13. Anécdotas… – Andrew Y Miguel, Reloaded.

El amor es lo más fuerte que alguien puede sentir, nadie puede escapar de él.

Viernes 25, febrero de 2005.

  • Hola...

No contestaba me quede mirándolo aguantando algo que deseaba salir.

  • ¿Qué pasa?... Oye, ¿Qué haces aquí?

  • ...

  • ¿No deberías estar en clases?... ¿panita? – me seguía preguntando.

Se acerco a mi bastante lento mirándome con extrañeza, miro a ambos lados vigilando que no hubiese nadie y poso una de sus manos en mi mejilla.

  • Panita... Drew, ¿estás bien? Háblame.

No pude más y me lancé a él abrazándolo fuertemente, lo que estaba reteniendo por fin pude soltarlo y comencé a llorar.

  • Miguel...

  • Panita... – decía respondiendo el abrazo.

  • ¡No me dejes...!

  • No... nunca.

Miguel era el único, yo lo sabía, en el momento más indicado apareció para estar junto a mí. No dejaba de abrazarme por más que llorara, gimiera y me estremeciera en sus brazos...

Cuando pude calmarme un poco más me separe de él para verlo de nuevo, paso una de sus manos por mi rostro tratando de secar mis lágrimas.

  • Drew...

  • ...

  • Ven, vamos, ya es hora de almorzar, ¿quieres comer algo?

No respondí, pero debí de hecho algún movimiento porque empezamos a caminar en dirección contraria al parque, el camino lo hicimos en silencio y Miguel no me apartaba de su lado, sin quitar su brazo de mi hombro, algunas personas nos miraban extraño y yo simplemente los ignoraba.

Llegamos a un local rustico donde vendían todo tipo de almuerzos, una señora paso por nuestra mesa dándonos el menú, Miguel pidió algo rápidamente – era un cliente regular – y luego la señora me pregunto directamente lo que deseaba comer, yo miré el menú un poco asqueado y negué con la cabeza, los tres nos quedamos en silencio hasta que finalmente Miguel pidió algo por mi y la camarera termino por irse.

  • Cuando desees hablar... – me tomo de la mano bastante fuerte – aquí estoy.

  • Ok...

  • Bien.

No hable más hasta que ambos ya habíamos acabado con toda la comida que nos habían dado – un guisado de carne, una enorme montaña de arroz y puré de papas sumado a una ensalada que estuvo buenísima – no me había dado cuenta de cuanta hambre tenía hasta que me vi comiendo mi último bocado de arroz.

  • Mmm estuvo delicioso.

  • Aja...

  • Drew... – se detuvo un momento mirando su reloj y después levantarse de su asiento – espérame un segundo, debo hacer unas llamadas.

  • Ok.

Seguía pensando en la forma en que había acabado todo, en la forma de cómo ese chico le había gritado a mi hermano, amenazado y a punto de golpearlo, la forma en que le dije que ya no podíamos seguir juntos, sé que Tony tenía parte de la culpa por lo que había sucedido, pero simplemente yo no tenía ganas de estar al lado de ese chico , o eso quería creerme.

Fije mi vista hacia Miguel y me sorprendí ya que él me miraba de forma bastante seria, el destino era impresionante, lo seguía diciendo como en el momento más solitario, “alguien” sabía que necesitaba estar con alguien y él apareció, lo agradecía, a quien fuera, le agradecía que Miguel hubiese aparecido en ese lugar en el momento adecuado.

  • Un par de llamadas y estoy libre – lo miré de forma extrañada por no entender a qué se refería – mi trabajo panita.

  • Ahhh... p-puedes regresar... – dije con una voz un tanto ronca y apagada.

  • No... calla, no voy a dejarte.

  • G-gracias.

  • Mmm yo pago – dijo mirando la cuenta – claro, yo te invite – terminó diciendo en tono de broma.

Después de pagar nos levantamos de la mesa y le avise a Migue que tenía que ir al baño, me indico por donde era y seguí el camino de forma mecánica, cuando entré fui directo a los urinales, un tipo estaba a mi lado pero sinceramente no preste atención en ningún momento a lo que tenía entre sus manos, el tipo se fue rápido y yo termine de orinar, fui a lavarme la cara y por fin comprendí porque todos me miraban extraño en la calle y en el propio restaurant. Tenía los ojos completamente rojos y unas enormes ojeras, mi cara estaba roja y de nuevo comencé a llorar.

  • ¡Maldita sea! – dije golpeando la baldosa del lavamanos - ¡Te odio!... ¡TE ODIO!

Me miraba al espero, gritaba, pero no sabía a quién odiaba, podía ser que odiaba a mis amigos por alejarse de mí, Selena, Manuel, Cintia y Arturo más que todo por no apoyarme, también lo odiaba a él por despreciarme de esa forma y nunca ser capaz de luchar por los dos... podía ser que odiara a Tony porque simplemente nos había separado con la amenaza de decirle a nuestros padres que yo era gay, mi hermanito era muy joven para entender el amor entre dos personas. O también era que me odiaba a mi mismo por ser tan imbécil, un niño infantil, por permitir que alguien me destruyera por dentro de esa forma y no poder levantarme, yo no era así, desgraciadamente había cambiado. Seguía golpeando la baldosa hasta que sentí unos brazos detrás de mí, un cuerpo cálido me abrazaba hasta darme cuenta que seguía llorando, había estado gritando en el baño hasta que Miguel entró escuchando todo mi alboroto.

  • Te odio... te odio... te odio.

Me había derrumbado en el suelo mientras Migue me sostenía arrodillado detrás de mí.

  • Ya... ya... calma panita.

  • Lo odio... lo odio mucho.

  • Ya... – sentía como me besaba en la mejilla sin dejarme ir.

  • Lo odio... maldito.

  • Panita... vamos cálmate, yo estoy aquí... calma.

  • Nooo...

  • Vamos, cálmate. Tenemos que salir de aquí.

  • No puedo... no puedo más – gemía un poco, me dolía.

  • Vamos... confía en mí, calma, tenemos que salir.

  • No puedo más... no puedo.

  • Vamos, resiste... tu puedes. Yo te voy a ayudar... salgamos que aquí.

  • ...

Nos levantamos y me ayudo a lavarme para que me viera un poco presentable, al momento de salir la camarera junto a otro tipo estaban en la puerta del baño, Migue intercambio un par de frases con ellos y salimos del establecimiento.

  • Ven, estacioné el carro cerca de aquí.

Caminamos un par de cuadras y entramos en un estacionamiento rápidamente, Miguel pago el ticket y fuimos a su coche. Cuando entramos nos quedamos en silencio un rato mas, mientras yo trataba de calmarme un poco Migue arranco el coche y avanzamos un poco.

  • ¿A dónde quieres ir? – me preguntó de forma pausada.

  • No sé.

  • ¿Quieres ir a tu casa?

  • No sé.

  • ¿Quieres ir a donde Mathew?

  • No sé – repetí de nuevo de forma terca.

  • Mmm... ¿Quieres ir a mi casa?

  • Y-yo... yo no sé.

  • Mmm... de acuerdo.

Miguel siguió conduciendo un rato mas, alejándose un poco de la zona en donde estábamos y un tanto lejos de mi casa, mi celular comenzó a sonar y vibrar en mis pantalones, cuando lo saque y vi la pantalla, se trataba de Arturo y tenía 5 llamadas perdidas, di un bufido a la nada y lancé el celular a los asientos de atrás, importándome muy poco lo que pensara Miguel. Cuando por fin estacionamos vi por la ventana un edificio un tanto descuidado – recordando que Miguel por obvias razones ya no vivía en el cuartico del taller de su primo –.

  • Llegamos... déjame estacionar aquí y más tarde bajo de nuevo.

  • Ok.

  • Andrew.

  • ¿Sí?

  • ¿Te quieres quedar en mi casa un rato? Creo que no quieres ir a la tuya.

  • No... no quiero.

  • Ahhh ok – dijo un tanto desubicado.

  • Es decir... sí, quiero quedarme, pero, seguramente estaré molestando a Dayana y...

  • No descuida, no molestaras, ven, subamos.

  • Ok.

El edificio donde vivía Miguel era un poco... sucio, paredes supuestamente blancas con manchas negras en algunas partes o llenas de grafitis, el pasillo y escaleras por donde subimos – no había ascensor – estaban bastante descuidados y eran de un tamaño mínimo, hasta que finalmente llegamos al cuarto piso. Había cuatro puertas y en la que decía 4-B, Miguel introdujo la llave abriendo una reja muy pesada y luego la puerta. Cuando entramos, el ambiente había cambiado completamente, paredes pintadas de color melón, piso de cerámica blanca bastante limpio, muebles de un tono más oscuro que las paredes y el centro de la sala era un gran televisor de plasma.

  • Sé que no habías venido antes, disculpa por el panorama de afuera, pero fue el apartamento más barato que pude comprar...

  • No, descuida. No me importa.

  • El apartamento es completamente diferente a lo que hay afuera... y es bastante seguro.

  • Eso es bueno – respondía de nuevo pasando la vista por toda la sala y un pasillo donde se dirigía hacia las habitaciones.

  • Dayana lo mantiene limpio todo el tiempo y...

  • ¿Seguro que no hay problema que me quede? – pregunte interrumpiéndolo – Debería hablar con Dayana primero.

  • Descuida, no hay necesidad de eso. Es mi casa y yo pongo las reglas.

  • Miguel... yo...

  • Además, ella no estará aquí unos días – ahora él me interrumpía.

  • ¿No?

  • No, se fue a Maracay con Joel a visitar a la familia.

  • Ahhh ya, y ¿por qué no...?

  • Tenía que trabajar.

  • Ya.

Nos quedamos en silencio unos segundos de nuevo hasta que Miguel – medio arto por mi actitud – me invito a sentarme.

  • Bueno Andrew, en verdad no quiero pasar la tarde en silencio, ¿quieres hablar?

  • Sí...

  • ¿Por qué estas así? mi panita...

  • Yo... bueno.

  • ¿Estás así por alguien?... ¿un chico? – preguntó adivinando muy rápido.

  • Sí.

  • Mmm ya... bueno, creo que lo mejor será buscar algo para tomar... – dijo levantándose y caminando en dirección a la cocina – aquí está.

  • ¿Ron?

  • Claro, es lo mejor para hablar.

Miguel no quiso escatimar y según él una botella de ron Santa Teresa era lo mejor para poder hablar. Además de la botella fue por un par de vasos con hielo y sirvió un poco de ese preciado líquido dentro de ellos.

  • Bueno Andrew, ya somos hombres y eres mi compadre... además es viernes. Y es bueno tomarse un par de tragos – dijo picándome un ojo.

  • Jajaja... d-de a-acuerdo.

Tomé mi vaso y di un pequeño trago causándome un ardor que me calmo un poco y al mismo tiempo hizo que mis ojos comenzaran a aguarse. Miguel me imito y se estiro un poco en el sillón de tela donde estábamos sentados. Hasta ese momento fue que pude apreciarlo completamente, estaba vestido con un jean desteñido, una chemise gris con el logo de la empresa automotriz donde trabajaba y un par de tenis color gris y plateado.

