado con llave y que yo no he visto nunca, saca algo que al principio no logro identificar. Pronto lo averiguo, es un extraño arnés con un descomunal falo montado. Marga está besando y lamiendo el sexo de Mariele, la coloca a cuatro patas y se coloca detrás hurgando con la lengua el agujero de su ano. Lamiendo desde el pubis hasta la rabadilla pasando por el chocho y el agujero del culo, donde se entretiene hurgando con su lengua. Lo aprecio con claridad es de color marrón oscuro, la lengua serpentea por los alrededores y en el centro, oigo sus gemidos como un animalito.

Mila deja caer un chorro de un líquido transparente sobre el aparato. Aparta a Marga, se coloca detrás y comienza a frotar el enorme aparato por la vulva de la muchacha. Inicia la introducción, lentamente, sin prisas. Mientras Marga se ha colocado debajo en posición invertida, en un sesenta y nueve, lamiendo el sexo de la muchacha y ofreciendo el suyo para ser chupado. La penetración ha sido total. Poco a poco ha conseguido introducir el consolador en su coño y comienza un mete saca lento, incrementando la velocidad.

Oigo los golpes de la cadera de Mila contra las nalgas de la chica. Es alucinante, que una muchacha joven como ésta pueda meterse todo ese artilugio en su vagina. Medirá unos veinticinco centímetros de largo, pero siete u ocho de diámetro. Y no se queja, los lamentos son de placer. Levanta la cara del coño de Marga, se vuelve hacia Mila y le sonríe, con una cara mezcla de placer y agradecimiento. Es inaudito. Y vuelve a hundir su cara sobre el sexo de Marga, que la sujeta con una mano y le aprieta la cabeza contra ella, como si quisiera introducirla dentro de su coño.

Me he vuelto a excitar, tengo mi mano en mi verga y me estoy masturbando, lentamente, para retrasar lo más posible el orgasmo. Quizás esto tenga algo que ver con el comportamiento de Mila. Tal vez sea mi culpa, no he sabido darle el placer que ella necesita como una droga. Sufro eyaculación precoz, apenas uno o dos minutos tras introducírsela a Mila me corro. Y ahora no puedo más, ¡me corroo! Tras recuperarme del orgasmo, el segundo del día, cuando lo normal son dos o tres al mes, vuelvo a mi puesto de observación.

Mila se ha desmontado el arnés y Marga se lo ha puesto, la chica sigue en la misma posición y mi mujer a cuatro patas detrás, introduce su mano en el coño de Mariele, la mueve como un pistón en un motor. Marga folla a Mila por el coño, con ese enorme dildo, mientras ella introduce la mano entera hasta la muñeca en la vagina de Mariele, que explota en un orgasmo brutal.

¡¡Diooooss…!! Y yo creía que lo había visto todo. La escena es para filmarla, grabarla y distribuir las copias por internet como material porno de alto voltaje. Cualquier productor pagaría mucho dinero por la grabación. Claro, si no estuviera mi familia implicada en ello.

Los gritos, los aspavientos de las tres mujeres, hacen vibrar hasta las paredes.

Mila con sus múltiples orgasmos, desconocidos para mi hasta ahora, se saca el aparato y se tiende boca arriba mientras Marga le mete los dedos y la palma de la mano en su dilatado coño, Mila se orina, tiritando y retorciéndose como si de un ataque de epilepsia se tratara y Mariele, con su chocho abierto como la madriguera de un conejo, lo coloca sobre la boca de Mila, que lo chupa y bebe sus jugos.

Brillantes los cuerpos de las tres por el sudor, los fluidos secretados y los orines de Mila, se abrazan, rozan sus cuerpos unas contra otras y caen, desmadejadas, en la cama.

Pasada media hora, se levantan las tres, Mila le dice a la chica que prepare algo rápido para comer y se van las tres a la cocina. Cuando vuelven, entre bromas y risas pasan a la ducha, donde siguen los juegos y al salir se secan unas a otras, limpian los restos de la cama y el baño y se acuestan a descansar. Poco después Mariele se levanta, se viste y se dedica a arreglar el piso que está hecho un asco con las orgias de la noche y la mañana. Cuando termina se marcha, sin despertar a las mujeres.

Oigo murmullos, las mujeres están dormidas, puedo verlas gracias a los infrarrojos de la cámara. En el salón veo a Ana y los niños, ya han vuelto del colegio.

