15. El joven profe de mi hijo.
Una mujer madura con hijos llega a casa agotada después de un largo día de trabajo. Sin ganas de nada, aún le podría apetecer que el joven profesor de sus hijos le diese a ella también un merecido 'repaso'.
Llegó a casa más tarde de lo habitual por culpa del tráfico. Vivir en las grandes ciudades es lo que tiene. Gente y coches por todas partes y a cualquier hora. Asqueada de todo el mundo. Asqueada de tanto coche, asqueada de su jefe y de los mediocres y pelotas de sus compañeros. No aguantaba más. Necesitaba un respiro que nunca llegaba. No tenía tiempo para relajarse ni un minuto. Tenía que comer deprisa porque tenía que ir a comprar, no sin antes poner una lavadora. Después de la compra y tender la lavadora tenía una visita médica con sus padres ya mayores. Después recogería unos libros encargados y tendría que llegar a tiempo para la clase de repaso de su hijo pequeño.
-¡Qué asco de todo! -Pensaba.
Llegó a casa cargada con veintemil bolsas. Notaba como las gotas de sudor le resbalaban por la espalda. La cara le ardía. Para colmo, no atinaba a encontrar las llaves dentro del bolso. Tuvo que dejar la mitad de las bolsas en el suelo para buscarlas. Abriéndose y medio vaciándose alguna de ellas. Mientras renegaba en voz alta del mundo entero, una voz la saludó mientras intentaba abrir la puerta.
-Buenas tardes.
-Buenas tardes. -dijo ella.
Era un joven alto, de pelo muy corto y rubio. Tenía las espaldas anchas como las de un nadador. No tenía grandes músculos pero por su aspecto prometía que iba a convertirse en toda una bestia. Sin problemas para tener todas las tías que quisiera. Llevaba unos tejanos sin calcetines y unos náuticos. En su mano izquierda llevaba una carpeta y con la derecha sujetaba la puerta para que ella pudiese entrar.
-¿Te ayudo? -Le dijo él.
-No, no, ya puedo sola.
El joven la siguió hasta su puerta. Ella volvió a dejar las bolsas en el suelo para buscar en el manojo de llaves la llave de la puerta.
Fue entonces cuando el joven le dijo:
-Creo que vamos al mismo sitio.
Ella extrañada, le miró. Dudó unos segundos y enseguida cayó. ¡Era el profesor de repaso de su hijo!
-¿Tu eres Martín? -dijo ella.
-Me temo que sí. -dijo sonriendo.
-Perdona, pasa, pasa, estoy teniendo un día horrible.
Vaya con Martín pensó. Para nada se lo imaginó así. Ahora sí, ella aceptó la ayuda y el joven cogió parte de las bolsas desparramadas por el suelo y entró en el piso tras ella.
Él se percató de inmediato de cómo el vestido de ella se pegaba a su cuerpo empapado por el sudor. Se le marcaba toda la espalda llegando hasta el culo. Se le podían ver hasta las diminutas bragas. Unos glúteos aún duros y apetecibles a pesar de pasar de largo los cuarenta y unos pechos no muy grandes pero aún muy bien colocados y con unos pezones pequeños pero firmes. Con las hormonas muy revueltas, el joven empezó a dejar volar su imaginación con aquella madura de buen ver. Le encantaban las mujeres con vestidos. Siempre se imaginaba a sí mismo follándoselas en cualquier sitio sin tener que desnudarlas.
-Menuda madura buenorra- Pensó él. -Cómo está- Sin quitarle ojo a aquel culo mojado.
Se acercó a ella con la intención de olerla e incluso sudada, le encantó su olor.
Dejaron todas las bolsas en la cocina y le hizo pasar al comedor. Mientras le explicaba, entró por la puerta su hijo. Se lo presentó. El crío entró en el lavabo y cinco minutos después empezaron la clase sin perder más tiempo. Mientras, ella ordenaba la compra en la cocina.
El joven se metió de lleno en la clase pero la imagen del culazo de aquella madura le había impactado. No podía retirar de su mente aquel culazo duro. Estaba deseando que la mujer pasara de nuevo por delante de él para vérselo otra vez.
Cuando ella terminó de recoger, bebió un vaso de agua helada y repasó mentalmente si tenía todas las tareas hechas. Salió de la cocina y pasó por el comedor. El joven estaba sentado de espaldas a ella y no pudo evitar mirar anchas espaldas del joven. Le gustaban los hombres fuertes y varoniles.
El joven la miró y sus miradas se cruzaron unos instantes en silencio. Él la repaso de arriba a abajo y ella se sintió observada hasta que desapareció por el pasillo. Ya en su habitación, se desprendió del vestido y se puso una camiseta y un pantalón corto para poder volver a salir al baño ya que quería darse una ducha rápida.
Una vez bajo el agua, pensó que aquel era el mejor momento del día. Dejaba resbalar el agua caliente por su cuerpo y eso le ofrecía un efecto relajante.