  • Andrew – dijo tocándome la pierna y apretándola un poco – cuéntame... puedes hacerlo. Yo no te voy a dejar solo.

  • Lo sé, gracias.

No sabía por dónde comenzar, aunque creía que por el principio era la mejor opción, debía confesarme con Miguel y decirle todo lo que había pasado.

  • Bueno, todo comenzó hace mucho tiempo... después de que me dijiste sobre Dayana y tú...

  • Ya – contesto mirándome.

  • Había llegado un nuevo chico al colegio... lo odiaba demasiado...

Y allí comenzó la historia, de cómo nos medio odiábamos, de cómo ese chico interfería en mi vida y la de mis amigos, para que luego no nos habláramos en absoluto y llegáramos a la parte de mi primer “error”.

  • Entonces lo salvé de ese malandro... que idiota fui.

  • ¿Por qué dices eso Drew?... a mí me pareció muy valiente. Estoy muy orgulloso de ti – de nuevo sentía su mano en mi pierna.

  • Gracias – el licor hacia que me sonrojara bastante y comenzara a sentir calor – después de eso nos hicimos mejores amigos...

  • Eso es bueno.

  • Claro que no lo es... – dije de forma terca.

  • Sigue contando – me alentó con una suave sonrisa.

  • Aja, luego fuimos amigos.

Lo siguiente fueron las vacaciones de diciembre le conté sobre el intercambio de regalos, la chaqueta que le había regalado y... la pulsera de plata que en ese momento llevaba en mi muñeca, lleno de rencor me la quite y la lancé lo más lejos que pude, quedándome en silencio. Miguel a pesar de lo que había hecho – un simple acto de malcriadez – solo se levanto y fue a recogerla para dejarla en la mesa frente a nosotros.

  • La pulsera no tiene la culpa – dijo más o menos en broma.

  • Simbolizaba nuestro... nuestro...

  • ¿Amor?

  • ...

  • Sigue contando.

  • ... Luego de esas vacaciones me di cuenta de que pensaba mucho en él . Y lo veía con otros ojos, me gustaba mirarlo... detallarlo. En una clase de educación física me quede mirando su...

  • ¿Paquete?, ¿culo? Jajaja... Andrew. relájate, sé que es difícil para ti, pero no debes contenerte por mí.

  • Ya... es que me da pena.

  • Calma, yo te entiendo, estoy aquí para ti. Sigue.

  • ... Estaba muy excitado, pensando en él , me hice un par de pajas pensado en eso. Y me asusté. Porque... porque sucedió lo mismo contigo – dije mirándolo –. Perdón.

  • Está bien. Yo entiendo.

Ahora me extendía uno de sus brazos y me acerque a él para que pudiera abrazarme, me sentía más calmado luego de eso, sintiendo su calor y su aroma, Migue acariciaba mi espalda y yo pasaba mis manos por su pecho llegando a su cintura para finalmente apoyar mi cabeza en su pecho sintiendo el suave palpitar de su corazón. Si hubiese sido por mí ese momento jamás en la vida habría acabado pero el tono de llamada del celular de Migue nos hizo separarnos un momento.

  • Disculpa – se levanto, alejándose de mí para luego sacar su celular del pantalón - ¿Hola?... ¿Sí?... – ahora me miraba – sí, aquí esta. Descuida... ya te lo paso.

  • ¿Quién...?

  • Tu hermano, Mathew.

  • Ohhh... – tomé su celular y atendí la llamada rápidamente - Hola, ¿Matty?

- Andrew, hermano, por todos los cielos, ¿Por qué no contestas tu teléfono? – decía mi Mathew desesperado.

Para ese momento toque mis pantalones y note que no lo tenía conmigo, de hecho recordaba que lo había tirado en la parte de atrás del carro de Miguel.

  • Yo... lo deje en el carro de Miguel, disculpa. ¿Qué pasa?

- Cómo que ¿Qué pasa?... Andrew, nuestra madre llamo y dice que te escapaste del colegio.

  • Yo...

- Por suerte Miguel me había llamado desde hace rato diciéndome que estabas con él. Y así poder cubrirte.

  • ¿Miguel te llamó? – le pregunte mirando a Migue de forma acusadora.

  • Lo lamento... – dijo con una mirada culpable.

- No escuchaste lo que te dije. ¿Andrew qué coño te ocurre?

  • Lo siento Matty.

- Nuestro padre no está feliz, le dije a mamá que estabas conmigo. Que te fuiste del colegio y llegaste a mi apartamento. Y bueno... que te quedarías conmigo esta noche... que aún no sabía porque te escapaste pero que lo averiguaría pronto.

  • Gracias hermano...

- Necesito saberlo. ¿Qué ocurre?

  • Yo no puedo... no sé.

- Afff – lo escuche suspirar – está bien, te dejaré un rato para que te aclares... pásame a Miguel.

  • Está bien, gracias Matty – le di el celular a Miguel – quiere hablar contigo.

  • ¿Hola?... aja... si, él está bien... claro, te dije que lo cuidaría, descuida, confía en mi... lo llevare contigo cuando se sienta mejor. Igual pana, nos vemos mas tarde. Chao – y termino la llamada.

  • No puedo creer que llamaras a Mathew.

  • Fue lo primero que se me ocurrió.

  • Está bien.

  • Panita... – me sonreía en forma de disculpa.

  • Gracias.

Luego de eso volvimos a la misma posición y Migue me servía de nuevo un poco de ron en el vaso. Y comenzamos a tomar de nuevo, ese ardor en mi garganta me ayudaba a seguir con mis confesiones y recuerdos.

  • ¿En qué nos quedamos? – preguntaba Migue de nuevo con su vaso vacio.

  • Aja...

  • ...

  • Me hacia pajas pensando en él – continué directamente – Y me culpaba... pensaba que si seguía así... terminaría siendo un tremendo maricón.

  • Andrew...

  • ¿Qué? – dije mirándolo un poco molesto.

  • Tú no eres maricón, recuerdas... hemos hecho cosas... tu y yo... y somos normales. Somos hombres – me dijo Migue muy cerca de mí.

  • Creo que a mí me gustan más los hombres, que las mujeres.

  • Eso, está bien.

  • Pero a ti te gustan las mujeres Migue... estas con una.

  • Estoy con Dayana por Joel, Andrew – me dijo de una forma algo seca y malhumorada – pero eso no viene al caso, cómo te dije, ambos somos hombres y eso es lo que importa, ¿no crees?

  • Si... eso creo.

  • ... ¿Me quieres seguir contando?... ¿o ya terminaste?

  • No... ahora es que vamos por la mitad – dije medio en broma.

Continué un poco sobre las tontas discusiones que tuvimos todos mis amigos, de cómo Arturo se sentía menospreciado y al mismo tiempo como aclaré lo que en verdad sentía por él. Obvie la parte donde le contaba que había perdido la virginidad con una chica, no venía al caso tampoco y menos la parte del maldito de Marco, me adelante hasta la parte que le interesaba escuchar, los Quinceaños.

  • ... En una fiesta, unos Quinceaños, estuvimos bastante cerca, yo ya tenía claro lo que sentía por él.

  • Y ¿Qué paso?

  • En esa fiesta bailamos juntos – recordé con algo de nostalgia – y en los baños... le vi su pene. Y... y nos masturbamos un poco.

  • ¿Solo un poco? – pregunto Migue relamiendo sus labios.

  • Aja, nos detuvimos porque un amigo había entrado, nos dio pánico.

  • Ahhh ya, les cortaron la nota.

  • Ni te imaginas – le conteste yo rodando los ojos – luego de eso, ese idiota ni me paraba bolas, me ignoraba, no sabes lo mal que lo pase, después de habernos pajeado, lo negaba, decía que no le gustaba, discutimos y nos entramos a coñazos  - dije recordando y tomando un poco más.

  • Algunos problemas se resuelven de esa forma panita.

  • Lo sé y si se resolvieron... le dije... y él me lo dijo... nos gustábamos – de nuevo me volvía frágil y comenzaba a llorar.

  • Panita...

- Nos queríamos... – era inevitable.

  • Ya ya... shhh – sentía como Migue me consolaba de nuevo.

- Fuimos novios... novios... yo lo quería... – lloraba sin consuelo.

  • Llora, llora todo lo que quieras.

Y así fue, estuve bastante cerca de la hora llorando en sus brazos, nos habíamos acomodado en el sillón medio acostados mientras Miguel me abrazaba. Cuando estuve más calmado me apoye en su pecho mirando su bello rostro y sus ojos verde brillar contrastando con su piel morena, volví a acostarme en su pecho para sentir nuestros cuerpos calientes reposar, las manos de Migue me acariciaban toda la espalda y de vez en cuando sentía pequeños besos en mi cabeza.

  • ¿Ya estas mejor?

  • Sí.

Nos levantamos lentamente y nos sentamos de nuevo, me ofreció un poco mas de ron el cual acepte gustoso.

- La pasábamos muy bien – le dije en voz baja.

  • ¿Qué hacían? – Migue por alguna razón le interesaba saber todo.

- Nos besábamos, pajeabamos... se la chupe un par de veces – no sé si era por el alcohol o por lo que decía pero un calor abrasador hacía que todo mi cuerpo se volviera rojo.

  • Ya, en verdad la pasaron muy bien, ¿quieres hacerlo de nuevo con él?

  • No sé, creo que sí. Pero él sigue siendo un idiota.

  • Jajajaja... y bueno, imagino que llegamos a la parte donde terminaron.

  • Sí.

  • ¿Por qué? – la curiosidad era inminente.

  • Porque alguien quería que termináramos...

  • ¿Quién? – preguntó con extrañeza - ¿tu padre?

  • No... Tony – le respondí mirándolo.

  • ¿Tu hermanito?... no entiendo... es un niño.

  • Está loquito... tiene una mente muy malévola... – dije tratando de definirlo.

  • Exageras panita – dijo Migue un poco incrédulo.

  • Pues piensa lo que quieras. Hizo que termináramos... ¿No?

Después de ese comentario nos quedamos en silencio de nuevo, imagino que Migue tratando de entender como un niño de 10 años podría hacer que terminaran la relación dos chamos que se querían. Le hable de Tony lo más calmado que pude, como era en casa, con sus amigos, lo que sucedió en diciembre, enero y finalmente lo último que había sucedido.

  • Sigo sin creerlo – termino por decir Migue sorprendido.

  • Es difícil.

  • Y te amenazo de esa forma... lo lamento mi panita.

  • Ya... él no es malo... solo quería que estuviera con él y ya.

  • Sigue siendo un niño.

  • Lo sé.

  • ...

  • Lo quiero mucho.

  • ¿A quién?

  • Pues a Tony a quien más.

  • Pensé que hablabas del chico.

  • No, eso ya se termino.

  • ¿Cómo se llama?

  • ...

  • ¿Drew?

  • Afff... se llama... Luís – termine por decir molesto.

  • No era tan difícil... ya dijiste su nombre, llevamos toda la tarde y no habías dicho su nombre.

  • Pues tú me obligaste.

  • Ayyy panita.

  • ¡Es la verdad! – dije levantándome rápido y mareándome un poco.

  • ¡Epa! Cuidado Drew – Migue me sostuvo antes de que pegara la cara en el piso – ya no mas ron para ti.