Al parecer Ana está acostumbrada a estos menesteres porque los ha llevado y recogido. Ana abre la puerta del dormitorio y entra sin hacer ruido, se acerca a su madre y le mueve el hombro, se despierta y hablan despacio. Ana sale de la habitación cerrando la puerta y va a la cocina, saca una bandeja con bocadillos para merendar los niños y los lleva a su cuarto para hacer los deberes.

¡¡Mi hija sabe de las correrías de su madre...!! La encubre y le ayuda con los niños. ¡¡Por Diooooss!!

A las once de la noche se despiertan las dos, se levantan, se duchan juntas y se visten, Mila se pone un conjunto de tanga y sostén negro, casi transparentes. Al parecer comen algo en la cocina y se marchan a la calle. Los niños están dormidos.

La puerta de Ana se abre, da una vuelta por el salón, entra en la habitación de la madre y encuentra el arnés en el suelo, se desnuda totalmente, se lo coloca y se tiende en la cama, lo sujeta con ambas manos boca arriba y lo mueve arriba y abajo como si se masturbara. Se lo quita y lo sujeta con la punta sobre su sexo. Lo frota, lo lleva a su boca lo chupa y vuelve a ponerlo sobre su ¿Virginal vaginita? Lo frota haciendo simulaciones de penetración, sin llegar a efectuarla. Dios mío, es muy pequeña, y aquel armatoste podría partirla en dos. Unos minutos después se encoge, adoptando una postura fetal, deja caer el arnés al suelo y se queda dormida en la cama. La observo, es tan frágil, tan niña, tan indefensa. Que experiencias habrá tenido y que cosas habrá visto y vivido. Se me saltan las lágrimas.

Es una locura. ¿Qué ha pasado con mi familia? Todo estaba bien y de pronto el mundo, mi mundo, se hunde, se viene abajo.

A las tres de la madrugada se abre y se cierra la puerta de la calle, se enciende la luz del salón. Mila viene sola. Da algunos tumbos, esta mareada, entra en la habitación, donde se encuentra a Ana durmiendo. En el baño se desnuda; bajo la falda y la blusa, no trae bragas ni sostén. Los llevaba al salir. ¿Dónde habrá estado la muy....Desgraciada? Veo su pelo lleno de cuajarones blancuzcos resecos y al intentar peinarse se le enganchan. Decide ducharse y al ir a acostarse ve el arnés en el suelo, junto a la cama. Lo recoge sonriendo y lo guarda. Apaga la luz y se acurruca detrás de Ana, abrazándola y quedándose dormida poco después.

Tengo que preparar mi regreso, he de desmontar los equipos de vigilancia y buscar un lugar donde instalarlos para seguir observando mi casa.

4.-Jueves, 11 de abril de 2013

Tengo el tiempo justo para recoger mis enseres, llevarlos al coche y devolverle las llaves a Eduardo. Lo llamo al móvil, está en su casa, lo cito en la misma cafetería de la otra vez, donde estoy desayunando. Charlamos, bromeamos; él intenta sonsacarme a quien me he tirado y claro está, disimulo, me río y no le cuento nada.

Llamo a mi amigo Andrés para preguntarle que necesito para pruebas comparativas de ADN. Quedamos en media hora para vernos. Tomamos una cerveza y me hace entrega del kit y las instrucciones. Como es lógico me pregunta qué pasa. Le pido discreción y me asegura total confidencialidad.

Suelo llegar a casa alrededor de medio día, dependiendo de la ruta semanal con un margen de dos o tres horas. La que, supuestamente he hecho, está a tres horas de viaje, suelo dejar el hotel a las diez, a la una y media debo estar en casa.

Mila me recibe como siempre, con un beso y siento asco. Como siempre cariñosa, amable, preguntándome como me ha ido. Respondo a las preguntas con el mayor aplomo posible. Pero me asaltan las imágenes que he visto que tengo grabadas y por un instante pasa por mi mente la idea de estrangularla. Pero me contengo. Me sorprende la sangre fría que puedo llegar a mostrar.

La comida está preparada, nos sentamos y mientras damos cuenta de los platos, no puedo evitar mirarla y preguntarme. ¿Cómo puede estar tan tranquila, después de los tres días de orgias que ha vivido sin que se le note nada? ¿Cuántas veces lo habrá hecho sin que yo lo sospechara siquiera? Concentrado en mis negros pensamientos, no me doy cuenta de que ella me observa.

— ¿Que te sucede José? Te veo raro. ¿Va todo bien?

