11.vo DÍA Juéves - ESCLAVA DEL JUEZ - 2da. PARTE

He demorado más de lo acostumbrado y debo pedirles que me perdonen, pero, a los problemas de Red se le sumó la rotura de la vieja laptop que tengo. Cuándo terminó la última de darme bomba me dejaron allí despatarrada en la cama, estaba desarmada y muy cansada. Sentí que se habían ido todas, para abajo supongo, y al rato, la tetona que había sido la que me dio bebida y eso, me dijo ahora te voy a dar un aseo y después te quedas en este dormitorio a descansar. A esta altura qué horas son? le pregunté y me dijo que eran las 6 de la tarde, pero que no me preocupara que hasta el otro día nadie me iba a molestar.

Cuando desperté eran las 10 de la mañana, enseguida vi, sobre un sillón que había junto a la cama en un costado la ropa con la que yo había venido el día antes y en todo el resto del sillón toda una variedad de artefactos, correas, collares, cadenas y mil cosas más.

Enseguida apareció la tetona de la noche anterior, me traía jugo de naranja y unas tostadas, mientras yo desayunaba me comentó..

...viste que ahí te dejamos tu ropa, es porque el juez quiso dejarte a ti la elección…

...dijo que podías vestirte con tu ropa, llevarte los $1000 que ya te ganaste y que se verían algún día…

Y si por el contrario, tienes ganas de seguir siendo su esclava, que entonces le mandes tu ropa para guardarla bajo llave y él te manda a los tatuados que te irán preparando.

Ellos serán tus dueños hasta que él lo diga.

Te quedó todo claro.

En esta oportunidad no puedo culpar a las píldoras, ni la merca, ni al faso, ni siquiera al dinero…

...esta vez la decisión la tomé descansadita, bien dormida y sin nada que afectara mi decisión, pero que decidi?

Papito... decidí seguir y confieso que lo resolvi antes de saber lo de otros $1000 como mínimo.

Mi respuesta fue…

Todo clarito...

Y qué vas a hacer?

Esperar a mis dueños, por supuesto.

La tetona se retiró con mi respuesta y al poco rato apareció uno de mis dueños, traía la verga pronta para hacermela mamar, pero antes me coloco el collar y … a chupar…

Cuando me estaba esmerando, apareció otro y con una fusta de jockey, y sin pegarme demasiado fuerte, pero haciéndome sentir sus lonjazos en mis nalgas, me hizo poner en cuatro patas sobre el sofá, con el ojete en exposición.

Ordenando… Para el culo… Concéntrate en abrirlo y cerrarlo.

Escuche un fuerte… Buenos Días y enseguida, El Juez me dio un beso en la mejilla.

¿Dormiste bien?

Si...dije dudando

Siii? dijo el

Si Amo respondí…

Muy bien!!! exclamó.

Escuchame algo, Freddy me sugirió, y con toda razón, que tu eres muy buena gente y mereces tener todo bien claro antes de decidir.

Sos una guacha genial, te gusta todo y sos educada, además de ser muy bonita, y como te veo con muchas ganas de vivir todo tipo de experiencias, se me ocurrió preguntarte, si realmente estarías dispuesta a entregarte como esclava y putita.

Pero de seguir, te quiero aclarar que ahora sería una cosa más en serio, porque así disfrutamos todos.

La única garantía que puedo darte es que no te vamos a lastimar… demás… cualquier cosa...

Así que vuelvo a preguntar..

...tienes ganas de seguir con esta jodita?

Por supuesto que sí, sr. Juez… respondí

Esto hay que festejarlo, dijo…

El Juez indicó algo y entonces además del collar que ya les conté, me pusieron un sujetador que tenía dos corazones que apenas tapaban mis pezones y otro corazón tapandome la pepa, atrás tenía solamente unas tiras de cuero que me dejaban la concha de afuera y por supuesto el culo también.

El Juez me alcanzó una venda y con voz de mando ordeno que me la pusiera en los ojos.

“Ponete de rodillas y vení gateando hacia mí, como buena perra que eres” ordenó el viejo.

Así fui, en cuatro sobre el suelo, vestida solo con ese sujetador, la tanguita abierta de cuero y zapatos de tacón alto.

Con la tira de cuero de la tanga enterrada en mis nalgas y el orto totalmente a la vista, gatee lo más provocativa que pude haciendo balancear el culo, mirando al juez y sacando la lengua

La mierda, que guacha mas puta!!!

Dijo el Juez.

Le gusta… señor

Putita, nadie puede tener dudas de que te encanta que te cojan el ojete, pero igual dímelo tú.

Si señor, me encanta que me den por el culo, me encanta que me rompan todo el orto, que me metan cosas y que no me lo respeten.

Entonces putita te voy a presentar a alguien para ver qué opinas.

Grito… entra Samuel...

Y aparecio un negro bastante alto (despues supe que era senegales) tendría unos 35 o 40 años, se tiro en el sofa, y con una sonrisita sobradora me hacía señas hacia abajo como desafiándome.

Cuando bajé la mirada supe el porqué de esa sonrisita, el porqué era tremendo pedazo de verga, y como broche de oro el hijo de puta tenía un aro de metal en el tronco de aquel socotroco de carne.