  • Es... lo mejor.

Me ayudo a sentarme y Migue recogió los vasos y alejó la botella de mi, regresando a los pocos minutos.

  • Gracias por contarme... ¿no te sientes mejor al hablar un poco?

  • Más o menos.

  • Eres una buena persona Andrew, descuida, todo se va a arreglar... confía en mí.

  • Gracias Migue, te quiero mucho... – y fui de nuevo a sus brazos.

  • Y yo a ti mi panita – el abrazo lo respondía con tanta sinceridad que deseaba que jamás terminara.

  • Mmm... y, ¿quieres ir a casa de Mathew?

  • Jajaja, Migue, ¿ya me estas botando? – le dije medio triste.

  • No, para nada, te puedes quedar todo el tiempo que quieras...

  • Jajaja, gracias – fui un poco lanzado y le di un beso en la mejilla.

  • Andrew...

  • ¿Qué? – le dije extrañado.

  • Nada, nada, olvídalo.

  • Y bueno...

  • Y bueno... – me repitió separándome de él.

  • Ya te hablé sobre mí... ¿Qué hay de nuevo contigo? Jaja.

  • Mmm... si hay cosas de hecho... en verdad deseaba hablar contigo. Lo que hace el destino, ¿no crees?

  • Sí eso mismo pensaba yo... jajaja... y ¿Qué es lo que tienes que decirme?

  • Bueno... – Migue dio un gran suspiro representando un gran esfuerzo – Drew... pfff – otro suspiro mas – me voy a casar.

... Nos quedamos sin habla, de pie en medio de la sala.

  • ... ¿Qué?

  • Me voy a casar... – dijo con tono muy bajo.

  • No... no... yo... y tu...

En verdad no sabía que decir.

  • Espera – termine concluyendo rápidamente – tienes 20, tú tienes 20 años... no te puedes casar, ¿o sí?

  • Cumplo los 21 en mayo, Drew – seguía con ese mismo tono culpable.

Miguel se casaba, Miguel se casaba, era una frase que no dejaba de repetirse en mi mente de forma desesperada, siempre supe que pasaría, pero, en realidad no esperaba que fuese tan pronto, es decir, Migue no se había graduado aún, estaba empezando a trabajar y Joel era un bebé... no podía hacerme eso – estaba inventando razones bastante estúpidas para que no pudiera casarse – y finalmente no pude llegar a una exacta conclusión del por qué Migue querría hacer esa estupidez de pasar el resto de su vida con una chica como Dayana.

  • ¿Por qué? – le pregunte en un susurro.

  • ... Porque deseo formar una verdadera familia.

  • Tú ya tienes una familia... tienes a Joel... y... – hice una pausa – me tienes a mí.

  • Panita... Dayana también...

  • Esa no es nadi...

  • Ella, es la madre de mi hijo – dijo cortándome de forma tajante – es obvio que no te cae bien.

  • Claro que sí.

  • No me mientas. Te conozco Andrew – su voz seguía bastante fuerte, atacándome.

  • Perdóname.

  • Andrew, debes aceptar que... Dayana es la madre de mi hijo, mi pareja... y dentro de poco... – se detuvo en sus palabras – dentro de poco va a ser mi esposa.

  • ...

  • ¿Estamos claros?

  • Sí.

  • Discúlpame, pero así son las cosas... no se pueden cambiar.

  • Y si se pudieran...

  • ¡Pero no se pueden! – me grito.

Hubo otro de nuestros típicos silencios, hasta que confesé algo sumamente obvio.

  • Quisiera estar contigo... – le dije en un susurro.

  • Yo también... – me respondía en voz baja.

  • ¿Qué?

  • ...

  • ¿Qué dijiste?

  • Nada.

  • Miguel...

  • No he dicho nada.

Llegue hasta él con algo de dificultad y lo abrace por detrás, sintiendo su calor... la sala ya estaba algo oscura, debían de ser como las 5:00 pm o algo así, yo no era estúpido ni mucho menos sordo, Miguel había estado de acuerdo conmigo, él quería estar conmigo y simplemente Dayana echaba a perder nuestros planes.

  • Te quiero mucho Miguel.

  • Y yo a ti Andrew... mucho más.

Él giro en mi dirección para abrazarme y luego nos quedamos mirándonos un par de segundos para que luego acercara su rostro al mío y me diera un beso, un beso que siempre he recordado, cálido y suave al unir nuestros labios, lleno de amor y vida, uno de esos besos que tú sabes que son correctos y no hay nada de malo en ellos. Nos quedamos así juntos unos momentos más hasta que nos separamos y fuimos a sentarnos de nuevo en el sillón tomados de la mano.

  • Siempre he lamentado lo nuestro, Andrew.

  • Y yo Miguel.

  • No diré que lo hago siempre... pero, pienso en ti muchas veces.

  • Jaja, yo igual. En todo momento.

  • Creo que pudimos haber sido una buena pareja jajaja...

  • Jajaja... sí.

  • Por eso te pedí que fueras el padrino de Joel... para compensarte... si no podíamos estar juntos... podrías estar cerca de mí... y nadie pensaría nada extraño.

  • Ya... siempre lo he pensado.

  • Por eso quiero. Andrew, quiero pedirte algo más.

  • Mmm ya me imagino lo que es.

  • ¿Quieres ser mi padrino de bodas?

  • Claro – respondí en un susurro sin pensarlo mucho.

  • Gracias – me dijo mientras sentía su beso en mi mejilla –, me alegra que seas parte de mi familia.

Amaba nuestros silencios, me sentía en una extraña paz que nadie podía romper, nuestras respiraciones calmadas, medio abrazados, nuestras manos acariciando algunas partes del cuerpo de nuestro compañero... siempre lo supe, siempre lo supimos, era perfecto, siempre debimos estar juntos.

  • Mmm bueno... Andrew – me llamaba separándome un poco.

  • ¿Sí?

  • Cuéntame un poco mas de Luís...

  • Mmm no quiero hablar más de él.

  • Pero, tú lo quieres...

  • No quiero seguir hablando de él – le repetí –, mientras... mientras esté contigo, él no es importante.

  • Era tu novio – me dijo algo obvio.

  • Tú eres más importante para mí ahora.

  • Ya – termino resignado.

  • Entiéndeme.

  • Quiero que hablemos.

  • Jajaja pues, estamos hablando... – dije extrañado.

  • Tú me entiendes – Migue no sonreía por la broma –. Quiero que hablemos de ti, de tu felicidad... tú mereces ser feliz, quiero que seas feliz con tu chico.

  • Pero Migue, él ya no importa, yo podría ser feliz contigo.

  • Andrew... – me reprendió.

  • ¿Qué?

  • Ya lo hablamos. Ambos merecemos ser felices... yo, trataré de ser feliz con Dayana... Y tú serás feliz con Luís... o con alguien quien puedas conocer... chica o chico.

Deje de mirarlo y volví a recostarme en su pecho para que me abrazara, no quería escucharlo hablar de Luís como si ese imbécil fuera lo mejor para mi, Luís ya no valía la pena para nada... ni siquiera una simple mirada mía, él la había cagado y ya. Y me frustraba un poco al pensar que Migue dijera que ese chico me haría feliz... ya le había contado todo lo que había pasado en ese momento, la única conclusión lógica era que yo tenía razón y había hecho lo correcto al escoger a Tony.

De nuevo el celular de Migue interrumpía nuestro silencio, lo revisó sonriendo y me miraba borrando su sonrisa olvidando que estaba allí en ese momento.

  • ¿Qué pasa?

  • Nada...

  • ¿Nada?

  • Es que Dayana me está escribiendo de lo bien que lo pasa con su familia, Joel también.

  • Ahhh ya, me alegro – dije evitando su mirada.

  • No lo dices en serio.

  • Claro que si... no me creas tan malo.

  • Bueno, nunca lo he creído, pero, dime la verdad panita ¿Dayana te cae mal?

  • Algo... es una estúpida – dije bastante sincero.

Miguel puso mala cara por mi comentario pero después de suspirar unos segundos volvió a hablar.

  • No hagas esos comentarios de nuevo – terminó por decir.

  • Está bien... pero fue tu culpa, querías que fuera sincero.

  • Y ahora te digo que no quiero escucharlo más – dijo de nuevo molesto.

  • Eres un imbécil – me levante del sillón.

  • ¿Por qué?

  • Porque si... imbécil, no te entiendo. Me dices que trate de ser feliz con alguien que no quiero. Y tú estás tratando de ser feliz con Dayana, pero yo sé que no la quieres – mis ojos empezaban a picarme un poco – tú solo estas resignado a pasar la vida triste como un imbécil y no quieres luchar... por mí, por nosotros, cumplirías tu sueño igual... seriamos una familia feliz...

  • A ver a ver – me interrumpía levantándose también –... espérate un segundo carajito. Primero, te estoy diciendo que puedes ser feliz, me sabe a mierda con quien lo hagas, con el pendejo de Luís, algún chamo o una puta... no me interesa. Segundo, yo tengo muy claro a quien quiero, y esa es Dayana, ya te lo dije es la madre de mi hijo – su voz se estaba escuchando bastante fuerte, Miguel estaba arrecho –. Y tercero, júralo, ¡júralo Andrew! que no voy a dejar a mi hijo sin un padre por un ridículo deseo de pasar mi vida contigo... así que ya basta de ser un carajito malcriado o te largas de esta casa.

Me quede con la boca abierta... Miguel había soltado todo lo que tenía guardado. Por unos segundos estuve a punto de salir por esa puerta y mas nunca volver a ver a Miguel... también se me cruzo por la mente llegar a la ventana y lanzarme, para que viera lo que estaba perdiendo – o incluso y mas descabellado, llegar a un metro y lanzarme a las vías terminado con mi vida – todo por eso último que me había dicho. Fui caminando lentamente retrocediendo hacia la puerta... iba a irme, iba a irme de verdad, pero, antes de tocar la puerta, Miguel llego hasta a mí de nuevo y me tomo en brazos.

  • Tú no te vas a ningún lado... – y me besó – no te dejaré.

Fue un beso salvaje... introducía su lengua y exploraba de nuevo todo mi interior, yo simplemente me deje llevar y no me resistí mientras me arrastraba de nuevo hacia él con sus manos abrazándome sin yo poder escapar en ningún momento, era excitante como sus manos me acariciaban de una forma bastante brusca la espalda bajando un poco hasta mi culo dándome una suave nalgada, me dejo allí en el sofá para que luego se acostara encima de mi acariciándome por todo el cuerpo mientras yo me revolvía debajo de él.

  • Perdóname... no quería decirte eso – me decía entre besos.

  • Migue... ahhh – no dejaba de suspirar y revolverme.

  • Mmm... perdóname Andrew.

  • Sí Migue.... sigue...

  • Andrew...

  • Mmm... ahhh... ahhh sigue... sigue.

Pero no siguió... detuvo sus besos salvajes para bajar la velocidad a unos besos bastante lentos y puntuales por todo mi cuello, rostro y terminar con un pico en la boca. Se levantó y terminó sentándose en el sillón tapándose la cara con sus manos mientras sus brazos se apoyaban en sus rodillas.