— ¡Eh! ¿Qué? ¡Ah! Sí… Sí, todo bien, es que… Vengo cansado del viaje, no te preocupes.

— Bueno, si quieres te preparo la cama y te acuestas un rato hasta la hora de cenar.

De pronto caigo. ¡Joder! Tengo que acostarme donde he visto hacer las mayores guarradas del mundo… Bueno, me habré acostado tantas veces sin saberlo que unas cuantas más ya no van a importar. ¿Cómo evitar pensar en estas cosas? Se me revuelve el estómago.

— Bien… Sí, me tumbare un rato, a ver si me despejo.

Siento nauseas al acercarme a la cama, como cuando la besé, pensando en las pollas que la han follado por la boca, en los culos de tíos que ha lamido y chupado, en las lluvias doradas que habrá soportado. Me siento mareado a punto de desmayarme.

— José. ¿Te encuentras bien? Te has puesto pálido ¿Estás enfermo?

—No, Mila, estoy bien, ha sido un pequeño mareo, seguramente consecuencia del viaje. Ya ha pasado.

Me tumbo en la cama vestido, ella me quita los zapatos y se tiende a mi lado. Finjo dormir, Mila apoya su cabeza sobre mi hombro y se duerme a mi lado. Parece tan inocente, con esa cara de niña, su suave piel. Mi mente es un hervidero de pensamientos encontrados. Amo a esta mujer, pero… ¿Y la otra Mila? La Mila desconocida por mí hasta hace pocos días.

Veo como suben y baja su pecho con la respiración. Ahora es tan frágil. Si quisiera podría hacerle daño, mido un metro setenta y cinco y peso setenta y ocho quilos, quince centímetros más que ella y veinte quilos más. Me resultaría fácil apretar su delicado cuello con mis manos…. Aparto estos pensamientos de mi mente. No puedo evitarlo, la quiero, pero lo que me ha hecho no se lo puedo perdonar ahora ni nunca. Tengo que seguir el plan trazado. Sin desviaciones. El plan precisa de más información… ¿El plan…Qué plan? ¡Dioss! Al fin consigo dormir.

Me despiertan los gritos de mis. ¿Mis niños? ¿Lo serán? ¿O serán hijos de algún tipo, ligue de una noche? Mila los ha recogido mientras yo dormía. Entran en el dormitorio. Abrazos, besos. Pepito y Mili sobre mí en la cama.

¿Qué nos has traído? — Gritan los dos a la vez.

¡Joder! ¡Lo olvidé! todos los viajes les traigo algo a los niños.

— No he tenido tiempo, cariño. El próximo viaje os traeré dos regalos a cada uno — Sus caritas reflejan la decepción…

— Vale papa, pero no te olvides — Me dice mi niña con cara de enfado.

.

— No me olvidare, princesa.

Pepito me besa y se va corriendo. Me incorporo y estrecho a Mili entre mis brazos, se me pone un nudo en la garganta... No sé si podré soportarlo. La emoción hace que se me llenen los ojos de lágrimas. Respiro hondo y me seco las lágrimas con el dorso de la mano. Mili se da cuenta. Clava en mí su mirada inocente.

— ¿Porque lloras papa?

— Por nada cariño, me ha entrado algo en el ojo.

Fuerzo una sonrisa y se va corriendo a su habitación a jugar.

Voy al salón y enciendo la TV, noticias, culebrones. ¿Culebrones? ¿Acaso lo que estoy viviendo no supera en dramatismo a la más dura telenovela? Siempre pensé que se exageraba, ahora estoy convencido de que la realidad supera con creces la más calenturienta imaginación. Estoy ante la tele pero no la veo, mi mente está en otro lado, en lo que he visto hacer a mi pequeña, delicada y recatada esposa. Está en la cocina dedicada a sus quehaceres. ¡¡Como si no hubiera roto nunca un plato!!

— ¡¡Papa!! ¡Qué alegría verte! — Ana acaba de llegar.

Me abraza, me besa, acaricio sus cabellos, miro sus ojos color miel, limpios, inocentes. ¿Porque lloraba cuando fue a aquel barrio? ¿Qué secretos guardaba aquella inocente mirada? Vuelta a emocionarme. Logro controlarme y pensar en otra cosa.

— ¿Cómo te va en el insti? — Pregunto.

— Muy bien papa, muy bien. Voy a sacar buenas notas, no te preocupes, mama me ayuda mucho con los deberes.

La verdad es que siempre he dejado a Mila hacerse cargo de la educación de los niños. Siempre confié en ella. Pero ahora ya no lo tengo tan claro.