El Juez me mira a los ojos y sonríe.

¿Te gusta puta?

Si, me encanta…

Bueno si la quieres, tenes que portarte muy bien…

Si señor, que tengo que hacer

Ser nuestra puta, una buena puta, siempre dispuesta para cualquiera de mis colegas.

Me sentó en su regazo para meterme mano y estimularme la concha húmeda con un par de dedos, restregándolos entre mis calientes e hinchados labios de mi pepa.

—Chupa tus jugos, puta –dijo mostrándome su mano.

Obedecí y empecé a chuparle los dedos.

El dijo, flor de puta eres... Hoy vamos a pasarla bien.

Él sabía cómo calentarme y al final mi propio cuerpo me traicionó y le pedí carne.

—¿Sus amigos vendrán hoy? –pregunté

—Sí, vienen al anochecer, y te traerán una sorpresa.

Yo no estaba enojada, sino recaliente, para qué mentir.

Casi una hora después, sus colegas llegaron y vaya que se encargaron de hacerme saber que mi condición sería la de una puta sin muchos derechos.

Desnuda como estaba ante esos maduros trajeados, no iba a tener chances.

Los viejos me hacían su putita y me hacían cualquier cosa, y si bien pueden juzgarme mal, admito que disfruté de todas las cerdadas a las que fui sometida, la verdad es que en el fondo me calentaban.

Menuda putita estás hecha, ven y hazme una mamada –dijo el señor pelado, sentándose en su sofá y empezando a sobar su paquete de manera grosera.

Cuando me acerqué me agarró del cabello y me hizo arrodillar a la fuerza, diciendo…

tuve un mal día en la oficina y me gustaría descargarme un rato, así que abrí la boca putita –dijo.

Desabroché su cinturón para poder acariciar su verga que ya estaba morcillona, cuando por fin lo saqué lo agarre con mis dos manos y me detuve a mirar el montón de venas que tenía aquel pedazo.

Dios santo esa verga venosa era enorme. Me mordí los labios e inclinándome me la engullí hasta sus peludos huevos.

Tomó un puñado de mi cabello y me folló la boca brutalmente.

Me la metió hasta la campanilla para darme toda su leche espesa y caliente, sentí que me iba a ahogar cuando su semen se escurrió incluso por mi nariz.

Poco a poco su polla fue disminuyendo de tamaño y me dediqué a limpiársela a lengüetazos,

Fue cuando estaba sentada a horcajadas sobre el gordo ven conmigo, no les hagas caso –dijo mientras abría su bragueta. Sacó su polla gruesa y empezó a sacudirla como un puerco mientras se relamía sus labios.

—Eso es, tengo mucha lefa para ti. ¿La quieres?

—Sí.

—Entonces, chupa puta.

Me acomodé entre las piernas del gordo para agarrar su gruesa tranca.

Estaba mamándosela y depositó toda su leche caliente en mi boca.

Con la nariz y boca chorreando semen, con los ojos casi llorosos,

El gordo me preguntó?

Eres una guacha puta y regalada???

Siiii, lo sooooy… ¿Vas a garcharme o noooooo? –dije

El gordo se paró riendo, me agarró de la cintura, halándome, y empezó a restregar groseramente su enorme bulto por mi cola…

...después de hoy no vas a poder sentarte por un mes, ¡ja ja ja! –dijo

Se rieron todos sus amigos y escuche decir al Juez…

No se preocupen les sobraran momentos para reventárselo.

El gordo volvió a preguntar?

Eres una guacha puta y regalada???

Siiii, lo sooooy… ¿Van a garcharme o noooooo? –dije

Mi concha quiere verga, no dedos. Le agarré la pija y quise metérmela por mi cuenta, pero él se apartó para mi martirio.

—No me convenciste, puta, dilo de nuevo.

—Que me garches, viejo de mierda, por favoooor, soy una perraaaa, puta…

Pero ya no aguanté más y me acabé como una auténtica cerda.

El gordo aprovechó, se arrodilló detrás de mí, se inclinó y me metió la lengua hasta el fondo de mi culo.

Berreé como una puta poseída, arqueé mi espalda y mis músculos se tensaron; me acabé otra vez y pensé que me iba a desmayar del gusto.

Mientras me retorcía, vi de reojo, cómo los otros se acercaban para acabar sobre mí.

Yo jadeaba con aquel beso negro que cada vez era más brutal.

La leche tibia caía sobre mi cuerpo, se oían los jadeos y algunos me daban pellizcos.

El Juez, a la vista de todo el mundo era un hombre exitoso, profesional y educado, pero conmigo mostraba su verdadera personalidad.

En su ambiente era el ser humano más repugnante que había conocido, pero también sabía sacar la puta que hay en mí a base de  palabras groseras y ordenando que me hicieran fuertísimas pajas vaginales y anales.

Me hala por los brazos, para que me levante, y dice…

Muy bien mi niña.

No te queda mucho por aprender, para  ser tan nena, tienes bien clarito cómo portarte bien.

Después la sigo

Chauuu