  • Discúlpame Andrew, no debí decirte esas cosas...

  • Está bien.

  • No, no está bien... me he pasado...

  • No, yo fui el que tuvo la culpa.

  • Tampoco debí besarte.

  • Ehhh... ¿Por qué no?

  • No es correcto.

  • Si lo es...

  • No...  – me dijo con una sonrisa triste.

Ya eran más o menos las 6:00 pm y la oscuridad había llegado al apartamento, Miguel se levanto para encender las luces y luego de unos segundos cerro las cortinas para que no se pudiera ver nada. Fue a la cocina y regreso con un vaso lleno – imagino que de ron – y se lo tomó de un solo trago dejándolo en la mesa y sentándose junto a mí de nuevo, siempre lo he dicho y lo recordaba... los silencios con Miguel era lo más perfecto que podía existir sin que nada me molestara, era un momento de reflexión para poder formular las siguientes palabras que debía decir, y pensaba que Miguel hacia lo mismo en esos momentos.

  • Te besé para evitar que te fueras... no quería que te fueras. Soy como tú dices, un imbécil.

  • Creo que si no me hubieses besado, me habría ido... y en verdad nunca me verías de nuevo.

  • Pfff... no no no... No me podría arriesgar a eso, perdería demasiado – dijo mirándome – te quiero mucho mi Andrew...

Era impresionante como con un par de palabras podía terminar sonrojado como una fresa.

  • Somos unos idiotas.

  • Unos pendejos – corroboró Migue.

  • No podía solo tomar tu mano y evitar que te fueras... jajaja te besé sin pensarlo.

  • ¿Por qué lo hiciste?... digo, no me molestó... jajaja, pero ¿por qué?

  • Estoy excitado... fue un impulso, creo que una persona tiene la culpa de eso...

  • ¿Yo?

  • No... no.

  • Entonces... ¿Dayana?

  • Aja... – respondió Migue con una media sonrisa.

  • ¿Por?

  • Es que... – y me miró – a pesar que nos queremos... no hemos hecho nada.

  • Ehhh... ¿nada?

  • Nada – enfatizó explicándose.

  • ¿Nada de nada?

  • Nada de nada, desde que nació Joel solo nos damos algunos besos y eso es todo... me he estado matando a pajas en la ducha.

  • Mierda Migue, que mal.

En verdad me enfurecía que la estúpida de Dayana no le diera el puto coño que tenia a Migue y poder darle un par de horas de acción, él se merecía sexo, sexo del bueno, besos, caricias, una rica paja de una mano desconocida, una mamada, una caliente boca que chupara y lamiera su verga con deseo y placer y finalmente darle un lugar caliente y apretado donde Migue pudiese insertar su verga para que disfrutara con un delicioso vaivén y terminar descargando su leche.

  • Hacerse solo pajas... es una ladilla.

  • Ni que lo digas, necesito acción – dijo en un susurro.

Me quede callado un segundo y un tonto pensamiento cruzo por mi mente y con algo de broma lo dije.

  • Yo te podría ayudar jajajaja...

  • ...

  • Es broma Migue... perdón.

  • No, está bien.

  • Ahora que lo pienso... Migue – y me miró - ¿nada de nada?

  • ¿Vas a preguntar de nuevo la misma pendejada? Jajaja... está bien, nada de nada.

  • ¡No puede ser!... ¡COÑO!

  • ¿¡QUÉ!? – preguntaba sorprendido.

  • ¿¡DESDE NOSOTROS NO HACES NADA!?

  • Ahhh... ehhh... – Migue miraba a todos lados tratando de recordar – No.

  • Coño.

  • Pfff... siempre recuerdo ese día.

  • Y yo, nunca lo olvidaré.

  • Eras un niño bastante pila... jajaja.

  • Jajajaja.

  • Sabias más de sexo de lo que yo sabía cuando tenía esa edad.

  • Bueno, los tiempos cambian.

  • Espero que mi Joe no aprenda tan rápido de sexo... no quiero que haga locuras, por lo menos hasta los 18 jajaja.

  • Yo también. Descuida, le enseñaremos y seremos muy responsables – dije con una mirada muy ilusionada.

Nos quedamos callados de nuevo divagando en nuestras mentes, recuerdo en como inocentemente entre a ese cuartico, Miguel se había desnudado mostrándome su gran paquete encerrado en sus bóxers caminando al baño y luego después de mucho hablar contándome sobre su primera vez y al jugar a la play nos excitamos, vimos una porno y empezó la acción con una paja individual... nos desnudamos, me monté encima de él con algo de miedo y toque su enorme pene, luego ambos nos masturbamos y Migue me convenció de hacer algo nuevo, fue muy rico cuando su lengua acariciaba mi ano mientras yo chupaba su pene... cuando iba a acabar se masturbó rápidamente frente a mí y chorros de leche caliente caían por todo mi pecho y rostro logrando después mi final feliz.

Después de ese recuerdo estaba sudando, y estaba muy rojo, miré a Migue y mi sorpresa era que estaba igual que yo, se pasaba la mano por su frente tratando de secar el sudor, nos miramos de nuevo sonriendo y luego apartamos la mirada para quedarnos en silencio.

Pasados unos 5 minutos Migue se acerca hasta mi para luego tomarme del rostro con una mano y mirarme de forma penetrante. Iba a preguntar qué le sucedía pero un beso hizo que olvidara esa pregunta y esos pensamientos concentrándome en el presente y su deliciosa boca besándome teniendo un suave sabor a ron y no me importaba, esa lengua, no... Todo su cuerpo merecía mi completa atención.

  • Para quitar el pesado ambiente.

Y era perfecto haciéndolo, algo estaba cambiando, las barreras caían completamente y solo existíamos nosotros dos en ese apartamento y Miguel quiso afirmarlo con una sola frase.

  • Este será mi último desliz... antes de serle completamente fiel a ella.

  • Ok...

---*---

Nos levantamos del sillón y Migue me guió a su habitación, cuando entramos me di cuenta que todo, absolutamente todo era de color blanco y tonos crema. Las paredes blancas completamente desvestidas, el piso con cerámica blanca, puertas dobles color crema donde estaba el closet, una ventana completa hasta el piso, pero estaba cubierta por una cortina del mismo color de las puertas donde nadie podría espiarnos... y la cama matrimonial, donde Miguel y Dayana compartían solamente el amor por su hijo, ese día cambiaria su significado... ahora sería donde Migue y yo nos entregaríamos a nuestro amor.

Migue me detuvo frente a su cama y nos miramos con afecto, comenzó por quitarme la chemise azul del colegio y lanzarla en el piso, yo hice lo mismo con su chemise gris apreciando su pecho, con unos pectorales algo grandes con sus pezones marroncitos en punta, no tenía un abdomen definido y una franja de vello iba desde el ombligo hasta perderse por el elástico del sus bóxers. Con algo de dificultad nos quitamos los zapatos mirándonos como tontos y dejándolos por todas las esquinas del cuarto de forma desordenada.

Lo siguiente fue sentir las manos de Migue por mis hombros, bajando por mi pecho y llegando hasta mi cintura donde con algo de picardía en su mirada desabrocho el botón de mi pantalón y bajo el cierre, la gravedad hizo su efecto y mis pantalones cayeron...

  • Sigues tú... tú lo dijiste... cuando hombre se quita los pantalones – le dije mientras colocaba las manos en su paquete...

  • El otro también debe quitárselo... Lo sé.

Migue rápidamente se quito el jean y lo aparto con sus pies lejos de la cama, allí de nuevo nos miramos sonriendo, era una sonrisa un tanto nerviosa por lo que íbamos a hacer pase la mirada por todo su cuerpo y me detuve justamente en su paquete donde podía ver su verga un tanto dura, Miguel hizo lo mismo conmigo dándose cuenta que yo estaba peor que él teniendo una erección completa y mis bóxers color blanco ya estaban manchados de liquido pre seminal, al ser un adolescente de 14 años mis hormonas estaban a todo dar y mi corazón palpitaba sin cesar no podía borrar la sonrisa que tenía en el rostro y lo mismo pasaba con el hombre que tenia frente de mí.

Dando un gran suspiro se bajo el bóxer azul claro y se quito las medias quedando completamente desnudo frente a mí, yo mordiendo mis labios de la emoción hice lo mismo haciendo mis prendas volar por la habitación, la persona que viera la escena imaginaria que ladrones pasaron por la habitación desordenando todo, pero no era así, eran dos jóvenes desnudos mirando y apreciando sus cuerpos, Migue tendió su mano y me acercó a él abrazándonos para sentir nuestros cuerpos calientes, la verga de Miguel ya estaba a su máximo esplendor presionando mi abdomen y lo mismo hacia la mía, nos separamos un poco para vernos mejor.

  • Da una vuelta...

  • ¿Cómo? – le pregunté no entendiendo.

  • Que des una vuelta... quiero verte.

  • Jajaja... ok.

Fue un simple paso de baile donde Miguel me giraba y apreciaba mi cuerpo cuando di la vuelta jamás olvidare la mirada que tenia, era una fusión de sorpresa, excitación, picardía y alegría.

  • Hermoso...

  • Jajaja – ese típico cosquilleo lo comenzaba a sentir en todo mi cuerpo.

Vuelvo a lanzarme a sus brazos y abrazarlo por el cuello sintiendo como él correspondía el abrazo de la misma forma acariciando mi espalda llegando hasta mis nalgas.

  • Te quiero mi Andrew.

  • Y yo también te quiero Migue.

De nuevo un beso intenso no podía separarnos era genial sentir esto de nuevo... Miguel y yo juntos, era regresar en el tiempo a ese taller, un poco más jóvenes y con la emoción de probar algo nuevo, experimentar... pero ahora ya habíamos experimentado y nos había gustado, su lengua no podía detenerse y esa extraña vibración que hacía era para morirse, trate de intentarlo un par de veces pero sin tener éxito acompañadas de un par de sonrisas de burla de Migue, de igual forma yo me esforzaba por complacerlo y lo lograba satisfactoriamente, nos recostamos en la cama comenzando un poco más calmados a explorar nuestros cuerpos, ya sea con nuestras manos o con nuestros labios unas manos traviesas iban a nuestros penes completamente duros y los apretaban dando unos masajes bruscos logrando un par de gemidos para luego bajar la tensión y terminando con una suave paja por parte de ambos, me llena de excitación al recordar ese momento claramente donde unas gotas blancas salían del glande de Migue y mi propia verga estaba de un tono rosa oscuro por la paja.

Besos, mordidas, caricias era lo que le hacía al cuerpo de Migue que estaba recostado en la cama hasta llegar a mi preciado tesoro... el duro falo de ese hombre al que quería... grande, grueso... había crecido un poco desde la última vez que lo había visto, de unos 18 o 19 cm con algunas venas marcadas y la cabeza completamente descubierta con las mismas gotas de semen escurriendo, tenía algo de vello alrededor pero no me importaba en lo más mínimo, las bolas eran también igual de grandes y colgaban algo separadas, no podía explicarlo, simplemente era perfecto todo un conjunto bello, me acerque lentamente a su glande mirándolo de forma golosa, luego mire su rostro preguntando si podía probar su delicioso ser, él simplemente con una sonrisa me dio el permiso que necesitaba, pase mi lengua por el glande tomando la esencia de Migue, amarga y un poco salada, pero a pesar de todo me encantaba y quería más, pase mi lengua por todo el tronco hasta la punta, solo un par de lamidas para luego meterme a la cabeza, solo la cabeza un par de veces y hacer que mi hombre se revolviera debajo de mí.