— Vale cariño, confío en ti. Sé que no me defraudaras. Por cierto, pareces cansada.

— Bueno papa, ya sabes, cosas de mujeres. Jajaja

— Si Ana, lo entiendo. Pero ¿No tendrás algún problema?

— Jajaja. No papá, no tengo problemas… ¿Por qué me preguntas eso?

Por nada hija, por nada, solo me preocupo por mi niña.

Se va hacia la cocina a ayudar a su madre. Me acerco y las oigo susurrar...

Mama, papa esta raro ¿No?

— Pues ahora que lo dices, yo también lo he notado. Le pregunte y me dijo que estaba cansado… no te preocupes, ya se le pasará.

— Mama, mañana tengo que ir… por la mañana. ¿Cómo lo hago?

Mañana, cuando se vaya tu padre a la oficina lo hablamos, ahora no.

— Vale, pero a veces pienso que esto no está bien. De verdad ¿Papa lo sabe?

— Que sí, tonta. Pero le disgusta hablar del tema, tú sigue así y no te preocupes. Todo irá bien.

Regreso al salón y me siento en el sofá, Ana viene a sentarse a mi lado. Vemos la tele, a la que no prestamos atención. Mila se sienta enfrente. Observo que mira, pero no ve la pantalla, parece preocupada. ¿Habrá percibido algo? ¿Se habrá dado cuenta de que ya no soy el mismo? Y mi pequeña Ana. ¿Qué será lo que le espera mañana que le preocupa? Se recuesta sobre mi hombro, pasando un brazo por mi espalda. Yo también paso mi brazo por sus hombros y la estrecho contra mí. Tengo que hacer un gran esfuerzo para no romper en sollozos.

¿Nos vamos a dormir? — Dice Mila con cara somnolienta.

Me queda otra prueba. Tengo que acostarme con ella. Normalmente utilizo un pantalón corto de pijama para dormir, pero hoy no podría soportar el contacto con mi piel sobre las sábanas, me pongo un pantalón largo. Mila me mira extrañada pero no dice nada. Ella utiliza un largo camisón que la cubre desde el cuello a los tobillos. Ahora entiendo porque. Así esconde las marcas que le producen en su cuerpo las prácticas aberrantes a las que se entrega. Aun así veo en su cuello un moratón, debido a los chupetones recibidos. Siento un escalofrío. Me meto entre las sábanas y me tiendo de lado, dando la espalda a Mila. Ella apaga la luz y se acuesta abrazándome por detrás. Baja la mano hasta coger mi pene, que permanece arrugado. Cojo su mano y la aparto. No puedo evitar el asco que me produce su contacto. Mila se vuelve de espaldas en silencio… Espero… Dejo pasar una hora.

Compruebo que duerme y me levanto. Con los kits de ADN en mis manos me acerco a los niños que duermen y les hago un frotis en la boca. Los dos pequeños no se dan cuenta, pero Ana se despierta cuando ya he terminado.

¿Papa? ¿Qué haces?

— Nada cariño, creí oírte hablar y he venido a ver qué te pasaba, sería una pesadilla. Duérmete, mi vida —. Le di un beso en la frente y me acosté. Mila seguía dormida.

5.-Viernes12 de abril de 2013

Suena el despertador a las siete como cada viernes de los últimos tres años. Despierto y me levanto. El aseo está ocupado por Mila, y estando ella yo no puedo entrar. Al parecer le da vergüenza si la veo desnuda. Así ha sido desde que nos casamos. Pero ahora sé por qué. Voy al baño del pasillo donde Mili y Pepito se cepillan los dientes. Vuelvo a mi habitación y Mila ya ha salido vestida y lista para llevar a los niños al colegio. Me ducho, me visto, voy a la cocina donde tomo un café, hago de tripas corazón, doy un beso a Mila y me voy corriendo a la oficina. Tengo mucho que preparar.

Hablo con Fede y le digo, que me voy a tomar un descanso de dos semanas, por el asunto del que no le puedo hablar. En una inmobiliaria busco un piso para alquilarlo durante dos meses, cerca de mi casa. Encuentro un pequeño apartamento que cubre mis necesidades. Pago un mes y la fianza al contado, sin dar más información personal que la precisa. He abierto una cuenta de correo E-mail, con datos ficticios, otra en un banco para tener tarjeta y dinero disponible fuera del control de Mila. Y he adquirido una tarjeta prepago para móvil. No puedo dejar nada para el fin de semana porque siempre me quedo en casa o voy de excursión con Mila y los niños. El apartamento se puede ocupar inmediatamente; lo contrato y recojo las llaves.

