14 de febrero
Mi esposo me hizo muy feliz en el día del Amor y la amistad.
Hola queridos amigos:
Antes que nada, quiero enviarles un cordial saludo y una felicitación por el día del amor y de la amistad, que hayan pasado este día en compañía de sus seres queridos o de aquellos a quienes más amen. Este día es para sentir y expresar lo mejor de nosotros; por ello los invito a que no solo éste día, sino todos los días expresemos nuestro amor por quienes nos rodean.
Quiero en esta ocasión, platicarles lo que hicimos mi esposo y una servidora el día del amor, simplemente fue increíble. Todavía no lo puedo creer.
Por la mañana me despertó con un enorme ramo de rosas rojas y después me invitó a desayunar en un restaurante cerca de la casa. Pero al regresar me pidió que me vistiera coqueta, ya que me llevaría a comer y después iríamos a tomar una copa para festejar éste día tan hermoso.
Comimos en la ex hacienda de Tlalpan y por la tarde nos fuimos a un bar muy cómodo que está al sur de la ciudad, por cierto muy cerca de la zona de galerías coapa.
Como ya es costumbre en mí, decidí darle gusto a mi esposo y vestirme como a él le gusta, por cierto a veces he pensado que le gusta vestirme como una verdadera puta, pero también a mi eso me encanta, ya que por un lado lo complazco y por otro complazco sin querer a todos aquellos que me ven pasar.
Una blusa de colores, en donde el rosa resaltaba junto con un bra que me hacía lucir mis pechos más de lo normal; unas pantimedias blancas de likra y sobre éstas unas pantimedias de red, también de color blancas; sobre todo esto una faldita súper cortita del mismo color; solo esto, porque no me puse ni calzones ni tanga. Esto nos calentó mucho. Y para complementar, unas botas blancas de piel que me llegaban hasta cerca de las rodillas. Según mi esposo me veía yo espectacular, y todo aquel que pasaba a mi lado no me quitaba la vista de encima. Es más, hasta me tocó ver como muchas mujeres codeaban o regañaban a sus esposos por la forma en como me voltean a ver.
Mientras comíamos y mientras tomábamos la copa en aquel bar, era evidente la forma en como los meseros se esmeraban en atenderme, especialmente a mí, ya que no perdían el momento de acercarse a el lugar en donde yo me encontraba sentada para poder verme las piernas. José Luis al darse cuenta de ello también acentuaba su forma de acariciarme por debajo de la mesa, obligando con sus manos a que me abriera de piernas más de lo normal, a que constantemente las cruzara, cada vez que pasaban por ahí los meseros y todo eso nos fue calentando mucho. De hecho, terminé excitadísima, muy mojada, sobre todo cuando jugaba sus dedos entre mis labios vaginales y me metía ligeramente las pantimedias en mi panochita, pero más que nada por la ansiedad de la gente que nos lograba ver, precisamente por ver sus caras y gestos que hacían para con nosotros.
Salimos del bar cerca de las 11:30 p.m.; y cuando íbamos ya de regreso a casa, mi esposo siguió derecho hasta salir al viaducto Tlalpan; no dije nada, solo reía, ya que las bebidas que había tomado en el bar me habían hecho efecto.
Llegamos hasta San Antonio Abad por todo Tlalpan y de ahí regresamos a tomar otra vez la avenida principal para regresar al sur de la ciudad. Entonces al llegar a la estación del metro villa de Cortes se orilló y salió en la primer calle que encontró, me pidió que me bajara y que me recargara en el coche, le obedecí en todo, me prendió un cigarrillo y mientras él estaba sentado dentro del auto yo estaba platicando con él desde mi ventanilla, pero por fuera, claro está que al agacharme a platicar con él mi falda subía tanto que dejaba al descubierto todas mis nalgas enfundadas en aquel par de pantimedias coquetas.
Comenzamos a jugar y mientras él se sacó su pito y se lo jugaba con la mano, yo hacía los movimientos necesarios para provocar que algún despistado me lograra ver y solicitarme los servicios de una puta, que aparte ya estoy acostumbrada a hacerlos. No tardó mucho y como a los diez minutos ya estaba el primer coche parado a mi lado e invitándome a subir. Por supuesto que no íbamos con esa intención ni mucho menos, solo estábamos jugando, por ello pedía yo cantidades verdaderamente groseras. Tal es el caso que el segundo que me preguntó le pedí $6,000.00 por una hora, y por supuesto me mando a la chingada.
Estuvimos ahí casi media hora, y en ese tiempo he de ver tenido por lo menos 2 orgasmos de tan excitada que estaba, especialmente por el último coche. El último coche fue especialmente particular por la siguiente razón, era una pareja la cual estaba en las mismas condiciones que nosotros, estaban festejando el día del amor, pero aquí, quien quería sexo no era el tipo que manejaba, sino su pareja.
