13 de agosto 2013
El día de mi cumpleaños, en un viaje, visitando un monasterio en un día de mucho calor, mi novia cumple una de mis fantasías
13 de Agosto de 2013. Viaje de 3 días por la provincia de Zamora. Nos levantamos con una temperatura de 25 grados. Es mi cumpleaños. Nos duchamos, nos vestimos y salimos hacia el monasterio de Santa María de Moreruela. Carla, mi novia, tiene el pelo moreno corto, mide 165 y pesa 55kg. 28 años. 100 de pecho y unas piernas largas que acaban en un culo precioso. Se ha vestido como le he pedido mil veces y nunca ha hecho. Tanga y sujetador muy abierto. Minifalda vaquera muy, muy corta. Camiseta de tirantes escotada, floja, con dos botones a la altura del pecho.
Llegamos al monasterio. Son las 10:30 de la mañana. El termómetro del coche marca ya 30 grados. En el aparcamiento solo hay un coche. Carla se desabrocha los dos botones de su camiseta. Me sonríe. Bajamos del coche. Camino detrás de ella. Juraría que se ha subido un poco la mini. Se agacha para ajustarse el cordón de sus playeras y puedo verle medio culo.
Entramos en la recepción en la que hay una pequeña exposición. La persona que está dentro le falta medio brazo. Tiene unos 50 años. Sus ojos se van al pecho de mi novia. Nervioso nos entrega un folleto y nos dice que la entrada es gratuita pero que se aceptan donativos para el mantenimiento. Nos indica que vayamos a ver una maqueta para explicarnos la visita. Carla se pone enfrente de él. Empieza a hablar y ella se inclina para observar bien la maqueta. Su camiseta coge una holgura, acentuada al colgar las gafas de sol con la que deja a nuestra vista sus hermosas tetas. El sujetador que lleva solo cubre hasta el pezón. Veo un bulto en el pantalón del empleado del monasterio. Otro se forma inevitablemente en el mío. Después de 3 años de relación por fin me está regalando ese momento que tanto deseaba. La explicación se extiende más de la cuenta o eso me parece a mí pero estoy encantado. Al acabar salimos e iniciamos la visita.
“Ha sido genial” le digo. Ella me besa. Poco a poco, como suele ser habitual en nosotros en este tipo de visitas, nos vamos separando, casi haciendo cada uno la visita por nuestra cuenta. Visito las ruinas, la iglesia, la sala de los monjes. Veo que el empleado también está paseando. Y me doy cuenta que camina por delante de las escaleras que conduce a los dormitorios de los monjes. Y veo a Carla que se dirige hacia allí. Me mira y me guiña un ojo. Oigo que el empleado le indica que suba por las escaleras. Yo me dirijo lentamente hacia ellas. Carla las sube despacio. El empleado me da la espalda. No sé si sabe que estoy pocos metros detrás de él. Carla va por la mitad de las escaleras. Ya se le ve el nacimiento de su culo. Y llega el gran momento. Se para porque se le soltado el cordón de una de sus playeras. Se inclina para atarlo de nuevo. No dobla las piernas. Su mini, tan corta y rígida, con el movimiento descubre medio culo. Luego sigue subiendo como si nada. Yo siento la necesidad de decirle algo al empleado y no se me ocurre nada mejor que pedirle disculpas porque no suele llevar minis. Una estupidez. No me responde. Solo me mira con expresión de lástima. Tuve la impresión de que estaba pensando que yo era un pobre infeliz muy cornudo. Ojalá lo fuese me gustaría haberle dicho. Pero solo comenté que sería mejor que se cambiara la mini en el coche. Yo tenía todo muy planeado y Carla estaba cumpliendo mi plan a la perfección.
Acabamos la visita y regresamos juntos al coche. Pasé una mano por su cintura. Sabía que nos estaba observando aunque intentara ocultarse con la sombra de la puerta de la entrada a recepción. Mi mano subió un poco su mini. Ella me preguntó si seguíamos con el plan y le dije que sí. Abrió el maletero y cogió unos pantaloncitos. Cerró y se quitó la mini que dobló lenta y cuidadosamente mientras hablaba conmigo como si no supiera que la estaban observando. Se puso los shorts. Y añadió algo de su cosecha al día. Se quitó también la camiseta de tirantes. Luego el sujetador. Yo estaba ya pajeándome dentro del coche. Fue al maletero así, solo con los shorts puesto y volvió con otro sujetador y otra camiseta. Me corrí. Fue bestial. Seguiré contando más aventuras de ese viaje.