Traslado los equipos necesarios para instalar el centro de vigilancia. Tengo conocidos, en la operadora de teléfonos, que me hacen el favor de instalar, sobre la marcha, una línea física con acceso ADSL. Cuando todo está preparado enciendo los equipos y me pongo a observar. Son más de las doce y Mila está por casa, También veo a Mariele, que va a casa los miércoles y los viernes. Están realizando labores de limpieza. Todo parece normal, sin embargo, en uno de los encuentros, en el salón, entre Mila y Mariele, se cogen de las manos, van hasta el dormitorio, abrazándose y besándose. ¿Será posible? ¿Es que esta mujer no se cansa nunca?

Se desnudan ambas, se tienden en la cama y siguen con los arrumacos y achuchones. Al parecer a Mariele le va el fisting. “Puños en el sexo y/o ano”.

Se coloca en cuatro, Mila saca de su cajón un bote con algún tipo de lubricante y lo derrama sobre el culo de Mariele, veo como chorrea hasta su sexo. Se inicia la penetración con los dedos en la vulva, aumenta el número de dedos hasta introducir la palma, con rotaciones, encoge el pulgar y poco a poco introduce el puño hasta la muñeca. Mariele grita y se retuerce como una loca, alcanza, no sé si uno o varios orgasmos seguidos. Se derrumba sobre la cama.

Ahora me toca a mí —. Mila besando a la chica.

La muchacha sonríe, se incorpora y abraza a Mila que se acuesta de espaldas sobre la cama, la muchacha se acopla entre las piernas y lame el sexo de Mila que sujeta su cabeza entre las piernas. Tras unos minutos Mila empuja a la chica, esta se levanta, derrama el líquido del bote sobre el coño de Mila y mete los dedos de la mano derecha rotándolos, sacándolos y metiéndolos, repitiendo los movimientos hasta meter su mano dentro. Con la mano izquierda derrama más líquido e introduce sus dedos en el culo de Mila.

¡¡La está penetrando con las dos manos, una por el coño y otra por el culo!!

Mi mujer no deja de sorprenderme. Ya no sé qué más podrá hacer. Varios minutos después y tras algunos alaridos, mi mujer pone los ojos en blanco y con un estertor que la levanta de la cama, cae rendida. Sus orgasmos son brutales. Mariele saca sus manos del cuerpo de Mila y se tiende a su lado. Se besan tiernamente.

¿Qué siente Mila por las personas que la rodean? Parece querer sinceramente a los que se acuestan con ella. Pero les cobra. Parece amar a sus hijos. Pero los prostituye.

Yo estaba convencido de que me quería. Pero me traiciona. Realmente. ¿Qué siente?

Descansan un rato, se levantan, y tras higienizarse reanudan su trabajo doméstico como si no hubiera pasado nada. Llamo a Andrés y le invito a comer. Tomando café le entrego las muestras.

— Están marcadas, la del padre el 1 y los hijos 2, 3 y 4, por orden de edad. Pertenecen a un amigo que tiene problemas y me ha pedido el favor a mí, pero no puedo decirte quien es. Por favor, total discreción — No queda muy conforme pero lo acepta.

— Cuánto va a costar para pedírselo a mi amigo.

— Ya veremos. Al ser una prueba múltiple tendré que consultarlo. Suele costar sobre 300 euros por comparación, pero aquí por lo que se ve es un padre con tres hijos ¿No?

— Si, así es.

— Serán menos de mil euros, no te preocupes por eso. ¿No serás tú el amigo? ¿Tienes problemas con Mila? Sabes que puedes confiar en mí.

— Por favor, no me descubras. Sí, estoy teniendo problemas. Ya te lo contaré cuando pueda hacerlo, pero ahora, te lo suplico, nada a nadie.

— De acuerdo. En cuatro o cinco días tendré los resultados.

— Gracias, no sabes el favor que me haces.

Normalmente los viernes vuelvo a casa alrededor de las ocho de la tarde. Hoy no será distinto.

El fin de semana pasa sin pena ni gloria, el sábado lo pasamos en casa como siempre, leyendo, viendo tele y charlando. Yo me centro en un supuesto proyecto de mi trabajo, encerrándome en el pequeño despacho casero. El tiempo era bueno y el domingo decidimos ir al campo a pasar el día.