De pronto, su hijo llamó a la puerta y le gritó nervioso que se ha olvidado unos apuntes en casa de un amigo. Los necesitaba para el examen de mañana. Ella nerviosa, le dijo que fuese corriendo ya mismo y que lo iba a matar. Que no tiene ni un minuto de tranquilidad. El niño cogió la puerta y salió disparado.
Mientras ella trataba de volver a relajarse, el joven escuchaba el agua de la ducha caer. Se imaginaba a aquella madura desnuda enjabonada y el baño lleno de vapor. Su polla empezaba a estar inquieta dentro del tejano.
Ella empezó a enjabonarse el pelo y también pensaba en el joven. Se habían quedado solos y la imagen de él viene a su mente.
-Un polvo, un polvo para relajarme es lo que necesitaría ahora-piensa.
El joven se empieza a poner nervioso y se pone en pie. Su bulto ahora se ha hecho más evidente. Sigilosamente se acerca a la puerta del baño para escuchar.
Ella se acaba de aclarar el pelo y corre las puertas de la ducha. Ve la sombra del joven bajo la puerta.
-Esta ahí. Me está espiando- piensa.
Su coño reacciona y empieza a excitarse ante la curiosidad del joven. Ella coge una toalla grande y empieza a secarse lentamente mirando hacia la puerta.
El joven se siente descubierto, pero no le importa, quiere enseñarle a ella lo que le ha provocado en su pollón. Piensa rápido en una excusa para poder entraren el baño.
Ella lo espera desde dentro, en realidad está deseando que se atreva a echar la puerta abajo y le pegue un buen polvazo. El chaval está muy bueno, ella está cachonda y ha tenido un día de mierda. Nunca antes había tenido tantas ganas de hacerlo con un desconocido. Podía ser su madre, pero eso le da igual. De pronto el joven pone la mano en la maneta de la puerta y comienza a abrir la puerta. Ella, incapaz de decir nada. Se tapa como puede con la toalla. El joven aparece con los pantalones a medio bajar. Con la polla en su mano, bien tiesa y dura.
Los ojos de ella se clavan en aquel pollón y deja caer la toalla. Sin decir nada vuelve a abrir el agua caliente y se gira mostrando todo su culazo al joven. Arquea incluso la espalda para que el joven pueda ver algo más que su culo y tenga claro lo que tiene que hacer.
El joven se desnuda en segundos y se coloca tras ella cerrando las puertas correderas del baño. El agua caliente recurre sus cuerpos , él la coge del pelo y su polla erecta busca desesperadamente penetrar su coño mojado. Ella se lo pone fácil, sacando todo lo que puede su culo duro. Esta deseando ser follada y correrse. Lleva mucha tensión y le apetece un polvazo para quedarse bien.
-Dame guapo. Dame ya. No aguanto más- le dice ella.
El joven la penetra de un golpe seco que la llega hasta lo más profundo de ella sin ningún dolor. La polla se coloca en su sitio en un segundo y los dos experimentan el placer que buscaban. El joven le tira del pelo con una mano y con la otra le sujeta la cadera para empezar a penetrarla bien. Ella se deshace de gusto con cada pollazo. El tiempo parece que se ha detenido y no quiere que aquello acabe. Le gusta como se la folla. Necesitaba sexo y aquel chaval se lo estaba dando. En cuestión de muy pocos minutos ella nota que su orgasmo está cerca. Se quiere correr. Su hijo puede aparecer en cualquier momento, lo que le da incluso más morbo. Se siente muy zorra y provoca al joven diciéndole:
-¡Dame fuerte!Dame más fuerte! ¡Me quiero correr ya cabrón!
El joven acelera los pollazos y ella se corre mientras la taladra bien a fondo .
Ella ya bien corrida saca la polla del joven y se da cuenta de que no se ha corrido pues la polla sigue tiesa como el primer minuto. Se agacha delante de él y antes de metérsela en la boca le dice al joven con intención de provocarlo de nuevo:
- ¡Fóllame la boca. No te cortes cabronazo!
El joven no creyendo la suerte que está teniendo esa tarde mete su polla dura y venosa en la boca de ella y agarrándola de la cabeza se la folla como un animal. En nada, ella ya nota como la polla le va a reventar y con las primeras gotas de leche saca la polla de su boca y se la menea entre sus tetas, bañándolas con la leche caliente del chico. Sus pezones están erectos con tanta excitación. Ella se recrea unos segundos, esparciendo bien la leche por sus tetas y viendo la cara de placer del joven. Lo mira fijamente sabiendo que eso gusta a cualquier tio. Sabe que lo tiene en sus manos y esa dominación le proporciona también placer.
En ese momento, el hijo llama a la puerta. El joven se viste en cuestión de segundos y va a abrir. Ella se queda en el baño. Bien relajada y limpiándose la leche del joven. Pensando que al final, no había sido un día tan horrible.