Sus manos se posaban en mi espalda y mi cabeza dándole un poco de control a la mamada, luego de unos segundos Miguel no aguantó y trato de que me comiera todo su pene, como yo deseaba desde un principio lentamente fui descendiendo y tragándome lo que podía hasta llegar a un límite cerrando mis ojos por el esfuerzo, las manos de Miguel me presionaban y con un poco más de fuerza me enterró todo su pene haciendo que mi nariz se hundiera en sus vellos... fueron unos segundos donde sentía todo ese falo caliente en mi interior mientras Miguel gemía bastante fuerte y después de haberme presionado, Migue me halaba del cabello para separarme completamente.

  • ¡AHHH QUE RICO!... ¡Qué boquita tienes!

Yo trataba de respirar un poco agitado y sonreírle un poco... esperamos unos segundos y armándome de valor hice lo mismo, primero lamiendo todo el tronco desde la base hasta llegar a la cabeza para luego meterme todo su pene de nuevo, miraba a Migue con placer y deseo mientras él me respondía la mirada de la misma manera. Una de mis manos sostenía su pene mientras la otra la tenía en todo su corazón sintiendo como palpitaba, a medida de que resistía por más tiempo su pene dentro de mi boca más rápido mamaba y chupaba hasta que Miguel haló de mi cabello alejándome de mi manjar.

  • Espera coño... que me vas a hacer acabar...

  • Perdón... jajaja es que estaba muy rico...  – le respondí un tanto emocionado.

  • Ahhh ¿Sí? Déjame probar...

Me acerque a él para pasar un poco de líquido que había chupado de su pene mientras lo hacia sus manos no dejaban de acariciar mis nalgas y un dedo un tanto juguetón no dejaba de tantear mi entrada haciendo que diera unos pequeños saltos nerviosos.

  • Quiero probar algo mas panita... déjame hacerlo, quiero recordar... voltéate.

  • Mmm – gemía mientras sentía sus besos por mi cuello – ok...

Me puse en cuatro entregándome a Miguel completamente, él estaba debajo de mi apoyándose en sus hombros, sabía lo que él quería probar y con gusto se lo daba, no tenía problemas en hacerlo y luego de sostener mi pene le dio un par de lamidas masturbándome un poco, yo gemía mientras me entregaba más a ese hombre, yo sabía que Migue si quería darme una mamada pero lo más importante para él era mi culo así que luego de unos segundos separo mis nalgas con sus manos revelando mi ano rosado, Migue balbuceo algunas palabras y paso su lengua, fue una corriente eléctrica por toda la columna llegando hasta mi cuello y haciendo que un grito agudo para nada varonil saliera de mi boca.

  • ¡AHHH!

  • Jajaja ¿Qué pasa mi panita? – dijo deteniéndose.

  • Nada... nada... sigue, vuélvelo a hacer.

  • Como pidas.

Dio un par de lamidas para luego hundir su rostro y gemir en mi culo, su lengua punzaba mi entrada queriendo entrar y un par de veces me escupía volviendo a su tarea besando mi entrada, uno de sus dedos entro en acción logrando que de nuevo esas corrientes eléctricas revolvieran mi cuerpo, baje la cabeza y me di cuenta que una hermosa verga esperaba pacientemente una de mis mamadas así que me acerque y la introduje en mi boca haciendo que Miguel gimiera de nuevo en mi interior.

El beso negro que me daba era lo más delicioso que había recibido en la vida y esperaba aunque él se negara, que sucediera de nuevo... mas veces si se podía, pero por ahora tenía que conformarme con lo que tenía y era a ese hombre complaciéndome y dándome placer y yo debía corresponderle de la misma forma.

No entendía cómo era posible que Miguel hiciera tantas cosas al mismo tiempo, penetrándome con su lengua y un dedo rozando mi entrada varias veces mientras que su otra mano no dejaba de moverse entre mi espalda, mis nalgas – con suaves nalgadas incluidas – y llegar a mi pene para poder pajearme. El dedo que rozaba mi ano por fin decidió entrar lentamente hasta estar adentro, me quede quieto unos segundos tratando de acostumbrarme y dando un par de lamidas a su glande, cuando volví al ritmo que tenía introduciéndome su duro pene hasta la garganta, Miguel supo que podía seguir así que con lentos movimientos de penetración y movimientos circulares me preparaba para lo que seguía y era un segundo dedo, lubricado con su propia saliva que fue entrando para acompañar al primero.

  • Ahhh... ¡AHHH!

  • Shhh... shhh... Andrew descuida, se lo que hago – los intentos de calmarme no eran muy buenos ya que no podía aguantar mucho.

  • Ahhh... espera... no... no te muevas Migue... ¡GOD!

  • Jajajaja... descuida, mmm que delicia, que rico aprietas panita.

  • ¡Que no muevas los dedos coño! – le grite.

  • Jajaja... Andrew... eres tú el que te mueves, relájate...

Y era cierto... hasta ese momento no me di cuenta que era yo el que hacia esos movimientos tratando de acercarme o alejarme de Migue.

  • ¿Ya?

  • Mmm no... – en verdad sentía una extraña molestia – perdón...

  • Descuida.

Migue saco sus dedos lentamente y fue sustituido por la lengua experta que ahora entraba más profundo y fue escupiendo para dejar mi entrada bien húmeda, unos minutos más tarde Miguel se levanto de la cama dejándome en la misma posición mientras el caminaba alrededor de la cama con su verga erecta mirando hacia el cielo bailando un poco.

  • Qué hermoso te ves.

  • Mmm... gracias – le dije algo apenado.

  • En serio...

  • ...

  • Quiero hacer algo... algo que debimos haber hecho desde hace mucho tiempo – dijo acercándose a mí y sentándose en la cama – quiero penetrarte... quiero que hagamos el amor.

  • ... Miguel – termine por decir arrodillándome en la cama sorprendido.

  • ¿Quieres que hagamos el amor? Tú y yo...

  • ... Tú y yo.

  • Aja – me respondió dándome un pequeño beso – déjame hacerte mío.

Trague en seco. Era algo que quería desde que me había ido de ese taller y ahora, esa noche se cumplía por un momento no supe por qué no hablaba, por qué coño no le decía que sí, mi corazón palpitaba demasiado rápido, mis oídos se taparon por una extraña presión, vi que mi pene perdía un poco la erección, pero yo sabía la respuesta a lo que queríamos y era un sí, no había más duda, nunca la hubo, solo era un estúpido nerviosismo de perder la virginidad... y la perdería con alguien a quien amaba.

  • Sí...

---*---

Nos recostamos de nuevo en la cama con una mirada algo indescifrable, mi cuerpo temblaba por lo que iba a pasar.

  • ¿Estás bien? – me pregunto muy suavemente.

Su cuerpo estaba encima de mí sintiendo su dureza y sus manos acariciando mi pecho trataban de tranquilizarme un poco. Yo trataba de pensar que era lo correcto, que no importaba la edad ni que Miguel tuviera un hijo y una mujer, era correcto nuestro amor.

  • Sí... pero estoy muy nervioso.

  • Descuida, mírame Andrew – me pidió con su mano en mi barbilla – soy yo, no te voy a hacer daño.

  • Ok...

Él sabía que mi nerviosismo era por lo que íbamos a hacer, perder la virginidad no era algo que se hacía a la ligera pero trataba de hacer que me sintiera cómodo. Sus besos y mantenerme cerca de él con sus brazos me hacía sentirme protegido y al mismo tiempo yo no podía soltarlo, ni con mis brazos ni mis piernas. Con algo de dificultad bajo lentamente hasta llegar a mi entrepierna y comenzar a chupar mi pene que estaba un poco flácido, la excitación hacía que mi verga de nuevo comenzara a ponerse bien dura dentro de su boca, al ser más pequeña que la de él entraba completamente sin dificultad logrando que gimiera bastante alto, estaba a punto de acabar haciendo que mi pene palpitara dentro de su boca, hasta que se lo saco rápidamente con una tremenda chupada y apretando la base con su mano, detuvo la leche que estuvo a punto de salir.

  • No no... no... no vas a acabar aún mi vida.

  • Ayyy... ahhh... ayyy que rico... – le dije respirando agitado.

  • Ya ya... shhh... ábreme un poquito más las piernas – hice lo que me pedía mecánicamente mientras sentía como me recuperaba de mi casi orgasmo – así... que rico, voy a probarte de nuevo.

Se lanzó a mi ano acariciando mi entrada con su lengua y sus dedos, se detuvo unos segundos para buscar algo en la cama y rápidamente tomó una de sus almohadas colocándola debajo de mis caderas para elevarlas un poco y de nuevo siguió con su faena humedeciendo mi ano y tratando de meter sus dedos, lo hacía tan bien que ya casi ni sentía el primer dedo que aumentaba sus movimientos circulares dentro de mí.

  • Voy por el segundo...

  • Ok...

  • Relájate y aguanta...

  • Aja... – le dije no muy seguro.

  • Vamos – se acerco a darme otro beso rápido – confía en mí.

Solo pude asentir, después Miguel escupió para dar un poco mas de lubricación y trato de nuevo de meter un segundo dedo por mi culo, la presión se sentía diferente, me estaba abriendo y de nuevo esa incomodidad estaba por todo mi cuerpo, apretaba mis dientes al momento en que sentí ambos dedos en mi interior...

  • Resiste... tengo que prepararte, si no te hare mucho daño si decido penetrarte ahora.

  • E-entiendo ahhh... – gemía – Ufff ay ayyy ay...

  • Aprietas bastante... mmm – me decía mordiendo sus labios mientras me miraba – te ves demasiado bien Andrew.

  • Jajajajajaja... ay ayyy... no puedo... no puedo.

  • Sí, si puedes, resiste...

  • Ayyy por fa... mas-mastúrbame... por fa – le pedía a gritos.

  • Como pidas, mi vida.

Mi cuerpo no dejaba de revolverse, no podía aguantar tanto placer no estaba preparado para seguir con esto pero los simples toques de Miguel, su sonrisa y su mirada penetrante me impulsaba a continuar, a pasar por eso juntos y si se podía... intentar pasar el resto de nuestra vida juntos.

Las manos de Miguel eran muy profesionales en sus toques, pajeándome y tanteando mi entrada hasta que finalmente fue sacando sus dedos y mirándolo quedando satisfecho.

  • Jajaja... mi Andrew... estas abierto... muy abierto.

  • Jajaja... ehhh bueno.

  • ¿Quieres seguir? – me preguntó rápidamente.

  • Sí... si quiero... – hice una pausa hasta que dije lo primero que me pasó por la mente – hazme tuyo.

  • Siempre lo he querido.

Miguel se acostó completamente para besarme un poco más quedando completamente relajado y sintiendo una gran punta en mi entrada, cerré mis ojos esperando la presión pero no sucedió, si no que Miguel se separo de mí arrodillándose en la cama y mirándome.