Era una señora por su apariencia de más de 40, muy atractiva y bien vestida. Me dijo que eran esposos y que buscaban una mujer para formar un trío. La señora me dijo que me pagarían muy bien, y que si aceptaba no me iba a arrepentir. Entonces me pidió que me acercara a ella y al hacerlo pasó toda su mano por encima de mis medias tocándome la panocha, esa situación me elevó, pero me logré contener. Acaricio por una vez cada una de mis piernas hasta donde pudo y me retire. Esto me hizo temblar, entonces le pedí $10,000.00, se quedaron pensando un rato y me dijeron que regresarían en un rato.
Me subí excitadísima al coche y al tocar el pito de mi esposo estaba súper embarrado de semen, lógicamente al ver todo lo que había sucedido no aguantó más y se vino, tenía todo el pantalón también bien batido, entonces le ayude a limpiarse con mi boca. Mientras él arrancó el auto y manejaba yo le iba limpiando todo el semen de su verga y de paso le di dos o tres lengüetazos a aquél hermoso miembro, que estaba tan caliente que parecía un hot dog lleno de mayonesa o yogurt natural.
Antes de llegar a la estación del metro taxqueña, se encuentra un hotel de 4 estrellas que tiene mucha comodidad, recuerdo el nombre pero no lo voy a mencionar. José Luis entró al estacionamiento y ya tenía reservada una habitación, así es que entramos y pidió a la recepción una botella.
Tomé dos copas y al comenzar a beber la tercera tocaron nuevamente la puerta, era un tipo más bien alto y fornido. Me haría un desnudo para mi sola, ese fue mi regalo del 14 de febrero. Es más todavía en este momento que me tomé para escribir mi relato, me acuerdo y me excito.
Comenzó a hacer su show, bailaba y se desvestía de una manera extraordinaria, movía sus nalgas bien paradas y bien duras con un movimiento tan candente que me hacía desmayar.
Mi marido lo único que hacía era observarme a mí, al muchacho, tomar su copa y reír.
Me gustaría describirles con mayor detalle todo lo que bailó y lo que me hizo mientras bailaba, pero me tardaría mucho tiempo y quizás otro relato. Cuando terminó se acercó a mi esposo y él sacó un cheque de su cartera y se lo dio al bailarín.
Completamente desnudo sacó se su bolso unas esposas de las que usan los policías y dándoselas a José Luis con todo y llave le comentó que esta listo. Entonces José Luis me pidió que me levantara de la cama para que aquel muchacho se recostara, puso sus manos en el bordo de la cama y mi esposo lo sujetó con las esposas. Me miró de manera muy picara y me dijo "Este es tu regalo del 14 de febrero". Besé a mi esposo por un momento y después me abalancé sobre el muchacho.
Le puse una mascada de seda que llevaba puesta en sus ojos y comencé mi travesía por su hermoso cuerpo. Besé cada uno de sus músculos y lo acaricié todo. Mientras yo hacía esto mi esposo no dejaba de acariciarme las piernas y el clítoris sobre las pantimedias. En esos momentos tuve varios orgasmos, pero la verdad no me acuerdo cuantos.
Me desvestí completamente y le puse un condón de sabor a fresa, así le mamé su pito casi hasta acabarme el sabor del condón. Después se lo quite y le puso uno más seguro.
Entonces me subí sobré de él y comencé a cabalgar. Fue un poco difícil la entrada ya que la tenía muy ancha, pero una vez que entró la cabecita, lo demás se me fue como agua, sobre todo por lo mojada que yo estaba. Me di varios sentones y trataba de meterme toda esa linda verga en mí. Me desesperé porque quería más y más, pero eso era todo. Le pedí entonces a José Luis que se sacara el pito para mamárselo y así lo hicimos. Fueron momentos inolvidables. Después me levante de mi amante amarrado, y me volví a subir en él pero ahora con mi cabeza hacia su cabeza, me agaché un poco y estando ensartada por aquél muchacho, le ofrecí mi culito a mi esposo que no me lo despreció, me penetró. Un sándwich. Genial. Formidable. Único. Envidiable. En ese momento yo era la única y mi esposo se volvió a venir, pero ahora dentro de mí. Sentí su semen ardiendo de entre mis nalgas y al salirse también me tuve que salir. Le quité el condón al muchacho y se la mamé hasta que se vino en mi boca, me tragué todo el semen que pude y dejé un poco en mi boca el cual disfruté con mi esposo.
Se sentía un líquido calientito y baboso entre nuestras bocas y nuestros labios y cada vez que tratábamos de separarnos poquito a poquito, un pequeño hilo de ese semen se estiraba para volverlo a juntar con nuestros labios.
Poco después mi esposo desató al muchacho mientras yo me bañaba. Al salir ya no estaba mi amante nocturno. José Luis también se metió a bañar y después nos quedamos completamente dormidos. Así amanecimos, desnudos y abrazados el uno al otro, amándonos más que ayer y siendo los más felices en esta enorme y contaminada ciudad.
Espero que les haya gustado y que hayan disfrutado este relato, tanto como yo disfruté la vivencia como la escritura del mismo. También y como ya es costumbre, quiero regalarles una foto de cómo iba vestida ese día, quizás alguien de ustedes me vio o quizás les gustaría verme como me vestí ese día.
Espero sus comentarios como siempre y ojalá quieran compartir algo con una servidora. Hasta luego.
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