  • ¿Qué pasa? – le pregunté.

  • Mmm... – suspiró pensando – no debería hacerlo.

  • ¿¡Cómo!? – exclame empezando a molestarme.

  • No no... mi vida, no entiendes... no debo hacerlo de esta forma.

  • Mmm no entiendo.

  • Jajaja... mírame la verga.

Enfoque mi vista en su hermosa y grande verga no entendiendo a que se refería, ni siquiera sabía cómo ese falo me iba a entrar en el culo. Al estar callado y mirándolo Miguel sabía que no entendía para nada lo que pasaba.

  • Mi verga no está lubricada... – terminó por aclarar – así te hare demasiado daño.

  • Ahhh... bueno, ¿te la chupo?

  • No no... no va a ser necesario – dijo levantándose y buscando algo en su closet – se me había olvidado que tenia esto.

  • ¿Qué es? – vi que me mostraba un potecito.

  • Un frasquito con lubricante... lo tenía escondido para emergencias – me dijo con una sonrisa cómplice – con esto será todo más fácil.

  • Qué bien – termine por decir regresando a mi posición y abriendo las piernas.

  • Ok. Comencemos.

Abrió rápido el frasquito y echó una buena cantidad en su pene friccionándolo un poco para dejarlo bien brillante. Después de mirarme, volvió a echar un poco más en su mano y pasarla por mi culo humedeciéndolo todo. Pasó su pene por mis nalgas acariciándolas y luego terminar en mi entrada, no se colocó un preservativo... no era necesario, él no había hecho nada desde Dayana y yo era virgen... no podía quedar embarazado y simplemente no era relevante... era nuestra primera vez. Así que luego de presionar un par de veces y yo apretar mis dientes se detuvo.

  • Hago esto porque es correcto... y porque te quiero...

  • Lo sé Migue...

Miguel me abrió un poco más las piernas y presiono en mi entrada, la primera vez fue el dolor más grande que he podido recibir en la vida, su verga se clavaba en mi interior sin detenerse ni retroceder, fue bastante lento pero de igual forma ambos sufríamos un poco y se veía reflejado en nuestros gemidos.

  • ¡AHHH! ¡AHHH! ¡MIGUEL!

  • ... MMM COÑO... AHHH... QUE COÑO... MMM QUE APRETADO ESTAS ¡NO JODA!

  • ¡MIGUE PARA!... ¡PARA!

  • Uff... Ufff... perdón – dijo deteniendo la penetración un poco – mi vida... shhh no grites tanto, los vecinos pueden escuchar...

  • Perdón... Ufff ahhh... dios... me duele...

  • Ya... ya va por la mitad... la cabeza ya entro – me dijo con una sonrisa y una capa de sudor por todo su cuerpo.

  • ¿¡LA MITAD!?... mierda – termine suspirando.

  • Resiste... lo mejor llegará... relájate... piensa en mí, en nosotros – sentía como su mano pasaba por todo mi cuerpo consolándome un poco.

Nos quedamos en silencio en la misma posición, yo tratando de relajarme y Miguel tratando de no acabar tan pronto.

  • ¿Ya estas mejor?

  • No... pero sigue... quiero que me la metas completa...

  • Ufff... descuida que voy a hacerlo un poco más lento.

Y así fue... continuó metiéndomelo más lento... casi no sentía los movimientos, solo un fuerte ardor y era su dura verga en mi interior, pero todo cambio cuando Migue se detuvo mirándome extrañado, no entendía por qué lo hacía hasta que sentía que su verga no entraba mas... ¿había llegado al límite?... ¿era tan larga su verga que no me iba a entrar completa?... eran las preguntas que pasaban por mi mente. No pude contestarlas porque una fuerte estocada de Miguel me hizo gritar y casi perder el sentido, Miguel me había clavado su verga finalmente, ahora sentía obviamente un gran dolor y sus bocas completamente pegadas a mi cuerpo.

  • ¡¡¡AHHH!!! ¡¡¡Sí!!!... – gemía Miguel.

  • ¡MALDITO!... ¡AHHH!... me duele... ¡me duele coño!... ¡ERES UN BRUTO!

  • Perdón... con esa barrera no había otra forma de romperla... perdóname... – me dijo suspirando feliz.

  • Carajo Miguel – seguía insultándolo sin poder escucharlo.

  • Ya... ya... shhh... mira, ya estamos unidos... ya estoy dentro de ti mi vida.

  • Dios...

Miguel se recostó y yo lo abracé bastante fuerte, le di un puñetazo en la espalda por haberme hecho ese daño a lo cual él lo único que pudo hacer fue sonreír...

  • Jajaja... perdóname.

  • Ya... dios mío... lo hicimos...

  • Jajaja...

  • Migue no te muevas... o juro que te mato...

  • Descuida... cuando estés listo, tú te vas a mover.

Nos dimos unos cuantos besos para tratar de olvidar el dolor – lo cual era casi imposible – después de unos minutos de caricias y algunas palabras de aliento comencé a moverme un poco con un suave vaivén, sentía unas extrañas ganas de ir al baño pero no le dije nada a Migue, él al ver mis movimientos comenzó a sonreírme y el mismo a empezar a cogerme de una manera suave... con cada estocada sentía como una corriente iba desde mi culo a todo mi cuerpo.

  • Mmm... me encanta tu cara de placer.

  • Ayyy... que... rico... en verdad – le decía con cada embestida –... es muy rico.

  • Siii... sí... delicioso... ahhh... que rico aprietas mi vida...

  • Ahhh ahhh – gemía.

  • Como extrañaba esto – decía a la nada.

Sus bolas pegaban en mis nalgas haciendo que un curioso sonido se escuchara en la habitación sumado a los gemidos de ambos. Era increíble el aguante que tenía Miguel... seguramente yo no habría durado ni 5 minutos dentro de su culo, pero ya llevábamos una hora haciendo el amor, Miguel era todo un macho en la cama.

  • ¿Quieres hacerlo tú? – me pregunto deteniendo sus embestidas.

  • ¿Cómo?... yo... ¿cogerte?

  • ... Mmm no me refería a eso...

Lentamente fue sacando su pene hasta que por fin estuvo afuera seguido de un sonido de succión... una corriente fría entraba en mi interior sintiéndome bastante incomodo al estar sin Miguel, me levante sentándome en la cama sintiendo una dolorosa punzada mientras veía como Migue se acostaba, cambiado las posiciones...

  • Siéntate aquí – me dijo de forma perversa blandiendo su verga y mordiéndose los labios.

  • Ahhh... jajaja... mmm ok ok.

Me acomode bastante lento – tenía las piernas entumecidas – y yo solo trate de apuntar su verga en mi entrada pero no pude.

  • No puedo...

  • Déjame a mí.

Luego de un par de besos me levante un poco y con la ayuda de Miguel de forma certera me fui sentando poco a poco comenzando a  sentir de nuevo esa molestia, pero ya me había acostumbrado, todo iba bien hasta la “segunda barrera” y la penetración se detuvo.

  • ¿Lo sientes? – me preguntó en voz baja.

  • Sí...

  • Tienes que darte un sentón jajaja... bien duro.

  • Migue... me va a doler.

  • Mmm pero si no lo haces no va a entrar...

Ya estaba en una posición más o menos incomoda acuclillado y apoyado en su pecho, Migue tenía razón, al sentarme su verga invadiría mi interior y podría sentirlo completamente, maldiciéndome una y mil veces me impulse levantándome y me di un sentón terminando de pasar la barrera y sintiendo la base de su pene y sus bolas en mi culo.

  • ¡¡¡AHHH COÑO!!! ¡COÑO, COÑO, COÑO! – gritaba.

  • ¡¡¡SIII!!! ¡QUE RICO!

  • ¡Miguel!

  • Jajaja... ¡Andrew!... vuélvelo a hacer... por favor... hazlo – me suplicaba pasando sus manos desde mi pecho hasta llegar a mi culo – anda... yo te ayudo.

  • Carajo... lo que hago por ti...

  • Jajajaja.

Con su ayuda sostenía mi culo con sus fuertes manos y me impulsaba a levantarme unos centímetros y bajar dando otro sentón, con cada estocada su verga tocaba ese punto oculto que nos causa el mayor placer... Me estaba cogiendo a Miguel a mi antojo, era una cogida lenta pero segura y no podía detenerme, tenía una gruesa capa de sudor en todo mi cuerpo y toda la habitación olía a sexo, Miguel tenía sus músculos completamente tensados y su cara era de placer, en ese instante entendía porque me lo había dicho y me sentía en la gloria de ser el causante de ese placer en Migue, había aumentado el ritmo sin importarme el dolor ya que había cruzado esa franja y sentía mucho, demasiado placer, mi pene jamás había estado tan erecto como en ese momento y me encantaba mirarlo con la cabeza rosácea llegando a un leve tono morado y soltando liquido pre seminal sin detenerse... ya estaba cerca, mi piel se erizaba, apretaba el pecho de Migue con mis manos y él de igual forma no soltaba mis caderas con sus manos a no ser que me diera unas fuertes nalgadas, los gemidos – gritos – no podían parar... era el clímax, mi orgasmo estaba cerca, trataba de tocar mi verga para poder masturbarme pero me era imposible, solo hacia movimientos mecánicos de vaivén sentado encima de Migue.

Lo miraba, lo quería, no, lo amaba... amaba a Miguel más que nunca en ese momento y yo sabía que él pensaba lo mismo ya que no paraba de mirarme a cada segundo con sus ojos verde brillantes, su cuerpo moreno lleno de sudor y excitación. Sus caderas empezaron a dar encuentro a mis sentones recibiendo más latigazos eléctricos en mi interior y luego, sin tocarme fui acabando con unos gritos que salían de mi boca, uno, dos, tres disparos de leche cayeron en el pecho y rostro de Miguel sentándome completamente y apretando mi culo dejando su verga sin escapar pero en ese momento no fui el único en terminar... mis contracciones hicieron que Migue terminara dentro de mí, con su verga palpitando y algo caliente, muy caliente llenándome por dentro acompañados de unos gritos bestiales de ese macho que estaba debajo de mí.

  • ¡SIII!... ¡SI!, ¡SI!, ¡SI!... ¡OH, SI! – gemía sin parar.

  • ¡AHHH!... ¡MIGUE!

Me había recostado completamente mientras sentía su abrazo sumado a nuestras respiraciones bastante agitadas... su corazón no bajaba su alterado palpitar imaginando que yo estaba en el mismo estado.

  • ¡Ohhh!... Andrew... Andrew... Te Amo – me dijo suavemente.

  • Yo también Te Amo Miguel.

Después de eso... mi cansancio me había hecho colapsar, intercambiar esas palabras de amor había sido el perfecto final feliz que necesitábamos, amaba a Miguel y él me amaba a mí... y eso jamás iba a cambiar.

---*---

Te amo... te amo... te amo...

- Te amo Miguel...

- Te amo Andrew...

- ... Soy muy feliz.

- ... Y yo también.

Pero...

---*---

El zumbido era demasiado molesto y su cuerpo se movía demasiado, un movimiento brusco hizo que rodara en la cama apartándome de él y cayendo en el suave colchón.

  • Coño coño...

  • Mi... ¿Miguel?

  • Aló... ¿Aló?... aja... mierda, la hora... discúlpame, lo sé lo sé... no me di cuenta... nos hemos quedado dormidos... sí, ya sé que es tarde, pero él está bien, no te preocupes.

Cuando entendí lo que pasaba abrí los ojos y la luz de la habitación me dejo ciego por unos minutos, Miguel hablaba por teléfono con alguien, cuando vi el reloj supe quien era, ya iban a ser las 10:00 pm y seguramente Mathew llamaba preguntando donde estaba, se suponía que iría a casa después de que ellos habían hablado por teléfono en la tarde.

  • Sí, Mathew... yo ya sé lo tarde que es... ¿Andrew? – preguntó mirándome de repente – no, sigue dormido... escucha lo mejor será que siga aquí en mi casa... en la noche no es seguro salir, tú me entiendes... aja, discúlpame, sé que la cague, mala mía... gracias por entender... mañana cuando Andrew despierte lo llevaré, lo juro. De acuerdo, ¡Chao! – y finalizo la llamada.

  • ¿Estaba muy molesto?

  • Nooo... que va, estaba muy preocupado... tengo 4 llamadas perdidas, él creía que nos había pasado algo en el camino.

  • Ya...

  • Cuando le dije que dormíamos, el suspiro que dio casi  lo escucho sin el celular.

  • Jajajaja... él siempre se preocupa por mí – le dije recordando.

  • Eso me alegra bastante.

  • Sin él estaría perdido.

  • Mi Andrew... – dijo acostándose de nuevo en la cama para besarme.

A pesar de lo que habíamos hecho, algo dentro de mí había cambiado... Miguel había dicho que me amaba era un amor sincero que yo correspondía completamente, pero... había algo que no me seguía cuadrando, y era la imagen de esa mujer junto a un niño en brazos y también la figura de un chamo que aparecían junto a nosotros arruinando la pintura, regresándonos a la realidad... no quería mencionar nada aún y seguramente Miguel tampoco quería, estando acostados acariciaba mi cuerpo y me miraba bastante ilusionado... yo no quería romper esa ilusión... yo no quería despertar aún, quería mas.

  • Quiero hacerlo...

  • ¿Qué cosa? – me preguntó con una sonrisa.

  • El amor...

  • ¿En serio?... ¿Te gustó?

  • Claro tonto... ¿Tú no quieres? – le respondí acercándome.

  • No sé... es que... mmm... estas muy sensible.

  • Quiero hacerlo, quiero complacerte, ¿no quieres hacerlo?

  • Claro... pero me preocupo por ti – me beso.

  • Y yo por ti, vamos hacerlo.

  • Mmm ¿se...? – no lo dejé continuar... tome su pene y sus enormes bolas para apretarlas y que comenzara a gemir – ahhh... Andrew.

  • ... Hazme tuyo – le pedí acostándome boca abajo.

  • De acuerdo... dale, tenemos toda la noche.

Siento su peso completamente, asfixiándome un poco pero me encantaba sentir de nuevo su calor, su pene comenzaba a despertar con suaves movimientos de sus caderas, sus besos en mi cuello y sus manos acariciando mis brazos eran una combinación perfecta, fue bajando lentamente hasta llegar a mi culo lo abrió con sus manos e introdujo su lengua de nuevo en mi interior.

  • Mmm mi vida... que delicia... aún tienes mi lechita jajaja...

  • Jajaja...

  • ¿Seguro que quieres?

  • Cógeme Migue... ¡Ya!

  • Ayyy... estas muy mandón.

  • Es que quiero ser tuyo.

  • Lo serás...

Luego de un par de lamidas y dejarme completamente húmedo Miguel volvió a la misma posición de antes y sentí su verga dura. Esperando la punzada que fue lenta, pero certera, muy directa... Miguel todo un macho introdujo su pene en mi interior... el dolor fue terrible pero lo aguanté sin decir ni una palabra – o grito – apretando mis labios, cuando estuvo completamente dentro, su gemido en mi oído me excitó demasiado. Le pedí que esperara un poco en voz baja pero a los pocos minutos no me escucho, comenzó con sus suaves y deliciosas embestidas, los gemidos y el calor de nuestros cuerpos hacía que mi pene atrapado entre las sabanas derramara líquido pre seminal. Miguel elevó mis caderas y terminamos en cuatro patas aumentando el ritmo de la cogida.

  • Ahhh si... si...

  • ¡Ohhh Miguel! ¡Miguel!

  • Ahhh... ¿e-estas b-bien? – preguntaba con cada embestida.

  • Si... muy, muy bien, coño sigue ahhh.

  • Jajajaja Ufff.

A cada segundo era tan fuerte la cogida que mis rodillas no soportaron su fuerza y termine de nuevo acostado, su sudor caía en mi espalda y sus gemidos no dejaban de escucharse... ese era mi trabajo, complacer a Miguel... si esa mujer no le daba lo que necesitaba yo podría hacerlo... por lo menos esta noche.

Su pene era tan certero que lograba llegar a ese punto tan especial que tenía en mi cuerpo mandando una corriente eléctrica perfecta que también me hacia gritar su nombre de pasión. Después de embestidas rápidas hacia una pausa y lo sacaba casi completamente para volver a hundirse un par de veces regresando al rápido ritmo inicial, lo seguía pensando, era todo un macho en la cama.

  • ¡Migue!

  • Eres un putito... un tremendo putito... ahhh que rico.

  • Sí Migue... y tú eres un macho... sigue... dame, dame.

Un latigazo de placer comenzaba en mis bolas y luego de unos segundos me revolvía debajo del cuerpo de ese hombre llegando al orgasmo llenando las sabanas con mi semen.

  • Ohhh sí... mi vida acaba...

  • Ayyy Migue... ¡Migue! – las contracciones en mi culo apresaban su verga con mucha fuerza.

  • Que rico... ahhh ahhh – su pene comenzaba a palpitar también – ahhh me vengo, ¡me vengo!

De nuevo esa cálida sensación... Migue acababa en mi interior impregnándome con su rica leche, después de sus últimas sacudidas se recostó de nuevo... con su cuerpo empapado y sus ricos besos en mi cuello, no podía concentrarme en la realidad, vivíamos en un sueño, en nuestra vida soñada.

  • Cuanto te amo Andrew...

  • Y yo a ti Migue... mi Migue...

  • Jajaja... Ufff espero no haberte embarazado.

  • ... Jajajaja. Que idiota – termine por decir.

  • Es que te suelto mucha lechita.

  • Y esta muy caliente y rica – corroboré con una sonrisa.

  • Mi vida... te deje mal... – me dijo haciéndome pensar que ya había escuchado esas palabras en algún momento.

  • No puedo más.

  • Ni yo.

Saco su pene con lentitud de mi interior, suspirando ambos y acostándose boca arriba, para que luego con mucha fuerza me arrastrara a sus brazos y me recostara en su pecho.

  • Ayyy Migue... podríamos estar así... – y detuve mis palabras.

  • ¿Para siempre? – preguntó suponiendo la respuesta.

  • ... aja.

Se quedó en silencio unos segundos para suspirar bastante fuerte.

  • No pensemos en eso... esta noche es nuestra... Solo nuestra – afirmó.

Comenzamos a bostezar por el cansancio y Miguel nos cubrió con una sabana un tanto mojada con nuestras esencias, pero no nos importó, ni mucho menos el aroma penetrante a sexo de la habitación.

  • Quiero dormir un poco – le dije.

  • El sexo cansa jajajaja... vamos a dormir.

  • ¿Sabes que falta?

  • ¿Un cigarro? – respondió con otra pregunta.

  • Jajaja sí.

  • Nooo, ya no fumo por mi bebito... pero... ¿Tu fumas?

  • Claro que no...

  • Qué bueno, fumar es malo jajajaja.

Unos suaves besos explorando nuestras conocidas bocas hacían que nuestro estado de pasividad fuera más confortable, no podíamos pedir nada mejor... nuestra vida – por lo menos esa noche – no podía mejorar, comenzando nuestro sueño con un “Te Amo” susurrado al aire.

---*---

No quería despertar pero algo, una sensación hizo que abriera mis ojos, era la oscuridad, vi el reloj de la mesita de noche y eran cercano a las 6:30 am... habíamos dormido lo suficiente, pero Miguel seguía en la novena nube, pero lo que no seguía dormido era su entrepierna ya que con un poco de risa me di cuenta que estaba montada una tremenda carpa de circo con nuestras sabanas. Era increíble la enorme pasividad que había en el rostro de Migue, pero la otra cabeza estaba más que despierta y al ver eso yo me desperté completamente, las hormonas adolescentes hicieron efecto en mí arrastrándome lentamente debajo de las sabanas y muy silencioso llegue al mástil que se elevaba, lo olfateé un poco, tenía un aroma bastante fuerte que me llegó a la nariz pero por alguna razón quede aún mas excitado así que le di una lamida por toda su extensión, tenía ese sabor un poco amargo y muy salado, me concentré en su punto débil... la cabeza del pene estaba completamente húmeda así que comencé una suave paja acariciando sus bolas y comiéndome su cabeza, ya Migue estaba comenzando a despertar y dándose cuenta de mi regalo mañanero, suaves suspiros se escuchaban y aumentaba un poco la paja hasta que sus manos por encima de las sabanas empujaban mi cabeza invitándome a tragarme su verga completamente, cosa que hice sin mucho esfuerzo...

  • Ohhh mi vida...

Sus suspiros me alentaban, me decían que debía continuar así hasta el final, su liquido pre seminal me decía también que ese final tan esperado estaba cerca, succionaba y trataba de enroscar mi lengua a esa verga tan deseada, apretaba los güevos de Miguel con tanta fuerza que movía las piernas de forma descontrolada hasta que finalmente terminó en mi boca con un grito un poco subido de tono para la hora.

  • ¡Ahhh!... ¡AHHH!

Su leche que iba directamente a mi garganta y los espasmos que tenía me confirmaban que le había hecho una excelente mamada, con un poco de lentitud me saque su pene y le di una última chupada, despidiéndome de ese manjar y salí debajo de las sabanas donde Migue me esperaba con una enorme sonrisa.

  • Buenos días.

  • Ven acá, mi vida.

Me saludo con un tremendo beso y metiendo su lengua tratando de buscar algún rastro de su esencia en mi interior. Cuando terminamos se separo de mí riendo feliz.

  • Te la tragaste toda mi vida.

  • Jajaja.

  • Si eres asquerosito... – me dijo en tono juguetón.

  • Ayyy Migue.

  • Me encantas.

Vimos de nuevo la hora y ya iban a ser las 7:00 am así que Miguel decidió que era hora de bañarnos... nos levantamos lentamente y abrió las cortinas un poco y abrió la ventana dejando pasar un poco de luz, me preocupaba que alguien lo viese completamente desnudo ya que nadie merecía verlo... solamente yo. Con un poco de dificultad – por el dolor en mi culo – me levanté también y tomados de manos fuimos al baño.

El baño era bastante simple, las cerámicas del piso y de las paredes era de un tono azul claro, las piezas eran de color blanco y una puerta de vidrio las separaba de la ducha, Migue abrió la llave y una corriente de agua tibia cayó sobre nosotros, fue una ducha bastante lenta acariciando nuestros cuerpos con el jabón, jugando con el shampoo hasta quedar cubiertos de espuma medio abrazados, Miguel me pidió que abriera mis piernas para poder limpiarme completamente, lo hizo con mucho cuidado acariciando mi ano que estaba un poco irritado mientras introducía un dedo en mi interior... ya para ese momento no podía negarme a nada de lo que él me pidiera... sí me hubiese pedido que escapáramos juntos lo hubiera hecho sin pensarlo dos veces... solo importábamos él y yo. Esos tontos pensamientos adolescentes me hicieron mucho daño al pasar de los años...

Cuando terminó me abrazo por la espalda logrando sentirlo completamente, su pene no estaba erecto, no era un momento de excitación era más que todo erótico mientras me acariciaba y me besaba debajo del agua. Como sucede con todos, cuando uno está tomando una ducha siempre piensa en lo que debe hacer... cuál es su agenda del día y yo pensé lo mismo. Lo primero era vestirnos, no podíamos salir a la calle desnudos y abrazados – reía un poco imaginando la escena –, luego de eso bajaríamos al carro de Migue, buscaría mi celular e iríamos a un lugar donde desayunar – moría de hambre y Migue no sabía cocinar ni pasta – y luego... luego nos despediríamos y... terminaría nuestra noche... terminaría “el último desliz” de Miguel antes de que se casara con Dayana... me dejaría en el apartamento de Matty y luego... nada. No sabía que mas hacer después.

Al darme cuenta que la realidad había llegado a nosotros comencé a llorar, de nuevo lloraba sin consuelo, al estar de espaldas a él podía camuflajear mis lágrimas con el agua, Migue tardo un poco en darse cuenta de que lloraba.

  • Mi Andrew... ¿Qué te pasa?

Yo solo seguía llorando hasta que terminé por abrazarlo de nuevo. Hablaba pero él no podía entender mis sollozos, lo miraba y él me respondía de igual manera confundido y triste.

  • Te amo... – le dije rompiendo en llanto.

  • Y yo a ti...

  • No entiendes... no podemos estar juntos... – mientras lo abrazaba de nuevo.

  • Yaaa... shhh ya... ya entiendo.

  • No quiero dejarte... no puedo – y me aferré mas a él.

Justo en ese momento, era demasiado fuerte lo que sentía en mi corazón.

  • Ni yo... pero... mi vida... mírame... – no podía dejar de abrazarlo – mírame.

  • ¿Qué?

  • Lo lamento... en verdad lo lamento... pero no podemos hacer mas nada... yo no puedo hacer mas nada... – hizo una larga pausa donde no dejamos de mirarnos – pero tú si puedes, eres joven, aunque no lo veas eres un chamo aún, tú puedes ser feliz con quien desees... no tiene que ser con ese chico, Luís... puede ser con cualquiera, lo puedes conocer en el colegio... en la universidad, en el trabajo... tú eres joven y puedes lograr ser feliz. Yo trataré de ser feliz con Dayana y mi hijo.

  • Miguel...

  • Tú puedes lograrlo.

  • Te Amo... yo te amo.

  • Y yo a ti... mira... – y cerró la llave de agua – ¿Sabes por qué no te pido que te quedes conmigo?... ¿Qué seamos novios?

  • Mmm no.

  • Por Joel. No voy a dejar a mi hijo... no voy a dejar que se vaya con Dayana... y si tengo que estar con ella para poder tenerlo a mi lado, debo sacrificarme... debo ser responsable, mi padre lo fue conmigo hasta el último momento. Tú eres un chamo inteligente, ¿entiendes a lo que me refiero?

  • ...

  • ¿Verdad?

  • Sí... sí entiendo – le respondía mientras reflexionaba.

  • Yo te amo... pero mi hijo es lo que yo mas amo en este mundo...

Después de sus palabras lo abracé... no quería que estuviera molesto conmigo... Joel no tenía la culpa, nadie la tenia... era el destino, ahora... entendía. Sabía que no podíamos estar juntos, Joel era lo más importante y debía respetar su decisión, no me sentía mal ya que Miguel también me había revelado algo muy importante... y era que podíamos ser felices a nuestra manera. Lo de Luís y yo... aún no estaba seguro, pero, tenía tiempo... tenía 14 años y me faltaba terminar la escuela... comenzar en la universidad, trabajar... había tiempo y el mundo es muy grande. Mi “alma gemela” podría estar aquí en Caracas, en Maturín, en Maracaibo, Táchira... Colombia, México, Argentina... en Estados Unidos, Europa... y podría descubrirlo en cualquier momento.

Después de eso todo fue más sencillo, salimos del baño y buscamos nuestra ropa tirada en la habitación, Miguel había dicho que debía cambiar las sabanas y lavar todo, hasta poner un aromatizante para que nadie sospechara lo que había sucedido – aunque con los gemidos y gritos de la noche, puede ser que los vecinos si se imaginaran muy bien lo que había pasado – cuando ya estuvimos listos, yo con mi uniforme y Miguel que se había puesto un short playero azul y negro con una franela blanca, los mismos zapatos deportivos grises y se puso una gorra de los “Leones del Caracas”, salimos de la habitación para buscar mi bolso, algo brillaba en la mesita de la sala y era la pulsera de plata que había arrojado en la tarde, Migue la tomó y me la dio, no me la puse, si no que la guarde en mi bolsillo olvidándome de ella. Antes de salir del apartamento se lanzó hacia mí y me abrazó muy fuerte, sus labios fueron bien recibidos y una lucha comenzó en nuestras bocas, disfrutando de los últimos minutos que nos quedaban, cuando sentimos que pisábamos terreno peligroso, separamos nuestras lenguas y nuestros cuerpos excitados, las erecciones de ambos se detallaban claramente pero ya no haríamos nada más, solo compartimos una sonrisa para compensar el momento incomodo.

Cuando estuvimos “listos” abrimos la puerta y bajamos al estacionamiento... el camino para poder desayunar fue bastante corto, unas empanadas de carne, jamón, queso y demás aliviaron el hambre que teníamos desde la noche, después todo el trayecto al apartamento de Mathew fue en un extraño silencio... pero al estar con Miguel lo hacía perfecto. Al llegar al edificio nos quedamos allí un rato mas, nos tomamos de las manos y cuando nos dimos cuenta de que llevábamos media hora en el carro decidimos salir.

  • Te amo Andrew... nunca lo olvides

  • Yo también... te amo, como no tienes idea.

Un suave beso dio fin a nuestra aventura, busque mi celular en la parte trasera del carro y salimos para entrar al edificio, en el ascensor, Miguel me preguntó qué le diría a Mathew contestándole que no tenía la menor idea, en realidad no deseaba hablar con él por ahora... Migue me había dicho que se quedaría un rato a charlar con él y que si yo lo deseaba podría darle un resumen de lo que había pasado... acepté la oferta, Mathew tenía la sospecha de mi homosexualidad, que Migue le revelara ese dato y le contara sobre Luís y Tony no me molestaba, me ayudaba en realidad...

Al estar frente a la puerta del apartamento Migue se quito su gorra y me la puso en un rápido movimiento.

  • Es tuya.

  • Gracias – le contesté en voz baja.

Mathew abrió la puerta segundos después y me abrazo muy fuerte diciendo que estaba muy preocupado, yo lo abracé también, pero le dije que no quería hablar y deseaba descansar un rato más... luego de darme una mirada profunda me dio un beso en la frente y me dijo que pasara, subí las escaleras y le di una última mirada a Migue... él solamente pudo sonreírme y picarme el ojo para luego yo llegar a mi habitación, cerrar la puerta y acostarme en la cama. Me quedé despierto bastante rato hasta que Mathew tocó la puerta, sin esperar respuesta entró con una mirada indescifrable.

  • Ya Migue se fue.

  • ... – me quedé en silencio, sintiendo un gran vacío.

  • Me ha dicho lo que ha pasado.

  • No quiero hablar.

  • Está bien, entiendo, cuando desees hablar yo estaré aquí... no estás solo.

  • ¿No estás molesto? – pregunté por curiosidad.

  • Para nada... – me dijo haciendo un gesto con la mano – en realidad, estoy muy feliz y orgulloso.

  • No entiendo...

  • ¿Quieres hablar?

  • No – respondí pensándolo unos segundos.

  • Ok, estaré abajo. Mamá y Papá vienen en la noche, inventaremos una buena historia para cuando lleguen.

  • Ok, gracias.

Terminó por sonreír y se fue de la habitación.

Tenía un peso de culpa en mi espalda, Miguel me había revelado algo muy importante que no entendía en ese momento pero después lo había comprendido, sabía lo que era... saqué mi celular del bolsillo y tecleé un mensaje rápido. “ Discúlpame por todo... aún te quiero...” y lo envié rápido a Luís. Una oportunidad más, lo resolveríamos y me arriesgaría con él una vez más, una parte de mí quería hacerlo, conquistarlo de nuevo – la otra parte, estaba en silencio –, sin importar lo que pensaran nuestras familias y amigos, si él también cooperaba, intentaríamos ser felices juntos.

Pero... Aunque, yo quisiera a Luís...

  • Yo amo a Miguel... – me dije a la nada... – Lo amo...

El amor es lo más fuerte que alguien puede sentir, nadie puede escapar de él.

---*---

NdA: Bueno muchach@s... me hace mucha ilusión decir que LA PRIMERA TEMPORADA HA TERMINADO ... aja, así como lo ven... estos capítulos han sido la primera parte de mi vida sexual, desde la primera paja, hasta la primera vez que hice el amor y bueno, tenía que acabar con buena forma, UN VERDADERO SEASON FINALE. Sé que dejé cosas sin resolver pero simplemente no deseaba escribir más por ahora... ESPERO QUE PUEDAN ENTENDER EL CRITERIO DE TERMINAR LA TEMPORADA EN ESTE MOMENTO. Y LA FORMA EN QUE HICE TODOS ESTOS CAPITULOS... DECISIONES CREATIVAS.

Ahora me gustaría decirles que está “planeada” una SEGUNDA TEMPORADA , de un evento que cambio mi vida completamente y ninguno de ustedes mis amigos lectores saben de qué se trata. No habrán saltos en el tiempo como en ésta temporada – meses, años – si no que será una línea de tiempo corrida. También les diré que podría tener aproximadamente 7-8 capítulos – sin confirmar –.

TAMBIEN ES IMPORTANTE RECALCAR QUE USTEDES DECIDEN SI LO PUBLICO O NO, CON LOS COMENTARIOS Y CORREOS QUE ESPERO LEER PROXIMAMENTE . YA QUE NO QUIERO ESCRIBIR PARA QUE AL FINAL ME DIGAN QUE... ¡ES UNA MIERDA, DEJA DE ESCRIBIR Y PONTE A TRABAJAR!

Está demás decir que ¡Gracias por acompañarme hasta ahora! Fueron los 6 meses más interesantes que he pasado escribiendo esta historia. Y que les deseo una ¡Feliz Navidad y también un gran Año Nuevo de muchos logros!

Me despido hasta una próxima oportunidad.

Atte. Andrew Brown.

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